17 dic 2017

El primer paso para luchar contra una pesadilla

- Yo haré la primera guardia -. Propuso Aleister, levantándose y estirándose para, acto seguido, acercarse al fuego y coger calor para lo que iba a ser una noche larga.

- De acuerdo. Maief y yo haremos las dos últimas -. Comentó Baleny, recostándose en el saco de dormir, bajo los troncos que había cortado para que le sirviesen a Maief y a él de techo y pared, así no recibirían corriente de viento helada alguna.

- ¿Eh? Yo paso de hacer guardia... -. Soltó su mujer, justo antes de echarse por encima la manta de piel.


- Pero... ayer no hicimos ninguno de los dos, hoy nos toca.

- Que no, ofuf... -. Se quejó con un tono bajo, pero no por pudor sino porque apenas se la escuchaba desde debajo de tantas capas de mantas que tenía ya encima.

- Ains... está bien -. Dijo finalmente Baleny a Aleister, resignándose -. Yo haré las dos últimas guardias.

Aleister sonrió al mismo tiempo que negaba con la cabeza, Baleny se encogió de hombros, sonriendo también pero él lo hacía con sinceridad. A pesar de que Maief no dijo nada en señal de agradecimiento cuando su marido le quitó la guardia de encima, este sí que notó una caricia leve en su pie justo en el momento en el que lo dijo. Se terminó de echar y de recostar, abrazando a su mujer desde la espalda de esta.

- Buenas noches -. Se despidió, al mismo tiempo que le daba un beso en el cuello. De nuevo, no recibió respuesta en forma de palabras, sino que Maief reaccionó arrejuntándose más a su marido. Para él, aquel tipo de respuesta, en aquel sitio, con aquella situación... valía más que cualquier otra cosa.

Estaban siendo días duros para Baleny, que había tenido un enorme debate interno últimamente. Durante unas horas, aquel debate parecía zanjado y decidido, pero lo que ocurrió después hizo que cambiase de planes. Iba a abandonar el grupo; lo iba a hacer, todo para asegurarse de que estuviesen bien a costa de su propio sacrificio si era necesario, pues Aleister, que había hablado con Asmodeo, le había dicho que era peor si decidía separarse, sería más vulnerable. Incluso así, no quería que gente buena, como Summer, Layla, Chrysta... sufriesen por su culpa. A pesar de que todos le dijeron que hallarían la respuesta juntos, Baleny estaba decidido a irse. Lo haría con Maief, pues a pesar de todo no soportaba la idea de estar lejos de ella; y quizás lo haría también con Lulu, todo dependía de la respuesta que diese el hada; ese iba a ser el plan la noche del día de la boda de Aleister con Layla. Pero lo que ocurrió con la gema hizo que, en un gran momento de vulnerabilidad, no pudiese dejarles solos: la muerte de Bron, la incapacidad de Summer para traerle de vuelta, junto con su posterior frustración, la destrucción obligada del zeppelin e incluso la confesión de Alicia. El grupo necesitaba más que nunca a Baleny... no, más bien al contrario, Baleny necesitaba más que nunca al grupo. No lo admitía nunca ni mostraba síntoma alguno, pero realmente tenía miedo. De alguna forma, sentía la misma sensación de terror paralizante que sufrió en su infancia cuando pensaba en Asmodeo y lo que podría hacer en este mundo, a pesar de que lo que lo de su niñez fuese un trauma familiar, en contraste con Asmodeo, el origen del mal.

Quizás no podría hallar una respuesta nunca a sus dudas, quizás no pudiese estar a la altura de algo de tanta magnitud como el rey del infierno... pero no estaba solo, encontraría la forma de hallar la respuesta, de vencer su miedo.

Entre todo aquel torbellino de pensamientos, Baleny se quedó dormido, irónicamente, de manera placentera durante la noche. Horas más tarde...


- Venga, despierta.

- Voy... -. Decía él, aunque se quedaba dormido de nuevo.

- ¡Venga!

Cuando Baleny abrió los ojos, ya no era de noche ni le había despertado el que correspondía del anterior turno, que era Layla. En vez de todo eso, la voz era de Maief y ya podía verse el cielo azul entre las ramas de los árboles. Todo el grupo estaba en pie, recogiendo sus cosas.

- ¿Qué? ¿Y mi turno? Mi doble turno... -. Bostezó y se incorporó levemente.

- Te has librado ¡venga, que hay que ponerse en marcha! -. Apremió Maief, quitándole la manta de encima. Baleny recibió una bofetada de frío en todo su cuerpo que llevó a tiritar y levantarse de inmediato.

