6 dic 2016

Un reflejo casi idéntico


- Siempre hay ganas de patear Protectores -. Raeric mencionó la última palabra en voz baja aunque solo estaban ellos en el salón de la posada, por si acaso.

- Perfecto, preparaos que luego a las seis vamos a por los carros -. Explicó Akshael.

Alleria, Alanne, Raenia, Akshael y Raeric iban a ser los encargados de llevar a cabo el encargo del herrero Brode, el cual necesitaba los materiales del antiguo puesto de tala y minería situado en el río Dan. Sin embargo, cuando ya estaban reunidos en la plaza frente a la posada para dirigirse hacia la otra parte de la ciudad, apareció el niño que usaba el nombre falso "Isidro". Esta vez portaba, junto a su par de dagas, una espada ancha, un bastón y una ballesta con varios virotes colgando del bolsillo de su chaqueta de cuero.



- ¡Eh, tú, AJ! -. Bramó acercándose hasta el grupo -. ¿Dijiste que te avisara de cuando quisiese luchar, no?

- AJ Styles -. Corrigió Raenia -. Sólo lo llaman "AJ" sus amigos.

- Como si me importase, pelirroja.... -. Comentó con poco interés Isidro.

- Sí, te dije que avisases para luchar -. Respondió seriamente Raeric.

- Pues venga, llegó el momento de currar -. El chaval se giró aunque aun miraba al grupo de Evolution -. Sígueme.

- ¿Ahora? -. El bardo miró a sus compañeros. Aceptar el reto en este momento implicaba que no podría ir con los demás al asentamiento.

- ¿Qué pasa? -. Isidro soltó una leve carcajada -. ¿Te cagas?

- Ve -. Dijo Akshael.

- ¿Seguro? -. Raeric no prestaba atención a Isidro, al fin y al cabo nadie lo hacía.

- Tan solo vamos a recoger madera y metales... Ojalá pudiera estar en tu lugar y así ser yo quien le diese su merecido -. Se lamentó Alanne.

- Vale, está bien. No tardéis -. Aceptó Raeric, despidiéndose del resto de miembros de Evolution -. ¡Venga, te sigo!

- Bien, ya estaba cansado de que le pidieses permiso a tus papis -. Se mofó una vez más.

Raeric y él fueron por las calles de Varab hasta la salida norte, atravesaron la puerta de la muralla de madera y siguieron los senderos entre las granjas hasta que poco a poco el camino se difuminó entre el alto hierbajo y el prado se salpicó lentamente de árboles hasta estar en el bosque del norte. A pesar de que no fue la zona exacta por la que vino y que cuando lo hizo estaba fébril, Raeric sabía que ese mismo bosque se convertía, con el paso de los kilómetros, en la extensa jungla de la que provenían. Por ahora agradecía que no hubiese tanta humedad asfixiante, ni charcas de lodo, ni insectos molestos. En el bosque se estaba mucho mejor.

- ¿Hasta dónde piensas llevarme? -. Preguntó aburrido Raeric que aún iba por detrás siguiéndole -. ¿Qué pasa, te da miedo de que tus amigos ladrones te vean ser humillado?

Esta vez Isidro no respondió y Raeric creía saber por qué y todo debido a que le dejó elegir la zona de combate.

Me va a llevar a una zona donde ha preparado trampas ¿Eh? Qué pereza andar tanto para lo poco que va a durar, luego a volver pfff...

Pocos minutos después ambos se detuvieron, aquella era la zona designada para la lucha. Raeric sonrió, se dio cuenta enseguida de varias trampas que tenía a su alrededor pues estaban ocultas de manera deficiente. Eso o que después de tantas aventuras yendo detrás de Raenia mientras esta detectaba varias trampas ocultas le habían agudizado los sentidos a base de aprendizaje.

- ¿Qué haces tú aquí? -. Replicó Isidro hacía alguien que había detrás de Raeric. El bardo que estaba sonriendo por dentro orgulloso de su gran percepción no se había dado cuenta de que alguien les había seguido.

- He venido a observar -. Se trataba de Candy, que miraba hacia alrededor hasta que se sentó en una roca suelta en el entorno.

