22 nov 2015

La jugada arriesgada

- ¿No le has contado sobre el embarazo? -. Preguntó Fred justo después de que se cortara la transmisión con Akshael, Raenia y Raeric.

- No, mejor no preocuparle... -. Respondió Alanne -. Quiero que se centre en la misión por completo para que vuelva cuanto antes.


Muchas horas más tarde, ambos se encontraban sentados en los bancos del templo de Thor de Akshael. El sol golpeaba las ventanas con intensidad y llenaba la sala principal con un vivo tono anaranjado que transmitía calma y nostalgia por partes iguales. Alanne recordaba como semanas antes esa iglesia estaba llena con las risas, habladurías y tonterías de las personas que más quería. Ahora en cambio estaba allí con Fred Marc y algunos de sus hombres, cansada de esperar durante horas a algo que realmente era necesario. Fred había ordenado la incursión a cuentagotas de parte de sus hombres por la ciudad (The Miz ese había ofrecido voluntario para ello también) e investigar cualquier indicio sospechoso sobre la presencia de Capuchas Negras, espías e incluso a los propios consejeros y miembros de la guardia real. En general, todo lo relacionado con el traidor y cualquier cosa que pudiese provocar que él sepa la verdad sobre Fred antes que el propio rey. Él insistía en que su plan era tan delicado que había que asegurarse antes de dar cualquier paso, pero Alanne no tenía tanta paciencia. Encima ni siquiera podía salir de allí para ver el sol y la ciudad en general, obviamente era demasiado arriesgado.


Alanne acarició su hinchada barriga mientras miraba a través de una de las ventanas que daba hacia la parte norte de la ciudad, desde donde se veía también la zona portuaria de la capital. El embarazo había avanzado muchísimo en el último mes, parecía casi que llevaba el doble de tiempo de gestación, pero al menos había conseguido controlar por completo la situación de las recientes complicaciones. En eso si tenía que estar agradecida de que estuviera cerca alguien tan experimentado en ese tema metamágico como lo fue Fred Marc. No obstante, miró por otra ventana... Donde antes estaban las cajas de la obra y Akshael "discutía" con Rurkro sobre el coste del proyecto del templo y no pudo evitar volver a trasladar sus pensamientos al lugar remoto donde deberían estar ahora mismo. Le encantaría estar allí cerca de él, ayudando al grupo y viviendo grandes aventuras...

Pero ella estaba allí ahora, en Tydoras. Tenía un cometido y se encargaría de que con su recién descubierto poder, aportar todo lo posible para ayudar a Evolution, aunque ellos estuviesen lejos.

- ¿En qué piensas? -. Se interesó Fred que se acercó hasta la ventana donde ella se había sentado para ver el exterior durante varios minutos.

- En mi hijo, en él, en ellos, en todo esto...

- De nuevo agradezco que estés aquí para corroborar mi historia, princesa Alanne. Tu ayuda tendrá un gran impacto en el futuro de este reino.

- Eso espero... Últimamente me siento como en un torbellino de sentimientos enfrentados. Encima... Un amigo nuestro está provocando todo ese caos.

- Es por él por lo que estamos aquí... Debemos detenerle y si el reporte de los hermanos Karzkart es cierto, bien sabes que no servirá de nada mediar con él con la palabra de un amigo.

- Si, pero... -. Alanne dejó de mirar por la ventana y clavó su mirada en Fred, que estaba apoyado en la pared -. ¿De verdad tienes un plan para frenarle?

- Durante la historia de Taneir hemos lidiado con muchísimos peligros de gran calibre... Este podría ser aún peor no solo por las características de Kpim, sino también por el momento en el que ha sucedido... No podemos contar con la ayuda de Goldhiber por ejemplo... Pero si mi plan tiene éxito, se desencadenará un poder nunca visto antes en la historia de este reino -. Y acabó la frase sonriendo con confianza.

- Lo dices como si fuese demasiado fácil...

- No lo será, pero es lo mejor a lo que podemos opt...

De repente, la puerta del templo se abrió. Los hombres de Fred se levantaron en guardia pero no había nada de qué alarmarse; Se trataba de la expedición que el ex-consejero había llevado a la ciudad, entre los que se encontraba el Capitán The Miz.



- ¿Buenas noticias? -. Preguntó Fred.

