21 ene 2015

Diario de Sofía Oster, días 21 - 62

Día 21:

- Bien, ya está listo -. Dijo el doctor tras terminar el vendaje.
- ¿Entonces ya está? ¿Seguro que no hay infección, doctor? -. Preguntó Sofía mientras se examinaba el vendaje y acto seguido se volvía a poner la camisa.
- Totalmente seguro, la herida era profunda pero está totalmente limpia. Me he asegurado de ello.
- Bien, muchas gracias. Hasta luego-, Dijo tras coger sus cosas y marcharse.

Le pilló desprevenida, no esperaba algo así. Mientras su marcha y ella cabalgaban hacia Ridores, un grupo de bandidos les atacaron.

"Bandidos... Si es que se les puede llamar así" pensó Sofía mientras salía del centro sanitario del pueblo de Vientorrecio. "Eran un grupo numeroso y atacaron de forma organizada..."

La única razón para llamarlos bandidos eran sus ropas y armas. Viejas, raidas y oxidadas. Sofía estuvo acorralada contra cuatro de ellos, luego contra seis. Y de todos, tuvo la mala fortuna de que se llevara un corte en el abdominal. "Mala suerte no.. Soy miembro de la Guardia Real de Taneir. No puedo dejar que me hieran, sean bandidos asquerosos o guerreros bien instruidos".
Del resto de su guardia, no todos corrieron la misma suerte. A pesar de que no perdieron gran número de hombres en el combate, Sofía lamentó cada una de las bajas. Se prometía que no volvería a suceder e insistió incluso en perseguir a los bandidos supervivientes para capturarlos con vida, cosa que no pudo ser posible al final. Mientras se desviaban del camino para que le atendieran a ella y sus hombres, meditaba todo lo sucedido.

"No puede ser que un grupo ataque así, parecían casi como un ejército. Atacaron por los flancos de la marcha, donde era más débil en ese momento. Pero no queda ahí la cosa... Cuando se replegaron para combatir a ambos lados, un grupo atacó por la retaguardia, pillando desprevenidos a toda la arquería... No es normal, tiene que haber algo..." Sofía había aprendido a desconfiar de todo cuanto le rodeara. Ser criada en un entorno hostil, donde hasta su propia familia la despreciaba le había enseñado a andarse con ojo en cada paso que daba; y lo mismo se podría aplicar a la situación actual, solo que en vez de movimientos para escaparse a hurtadillas para entrenar con la espada por la noche en el castillo Oster, ahora se trataba de comandar a un ejército y resolver el conflicto pirata en el Oeste.

"Alguien lideraba o mandó a esos bandidos a atacarnos, alguien que sabe para qué ando destinada a estar en Les Roses y me quiere fuera"
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"Alguien que no quiere que esté al mando, pero hay tantos..." El Oeste de Taneir no era precisamente la mejor parte del reino. Eran tierras más salvajes, más frágiles e incluso menos hospitalarias con miembros de la otra mitad de la población. Aparte tenía personas de muy poco agrado para los miembros de la realeza. Sin llegar más lejos, mi propio Padre. Está furioso conmigo, está furioso con el rey por darme tal privilegio, como si se le hubiese insultado cara a cara. Las malas lenguas dicen que él juró bastantes veces la separación de sus dominios del reino de Taneir o incluso de traerme de vuelta por pleno derecho de su nombre... Tal vez él..."

- ¡Lady Oster! Las tropas están listas.

Su teniente le devolvió a la realidad, se encontraban en la plaza del pueblo, que ya de por si no era muy grande. Se veía el amplio campo y la salida desde donde estaban. Sus tropas habían acampado en la plaza, calles y periferia de Vientorrecio. Pasaron la noche, trataron sus heridas y ya por fin estaban listos para marchar.

- Bien, partimos en 20 minutos.

Día 24:

Llegar a Ridoras fue casi como beber agua después de pasar una semana en el desierto. Después de atravesar el helado y peligroso Fuerte Aguila, después de días en los que tan solo veían campos, granjas y poblados con menos casas que dedos hay en las manos; llegaban a Ridoras, capital del territorio Fosteb.



