16 feb 2017

Cenizas


La misma ciudad.

Las mismas calles.

Los mismos campos.

Los mismos caminos.

Y sin embargo, era como estar en otro mundo.

En una realidad alternativa.


Ese era el mundo donde vivía ahora Luriel Fiert, la realidad que tanto tiempo le había costado asimilar pero a la que tiene que afrentar cada día de su vida, recordando las mismas palabras para seguir adelante. Hacia tiempo que en su rostro no se notaba signo de tristeza o lamentación, sino que este representaba una mirada carente de emoción. Seria, firme, intentando seguir adelante. La única emoción que se podía llegar a discernir en su rostro era la de un odio profundo cuando estaba frente a sus enemigos. Y lamentablemente, estaban demasiado cerca.

Pero por mucho que intentara formar una cáscara a su alrededor con la que los demás no pudiesen descubrir sus verdaderos sentimientos, ni ella misma podía huir del pasado. De un pasado tan lleno de luz como de oscuridad, de unos recuerdos tan lejanos que parecían que ocurrieron en otra era. Cada vez que esos recuerdos invadían por accidente su subconsciente, intentaba solo quedarse con los felices; Con su tía, la reina Illeosa, con el rey Kengrey y el príncipe Leonard; Con su primera amiga, Sofía Óster; Con el resto de miembros de la Guardia Real; Con la instrucción de unos jovensísimos Akshael, Raenia e Ike; Con sus primeras misiones, sus aciertos y errores; La primera vez que les vio partir en su primera misión importante, hacia Aldmet; Cuando estuvo con ellos, atravesando la cordillera de Der'go; Cuando descubrió que Sofía estaba viva; Cuando recibió la ayuda de Raenia y Akshael en las Artes de Sangre; Y cada momento que pasó junto a todos los miembros de Evolution. 

Esos eran los recuerdos felices de Luriel que intentaba traer ante ella y usarlo como motivación para volver a levantarse, pero la realidad era bien distinta. Cada vez que tenía que pasar por las calles de Tydoras cercanas al centro, recordaba como las mismas losas del suelo, que ahora lucían pulcras y lisas, estaban agrietadas o destrozadas, salpicadas de sangre y con los cuerpos de muchos de sus compañeros, de muchos de sus amigos, que tanto marcaron su vida. Al mirar al mar, recordaba aquella explosión negra que provocó el fénix negro tras engullir el barco volador donde iban muchísimas personas importantes para ella. 

Así que daba igual lo fuerte que fuese la determinación de Luriel, daba igual cuánto intentase aparentar con su rostro firme. La realidad era que sentía que este mundo distinto en el que vivía ahora era como una horrible pesadilla de la que quería despertar. Y como todo aquel dolor le causó una terrible depresión, no tuvo más remedio que armarse de valor y recordar que esta era ahora su realidad; La realidad en la que les había fallado a todas las personas que siempre quiso y querrá; La realidad donde fracasó. De manera que una vez al mes...

Aquí yace Sofía Óster, miembro de la Guardia Real de Taneir.
953 - 980

Acababa de amanecer y el día se presentaba gris, con una leve llovizna. Luriel, con sus treinta años de edad parecía ahora más imponente que entonces. Portando su indumentaria de Guardia Real con una gruesa capa azul oscura rodeando su reluciente armadura y su traje escarlata, estaba plantada frente a la tumba de Sofía, en el cementerio de Tydoras en las afueras de la ciudad.

- Da igual cuánto tiempo pase... Siempre me arrepentiré de aquel beso -. Mencionó con un susurro, esbozando una sonrisa que no era sincera.

Luriel tragó saliva con esfuerzo y pasó a la siguiente, sacando una nueva rosa del ramo que portaba.

Aquí yace Gregory Goldhiber, capitán de la Guardia Real de Taneir.
939 - 980

Gregory siempre fue como un maestro para él, alguien de quien siempre podías aprender algo nuevo. Debido a su gran fortaleza, también era la representación de un gran y honorable guardia que sirvió al reino hasta el final.

Hasta el final... -. Resonó en la cabeza de Luriel. No pudo evitar recordar cómo se encontró con su cadáver, envejecido por el poder del enemigo. Seguramente incluso así trataría de luchar con las pocas fuerzas que le quedaban, pero con un cuerpo tan frágil y superado en número, fue masacrado hasta que dejó de moverse.

Luriel sacudió la cabeza y se secó unas solitarias lágrimas de sus ojos, miró hacia su derecha. Allí deberían de estar las tumbas de los consejeros fallecidos, pero por alguna razón, los Protectores se rehusaron a que sus cuerpos descansasen en paz en el lugar que les correspondía. sino que fueron incinerados y tiraron sus cenizas al mar. Sin embargo, Luriel encargó una lápida con sus nombres grabados, un lugar donde recordarlos, para siempre.