- Señor, hemos registrado cada calle de la ciudad en varias ocasiones, haciéndonos pasar por aldeanos, por escribas, por mercaderes... Incluso con rastreo mágico. No hemos avistado nada sospechoso. Parece seguro llevar a cabo el plan.

- ¿Y Aleissa Salastra? ¿Se encuentra en la capital?

- Afirmativo, señor. Llego esta mañana y supongo que el rey y los consejeros deben de estar bastante preocupados por la falsificación de la carta.

- Bien, el caso es que esté, el resto no importa -. Fred cogió su abrigo de uno de los bancos de la iglesia -. Hora de contar la verdad al rey. Cada uno sabe cuál es la función que debe de llevar a cabo ¿Estáis listos?

Todos afirmaron. Alanne en cambio apretó el puño y se levantó.

Vamos, Alanne.

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Las siguientes horas fueron muy duras a la par que tensas. La zona circundante al castillo se blindó de guardias en cuanto Fred Marc fue avistado pero ese era el plan, iba todo en orden.

Hay una gran diferencia entre ser descubierto en las afueras de la ciudad y en el castillo... Eso es lo que quería evitar él para no darle tiempo a actuar al traidor -. Pensó Alanne mientras Fred Marc se dejaba esposar y era llevado por más de una veintena de guardias hasta la sala del trono.

Los acompañantes de Fred, en cambio, fueron escoltados con gran cortesía, aunque a algunos con más recelo que a otros, como a los hombres del ex-consejero. Varios miraban a Alanne con incredulidad al verla envuelta en la trama de quienes ellos creían que era el verdadero traidor del reino. Cuando entraron en el salón del trono, Alanne no pudo evitar un mínimo de celebración en su interior: No estaban reunidos los consejeros, tan solo el rey junto con un sequito de más de cincuenta guardias que rebosaban la enorme habitación por ambos lados.

Ha merecido la pena finalmente tanto esperar a que The Miz y los demás verificaran las calles.

- ¿¡Qué se supone que significa esto!? -. Se hizo notar la gran furia del rey con un poderoso estruendo que resonó en las paredes del gran salón. Alanne volvió a la realidad, obviamente el rey Kengrey estaría fuera de sus casillas hasta que se le diera explicaciones -. Fred... ¿Por qué estás vivo? ¿Por qué estás aquí? ¿Princesa Alanne Barlis? ¿Por qué estás con él?

Fred Marc miraba seriamente al rey y esperó pacientemente a que acabara de soltar todas las preguntas para levantar las manos pidiendo turno de palabra con educación. Sin embargo, la mirada del rey estaba clavada en la princesa y Fred notó eso, así que la miró para que ella empezase a dar todas las explicaciones necesarias.

Lo que pudo ser una conversación de unos minutos se convirtió en un gran debate extenso de horas. Al principio Alanne detalló levemente lo que ocurrió y luego rogó que los soldados dejasen la sala del trono y solo se quedasen los hombres de confianza. Hasta en eso le había advertido Fred Marc con premeditación. Una vez la sala parecía más seguro, se explanó con lentitud y claridad para que el rey pudiese asimilar toda la información sin dejarse llevar por la ira por el que aún creía que intentó asesinar a su hijo.

Y finalmente, cuando los rayos del sol empezaban a entrar por la otra parte de la habitación indicando que llegaba el atardecer, el rey volvía a estar de lado de Fred Marc. El aún ex-consejero se arrodilló después de mucho tiempo y:

- Majestad, comprenda que aunque todo estuviese en mi contra, yo solo quería ver por el bien del reino y el de su sangre.

- Fred Marc... Yo... No se que decir. Han pasado muchas cosas últimamente.

- Si de verdad cree en las palabras que cruzamos cuando entré al consejo hace ya décadas... Déjeme llevar a cabo otro plan más.

Volvieron a hablar aunque esta vez solo les llevó minutos. Una vez el rey recuperó la confianza de Fred Marc, todo parecía más fácil. Él contó sobre el avance de Kpim, cosa que ya había llegado al conocimiento del rey mediante el mensaje del Padre Karzkart pero no obstante, el ex-consejero hizo hincapié en lo crítico que era esto para la situación de Taneir. Sin los miembros de la guardia real, con el ejército dividido entre los Barlis y el Este y con un gran potencial acercándose desde las tierras de Tiver, solo quedaba una opción: Fred Marc pidió una reunión con todos los consejeros, incluso con Brav Mauncil a pesar de su estado. Pero para sorpresa de Fred y de Alanne, el rey anunció que Brav Mauncil había conseguido recuperar sus recuerdos progresivamente durante las últimas semanas.

