19 dic 2016

La última en discordia

Después de que los sirvientes abrieran las puertas, vieron el espacioso salón donde se iba a llevar a cabo la celebración. Normalmente vacío salvo por la presencia de guardias y del pequeño trono al fondo; Ahora lleno de mesas circulares con manteles blancos, todas ellas rodeadas de asientos ocupados por miembros Protectores de gran importancia de todos los sectores. Al final había montada una plataforma con un estrado en el centro y la mesa presidencial detrás. En aquella noche fría todos se habían reunido con motivo de gran celebración y ahora miraban hacia las puertas que se acaban de abrir, hacia ellos.



Y esa fue la señal para que el grupo orquestal empezase a tocar la canción de apertura de la ceremonia.


- Damas y caballeros -. Lord Moebius Garret fue el primero en ponerse en pie desde la mesa presidencial para acercarse al estrado y al micrófono. Vestía un traje de gala negro con una pequeña y fina capa sobre sus hombros, que le llegaba hasta su cintura. Se había repeinado y aplastado el pelo con algún tipo de loción y se reajustó su monóculo para leer el comunicado que sostenía en su mano derecha -. Un aplauso para el comité de desarrollo e investigación: Los doctores Elliot, Koodu, Brav, Marc y Einzbern. Y al frente de todos ellos, el director Simons Gallagher.

Entraron al salón en fila y se dirigieron entre las mesas y los aplausos hasta el fondo. El comité estaba compuesto por seis personas: cinco hombres y una mujer. En primer lugar, vestido con un gris traje de franela largo que casi parecía una gabardina elegante y llevando un bastón negro con una esfera dorada en su extremo superior, un hombre ya casi entrado en años con pelo corto castaño en el que ya iban a apareciendo pequeñas zonas canosas. Su rostro presentaba una frente salpicada de arrugas sobre una mirada serena, como si nada de aquello fuese con él; Los cuatro siguientes iban con trajes de chaqueta idénticos, de color azul marino y corbata, y zapatos a juego de color blanco; De esos cuatro, el primero era el mayor de todos y aún así no llegaba ni a los cuarenta. Llevaba su pelo negro y reluciente recogido por una coleta y al contrario que el hombre que caminaba frente a él, este iba sonriente y mirando de un lado a otro todas las mesas con sus ojos azules; El siguiente tenía aproximadamente la misma edad que su compañero de enfrente pero sin embargo si que mostraba un aspecto más decadente, tanto su rostro como su pelo se vieron afectados en numerosas ocasiones por varios accidentes de laboratorio de manera que las marcas en su cara y la ausencia de pelo en algunas partes de su cuero cabelludo eran más que notorias. Sin embargo, eso no le impedía disfrutar del momento que tenía ante sí, aunque la mueca sonriente agravaba su apariencia; Detrás suya habían dos jóvenes casi idénticos, pues los dos se habían propuesto copiarse todos los detalles de su apariencia para confundir a los demás, a modo de broma. Sin embargo, sus rostros no eran idénticos pues uno de ellos tenía los rasgos de su nariz y cejas más afilados y el otro algo más redondos, además de un lunar justo debajo del labio inferior; Y por último, la única mujer del comité llevaba su pelo rubio recogido en un ajustado moño y portaba un elegante y azulado vestido largo de seda con raja en la zona lateral derecha.


- ¿Nerviosa, Illya? -. Preguntó sonriendo con un leve susurro el que iba delante suya, que había girado levemente su rostro hacía atrás para preguntarle a su compañera. Illyasviel, que ya de por si estaba bastante rígida, intentando calmar el sonido de los latidos de su corazón que resonaba en sus oídos, dio un leve respingo cuando escuchó que alguien la mencionaba aparte de su compañero.

- ¿Esa es la doctora Einzbern? Vaaaaya... -. Elogió pasmado un hombre mayor con sombrero que clavaba su mirada en ella.