Alleisa Salastra
Brav Mauncil
Dave Salerton
Fred Marc
Vance Tiver

Consejeros que sirvieron al reino de Taneir, fallecidos en combate

Dave Salerton fue el primero en caer en plena plena batalla mientas intentaban resistir en la playa. Se enteró de que poco después de que la guerra finalizase, Fred Marc no pudo soportar la maldición que recibió en el hombro y también cayó. Brav, Vance y Alleisa fueron ejecutados, o eso anunciaron los Protectores. Luriel nunca supo del todo por qué la organización sentía tanta aversión hacia los Consejeros, aunque si que podía intuirlo. Quizás fuese porque eran allegados directos del rey Kengrey, ya que este no tenía ni siquiera en el mausoleo real un lugar para él; O quizás fuese porque entre ellos estaba Fred Marc, un ex-Protector científico, y estaban resentidos por todo lo que había provocado durante sus años como consejero con el tema del Vitalis.

Finalmente, dejó el ramo con todas las rosas restantes al pie de una gran placa de piedra lisa negra, que leyó una y otra vez de arriba a abajo.

En memoria de Evolution
Cuyos cuerpos nunca fueron encontrados
Pero sus nombres nunca serán olvidados
Rezamos para que sus almas encuentren descanso

Alanne Barlis
Akshael Oinotna
Raenia Jaeger
Raeric Maeger
Alleria Karzkart
Maief
Thaine de Gwynt
Candy

Era imposible acostumbrarse a lo que ponía en la inscripción, eran tantos nombres y tan importantes para Luriel, y todos estaban puestos a la vez uno tras otro. También observó algunas tumbas más que rodeaban la gran lápida, con nombres de más miembros de la organización que estos sí que fallecieron durante el combate y sus cuerpos reposaban bajo tierra. Se quedó unos minutos más en silencio, contemplando la lápida mientras se sumergía en recuerdos lejanos que tenía guardados en lo más profundo de su ser, la lluvia ya empezó a calar a través de la capa que la abrigaba y el pelo estaba totalmente empapado, pero no le importaba. 

- Luriel -. A pesar de pillarle desprevenida, no se sobresaltó al escuchar aquella voz. Una voz áspera pero agradable por ser tan familiar. Sin torcer su rostro para dirigir la mirada hacia aquel hombre, supo que llevaba su bastón sobre el que se apoyaba para compensar su maltrecha pierna derecha. No fue hasta que estuvo junto a ella cuando ya se giró y saludó.

- Buenos días, Suther -. Suther Swan, en lugar de en sus tiempos como miembro de la Guardia Real activo donde vestía ropas ligeras debido a su estilo de combate ágil, portaba ahora un grueso abrigo negro y unos pantalones marrones claro. Su barba presentaba desde hacía pocos años unas cuantas zonas canosas, su frente una mayor cantidad de arrugas y sus ojos no reflejaban la misma mirada debido a la presencia de profundas ojeras. El sortilegio que recibió Suther en la pierna casi le costó la vida, pero afortunadamente y después de un duro tratamiento, tan solo se quedó en que no podía volver a ejercer como soldado de élite de Taneir debido a la reducida movilidad. Aunque no solo su aspecto había cambiado, también su actitud; Desde la guerra se había vuelto alguien que parece incapaz de volver a hacer ningún tipo de broma como normalmente hacía. Jamás se perdonó la muerte de Sofía, quien según él, pudo haber evitado.

- Sabía que te encontraría aquí -. Suther echó un vistazo a la piedra con la inscripción de los miembros de Evolution -. Con todo lo que ya tienes encima, Luriel ¿No crees que lo último que te hace falta es martirizarte cada mes?

- Si no lo hiciera, creo que enloquecería -. Se sinceró por completo Luriel -. Hoy se cumple seis años de aquello y sin embargo, parte de mi sigue sin creerse todo lo que pasó, como si parte de mi aún se encontrase en aquella batalla . Por eso necesito venir aquí, necesito verla con mis propios ojos, necesito recordarles por lo que fueron y... -. A Luriel se le tomó la voz y se le empañaron un poco los ojos, pero tragó saliva y prosiguió -. Por lo que nunca serán. -. Suther suspiró y le puso la mano en el hombro para reconfortarla.

- Se que eres fuerte, cualquiera en tu lugar ya habría perdido los estribos con todo lo que hay allí -. Comentó mirando de reojo a la ciudad -. Pero créeme, tarde o temprano todo se arreglará... De una forma u otra. Hasta entonces, debes seguir aguantando, Luriel. Debes hacerlo... Recuerda aquellas palabras.

Y las recordaba perfectamente. Las recordaba tan bien que hasta había manchado su honor en incontables ocasiones por tal de obedecer aquella petición, debía hacerlo en su memoria.

"Mi última orden, Luriel. Vive. No derroches tu vida, lucha por seguir un día más, quizás en el futuro lleguen tiempos mejores."

Pero por mucho que en aquellas palabras y en las de Suther hubiesen algo en común, Luriel era totalmente escéptica a creer que en algún momento se podría llegar a solventar la delicada situación actual. Nunca llegarían tiempos mejores, ni siquiera podrían acercarse un mínimo a cómo era todo en el pasado. Al contrario que antes, Tydoras se había convertido en el último lugar en el que Luriel quería estar, pero en el que debe de estar por obligación; Una obligación que la desgarraba.

- Siempre lo haré -. Se limitó a decir con una mirada vacía a lo que le había dicho Suther -. Bueno, tienes razón en eso de "con todo lo que tengo encima", tengo mucho trabajo que hacer. Debo volver al castillo -. A Suther le dolía profundamente que Luriel no reflejara ningún tipo de alegría por verle, pero igualmente no le replicó nada. Dejó que ella pasase a su lado para salir del cementerio y tan solo le soltó un triste "adiós". 

