Iba a cumplirse ya casi una semana
desde que Akshael, Jhin, Janna y Scarlett se habían separado del
resto de Evolution. Habían decidido gracias a los consejos de
algunos miembros de La Jauría Negra que irían cerca de la
cordillera, el tiempo sería un poco más fresco pero evitarían
algunos caminos más principales. Gracias a los avisos se habían
preparado para el viaje con ropajes más gruesos y mudas de sobra,
además de un saco de dormir para descansar lo mínimo indispensable
y no depender exclusivamente de posadas de poblados que pudiesen
cruzar.
El objetivo era llegar cuanto antes a la capital para hablar con esa “Emperatriz” y arreglar diplomáticamente los problemas entre su gente y los que apoyaban a La Jauría Negra y buscar una alianza para pararle los pies a la Confederación y a sus aliados del Vacío y quizá una posible baza a la que agarrarse cuando Evolution volviese a enfrentarse a Trenler.
Por ello mismo viajaban en Scarlett,
más veloz que un caballo, Akshael manejándola y Jhin detrás,
mientras que Janna no tenía que sufrir el frío ya que pasaba la
mayoría del tiempo dentro del paladín. Tan solo paraban para
descansar, aunque en esos descansos Akshael aprovechaba para
inculcarle conocimientos bélicos o mágicos a Jhin y a Janna. Pese a
la prisas, el ambiente era animado y siempre lo estaban pasando bien
entre bromas.
Pero aunque los ánimos fuesen
positivos, una mañana comenzó a nevar levemente, llenando a trozos
el suelo de nieve. El frío golpeó con más fuerza al tras pasar la
tarde y pasó algo que Akshael no quería que pasase...
- Joder que puto frío ya, no puedo
máaaaaaaaaaaaas -. Dijo el paladín mientras tiritaba -. Vamos a
descansar hoy ya, que se me están helando hasta los ojos. Nos
acercaremos a la ladera a ver si encontramos una cueva y allí
descansaremos, no me apetece seguir más por hoy.
Jhin tan solo asintió mientras también
tiritaba, aunque él estaba protegido por delante por el cuerpo de
Akshael, mucho más grande que el de él.
- Haremos las guardias de siempre, Janna
tú primero, vigila desde un sitio que no te vean, después Scarlett
junto a Jhin y yo al final, así os prepararé el desayuno mientras
vosotros termináis de descansar y pienso qué entrenaremos antes de
seguir el viaje.
Encontraron fácilmente una pequeña
cueva que les servía de refugio, Akshael hizo un fuego en un momento
y tras una escueta cena, tan solo Janna se quedó dispuesta. Los
otros dos ya se encontraban escondidos en sus sacos de dormir
buscando algo de calor y descanso.
Tras un rato de duermevela algo
despertó a Akshael, un pequeño picorcillo en la nariz. Farfulló e
intento volverse a acomodar dentro de los límites que el saco le
dejaba.
- Akshael vamos, despierta -. Terminó
por escuchar el paladín.
La voz la reconoció inmediatamente, se
trataba de Janna, que además estaba intentando golpearle a través
de los abrigos que le cubrían la cara.
El paladín se incorporó un poco
buscando con la mirada a Janna y esta al comprobar que Akshael
reaccionaba señaló hacia la entrada de la cueva acompañado de un
“mira...”. Al momento Akshael lo vió: una criatura blanca, con
aspecto humanoide y con terminaciones de aspecto cristalino en
algunas partes de su cuerpo estaba mirando hacia el grupo. Parecía
tener cara, aunque parecía más un dibujo de un niño a una cara de
verdad, pues era irregular y simple. Cuando la criatura comprobó que
Akshael reaccionaba tanteando una de sus armas, encontrando primero
la espada e incorporándose, esta comenzó a avanzar hacia ellos
bramando.
- ¡Despierta Jhin! -. Gritó Akshael
mientras encontraba su maza y se la pasaba al chico.
El paladín de Thor se deshizo de los
abrigos que le molestaban para moverse bien tropezándose por culpa
de la prisa aunque supo recomponerse rápido y cargó contra la
criatura que les había sorprendido. Una de las zarpas, cuyas “uñas”,
o garras más bien, parecían también de cristal, es lo que la
criatura usó para evitar la carga que se le avecinaba pero el
paladín fue más rápido y supo hacer un corte por debajo de la
muñeca de la criatura evitando la defensa. Akshael se supo con
superioridad ante la criatura pero utilizó su conjuro para afectar a
criaturas de tamaño mayor a él para acabar el combate cuanto antes,
no quería perder tiempo de descanso.