Ni siquiera Fred Marc pudo enterarse de eso a través de sus hombres, el rey lo guardaría en secreto después de la advertencia de Akshael y Raenia sobre un "segundo traidor" para mantener alerta a la capital.

Aunque cuando la reunión acabó y todos subían a sus aposentos, Fred tuvo que admitir ante Alanne y The Miz que la noticia de que Brav Mauncil volviera a la normalidad era realmente buena para lo que él tenía planeado. En cualquier caso, todo se aclararía mañana por la mañana, durante la reunión.

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Fred llamó a la puerta de la sala de reuniones y entró con determinación. Dentro ya estaba todo el mundo, él había llegado un poco tarde aposta para ello. Brav Mauncil, Dave Salerton, Vance Tiver, Bors Olshank, Aleissa Salastra, Suther Swan, Enrik Tiver, Capitán The Miz, Alanne Barlis y el rey Kengrey. Todas las piezas estaban en su sitio, tan solo tenía que moverlas a favor del reino.

Durante los primeros minutos de reunión hubo un poco de recelo hacia él por parte de Dave Salerton, cosa que no sorprendía a Fred puesto que el viejuno siempre era bastante desconfiado y cauteloso con cualquier asunto quisquilloso. El rey aplacó de golpe cualquier intento de duda que invadiera a los consejeros y eso sirvió para que incluso Bors no preguntara lo que sea que iba a decir.

- Bien -. Comenzó él una vez todo estuvo asentado para tratar el tema principal -. No tenemos tiempo que perder y menos cuando el plan que voy a proponer ya tiene su preparación previa...

- Estamos impacientes -. Dijo Vance Tiver con sinceridad.

- ¿Todo esto es por ese tal Kpim? -. Preguntó Brav desorientado debido a su reciente recuperación.

- Exactamente -. Respondió Fred con paciencia -. Kpim fue retratado por Kael y Braria Karzkart como un peligro de máxima prioridad y está en nuestras tierras. A eso le sumamos también el momento en el que nos ha llegado este problema, el cual se está clavando en nuestro punto más débil por el momento ya que Goldhiber está fuera y tenemos a la mayoría del ejército fuera.

- Contamos con la presencia de dos miembros de la guardia real para frenarle -. Sugirió Aleissa Salastra como si ya hubiese hallado el remedio para la enfermedad.

- No, no podemos hacer eso. Enrik Tiver aún lleva poco tiempo como miembro de la guardia real y no está del todo curtido como para un desafío de ese tipo; Y Suther Swan si que podría ser una verdadera baza para solventar nuestro problema pero en mi opinión, siempre debe de haber un miembro de la guardia real en Tydoras para defender al rey y al príncipe. Con esa mentalidad, la de dejar a un miembro de la guardia real aquí siempre -. Aclaró -. Fue la que me llevó a proponer la salida de Goldhiber como arma contra los rebeldes. Lo de Kpim es totalmente inesperado y me lleva a tomar una decisión...

- ¿De qué se trata? -. Fue Bors ahora el que no podía aguantar más la espera.

Llegó el momento... Vamos, Fred.

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Casi dos semanas habían transcurrido desde esa reunión. Fred se encontraba en el balcón de su nuevo despacho (el antiguo aún seguía en proceso de restauración) observando como el sol se refugiaba en el enorme océano y bañaba toda la capital con un hermoso tono semi-rojizo. Bajó su mirada hasta los jardines del castillo donde habían guardias practicando en el patio de armas y se sorprendió al ver a Alanne entrenando por su cuenta sobre sus nuevos poderes. Se preguntó durante cuántos días más podrá ver atardeceres así pero se serenó de inmediato al recordar su predisposición a sacrificarse por ese reino que tanto le empezó a dar cuando atravesaba la época más oscura de su vida. Eso le llevó a desviar la mirada hasta el balcón real del castillo que daba hacia el mar (cerca del hangar del dirigible). Allí fue donde tuvo la conversación con un joven rey Kengrey después de que pisara tierra firme, justo tras abandonar los Protectores del Ojo.

De pronto el sonido contundente en la puerta de su despacho le devolvió al presente.