De vuelta a la ciudad muchos soldados le hacían un saludo militar pero Luriel no respondía a ninguno. Al fin y al cabo la mayoría eran desconocidos para ella, ya fuese porque eran nuevos reclutas o porque habían sido designados recientemente por los Protectores para reforzar los ejércitos del reino. Caminaba cabizbaja, casi mirando únicamente el suelo. Pasando de sentir tristeza por el pasado a un profundo agobio por lo que estaba por venir. Y la razón de todo esto estaba en el castillo de la ciudad.


- Bien, que de comienzo la reunión.

Casi una hora después, se encontraba en un amplio salón dentro del castillo. Desde aquella habitación se podía ver toda la ciudad a través de una enorme cristalera que comenzaba desde el suelo y llegaba hasta el techo. Aquella habitación era una de tantas después de la restauración y remodelación del castillo de Tydoras. El hombre designado por Trenler y el actual regente del reino, Adam Walton, prefirió literalmente elevar el estatus de su nuevo cargo. De manera que mandó a hacer crecer el castillo de la ciudad numerosos pisos y trasladó allí las dependencias de más alto prestigio, como el salón del trono o la sala de reuniones donde estaban todos ahora. Todo esto sumado a que ahora el castillo cuenta con la tecnología y la magia de los Protectores, de manera que en sus puntos más altos, tanto pisos como torreones, cuentan con protecciones, trasladores y avanzados mecanismos para mantener todo bajo el más estricto control.

- Aaaaah ¿Por qué no se puede hacer esto por la tarde?

- Siempre quejándote, Dai... Y ponte la mano si vas a bostezar.

- Lo siento, lo siento -. Apresuró a disculparse Dai y dio otro largo bostezo, esta vez tapándose la boca para asegurarse de no irritar a nadie más -. Pero no es justo, Supervisora Jenn... Tú al menos te diviertes yendo de un lado a otro... Como siga aquí encerrado otro año más se me van a atrofiar los músculos.

- Al menos no tienes que preocuparte de que se te atrofie el cerebro, si no lo usas.

- Qué crueeeel, sir Gladius -. Suspiró Dai.

- ¿Vais a dejar los juegos de una vez? Se supone que esto es una reunión.

- Gracias, Capitán Velvet. Bien, sentaros -. Ordenó Adam Walton.

A pesar de que el sistema de gobierno había cambiado y Adam Walton no precisaba de un grupo de consejeros como si tenía el rey Meryn Kengrey, las reuniones seguían sucediendose para tratar los problemas que se cernían sobre el reino, que no eran pocos precisamente.

En el extremo de la mesa más cercano a donde se encontraba la cristalera se sentaba el actual regente Adam Walton, el menor de los hermanos Walton, mientras que su hermano mayor se encontraba gobernando el reino de Aldmet. A pesar de su alto cargo, Adam Walton aparentaba ser bastante joven, quizás tenía la misma edad que Luriel. Su rostro, aunque pálido, estaba totalmente carente de impureza alguna; Y su pelo largo, liso y negro caía hasta el pecho musculado que se mostraba entre ambas partes de su camisa de cuello abierto. Adam solía vestir ropas de ese estilo, finas y anchas, debido a que el clima de la ciudad le agradaba casi siempre.

A ambos lados de Adam Walton estaban sentados dos hombres que por rango ocupaban el siguiente escalón de poder de la regencia en Taneir. Se llamaban Gladius y Dai, ambos con el título de marqués. Mientras que Gladius presentaba una aspecto más pulcro y digno de alguien de su posición, Dai se preocupaba más por su belleza y apariencia. De manera que Gladius portaba un uniforme blanco muy parecido al de los Protectores del Ojo pero con severas diferencias que lo inclinaban más a parecer un uniforme militar con condecoraciones que la túnica de combate de la organización; Dai, en cambio, tan solo llevaba una camisa ceñida sin mangas y en sus brazos dos largos brazaletes de tela a juego. Gladius tenía la piel blanca y en contraste, un pelo corto y pelirrojo que tiraba hacia un tono carmesí; Dai, en cambio, lo tenía negro y lo suficientemente largo como para que pudiese aplicarse una loción que lo mantuviese firme hacia atrás hasta la altura del cuello. El brillo de la loción junto a su piel morena y el extraño color lila de sus ojos hacían de él el foco de envidias por parte de hombres y de admiración por parte de chicas de Taneir.