- ¿Cómo que me he libr...

- Summer hizo los turnos por ti -. Explicó Aleister, al ver lo que iba a preguntar Baleny.

- ¿Summer? -. Mientras se vestía, el líder de Absolution miró a la joven clériga. Esta no había hablado mucho últimamente y Baleny dejó que la chica se tomase un tiempo para reflexionar por sí misma, antes de que este estuviese dispuesto a hablar con ella.

- Siento haber estado tan distante últimamente -. Se disculpó, haciendo una pequeña inclinación -. No quería preocuparos, al fin y al cabo nos necesitamos los unos a los otros.

- No tienes por qué disculparte -. Se sinceró Baleny -. Ni mucho menos haber hecho cuatro horas de guardia.

- No te preocupes -. Atajó, negando con la cabeza -. Gracias a eso, he tenido tiempo para pensar en todo ¡Debemos seguir adelante, como grupo!

- ¡Así se habla!

- ¡Sí!

- ¡Oeeeee!

Con los ánimos bien cargados, el grupo se puso en marcha por el bosque, aunque no pasó mucho tiempo hasta que notaron algo extraño.

- ¿Qué es esto? -. Preguntó Layla, extrañada.

- ¿Vosotros también os habéis dado cuenta? -. Soltó Alicia, susurrando.

- Sí... -. Baleny también se había percatado.


Gradualmente, a medida que pasó parte de la mañana, el frío fue arreciando. Pero lo hizo hasta un punto en el que se dieron cuenta de que ya no corría viento, de que no se escuchaba el sonido de animales o insectos en las cercanías, de que ya casi parecía que hacía calor.

- Desenvainad.

La ausencia total de frío se convirtió en una oleada de calor intenso, como si bajo la tierra que pisaban hubiese una marea de lava a punto de engullirles. Entonces, la tierra se resquebrajó hasta formar enormes grietas, que dividieron el terreno en varios puntos a su alrededor. El grupo formó entonces un círculo, preparado para lo que pudiese pasar. Baleny ensanchó su mirada, como gesto de sorpresa y miedo al mismo tiempo, de entre las grietas no solamente surgió lava como si fuese agua chocando contra las paredes de un acantilado, sino que también se abrieron varios de sus portales. Intentó concentrarse en cerrarlos, pero no solamente no funcionó sino que estos se prendieron en llamas. Entonces, de cada uno, surgieron varias figuras demoníacas como las que ya había visto anteriormente, tanto en su visión como en el salón de la academia.

Aquellos seres rieron y pronunciaron unas palabras que Baleny no entendió.

- ¿Qué dicen? -. Le pidió este a Summer.

- Dicen... que ha llegado el momento... que hoy Asmodeo recuperará lo que es suyo -. Summer pronunciaba aquellas palabras al mismo tiempo que se encogía por la intensidad de la situación. No solamente fue ella, sino que otros muchos también parecían igual.

- ¿Qué hacemos? -. Preguntó Alicia, también asustada.

- Son demasiados... -. Aquella fue Layla, que soltó aquellas palabras como si fuese un leve balbuceo.

- ¡Baleny, tengo miedo! -. Exclamó Lulu, escondiéndose en uno de sus bolsillos.

Baleny también sentía algo parecido, notaba como su cuerpo le pesaba el doble, pero no mostró aquella sensación al grupo aunque le costaría moverse para luchar. Había llegado el momento mucho antes de lo que esperaba, no estaba preparado para algo así ¿acaso tendrían que luchar contra la horda entera que vio cuando su cabeza atravesó el portal de fuego en el zeppelin? Sería imposible que el grupo saliese vivo entonces...

- Mis aliados os protegerán del fuego -. Advirtió Chrysta, conjurando con sus manos.

- Son unos setenta, salimos a más de diez cada uno -. Calculó Maief, sin demasiada preocupación aparente.

Aquellos dos comentarios sirvieron para que Baleny pudiese relajar sus músculos y pudiese moverse de nuevo con facilidad. Le puso una mano en el hombro a Summer, poniendo aquella cara despreocupada de siempre, con una sonrisa de confianza.

- No te preocupes, lo conseguiremos -. Aseguró. De alguna forma, el resto también se calmaron en gran parte.

- No sabía que el debut de nuestro finisher llegaría tan pronto -. Sonrió Aleister, otro de los pocos que no parecían achantados desde el primer momento.

- Nuestro ultra-finisher -. Corrigió Baleny, disipando la sonrisa y poniendo en su lugar un rostro marcado por la ira cuando devolvió la mirada a los demonios -. Estáis muertos...