- Pase -. Indicó él. Se trataba de Vance Tiver, al cual el consejero le invitó a que fuese hasta el balcón y este accedió -. ¿Lo tienes ya?

- Supongo que eso son buenas noticias para nosotros ¿No? -. Vance no parecía del todo convencido por el plan de Fred Marc, pero ya admitió durante la reunión que era la única alternativa -. ¿De verdad estás seguro de esto?

- Completamente... Ha llegado la oportunidad de redimirse ¿No? -. Sonrió él con cierto sarcasmo.

- Jamás se ha vivido una situación así en Taneir... -. Vance miró al horizonte, tal y como estaba haciendo Fred Marc -. Lo que sí es cierto es que de una forma u otra, has hecho historia en este nuestro reino.

- Gran halago viniendo de ti, sobretodo cuando no sueles expresarte así -. Agradeció sinceramente Fred.

- Teniendo en cuenta lo que está por venir, no está de más dar las gracias de vez en cuando -. Vance volvió a mirar al consejero -. Gracias, Fred. No se si te fías de mi o tan solo soy un sospechoso más a la lista pero de lo que sí estoy seguro es que de tus acciones, aunque cuestionadas por muchos, han ayudado realmente a estar donde estamos hoy.

- Teniendo en cuenta de que estamos en una guerra, no se si realmente tomármelo como un cumplido -. Ambos no pudieron evitar reír levemente -. Gracias, Vance Tiver. Ha sido un verdadero honor contar con alguien como tu como guía de las artes arcanas.

Pero no te voy a quitar ojo de encima igualmente...

De nuevo llamaron a la puerta, esta vez se trataba de uno de unos hombres.

- Señor, una carta para usted -. Dijo desde el otro lado de la puerta.

- Bueno, será mejor que te deje -. Vance se retiró del balcón, abrió la puerta y echando un último vistazo a Fred, dijo -. Mañana es el día.

- Mañana es el día -, Repitió él y el mago se marchó.

Su hombre entró y le entregó la carta. Fred se sorprendió al ver la letra de Raenia. No esperaba una carta de ellos en ese momento.



- Avisa a Alanne y The Miz para que vengan de inmediato pero no menciones nada de la carta, tan solo tráelos ante mi.

Mientras esperaba a que llegasen, echó un primer vistazo al contenido de la carta. Tras leer sus párrafos fue como si un pequeño "click" se escuchase en su mente...

- Está todo relacionado... Claro... -. Se dijo y su cabeza empezó a inundarse de pensamientos y nuevas hipótesis surgidas gracias a la ayuda de Raenia, Akshael y los demás -. Maldita sea... -. Maldijo esta vez al acordarse del poco tiempo que disponía para todo lo que se le estaba ocurriendo.

Alanne y The Miz llegaron a la habitación y leyeron la carta. Ambos preguntaron y propusieron cosas que ya se le habían ocurrido a Fred. Este miró durante tanto tiempo al sol pensando en una solución que quedó deslumbrado cuando volvió a mirar hacia el interior.

- ¿Qué vamos a hacer? -. Preguntó Alanne impaciente.

- Exactamente, qué vais a hacer... Yo no dispongo de demasiado tiempo debido al plan pero vosotros en cambio... Lo primero que haréis será escribir la respuesta. Ponerle...

Fred Marc empezó a detallar su plan de acción para Alanne y The Miz, desde la carta que llegaría a conocimiento de Raenia, Akshael y Luriel dentro de unas semanas hasta lo que harían después.

- ¿Está claro? -. Terminó preguntando para asegurarse de que ambos sabían lo que tendrían que hacer. Al menos agradecía que Alanne estaría distraída con esa tarea y así podría olvidarse de su obsesión con ir tras Kpim.

- Está claro -. Aseguró ella -, No fallaremos... Llegaremos de una vez por todas hasta el fondo de esto.

- Bien, gracias.

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Ni siquiera se fijó en qué había amanecido cuando acabó con el último enemigo, rajando su cuello con su Noche Carmesí. La silueta de Kpim se empezó a iluminar con los primeros rayos del sol mostrando la masacre que llevó a cabo a su alrededor.

- La guardia de los Tiver... Es penosa -. Se sentó en uno de los cadáveres y limpió la hoja de su mandoble de esa sangre indecente. A su alrededor habían cientos y cientos de soldados muertos que ocupaban toda la calle de uno de los poblados.