Siguiendo por el lado de la mesa donde estaba Gladius, se encontraban sentados los miembros de la Guardia Real de Tydoras, con Luriel entre ellos. Mientras que sus compañeros de la Guardia Real al menos provenían de las casas nobles de Taneir, el capitán era extranjero al igual que los dos marqueses y Adam Walton. Así pues a su lado tenía a Toriel, proveniente de la casa Salastra. Una alta elfa de dicha familia noble que sigue el camino de la Luz y lo demuestra con los símbolos que porta en su armadura blanca. A Luriel la recordaba con pesar a una versión de Alleria con armadura pesada, por eso le costaba tanto hablar con ella; También estaba Gary, de la casa Marán. Un hombre de pelo rapado por los laterales, mostrando una firme cresta y quien también vestía una gran armadura pero al contrario que Toriel, Gary se declinaba hacia los colores de su casa. A Luriel jamás le cayó bien la casa Marán, por sus continuos intentos de desestabilizar el gobierno de Meryn Kengrey, y como pudo comprobar, tampoco le cayó bien Gary. Le gustaba meterse en problemas para provocar peleas innecesarias; Nikki, proveniente de la casa Les Roses, era la menor de las hijas de Lord Rose. Después de la perdida de su hija mayor en la guerra contra los Protectores, todo el peso de la casa recaerá sobre ella. Nikki era bastante joven y guapa, con el pelo de color negro con algunos mechones pelirrojos que quedaban a juego con una larga capa roja que portaba y que creaba contraste con su vestido negro; Por último, el capitán de la Guardia Real, el Caballero Ónice Velvet era otro de esos hombres que les gustaba portar una enorme armadura para mostrar un gran poderío a los demás. Su armadura era de un color negro tan intenso que parecía que podía incluso absorber la luz que recibía. Esta estaba llena de adornos en forma de pequeñas figuras de dragones de color dorados puestos principalmente sobre sus hombreras y pecho. Le gustaba incluso tapar su ojo derecho (perdido en combate) con un parche metálico siguiendo a juego con su armadura.

En el otro lado de la mesa estaba la Supervisora Jennifer. Alguien cuya responsabilidad era la de mantener vigilados a los señores nobles de Taneir para que estos no se sublevasen y crearan una rebelión contra el nuevo regente. Lo más característico de Jennifer era su severa mirada que junto con su heterocromia creaba una sensación de misticismo y belleza un tanto peculiar. Su pelo rubio blanquecino estaba recogido en un pequeño moño. Por lo demás, el uniforme de la Supervisora consistía en un mantón rojo en torno a un vestido de cuero ceñido, otorgándole una gran apariencia señorial. Normalmente suele estar acompañada a su lado de otros dos hombres de cargos totalmente distintos, pero en ese momento no se encontraban ahí.

Luriel suspiró aunque bajó la mirada mientras lo hacía para que nadie se percatase de ello. Aquellas reuniones eran una tortura para ella, no soportaba encontrarse allí. La sala, los guardias vigilando cada rincón, los miembros que estaban sentados en las sillas... Todo era distinto. Parecía como si fuese otro reino, con otro gobierno. Aquel no era su lugar. Si bien es cierto que de los miembros de la Guardia Real, Toriel y Nikki le caían bastante bien, igualmente no hablaba casi nunca con ellas. Pero al menos era mejor estar cerca de las dos que de los demás... De menor a mayor desagrado para Luriel, estaban Gary Marán, que al menos seguía siendo alguien que por una razón u otra podía pertenecer a aquella mesa debido a su procedencia; Gladius y Dai la trataban bien, demasiado bien se atrevía a decir. Mientras que Gladius quería entablar una relación puramente formal y con ello, conocer mejor a Luriel en el ámbito de su cargo como miembro de la Guardia Real; Dai intentaba ser su amigo constantemente y eso la repugnaba, que un extranjero se sentase por orden de los Protectores allí y pretendiese que nada hubiese pasado para que él llegase a la posición en la que se encontraba en este momento; Pero al menos Gladius y Dai, a su manera, intentaban portarse bien con ella... Los otros tres convertían su vida en una pesadilla.

Luriel llegó a pensar que el Capitán Velvet era un sádico desmedido pero tan solo adoptaba aquel comportamiento cuando trataba con ella. En más de una ocasión le había encargado tantas tareas en un solo día que acababa totalmente en la extenuación, pero Luriel jamás dio síntomas alguno de cansancio delante suya o se quejó en ningún momento. Eso tan solo sirvió para que fuese más allá en sus actos, cada vez más alocados y propios de alguien con el alma de un monstruo. Incluso, varias veces, llegó a decretar combates de entrenamiento en los que la dejaba sola contra más de una veintena de sus más fieles hombres. Al ver que incluso era capaz de derrotarlos, cada vez añadía más desventaja al, según él, entrenamiento. Empezó por quitarle su arma y darle una de madera, luego por suprimir sus poderes divinos, tantos los de Thor como los de la Luz, finalmente reforzó el equipamiento de sus hombres. Hasta que al final lo consiguió derrotarla. Pero las cicatrices que recorrían su cuerpo no eran únicamente obra de sus hombres, incluso el propio Velvet llegó a torturarla personalmente en más de una ocasión. Luriel seguía desconociendo la razón por la que la trataba así, pero a pesar de todo lo que había pasado... Del dolor emocional por el duro presente que le tocaba vivir y del dolor físico que le provocaba él, seguía sin dar síntomas de rendición. Ni una vez le suplico que se detuviese. Lo miraba de la misma forma que lo miró la primera vez, una mirada seria, irrompible y con un destello de odio.