- ¿Para qué has venido? -. A Raeric no le hacía mucha gracia tener allí a Candy.

- De todos los miembros de E... -. Candy carraspeó y corrigió -. De los Diablillos Totémicos, eres al que mejor conozco y no quiero que después de cierta charla que diste te vuelvas un desalmado.

- Así que escuchaste lo que le dije a Unga Tunga... Qué maleducada.

- Lo siento, lo siento -. Se llevó una mano a la cabeza mientras sonreía -. No puedo evitar ser una cotilla.

- ¿Y Rengarita y Braiana?

- ¿No creerás que he venido sin antes dejar cierto método de seguridad, verdad? Tranquilo, estarán bien. Aunque... -. Candy miró hacia arriba mientras hablaba, tratando de imaginar o pensar algo -. Creo que a Rengarita no le hace mucha gracia llevar el yelmo de Unga Tunga... Le molesta en las orejas.

- En fin, haz lo que quieras... ¡Eh tú, acabemos cuanto antes! -. Soltó refiriéndose a Isidro.

- Menos mal... Ya me iba a quedar dormido de tanta charla estúpida -. El chaval se había sentado en la fría hierba, se incorporó y empezó a estirar las piernas -. ¿Cómo decidimos el ganador? ¿El primero que quede inconsciente?


- ¿Inconsciente? No me hagas reír -. Resopló Raeric mientras escupía hacia su derecha -. Ni siquiera podrás llegar a cortarme con esas armas tuyas o tocarme con tus puños.

- ¿Tan seguro estás? Je... Entonces ¿Si te golpeo una vez ya soy digno de entrar en vuestro grupo? -. Le retó Isidro con aire de superioridad.

- Si eso te hace ilusión... -. Aceptó Raeric -. Igualmente te dejaré KO durante unos cuantos días.

Sabía que caería fácilmente en provocaciones -. Pensó Candy -. Aunque en condiciones normales, el exceso de confianza sería la mejor ventaja para ese chaval, me preocupa que en este momento Raeric esté tan cerrado con respecto a tener nuevos compañeros... Creo que he hecho bien al venir por si acaso se pasa de la raya.

- ¡Bien, empecemos! -. Gritó Isidro.

El chaval se agachó al mismo tiempo que sacaba su ballesta y la cargaba con tres virotes. El arma tenía la capacidad para dispararlos al mismo tiempo y Raeric no dio síntomas de querer moverse de donde se encontraba, ni siquiera de ponerse en guardia o prepararse de algún modo. Isidro estiró su pierna derecha mientras flexionaba su izquierda, para tomar posición para disparar y acertar con la mayor precisión posible sobre su rival. Los virotes salieron disparados al mismo tiempo e iban a gran velocidad hacia un Raeric que seguía sin dar síntomas de reaccionar.

Si le doy ¡se acabó! -. Pensó Isidro mientras sonreía.

Pero el bardo hizo un leve movimiento con su puño derecho y este se impregnó de un aura incandescente que lo hacía brillar con gran intensidad.

- Eso es tú poder del... -. Susurró Candy algo sorprendida de que incluso fuese a usar el poder Rojo Incandescente contra un simple niño.

Pero lo que Raeric había hecho había sido liberar el poder antes de concentrarlo, generando una onda de choque que desvió los virotes sin problemas y levantó una oleada de aire de la que Isidro se tuvo que cubrir para no caer derribado debido a la posición que adoptó para disparar.

- Muy bien... -. Rechistó él con algo de mal humor. Soltó la ballesta y empuñó esta vez la espada ancha que llevaba en su espalda para acto seguido correr hacía Raeric.

Raeric retrocedió para esquivar sin problemas la primera acometida, volvió a dar otro pequeño salto para eludir el segundo ataque. La espada era demasiado pesada para que la manejase correctamente, de manera que no había ninguna posibilidad de que le impactase con aquello. Sin embargo sonrío, al moverse Raeric para esquivarle, había activado una de las tantas trampas que había preparado. Pero eso el bardo ya lo sabía, de hecho lo había activado queriendo para ver qué había tramado; Varias cuchillas salieron disparadas de los árboles en su dirección pero nunca llegaron a darle. Isidro salió volando por los aires cuando el puñetazo de Raeric le dio de lleno en la cara. Este se incorporó aún más de mal humor, llevándose la mano hacia su rostro ensangrentado, su nariz se había roto.