Sofía solo había estado una vez en dicha ciudad y fue cuando era pequeña. Su familia y la familia Fosteb organizaron un festival para ambas casas nobles y ella estuvo aburrida gran parte del tiempo. Debía permanecer en el castillo, en los salones, en la corte, cuando ella quería visitar la ciudad, correr por sus calles y visitar sus parques. "Otro de los tantos motivos que tenía mi padre para odiarme, era distinta a mis hermanos. Ellos aburridos y obedeciendo todo y yo siendo la que quería visitar la ciudad, parecía una plebeya a sus ojos...¿Plebeya?" se preguntaba mientras observaba la ciudad. Quizás no era tan grande como Tydoras o tan bonita como Les Roses pero Ridoras era sin duda, la ciudad más importante del lado Oeste del reino, en cuanto a urbanización se refiere. Sus calles estaban todas bien construidas, nada de arena, tierra o barro en ninguna de ellas, en su lugar habían partes en las que el cesped se extendía entre el paso peatonal y el paso de los carruajes y caballos. Sus casas eran todas de piedra bien trabajada y cada una pintada de un color, cosa que le daba a la ciudad una sensación de vida al ser tan vistosa. Sus parques siempre estaban llenos de gente, tanto de niños con sus familias jugando como de trobadores, circos e incluso pequeños puestos de compra. La ciudad ascendía cuesta arriba hasta el monte donde se situaba el castillo de los Fosteb, pero en lugar de ser un camino empinado difícil de ser recorrido a pie, estaba lo más alisado posible y había escaleras de piedra en diversos puntos de las calles.

Los ciudadanos de Ridoras se apartaban ante la Guardia Real de Tydoras. Algunos miraban a Sofia y susurraban entre ellos, quizás porque la reconocían como Capitana de élite del reino o quizás porque se preguntaban quien era. Ella sin embargo miraba al frente; en otros tiempos le hubiera gustado pararse y simplemente correr por los parques, bañarse en los estanques o jugar en los circos, pero ahora tenía una misión y debía comportarse. Se dirigía directamente al castillo para hablar con Lord Fosteb cuando, en la entrada de este se encontraba un hombre menudo de avanzada edad, vestido con túnicas marrones y ligeramente inclinado hacia delante. Llevaba unas gafas que se puso bien para observar a Sofia y tras eso dijo:

- Buenas, Lady Sofia. Esperábamos su visita a Ridoras. Soy el Maestre Marvasio.

Sofía se quedó un poco anonada.

- Buenas Maestre. No pretendo ser descortés pero el viaje ha sido largo y hemos tenido algunos contratiempos ¿Podría saber por qué un maestre está en la puerta de la muralla del castillo cortándome el paso a mí y a mi guardia?

El Maestre sonrió levemente, no parecía afectarle la indirecta de Sofia.

- Oh, no pretendía ser descortés sino todo lo contrario. Solo quiero informarle, de un par de asuntos que quizás podrían interesarle. Si es tan amable de acompañarme por los patios del castillo mientras su guardia se va acomodando en los barracones... -, Decía mientras hacía un gesto señalando hacia el interior del castillo.

Sofía no sabía adonde pretendía llegar el Maestre, no le conocía y no tenía ni idea de que sería eso que le interesaria que le contara. Pero es cierto que era curiosa y total, tenían dos días enteros en Ridoras, ya habría tiempo para lo que quedara por llegar. Decidió desmontarse mientras le daba las ordenes pertinentes a su teniente. Ella se fue con el Maestre hacía los patios mientras su guardia se iba hacia los barracones. Quedaron a solas ella y el viejo.

- Hace un buen día ¿No cree, Lady Oster? -. Preguntó Marvesio, ella simplemente no respondió-. Sabíamos que vendrías jejeje.

- Claro que lo sabíais, mandé cuervos para asegurarme de que os quedaba constancia -. Dijo Sofía con tono lento y pesado, como si estuviera hablando con un retrasado.

- Oh, claro claro, los cuervos... Pero no me refería a eso jejeje -. Decía el viejo mientras ambos se internaban más en los patios del castillo de Ridoras, los cuales presentaban frondosos árboles y arbustos, parecía casi como un bosque pero bien cuidado y alegre a la vista-. Veréis Lady Óster... Ese par de asuntos que le quería comunicar... Bueno jejeje, realmente aquí está el primero-. Dijo mientras se paraba sonriendo a la capitana.