La Supervisora también le trataba de forma horrible, aunque ella no la castigaba en el físico. Debido a su función, mandaba a Luriel a que hiciera actos que iban en contra de su deseo, todo por tal de hacer más fuerte la regencia de Lord Walton. Actos como la ejecución de rebeldes de las casas nobles que apoyaban al rey Meryn Kengrey, la obtención de información de más de estos rebeldes o, incluso, ser la carnada para pillar a más enemigos del regente. Luriel intentó en alguna ocasión aprovecharse de aquellas órdenes para salvar la vida de alguno de esos rebeldes, pero era inútil. La Supervisora conocía todos sus movimientos y cuando la descubría, en vez de comunicárselo a Lord Walton, emprendía un castigo mayor como escarmiento para Luriel, como el hecho de no solo acabar con la vida del rebelde sino encarcelar también al resto de su familia. Eso sirvió para frenar los intentos de Luriel de querer volver a hacer algo parecido en algún otro momento.

Y por último... Por último se encontraba Adam Walton... Luriel podría dedicar horas a hablar de todo lo que le ha hecho, de cómo ha convertido su vida en una pesadilla, pero quizás incluso se quedaría corta en detalles. Adam Walton odiaba le hecho de que Luriel Fiert, alguien que se sublevó contra los Protectores, siguiese teniendo el mismo cargo que tiene, todo gracias al deseo y voluntad del Lord Protector Trenler. Como no puede desobedecer a su superior sin una razón de peso, al menos se aseguraría de castigar de otras formas a Luriel. Y la lista se hacía cada vez más larga con el paso de los meses y años... La cantidad de humillaciones en las que se ha visto envuelta Luriel, ya ni sabría contar cuántas han sido. Desde insultar la memoria de sus compañeros cuando Adam Walton ordenó que fuese ella quien capitanease la destrucción de la isla de Evolution hasta verse envuelta en todo tipo de atrocidades con el propio Adam Walton, incluido el hecho de que este se aprovechase de Luriel en todos los sentidos de la palabra. Al igual que con el Capitán Velvet, Luriel se ha mantenido lo más firme posible en cada una de esas pesadillas, jamás se rendiría ni rogaría nada frente a ellos. 


- Bien. La reunión de hoy tiene como motivo dos principales puntos y ambos están relacionados entre sí -. Empezó Adam Walton -. El primero se trata sobre analizar el control que tenemos sobre las casas nobles y el riesgo de sufrir ataques de rebeldes en distintos puntos del reino -. Comentó mirando a la Supervisora Jennifer.

- El riesgo es altísimo por lo que puedo observar -. Dijo Gladius examinando unos documentos -. Saqueos por territorio Les Roses, incluso en la capital de la zona, Ridores. Ah, y mirad -. Comentó cuando cambió de hoja -. Disturbios en la capital Goldhiber y asaltos en el camino real desde Junctiver hasta Cima Svale...

- ¿Acaso me acusas de incompetente, sir Gladius? -. Saltó la Supervisora dándose por aludida.

- Aquí nadie está tachando a nadie de nada, Supervisora Jennifer -. Atajó Lord Walton -. El apellido que usted lleva ha dado históricamente y, al mismo tiempo, grandes alegrías y terribles quebraderos de cabeza en los Protectores del Ojo. Tan solo queremos inclinar esa balanza hacia nuestro favor con su ayuda.

- Bien -. Soltó ella aunque no parecía muy convencida por las últimas palabras que había pronunciado Lord Walton -. La situación es fácil. Como ha dicho Gladius, el riesgo está en su punto más alto y eso es por una sencilla razón, necesito más hombres.

- ¿Cuántos destacamentos? -. Preguntó inmediatamente el Capitán Velvet.

- No, no necesito mano de obra barata. No quiero simples soldados, Adam... Los soldados sirven para aplacar un incendio que ya ha comenzado, yo quiero prevenir ese incendio.

- ¿Cómo se supone que vas a prevenir los ataques? -. Preguntó Dai bastante curioso por la propuesta de la Supervisora.

- Sencillo, no me des soldados, Adam. Dame Protectores. Necesito de su poder y tecnología.

- ¿Protectores? -. Preguntó él, dubitativo -. Está bien, está bien, mandaré una carta al Embajador Mahnaí para que lleve a cabo todo el proceso, pero sabes que de aquí a que lleguen las tropas pasará bastante tiempo ¿Qué planeas hacer hasta entonces?

- Sencillo, dar un golpe sobre la mesa. No podemos achantarnos más ante los señores nobles de Taneir que esté en contra nuestra -. Respondió ella de inmediato, como si ya hubiese pensado la respuesta de antemano.

La Supervisora Jennifer continuó hablando y proponiendo el plan con detalle y al escuchar todo aquello, Luriel se sintió horrorizada. De pronto, una marea de pensamientos inundó su mente sobre qué podía hacer para evitar aquello. Pensó incluso en avisar a Suther pero aunque pudiese eludir la vigilancia que tenía sobre ella, estaba segura de que también tenían vigilado a Suther y comprometerle a él podía provocar incluso su muerte. También pensó en todos sus compañeros de Evolution a los que no veía desde hacía tantos años. Debido a la derrota contra los Protectores, gente como Ryan Fordreigon, Kpam, Zerok o Kpum tuvieron que huir mientras que ella no pudo hacerlo al encontrarse ya en el castillo en el momento en el que Trenler ejecutó a Meryn Kengrey, siendo inmediatamente rodeada por Protectores. Si de alguna forma supiese donde se encontraban en ese momento podría avisarles de que se uniesen a los rebeldes o de cualquier otra cosa, con enterarse de que estuviesen vivos en algún lado ya se daba por satisfecha.

