27 nov 2020

Cuenta atrás


Con el sonido afilado hendiendo en el viento, los pájaros que estaban posados tranquilamente en las ramas cercanas echaron a volar. El ruido seco del impacto se repitió por enésima vez, hasta que por fin, la madera cedió. El crujido ascendiente acompañó al de las ramas que terminaron por caer del todo, junto con todo el árbol. 

- Bien. Se acabó por hoy.

A pesar de su avanzada edad, aún tenía el físico suficiente para dedicarse a aquellas tareas por la mañana. Ya le habían recomendado de comprar estos suministros a alguno de las decenas de vendedores que pasaban cada día cerca del camino de su hogar. Pero sentir el aire fresco matutino y hacer algo de ejercicio era una de las pocas cosas que todavía le quedaban. Dedicó la siguiente media hora a quitarle las ramas y montarlo en el carro. Antes de iniciar el viaje de vuelta, bebió de su cantimplora y se secó el poco sudor que podía tener debido al ambiente frío de la temporada. Se montó en su carro y acariciando a su viejo pero siempre fiel caballo, comenzó el trayecto por el bosque.

- Qué cansado estoy hoy... Parece que he descansado mal -. Se quejó mientras sostenía las riendas, bostezando como no era habitual en él.

No tardó mucho en incorporarse al camino construido, dejando de lado el sendero de tierra. Cuando llegó a su casa, el sol ya había salido por completo y se escuchaba por completo la vida que habitaba en los bosques, tan brillante como siempre. Del camino principal tomó el pequeño desvío curvado y se bajó del carro. Se encontraba frente a un puesto de parada, su hogar. El lugar era viejo y estaba bastante descuidado, al fin y al cabo ya no tenía a casi nadie allí, tan sólo él. Junto a su casa, de dos plantas, se encontraba la vieja posada, que por norma general estaba cerrada siempre; también un almacén, una torre de agua y el corral donde se encontraba la única familia que le quedaba; sus animales. Tras descargar la leña y situarla frente a la casa, llevó a su fiel amigo equino al corral para que descansase y comiese algo. 

- Vaya suerte, a mi todavía me queda -. Le reprochó amistosamente al animal cuando este inició su merecido banquete tras la mañana de trabajo.

Dedicó el resto de la mañana a preparar el desayuno; unos huevos en la sartén con un poco de gachas y café. En el tiempo que los fogones cogían fuerza, aireó la casa e hizo una pequeña limpieza. Minutos más tarde, con la bandeja preparada, se la llevó al porche frontal de su casa y se sentó en su butaca. En la mesita donde dejó la bandeja también estaban las llaves que las acababa de soltar, una pipa con algo de hierba de tabaco y el periódico de ayer. Pero dicho descanso no dudaría mucho.

Con el hacha en mano, minutos más tarde empezó a cortar el tronco del árbol para acumular la leña como era debido. El esfuerzo físico junto con la respiración agitada le indicaba de nuevo que ya no tenía edad para ese tipo de ejercicio, pero igualmente siguió hasta que lo terminó por completo, con tan solo un par de descansos de algunos minutos. Ahora bastaba con darse un baño y esperar a que llegasen los carros de aquel día, que le traerían el periódico para mantenerse informado.

Pero no llegaron los comerciantes de siempre, ni siquiera ningún carromato o vehículo moderno. Chistó en forma de queja, y por un momento se acercó a su camioneta, de chasis oxidado, con la intención de conducir hacia el norte para comprar él mismo el periódico. Pero no le gustaba alejarse de aquel lugar, mucho menos conducir. Ahí era cuando más solo se sentía, ya que al menos en el carro podía acompañarle su caballo.

Y en mitad de todas esas dudas, llegó alguien por el camino, pero no se trataba de ningún comerciante. Eran una pareja de soldados, ataviados con cueros y ropajes gruesos de color verde oscuro. Iban montados en caballos y se encontraban armados con arcos y espadas. 

- ¿Ocurre algo, forestales? -. Preguntó con curiosidad.

- Señor Rosmort, ¿cierto? -. Preguntó el de apariencia más adulta de los dos.

- Así es. Espera... ¿le ha pasado algo a mi hija? -. Se preocupó y del nerviosismo se llevó la mano a la boca y se giró para toser.

- No se preocupe, señor. No le pasa nada a su hija. Estamos aquí para informarle -. Continuó hablando. A Rosmort le llamó la atención que el más joven no paraba de mirar en todas direcciones, como si estuviese buscando algo. Además, se le notaba en su inexperto rostro que estaba algo asustado -. Estas tierras no son seguras, señor Rosmort. Criminales peligrosos rondan la zona y usted, al encontrarse aquí solo, está expuesto. Hemos venido a acompañarle hacia el norte.