- Es muy joven -. Le respondió otro hombre mayor que estaba sentado a su lado -. Sin duda alguna, una gran promesa para la organización.

- Ya sabes que sí, Fred -. Espetó Illya rápidamente con otro susurro hacia su compañero, al menos eso le sirvió para alejar su atención sobre lo que decían los demás.

Se detuvieron cuando subieron por la escalera hacia la plataforma y estrecharon la mano con el Lord Protector y los Supervisores. Todos les daban la enhorabuena y mientras que algunos de sus compañeros, especialmente Fred o Wartor estaban más sueltos a la hora de responder agradecidos, Illya lo único que podía hacer era asentir pues sentía que si soltaba una palabra ante aquellos hombres tan importantes iba a atragantarse de inmediato. El aplauso no cesó hasta que por fin, el director soltó el bastón, se puso frente al estrado y ajustó el micrófono para hablar.

- En primer lugar, mi equipo y yo os queremos dar las gracias por el recibimiento que nos habéis dado. Ha sido un camino duro el que hemos recorrido pero estoy orgulloso de que gracias al increíble ingenio de todos ellos haya llegado el día de hoy, donde lo que antes parecía un sueño imposible ahora es una realidad innegable: El proyecto Vitalis es un éxito. 

En cuanto mencionó aquella palabra, "Vitalis", muchos de los que estaban sentados se miraron extrañados y preguntándose sobre qué trataba exactamente aquel proyecto. Illyasviel ya sabía que el proyecto era sumamente secreto y que de las decenas que estaban sentados más allá de la plataforma, tan solo unos pocos sabrían qué era exactamente. Para el resto, con ser un gran avance debía de ser suficiente como para comprender la magnitud de que una investigación así haya llevado a reunir a los miembros más importantes de todos los sectores de los Protectores del Ojo. 

Illyasviel estuvo tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de que el director había querido honrar también a sus hombres dejando que estos dieran una pequeña charla individual. En cuanto le tocó a ella estaba totalmente en blanco y no tenía ni idea de qué decir. Mientras andaba hacia el estrado, echó una mirada de auxilio hacia sus dos mejores amigos, que estos entendieron perfectamente. 

- Bueno, yo también... quería... agradecer... -. Fue hablando a trompicones.

- ¡Eh, ayuda! -. El grupo de música dejó de tocar y muchos se levantaron de sus asientos. Fred Marc estaba sosteniendo a su compañero Wartor Brav con sus brazos, que acababa de desfallecer repentinamente. Rápidamente subieron a la plataforma varios miembros sanitarios que le atendieron y se lo llevaron no sin antes reportar que se encontraba estable. 

Illya se encontraba en una de las mesas más cercanas a la mesa presidencial, con todos sus compañeros. El director mientras tanto charlaba con Lord Moebius de diversos temas. Ella sin embargo no paraba de darle las gracias a Fred Marc e incluso le llegó a decir que casi le iba a dar un ataque frente al micro.

- Buenas noches, caballeros -. Un Protector del sector militar se había acercado a ellos. Illya no tenía ni idea de quien era pero por la mirada de sus compañeros debía de ser alguien importante -. Señorita -. La saludó con una leve inclinación.

- Almirante Lionheart -. Koodu le devolvió el saludo y se levantó para estrecharle la mano.

- Por favor, no se levante, esta es vuestra noche. Es más... -. Aprovechó que el asiento del director estaba libre temporalmente para sentarse -. Solo quería felicitaros por vuestro brillante trabajo. Tan jóvenes y ya habéis llegado más lejos que muchos de los científicos más famosos de la historia. 

- Oh, señor, no es para tanto -. Dijo modestamente Wartor Brav, que volvió pocos minutos atrás de su actuación para librar a Illya del miedo escénico.

- Aunque estamos acostumbrado a ello -. Bromeó Zeivier con una sonrisa y todos rieron tímidamente.