- Ahí -. Raeric usó prestidigitación para mover telequinéticamente pequeñas piedras por el entorno. Una de ellas activó otra de las trampas -. Allí también -. De nuevo, otra piedra volvió a activar el disparador, esta vez se trataba de un foso no muy hondo -. Y allí, allí, allí... -. Todas y cada una de ellas se dispararon ante la mirada furiosa e impotente de Isidro -. ¿Creías que de verdad iba a picar en algo así?

- ¡Cállateeee! -. De nuevo cargó con la espada pero nunca llegó siquiera a efectuar el ataque.

- Dámela -. Pidió Raeric ejecutando un sortilegio. El niño se detuvo y, con los brazos temblando intentando resistirse, le tendió su arma para que Raeric la cogiese. En cuanto el bardo la sostuvo, le volvió a golpear, esta vez con una patada en el pecho.

En otro momento, Raeric no se habría tomado tan en serio todo esto... Le habría dado incluso la oportunidad al chaval para que de verdad pudiese demostrar algo, pero así... -. Candy estaba ligeramente apesadumbrada, le dolía ver aquel combate por lo que significaba para el que fuese su primer alumno de Evolution. Cuando se lo encontró en aquel desierto era alguien totalmente distinto al que es ahora, incluso aunque estaba perdido y solo siempre estuvo lleno de optimismo por encontrar a sus compañeros... Pero actualmente, la guerra y todos los acontecimientos cercanos a esta le habían hecho descreer en cualquier nueva posibilidad de volver a ser tan feliz como antes.

Con la espada de Isidro fuera de su alcance, el chaval volvió a intentar volver a la carga esta vez con el garrote de madera reforzado con un alambre de espinos. El resultado fue el mismo, ni siquiera rozó una sola vez la indumentaria de su contrincante y lo único que consiguió fue recibir más y más contusiones en su cuerpo debido a los golpes que impactaban sin cesar en él. Incluso hubo una ocasión en la que creyó que había ganado pero el golpe atravesó el cuerpo de Raeric como si fuese inmaterial, el bardo había conjurado una ilusión para volver a golpear al niño, esta vez en su espalda.

- Creo que esto ya es sufici... -. Fue a decir Candy.

- ¡Cállate, no te metas! -. Cortó furioso Isidro mirando hacia atrás, hacia Candy. Debido al combate ahora era él quien estaba más cerca de ella.

- Ya deberías saberlo por todo lo que acaba de pasar... -. Le soltó Raeric -. Nunca te aceptaremos en el grupo... No puedes ganar.

- ¡Cállate tú también! -. El grito de rabia resonó en los alrededores del bosque donde se encontraban. Raeric se sorprendió levemente al ver que toda la actitud y mirada chulesca habían desaparecido en él. Ahora unas lágrimas recorrían su magullado rostro -. ¡Ya se que sois fuertes! ¡Ya se que no puedo ganarte! ¿¡Y qué, debería rendirme!? Así... -. Su voz se quebró debido a los sollozos -. Así nunca recuperaré a mi hermana... Así... ¡Nunca la podré rescatar de la maldición!


Candy se sintió bastante mal y estuvo a punto de preguntarle qué le había pasado exactamente. Sin embargo, Raeric no torció su gesto en absoluto sino que alzó levemente su pierna derecha y su pie comenzó a brillar.

- ¡Raeric! -. Debido a la tensión del momento, a Candy se le escapó su verdadero nombre pero ni siquiera se dio cuenta.

- ¡No te metas! -. Fue ahora él quien la detuvo -. El mundo es un lugar cruel, pero no tenemos tiempo para jugar a las niñeras con todos los que nos salgan al paso... -. El brillo de su pierna tiñó de rojo los troncos y hojas de los árboles alrededor -. Tranquila, no lo mataré.