- ¿Criminales? ¿La banda de Adam Cole? -. Rosmort estaba informado por los periódicos de los comerciantes. Ahora entendía por qué todavía no había pasado ninguno. Los forestales estaban asegurando el territorio -. Bien, pero, ¿y mis animales?

Ambos forestales miraron en dirección al corral y, a continuación, al vehículo, donde obviamente no cabían todos. 

- No, no... -. Fue Rosmort quien habló antes de escuchar una respuesta -. No se preocupen por mi, soldados. Este es mi hogar y aquí está todo lo que necesito. 

- Pero señor, es peligroso. Debería acompañarnos. 

- Entiendo su preocupación. Por favor, dediquen sus esfuerzos para poner a salvo a las familias de otros lugares de parada y aldeas. 

Los soldados insistieron durante unos minutos, pero fue en vano. El señor Rosmort tenía ciertos motivos ocultos por los que no quería ir hacia Reposo de Taliyah, pero no lo desveló en ningún momento y camufló la verdad con el hecho de que quería seguir con los integrantes de su corral, lo cual era verdad también. Los forestales le preguntaron si tenía teléfono móvil o algún método de contacto, como un cuervo, pero ambas cuestiones resultaron ser negativas, así que dijeron que vendrían cada día para asegurarse de su estado. Rosmort tan solo les pidió un favor, que alguien le llevase el periódico.

Salvo por aquella visita inesperada, el resto del día transcurrió de manera completamente normal. Se acercó al corral para alimentar a su ganado. Siempre le era divertido jugar un poco con sus animales, como cuando intentaba alejarse con la comida para que le siguiesen. Al mediodía almorzó lo que le quedó del desayuno, que todavía no se había acabado, tras lo cual puso en marcha su gramola algo de la música de los sesenta, la que le encantaba. Encendió su pipa y se meció en su butaca. La oscuridad del día llegó muy pronto, cuando apenas pudo leer nada de alguno de los libros que aún tenía pendiente. Había llegado la hora de dar un pequeño rodeo a la zona, cerrar a los animales bajo techo y meterse en casa. 

Con la linterna de aceite en alto, iluminando la tenuidad del atardecer, pasó enfrente de la torre de agua y de la posada. Suspiró, como siempre, cuando se quedó viendo el cartel desgastado por el tiempo, añorando el brillante pasado. Entonces, algo llamó su atención cuando se acercaba al almacén. Un ruido seco, como si un mueble hubiese chocado, ¿sería posible? 

Lejos de asustarse, Rosmort se armó de coraje. Apagó su linterna y con el conocimiento de la zona que tenía, dio un rodeó para llegar al almacén por detrás, hasta una abertura en la madera que cubrió en su momento con un panel de chapa, la cual retiró con muchísimo cuidado. Al liberar el agujero, escuchó con claridad la presencia de voces. Con cuidado, se agachó y se metió dentro. Tanto si eran vándalos normales como los más buscados por la zona, Rosmort se quedaría con la información y la transmitiría a los forestales para ayudar a atrapar a toda esa calaña. El hueco daba a un pequeño cobertizo lleno de herramientas dentro del almacén. Puso la chapa de nuevo y se arrastró hasta debajo de la mesa de trabajo, intentando mirar entre los tablones destartalados de la vieja edificación.

- ¿Cuánto tardarán en venir? -. Escuchó decir a la voz de un joven varón.

- Ains... No sé... No lo sé... -. Respondió una chica, que arrastraba la voz, apenada.

- ¿Todavía sigues igual, Joy? 

- ¿Acaso tú no? Es... la primera vez que nos vemos... desde que pasó... aquello... Quizás alguien tenga... noticias... ¿No?

- Joy... -. Rosmort escuchó como el chico suspiraba, en una mezcla de condescendencia y cansancio -. Adam está muerto. Murió y lo hizo para salvarnos, para que siguiésemos adelante.

La tal 'Joy' no contestó. Recibir aquellas palabras provocaron en ella que se pusiese a llorar sin reparo, aunque trataba de reducir al mínimo el ruido.

- ¿Echaste el vistazo al sitio entonces? ¿No vive aquí nadie? -. Rosmort tensó un poco el labio, ya que estuvo paseando tranquilamente con su linterna.

- Sí, hay un viejo pocho -. Contestó la chica, con tono solemne, como si no quisiese hablar de ese tema -. Pero se fue a dormir... Snif.

- ¿Qué estás diciendo? -. Se preguntó Rosmort para sus adentros -. ¿Cómo que 'a dormir'? 

