8 may 2016

Alzamiento gélido


Dolor.

Daba igual que no pudiese morir, que no necesitase respirar ni alimentarse.

Los días transcurrían y ni siquiera pudo saber dónde se encontraba, pues la visión de la que disponía era sumamente borrosa y estaba acompañada por oleadas de mareo que le dejaban inconsciente por el misero esfuerzo de intentar distinguir algo.

Así es, el dolor llegaba incluso a embotar sus sentidos. Sus oídos tan solo escuchaban los latidos de su corazón luchando por retomar la calma y el pulso normal. Su tacto no alcanzaba a distinguir sobre qué superficie se encontraba ni percibir el frío o calor del ambiente. Y su boca había tragado tanta sangre que le llevó a que el sabor ferroso del líquido vital le inundase en todo momento.

Dolor, mucho dolor.


Pudo aguantarlo durante las primeras horas, no se llegó a quejar durante los siguientes días, pero pasaron semanas y en su mente empezó a surgir un pensamiento: Quería morir ya.

Habían pasado ¿Años? No sabía cuánto tiempo, ya no le importaba.

Pero por primera vez en todo ese tiempo lograba escuchar voces.

Intentó hablar pero lo que consiguió fue toser y del espasmo se volvió a desmayar.

Y entonces, sin saber si había sido progresivamente o de repente, el dolor cesó.

¿Había muerto?

- No, estás vivo -. Le dijo una voz que escuchó claramente en su interior.

- ¿Estoy vivo? ¿Entonces, se acabó todo este sufrimiento? 

- Señor, mi señor... -. Escuchó al fondo, como si esa voz le llamara desde otra habitación.

- Si, se acabó. Lo has hecho bien, de verdad. 

- Señor ¿Me oye?

- No, no lo he hecho bien, no he conseguido llegar a la capital...

- Has aguantado todo lo que te han echado encima, luchando en inferioridad numérica contra poderes que desconocías. Ejércitos mayores han caído el doble de rápido.

- Señor, despierte por favor.

- Espera ¿Quién eres tú?

- ¿Ya no te acuerdas? Te lo dije después de combatir contra Christian... Yo soy tú.

- ¿Yo...? 

Y Kpim abrió los ojos y pudo ver con normalidad después de meses.

- Señor, por fin ¿Se encuentra bien? -. Escuchó y reconoció Kpim dicha voz. Este se incorporó esperando que una sacudida de mareo le azotase pero se encontraba perfectamente, como si acabase de dormir hasta quedar recuperado.

- Reckael... -. Contestó Kpim y observó a su alrededor. Se encontraban en una sala polvorienta y desprovista de ventana alguna, quizás porque seguramente estuviesen bajo tierra. La sala estaba iluminada con unas pocas velas que realmente daban una sensación de ambiente lúgubre. Kpim pudo observar como a su alrededor habían algunas mesas de escritorios que estaban repletas de vendas, gasas y demás instrumental, todo manchado de sangre, de su sangre -. ¿Dónde estamos?

- Malthius nos transportó hasta Gran Hiullal, mi señor. Temíamos por su vida pero al final pudimos hallar un templo abandonado de Hextor y pudimos empezar a tratar sus heridas, aunque... -. Reckael se remangó la manga de su túnica ocre y empezó a levantar las gasas y vendas manchadas de sangre, para mostrar que habían más, decenas -. No podíamos curarle, señor. La energía oscura le rodeaba y no nos dejaba intervenir con magia...

- Y sin embargo, aquí estoy, curado ¿Por qué ha tardado tanto en regenerar? -. Kpim se miró las manos y fue en ese momento cuando se dio cuenta de que algo iba mal en su visión. Cogió un espejito de la mesa de noche que tenía a su lado y se miró en él -. ¿Qué es...

Lo que Kpim vio no fue su rostro. Mejor dicho, no se parecía en casi nada a su rostro antiguo: Gran parte de su pelo había desaparecido, en su lugar había una capa de piel rugosa e informe, con una gran cicatriz alargada en la parte izquierda; El pelo que le quedaba no era el largo y liso pelo blanquecino que tenía recogido con una coleta sino que se acumulaba en pequeños mechones negruzcos; Continuó viendo su rostro y descubrió por qué su visión estaba entorpecida, le faltaba el ojo izquierdo en la cuenca vacía donde se suponía que debía estar; Su boca presentaba, sin gesticulación alguna, una mueca torcida, pues la mitad del labio superior había desaparecido junto a un trozo de su nariz.

- Señor... -. Dijo Reckael ligeramente asustado por la posible reacción de Kpim.

- Continua -. Kpim no se había alarmado o al menos, no había reaccionado como se imaginó el sacerdote. Dejó el espejito en la mesita de noche y se dispuso a levantarse, una sacudida de dolor invadió su torso y piernas pero desapareció rápidamente. Se examinó las manos y los pies, y aparentemente no habían demasiados cambios, salvo por la piel mal curada y cicatrizada. Al menos conservaba todos sus dedos -. Continua -. Repitió Kpim con un tono más imponente. Reckael dio un sobresalto y se recompuso.

- Bien, pues... Como iba diciendo, Malthius nos trajo aquí, a Gran Hiullal...

- ¿Por qué a Gran Hiullal? -. Le cortó Kpim -. ¿Por qué no a un lugar más cercano a la península, como Bargskan?

- Estábamos contra las cuerdas por el enfrentamiento contra los consejeros, no tuvo mucho tiempo para meditar el lugar, señor.

- Está bien, buen trabajo al sacarme de allí ¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces?

- Unos dos meses, mi señor -. Reckael observó como Kpim buscaba entre el instrumental quirúrgico que ellos habían usado para tratar las heridas de su señor y cogía una pequeña navaja. Con ella, se quitó el poco pelo que le quedaba en la cabeza.