De la nada surgió una sombra, que atacó desde el aire a Sofía. Esta lo esquivó por muy poco y la lanza del enemigo se clavó en el suelo donde hace un segundo estaba ella. El sujeto portaba una armadura y atuendos distintos a los soldados de Ridoras; portaba una armadura de color azul grisaceo y ropas rojas apagadas, sin ningún emblema ni símbolo. Ella sacó su espada y el sujeto hizo lo mismo, dejando clavada su lanza donde se quedó. Ambos cargaron y chocaron sus espadas. A pesar de la armadura casi completa, su enemigo se movía con suma agilidad y en un par de ataques estuvo cerca de impactarla. No obstante Sofía cargó y haciendo una serie de maniobras de fintas logró desequilibrar lo suficiente a su oponente como para que la guerrera pudiera echar su peso sobre su espada y hacerle retroceder. Pero su rival, de manera ágil, logró reponerse haciendo una pirueta hacia atras y evitar la segunda carga de Sofía volviendo a coger su lanza y golpeandola en la pierna con la madera y haciendola tropezar. En ese momento con movimientos increíbles que más que técnicas de combate parecía una actuación de malabarismo, el enemigo acataba alternando lanza y espada y Sofía solo podía retroceder hasta que uno de los ataques pasó a escasos centímetros de su cara, lo que obligó a la guerrera a dar dos saltos hacia atrás para recuperar la postura defensiva.

- ¿Qué significa esto? -. Preguntó al Maestre, el cual observaba todo con sumo interés, como si el combate fuese una función teatral para el.

- Oh, pensé que os gustaban los reencuentros, lady Oster -. Dijo con una sonrisa.

- ¿Reencuen...? ¿Pero qué?

El sujeto se quitó el casco y mostró su cara. A Sofía se le cayó su espada. A pesar de que su rostro estuviese cambiado, con una cicatriz donde antes había piel lisa, con un pelo largo recogido con coleta donde antes había un pelo muy corto, con unos ojos firmes donde antes habían unos ojos alegres y casi inocentes... A pesar de todo eso, Sofía le reconoció sin problemas.

- ¿Jo...Joseph?

- Cuanto tiempo, Sofía-. Dijo Joseph mientras se guardaba su espada y se colocaba la lanza a la espalda-. Has cambiado mucho.

Sofia recogió su espada y la envainó, se acercó un poco más al que fuera su único amigo en la infancia.

- No eres el más indicado para decirlo... ¿Pero qué es todo esto? -. Preguntó mirando tanto a su amigo como al Maestre.

- Tu amigo Joseph se enteró de que venía y yo soy tan buen amigo de él como lo eres tú. Como sabemos que tienes una misión y que te irás en pocos días, pensó que quizás no podía llegar a verte. Así que me pidió el favor, me comentó todo lo que pasó hace tantos años y que quería que vieras en lo que se ha convertido. Porque lo que tienes ante ti, Lady Oster, es a un miembro de las fuerzas de elite de Lord Fosteb. Un miembro del Comando Tormenta.

Sofia miraba al Maestre y a Joseph. Conocía bien al Comando Tormenta, de hecho su "archienemigo" Suther Swan perteneció a dicho comando. Un grupo de fuerzas especiales donde aprenden tanto a combatir de manera perfeccionista y sin dejar fisuras como a sobrevivir en distintos entornos y situaciones adversas.

- Impresionante, me alegro mucho de que hayas conseguido tal puesto, te lo mereces.

- Lo mismo digo entonces-. Dijo sonriendo.

- Oh oh, supongo que tendréis mucho de que hablar, pero como le dije Lady Oster tenía que comunicarle un par de asuntos. Este era uno de ellos pero me falta el segundo antes de poder retirarme al castillo y dejaros a solas.

- ¿De qué se trata Maestre Marvesio? ¿Otro ataque sorpresa?-. Preguntó y los tres rieron.

- Casi casi... De hecho se podría decir que es también un ataque, pero de otro tipo. Entre esta noche y mañana llegarán soldados de las casas Usk y Oster para que se les una en vuestro viaje hacia el Norte hasta Les Roses. Y por supuesto van junto con sus señores jejeje -. Sofía palideció, sabía que debía afrontar eso en algún momento de su vida ¿Pero mañana?-. Oh si, Lady Oster jejeje, Vuestro padre también viene.

Día 25:

Sofía y sus soldados ya se habían asentado en el castillo. Hablaron con Lord Fosteb sobre las ordenes reales del Rey Kengrey y sobre la situación actual pirata.

