27 sept 2017

El fin de todas la cosas, parte 1


- ¡Maief, nos replegamos hacia las rocas, son demasiados! -. Gritó Jhin, cargando con el cuerpo inconsciente de Flora.

La elfa sufrió tal nivel de shock por la perdida de Gael Armstrong, que eso dificultaba los intentos del joven por ponerla a salvo, de manera que tuvo que propinarle un buen golpe para que así fuese más fácil cargar con ella. Maief cerraba el paso de los Destructores que perseguían a Jhin, pero los modelos con los que se habían encontrado, capaces de absorber e imitar los ataques que se proyectaban en ellos hacían muy difícil el acabar con ellos, más cuando se habían juntado tres de ellos con los poderes de la propia Maief, Alleria y Jhin.



- Eso es, venid a las montañas -. Susurró el joven intentando mantener la cabeza ocupada en todo momento en la situación en la que se encontraban, ya que todavía tenía la imagen de Gael siendo descuartizado si cerraba los ojos.

- Bien, en cuanto os ocultéis en las rocas usad los clones de Jhin para despistarlos y luego dispersaos -. Se escuchaba decir a Raeric a través de la comunicación telepática de las monedas.

Toda la base noroeste de las montañas de la isla estaban bajo el control de los Destructores, que hacían de muro de contención entre las fuerzas de Evolution y R-Evolution repartidas por allí y la sede científica, ya protegida por una cúpula mágica translucida de color violeta. Alejarse de los Destructores no fue demasiado complicado para Jhin y sus poderes disuasorios ya desarrollados. El problema para el joven residía ahora en qué iba a hacer con Flora, no podía dejarla por allí pero tampoco cargar con ella por la montaña; Si se encontraba un enemigo no podría luchar al mismo tiempo que la protegía. Candy era quien tenía el regenerador pero había escuchado que se encontraba junto con Akshael, Thaine y Alanne buscando las balizas de conexión de la cúpula. El plan de despistar a los Destructores era el de ofrecer apoyo en las distintas balizas pero eso imposibilitaba que fuese factible llevar a Flora a una zona tan peligrosa. Tampoco podía retroceder hasta los barcos, los Protectores estaban empezando a tomar bajo control la situación en la costa tras la llegada de Trenler.

- No me queda más remedio... -. Dijo soltando el cuerpo de Flora entre la maleza de un saliente rocoso -. No te dejaré sola, Flora... No después de lo que le acaba de pasar a Gael -. Le dijo a la elfa inconsciente como si esta le pudiese escuchar. Aquellas palabras Jhin las soltó con mucho esfuerzo y con la voz tomada.

Así que esto era una guerra, una de verdad.

Ahora que estaba en una zona más calmada podía sentir con mayor claridad el sudor que empapaba su cuerpo y los latidos del corazón que retumbaban en su cabeza. Los estruendos ruidos de la guerra resonaban de lejos pero muchos sonidos eran aislados por el fuerte viento y la lluvia incesante. Jhin se sentó en una roca cercana a Flora e hizo guardia esperando que despertase pronto, mientras que prestaba toda su atención en escuchar cualquier noticia de Evolution a través de la moneda o del transmisor electrónico.

Se relajó tanto en descansar y esperar noticias mediante los métodos de comunicación que a duras penas se dio cuenta de un ruido justo en el momento final. De un sobresalto, se levantó y empuñó su alabarda.

- ¿¡Quién coooooño anda ahí!?

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Lejos de las montañas, en la costa cercana de la isla principal junto con el islote del Escudo Gea, se libraba una batalla de tal poder que incluso derribó el entrante de muralla principal que sobresalía hacía el mar en la isla principal. Allí acababa de ser estampada una semielfa, en la pared rocosa acantilada de la costa junto a la muralla, justo debajo de donde se alzaban varias torres vigía de los Protectores.

- ¿Un ángel?