- Hemos perdido demasiado tiempo. Y la Noche Carmesí se ha vaciado, he perdido parte de mi poder...

Pero no había lugar para la lamentación y el arrepentimiento. A Kpim le sacudía una gran duda que le afligía desde el combate contra los consejeros. En concreto, cuando la Energía Oscura surgió sin que él la liberase ¿Y si...

- ¿Dónde está Malthius? -. Kpim y Reckael ya iban caminando por el pasillo del templo camino a la sala principal.

- No hemos estado de brazos cruzados mientras usted se recuperaba, señor -. A Reckael le temblaba la voz, Kpim pensó que quizás estaba temeroso por desvelar los actos que habían hecho sin su permiso -. Se ha encargado de informarse sobre el terreno que nos rodea y sus habitantes. Estamos en la pequeña península de Lengua de Lagarto, en la zona norte de Gran Hiullal. Malthius ha descubierto que que hace décadas, antes de la formación de los Protectores, dos principales y poderosas casas nobles lucharon por el control del reino: Los Armstrong y los Sokolov. Los primeros ganaron y se asentaron como reyes del reino. Pero los Sokolov no desaparecieron, sino que se refugiaron en la zona más al norte de Hiullal, casi en el polo norte. Aquí, en la península.

- Qué conveniente... -. Kpim ya sabía por donde iban los tiros y a Reckael le agradó saber que no estaba enfadado por lo que habían hecho.

- Malthius descubrió también que el rencor pasado de los Sokolov había desaparecido y ahora ellos vivían en paz y conformes con su situación, con su nueva vida. Entonces...

- ¿Cómo se llama el líder al que ha controlado? -. Se anticipó Kpim.

- Grumman Sokolov, mi señor. Malthius está haciendo que los Sokolovianos se rebelen, pero todavía hay una inmensa mayoría que prefiere la paz y más conociendo el hecho de que los Protectores intervendrían.

- Bien, buen trabajo -. Felicitó Kpim al llegar a la sala principal, un alargado salón con alargadas mesas cubiertas por manteles rojos polvorientos y acompañadas por sillas tapizadas del mismo color rojo característico de Hextor. Al fondo, subiendo unos pocos peldaños, se hallaba otra mesa y detrás, un trono de piedra tosca. Kpim cogió la mesa que había frente al trono y la estampó contra la pared, luego se sentó y ordenó -. Trae a Malthius hasta aquí, necesitamos llevar a cabo acciones paralelas mientras conseguimos el control sobre los Sokolov.

- Sí, mi señor -. El sacerdote se inclinó levemente y abandonó la sala.


El silencio se adueñó del entorno pero eso era perfecto para Kpim en ese momento, pues necesitaba pensar e investigar por su cuenta. Con un gesto, encendió las antiguas velas del lugar para disponer de iluminación. Luego, cogió el colgante, el poderoso artefacto que buscaba Christian y que con tanto anhelo era protegido por los seguidores de Hextor, y lo sostuvo frente a él.

- Me ayudaste a conseguir el poder del que dispongo ahora, pero no necesito llevarte puesto para desatarlo. Ahora es algo innato, mío... -. Kpim tiró el colgante hacía delante pero antes de que cayese al suelo lo sostuvo mediante telequinesis. A continuación desató la Energía Oscura, que le rodeó hasta cubrirle como si fuese una armadura -. Esto ahora es mi poder -. Se dijo con una profunda voz que no era la suya, mirando sus manos cubiertas de dicha energía -. Y sin embargo... -. Lo disipó y usó la telequinesis para volver a coger el colgante con su propia mano -. En el combate contra los consejeros, este poder surgió como si tuviese voluntad propia, como si alguien más...

- Exacto... -. Respondió un pequeño susurro. A Kpim ni le extrañó, miró el colgante con decisión.

- Así que era cierto ¿Quién eres tú?

- Ya es la tercera vez que me lo preguntas ¿No lo ves? -. Una silueta se fue formando frente al trono, donde estaba sentado Kpim. Era él, pero sin las heridas que había sufrido tras el combate con los consejeros. De nuevo tenía su pelo, sus dos ojos, su cara intacta... -. Yo soy tú.

- No digas tonterías, no conseguirás engañarme como a los otros que te han llevado. Cuando te puse en mi cuello, vi miles de imágenes, de recuerdos pasar por mi mente. Pensé que era un destino nuevo que se abría ante mi y debía cumplir... ¡Pero no era más que tú engañándome para hacer lo que quisieras! -. El Kpim que tenía delante suya sonrió ligeramente y hasta se le escapó una pequeña carcajada -. ¿¡Te parece gracioso!? Acepté este poder, cogí esta espada, porque sabía que era lo que me libraría de ser una mera herramienta de los demás -. Kpim recordó tanto su infancia como su juventud, en todos sus recuerdos estaba por debajo de "alguien" al que debía de obedecer o servir -. Que podría ser dueño de mis actos pero si tú me estás engañando... No se para que querrás que vaya a Tydoras, pero no te llevaré.

- ¿Crees que ahora es cuando te digo que has descubierto mis planes y que ya es tarde para echarse atrás? -. El Kpim casi holográfico continuó sonriendo -. Has fallado en todas tus acusaciones, en todas y cada una. Soy tú, y esa es la verdad. Pero dicha verdad también incluye que yo fuese otros en el pasado -. El Kpim original se quedó reflexionando sobre aquellas palabras, casi con la mirada perdida -. Así es, no tengo voluntad ni objetivo propio, tan solo soy una acumulación de recuerdos de todos aquellos que me han llevado con el paso de los años y en dicho torbellino de recuerdos ahora también están los tuyos, tu propio ser y esencia... Tus pensamientos, temores y deseos más profundos. Por lo tanto, te digo que llevo verdadera razón cuando afirmo que "soy tú".