- Adelante... -. Le retó Isidro, que volvió a ponerse en guardia -. Pero al igual que contra ellos... ¡No pienso caer aceptando la derrota!

El niño corrió hacía Raeric con su puño derecho en alto. Estaba tan maltrecho que su carga fue lenta y fácil de prever, un blanco perfecto para la Patada Eterna del bardo. Tan solo necesitaba que se acercase un poco más y así ni siquiera se tendría que mover hacia delante para propinarle el golpe definitivo. Escuchó de fondo a Candy gritar su nombre nuevamente, implorando que se detuviese pero ese no iba a ser el caso... Había algo en el interior de Raeric que bramaba por dejar a aquel chaval inconsciente y nunca tenerlo como un miembro más en Evolution. Cualquier pensamiento imaginándolo como compañero tan solo le llevaba a otra imagen en la que estaba frente a una tumba lamentando su muerte. Era mejor que recibiese ahora este duro golpe antes que llenarlo de falsas ilusiones.

Pero algo ocurrió.

- ¿¡Qué... -. Soltó Raeric ensanchando sus ojos de la impresión.

- ¡No es posible! -. Candy fue la que soltó el mayor grito. Esta estaba corriendo hacia Raeric para impedir que usase su Poder del Eterno pero se había detenido en seco al ver aquello.

Isidro gritaba, con los ojos cerrados porque derramaba aún lágrimas. Parecía que no sabía lo que le ocurría, pero estaba ocurriendo. Su puño derecho estaba brillando con un aura azul brillante. La impresión fue tan grande que Raeric ya no tuvo tiempo para propinarle la patada, tenía al chaval casi encima suya para pegarle el puñetazo. Este retrocedió para esquivarle pero se tropezó con algo.

¿¡Había otra trampa!? ¡No la he vis... 

La cuerda de la trampa desequilibró a Raeric hacía atrás, ya no podía maniobrar para esquivar el golpe... Pero el bardo vio a cámara lenta como el puño del chaval, que estaba a pocos centímetros de su cara, caía lentamente hacía abajo. Raeric cayó al suelo de culo y frente a él, también lo hizo Isidro, se había quedado inconsciente y había caído a peso muerto sobre la hierba.

- No es posible... -. Repitió Candy, que corrió hacia donde estaban los dos y examinó a Isidro -. Se ha desmayado por usarlo...

- Bien -. Raeric aún estaba sobresaltado pero intentaba aparentar normalidad. Se levantó y caminó en dirección a la salida del bosque -. Al final, ha perdido. No me ha golpeado...

- Raeric, tú... -. A Candy no le importaba el resultado del combate sino lo que había pasado -. Tú... Él... No podemos dejarlo ir sin más.

- Él ha perdido -. Soltó Raeric dándole la espalda a su maestra.

- Cuando veníamos de camino a Varab vimos Protectores... ¿¡Y si le están buscando!? ¿¡Y si le encuentran!? -. Le preguntaba Candy en voz alta. El bardo no se paró en ningún momento, seguía caminando hacia el exterior -. Si le dejamos ¿En que nos convertimos nosotros? ¿Es que te da igual lo que hagan con él? ¿Te da igual que lo usen como experimento como hicieron con Miracle?

- Haz lo que quieras... -. Raeric se paró durante un segundo pero siguió sin girar su cabeza para mirar a su maestra -. Cuéntaselo todo a Akshael y los demás... Que ellos decidan...

Raeric se perdió entre los árboles y Candy se quedó para reanimar al joven. Sabía que Raeric también rechazaba al chaval por las tantas semejanzas que tiene con su pasado, pero eso ahora mismo no era la fuente de preocupación de Candy.

¿Cómo es posible... 

Solo hubieron dos experimentos fallidos... Uno hace aproximadamente treinta años y otro hace veinte... Aquellos que tienen el Vitalis suelen tener  una edad cercana al fallo experimental. 

No solo eso... Él debe de tener unos catorce años como máximo y se me ha olvidado contar con el detalle de que estamos en el año 986... Hace más de veintiséis años del último fallo experimental.

Es imposible...

Pero Candy lo había visto con sus propios ojos, el mismo brillo azul.

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