Debido a todo lo que se había distraído, se había perdido parte de la charla de la reunión, tan solo escuchaba menciones a un noble extranjero que no conocía y sobre pedirle ayuda de cara a la rebelión. Fue cuando se mencionó su nombre cuando Luriel volvió a prestar toda la atención en lo que decían.

- Está decidido entonces -. Anunció Adam Walton -. Con el fin de establecer dicha alianza, estableceremos el matrimonio que solicitan con Luriel Fiert.

- ...Eh? -. Soltó ella involuntariamente, con un débil tono de incredulidad. En pocos segundos, el ritmo de su corazón pasó de estar en rangos normales a estar muy acelerado.

- ¿No ha prestado atención, señorita Fiert? -. Preguntó sarcásticamente Adam Walton -. Le estoy diciendo que está de enhorabuena, usted se va a casar.

- ¿¡Qué!?

Aquello no tenía sentido. Era cierto que se había perdido gran parte de la conversación pero ¿Qué interés podía tener un noble extranjero en ella como para llevar a cabo la alianza de Taneir con otro reino?

Espera, quizás haya sido su petición. Quizás sean ellos que me quieran rescatar -. Por un momento, Luriel albergó esperanza de que los supervivientes de Evolution durante la guerra se las hayan ingeniado para sacarla de allí, de alguna forma.

Sus esperanzas se desmoronaron con la misma velocidad que con la que habían aparecido. Adam Walton dio detalles de su matrimonio y como los Protectores habían actuado como intermediarios para llevar a cabo el enlace y por tanto, la alianza entre ambos reinos. Si aquello era cierto, era totalmente imposible que se tratase de alguien que quisiese rescatarla, los Protectores lo tendrían todo controlado.

- No tienes que preocuparte -. Esbozó una sonrisa de satisfacción Adam Walton -. No te irás de aquí incluso casada, fue uno de los puntos a tratar en el tratado de la alianza. Así que supongo que una vez se efectúe la boda en el extranjero será tu prometido quien venga a vivir aquí, contigo... Siempre y cuando traiga su ejército, claro.

- ¿Por qué.... -. Luriel no se iba a negar, aunque tuviese todas las ganas del mundo de hacerlo. No iba a darle esa satisfacción a Lord Walton. La satisfacción de una Luriel con su determinación quebrada, de una Luriel que sucumbiese. Pero igualmente quería saber algo -. ¿Por qué conmigo?


- Oh... Esto es embarazoso... -. Adam Walton entrecruzó los dedos de ambas manos y miró al techo unos segundos. pensando lo que iba a decir -. Claro, supongo que aunque tus amigos lo supiesen jamás te lo hubiesen dicho ¿Verdad? Al fin y al cabo ¿Qué era una mentira comparado con todo un reino?

- ¿De qué... De qué estás hablando? -. Las manos de Luriel temblaban. Lord Walton acababa de mencionar a sus amigos fallecidos de Evolution y hablaba con total seguridad sobre algo que él sabía, una verdad oculta ¿Sería una treta para provocarla?

- Al fin y al cabo hace poco que lo descubrimos, pero no queríamos darte la sorpresa hasta que hubiese un motivo de celebración... -. Adam Walton se levantó y empezó a andar en torno a la alargada mesa -. Luriel Fiert, la sobrina de la reina Illeosa Kengrey... ¿Qué raro, verdad? ¿Por qué al ser la sobrina de una reina extranjera no viviste en el reino que te correspondía? Porque al menos sabrás que la reina Illeosa no era de aquí ¿Verdad?

- Eso lo sabe todo el mundo -. Dijo Dai intentando ponerse del lado de Luriel, a su manera. Por su expresión él no sabía el secreto que estaba a punto de desvelar su señor -. La reina Illeosa provenía del sur de Bargksan, adoptó el apellido Kengrey después del matrimonio con Meryn.

- Exacto... Y seguramente te contarían que... Que... -. Adam Walton sollozó con sarcasmo y adoptó una voz aguda -. Que tus padres fallecieron y que no tenías familiares con los que quedarte, así que te trajo hacia Taneir con ella ¿Verdad?

- Espera ¿Acaso no existe la ley de los estados en Bargskan? -. Preguntó extrañado Gladius. Al igual que Dai, él tampoco entendía a que se refería su señor con todo lo que estaba contando y le miraba continuamente con incertidumbre a su seor. En cambio, el Capitán Velvet gozaba cada burla que dirigía Lord Adam hacía Luriel, como si tan solo le importase eso y no el tema que trataban. La Supervisora, en cambio, se mantenía impasible y tan solo observaba la situación que se estaba desarrollando en la sala de reunión por pura y única educación.

- Siempre ha existido, pero eran tiempos distintos, una época de transición. Supongo que tan solo los Protectores y el propio gobierno de Bargksan conocían dicha estructura de gobierno -. Explicó Adam Walton -. El caso es que al contrario que en Taneir, las casas nobles mantienen un gobierno sobre su zona de manera más flexible e independiente del gobierno principal, con sus propias leyes y decretos. Existen muchos... Emperadores y Emperatrices como se gustan denominar...

- Por tanto -. Continuó Gladius intentando buscar una explicación él mismo -. A no ser que Luriel Fiert fuese del gobierno principal en la capital Ciudad Pétrea, ella misma habría heredado el control sobre el estado al que pertenece ¿Quiénes fueron sus padres?