Iris Lien se encontraba atónita ante el poder de su rival, un ser alado acababa de golpear su velo con tanta fuerza que consiguió llevarse de lleno a ella también, mandándola a volar y haciéndola chocar con las rocas del acantilado. Afortunadamente pudo reaccionar a tiempo gracias a su rápido sortilegio del explorador en ruinas y pudo transformar el velo para que le cubriese también la espalda, evitando así que sufriese daños serios por el choque. Frente a Iris se encontraba aquel celestial con quien estaba combatiendo; un humanoide de piel pálida envuelto en una armadura plateada y reluciente, portando una larga espada cuya punta se ensanchaba hasta ser parecida a la de la punta de una flecha, sus largas alas de plumas blancas las batía con grácil lentitud y parecían tener luz propia.


Iris se recompuso justo a tiempo para evitar la acometida de la celestial evocando un muro de fuerza con el que chocó su espada con tanta fuerza que provocó un ruido ensordecedor. El impacto fue tan fuerte que el muro de fuerza, a priori invisible, empezó a mostrar unas grietas blancas de como era casi destruido. Pero en vez de seguir centrándose en defenderse, Iris se teletransportó en la espalda de aquella ángel y emitió una onda de los siete colores que conformaban su poder de Iniciada en los Siete Velos. El haz no solo no estalló sino que fue repelido por, quien sabe si la armadura o la piel de aquella mujer, hasta que impactó en el mar con una gran explosión y levantando una enorme cantidad de agua que arrasó con varios barcos en los alrededores.

- Tcht... Es demasiado resistente -. Se lamentó Iris mirando de reojo la destrucción que había provocado su propio ataque.

La celestial cargó contra ella, con su espada en alto, Iris fue a conjurar de nuevo su velo de resistencia capaz de repeler su ataque pero esta vez su rival tuvo más astucia y contraconjuró para evitarlo. Sin ninguna protección presente, Iris se quedó atónita viendo con impotencia como la espada de su enemiga se alzaba y empezaba a descender amenazante sobre su cuerpo. Pero en el último momento se detuvo; la celestial se había percatado del ataque a distancia que le venía desde otra dirección y tuvo que detener su propia acometida contra Iris para esquivarlo. Una lluvia de flechas pasaban entre Iris y el angel, justo en el lugar donde estuvo ella a punto de impactar en la semielfa.

- ¡Gracias, Sarayu! -. Se giró Iris hacia la arquera, que estaba en el lomo de su águila gigante y tenía el arco tensado con más flechas, lista para volver a atacar.

Pero ella, desde su posición, no veía lo que Iris veía que surgía en su espalda.

- ¡Detrás tuya! -. Le intentó avisar ella pero no pudo a tiempo.

Una gran cola negra escamada y provista de púas óseas surgía desde el mar y se agitaba en dirección a Sarayu. La arquera no lo vio a tiempo, el coletazo destrozó a su compañero animal y ella salió despedida en una extraña posición hasta impactar desde tanta altura en el agua.

- ¡SARAYU, NO! -. Iris se había sumido en el pánico, descendió del aire hacia el lugar donde había caído su compañera en el mar, pero lo hizo completamente absorta de lo que la rodeaba.

- Lo siento mucho -. Por primera vez, la celestial habló. Lo hizo desde la espalda de Iris, con un ataque inexorable que de nuevo iba a herir fatalmente a la semielfa.

Un bloque de hielo surgió entre la espada y e Iris, que se formó del todo hasta convertirse en una mano gélida que sostuvo a la elfa y la sacó de la zona de peligro, hasta uno de los barcos. Taliyah había llegado desde uno de los torreones de los Protectores y había salvado a Iris, que estaba sumida en la impotencia y en el pánico. Pero ante ella se encaraban la celestial y un enorme dragón negro que surgía del agua. Y, enfrente de ambos, el Almirante Wyrth Lionheart.

- ¿Qué podemos hacer... ante un tipo así de fuerte? -. Soltó Iris completamente descolocada.