Esa preocupación se pasó al instante
cuando la mano que formaba la criatura cayó encima suya, convertida
en nieve y fue ahí cuando el grupo se dio cuenta de que la criatura
estaba hecha de nieve e hielo.
Justo aparecía cargando Jhin con la
maza en alto, con la misma convicción de demostrar su maestría con
las armas que dificultad a la hora de blandir la maza de La Jauría
negra. El ataque de Jhin atravesó a la criatura cuando le atacó de
frente y cayó tras ella enterrado en nieve.
La criatura pareció asustarse e
inmediatamente dio media vuelta, sin medio torso por culpa de Jhin y
sin una de sus manos por culpa de Akshael. En cuanto esta se giró,
se volvió a recomponer gracias de lo que parecía la humedad o
restos de nieve del entorno. Akshael fue más rápido que él y
conjuró a su elenco de caballos para que cargasen de fuera hacia
dentro de la cueva para que la criatura de nieve quedase encerrada y
no pudiese escapar.
- ¡Analízalo Janna! -. Ordenó Akshael
y la pequeña hada le hizo caso inmediatamente.
La criatura se detuvo delante de los
caballos y giró la cabeza, esta vez con algo parecido a una mueca de
terror. Pasados unos segundos en los que el combate se paró pues
todos los contendientes estaban a la espera Janna habló:
- Eh... No es real, es fruto de algún
hechizo parece ser...
Akshael relajó la postura de combate y
conjuró un disipar magia, haciendo que la criatura inmediatamente
desapareciese deshaciéndose.
- Vaya... ¿quién po... -. Akshael paró
lo que estaba diciendo pues se había percatado de una presencia
nueva, que vio gracias a que el bulto que ocupaba la criatura ahora
no estaba.
Una chica estaba junto a los caballos,
acariciando a un par de ellos hasta que se percató de que todos,
incluido Jhin que había conseguido salir de entre la nieve y se la
estaba terminando de sacudir, estaban pendiente de ella.
Akshael probó a detectar el mal en
ella y no encontró nada por el estilo, pero sí un poder mágico.
- ¿Has invocado tú eso?
La chica tenía la piel oscura con el
pelo grisáceo, pese a que no era demasiado alta y su cara presentaba
un aspecto joven, no parecía mayor, aunque a que el color de su pelo
le hizo pensar a Akshael que sería una persona más adulta.
Utilizaba unos ropajes azules y blancos que le abrigaban, como si de
una túnica se tratasen, aunque no se acercaban ni de broma a la
exageración de abrigos que estaban utilizando The New Legacy. La
chica, ante la pregunta se asustó pues no se había dado cuenta de
que todos estaban pendiente de ella. Intentó presentarse firme, como
para aparentar seriedad y ocular la devoción que hasta hace nada
mostraba por los animales invocados por Akshael.
- Lo... lo siento... Solo quería
pediros... -. La chica se quedó callada, intimidada por la mirada de
sorpresa de Akshael y los demás. Comenzó a caminar dando vueltas
prácticamente en el mismo sitio, con las manos en la espalda como si
intentase disimular la situación -. ¡Qué divertido es andar sobre
nieve virgen! - dijo con la sonrisa más forzada jamás vista.
- ¿Qué? -. Soltó Akshael.
- Perdona... Solo quería volver a ver a
estos caballos tan bonitos... Me daba vergüenza despertaros así que
envié a mi... amigo. Es amigo mío.
- ¿Los caballos?
- ¡Sí! -. Dijo la chica cuando la
tensión en el ambiente parecía ir desapareciendo -. Me encantan los
animales. Yo antes me dedicaba a criar cabras y los caballos se
parecen mucho, ¿no? Jiji.
- Pero... ¿me estás hablando en serio?
Sabes que estos caballos no son reales, ¿no? Son creación mía por
medios mágicos.
- ¿Y qué más da? Al fin y al cabo el
mundo es el tapiz en el que nosotros creamos -. Dijo esta vez con una
sonrisa sincera, parecía satisfecha.
Pasadas las primeras impresiones el
grupo la aceptó dentro de la cueva y pese a que tampoco fluía la
confianza, la tensión desapareció totalmente. La chica se notaba
sincera e inocente, como si de un niño perdido se tratase. Había
sido criadora de cabras hacía no mucho tiempo y vivía con su
familia en una tribu nómada de las montañas de no muchos miembros.