- Bien, pues deja de sollozar y de lamentarte, por favor. 

- ¡Me lamento lo que quiera! -. Rosmort pegó un pequeño sobresalto, el tono de esa 'Joy' cambió de repente, hablando muy rápidamente y con mucha energía -. ¡Que no esté ya nuestro querido Adam no hace que no te tengas que respetar la cadena de mando! ¿¡Te queda claro, Carter!?

- Vale, vale, señorita Joy. Lo siento, yo no quería...

- ¡No, es que no eres consciente de lo que ha significado todo esto! -. Joy cada vez hablaba más alto, aunque aún no llegaba a gritar -. ¡Más aún cuando él murió por rescatarte a ti! ¡Si no hubieseis sido tan escoria como para dejaros atrapar, él estaría vivo!

- Joy, por favor, baja la voz que nos va a escuchar el viejo...

- ¡Bajaré la voz si me da la puta gana!

- Joy, ¡joder! -. Ahora era el tal Carter el que intentaba acallar la situación, pero soltó aquellas palabras con rabía, como si quisiese confrontación.

- Ay... mi Adam... -. De repente, toda la energía de Joy se fue y volvió al tono lastimero de antes. 

- ¿Solo estáis vosotros dos? -. Se escuchó de pronto una tercera voz, muy potente y grave. Rosmort estaba tan pendiente de escuchar a los dos de allí que no se dio cuenta del sonido de los enormes pasos de aquel tercer sujeto. Debía medir una barbaridad.

- Apollo... ¿Dónde está Adaaam? -. Por la voz de Joy, debió haberse movido de donde estaba y acercarse al tal Apollo para darle un abrazo.

- Joy... Lo siento. Fue todo por mi culpa.

- Noooo~... No fue culpa vuestra.. Ains...

- ¿Dónde está el Administrador, Carter? 

- Moviendo los hilos pertinentes. Le gusta trabajar con antelación. Y además, Fortuna fue el primero en actuar. Creo que de los nuestros, es el que más al norte está. 

- ¿Y Cíclope? 

- ¡Bah, Cíclope! -. De nuevo, Joy se exaltó -. ¡Maldito friki de los tuertos! ¡Debería haber traído ya todas las tropas! 

- Joy, por favor, cálmate -. Pidió con amabilidad el tal Apollo. 

- Vale, de acuerdo... -. Respondió calmada, con obediencia. 

- Voy a quedarme vigilando, a ver quién va llegando -. Rosmort escuchó como Carter daba un salto y se apoyaba en una caja. Por el conocimiento que tenía de su propio edificio, debió haberse acercado a la ventana frontal del almacén, de donde podía ver toda la plaza del puesto de parada.

Con todos en silencio, Rosmort dudó sobre si debía escapar con la información que ya tenía o arriesgarse a seguir allí. ¿Cuánto tiempo se quedarían esperando? ¿Y si llegaba el amanecer y descubrían que lo que Joy dijo no fue nada cercano a la realidad? ¿Le buscarían entonces? Minutos más tarde, esta vez sí que escuchó como el portón se abría con cierto rechinamiento, a pesar de los esfuerzos por actuar con sutileza. Por la cantidad de voces, debían ser al menos cinco personas.

- ¡Neónesis, amiga! -. Contrastando con la conversación de antes, Joy se dirigió hacia esa persona con muchísima energía y alegría, quizás fundiéndose en un abrazo.

- Joder, ¿ni Nómada ni Cíclope están aquí? -. La pregunta estaba formulada por un hombre adulto, pero con la voz mucho menos potente que la de Apollo -. ¿Vamos a avanzar hacia el norte sin nada? 

- No, sí que tenemos algo...

- Joder, Callejera, hemos viajado durante horas por el bosque, ¿por qué coño te has esperado ahora a decirlo? 

- Porque es ahora cuando hay uno de los tres principales.

- ¡Yay! ¡Esa es mi Irma! -. Exclamó Joy, pero hubo alguien que chistó en forma de queja; Carter.

- Kyle me llamó hace una hora y me ha transmitido la información que se mueve por Reposo de Taliyah... 

- Espera, espera... -. Mencionó Apollo -. ¿La vas a contar ahora? Entiendo que el Administrador no viene, pero... ¿Y Prisma? 

Carter volvió a chistar, esta vez con tanta notoriedad que todos callaron.

- ¿Ocurre algo, Carter? -. Preguntó el hombre de voz para nada tan grave como la de Apollo.

- ¿Cómo que 'tres principales'? ¿Cómo que esperar? El Prisma... él... ¡Bah! Cuenta la información ya, Irma...