- Al parecer los piratas actúan tanto en las costas de nuestras tierras hasta en el Mar de los Comercios. Se mantienen lo suficientemente lejos de las ciudades como para que la Marina pueda interceptarlos pero atacan tanto a los que salen como a los que entran. El comercio anda atascado y como ya sabe usted Lady Oster, el comercio marítimo es la columna principal del Oeste del Reino. La población protesta mientras se empobrecen de bienes básicos y los señores no son capaces de detener una situación a la que nunca se habían enfrentado antes-. Explicaba Lord Fosteb en la reunión durante la noche-. La experencia es algo que importa a la hora de dirigir una guerra, da igual que sea contra otro reino o contra piratas.

Sabía lo que le estaba intentando decir, pero Sofía no se iba a caer en provocaciones "¿Cómo va a solucionar el problema pirata una mujer joven que no ha solventado ningún problema así antes? Bien, pues ella les enseñaría"

- Como miembro de la Guardia Real de Tydoras según la ordenanza del Rey de Taneir, Meryn Kengre. Yo, Sofía Oster me comprometo a solucionar entre conflicto y devolver a las tierras del Oeste la estabilidad social, económica y comercial que tenían en el pasado.

"Pues toma provocación. Nadie me va a decir como tengo que actuar, soy de la Guardia Real"

La sala enmudeció e incluso Sofía vio como Joseph sonría levemente. Sofía le observó con más atención recordando lo que le había dicho horas antes. Joseph fue recomendado para ser el líder del Comando Tormenta una vez el líder actual se retirara (no le quedaba mucho, los miembros del Comando Tormenta se retiraban a una edad más temprano que el resto) pero él rechazó dicho puesto hace unos días, sabía que Sofía llegaba y desde entonces su deseo ha sido y es viajar con ella a Les Roses y estar junto a ella en todo este conflicto.

Sofía se ruborizó un poco tras mirar a Joseph, recordó que después de que su amigo le dijera eso en los patios del castillo, no pudo contener su impulso y simplemente le besó. Él le devolvió el beso con la misma intensidad que había puesto ella.

- Gracias soldado -. Dijo Lord Fosteb a uno de sus hombres que había entrado en la sala y le comunicó algo en voz baja-. Señores, me comunican que Lord Oster y Lord Usk acaban de llegar a Ridoras.

Con la misma facilidad que Sofía se puso roja hace unos segundos, se puso palida ahora. Pero trato de disimularlo como pudo. No quería parecer débil ni ante su padre ni ante los demás miembros de la reunión.

- Pero ya es tarde para formar la reunión con ellos. Lo dejaremos para mañana al mediodía. Ahora es mejor descansar.

Sofía no durmió bien esa noche. El día con el que tanto había soñado pero al mismo tiempo el que tanto había temido. Es cierto que quería ver que cara ponía su padre cuando la viera al día siguiente pero al mismo tiempo él ha sido siempre una figura autoritaria para ella, alguien que le infundía miedo cuando era pequeña y parte de ese miedo se encendían a ella como las ascuas de un fuego casi extinto.

Además Sofía aún se preguntaba sobre los bandidos. De hecho hasta habló con Joseph de ello. Su amigo le dijo que no había ningún grupo de vandalismo organizado en territorio Fosteb y tras escuchar la descripción de Sofía sobre el ataque, estuvo de acuerdo con que se trataba de algo organizado por alguien.

"¿De verdad se atrevería?" Sofía no se refería al hecho de que su padre fuera capaz de atacarla por ser su hija. Hace tiempo que eso a él ya no le importa. Pero en cambio, atacar de esa forma implicaba acto de alta traición hacia el reino y sin duda Meryn Kengrey no tendría escrúpulos para despojarle de todos sus títulos y tierras si se diera el caso.

"Espabila Sofía. Estás deseando que padre fuera el causante de todo esto para poder vengarte de él pero estás empezando a ver fantasmas donde no los hay" Pensó antes de dormirse. Sin embargo llegaría hasta el fondo de todo eso...

Al día siguiente Sofía se levantó como si no hubiese dormido nada. Estuvo en la cama casi una hora hasta que pudo despertarse del todo y apenas desayunó. Cuando el soldado llamó a su puerta indicando que casi era la hora de la reunión se le revolvió un poco el estomago. Pero todo pasó cuando se miró al espejo mientras se colocaba bien la armadura.

- Hora de la verdad, Sofía. Ahora o nunca -. Se dijo a sí misma mientras se miraba en el espejo.