- Ese fue un gran número -. Apreció Lionheart a Brav y este se quedó pálido -. No te preocupes, yo también haría algo así por mi compañero ¿Verdad? -. Dijo ahora refiriéndose a Illya y esta palideció aún más que su compañero -. Es normal que alguien tan joven esté tan cortado, yo a tu edad era igual de malo para los discursos.

Fred Marc y Wartor Brav eran jóvenes y grandes genios, pero con sus vientiseis y vientisiete años estaban un poco más alejados de la joven promesa científica de los Protectores, Illyasviel Von Einzbern, que con sus veintiún años de edad había llegado ya hasta donde estaba. Intentando serenarse un poco, Illya contestó.

- Es un gran honor que alguien de su rango nos honre de esta forma, señor Lionheart. Y también... Que no nos delatase.

- No es nada, mientras que tengáis el futuro asegurado, estas bromas son más que bien recibidas por mi parte. Ha sido divertido. 

- ¿Usted participó también en el proyecto Vitalis, señor? -. Le preguntó Fred con educación. Aunque era un miembro del proyecto, Fred al igual que sus compañeros, no sabían sobre la implicación de personal ajeno al sector científico en el proyecto. Todo eso lo llevaba el director.

- Me temo que no y aunque conozco todos los detalles, el inicio del proyecto me tomó fuera de las Islas Verdes. Pero por lo que tengo entendido, el Almirante Trenler ha sido de gran ayuda en él ¿Verdad?

- Sí, sin duda alguna -. Apreció Fred, dándole un sorbo a su copa de champán. 

- Cuando le vimos a él con el director Gallagher, pensábamos que los otros dos Almirantes también estaban en colaboración con nosotros -. Aclaró Zeivier. 

- Pues nada me hubiese gustado más que haberlo estado -. Admitió Lionheart, ya levantándose de la silla -. Bueno, ha sido un placer haber charlado con vosotros. Hasta otra, señores. Y señorita -. Añadió con una inclinación.

El resto de la reunión transcurrió con total normalidad aunque la aparición del Almirante Lionheart en su mesa no fue la única, demás eminencias y altos cargos de los Protectores se acercaron para darles la enhorabuena y alguno que otro con la intención de sacar información sobre el Proyecto, aunque obviamente se fueron sin conseguirlo. Illya pensó que al final la celebración no estuvo tan mal para como lo imaginaba ella en un principio, cuyos nervios llevaron a crearle un nudo en el estómago que la impidió dormir bien la noche anterior, así que estaba deseando llegar a casa y descansar todo lo que pudiese. Y eso hizo, a pesar de que Fred y los demás la insistían para que fuesen a la taberna de Nirbhala para pasar el resto de la noche festejando, ella se negó, necesitaba dormir. En cuanto llegó, se despojó del vestido, se quitó el maquillaje, se soltó el pelo y tras ponerse el pijama, se metió de lleno en la cama. Después de tanta tensión, no le costó nada quedarse dormida.

Pero no pudo descansar bien esa noche, alguien llamaba urgentemente a sus puertas, alguien que gritaba su nombre.





- ¡Doctora Einzbern! -. Aporreaba una y otra vez la puerta-. ¡Doctora Einzbern, es urgente! 

Se despertó de un sobresaltó. No sabía que ocurría ni la hora que era ya que ni la consultó. Lo primero que hizo fue ponerse la bata y acercarse a la puerta para abrirla. Se trataba de un Protector del sector militar.

- ¡Doctora, rápido! ¡Debe venir conmigo! -. El Protector, joven y jadeando, portaba su uniforme e iba con su espada levemente desenfundada, sostenida por su mano derecha. Miraba hacía un lado y hacía otro de la calle, nervioso. 

- ¿Qué ocurre, Protector? -. Preguntó muy nerviosa al ver aquella escena ante sí. Pero había más, de fondo, en la calle de la zona residencial se escuchaban gritos de más Protectores dando órdenes a sus hombres; También el ruido de decenas de pasos, de personas yendo de un lado hacia otro.