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La costa este de la isla principal del archipiélago estaba irreconocible. En un primer momento presentaba un aspecto impoluto, preparado con la artillería y las fuerzas rasas de los Protectores, plantadas en zonas reforzadas de hormigón blanco que se extendían por todo el largo de la bahía que se situaba frente al enorme Bastión del Ojo. Las líneas de defensa de los Protectores se esparcían desde la imponente fortaleza principal anclada en las montañas hasta la costa, no por distintos niveles de amurallamientos sino por toda una zona construida y escalonada, como si todo el ancho fuese como una ciudad, como una propia fortaleza en sí.

Luego la imagen cambió. Esa zona impoluta pasó a estar salpicada por los bombardeos y sortilegios cuando las fuerzas de Evolution, los incontables barcos empezaban a desembarcar sus fuerzas y llevaban las refriegas cada vez más hacía el interior. Sin Trenler o los imponentes Destructores presentes, la batalla estaba equilibrada e incluso decantada a favor de la fuerza atacante, debido a la superioridad numérica.

Pero entonces, el paisaje volvió a cambiar. Ante las fuerzas de Evolution y R-Evolution apareció Trenler. En lugar de abrir sus característicos portales transparentes, como ondas del agua resonando en el aire, abrió unos enormes portales compuestos de una energía densa y oscura. De esos portales surgieron decenas de los buques de los Protectores, pero estos no contaban con ningún tipo de tripulación.

- ¿Qué cojones... es eso? -. Era prácticamente lo que más se escuchaba entre los hombres que asaltaban la costa.

Los buques parecían actuar por sí solos, como si tuviesen vida propia. De cada uno de ellos surgió la misma energía negra de la que parecían estar compuestos los nuevos portales de Trenler. Esa energía se condensó y solidificó hasta que sirvió para que actuara como extremidades de los buques en tierra.

Entonces empezó el verdadero caos.

Todos ellos empezaron a bombardear sin cesar a las fuerzas atacantes mientras que los Protectores se replegaban. Las edificaciones eran arrasadas, de manera que no había lugar en el que resguardarse. Todo el campo de batalla se convirtió en una montaña de escombros, restos humanos y proyectiles de artillería aún calientes. El cielo se oscureció más de lo que estaba por las nubes borrascosas, debido a  las innumerables columnas de humo negro que surgían de las zonas incendiadas de aquellos proyectiles que poseían munición incendiaria. En ese instante, un dragón verde surgió de entre el humo y cargó contra el mismísimo Trenler. Debido al caos esparcido, nadie pudo avisar a la criatura de que no hiciese tal locura. Trenler disparó hacía ella una lanza negra que la devastó y su enorme cuerpo cayó arrasando aún más el campo de batalla.

Debido a todo aquel caos, una pequeña hada que se encontraba analizando con su poder algunos rivales perdió de vista a su pareja. No lograba dar con él a pesar de que sobrevolaba la zona, tosía debido al humo y se manchaba de hollín al intentar, sin éxito, levantar los escombros de los que sobresalían extremidades de aquellos sepultados por los derrumbamientos.

- ¡Mikaeeeel! ¡MIKAEEEEEL!

Pero ni siquiera su voz lograba superar el ruido de los gritos de dolor y de las explosiones. Las lágrimas producto del sufrimiento y del humo empañaban la visión de Janna. Y esta no pudo ver que se había adentrado en zona enemiga sin siquiera saberlo. Cuando pudo darse cuenta tenía frente a sí un Protector que doblaba el tamaño de un humano a punto de impactar en ella con un mangual. Gracia a su tamaño Janna pudo esquivarlo pero estaba completamente aterrada y no pudo esquivar el golpe que este propinó con su mano. Janna chocó con un muro semi derruido y se quedó aturdida por el dolor en su espalda, ni siquiera podía agitar sus alas para volar.

- ¡MUEREEE! -. Gritó el Protector alzando de nuevo su mangual tras aproximarse a aquel muro.

- ¿Pero qué clase de cobarde ataca a un ser tan puro como un hada?

El Protector ni siquiera pudo llevar a cabo su ataque, fue totalmente paralizado.