- No puede ser -. Kpim estaba algo descolocado ¿Era todo un engaño? -. Si no tienes voluntad ¿Cómo explicas que surgiera la energía oscura por si sola?

- ¿No te lo acabo de decir? Soy tú... Tú y yo estamos conectados. Te dejaron inconsciente y eso hubiese supuesto el fin, pero no sabían para nada que un segundo Kpim seguía totalmente consciente en ese momento. Simplemente me tomé la libertad para desatar la energía y controlarla para defenderte -. El verdadero Kpim fue a hablar pero fue interrumpido -. No, no es control mental como estás pensando ahora mismo. La energía oscura fue entregada por este artefacto, yo tan solo liberé la que dispongo para protegerte.

- Entonces, tú... ¿Para qué quieres que vaya a Tydoras?

- En la gran mayoría de mis recuerdos tienen aquella ciudad en común como objetivo de vital importancia. No se por qué querrían mis antiguos dueños que fuese llevado hasta esa parte concreta de la ciudad a hacer exactamente aquello, pero por culpa de esto, las batallas entre seguidores de Hextor y seguidores de otras deidades fueron más intensivas en la península de Aldmet-Taneir que en otros lugares. Yo, tan solo, te enseñé lo que todos depositaron aquí.

- ¿Cómo se que no mientes? -. Desconfiaba aún Kpim.

- Tu voluntad no está atada a este colgante, puedes dejarme aquí e irte. El poder que te dio ya es inherente a tu ser, no lo necesitas llevar encima para liberarlo, así que realmente no lo necesitas para nada. Pruébalo si quieres -. Kpim se quedó observando el colgante, pensativo.

- ¿Por qué me dices todo esto? ¿Quién está hablando realmente?

- Ja... -. Se rió el otro Kpim -. Tú ya lo sabes, soy la parte de tu corazón que aún confía en que llevar este colgante a Tydoras merecerá la pena.

Kpim ya no respondió, agarró el colgante con la mano y apretó esperando sentir algo diferente. Pero lo único que consiguió fue hacer que la imagen proyectada de él desapareciese. No sabía realmente si la duda que tenía en su interior había sido resuelta y por tanto, estuviese decidido a qué hacer a partir de ese momento, pero lo que era cierto es que de cierta forma había logrado calmarse un poco Ahora debía pasar al siguiente objetivo.


Pasaron horas cuando Reckael y Malthius regresaron al templo de Hextor. Ambos tenían nieve sobre sus vestimentas y cabezas y aunque al liche no le afectaba ni importaba en absoluto, a Reckael le hacía encogerse y tiritar sin remedio. Fue el sacerdote hacía una de las antorchas encendidas en el pasillo de la entrada para coger algo de calor cuando ambos escucharon un estruendo proveniente del interior, un ruido sordo que retumbó con un tintineo metálico que hizo eco en aquellas paredes subterráneas. Rápidamente, se pusieron en guardia y avanzaron con mayor urgencia hacia el interior. Al llegar a la alargada sala principal vieron a Kpim al fondo de la sala y entonces corrieron hacia él al ver en la posición en la que se lo encontraron; Estaba en el suelo, dándoles la espalda, jadeando e intentando levantarse como podía.

- ¡Señor! -. Exclamó Malthius que se deslizó por encima del suelo para llegar rápidamente y ver lo que ocurría.

- Estoy bien -. Aseguró Kpim aunque la voz le salió con esfuerzo, como si hubiese tenido que coger una gran cantidad de aire para poder soltarlo.

- ¡Mi señor! ¿Qué ha... -. Fue a preguntar Reckael pero entonces lo vio y se quedó en blanco. La Noche Carmesí se hallaba en los peldaños que daban a la silla presidencial de la sala, pero su hoja estaba hecha añicos.

- Por fin lo he conseguido, aunque no tengo mucho tiempo -. Kpim ya parecía moverse mejor. Malthius miró a su alrededor, las sillas y mesas del lugar estaban todas tumbadas y desparramadas. Lo que hubiese hecho Kpim, al parecer, había generado una potente onda expansiva. Kpim recogió los restos de su arma y los alineó como si estuviese formando un rompecabezas con ellos para formar de nuevo la espada -. Si me distraigo, perderé mis poderes para siempre.

- ¿Por qué ha roto su arma? -. Preguntó el liche tranquilamente.

- Este arma me imponía a mi mismo una barrera que me limitaba -. Kpim sacó una daga y se la clavó en la mano derecha, para verter su sangre sobre el metal de la hoja -. Lo pensé cuando luché contra los consejeros de Taneir... Si de verdad quiero ser la máxima representación de Hextor, no puedo luchar con un arma cuyas normas están impuestas por gente como el sacerdote Orek o aquellos que la crearon.

- Mi señor, el dolor debe de haber sido terrible -.Comentó Reckael-. El arma representaba una unión entre su alma y el poder mágico de la hoja.

- Así es, pero he pasado por cosas peores. Ahora conseguiré crear una versión de la Noche Carmesí a la altura de alguien como yo y del artefacto que porto. Una Noche Carmesí que no consista en rellenarla y permitir que su poder llegue a un tope sin que no pueda ser superado -. Kpim derramó su sangre por los restos metálicos mientras que con la otra realizaba unos extraños gestos. El metal comenzaba a desaparecer, como si la sangre que le salpicaba fuese ácido; Y en su lugar, surgía un nuevo acero -. Este arma había sido portada por gente mucho más débil que yo pero mi nueva Noche Carmesí solo será portada por mi.

La sangre terminó de transmutarse en metal para forjar una nueva hoja para el mandoble, que esta vez era de un color negro que no reflejaba luz alguna.

- Formidable -. Se maravilló Kpim al observar su trabajo, el precio a pagar había sido bastante grande pero tendría tiempo para recuperarse -. Reckael, por favor... -. Pidió tendiéndole la mano herida al sacerdote.

- Por supuesto -. Reckael sanó su herida con suma dedicación e incluso limpió las manchas de sangre que quedaban en la mano.

- Una espada nueva debe de tener un nuevo nombre -. Sugirió Malthius. Kpim cogió su arma y la blandió con orgullo.

- Para la historia, una noche carmesí no es sino otra noche más. Cualquier día de guerra tiñe el suelo para dar paso a un ocaso salpicado de rojo, pero al final siempre vuelve a amanecer, siempre hay un nuevo comienzo. Reckael, Malthius, vosotros dos sois los testigos del alzamiento de un nuevo imperio en el mundo. No traeré una noche de terror a mis enemigos con la que puedan soñar con ver el sol de nuevo... No... -. Kpim sintió un leve escalofrío recorrer su cuerpo cuando apretó la mano en torno a la empuñadura. Aunque al romper su antigua arma, contuvo su poder en su propio cuerpo para no liberarlo y eso conllevó a que la base de su nuevo mandoble fuese básicamente la misma, esta no parecía tener límite alguno en cuanto al potencial que podía alcanzar, parecía casi un poder eterno -. Así es, traeré una noche permanente a aquellos que osen juzgar o desafiar el futuro que les voy a brindar. Una Noche Eterna.

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- Son más de los que me esperaba, la verdad -. Admitió Kpim en voz baja a Malthius y Reckael, que estaban a su lado. El sacerdote, sentado; Y el liche, de pie, levitando levemente.

- Todos han escuchado la llamada de un nuevo señor -. Le dijo Reckael -. Todos han sentido el poder que recorre por usted.

- Pero no todos se quedaran -. Afirmó Kpim -. Puedo verlo en sus ojos, sus corazones ansían un cambio en sus vidas pero eso les llena de miedo; Miedo de que esa nueva vida sea peor y que entonces, no haya merecido la pena luchar.

Había pasado un mes desde el nacimiento de la espada La Noche Eterna. Durante ese tiempo, Kpim y sus dos hombres llevaron a cabo varias tareas al mismo tiempo. La primera, convertir el templo de Hextor abandonado en un lugar digno para sus seguidores, eso no llevó demasiado tiempo ni esfuerzo, Reckael lo hizo con bastante facilidad; La segunda, asegurarse de que el pueblo Sokoloviano estuviera de parte de su líder, Grumman, que sigue bajo el control mental de Malthius. Confirmaron que más de la mitad de la población estaba conforme con su nueva vida en lugar de forzar algo que les conduciría a la muerte, pero de ese problema ya se encargaría Kpim más tarde; Tercero, descubrir cómo eliminar el sello que le impide a Kpim volver a la península de Taneir-Aldmet y le obstruye proseguir con su cometido. Llegaron a la conclusión de que la opción más cercana para descubrir aquello pasaba por ir a la capital de Gran Hiullal, Rostov. Pero para ello tendrían que atravesar la frontera que separan a los Amstrong con los Sokolov, de manera que volvían al segundo punto; Y cuarto, reunir a la mayor cantidad posible de personal fiel a Hextor en el menor tiempo posible. Si pensaba dirigir a un ejército de Sokolovianos contra todo un reino, necesitaría más lugartenientes a su cargo para manejar los escuadrones. Kpim usó su propio poder en conjunto con un conjuro de telepatía por parte del liche Malthius para llevar su voz y voluntad a un radio aproximado de cinco mil kilómetros. Su voz solo sería escuchada por aquellos que llevasen o hubiesen llevado en algún momento de su vida un símbolo de Hextor. Semanas más tarde, el templo empezó a recibir la llegada de aquellos que habían respondido a Kpim. El paladín se quedó maravillado de la cantidad de fieles que habían acudido, pues todos los bancos de la sala principal estaban ocupados. Casi un centenar de personal.

Pero Kpim podía percibir en la mayoría el miedo y la incertiumbre. Es más, gracias a sus poderes incluso pudo leer por encima el pensamiento de algunos, que estaban preguntándose si habían hecho bien al venir, pues dudaban de la fiabilidad de Kpim por su aspecto. Eso le dio igual, al menos hasta que dijera lo que iba a decir, a partir de ahí ya juzgaría él mismo. Estaba más concentrado en fijarse en la apariencia de algunos de ellos, como podía ser la de un gigante de hielo, cuyo tamaño tuvo que ser encogido a la de un ogro para que cupiese en la sala.

- Llegó la hora, señor -. Concluyó Reckael.

- Está bien -. Susurró Kpim y se puso en pie. El murmullo que recorrían los bancos cesó casi de inmediato -. Fieles de Hextor -. Dijo en voz alta, con autoridad -. Si estáis aquí ya sabéis qué es lo que quiero de vosotros, así que me saltaré la típica introducción, porque yo no pretendo imponer mi voz sobre vosotros, al contrario. Quiero que seáis vosotros lo que soltéis vuestras aspiraciones, inquietudes y dudas. Quiero que todos vosotros tengan la seguridad en su ser, antes de comentar mis objetivos y planes.

Hubo un silencio que predominó durante unos segundos. Algunos se miraron entre sí y otros susurraron en voz baja. Al final, uno alzó la mano.

- Eh, perdona pero ¿Quién es usted? -. Preguntó un hombre de mediana edad con un parche en el ojo derecho, que coincida de lleno en toda la zona de su cara que presentaba signos de haber sufrido una potente quemadura en el pasado.

- Soy alguien que durante toda su vida no fue nadie, hasta que Hextor me dio una identidad -. Kpim alzó las manos, gesticulando -. Supongo que no me equivoco al decir que comparto ese mismo pasado con la mayoría de los de aquí. En cuanto a un nombre, me podéis llamar Storth.

- ¿Y qué va a hacer? -. Preguntó una mujer también de edad avanzada, esta preguntó antes de levantar la mano, pero a Kpim no le importó.

- Lo que muchos queréis hacer pero nunca habéis hecho, restaurar la vieja gloria de Hextor.

- He escuchado eso ya muchas veces... -. Volvió a decir el que formuló la primera pregunta, algo decepcionado.

- Y más veces lo escucharéis si perdéis la fe de esa forma. Se librarán mil batallas antes de que ocurra ¿Y qué? ¿Acaso no es mejor eso a lo que estamos haciendo ahora? ¿No es mejor arriesgar para estar sentados en un sitio mejor mientras controlamos el mundo en lugar de estar sentados aquí, escondiéndonos de todos? -. Kpim soltó aquellas últimas palabras con un tono despectivo, mirando a su alrededor, a las paredes que sostenían la tierra de aquel lugar subterráneo.

- Muy inteligente, señor Storth -. Dijo una voz con un deje de burla. Kpim y gran parte del séquito de seguidores de Hextor se giraron para ver quién había soltado aquel comentario -. Y no me refiero a este último discurso sino a su manera de hacer las cosas, bravo -. Se escuchó también el sonido de unas palmadas chocar de manera lenta, sarcástica. El tipo que había hablado se levantó. Era un hombre no más mayor que Kpim, con el pelo alborotado alrededor de su cabeza y una barba abundante que intentaba tapar su joven rostro.

Su forma de hablar, chulesca... Parece casi como...

- ¿Qué es lo que te parece gracioso? -. Preguntó Malthius con autoridad, intimidante. Kpim alzó la mano para calmar al liche, quería saber adonde llevaba todo aquello.

- ¿No confías en nosotros, verdad señor Storth?

Este tío... Ha entendido cómo va el tema.

- ¿Por qué preguntas eso?

- Nos das la iniciativa para calmar nuestras dudas, para tranquilizarnos. Aseguras que todos ellos se vacíen de la incertidumbre y estén más seguros de si mismos; Y todo no porque quieras convencernos, sino porque quieres descartar a aquellos que según tu juicio, no servirán para el cometido que quieres llevar.

El comentario de aquel hombre provocó un escándalo, rompiendo la calma que había creado Kpim con sus primeras preguntas respondidas. Él seguía de pie observando a su alrededor y sonriendo jocosamente de lo que había hecho, como si hubiese estado un paso por delante de Kpim, pero lo cierto es que el paladín sonrió.

- Malthius, Reckael ¿Os importaría echar de esta sala a todos aquellos que han protestado justo después del comentario de ese señor?

- ¿¡Qué!? -. Exclamaron algunos

- ¡Juegas sucio, maldito enclenque! -. Se quejaron otros.

- ¡Lo sabía, todos los que van de reyes supremos sois iguales! -. Se escucharon a unos pocos antes de que abrieran la puerta y se marcharan.

- ¡No me pienso ir porque tu lo digas! ¡Esta es la casa de Hextor, no la tuya! ¡Yo lideraría a todos mejor que tú, todos juntos, como hermanos! -. Gritó uno levantando justo cuando Malthius y Reckael llegaron a los primeros bancos. La mayoría gritó en signo de aprobación. "¡Eso, eso!" se escuchó al unísono.

- Está bien, Reckael, Malthius, haceos a un lado -. Kpim pasó entre ellos dos y liberó un poco de su aura de poder. Esta fue tan potente que hasta la luz de las antorchas perdieron su intensidad e incluso, la sala se cubrió de una misteriosa luminosidad morada. Todos los miembros de aquella sala, menos sus dos siervos, sintieron aquella aura penetrar hasta el interior de sus cuerpos y dejarlos congelados. Pero en concreto, aquel que le había desafiado personalmente cayó de bruces al suelo, sudando y jadeando sin parar -. No puedo llevaros a todos conmigo, es cierto. No quiero un ejército de fieles a Hextor conmigo, quiero un grupo al que le pueda confiar mi vida y sepan cumplir su cometido con eficacia. Pero si me llevo conmigo a alguien como tú, que ni siquiera es capaz de aguantar mi aura... -. El hombre empezó a gritar dolor y a retorcerse por el suelo mientras llevaba sus manos a la cabeza... Hasta que su cráneo explotó esparciendo sangre y sesos por toda la sala -. No te mereces que cubras mi retaguardia.

Otro silencio recorrió la habitación, todos quedaron impresionados y aterrados por lo que había pasado. Los que antes eran reticentes a marcharse corrieron hacía la puerta como si de ello dependiera sus vidas.

- Debo darte las gracias, señor desconocido -. Comentó Kpim mirando al hombre que había descubierto su plan, quien no parecía estar aterrado pero desde luego, se le notaba tenso -. Has acelerado un largo y aburrido proceso. Si hubiese sido directo, probablemente todos os hubieseis ido. Pero al final, los que no protestaron ante aquel comentario de que quería descartar a los más débiles de cuerpo y mente son los que de verdad valéis la pena, los que no le importan someterse a esta absurda prueba, pues vuestros objetivos están por encima de cualquier duda -. Kpim observó los bancos -. Así que sois cuatro ¿Eh?

- Mi señor ¿También él? -. Preguntó Reckael al hombre que descubrió su plan.

- Por supuesto, ha tenido la agilidad mental para descubrirlo y encima el valor para soltármelo directamente. Me vendrás bien ¿Tú nombre?

- Benric Thompson, señor -. Se presentó ya recuperando la calma.

Kpim se volvió hacía los otros tres que se habían quedado junto a Benric. Una elfa, un hombre anciano y el gigante de hielo.

- Hofgrek no tener nombre -. Dijo el gigante con una voz grave que retumbó en las paredes. Nadie pareció tener la osadía para decirle que eso parecía ser un nombre o para reírse por como acababa de decirlo. El gigante de hielo, aunque encogido, seguía manteniendo sus características. Su piel era de tono azulado apagado, casi gris y de sus hombros surgían emanaciones de un mineral que parecía hielo, pero que brillaba tenuemente a la sombra. Sus ojos emitían el mismo resplandor, cuyo brillo se acentuaba más sobre su pelo y barba, de color blanquecino. Su ropaje, que dejaba al descubierto su torso, consistía en capas de cuero bien trabajado, hasta formar lo que para muchos sería una gruesa capa de armadura, pero que en él parecía ser una simple tela.

- De acuerdo, Hofgrek -. Comentó Kpim con tono educado, pues no pretendía insultar la inteligencia del gigante al rebatirle su comentario -. ¿Y tú?

- Un hombre está orgulloso de presentarse ante su nuevo señor como Gelfias Volkov -. Comentó el anciano con una extraña elocuencia. De todos los que se quedaron, era el que menos confianza le inspiraba a Kpim, todo por el aspecto que presentaba. Parecía casi un dueño aleatorio de una taberna aleatoria. Las arrugas de su cabeza estaban salpicadas de pelo canoso por el lateral de su cabeza, sus pobladas cejas, los orificios de su nariz y su barba prominente, pero estaba ausente en su lisa cabeza. Por el resto, vestía ropas normales: Un jubón de cuero sobre una camisa blanca junto a un pantalón negro que acababa en una sola bota negra, pues el otro pie brillaba por su ausencia, en su lugar había una pata de palo y al lado de sus piernas, un bastón con el que ayudarse para caminar.

- Entendido -. Kpim intentó suprimir esa duda de su interior, si Gelfias se había quedado sería porque merece la pena, como los demás.

La última que quedaba por presentarse, la elfa, se levantó de su asiento y observó lentamente a Kpim, de arriba a abajo. Luego se mordió los labios y dijo con un tono melodioso:

- Estás mucho más guapo de cerca...

- Bien -. Kpim no sabía si lo decía en serio o se estaba burlando por la nueva apariencia que presentaba en su rostro -. ¿Tú nombre?

- Andriel Salastra, para serviros -. Dijo con una inclinación. La elfa vestía una andrajosa túnica negra, con muchas costuras sueltas y rotas, que dejaban al descubierto varias partes de su cuerpo. Por encima de la túnica había una gruesa capa compuesta de plumaje negro. La pálida piel de Andriel creaba un hermoso contraste con el color de su pelo, ojos y marcas alrededor de estos; Todo de color violeta intenso.

- ¿Has dicho Salastra? -. Saltó Malthius -. Eres de Taneir ¿Qué haces aquí, tan lejos de casa?

- El círculo de los cinco druidas fue mi camino en el pasado, hasta hace unas décadas. Por eso da igual mi origen, sino mi destino, liche -. Contestó contundente Andriel.

- En efecto, no me importa vuestro pasado al igual que a vosotros no os debe importar el nuestro. Como ha dicho Andriel, lo importante es nuestro futuro en común.

- Bien ¿Hay ceremonia de ingreso o algo? -. Soltó Benric sonriendo, pasando las manos por detrás del espaldar del banco. Kpim cerró los ojos, pensando de nuevo en la actitud de Benric -. Tranquilos, es una broma para romper el hielo.

- No hay tiempo para bromas. Tengo una primera orden que daros.

- Dispara -. Saltó Benric.

- Lo que desee, mi querido señor -. Dijo Andriel, cariñosamente.

- Salid ahí fuera y matad a todos los que han abandonado la sala.

Kpim se esperaba caras de sorpresa o como mínimo, un par de preguntas. Pero lo que recibió fue que Gelfias se levantase torpemente y empezase a caminar hacia la salida, cojeando y apoyándose en su bastón. Andriel hizo otra inclinación y también se dirigió fuera. Benric salió sonriendo mientras murmuraba "Con que esa tenemos ¿Eh?". Por último, Hoffgrek no dijo ni hizo nada salvo repetir el movimiento en común, dirigirse hacía la puerta.

Así es como debe ser.


 Andriel Salastra

Gelfias Volkov

 Hoffgrek

Benric Thompson

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En toda la estancia en el templo de Hextor, Kpim no había salido al exterior, era la primera vez desde que se enfrentó a los consejeros de Taneir que veía el cielo y le daba el aire fresco en la cara. En esta ocasión, era un cielo nocturno, lleno de estrellas y con alguna que otra aurora boreal por la latitud en la que se encontraban. La entrada al templo estaba situada en el centro de una estructura circular de piedra adornada con columnas y una cúpula repleta de nieve. Más allá no había más que páramo helado que se perdía entre dos grandes cordilleras montañosas hasta donde alcanzaba la vista. 

Kpim vio una serie de motas naranjas y brillantes a lo lejos, en el paso de entre dos montañas. Se quedó observando en la entrada del templo como sus hombres luchaban y masacraban a los fieles de Hextor que no pasaron la prueba.

- ¿Storth? -. Preguntó Malthius con curiosidad mientras se libraba la batalla.

- Perdí mi antiguo nombre y he usado otros para darme una identidad. Pero no pretendo mentirles a aquellos que van a depositar su confianza en mi, por eso les he dado mi apellido, simplemente.

- ¿Puedo preguntar el por qué de esa matanza, señor? -. Se interesó Reckael.

- Es simple, no quiero abrir la posibilidad de que corran la voz.

Y también porque era una oportunidad para ver cómo luchaban sus hombres y qué habilidades tenían. Benric arrasaba a sus enemigos por oleadas, desaparecía y volvía a aparecer metros más allá y en el transcurso parecía que vinculaba a todos los que alcanzaba, uniéndolos con un hilo rojo que salía del pecho y espalda de cada uno para después rematarlos de una acometida. Hoffgrek hizo lo que ya todos intuían, disipó su hechizo de encogimiento y alcanzó una altura de más de diez metros. Sus pasos hacían retumbar todo alrededor y que resonara con eco desde el fondo. Una vez entre sus enemigos, tan solo tenía que barrer con ellos. A Kpim le llamó la atención la habilidad de Gelfias y le agradó ver que con ello había disipado toda duda con respecto a la dudosa apariencia del hombre; Se transformó en un cruce entre demonio y bestia, que no solo se contentaba con matar a sus enemigos sino que también los engullía y para sorpresa de Kpim, al hacerlo podía adquirir sus habilidades. Y por último estaba Andriel, quien tenía una habilidad sobrenatural con el arco, sus flechas parecían estar compuestas de energía, que atravesaba a sus víctimas y rebotaban en cualquier obstáculo para continuar atravesando contrincantes.

La pelea duró un tiempo, al principio porque los fieles de Hextor plantaron cara y no eran precisamente débiles y menos teniendo mayoría numérica; Y luego porque los pocos que quedaban empezaban a huir sumidos en la desesperación y se desperdigaron entre las montañas. Pero al final los cuatro volvieron con los primeros rayos de sol asomando por la derecha de Kpim, afirmando que no quedaba nadie con vida.

- Bien, muy bien. Me habéis sorprendido todos... -. Halagó Kpim y todos agradecieron de una forma u otra (un gesto, una inclinación, etc.), pero el paladín estiró la frase para continuar -. Menos uno.

- ¿Qué? -. Preguntó Benric dudando y poniéndose algo nervioso cuando Kpim dio un paso al frente.

- Andriel Salastra, vas a tener una lucha conmigo.

Nadie más dijo nada, se separaron y formaron un círculo en torno a Kpim y la elfa, que estaba desconcertada.

- ¿Señor? -. Kpim notó miedo en su rostro y un temblequeo en su mandíbula inferior.

- Más te vale luchar contra mi como si quisieses matarme, si no, no tendrás ninguna oportunidad -. Kpim se puso en guardia pero sin desenfundar su arma.

- Yo... No entiendo -. Andriel se encogió, desde luego no sabía qué hacer.

- Vaya, Andriel ¿No has mostrado tu verdadera habilidad en combate? - Benric soltó un bufido, como si no hubiese remedio con el comportamiento de la elfa -. Tampoco había que mostrarlo todo, pero si el funcionamiento básico de cómo combatimos ¿Verdad, señor Storth?

- Así es, esa era la finalidad de por qué os mandé a vosotros a aniquilar a esa basura. Podría haberlos matado yo, estando encerrados en el templo, pero los dejé libre, al principio, por ese motivo.

- Señor, yo...

- Pero tú no has hecho más que disparar con un arco mágico, cosa que podría hacer cualquiera. Por eso tú y yo vamos a luchar, es posible que tu orgullo o tu miedo estén impidiendo que muestres tu verdadero poder. Si es así, te obligaré a sacarlo... Y si me equivoco, es que no eres alguien valiente, sino temeraria por aventurarte a meterte en lugares con un poder tan débil. 

Andriel fue a hablar pero Kpim ya había tenido suficiente, sin moverse conjuró un hechizo de telequinesis centrado en el cuello de la elfa, que rapidamente se llevó las manos para intentar coger aire pero no podía evitar que empezase a despegar sus pies del suelo, pues Kpim la estaba levantando. Pasaron unos segundos y Andriel casi parecía que iba a perder la conciencia ¿Se había equivocado Kpim? Con sus últimos esfuerzos echó una mirada a Kpim y tras eso, desapareció.

- ¿Teletransporte? Sigue sin ser nada -. Kpim se dio la vuelta, pues había sentido la presencia de la elfa detrás suya y en efecto, allí se encontraba.

- Señor, yo... Pido disculpas por no haberme dado cuenta de sus intenciones -. Andriel jadeaba pero eso no le impidió hincar una rodilla en el suelo y bajar la cabeza para disculparse -. Enseguida le mostraré de qué soy capaz.

- Estoy impaciente -. Comentó Kpim con sarcasmo.

- Sello desactivado -. Murmuró ella mordiéndose los pulgares -. Técnica de cuerpo ligero -. A continuación, Andriel desapareció pero Kpim se dio cuenta, esta vez no era teletransporte. Al usar esa técnica, la elfa había conseguido aumentar en gran medida su velocidad, parecía casi un relámpago desplazándose de un lugar a otro casi instantáneamente, pero eso seguía sin impresionar al paladín. Hasta que sintió un puñetazo en su rostro que ni había visto venir, pero ni le movió del sitio.

- Qué golpe más débil -. Kpim se llevó la mano a la cara cuando la elfa volvió a desaparecer para no darle la oportunidad de contraatacar -. Ya veo, aligeras tu peso corporal para conseguir velocidad pero eso también implica que tu impacto sea ridículo... Decepcionante.