- ¡Es su laboratorio, el director... Ha fallecido! ¡Ha habido un accidente, la cámara principal ha explotado, hay monstruos por todos lados! ¡Vístase y acompáñeme, por favor! 

El Vitalis... 

Cerró la puerta de inmediato y fue al cuarto para despojarse de la bata y pijama y vestirse con su uniforme blanco. Una vez estuvo preparada, cogió su cetro dorado y se lo colocó a la espalda. 

- Deprisa -. Dijo el soldado cuando Illyasviel volvió a abrir la puerta -. Sígame, por favor. No se separe de mi.

Cuando se alejaron de la zona residencial e iban por el sendero hacía el edificio de investigación, Illyasviel lo vio: Entre los edificios de investigación y desarrollo de los Protectores surgían varias columnas incandescentes de fuego, acompañadas de explosiones y gritos, entre otros, de dolor. 

- ¿¡Dónde están los demás!? -. Le preguntó al Protector que le acompañaba mientras corrían. Acababan de traspasar el muro exterior y ya se encontraban dentro de la zona del sector de investigación. Illyasviel pudo ver cómo habían varios Protectores heridos por la zona, algunos de ellos estaban siendo atendidos pero el equipo sanitario que había en ese momento no era suficiente para estabilizarlos a todos.

- ¡Hemos ido a avisarles, no se encontraban en sus casas así que varios compañeros míos han ido camino a la ciud...

Pero el Protector dejó de hablar cuando su cuerpo fue dividido en dos de cuajo ante la acometida de la criatura que acaba de aparecer ante ellos. Parecía una especie de cieno gelatinoso de color azul, estaba a medio formar entre algo amorfo y un ser humanoide de gran tamaño y había transformado su extremidad hasta dejarla fina y endurecida como una cuchilla, que había sido lo que había acabado con la vida del Protector. Illyasviel se llevó las manos a la boca para tapar su grito de terror al mismo tiempo que  unas lágrimas se resbalaron por su rostro, pero no tenía demasiado tiempo para lamentarse, el ser ahora iba a por ella. Tenía que hacer algo o si no iba a morir en ese momento, de manera que no le quedó más remedio que reaccionar. Quizás no servía para la lucha pero aquel ser al fin y al cabo estaba formado por algo que ella conocía bien, así que conocía su estructura molecular y mágica. Sacó su cetro dorado y apuntó con él a la criatura, las gemas del Protector brillaron y el ser se descompuso hasta que la masa gelatinosa se transformó en un charco líquido inerte.

Jadeando, se quedó viendo el charco durante unos segundos, como si todavía no acabase de asimilar lo que había ocurrido. Si el director había fallecido y los demás estaban en Nirbhala, ella era la única que podía acabar con aquel desastre, tenía que acercarse a la cámara del proyecto Vitalis y sellarla antes de que la situación empeorase. Se lamentó porque empezó a correr entre el fuego y los edificios en vez de ayudar a los Protectores heridos, pues no podía parar a atenderlos a todos. Continuó corriendo lo más que podía hasta que llegó a la entrada del complejo al que tantas veces había ido durante los últimos años, ahora con la mitad superior totalmente derruida. Fue a entrar pero varias de esas criaturas la rodearon y acorralaron. 



Todas ellas eran distintas entre sí  y de varios tamaños, aunque todas compartían las mismas características en común: seres gelatinosos a medio formar entre algo amorfo y una criatura determinada: Un oso gigante, una serpiente, un gorila, un terrarón.... Eran demasiados, no podía usar su poder contra todos ellos a la vez y si lo hacía de uno en uno, los demás acabarían con ella. 

No tengo más remedio -. Pensó aterrada. 