Con aquellas palabras, Baleny fue el primero en separarse del grupo para cargar hacia los enemigos. El resto del grupo hizo lo mismo en cuanto le vieron, pero cada uno hacia una dirección diferente. Layla demostró una agilidad increíble y nunca visto antes en ella, pasando a través de varios demonios como una aguja pasa a través de la tela, ensartándolos a todos con estocadas certeras. Tal movimiento raudo provocó que ahora estuviese entre varios enemigos, uno de se ellos se abalanzó encima de ella para despedazarla con sus afiladas garras, pero su cabeza desapareció en un instante. Metros más allá, Aleister apuntaba con el dedo donde antes estaba la cabeza del demonio. El suelo detrás de él se resquebrajó y aparecieron más enemigos, pero el joven mago sostuvo su espadón y estos salieron volando, dando vueltas de tal manera que derriban a todos los demás que cargaban hacia él. Layla se alegró de ver como el poder de su novio era desbordante para los demonios, pero esa distracción la aprovechó uno de ellos para, después de coger aire, soltar un aliento de fuego directo hacia la espadachina. Pero esta, cerrando los ojos y concentrándose durante un segundo, con un movimiento de su estoque, desvió todo el haz de energía ígnea a los demonios de su alrededor, que explotaron en restos llameantes. En la espalda de Layla, un poco más lejos, varios demonios se retorcían y, sin energía para poder mantenerse en pie, caían indefensos. Chrysta emitía un brillo verde y hermoso que deslumbraba a las bestias del infierno y, conjurando, transformó a una docena de demonios que intentaron acercarse a la druida, en inmóviles estatuas de tierra que cayeron al suelo al mismo tiempo que crecía rápidamente en ellas vegetación de distinto tipo. Al otro lado, Summer y Alicia se compenetraron para acabar también con sus enemigos; mientras que la sacerdotisa conjuraba descendientes cometas sobre los demonios, Alicia se encargaba de protegerla con ilusiones y de replicar los cometas para intimidar a los enemigos, haciéndoles creer que habían más. Hubo entonces una sucesión de explosiones y, de entre el humo, Summer volaba, sosteniendo con una de sus manos a Alicia, y con la otra cortando a los demonios que saltaban hacia ella. Por último, Maief y Baleny se compenetraban a la perfección, pues lo cierto era que habían pasado muchos años luchando juntos. Primero, ella se posicionaba en el frente para derribar a uno de ellos, entonces, Baleny clavaba su espadón en el cuello para rematarle antes de pasar al siguiente. Como eran demasiados y Maief estaba desarmada, llevaron a cabo una serie de movimientos casi telegrafiados, en el que ambos se pasaban continuamente el espadón entre sí para ir cortando los cuerpos de sus enemigos.

Parecía que lo estaban consiguiendo, la cantidad de enemigos se reducían y aunque el agotamiento empezaba a hacer mella en ellos, todos se alegraron de que no saliesen más de los portales.

- ¡Quedan menos de la mitad, a por ellos! -. Alentó Baleny a sus compañeros.


- Patéticos infelices -. Se escuchó decir en común a una criatura con una voz grave y potente. Todos los demonios se detuvieron entonces.

- Esa voz... -. Baleny la reconoció, para su desgracia. Vio que uno de los portales aumentaba su tamaño en gran medida -. Mierda... ¡Aleister, en ese portal, nuestro ultra-finisher!

Aleister levantó la mano y se concentró para conjurar. Baleny hizo lo propio pero con sus portales, dispuesto a abrir una gran cantidad. Pero a pesar de que se abrieron bastantes, notó como se quedaba inmóvil ante una fuerza que le agarraba desde ambas direcciones.

- ¿Crees que nada de lo que hagas te servirá para frenarme? -. Se escuchó decir a esa voz de nuevo -. ¿Crees que tus compañeros están junto a ti?

Baleny se fijó que se había quedado inmóvil porque tanto Maief como Summer, los más cercanos a él, le habían reducido.

- ¿Qué estáis... -. Pero ni acabó la pregunta. Vio en ellas una sonrisa sádica, junto con unos ojos que reflejaban un destello rojo.

- Ya le tengo en la jaula de fuerza, señor -. Indicó Aleister, también con el mismo destello, como todos los demás.

- Bien, iniciad el ritual.

Maief sacó una daga del cinturón de Baleny y le apuñaló en el abdomen. Entonces, cogió su sangre y salió de entre los barrotes invisibles de la jaula de fuerza, todo para acercarse al portal en llamas más grande. A continuación, cada uno del resto del grupo hizo lo mismo, impregnándose la mano de la sangre que le brotaba del abdomen.