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Lejos de toda la acción, tanto de la sede científica como de la costa este de la invasión, un único atacante se adentraba en un edificio anexo del Bastión del Ojo, situado en la cara este de las montañas de la isla. La construcción, alargada y de varios pisos, ocultaba la mitad en el interior de la montaña, pero la entrada quedaba totalmente descubierta. Y...

- No... No me puedo mover.

- ¿Qué...me está... pasando?

Varios Protectores situados en la entrada se encontraban completamente paralizados. Algunos justo cuando empuñaban sus armas, otros cuando estaban a punto de conjurar algún sortilegio. Entre todos ellos, un solo individuo avanzaba entre ellos.

- ¿Acaso pensabais que me podríais alcanzar con vuestros ataques telegrafiados? -. Preguntó lentamente y con voz melosa a aquel que estaba adentrarse en aquel lugar.

- Tú... eres...

- Director... Rezjorvaiyan.

- Ex-director, Protector -. Le corrigió.

- Así que es verdad que nos traicionastes.

Del corredor principal del edificio surgía un individuo con el uniforme de Protector perteneciente a la de los directores científicos de la organización. Delgado, calvo y de piel oscura, aquel hombre aparecía sosteniendo una espada de hoja más fina, que parecía ser un cruce entre un estoque y una espada bastarda, debido a su longitud.


- Renzai... Cuánto tiempo sin verte -. Comentó Rezjorvaiyan con sarcasmo en sus palabras -. Me pregunto por qué un director científico esta al cargo de este sector, tan lejos de la sede.

- Quién sabe, Rezjorvaiyan... -. Renzai empuñó su espada y se colocó en posición para atacar -. Quiero que sepas una cosa...

Renzai propinó un tajo al aire y consiguió crear una onda cortante a causa de la presión de su espada. La onda avanzó de la misma forma que Renzai realizó el tajo, de manera vertical. Para Rezjorvaiyan no parecía demasiado difícil esquivar algo así, tan solo necesitó echarse hacía un lado ligeramente. Pero entonces, con un gesto de su mano, Renzai cambió la trayectoria de la onda a una forma horizontal. Rezjorvaiyan se sorprendió levemente pero aún era algo de lo que podía manejar gracias a su sortilegio de espacio raro que tanto le gustaba usar. Sin embargo, Renzai apareció en su espalda.

- Tus sellos no servirán conmigo -. Dijo con la misma voz tranquila, justo antes de atacar a Rezjor. Este se detuvo que defender con su brazo izquierdo, que fue atravesado de lleno por la espada.

- Mi brazo... No me lo siento -. Se percató Rezjor -. Ya veo, así que es cierto que tu fama de cirujano es de sobra merecido en ti.

- Así es, he inhabilitado los nervios de tu brazo, no podrás usarlo.

- Eso me suena a algo que haría un sello.

- Conozco de sobra el poder de tus sellos, no lograrás aplicarme ninguno.

- Entiendo, no solamente he perdido la movilidad en mi brazo sino que no puedo emitir mi poder a través de este de ninguna forma. De verdad que ha sido una buena jugada... -. Con su mano libre, fue a señalar a Renzai en gesto de aprobación, pero este actuó antes de siquiera pudiese hacerlo.

- Te he dicho que es inútil -. Renzai volvía al ataque y Rezjor tenía dificultades para contrarrestar la agilidad de su rival con la suya reducida. Con un brazo menos, debía procurar por todos los medios que la espada no alcanzase el otro bajo ningún concepto. Así que sin tener la posibilidad de sellarlo, fue a desenvainar su espada pero... -. Tampoco te dejaré recurrir a tu arma del Protector -. Con una maniobra marcial, después de que Rezjor esquivase su espada, le golpeó con una patada en la mano de la espada justo cuando la estaba desenfundando.

En combate cerrado, Renzai parecía superior a Rezjorvaiyan en todos los sentidos. Tras impedirle que desenfundase la espada, llevó a cabo un ataque en forma de arco horizontal con su espada. Rezjorvaiyan había perdido el equilibrio por la patada así que saltó y se sostuvo en el brazo de Renzai como punto de apoyo.