- Buena pregunta -. Contestó despacio Adam, Luriel estaba tan nerviosa de todo lo que estaban contando de su pasado que no le importaba si era verdad o mentira, tan solo quería que parasen de una vez -. El nacimiento de Luriel sucedió con la reina Illeosa de estancia en Bargskan. Si indagas un poco, descubres en documentos de las dependencias reales de Monte Gris que es hija de Roderick Nales, el hermano de Illeosa. Hasta ahí todo correcto, pero... -. Adam Walton se detuvo frente a la cristalera y se quedó observando la ciudad mientras continuaba hablando, dando la espalda a los demás -. Cierto confidente nos comunicó hace pocos años que el documento estaba lleno de discrepancias, y estaba en lo cierto. Trenler mandó de inmediato a un escuadrón de investigación a descubrir qué sucedía y no tardaron mucho en destapar la verdad. El hermano de Illeosa era estéril, no tuvo nunca descendencia, era imposible que Luriel fuese su hija.

Luriel había dejado de mirar a Adam Walton, sentía que si seguía manteniendo la mirada sobre él iba a hacer algo de lo que se arrepentiría durante mucho tiempo, y echaría por la borda todo lo que había soportado y resistido durante años. Pero aún así, aunque había echado la silla hacía atrás y miraba al suelo con los ojos desorbitados, seguía escuchando sus palabras. Un sudor provocado por los enormes nervios comenzó a aparecer en su frente. Quería irse de allí... Como fuese... Tan solo correr lo más lejos que pudiese. Volvía a tener miedo.

- Simplificando -. Atajó Lord Walton cuando se volvió a girar y vio la expresión que tenía Luriel -. Descubrimos que la reina Illeosa viajó años después de su matrimonio con Meryn Kengrey hacia su tierra natal, Bargskan, no por asuntos que tratar con el matrimonio de su hermano. Oh, Luriel... Qué doloroso debe de ser para ti descubrir todo esto... Me pregunto... -. Volvió a caminar hasta detenerse detrás de ella, para asegurarse de que escuchaba atentamente -. Cómo debes de sentirte al descubrir que has estado más cerca de tu familia de lo que imaginas...

- No puede ser... -. Soltaron Dai y Gladius casi a la vez, ya sabían por donde iban los tiros de lo que quería decir el regente.

Las siguientes palabras que soltó lord Walton fueron la gota que colmó el vaso. Intentaba aferrarse a que todo aquello no podía ser cierto, de que era una mentira perfectamente preparada para volver a atacar psicológicamente a la determinación de Luriel... Pero entonces, se acordó de las palabras de Candy en una de las reuniones anteriores a la guerra contra los Protectores.

"Primero esperaré a su elección, pero dependiendo de la respuesta puede que de información importante sobre Luriel Fiert, alteza"


¿Sería eso lo que tenía que decir? Y si era eso ¿Por qué no lo dijo finalmente? ¿Prefirió no contarlo para mantener la atención en la preparación de las defensas de la ciudad? ¿Por qué no le preguntó sobre aquello ella misma? Quizás porque estaba igual de tensa como los demás sobre la guerra que se avecinaba. También que justo después de aquello, fue cuando se designó a Akshael Oinotna como heredero al trono de Taneir ¿Quizás influyese eso en la decisión de Candy de no contar nada? Pero si era verdad, entonces... Entonces aquello fue...

- Es por eso por lo que un matrimonio concertado con usted es algo tan valioso como para formar una poderosa alianza. Ahora, me pregunto... -. Comentó Lord Walton volviendo a sentarse en su sitio -. Si de estar vivos aquellos...

No... No les menciones...

A Luriel se le empezaba a nublar la vista.

- De seguir vivos y haber conseguido lo que querían... De tener a Akshael sentado en el trono...

No sigas... 

Estaba empezando a notar las palpitaciones de su corazón en su mente.

- Y de haber descubierto eso... Si supiesen la misma verdad...

No te atrevas... A insultar su memoria...

Su respiración se volvía cada vez más irregular.

- Si te lo hubiesen contado, o en cambio se lo hubiesen callado... Todo para seguir con el absurdo proyecto que tenían en mente...

Ellos siempre fueron buenas personas... Siempre me trataron bien... 

Sin darse cuenta, había llevado su mano a la empuñadura de su espada.

- ¿Hubiesen sido honorables o tan egoístas como para tenerlo todo para ellos?

Jamás dudaría de...

Pero volvió a acordarse de las palabras de Candy y entonces, estalló. Adam Walton lo había conseguido, había logrado sembrar la duda en la memoria de Luriel sobre sus amigos fallecidos, al menos durante un segundo. Y eso lo odió y le dolió tanto que el regente también había conseguido otra cosa, romper la resistencia de Luriel. Provocó lo que estaba queriendo desde hace años.