Bajó por las escaleras. La acompañaban dos soldados de los Fosteb y su teniente. Cuando llegó a la sala de reunión allí estaba él. Con ropas de los mismos colores y adornos que cuando era pequeña, pero sin embargo su rostro era más envejecido, con más arrugas y su pelo y barba, antaño negra, ahora era de un color grisáceo. Tragó saliva y fue hasta donde estaban él y Lord Usk. El señor bárbaro la saludó primero:

- Es un honor para los Usk servir al Rey Kengrey y es un honor poder servir a vos, Lady Oster -. Dijo mientras se inclinaba hacia delante a modo de reverencia.

Sofía se sorprendió. No conocía tal educación en la tribu bárbara de los Usk. Realmente nunca había visto a ninguno de los Usk, siempre había considerado que era una tribu salvaje cuyos únicos modales era la de maldecir a sus enemigos antes de pelear. Sofía le devolvió el saludo y tras eso se puso frente a su padre.

La sala entera enmudeció. Tanto soldados como Lord Usk y Lord Fosteb miraban con atención a padre e hija. Sofia trataba de poner su mente en blanco para así, no desviar la mirada hacia su padre ni titubear. Lord Oster la miraba fijamente, como si con dicha mirada tratara de examinar y confirmar lo que tenía delante de él, a su propia hija cuyo rango de poder era superior al suyo. Sofía no sabía si estaba furioso o no, desde luego su mirada no lo daba a entender, simplemente su padre la miraba con firmeza.

"Su orgullo no se torcerá con tan poco..."

Acto seguido hizo una reverencia tan pobre que apenas se apreció y dijo:

- Los Oster y yo, señor de ellos, te saludan, capitana de la Guardia Real.

Sofía se quedó aún más en blanco. Era el saludo más pobre que había visto en toda su vida, de hecho era casi como una ofensa que el señor no diga que es un honor y que tampoco diga que sus tropas están a su cargo ahora. Sabía que había llegado el momento de devolverle la moneda... "Ahora o nunca, Sofía"

- Me congratula que vuestros hombres y tú estéis a mis ordenes, Lord Brank Oster.

La sala entera quedó aún más enmudecida. E incluso se escuchó algún sonido de sorpresa proveniente de algunos miembros de la reunión. Su padre ya no la miraba con firmeza, su rostro había cambiado. Ahora se notaba su rabia y su rostro había adquirido un tono rojizo producto de la ira. Sofía hizo una medio sonrisa y su padre, sin aguantar más iba a soltar unas palabras pero Lord Fosteb habló antes.

- Bien señores. Hora de sentarse y charlar como personas civilizadas -. Dijo mirando a Lord Oster, como si prediciera lo que estaba apunto de decirle a Sofía.

La reunión pasó sin nada que destacar. Practicamente hablaron lo mismo que la noche anterior pero dando la palabra también a dos nuevos señores que presenciaban el acto. No fue hasta después de la reunión cuando pasó algo relevante.

Tras dar por finalizada la reunión, los miembros abandonaban la sala y Sofía se disponía a irse para visitar la ciudad en su último día en Ridoras, pero su padre se puso enfrente de ella.

Quedaron a solas Joseph, el teniente de Sofía, dos soldados escoltando a Lord Oster, él y ella. Su padre la miró de arriba y abajo mientras ella no paraba de sonreir con orgullo y superioridad.

- Parece que se te han subido mucho los aires, mocosa.

- Señor-. Dijo el teniente de Sofía-. no deberia dirigirse así a...

- No estoy hablando contigo, escoria -. Dijo sin parar de mirar a Sofía -. Parece que la vida te ha sonreido pero cuidado porque aún no he dicho mi última palabra, niña.

- Estamos esperando pues a que la digas. Date prisa si vas a hacerlo que tengo prisa por conocer las calles de esta ciudad.- Dijo Sofía con autoridad.

Lord Oster explotó y desenfundó su espada. Acto seguido el teniente y Joseph también hicieron lo mismo y a continuación también la escolta del padre de Sofía. Ella sin embargo se mantenía impasible, no perdería la paciencia, no perdería este duelo con su padre, después de todo lo que perdió cuando era pequeña... Este no podía perderlo.

- Cuidado con lo que dices, Sofía. Estás hablando con Lord Oster, de la casa Oster. Señor y miembro de la realeza de los abanderados de Taneir... ¡Estás hablando con tu padre! -. Gritó mientras amenazaba a Sofía con su espada.