Era una medida de emergencia que aún no había puesto en practica pero era lo único que podía hacer en ese momento. Sostuvo su cetro en horizontal y sus manos brillaron de blanco, el cetro se agrietó levemente pero Illya había sido demasiado lenta. El gorila la embistió con tanta fuerza que perdió la noción de donde se encontraba o cuanto tiempo había pasado. Cuando se incorporó, miraba al suelo, a la hierba... Pudo ver como goteaba sangre continuamente sobre ella, su sangre. Ahora habían más a su alrededor, acechándola como una presa a punto de ser capturada por la manada. Esta vez ni siquiera tenía el cetro en sus manos, no había nada que hacer. Cuando la serpiente abrió su boca de la que goteaba aquel líquido azul y se abalanzó sobre ella, lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos. 

Pero habían pasado un par de segundos, más que suficiente para que hubiese muerto ya, y aún seguía allí. Abrió los ojos lentamente, preguntándose que ocurría. Entonces vio la cabeza de la serpiente caer ante ella, deshaciéndose lentamente.

- Lo siento, criaturas asquerosas, pero no voy a mostrar piedad alguna.

Acercándose lentamente había hecho acto de presencia un Protector que portaba las ropas de Almirante. Su pelo corto brillaba con el resplandor del fuego con un tono violeta, el mismo que el de sus ojos. 

- Almirante Trenler... -. Susurró ella.

En la espalda del Almirante habían casi una decena de pequeños portales dorados, como ondas en el aire que se expandían para mostrar armas de todo tipo. Las criaturas se lanzaron contra él, pero este no tuvo ni que moverse para que las armas de los portales saliesen disparadas, arrasando con todas ellas a la vez. Pero no estaba solo, Illya pudo ver a los otros dos Almirantes luchar no muy lejos de allí contra las criaturas más grandes que se habían alzado incluso por encima de los edificios de investigación. 

- Por favor, doctora Einzbern -. Dijo el Almirante Trenler apareciendo junto a e ella, dándole la espalda para encarar al resto de criaturas -. Detenga lo que acaba de ocurrir, solo usted puede hacerlo en este momento. Le cubriremos las espaldas. 

- S... Sí -. Balbuceó ella, pues aún estaba bastante aturdida por el impacto que había recibido antes. 

Tengo que acabar con esto... Es mi deber...

Mi deber... 

Es mi deber...

- Es mi deber -. Dijo débilmente.

De repente no estaba allí en los laboratorios, de repente había despertado. Había soñado con aquel suceso, el primer accidente del proyecto Vitalis. 

¿Por qué he tenido que soñar eso precisamente ahora?

De repente, se incorporó con un sobresalto pues no lograba reconocer dónde se encontraba. La habitación era metálica, como la de un acorazado y con una iluminación tenue proveniente de la lamparita que había sobre la mesita de noche. A su lado, sentado en un sillón, se encontraba Raeric, mirándola fijamente con una mezcla de asombro e incertidumbre.

- Maestra... 

- ¿Dónde estoy? -. Preguntó algo más tranquila al ver que estaba Raeric allí con ella, por un momento se alarmó pensando que había sido capturada por los Protectores.

- En el Zeppelin de la Jauría Negra. Tranquila, has acabado malherida en el combate y ellos han tratado tus heridas, les debemos una.

Candy pudo advertir sobre el vendaje que recorría sus brazos, torso y pierna derecha, junto a un par de gasas, una en su mejilla izquierda y otra en la frente. Una sacudida de dolor hizo acto de presencia en cuanto el susto inicial hubo desaparecido, de manera que se echó de nuevo en la cama.



- ¿Cuánto tiempo ha pasado?

- Desde que nos subimos al zeppelin, apenas un par de horas...

- ¿Y los demás?

- Todos bien, no hay nada de qué preocuparse.

Candy suspiró aliviada, pues la situación se había vuelto bastante delicada o eso era lo que sentía ella. Tenían demasiados frentes abiertos y el hecho de que los Protectores les siguiesen de ahora en adelante no ayudaba para nada en los objetivos de Evolution. 

Quizás estoy dándole más importancia de la que tiene -. Se dijo acordándose de lo pesimista que era a veces -. Todavía hay que analizar las repercusiones de todo esto.