Hubo un instante de silencio, quizás de duda. Rosmort se imaginaba que debían estar mirándose entre ellos, tratando de descifrar lo que Carter había dicho, pero ninguno se atrevió a preguntar.

- Bien, pues como decía, Kyle me llamó hace una hora. Al parecer han camuflado al objetivo entre pociones de alteración de aspecto. Cada uno de ellos se dirige hacia un sector de la región.

- Nada mal... -. Rosmort escuchó la voz de otra mujer, que si bien se dirigieron hacia la que había soltado la información como 'Irma' o 'La Callejera', esta quizás podría ser 'Neónesis', la que Joy abrazó antes -. ¿Sabemos si la original está entre ellos o se ha quedado en Reposo? 

- No, no lo sabemos... 

- Espera... ¿el increíble Kyle O'Kevan no ha podido obtener información? -. Se sorprendió con cierto sarcasmo Carter -. Es verdad que estamos en declive entonces...

- ¡No te atrevas a decir eso nunca más! -. Saltó Joy de nuevo -. ¿No te has dado cuenta de todo lo que hemos tenido que sacrificar? Nos hemos movilizado casi por completo a la península del leoncito, nos han acorralado en Taneir y tratado de hacernos la vida imposible en colaboración con Ribriat, Aldmet y Sverith. Somos buscados internacionalmente y por culpa de las fronteras de este bosque nos han separado por completo. Estamos contra las cuerdas y aún así seguimos hacia delante con... con... 'la voluntad de nuestro líder!

Rosmort contuvo la respiración. Por primera vez desde que se recostó bajo la herramienta de trabajo y se puso a espiar, escuchó a Joy, que se habían dirigido a ella como una de las superiores, hablar a la altura de su puesto. Algo acompañaba su voz que le heló el corazón. Una determinación y convencimiento a pesar de las dificultades que habían pasado, ¿Qué clase de monstruos habían ahí? Era casi sobrenatural.

Pero Rosmort estaba lejos de conocer lo que era sobrenatural.

- Bien dicho, Joy -. Una nueva voz apareció. Si con el discurso de Joy de antes, Rosmort quedó inquieto, con tan solo esas tres palabras se quedó paralizado. Era una voz que no era de este mundo, amortiguada, profunda, resonante en su cabeza y con un deje de eco inquietante. No hubo sonido de portón abriéndose, ni pasos. La voz se escuchó de repente, en mitad del grupo -. Lamentablemente para usted, señor Carter, estamos en una alianza que provocó nuestra adhesión al grupo. Su difunto líder consideró que yo debía formar parte de los altos estándares del escuadrón, situándome en la misma jerarquía que Joy, aquí presente, y que el Administrador. Pero ahora, vuestro líder ha muerto.

- ¿Cómo has dicho? -. Preguntó ofendido Carter -. ¿¡"vuestro"!? 

- Puedes tomarte mis palabras como una ofensa, si es lo que deseas, pero eso no cambiará lo que ocurrió. Adam Cole tenía una gran voluntad y liderazgo. Sacrificó su vida para que la identidad del grupo se mantuviese. Sin embargo, yo no le conozco desde tanto como usted, señor Carter, y aún así sé que Adam quería mantener la unión en el grupo, por eso se sacrificó, algo que usted pone en duda si me sigue mirando como lo está haciendo, con tanto odio. 

- Señor Prisma, ¿sabe usted algo sobre su escuadrón?

- Mi escuadrón ya anda colocándose en posición, más cerca de la región de Reposo de Taliyah de lo que estamos nosotros. Aún así me gustaría escuchar por completo la explicación que la señorita Irma quería decirnos, antes de que Carter pusiese en manifiesto su rebeldía. 

- Eh... Bien... -. Titubeó Irma. Rosmort descubrió que él no era el único inquieto con la presencia de ese tal 'Prisma', sino también había alterado a todo su entorno -. Bien, como decía... Kyle descubrió que habían usado pociones de alteración de aspecto para poner cebos de Elisabeth Thorne y llevarlos a cada sector de la región de Reposo de Taliyah. Desconocemos si la original está entre ellos o se quedó en la ciudad. Podríamos tratar de averiguar la información entre los archivos de la Academia y, con algo de suerte, del cuartel.

- No te molestes en comunicarle eso a Kyle. Reposo de Taliyah está jugando bien sus cartas con los deberes copiados de que le ha transmitido Ribriat. Ya conocen muchas de nuestras armas. Sin duda alguna, ya habrán falsificado todo lo necesario para que no la podamos rastrear. No hay de qué preocuparse, iremos poco a poco... 