Entre ellos había una especie de ritual, sin ningún método mágico
real implicado, en el que los niños daban paso a la madurez y se
especializaban en alguna ocupación como cocinero, cazador o como el
caso de Taliyah, que así se llamaba la chica, criadora de cabras.
Cabras que no eran comunes, pues eran mucho más grandes y eran
utilizadas por la antigua tribu de Taliyah como montura para viajar a
veces entre las montañas.
Por un segundo, Akshael se asustó al
imaginar que Taliyah fuese una miembro de la tribu de Ike, por el
poder mágico y el color azul que tenían en común. Pero las
montañas a las que Taliyah hacía referencia y donde supuestamente
había nacido Ike estaba a millas de distancia.
La chica había descubierto sus poderes
en el ritual del que hablaba, cuando procuró concentrarse y entrar
en lo que la “chamán” de su tribu llamaba trance comenzó a
utilizarlos sin darse cuenta, provocando un accidente en el que
Taliyah no quiso entrar en detalles pero despertó temor entre los
suyos. Tras un tiempo de recelo hacia ella, incluso su familia le
aconsejó que se fuese, por lo menos, hasta controlar sus poderes y
por eso ahora se encontraba sola, joven y con unos poderes que apenas
comprendía aunque durante unas semanas compartió camino con un
chico que le explicó que ella era capaz de controlar un elemento y
apenas le explicó nada más. El chico la dejó atrás una noche y
ella no supo nunca más sobre él.
El corazón de Akshael se ablandó
cuando se enteró de su historia y la vio como la típica
incorporación a Evolution de última hora. Pero esta vez tenían
prisa y no podían hacerse cargo de ella, pues apenas la conocían de
ese rato, rato que se alargó un día entero para que todos pudiesen
descansar bien.
- Mira, nos encantaría que nos
acompañases, tenemos amigos que podrían ayudarte con tu...
habilidad. Yo tengo algunos poderes también que no comprendo y ellos
me ayudan... pero tenemos obligaciones y allá donde vamos es
peligroso.
- ¡A mí me da igual!¡Podría
ayudaros! -. Le respondió Taliyah a Akshael intentando esconder la
desesperación.
- Taliyah, quedemos aquí, por esta
zona. Si todo marcha bien en apenas unas semanas estaremos de vuelta
y podrás venir con nosotros y convertirte en todo una puta ama
gracias a tus poderes, pero tendrás que ser paciente, esa será la
prueba para demostrarnos que eres apta. -intentó explicarle Akshael
con una sonrisa para convencerla.
- Vale, pero no me dejéis aquí por
favor, os esperaré lo que haga falta... -. Finalizó la conversación
Taliyah agachando la cabeza.
El grupo prestó algo de las
provisiones a Taliyah aunque esta estaba preparada para cazar, pero
lo agradeció con mucha ilusión. En cuanto estuvieron descansados y
listo, partieron de inmediato a lomos de Scarlett.
Días más tarde el grupo se encontraba
agraciado por un clima más agradable, el frío y la nieve
desapareció para dejar lugar a un tímido sol y algo de buena
temperatura. El ambiente, pese a que nunca fue malo entre The New
Legacy, mejoró y se notó en actitud de estos.
- Pues decidido, cuando sea rey de
Taldmet seréis nombrados con los cargos más chulos que queráis.
Janna será la reina de las hadas de todo mi territorio además, eso
está claro.
- ¿Y yo? -. Preguntó creciéndose Jhin
ante Akshael.
- Tú el rey de los niños, gobernarás
a todos los niños y podrás estar en los cumples de todos y jugar a
la pelotita, qué chulo ¿eh?
- Bah... -. La cara de alegría se
transformó en amargura ante la burla de Akshael -. Seré el
comandante real, yo lideraré toooooooooodo tu ejército y habrá
soldados que tiren rayos y tendré un pelotón de gente con Vitalis
como yo y...
- Jajajajaja, primero a ver si te
decides por utilizar un arma en concreto y ser el mejor con ella y
luego ya hablaremos de ejércitos, aunque si eso te hace ilusión...
mientras me rindas pleitesía seré generoso.
Y así siguieron con las bromas sobre
los futuros cargos cuando Akshael reinase, amenizando el viaje pese a
que a la hora de la verdad, estaban dispuestos a hacerlo perfecto.
Sin embargo, el paladín sintió un escalofrío justo cuando soltó
aquellas palabras sobre su reino natal, no solamente sintiendo que lo
echaba de menos...
Había algo más, como si tuviese un
extraño presentimiento de que su reinado jamás sucedería.
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