- Lo único que me preocupa es... -. Volvió a hablar Raeric -. ¿Aquello fue el accidente del Vitalis? 

Candy le miró, extrañada.

- ¿Cómo lo sabes? 

- No parabas de hablar en sueños... Debió de ser horrible.

- Lo fue, pero eso es otro tema... -. Atajó, le incomodaba hablar de aquello.

- Está bien, te dejaré descansando. Avisaré a los demás de que ya has despertado, si necesitas cualquier cosa manda a esa criatura mágica que creas -. Y dicho eso, Raeric se incorporó y se fue de la habitación.

Candy se quedó pensando en el encuentro con uno de tantos alumnos que tuvo, Rezjorvaiyan, aunque obviamente él no pudo reconocerla. Ahora él formaba parte del cuerpo científico de los Protectores... Se preguntaba qué investigaciones había llevado a cabo sobre el Vitalis o cuál era su finalidad después de que los Protectores llevasen tantos años capturando a los sujetos producto de los accidentes. Sus recuerdos la llevaron a aquel encuentro, en la base de los demonios.

- Vaya, parece que sabes defenderte bien -. Dijo con una voz melosa Rezjorvaiyan cuando Candy detuvo la acometida de la Exequia que hizo para perseguir a Akshael, Thaine y Alleria -. Lo cual es bastante sorprendente para tratarse de una simple niña...

- Deberías de saber que las apariencias engañan... -. Comentó desafiante aunque no le quedaban demasiadas fuerzas después de atraer a más de medio ejército demoníaco tras ella. 

- Sí, engañan... -. Corroboró Rezjorvaiyan -. Por eso mismo, uno no se encuentra con semejante sujeto extraño todos los días. Exequia, apartarse por favor, me ocuparé yo de ella. 

No pude hacer nada -. Se lamentó Candy desde la cama.

Candy cayó al suelo abatida después de varias acometidas. Rezjorvaiyan se plantaba frente a ella, sin ninguna mancha ni herida en su aspecto pulcro y cuidado, pero es que ni siquiera había desenfundado su arma o había hecho gesto alguno para conjurar. 

- Es tan fácil como esto -. Dijo con auto suficiencia mientras se repeinaba con sumo gusto -. No existe nada que no pueda ser analizado por mi. Y si es analizado, es contrarrestado. Tus ataques no pueden hacerme nada.

- Entonces voy a tener que darte deberes extra -. Comentó Candy mientras daba forma a la masa oscura que había convocado hasta que esta tomó la forma de un cetro. 

Pero ni siquiera pude hacerlo... Al final, tuve que huir -. Se volvió a lamentar.

Illyasviel Von Einzbern, alias Candy.

Siempre había sido una persona que se enorgullecía por su capacidad para comprender las cosas. Incluso si aparecía ante ella un dilema sin explicación, no paraba hasta que encontraba una respuesta viable o incluso si no la tenía, al menos un par de hipótesis para reconducir su investigación hacia nuevos frentes. Pero en los últimos días, Candy se habia sentido más frustrada de lo normal debido a que en lo que era mejor empezaba a mostrar debilidad. 

No tenía ni idea de por qué aparecieron lejos de Tydoras, seis años después de que Prondeus les absorbiese. 

No podía plantearse ni siquiera un por qué aproximado después de que descubriese que Jhin tenía el Vitalis cuando su edad no correspondía con la de los accidentes en los laboratorios. 

No lograba comprender el poder de Rezjorvaiyan a pesar de que intentó una y otra vez diversos ataques para intentar penetrar su defensa.

Y por último, no podía desentrañar la respuesta a aquella medida de protección impuesta por sus compañeros para "eso".

Quizás eran los estragos de la edad, que empezaban a notarse quizás no en su apariencia engañosa, pero si en su vieja mente.

- Maldita sea... Si esto es todo lo que soy capaz de hacer ¿Para qué me presento para líder de Evolution?

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