Entonces, Rosmort escuchó a Joy sollozar de nuevo, en mitad de una marea de silencio porque todo el mundo calló. Unos pasos resonantes indicaba que alguien se acercaba a ella. 

- ¿Qué ocurre, Jesamine? -. El que se había acercado era el mismo que hablaba todo el rato. Prisma debió de inclinarse o arrodillarse frente a ella.

- Es que.. es que... Desde que se fue Adam... Todo es tan difícil... ¿Cómo que... cómo que saben... nuestras armas...? ¿Qué vamos... a hacer...?

- Jesamine... No te conozco ni una décima parte de lo que te conoce Adam, pero a él le gustaría que fueses fuerte en estos momentos, ¿lo entiendes? 

- S... sí...

- Por eso necesito a la Joy más fuerte que conoces... ¿vale?

- Va... le... ¡Vale! -. Corrigió su actitud y contestó con contundencia.

- Por cierto, señor, hay alguien aquí -. Una voz que no conocía habló, muy parecida en el tono sobrenatural en el que hablaba ese tal 'Prisma', pero arrastrando más la voz -. Alguien escondido...

Rosmort pensó que su corazón iba a salirle por la boca. No sabía cómo pero le habían descubierto. Se había acostumbrado tanto a la postura echado en el suelo que cuando intentó moverse, un calambre sacudió su cadera y sus piernas. Pero igualmente no pudo hacer nada, algo invisible le arrastró. Intentó hacer fuerza, pero no podía hacer nada para paliar la enorme fuerza que le sacaba del cobertizo y lo llevaba la sala principal del almacén. Aquel poder le dejó suspendido en el aire, con los brazos extendidos a ambos lados. Rosmort tosió pero abrió los ojos para fijarse en todos los que habían allí.

- Vaya, vaya... -. El tipo que iba bien ataviado, con una máscara blanca y un sombrero era Prisma, el que se colocaba frente a él. Aunque por la mano alzada, el que le había arrastrado mediante algún poder sobrenatural era el que estaba  su lado. Otro tipo enmascarado aunque este vestía ropas rojizas y de los huecos de sus ojos refulgía dos luces incandescentes.

- ¿Qué cojones? -. Carter hablaba desde su derecha, aunque Rosmort no podía moverse para ver su cara -. ¡Joy! ¿¡No dijiste que se había ido a dormir!?

- ¡A mi no me mires! -. Se excusó esta. A Joy sí que la podía ver dentro de su campo de visión, aunque en la periferia. Podía ver el azul y el rojo rosado como motivos de su indumentaria.

- Hay que matarle. A saber lo que ha escuchado... -. Detrás suya habló Neonésis. 

- Yo lo haré -. Propuso Apollo.

- No, tú lo dejarías todo manchado. Yo me encargo -. Carter se levantó y el sonido afilado de un arma desenvainándose rodeó el ambiente.

Así que aquello era su tumba. A Rosmort no le importaba morir, pero se lamentaba no poder hacer nada para transmitir lo que había escuchado.

- Os equivocáis todos -. Atajó 'Prisma', sin dejar de mirar a los ojos de Rosmort -. Si lo matamos, sabrán que hemos estado aquí y nos rastrearán. Huellas, olores, detecciones mágicas. No podemos encargarnos de cubrir todo eso en kilómetros de recorrido. No... Lo mejor es... -. El Prisma acercó la mano al rostro de Rosmort -. Devolver las cosas... a su cauce... A cero.

Con el sonido afilado hendiendo en el viento, los pájaros que estaban posados tranquilamente en las ramas cercanas echaron a volar. El ruido seco del impacto se repitió por enésima vez, hasta que por fin, la madera cedió. El crujido ascendiente acompañó al de las ramas que terminaron por caer del todo, junto con todo el árbol. 

- Bien. Se acabó por hoy.

A pesar de su avanzada edad, aún tenía el físico suficiente para dedicarse a aquellas tareas por la mañana. Ya le habían recomendado de comprar estos suministros a alguno de las decenas de vendedores que pasaban cada día cerca del camino de su hogar. Pero sentir el aire fresco matutino y hacer algo de ejercicio era una de las pocas cosas que todavía le quedaban. Dedicó la siguiente media hora a quitarle las ramas y montarlo en el carro. Antes de iniciar el viaje de vuelta, bebió de su cantimplora y se secó el poco sudor que podía tener debido al ambiente frío de la temporada. Se montó en su carro y acariciando a su viejo pero siempre fiel caballo, comenzó el trayecto por el bosque.

- Qué cansado estoy hoy... Parece que he descansado mal -. Se quejó mientras sostenía las riendas, bostezando como no era habitual en él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario