17 feb 2018

Vestigios de la colisión de universos


La puerta se cerró y el alboroto se trasladó de nuevo al pasillo del hospital. La preocupación de los dos últimos días por el estado de Raeric Maeger y por la desaparición de Alleria Karzkart ya había desaparecido del todo y, una vez más, todo volvía a ser parecido a una fiesta. Sin embargo, para la persona que se había quedado en la habitación de recuperación de Raeric, aquellos instantes no eran de fiesta precisamente; estaba feliz de que su vida quedase fuera de peligro, desde luego, pero los nervios le carcomían desde el momento en el que Alyx Bluefire le dio motivos de peso para que actuase de una vez, esta vez por sí misma. Había perdido la oportunidad con el plan que elaboró su hermano junto con Jhin, Alyx, Thaine y Rezjorvaiyan... y quién sabe cuando podría tener otro momento a solas con él ¿Y si se volvía a ir como ya hizo justo después de la llegada a Tydoras tras la batalla en las Islas Verdes? ¿Y si esa próxima vez que se fuese sería la definitiva y ya no le volvía a ver? O peor, ¿y si para entonces ya había conocido a otra chica y por ello se arrepentiría para siempre de su cobardía? Alyx tenía razón, saliese bien o mal debía dar un paso hacia el frente y tener valor.

Pero es tan difícil... 

- ¿Te quedas? -. Preguntó Raeric tras estirar el brazo para dejar el cinturón de campeón en la mesita junto a la cama.

Anabelle tragó saliva y se quedó tiesa. Había estado reuniendo el valor mencionado para un momento así, como si de una batería se tratase, pero al final, casi todo había sido descargado y volvía a estar temblando. Nunca antes en su vida se había encaprichado por un hombre hasta tal punto; era cierto que se había sentido atraída por varios chicos aunque tan solo se trataba de una atracción visual transitoria, como un capricho. Pero ahora había llegado a un punto extremo; sentía una atracción tan fuerte por Raeric que le llevaba a actuar como una idiota siempre que estaba enfrente de él.

Lucha contra mí -. Recordó decirle en el Royal Rumble.

Desde el inicio del combate se preguntaba si podría dar la talla en un evento con competidores tan poderosos, pero cuando pudo usar sus runas sobre Valentine para posteriormente eliminar a Flora, supo que podría hacer un buen papel. Fue así hasta que apareció él, que tras eliminar a Verithyor, volvía a coger aliento para proseguir el combate junto con Akshael. Viéndolo tan de cerca, de nuevo volvieron esos estúpidos nervios que la llevaron a actuar inconscientemente.

- ¿Qué? -. Grabado a fuego, tenía la reacción perpleja de Raeric ante la proposición de Anabelle. Grabado a fuego, tenía también la cara de su hermano, tapándose la cara.

- ¡Lucha contra mí, Raeric Maeger! ¡Voy a demostrarte que puedo estar a la altura!

Pero no era solo un combate para demostrarle algo a Raeric, a Akshael, o a todos los que observaban aquello, sino también a ella misma. Un combate contra su incertidumbre, contra su cobardía, contra su miedo... Un combate en el que, de hacer un buen papel, podría significar un gran paso para Anabelle en su declaración de amor.

Pero volvió a fallar.

Raeric, que en ese momento estaba recuperando el aliento después del esfuerzo invertido en eliminar a Verithyor, pudo perfectamente luchar contra ella, además de acabar eliminándola con suma soltura. Anabelle, al igual que en la cita durante la boda de Luriel e Iris Lien, no pudo dar lo mejor de sí. En cuanto comenzó a luchar se sintió cohibida y minúscula. Todo el esfuerzo y desempeño que demostró con sus runas no sirvieron para nada, pues incluso pareció que se le había olvidado cómo se dibujaban para frenar sus acometidas.

Volvió a fallar y, nuevamente, por su culpa.

¿Y si fallaba de nuevo?

- ¿Anabelle? -. La chica volvió a la realidad ante la pregunta de Raeric, que se quedó absorto al ver que la chica le daba la espada.

Anabelle pasó de estar tiesa a recibir una sacudida en todo su cuerpo, como un escalofrío ¿Cuánto llevaba ahí parada pensando en lo del Royal Rumble? ¿Pensaría Raeric que era una rarita por no decir nada no solo ahora sino casi siempre que ha estado cerca suya? Fuese lo que fuese no tenía más remedio, había acabado ahí a solas con él gracias a la incentiva en primera estancia, antes de la boda de Luriel e Iris, pero también a la motivación que había recibido de Alyx desde que terminó el evento. Cogió aire, se giró y fue a decirlo directamente, pero se trabó.

- ¿Eh? -. Raeric se quedó igual de confundido. Aquella metedura de pata en Anabelle hizo que se enfadara consigo misma, así que con la cara roja, cogió de nuevo aire para esta vez...

- ¡Lucha conmigo de nuevo!

- ¿Qué?

- ¡Te digo que luches conmigo de nuevo! ¡Esta vez... esta vez podré demostrarte que estaré a la altura! ¡Podré demostrarte que merezco la pena!

- Pero si mira como estoy... ¿Por eso estás como estás? Tan solo fue un combate, chiquilla.

- ¡No soy una chiquilla! -. De la rabia y frustración, a Anabelle se le saltaron las lágrimas -. ¡Y si estás así pues ya lucharemos en cuanto te recuperes!

- Seguramente no creo que ni pueda hacer ejercicio en unos meses, per... -. Raeric se detuvo de hablar cuando vio que Anabelle había estallado en lágrimas, aunque no podía ver su rostro porque la joven se había tapado con sus manos-. ¿Estás bien?

- Idiota... Idiota... ¡Idiota!

- Joder, que no es mi culpa que no pueda luchar ¿eh? Bueno, un poco sí porque fui yo mismo quien se buscó esto pero que no sabía que te iba a importar tanto luchar conmigo...

- ¡No, yo soy la idiota! -. Ahora ella sí que mostró su rostro, con los ojos enrojecidos y vidriosos -. ¡No quiero otra lucha contigo! Bueno, sí... ¡pero no era eso a lo que me refería! Luchar contigo de nuevo es una forma de decir de... de...

Hazlo de una vez, tonta...

- ¡De estar junto a ti! ¡De demostrarte que puedes merecerme!

Raeric reaccionó de una forma bastante cómica para cualquiera que estuviese viendo lo que ocurría.  Le pilló tan desprevenido y se quedó tan descolocado que décimas de segundo después empezó a reírse, pero debido a su estado físico la risa se transformó rápidamente en continuos tosidos que provocaron espasmos en su cuerpo. Anabelle no le ayudó ni nada parecido, se quedó mirándole ofendida, sin creer que acabase de considerar todo aquello un chiste.

- ¿¡Te hace gracia!?

- Joder, que casi me muero... -. Se dijo Raeric a si mismo cuando recuperó la compostura -. Es que es la peor confesión que he visto en mi vida -. Anabelle parecía aún más enfadada y estuvo a punto de ocultar de nuevo su rostro entre sus brazos, pero Raeric la detuvo poniéndole su mano en el hombre -. Normalmente te diría que no, pero no porque no quiera ni nada parecido, sino porque eres la hermana de mi mejor amigo y no se cómo reaccionaría él... pero me ha dicho no se qué de que tengo que devolverle el favor así que supongo que se refería a esto y que lo ve bien...

- ¡Claro, si él fue el primero en saberlo!

- Si es así entonces no tienes que haber dudado tanto, tonta, que no valgo tanto como para que te tenga que dar tanto miedo el decirme algo así.

- Pero... ¿entonces?

- No te preocupes -. Raeric, que seguía teniendo su mano en el hombro de Anabelle, la llevó hasta la parte posterior de su cabeza y la atrajo hacía él, para darle un beso en la frente y abrazarla antes de separarla lo suficiente para volver a clavar su mirada en los ojos de la chica -. Tendremos una cita, o diez, o las que quieras... y también combates si es lo que deseas.

A Anabelle le temblaron sus labios, justo antes de sollozase de nuevo, pero esta vez de felicidad. Emitiendo un leve deje sonoro de júbilo, se echó en Raeric para abrazarle con fuerza.

- ¡Bieeeeeeeeen!

- ¡Noooo... no aprietes... mis heridas... aaaaaah!

.
.
.
.
.


En cuanto Raeric se recuperó del todo cumplió su palabra y tuvo las citas que le había prometido a Anabelle. Aunque por petición del bardo irían poco a poco, lo cierto era que la relación entre ambos se iba estrechando cada vez más. Parecía que por fin iba a ser un periodo de tranquilidad para Evolution, pero lo cierto era que todavía tendrían un deber más.

La Doncella Suprema tiene un hermano. Un ser divino con el mismo poder que ella y que, al parecer, está buscando la forma de desbancar a su hermana del propio multiverso que ella "gobierna". Parte de ese método consistió en contactar con el Plano Material para volverlo en su contra, aunque finalmente Evolution se decantó por mantenerse del lado de la Doncella, declarando la guerra al universo desconocido que confrontaría al suyo. La Doncella se estaba preparando para ello, organizando un torneo entre los principales planos de la realidad conocida, como un método de clasificación para después usar a los participantes según los criterios que demuestren. Nueve miembros de Evolution serían los representantes del Plano Material y fueron inmediatamente a Sigil, la ciudad de las puertas, para la preparación de dicho y único evento.

Llegaron justo después de que Azrel, un explorador de Sigil, detuviese el avance de soldados del hermano de la Doncella Suprema, que llegaron al Plano Material con la intención de reclutar a las fuerzas de allí, pero tras la final negativa de Evolution a unirse a ellos, intentaron destruir el mundo. Azrel consiguió detenerles tan solo con unas palabras en un idioma desconocido, haciendo que se retirasen de nuevo a sus mundos omnidimensionales. Tras aquella refriega y la posterior restauración de los desperfectos de Tydoras por parte de Azrel, Evolution y sus acompañantes viajaron con él a Sigil.


- Por fin se calló el nota y hemos podido ir un poco por nuestro lado, joder.

- Pero lo que ha dicho era importante ¿no?

- A mí me estaba rallando ya, tanta tontería de facciones, barrios y no se qué de razas.

Apenas una media hora más tarde de la llegada de Evolution a la ciudad, el grupo llegó a la torre en el Barrio de los Gremios donde residirían durante su estancia en la ciudad, justo cuando Azrel terminó de explicar la arquitectura, distribución y reparto social y cultural de los habitantes. Tras eso y después de comprobar que su guía no se encontraba en la torre tal y como estaba establecido, Azrel pidió disculpas y les dijo el lugar donde seguramente estaría en aquel momento. Sin embargo, aquello significó la separación de los miembros de Evolution, como el de Jhin y Maief, quienes ahora paseaban por la ciudad.

- Encima un horario de treinta horas... ¿quién coño entiende eso? -. Se siguió quejando Jhin, quien llevaba las manos detrás de la cabeza como símbolo de que, como siempre, iba de sobrado.

- Es un poco lioso, sí... -. Admitió Maief, que al contrario que Jhin iba bastante atenta de todo lo que le rodeaba -. Hay mucha gente por las calles y muchas razas que desconozco.

- Da igual, de lo poco que me enteré es que lo que predominan aquí son los humanos. Si es que somos la polla, hostia.

- Bueno, yo no soy humana -. Reprochó ella aunque lo hizo con una sonrisa, pues no parecía afectarle en absoluto.

- Claro que no lo eres, porque tú eres única -. Soltó Jhin, después de quitarse las manos de la parte posterior de la cabeza y coger del hombro a Maief para pegarse a ella mientras seguían caminando. El chico lo soltó con un tono excesivamente cursi y se quedó tan ancho, pero Maief se sonrojó levemente.

- ¡Jajajajaja, qué puta pastelada! -. Escucharon un sonoro vozarrón desde detrás suyo, que también llamó la atención de las personas de alrededor y todas se quedaron mirando.


Cuando se giraron vieron a un tipo bastante grande, más que Akshael o Ryan y, al igual que este último, iba blindado en una portentosa armadura completa con la que no mostraba ni un centímetro de piel de su cuerpo. Dicha armadura era de color negro con muchos adornos dorados, junto con también ciertas partes de vestimenta de pieles que sobresalían de las juntas de las placas. En cuanto a su yelmo, este tenía la forma de la cabeza de un lobo con, sorprendentemente, una abertura en la parte de sus fauces.

- ¿Tienes algún problema? -. Se dirigió Jhin a él con autoridad. Sin embargo, la compostura del chaval se torció levemente cuando observó lo que ocurrió cuando aquel sujeto habló.

- Hacía tanto tiempo que no escuchaba algo tan romántico -. Las fauces de la armadura del sujeto se abrían cuando el sujeto hablaba, mostrando directamente una gruesa lengua y el interior de su boca. Parecía que la armadura era en realidad el cuerpo de aquella criatura.


- Muy bien, de nada entonces -. Comentó con sarcasmo Jhin, llevando su mano al hombro de Maief para volver a retomar el camino.

- Espera... ¿No sois de aquí, verdad?

- ¿Y qué si no lo fuéramos? -. Fue Maief la que respondió ahora, con un tono amenazante al mismo tiempo que sus ojos brillaban de violeta.

- Mi instinto me dice que tenéis mucho que ver con el equipo del torneo del Plano Material... Y si es así -. El sujeto alzó las manos y ambos miembros de Evolution contemplaron como el metal se moldeaba hasta cambiar su forma, convirtiéndolas en garras afiladas -. ¿¡Qué tal un duelo de práctica!? -. Anunció mientras se abalanzaba con un gran salto a por ellos.

La gente de Sigil se apartó aunque tampoco se alarmó demasiado, quizás porque estaban acostumbrada a aquel tipo de sucesos. Jhin sostuvo su alabarda y Maief se puso en guardia para luchar, aquel tipo cayó justo donde estaban ambos hasta ese instante, pues la pareja acababa de saltar, cada uno hacia un lado. Tras eso fue Jhin el que cargó con su alabarda, impactando de lleno en la armadura de aquel tipo, que no se inmutó en absoluto por intentar parar un ataque que no provocó mella en él.

- ¡Demasiado lento! -. Gritó el grandullón justo cuando atrapó la alabarda de Jhin, antes de que este pudiese replegarse para un nuevo ataque.

- ¡Demasiado lento tú! -. Corrigió el chaval, que se agachó soltando su alabarda -. Punto ciego -. Fue lo que pronunció para engañar la visión de su rival. Desde el suelo, siendo tan pequeño y pillando desprevenido a aquel tipo, pudo golpear la parte posterior de las rodillas para tirarlo hacia delante -. Ahí lo tienes, no te pases demasiado.

Maief había estado concentrado el Vitalis en sus garras para preparar su ataque. Jhin, que había luchado mucho contra y con ella, había llegado a un punto de compenetración que había entendido de manera perfecta cómo llevar el combate, de manera que había servido como señuelo para darle tiempo a ella y, al mismo tiempo, poder desequilibrar a su oponente para servírselo en bandeja. Maief asintió ante lo que dijo Jhin y se abalanzó con su increíble velocidad a por uno de los brazos del grandullón.

Pero lo único que se escuchó fue un enorme ruido metálico, parecido a un gong.

- Je... ¿Te ha dolido? -. Se jactó él, levantándose con solvencia.

Maief había realizado su asalto sónico, pero acabó arrodillada y llevándose la mano a su garra, que estaba sangrando en gran medida. En contraparte, la armadura de aquel tipo tan solo había sufrido un leve rasguño.

- No me mires así, ser del Plano Material -. Le dijo a Maief, que le devolvió la mirada a aquel tipo con un leve gesto de sufrimiento e ira mezclados -. No es tu culpa al fin y al cabo, mi cuerpo está formado por uno de los materiales más duros que existen, material que abunda en gran medida en mi plano.

- Maief, regénerate... yo te daré tiempo -. Dijo Jhin, poniéndose entre ella y su rival.

- Adelante, no atacaré a la dama mientras se recupera ¡Espero que tú puedas mantener mi ritmo entonces!


Esta vez un aura mágica surgió de aquel tipo, envolviéndole y haciendo que su armadura se volviese más grande en la parte de los brazos, todo para hacer que sus garras triplicasen su longitud. Jhin sostuvo su alabarda con firmeza, mirando de reojo a una herida y frustrada Maief que tenía detrás suyo, de manera que no vaciló ni un instante en su postura para enfrentar a su rival, el cual avanzó impetuosamente hacia el chaval.

De pronto, hubo un estallido blanco que cegó a Jhin. Por un instante el chaval pensó que iba a recibir un poderoso golpe del grandullón, pero en realidad el destello fue a favor del chaval. Cuando pudo recuperar la visión, había una señorita de facciones humanas, bastante alta, de cabello blanco y exhuberante cuerpo, que miraba hacía el enorme tipo, que había sido derribado y, al parecer, le costaba moverse. La chica se giró para observar a Jhin y Maief y entonces estos pudieron ver el color ámbar de sus ojos y algunas de sus generosas facciones de su cuerpo, como sus pechos en un exótico escote.



- Pri... ¡Princesa! -. El grandullón por fin se pudo levantar aunque le seguía costando moverse con facilidad.

- Gilbert... -. La chica habló con un tono amable, sonriendo al enorme sujeto mientras se acercaba a él.

- ¿Qué... significa esto, mi señora? -. En cuanto vio que la mujer se acercaba, Gilbert se arrodilló ante ella.

- ¿"Qué significa esto" dices? ¿Te atreves a desobecer a mi padre?

- No entiendo... Él nos dijo que nos podríamos enfrentar a los participantes del torneo para evaluar su poder contra el nuestro.

- Exacto.

- ¿E... entonces?

- ¿Acaso ves que ellos sean participantes? ¿Verdad que no lo sois, chicos? -. La mujer se dirigió a Jhin y a una ya curada Maief, que estaba atónitos viendo toda la situación que estaba ocurriendo ante ella.

- No, no lo somos -. Contestó finalmente Jhin, bajando la alabarda.

- ¿Ves? Por tanto, has desobedecido a mi padre... por tanto ¿sabes lo que pasará ahora, verdad?

- No... por favor, mi señora.

- Creo que por el momento añadiremos unos mil velarios más, Gilbert -. Sentenció ella, a lo que Gilbert tan solo bajó su mirada, resignado -. Anda, vámonos ¡Quiero comprar un montón de cosas! ¡Y quién sabe si nos encontraremos con algún Heraldrim por el Mercado!

Ambos vieron como la mujer y el tal Gilbert se alejaban por la calle, tras lo cual se miraron mutuamente, suspirando.

- Esa mujer... es fuerte -. Aseguró Maief con algo de impotencia.

- Sí... de repente me siento en mitad de un entorno muy hostil -. Se sinceró Jhin, apretando el puño y mirando alrededor -. Volvamos donde el grupo, quiero proponerles algo.

.
.
.
.
.


- ¿Qué QUÉEEEE? ¿¡EN SERIO!?

- En serio.

- ¡JODER, VAMOS A CELEBRARLO!

La puerta principal de la torre asignada al plano material se abrió y de ella salió un hombre que agarraba de la mano a su mujer e iban con bastante prisa por las calles.

- ¿¡Dónde coño hay una puta tienda que venda un buen vino o algo!?

- Cariño, que tampoco es para que te pongas a gritar.

- ¿QUÉ TAMPOCO ES PARA TANTO? ¡VOY A SER PADREEEEE! -. Gritó a los cuatro vientos, a lo que la gente que recorría aquella calle se quedaron mirando directamente a Ryan Fordreigon.

- Bueno, ya iba siendo hora ¿verdad? que dijiste que querías tener cuatro hijos, así que este es el primero.

- ¡Exacto! El mayor será varón, luego dos chicas y el menor otro varón nuevamente -. Ryan se quedó quieto, contando con los dedos y analizando su futuro con mucha seguridad.

- ¿Y si no sale así? -. Vaciló un poco Margaret, sonriendo con un poco de malicia.

- Saldrá, mi cuerpo me hace caso siempre ¿sabes? para algo soy el mejor.


- ¿¡EL MEJOR!? JAJAJAJA -. Se escuchó decir a alguien con un tono grave y potente. Tan profunda fue la voz que provocó una onda de aire que intimidó a la mayoría de las distintas razas que paseaban por aquella calle. Algunos incluso se fueron corriendo cuando notaron numerosos temblores, a la par de los pasos de un enorme ser que se acaba a Ryan y Margaret.

- ¿Tienes algún problema, SEMI-LAGARTO? -. Se burló Ryan, poniendo a Margaret detrás suya ante la llegada de Verithyor.

- No me hagas reir, Ryan. Tú tienes de "el mejor" lo que yo de humano.

- ¿Acaso quieres que te lo demuestre? -. Ryan llevó sus manos a las hachas, sacando ambas ante Verithyor -. Al menos espero que contra mi estés bien atento, no vaya a ser que caigas dormido como contra Raeric en el Royal Rumble.

- ¡Muy bien! -. El cuerpo de Verithyor desprendió algo de vapor debido al aumento de su aura alrededor -. ¡Lo estás consiguiendo, me estás haciendo enfadar!

- ¡ADELANTE, LA VERDAD ES QUE TENÍA GANAS DE UN BUEN BISTEC DE DRAGÓN PARA CENAR!

Ambos se encararon, Verithyor con su superioridad física y desprendiendo aún más vapor con el que provocaba que su cuerpo se enrojeciese; y Ryan emanando un aura de oscuridad que empezó a envolverle como si fuese una densa niebla. Estuvieron a punto de empezar la contienda, hasta que escucharon a una persona aplaudir a unos pocos metros, cerca de lady Margaret.

- ¡Vamos, vamos, luchad! -. Se trataba de una chica joven, de baja estatura y que parecía una humana de no ser por la extraña aureola brillante que sobresalía solo por parte de su cabeza. Su cabello le llegaba hasta la altura de los hombros y era de un color verde lima; sus ojos reflejaban una mirada alegre de intenso celeste; y todo ello junto con un vestido blanco y rosa que acababa en falda y continuaba con unas medias negras y unas botas de tacón.


- ¿Qué coño te pasa a ti, niña? -. Preguntó Ryan despectivamente.

- El equipo del Plano Material es muy interesante, me hacéis gracia -. Se limitó a decir ella con un deje en el que no reflejaba sarcasmo alguno, o al menos eso intentaba aparentar.

- ¿Nos estás vacilando? -. Preguntó Verithyor con su voz potente.

- ¡No estamos aquí para entretenerte, mocosa! -. Le espetó Ryan.

- ¡Jajajaja! -. Se alegró ella, aplaudiendo aún más -. Enfadados sois aún más graciosos jajajaja.

- ¡Hija de... -. Bastante harto, Ryan soltó las hachas y fue a por ella tan solo para agarrarla y darle, a su manera, un pequeño escarmiento por entrometerse donde no debe. Dio un salto para impulsarse para acto seguido, sacar de su lado demoniaco tan solo sus alas, avanzando impetuosamente para agarrar su cuello.

- ¡A esto me refería, sí, enfádate más! -. Comentó ella sonriendo justo cuando se escuchó un ruido metálico.

La mano de Ryan había golpeado con una amplía plancha metálica, o eso fue lo que parecía en primera estancia hasta que se dio cuenta de lo que había ocurrido. Aquella niña sostenía sin problema alguno y con una sola mano el hacha que Ryan había soltado metros atrás y con ello, había logrado detener por completo la inercia del vuelo del miembro de Evolution.

- ¿¡Cuándo cojones has cogido mi puto arma!?

- El hacha desapareció en un instante de mi lado... -. Soltó con voz ronca pero tranquila Verithyor, quien observaba la situación desde el mismo sitio donde encaró a Ryan -. Y con una sola mano ha podido detenerle por completo...

- ¿¡Puedes enfadarte aún más!? -. Siguió diciendo con la misma voz infantil y despreocupada, aunque antes de esperar la respuesta de Ryan cambió su rostro al de uno con mirada decidida y, por primera vez, habló con un tono de seriedad y madurez que poco pegaba con su aspecto -. ¿O ya se ha acabado el espectáculo?

- Je... puta niña... ¿Crees que los típicos truquitos servirán conmigo? -. Sonrió Ryan.

De pronto, una explosión de bruma negra surgió del propio arma y bañó en un manto de destrucción la amplitud de la calle por aquella zona. Del humo oscuro surgió el hacha que había salido despedida hasta que la cogió de nuevo su dueño, con suma soltura y soltando una carcajada despreciante.

- ¿Crees que cualquiera puede sostener mis hachas así como así? Cuando perdí mis armas contra Evolution busqué la forma de tener unas que jamás pudiese perder así como así, de manera que imbuí estas con mi sangre y mi oscuridad en el Templo de los Elementos de Bargskan ¡Ese es tu castigo por poner tus sucias y extraplanarias manos en mis reliquias!

- ¡Wooow, ha hecho "PUM"! -. El humo empezó a disiparse y Ryan frunció el ceño porque pensaba que estaba siendo objetivo de una broma muy pesada. La niña no solo no tenía una sola herida en su cuerpo o desperfecto en su indumentaria. Lo más notable que había cambiado en su aspecto es que ahora su rostro presentaba unas manchas negras parecidas a las de hollín, además de que estaba ligeramente despeinada -. Eso ha sido muy divertido... ¡Ahora me toca a mi!



Alzó su mano y el contorno de su cuerpo se iluminó con un aura verde clara, que incluso intensificó el propio color de su pelo, a un verde brillante. Por un momento, la zona empezó a temblar y los demás sintieron una enorme presión debido a la esencia de poder que desprendía aquella joven, incluso llegando a inclinar ligeramente el cuerpo de Ryan y Verithyor.

- ¡Ahora habrá muchos "PUM" y serán muy grand...

De pronto el aura en el cuerpo de la niña se apagó, el suelo dejó de temblar y la presión despareció por completo. Ryan fue corriendo a atender a su esposa, que aunque estaba bien, se había desplomado por completo por la intensidad del poder que desprendía aquella niña, de la misma forma que le había ocurrido a muchos de los transeúntes de Sigil que estaban cerca de allí. La joven había detenido lo que iba a hacer pero no por voluntad propia, sino porque otra persona había aparecido allí, agarrando el brazo que esta había alzado.

- ¡Milady, por favor! -. Gritó el que le agarraba la mano, que lo hacía más a modo de imploración que de exigencia. Se trataba de un hombre mayor por le pelo y abundante bigote canoso, junto con las arrugas de su rostro, pero que se encontraba en gran estado físico, marcando unos grandes músculos en sus brazos al descubierto de la coraza azul.


- Barthomew... -. Suspiró la joven, echando una mirada de desdén al viejo -. ¿No se supone que estabas buscando una habitación adecuada para Tyrigosa? -. Preguntó. De nuevo, la joven parecía hablar con un tono serio y muy impropio de la apariencia que mostraba.

¿Otra como Candy que esconde su verdadero aspecto? -. Pensó Ryan mientras apretaba el puño.

- No se quien es esa tal Candy, pero este es mi verdadero aspecto, rubito... -. Soltó ella, a lo que Ryan se quedó estupefacto.

- Oooh.. -. Sonrió Verithyor, que aunque no sabía lo que había ocurrido, le agradó escuchar el seudónimo por el que se había dirigido a Ryan.

- Perdóneme, lady Brianne... pero en cuanto noté su aura era mi obligación venir a detenerla -. Respondió Barthomew con suma educación, soltando la mano de Brianne e inclinándose a modo de disculpa -. Usted sabe que lo mejor será no dar ningún tipo de información a los competidores hasta que llegue el día de luchar contra ellos.

- Lo se, lo se... Bah, tan solo estaba midiendo sus fuerzas -. Soltó Brianne con tono cansino mientras se limpiaba la cara y se arreglaba el pelo -. Los del Plano Material son muy susceptibles a las provocaciones, por eso en cuanto he visto que al tipo rubio le daba coraje mi tono infantil, no he parado de repetirlo.

- ¿¡Cómo has dicho!? -. Ryan estaba al borde de explotar de rabia, pero lo único por lo que no se lanzaba al ataque era por el hecho de que tenía a su mujer aún inconsciente en sus brazos -. ¿¡Quién cojones os habéis creído que sois vosotros!? ¡Decidme de qué plano venís que en cuanto todo acabe voy a ir allí para masacraros a todos!

- ¿Ves? Al menos el rubio es fácil de provocar. El otro creo que también, lo que ocurre es que incluso se odian entre ellos y por eso no me atacaron a la vez -. Siguió hablando para aquel tipo mayor -. Desde luego, parecéis un poco simios -. Se dirigió ahora a Ryan y Verithyor -. Será divertido enfrentaros en el torneo, quiero ver si vuestro poder está a la altura de vuestra susceptibilidad ante las provocaciones... ¡Nosotros, los habitantes de Elíseo no vacilaremos ante nadie! -. Acabó diciendo con una voz potente y un gesto de heroicidad innecesario.

- Je... Con que Elíseo... ¿eh?

- Lady Brianne, no tenía que decir algo así... -. Le indicó Barthomew con un deje de lamentación.

- ¡Vaya, se me ha escapado! Jajaja... -. Guiñó un ojo mientras se llevaba una mano a la parte posterior de su cabeza -. Anda, vámonos, que Tyrigosa se va a enfadar contigo a este paso.

Y a pesar de todo el caos que se había formado allí, se fueron con bastante tranquilidad.

- ¿Qué vas a hacer entonces? -. Preguntó Verithyor con los brazos cruzados.

- ¿Tú qué crees? Voy a entrenar todos los putos días hasta que comience la acción... la próxima vez no reprimiré ni un puto ápice de poder.

.
.
.
.
.


En la otra punta de la ciudad anillada de Sigil, el caos que se habia formado allí había llegado hasta tal punto que incluso fue necesaria la intervención de algún tipo de fuerza disciplinaria, aunque los que acudieron al encuentro no fueron suficientes para detener lo que se estaba convirtiendo en una masacre.

En una plaza donde normalmente pasean cientos de personas cada hora, ahora se encontraba desierta y, a su vez, todo estaba adornado del rojo de la sangre. Un tiflin equipado con una armadura dorada se arrastraba debido a unas profundas heridas en su torso. Lo hizo hasta llegar a una pared que usó para apoyarse e incorporarse, con la esperanza de poder escapar de allí y alertar a demás escuadrones de lo que estaba ocurriendo, pero fue en vano. Una mano negra se aferró en su cuello y lo levantó del suelo como quien levanta un pequeño saco.

- ¿Adónde crees que vas? -. Escuchó preguntar a un ser de voz grave y de ultratumba. El tiflin fue a coger aire pero eso fue todo lo que pudo hacer antes de caer muerto, pues su cabeza acabó separada de su cuerpo -. Qué frágiles son estos tipos...

- Estás llamando demasiado la atención, Baal -. Al contrario que la de Baal, la voz de este ser que acababa de hablar era carnosa y mucho menos grave, más parecida a la de un humano.

- Je... es que tenía algo de hambre y estos... ¿Cómo se llamaban?

- Hijos de la Misericordia.

- Eso... estos tipos son poco apetecibles, así que he tenido que compensar calidad con cantidad.

- Date prisa en comer, quiero atender otros asuntos.

- Gracias, señor Asmodeo.


Baal se acercó a la montaña de cadáveres y empezó a arrojar los cuerpos a sus fauces, que se abrieron en gran medida hasta alcanzar un tamaño surrealista para lo que era su cabeza. Este se encontraba solo disfrutando del festín mientras que, apartado a unos cuantos metros, se encontraba Asmodeo, pero este no estaba solo sino que le acompañaban varios sabuesos demoniacos y otros seres que no parecían mostrar mucha atención en las acciones de Baal.


- Huelo carne fresca -. Mencionó Baal cuando ya le quedaba poco para terminar su comida. Dejó de lado lo que estaba haciendo y volvió a su estado original, cerrando sus fauces, justo antes de ponerse en marcha para buscar el rastro que había hallado.

No pasó mucho tiempo hasta que de entre los matorrales, Baal sacó un pequeño ser humanoide con cuerpo de lagarto que intentaba patalear para escaparse, aunque sus esfuerzos era inútiles.

- ¡Una cría de Nefarin, es mi día de suerte! Con tanto hedor a sangre y muerte no te había detectado hasta que reduje el número de cuerpos ¡Buen provecho! -. Celebro Baal con gozo, que volvió a ensanchar su boca para el completo terror del pequeño ser y lo arrojó a esta -. ¿Eh, no ha caído? -. Se extrañó al ver que este no había golpeado su lengua -. ¿¡Dónde está!?


- ¡SE TE ACABÓ LA TONTERÍA, ASQUEROSO DEMONIO!

En esta ocasión hasta Asmodeo pareció mostrar interés en lo que estaba ocurriendo. Tanto Baal como él dirigieron sus miradas a lo alto del tejado del que provenía la voz. Un humano de piel negra, armado con una armadura completa que dejaba libre su brazo izquierdo y portando una gran alabarda en su espalda, acogía en sus brazos a la cría del Nefarin.

- Pero seguid la frase, coño -. Dijo Braim Ali a su dos compañeros, que acababan de aparecer en escena.

- Ya te dije que ni de coña iba a hacer algo así -. Comentó tajante Ezio Oinotna.

- ¿¡CÓMO TE ATREVES A QUITARME MI COMIDA!?

- ¿Qué coño ha dicho? -. Preguntó incrédulo Braim por la diferencia de idiomas entre ambos seres. Isador, resignado, dio un paso hacia delante y con un pequeño gesto conjuró un hechizo para que tanto Braim como Ezio pudiesen entender y comunicarse con los demonios sin problema -. Gracias, Isador ¿¡EH, TÚ, PUEDES REPETIR LO QUE HAS DICHO!?

- ¿¡ME ESTÁS VACILANDO!? ¡VOY A DESTRUIRTE! -. Baal abrió la boca pero esta vez arrojó un aliento de fuego negro que pasó por encima de la casa donde estaban los tres miembros del plano de Ysgard.

Gracias a la conjuración de Isador, pudieron detener en primera estancia el aliento. Pero Baal no se quedó con solo eso, en cuanto vio que su ataque había sido detenido, continuó esta vez arrojando unas piedras negras, también desde su boca. Ahora fue Ezio quien, con suma destreza, disparó con el arco translúcido a aquellas piedras, destrozándolas una a una.

- ¿Has acabado ya? -. Preguntó el elfo, dirigiéndose a su compañero.

- Sep, ya está a salvo -. Braim había confiado su protección a la de sus dos amigos, todo mientras ponía a salvo a la cría de Nefarín -. Bajemos.

Así lo hicieron, ahora todos se encontraban en el parque, frente a frente. Sin embargo, ya no mostraban interés ninguno en el demonio que les acababa de atacar sino que se fijaron en Asmodeo. Este lo que hizo fue sonreír al advertir que era el centro de atención.

- Te reconozco, humano de piel oscura, aunque es la primera vez que nos vemos directamente -. Comentó el señor de la novena capa.

- ¿En serio?

- Por alguna extraña razón, uno de mis secuaces mostró sumo interés en ti. Al final, su obcecación fue la causa de su caída...

- Joder, pues como no hace tiempo de eso... -. Matizó Braim, que ya se había acordado de aquel suceso, que ocurrió cuando aún estaba vivo como humano en el Plano Material -. Curiosamente, nosotros también te reconocemos muy bien a pesar de que tampoco nos hayamos visto nunca.

- Me congratula saber que soy conocido, a pesar de que vuestro Heraldrim pone mucho esfuerzo en proteger Ysgard de cualquier cosa relacionada conmigo.

- ¡Señor Asmodeo, permítame que acabe con los tres!

- ¿Con los tres? -. Asmodeo se quedó pensativo durante unos instantes -. No seas ridículo, Baal -. El señor de la novena capa alzó su mano, pero lo hizo apuntando a su propio sirviente y este empezó a emitir sonoros ruidos de tal nivel de dolor que le llevó a encogerse en el suelo, indefenso -. Sabes que no me gusta tener sirvientes estúpidos en mis filas. Si fueses un poco inteligente y supieses analizar el poder de tus enemigos, sabrías que si luchases contra los tres a la vez, experimentarías una muerte rápida.

- Lo... lo sien...to... señ...

- Bah, no me interesan tus disculpas en estos momentos -. Con la mano que apuntaba a Baal, Asmodeo la torció y con ello, el demonio desapareció -. Ahora tan solo me interesáis vosotros ¿me pregunto cuánto tiempo tendré que torturaros hasta que aparezca Zelmor? Si es que llega a aparecer...

- ¿Estás tratando de decir que vamos a adelantar el torneo solo para nosotros? -. Braim sacó su Lanza Portadora de la Destrucción y, junto con sus compañeros, se puso también en guardia.

- No deberías subestimarnos, luchando juntos y sin las restricciones de convocación, podemos ser letales -. Advirtió Ezio.

- Me convertiré en el señor de la novena capa cuando todo esto acabe entonces -. Se pidió Isador.

- Veo que incluso a pesar de todo el tiempo en Ysgard, aún conserváis la arrogancia propia de vuestras respectivas razas nativas... Muy bien, os enseñaré que la diferencia de poder que hay entre vosotros y yo es como la diferencia que hay entre una hormiga y un dragón.

Los tres se abalanzaron a por Asmodeo, con sus armas y sus sortilegios preparados.

.
.
.
.
.


- ¿Entonces, vas a contar de qué se trata?

- Cuando lleguen todos, sobre todo Akshael.

- ¡Debiste haber dicho que sí que eráis participantes del torneo y haberle dado una paliza!

Después de un rato, Jhin había vuelto a la torre donde residiría Evolution durante su estancia en Sigil. Akshael, Thaine, Alyx, Alanne y los demás no habían vuelto aún pero afortunadamente, Rezjorvaiyan y Jennefer se las pudieron arreglar para poder entrar en el interior y empezar a dejar sus cosas en sus respectivas habitaciones. Maief y Jhin volvieron y, en el salón común junto con Rezjorvaiyan, Jennefer, Miracle, Lilly y Reika, contaron lo que había ocurrido con el sujeto llamado Gilbert y lo resistente que era su cuerpo-armadura, que incluso dañó a la propia Maief en su intento de ataque.

- ¿Tú crees, Miracle? -. Preguntó Reika con curiosidad.

- ¡Claro, así aprenderá a no meterse donde no le llaman! -. Se animó ella alzando un puño.

- Y los otros planos no se quedarán atrás, la mayoría intentarán sacar ventaja en los días previos -. Comentó Lilly con preocupación.

- El problema no es el poder base de esos tipos, sino la experiencia en combate que tienen -. Soltó con suma dulzura Rezjorvaiyan, que estaba echado en el sofá bocarriba y con los ojos cerrados -. En eso sois aún muy débiles.

- No soy débil -. Aseguró Jhin.

- Claro que no, tu poder base es muy potente pero te sigue faltando experiencia en combate. Por eso tu "gran" estrategia en el Royal Rumble de esconderte fue nefasta. En cuanto apareciste duraste muy poco, porque no suspiste llevar la situación. A Miracle le pasa algo parecido, le faltan años de entrenamiento en combate real para que aproveche al máximo su poder. Quizás la que más aventajada está en todo esto es Maief, porque ya le ayudamos con ese tema durante una temporada.

- ¡Entonces, enséñanos! -. Fue lo que comentó segundos más tarde Miracle, pues los demás se habían quedado en silencio asumiendo lo que acababa de decir el ex-Protector.

- ¿Qué os enseñe? Je... no se si tengo la paciencia para aguantar algo así.

.
.
.
.
.


- ¿Esto es todo? ¿Esto es todo lo que Ysgard puede convocar?

- Imposible...

- ¿Cómo... es tan poderoso?

El parque estaba irreconocible. La vegetación había sido arrasada y los distintos adornos como las estatuas y fuentes habían quedado reducidas a un montón de piedras esparcidas; todo eso sumado la presencia de numerosos hoyos y cráteres debido a las recientes explosiones, daba la sensación general de que aquel lugar era más propia de una zona de guerra. Asmodeo observaba a los tres que habían osado enfrentarle, que ahora estaban tirados en el suelo, levantándose pero con suma dificultad por las abundantes heridas y quemaduras.

- ¿Y bien? ¿Dónde está vuestra arrogancia de antes? Ni siquiera me habéis hecho moverme del sitio en el que estaba.

- Cometimos un error de calculo... -. Confesó Braim -. Tenemos que retirarnos.

- ¿Retiraros? ¿Y pensáis que os dejaré ir así como así? -. Sin movimiento alguno, Asmodeo levantó con telequinesis a cada uno de los tres, que se quedaron flotando y gritando de dolor como hacia unos minutos le ocurrió a Baal. Braim, Isador y Ezio sentían como sus huesos crujían y sus músculos se aplastaban entre sí -. ¿Cuánto más podéis gritar?

- Ya está bien.

Asmodeo dejó caer los cuerpos doloridos de los tres en cuanto escuchó esa voz, hizo aparecer un largo cetro de un metal liso negro con una gema roja esférica y lo sostuvo con su mano derecha.

- Por fin tengo el gusto en conocerte en persona, Zelmor -. El señor demoníaco desvió su mirada para encontrarse con el Heraldrim, que avanzaba caminando, acercándose a los tres ysgardianos.

- No deberíais estar aquí, vosotros solo entorpeceréis el motivo que hay más allá de esta competición -. Atajó en cuanto comprobó que la vida de los tres no corría peligro, tras lo cual los envolvió en una esfera mágica a cada uno y se fueron flotando.

- ¿Y por qué no discutes eso con tu querida mami en lugar de conmigo? ¿O acaso estás esperando acudir a ella en caso de que resultes herido?

- Tus provocaciones son inútiles -. Zelmor alzó los brazos -. Simplemente cumpliré mi deber, dejaré fuera del torneo a vuestro plano.

- Lo intentarás, Heraldrim -. Asmodeo no adoptó pose alguna, se quedó contemplativo con el bastón.

El aura de ambos hizo temblar parte de la ciudad. Estaba a punto de ocurrir un choque que podría afectar a miles de vidas cerca de allí. Aunque no muy lejos, una figura que flotaba en el aire observaba la situación con sumo interés.

- Así que ese es mi... mmm ¿hermano?

No hay comentarios:

Publicar un comentario