- Tu sangre... de cada mano de quien confías...

Cuando todos tocaron el enorme portal, este dejó de emitir llamas y se volvió negro y liso.

- Chicos... -. Baleny volvía a estar en aquel estado. El mismo que en su infancia, el mismo que en la visión que tuvo en la torre de Burmecia... se había quedado paralizado sin poder hacer nada. Frente a él estaban todos, en línea, mirándole con desprecio.

De nuevo, solo...

Da igual lo que haga, no puedo luchar yo solo... 

Tengo miedo.

Estoy solo y tengo miedo.

- Acabad con él -. Ordenó la voz. Todos los del grupo alzaron la mano apuntando a Baleny y empezaron a concentrar una extraña energía negra en ellas.

Cerró los ojos y miró en su interior, no había nada, tan solo oscuridad... como la misma muerte en sí.

- ¡No te rindas! -. Escuchó en su interior.

Aquella vez me dijiste eso, Lulu... pero esta vez no puedo hacer nada, no contra vosotros mismos.

- ¡QUE NO TE RINDAS! -. Volvió a escuchar.

¿Eh?

De pronto, en esa oscuridad que no veía nada, aparecieron las imágenes de todo el grupo, rodeandole.


- ¿Qué? -. Baleny se quedó perplejo ¿Aquello era una ilusión?

- ¿Y tú eres mi marido? -. Preguntó con enfado Maief -. Mírate, de rodillas y sin poder hacer nada...

- Me habéis inmovilizado y apuñalado ¿qué queréis que haga?

De pronto, Baleny recibió una bofetada de su mujer. Una bofetada que, para haber sido algo parecido a un recuerdo una ilusión en su interior, produjo una oleada de calor a su cuerpo, como si despertara.

- ¿¡Crees que yo te haría algo así!? -. Le gritó ella -. ¿¡Te crees que es tan fácil dominarme!? ¡Ni siquiera el puto Asmodeo podría!

- Jamás te haríamos algo así, Baleny, somos una familia -. Susurró Summer con lamentación.

- Somos tus amigos -. Sentenció Aleister.

- ¡Levántate y lucha! -. Soltó con un gritito Lulu.

- Dijiste que tenías que hablar conmigo, así que no pierdas -. Le dijo Alicia con seriedad.

- Eres el líder ¿no? -. Preguntó Chrysta -. Demuéstralo.

- Aplástalos -. Con aquello último, de Layla, todos pusieron de su parte para agarrar a Baleny, pero al contrario que para lo que hicieron bajo el control de Asmodeo, para ayudarle a reincorporarse.


Cuando volvió a abrir los ojos, apenas un segundo después, Baleny se dio cuenta de que estaba de pie.

Aunque ninguno de sus amigos o su mujer se lo había dicho directamente, este en seguida lo comprendió. Aquello no era real.

Debía de ser otra visión de Asmodeo, algo para debilitar a Baleny en su propio terreno. Si era así, no quería despertar... si era así, debía demostrar que podía ser lo suficientemente fuerte como para rechazarlo.

El sentimiento de sus amigos, de Maief... de todos... Habían actuado como una barrera para disipar el miedo de Baleny. Sí, aquel estado era lo que necesitaba en los últimos días de dudas que había tenido. En aquel estado, podía...

- Muere -. Pronunciaron a la vez todos los miembros del grupo controlados por Asmodeo.

El rayo salió disparado y cada haz se fusionó para generar uno global, directo a Baleny. Pero no chocó contra él, sino que fue repelido.

- ¡Detrimento... Marchito! -. Gritó, con una mano alzada para conjurar.

Enfrente de él había surgido un escudo circular en forma de flor de energía morada, que se había extendido hacia el frente en varias capas protectoras. El escudo resistió el haz oscuro, pero no solo eso, debió de ser por la eficacia de los portales que lo habían conjurado o por la determinación de Baleny, que el escudo consiguió repeler la energía de vuelta a sus taumaturgos, recibiendo todos el impacto de lleno y desintegrándose en cuestión de milésimas.

- ¡No me engañarás más! ¡Mis amigos me apoyan, jamás me harían daño! -. Gritó al portal.

- Entonces, pasemos al acto principal.