- Y tú deberías de tener cuidado de lo que haces. Estás hablando con un miembro de la Guardia Real de Tydoras. Deberías de saberlo, padre. Deberías de saber en que posición estás ahora mismo... Deberías de saber que estás por debajo mía.

Lord Oster explotó. Agarró firmemente su espada y gritando se dispuso a atacar. Joseph y su teniente se interpusieron en medio del camino entre Sofía y su padre. Pero cuando las espadas iban a chocar...

- ¡Padre, detente! -. Un grito se escuchó en toda la sala. Lord Oster frenó y se volvió a poner firme.

- Hijo...

En la puerta se encontraba uno de los hermanos menores de Sofía Oster. Ser Rafael Oster era un inviduo flaco y enclenque en el pasado pero ahora era bastante alto, fuerte y logicamente imponía mucho más con tal físico que su padre, al cual ya superaba en altura. Realmente a Sofía no le caía del todo mal Rafael, este siempre se mostraba indiferente en las injusticias que le hizo su padre a ella. En ningún momento se mostró feliz ni nada parecido cuando se enteró de que Sofía había sido despojada de sus privilegios como principal heredera y ahora la sucesión quedaba a su cargo.

- Fácilmente Sofía podría acusarte de traición. O al menos, de intento de traición-. Decía mientras avanzaba hasta estar al lado de Lord Oster, le sacaba casi un cuarto de altura a su padre-. Ya hablamos de esto. Por favor, retírate antes de que hagas algo de lo que te puedas arrepentir.

Lord Oster envainó la espada y lo mismo hizo la escolta. Se disponía a marcharse cuando Sofía soltó sin poder callárselo:

- Vaya, parece que el heredero tiene más dignidad y sensatez que el actual Lord -. Vio como su padre apretaba el puño pero aún así no se giró ni se detuvo. Simplemente andó hasta que se perdió de vista-. Cuánto tiempo, Rafael. No sabía que también habías venido.

- No tenía permitida la entrada a la reunión pero la reunión ya terminó-, Rafael la examinó con tranquilidad. Al contrario que con su padre, no se respiraba tensión en el ambiente-. Veo que estás disfrutando de esto, Sofía; Y la verdad, es que no me extraña. Pero ten cuidado, no eres una niña para ir provocando a los demás, es cierto que mi padre no se ha comportado como debería pero tú tampoco lo has hecho.

- Tranquilo Rafael, tu padre no está en peligro de perder sus títulos y posesiones. Eso sería lo fácil. Tengo la intención de devolverle mucho más de lo que él me hizo sufrir a mí.

Día 33:

Tras un viaje sin complicaciones, la partida de la Guardia Real con soldados de los Fosteb, Oster y Usk estaban cerca de llegar a la hermosa ciudad de Les Roses y por fin empezar su misión de manera oficial. Junto con ella iba Joseph, su teniente, Rafael Oster, hijo de Lord Oster y hermano de Sofía; Balter Fosteb, hermano menor de Lord Fosteb y Makadria Usk, hija de Lord Usk, una bárbara con los mismos modales que su padre.

Sofía tenía siempre ganas de estar a solas con Joseph pero la misión se lo impedía. Cuando no tenía que estar encabezando su ejército tenía que estar organizando protocolos con los demás señores de las casas nobles y cuando no, redactando cuervos para Les Roses, los Bale, los Azal, los Silverfish, los Malael y para Tydoras informando de todo lo sucedido. Era imposible tener tiempo para ella y para lo que realmente quería en ese momento, pero la misión era la misión y tenía que estar a la altura de la situación. Solo deseaba que en Les Roses tuviera el descanso necesario para estar con Joseph.

- ¡Lady Oster! -. Dijo un sujeto montado a caballo que se le acercaba a ellos. Sofía dio la orden de detenerse-. Maximilliam Rose me ha encargado que le guíe hasta el castillo. Bienvenida a Les Roses, milady.