- Has llegado a dominar tanto tus poderes que no tienes rival -. Admiró profundamente Reckael.

- No... No es suficiente. Mi poder sigue evolucionando... -. Se levantó y cargó su espada al hombro -. Después de las dificultades que pasé contra ese caballero de la Luz me conciencie en que tengo desventaja luchando en inferioridad numérica. Estoy ideando algo aunque todavía me faltan... Muchas muertes.

- ¿A cuánto estamos de nuestro destino, señor? -. Habló ahora el lich Malthius con voz profunda pero vacía.

- Si siguen estorbándonos los soldados, llegaremos a la capital en más de un mes... Pero no nos queda más remedio, esta es la misión que debo llevar a cabo. Avancemos, no podemos perder nada de tiempo.

Caminaron por los verdes valles de las tierras de los Tiver esquivando las ciudades principales para no perder más tiempo masacrando a estúpidos guardias de Taneir. Pero cuando se encontraba en una explanada...


- ¿¡Qué...Qué es eso!? -. Preguntó Malthius alarmado. Kpim miró hacia arriba y vio a una figura humanoide por el cielo, a lo lejos... En el horizonte.

- Está... ¿Volando? Espera... Va... a una gran velocidad -. Analizó Reckael el cual se asustó un poco.

- Tenemos compañía, retroceded -. Avisó Kpim sosteniendo con firmeza su espadón -. Ya sabía yo que tarde o temprano llegaría otro como Kael para intentar frenarme...

Cuanto más se acercaba ese humanoide por el cielo, más detalles de él veía Kpim. Se trataba de un individuo vestido con una túnica carmesí con bordados dorados. Voló a gran velocidad hasta caer generando una leve onda expansiva y tras eso, se incorporó.

- Y tú... ¿Quién eres? -. Preguntó Kpim con tono cansino... Últimamente estaba bastante impaciente con llegar a Tydoras de una vez por todas.

- Consejero de las artes arcanas, Vance Tiver -. Se presentó él echándose levemente la capucha hacia atrás para mostrar su rostro -. Por fin te veo cara a cara al que ha estado provocando tanta muerte en mi tierra natal. Por fin estás plantado ante mi... Kpim.

- Me vais a gastar mi antiguo nombre... -. Se burló Kpim con tono cansino -. ¿Un archimago de los Tiver? A ver si me supones un reto mayor de lo que fue Kael, que en cuanto me puse serio no duró nada.

- Je... Estoy deseando que de comienzo nuestro combate. Pero verás... -. Vance empezó a conjurar con una velocidad que Kpim no había visto nunca en nadie más.

El paladín de Hextor se puso en guardia admitiendo con ello que respetaba la fuerza de su oponente al tener tanta destreza de conjuración. Vance Tiver terminó de conjurar y tocó con la palma de la mano el suelo.

- Invocación humana... -. Terminó diciendo el consejero de Taneir.

Hubo un pequeño estallido y surgió una nube que hizo que Kpim perdiera de vista a su rival. De pronto empezó a escuchar más voces.

- Mira que lo planeamos hace semanas pero... -. Escuchó decir a un viejuno -. Se me hace extraño esto todavía.

- No te ralles, Dave... Cortarás la entrada triunfal Jajajaja -. Escuchó decir a alguien con tono despreocupado.

- Silencio y concentraos -. Esta vez se trataba de una mujer.

El humo empezó a disiparse. Fred Marc habló.

- Ciertamente, Dave lleva razón. Cuesta comprender que por primera vez en la historia, los seis consejeros vayan a luchar juntos para proteger el reino.

Kpim, por primera vez en mucho tiempo, se sintió intimidado ante las seis personas que tenían ante él. Incluso la presión mágica que surgió le hizo dar medio paso atrás.

Son fuertes... Mucho más que Kael... 

Fred Marc sacó su caja de puros y mientras encendía uno, dijo:

- Después de dos combates donde no tenía que luchar a muerte, sienta bien fumar uno de estos...

Kpim... 
Traidor...

¿Y bien?

Este es mi movimiento. Deberás luchar de nuestro lado con todo, traidor, puesto que tu vida también está en juego. Al más mínimo gesto sospechoso, enseguida sabrán en la capital quién eres gracias a las medidas de seguridad que he puesto en secreto.

Pase lo que pase, Kpim o Traidor. Uno de vosotros acaba vuestro viaje hoy.

Esta es... Mi jugada arriesgada.

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