En un acto relámpago, Luriel desenvainó su arma y la envolvió de un halo de luz en menos de un segundo, justo al mismo tiempo que se subió a la mesa y se lanzó en una acometida contra Adam Walton. Algunos, como el Capitán Velvet o la Supervisora se quedaron totalmente descolocados ante aquel comportamiento, tanto que ni si quiera les dio tiempo a reaccionar de ninguna manera. La espada de Luriel iba directa hacia el corazón de su enemigo, para ello tuvo que desobedecer la orden que le dio Meryn Kengrey, la orden de vivir. No le importaba si ella había sido humillada en constantes ocasiones con el paso de los años; Si había recibido incontables heridas en su cuerpo o un machaque psicológico que sería capaz de derrumbar a cualquier otra persona. Luriel Fiert siempre se mantuvo firme. Pero en aquel momento, Adam Walton no la había humillado a ella, sino a sus compañeros con una verdad atronadora que había desvelado de su pasado y plantando una semilla de duda en el interior de Luriel que duró el instante suficiente como para provocar aquello. Pero aunque fuese sacrificándose a si misma, se encargaría de destruir aquel pensamiento en contra, todo para volver a creer en ellos. Para volver a creer en Evolution.

La espada de Luriel chocó contra la espada corta que había desenfundado Gladius, quien se había colocado en la mesa entre su señor y el ataque relámpago de Luriel haciendo uso de una gran agilidad. Su rostro denotaba una desagradable sorpresa, como si de cierta forma no quisiese hacer lo que está haciendo. Demostrando por tanto que aquel sentimiento que tenía él de acercarse más a Luriel y que esta no la considerase un enemigo era verdad.

- ¡Apártate! -. Gritó Luriel antes de que cualquier otro de la reunión pudiese incluso hablar. Los guardias desenvainaron sus armas y se acercaron, rodeando la mesa. Todos los demás se habían levantado y habían dado un par de pasos hacía atrás, algunos de ellos desenfundado sus armas, como hizo Gary Marán. Todos menos Adam Walton, quien seguía sentado, esbozando una sonrisa de satisfacción más placentera que todas las que esbozó con todo lo que le había hecho a Luriel en el pasado. Y eso la enfureció aún más.

- ¡No... No puedo! -. Le soltó Gladius, quien intentaba adoptar un tono más tranquilizador para concienciar a Luriel de que detuviese aquella locura. Pero ya era demasiado tarde.

- ¡He dicho que te apartes! -. Luriel siguió sosteniendo su arma con la mano derecha pero llevando esta vez la izquierda a la guarda -. ¡Luz de Th...

- Adelante, sigue... Tú no pagarás los platos rotos -. La interrumpió Adam Walton y ante aquellas palabras, Luriel dudó en efectuar el ataque que hubiese arrasado toda la torre en la que se encontraban, pero igualmente siguió manteniendo el choque de espadas contra Gladius -. Ya es demasiado tarde. Me refiero, por supuesto, a que ya no puedo castigarte a ti en este tipo de actos. Tu matrimonio es tu salvaconducto en este momento, dañar tu estatus supondría que no se celebrase la boda... Y nadie quiere eso. Así que... Supongo que tendré que elegir a alguien que se lleve el castigo por ti...

No...

Luriel estaba dispuesta a sacrificarse a ella misma por todo lo que había pasado, pero si alguien iba a sufrir las consecuencias en su lugar...

- Veamos... ¿Qué te parece... Mmmm... Por ejemplo... Si condeno a muerte a tu amigo, tu querido Suther Swan?

- ¡NO! -. Gritó ella de terror al mismo tiempo que aflojaba fuerzas en su arma. Gladius aprovechó a aquello para hacer fuerza pero hacía abajo, para que ambos bajasen sus espadas. Dos hilos cristalinos surgieron de los ojos de Luriel y recorrió ambas mejillas.

- ¿Ah, no? Bien... -. Adam Walton chasqueó los dedos y los guardias entendieron que ya llegó el momento de que bajasen de la mesa a Luriel y la retuvieran para que no intentase nada más -. Supongo que el Capitán Velvet coincidirá conmigo en que... Bueno, podríamos darle una oportunidad a tu amigo, al fin y al cabo él no ha hecho nada malo ¿No crees? Quizás poniéndolo en un combate a muerte contra el mismísimo capitán ¿Qué le parece, Velvet?

- Eso sería perfecto -. Sonrió sádicamente Velvet, disfrutando de la expresión de terror que se marcaba en Luriel. Todos sabían perfectamente que debido al estado físico de Suther tras la guerra no podría llevar a cabo combate alguno sino que sería una masacre.

- No... -. Soltó ella de nuevo con un susurro.

- ¿No? -. Preguntó Adam con una burla.

- No... -. Volvió a decir Luriel. Sabía que el regente sería de sobra capaz de llevar a cabo tal acto inmundo, así que debía de recurrir a algo con lo que pudiese salvar a su amigo  -. Yo le representaré en batalla -. Terminó diciendo y todo quedó en silencio. Velvet sonrió aun más, indicando que aquella idea le atraía incluso más que la de acabar con alguien que no se pudiese defender de ninguna forma.

- No te creas que porque no pueda condenarte o despojarte de tu título no puedo castigarte de otras formas. Está bien, lucharás por la vida de tu amigo pero las reglas del combate las pondré yo -. Terminó diciendo.

Luriel entendía que esas reglas la pondrían en una desventaja brutal, pero igualmente haría todo lo que fuese posible para que Suther no muriese. Su nombre no se uniría a las lápidas de los soldados de Taneir, consejeros y miembros de Evolution que lucharon contra aquella injusticia. 

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