La ciudad de Les Roses era como sacada de un cuento. Situada en el interior del Bosque de la Rosa, la ciudad se había hecho una con la naturaleza, de manera que los edificios tenían presentes en él raices, ramas y troncos de los árboles del bosque. No obstante el bosque no hacía que la luz del sol se viera opacada por las hojas de los árboles. Miembros encargados de la jadineria se encargaban de podar los árboles para que la ciudad tuviera una iluminación perfecta, pero no solo eso. También tenían la labor de adornar las casas y calles con distintos tipos de flores. De manera que el contraste de colores hacia de Les Roses la ciudad más bonita que había visto nunca Sofía. Conforme se adentraban en el interior de la ciudad, también se adentraban en el interior del bosque y los edificios se fusionaban casi por completo con la estética natural. A todo esto le sumamos que cerca del castillo de Les Roses está el Lago Rosa, cuyo puerto se comunicaba, cientos de kilómetros al norte, con el Mar de los Comercios. De manera que Les Roses era un lugar perfecto como base en esta misión.


Durante la reunión en el castillo Lady Oster tenía que dar su discurso al día siguiente sobre cuales serían las directrices a seguir para la misión. Ella lo tenía claro y así lo hizo saber a todos los miembros de las casas afectadas por la pirateria.

Al día siguiente dijo que Les Roses era una estupenda base para actuar, pero que tenía pensado un lugar mejor para llevar a cabo la primera parte de la misión. Ordenó que las tropas se concentraran en hacer un cerco en Feroz Savaj, el cual se convertiría en la base donde estaría Sofía llevando a cabo la misión y a partir de ahí, se concentrarían en limpiar hacia el interior toda la parte del Mar de los Comercios. Ese sería su primer paso y con el Mar limpio de piratas y Feroz Savaj como baluarte, ya tendría la seguridad de que no podrían ser atacados desde el interior y a partir de ahí se concentraría en el exterior, en las costas. Ella llevaría a cabo su misión de manera eficaz y sin fisuras, después de todo no podía defraudar al reino y tenía que hacerle ver a su padre de lo que era capaz.


Día 62:

Ha pasado casi un mes desde que Lady Oster dio las ordenes a seguir. Ahora asentados en la ciudad portuaria de Feroz Savaj, había sido comunicada en varias ocasiones de batallas navales con impecables victorias a su favor. Todo estaba yendo perfectamente. Tenía a Rafael Oster y Makadria encargados de proteger el trafico de barcos hacia el Mar de los Comercios, de manera que nadie saldría o entraría sin que ellos lo vieran. Mientras que el resto del ejército se concentraba en exterminar a los piratas en el interior. No solo eso sino que Sofía disponía por fin de tiempo para pasarlo con Joseph, y como la ciudad de Feroz Savaj no era nada del otro mundo (una ciudad portuaria que olía a pescado la mayor parte del tiempo y los edificios en su mayoría eran de madera, la cual estaba casi siempre húmeda debido a la cercanía con la costa), pues la pasaban juntos en la cama.

Llegado el mediodía, mientras se encontraba desnuda en la cama después de haber pasado toda la mañana con Joseph, se preguntó como les irían a Raenia, Ike y Akshael en Tilos. Se enteró semanas atrás de la muerte de Enzo con el cuervo que recibe regularmente. Y entonces apareció Joseph con un periódico. Sofía recordó que a él le había comentado también acerca de aquellos jóvenes a los cual entrenó con orgullo e incluso con sorpresa tras observar sus notables capacidades de combate.

- Mira, aquí aparecen tus alumnos-. Dijo mientras sonreía y le pasaba el periódico.

Sofía lo leyó, era una página doble doble que trataba del Torneo de las Artes de Sangre. "Un gran torneo... Gregory Golhiber participó el año pasado y a mí me hubiera gustado haberlo hecho este año." Siguió leyendo y vio que se detallaba la lista de participantes de 32avos de finales, la cual incluía a Raenia Jaeger, Ike Bluefire y Akshael Oinotna entre los demás participantes. A Sofía le entró un sentimiento mezclado entre felicidad por ver a sus alumnos participando allí y envidía al no poder estar allí para verlo y participar también. "El año que viene participaré si no tengo ninguna misión que llevar a cabo..."

- Pero esto llega desde Tilos ¿No? Ya el torneo debe de estar en la final o incluso ha finalizado.

- Seguramente. Bueno... -. Dijo mientras se volvía a acostar junto a ella-. Creo que tu y yo tenemos que debatir aún algunas cosas de la misión.

Sofía sonrió y soltando el periódico, le besó. Pero no pasó mucho tiempo hasta que llamaron a la puerta.

- ¡Lady Oster! Me envía Lord Azal. Han capturado a un pirata vivo y lo están trayendo para interrogarlo, milady.

Sofía y Joseph pararon y ella tuvo un mal presentimiento "Algo malo va a pasar".

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