- Te tengo justo donde quería -. Anunció Renzai, que había conseguido predecir el movimiento de Rezjorvaiyan y lo que consiguió cortar fue la correa de cuero de la funda de la espada. Tras eso se revolvió con una pirueta para quitárselo de encima y volvió a coger distancia. Renzai había conseguido desarmar a Rezjorvaiyan, pero este no parecía perder su compostura, como la media sonrisa que tenía permanentemente en el rostro.

- Bravo... Te aplaudiría si pudiese, pero ya sabes...

- No juegues conmigo, estás perdido.

- Ciertamente, un rival que conoce tan bien mis poderes y que mantiene la mente serena en el combate es muy difícil de sellar. Pero... -. En ese momento, Rezjorvaiyan cambió la forma en la que hablaba -. ¿Qué pasaría si ese rival no pudiese evitar un sello que ya tuviese encima?


- No lograrás desestabilizarme. El siguiente ataque será el defini... -. Pero Renzai tuvo que dejar de hablar y tosió una flema de sangre -. ¿Cómo... ¿¡Cómo es posible!? ¡No he cometido ningún error!

- Exacto, no has cometido ningún error en este combate... Pero el sello que te está afectando lleva aguardando en tu cuerpo durante mucho tiempo...

- Mucho tiempo... Pero te fuiste el año pasado... ¿¡Desde cuándo...!?

- Desde que señalé tu indumentaria indicando que tenías una mancha de tomate.

- Imposible... ¿¡Desde entonces tenías planeado todo esto!?

- Para nada -. Rezjorvaiyan se encogió de hombros mientras esbozaba aún con mayor satisfacción su sonrisa -. Simplemente me divertía poniendoos sellos por entonces.

- ¡Cállate, es imposible que me venzas con algo como eso!

Desbocado, Renzai se lanzó a la carga agitando su espada con muchísima urgencia. El alarmismo había surgido en el director científico y esta vez Rezjorvaiyan esquivaba con mucha seguridad. Ningún ataque podía alcanzarle esta vez.

- Tenía el control... ¿¡Por qué no puedo... -. Pero Renzai se quedó completamente inmóvil cuando fue a reanudar su ataque. Como si recibiese un enorme peso en sus hombros, cayó de rodillas al suelo, sin poder levantarse.

- Sellado y vencido -. Sentenció Rezjorvaiyan.

- Es impresionante... Que me sellaras desde entonces y te sirviese para este momento.

- Tan impresionante... -. Rezjorvaiyan se acercó a él y recogió su espada, que se la volvió a colocar en el cinto junto con su funda -. Como mentira.

- ¿Qué has dicho?

- Nunca te sellé por entonces... El sello que te estaba afectando te lo puse cuando esquivé tu golpe apoyándome en ti. Estabas tan pendiente por desarmarme que no te diste cuenta. Pero mentí diciéndote que te sellé el año pasado, todo para desestabilizarte...

Rezjorvaiyan continuó caminando y se colocó en la espalda de Renzai, pero ya mirando hacía el interior del corredor del edificio en el que estaban.

- Una mente desquiciada es mucho más fácil de sellar que una calmada y plena de concentración -. Continuó -. Por eso te mentí, una vez que saliste de tus casillas, el combate ya estaba sentenciado.

- Ya veo... -. Dijo él que seguía sin poder moverse -. No he podido cambiar el hecho de que Kerry y tu estuvieseis siempre por encima mía... Sois los dos impresionantes.

Rezjorvaiyan, que se consideró en todo momento un escalón por debajo del poder de Kerry Daij, sintió mucha admiración en las palabras de Renzai, que veía a ambos como iguales. Ciertamente él no poseía maldad en su corazón, como lo tenían Kerry o Trenler. Quizás pudiese existir la posibilidad de que se redima cuando acabase la guerra.

- Y ahora... A liberar unos cuantos presos -. Terminó diciendo Rezjor.

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