El negro azabache del portal enorme se resquebrajó y estalló en pedazos, mostrando lo que había en su interior. Baleny se quedó perplejo, pues lo que vio fue una copia de si mismo descendiendo en el aire hasta el suelo. A pesar de ser como él, habían varios rasgos que le hacían diferente: el primero, su piel tenía una tonalidad roja cambiante, su color oscilaba como si fuese el fuego en si mismo; lo segundo consistía en unos cuernos incandescentes que surgían de ambos lados de la cabeza y terminaban en llamas ondulantes; por último, los ojos tenían el mismo destello rojo que tenían antes sus amigos.

- Tú eres...

- Yo soy tú. Pronto... tú te convertirás en mi también -. Aquel Baleny alzó la mano, apuntando al original. Este se llevó sus manos a los ojos porque le abrasaban. Sin que el Baleny original lo supiese, sus ojos ahora eran de un color rojo, aunque no brillaban -. Increíble... qué poder tan increíble. Ahora, soy el rey del infierno y el ser más poderoso que existe... soy un dios.

- ¿De qué coño... hablas? -. Abriendo los ojos de nuevo, Baleny observó como Asmodeo tenía los portales de su lado, salvo unos cuantos que habían quedado del lado del humano y que decrecían en cantidad como habitualmente pasaba.

- Con este poder, mi existencia a lo largo de todos los planos será infinita.

- ¡No dejaré que te salgas con la tuya! -. Baleny se concentró en los cuatro portales que le quedaban. De ellos surgieron diversos hechizos como rayo antimagia, dedo de la muerte y disipación despojante. Sin embargo, sin que Asmodeo siquiera se moviese y sin que los portales redujesen su número en él, conjuró a través de estos una serie de armas y sortilegios que anularon por completo el intento ofensivo de Baleny. Es más, todavía le sobraron unos cuantos para poder arremeter contra él, este recibió el impacto de dos espadas con tanta fuerza que rodó hacia atrás.

- Te quedan tres portales, me pregunto si se te ocurrirá otra estupidez como esa...

Baleny se levantó como pudo. Aquel impacto doble había sido suficiente como para dejarle casi fuera de combate, apenas se podía mover. Se concentró en los portales para sanar sus heridas y volver al combate como fuese.

- ¿En eso inviertes tus últimos esfuerzos? En fin... dos portales -. Puntualizó Asmodeo, aún con un número enorme y fijo de portales abiertos a ambos lados de él.

- ¿Por qué cojones tienes mi puta apariencia? -. Preguntó Baleny, furioso.

- Porque tú siempre has tenido algo que es mio, necesito este cuerpo para recuperarlo -. Contestó Asmodeo, mirándose las manos -. Por cierto, un portal. Reza lo que sepas.

Baleny miró su último portal, pero lo hacía pensativo, no sumido en el miedo y la frustración. Seguía resonando en su mente las voces del grupo, de todos ellos... tan solo debía encontrar la forma de seguir luchando. Si aquello era una visión, un sortilegio de Asmodeo para invadir su mente, entonces debía encontrar la forma de no flaquear en su voluntad.

- Voluntad... claro...

Se concentró en el último portal.

Ya había intentado antes usar su poder para alterar el mundo real. Si lo conseguía esta vez, podría no solo alterar una pequeña parte del terreno sino llevarse a Asmodeo con él a un lugar donde las normas estuviesen de favor del humano. Pero un poder así necesitaría una fuente de poder continua y solo le quedaba un portal, además de que asumía que no podría abrir más debido a que Asmodeo le había arrebatado el poder, pero tenía la clave para ello. Su voluntad sería el recurso, o dicho de otra forma, su determinación sería el puente entre el poder y su esencia vital, que daría a cambio para mantener el poder activo. Solo esperaba que el combate no se extendiese lo suficiente como para que ese gasto vital en él no fuese mortal.

Terminó de concentrarse y una luz blanca transformó el terreno a través de una onda que se expandía, como si la tierra fuese agua con una ondulación producida por una piedra invisible que había caído entre Asmodeo y él. Cuando la luz se disipó, no estaban en mitad de un terreno agrietado con enormes surcos con lava, ni habían rastros de los demonios, ni tampoco de los árboles o las montañas a lo lejos. Ahora, estaban en un terreno árido, parecido a un extenso yermo y a lo largo de este habían clavadas una infinidad de armas. Baleny lo había conseguido, había creado temporalmente una realidad que siguiese las normas que él mismo había imaginado. Para la creación de ese mundo, intentó recordar cada arma que había arrojado a través de los portales; para los hechizos, como no era muy diestro en la magia, intentó hacer que cada hechizo que había usado estuviese guardado en dichas armas. Tan solo tendría que llevar a cabo un ligero pensamiento para que un arma con el hechizo que le sirviese en un momento determinado, saliese volando para defenderle.

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