- ¿Estás seguro? -. Andriel se detuvo y tenía algo con ella. Kpim soltó un leve "Oh" de sorpresa, pues de verdad no se había dado cuenta de que la elfa realmente acababa de arrebatarle la Noche Eterna. Benric soltó un silbido de elogio y Reckael maldijo en voz baja, quizás considerando que era una blasfemia que ella tocase el arma de Kpim.

- No me importa, puedes usarla si así lo deseas -. Kpim ya había tenido suficiente, se cruzó de brazos y esperó a ver qué hacía hasta que su paciencia dijese basta y arrase con la elfa.

- ¿Eh, no te importa? -. Fue Benric quien había preguntado aquello -. ¡Ja! Seguro que ahora va a pasar lo típico de que tu enemigo ataca con tu arma y pasa algo inesperado para que tú digas "¿Pensabas que podías usar mi propia arma contra mi"?

- No, no pienso hacer nada de eso -. Acalló Kpim.

Pero la elfa no parecía muy convencida, dejó la espada en la nieve y prosiguió su técnica.


- Tienes cinco segundos antes de que te mate, si no consigues hacer nada, me habrás decepcionado.

Andriel volvió a dibujar circulos en torno a Kpim hasta que finalmente saltó, o eso intuyó él. Esta vez, el paladín se concentró para ver a través de la velocidad de la elfa y efectivamente, se encontraba en mitad del aire a punto de realizar un ataque en picado contra él.

¿Piensa aprovecharse de la gravedad para ganar algo de poder ofensivo? Estúpida, seguirás sin hacerme nada. Tú técnica debe de reducir el peso de tu cuerpo por diez, quizás más, haciendo que tu impacto no sea más poderoso que el que me daría una simple ardilla. Decepcionante.

Andriel se lanzó en picado a por Kpim y este fue a levantar la mano porque ya había tenido suficiente.

Con Benric, Gelfias, Hoffgrek sumados a Reckael y Malthius, tengo más que suficiente.

Daba igual la velocidad centelleante de la elfa, Kpim estaba a punto de conjurar un sortilegio mortal que recibiría de lleno, comenzó a concentrarse. Solo necesitaba un segundo más, cuando...

- ¡Técnica de cuerpo pesado! -. Gritó.

¿¡Qué!?

El impacto resultante fue el equivalente a la colisión de un meteorito con la tierra. Es más, si Kpim no hubiese contado con que podía disponer de su Energía Oscura involutariamente, gracias a que el colgante es capaz de desplegarlo por si solo, seguramente le hubiese dejado inconsciente, como mínimo. Pero afortunadamente, solo le dolía el pecho a causa de la contusión, quizás tenía un par de costillas rotas. Caminó por el cráter que había generado Andriel hasta el lugar de ella, que apenas podía moverse a causa de su aumento de peso. Kpim hizo un esfuerzo por devolver la Armadura Oscura de vuelta a su interior.

- ¿No ha sido suficiente? -. Se lamentó ella mirando hacia el suelo y dándose por vencida.

- Si lo hubieses hecho antes de que consiguese esto -. Señaló su colgante -. Me hubieses vencido de un golpe. Ha sido suficiente, puedes calmarte.

- Señor, quiero que sepa que...

- Creo que se que vas a decir, esto es el producto de tu entrenamiento posterior a abandonar el círculo de los cinco druidas. Pero realmente no has mostrado nada de tu poder divino original, está bien.

Kpim le tendió la mano y Andriel disipó la técnica y aceptó la ayuda para incoporarse. 

Ya tengo a mi escuadrón, que comience el asalto a los Armstrong.

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Pasó otro mes en el que el grupo de Kpim se preparó para visitar uno de los asentamientos principales de los Sokolov, el poblado de Kovrov. Había llegado la hora de usar a Grumman de una forma más activa en el proceso de alzamiento contra los Armstrong y el destino del reino de Gran Hiullal. Kpim se encargó de que todos los miembros de su grupo vistieran una indumentaria parecida a la suya, parecida a la de los Hijos de Hextor, aunque lo máximo que consiguieron con Hoffgrek fue que llevara un tabardo colgando de su cinturón. Juntos, viajaron por la cadena montañosa hacia el sur.

Kovrov resultó ser tal y como se imaginaba Kpim, algo más que una simple aldea llena de cabañas destartaladas pero no llegaba nunca a ser una ciudad. Los Sokolov realmente se habían conformado a vivir en esas condiciones, quizás porque el terror de las anteriores generaciones se instauró en las que actualmente vivían en aquellas casas. El mismo miedo porque pensaron que los Armstrong iba a ejecutarlos a todos tras su derrota y que les llevaba a pensar que si decidieran pelear ahora, estarían yendo a una pelea contra un coloso que no pueden derribar. A Kpim realmente le daba igual los motivos políticos entre ambas casas, él tan solo quería llegar a la capital y para ello debía conseguir el apoyo suficiente.

- Será difícil atravesar la frontera impuesta por los Armstrong -. Comentó Benric en un punto del viaje hacia la ciudad -. Desde luego, no escatimaron en recursos para mantenerlos fuera de su dominios.

- ¿A qué te refieres? -. Preguntó Reckael con la misma curiosidad que les dio a todos.

- Me refiero a una muralla -. Benric sabía qué caras iban a poner los demás al decir aquello, pero prosiguió, sonriendo -. No una muralla normal de piedra,sino la más larga y alta, compuesta del más duro y resistente metal, adamantita. Una muralla acorazada con grandes cañones, que se extiende por cientos de kilómetros, provista de un ejército militar armado con las más avanzadas armas de fuego.

El recibimiento del grupo a Kovrov fue también el esperado, la guardia Sokoloviana se plantaron ante ellos indicando que allí no eran bien recibidos. Como Kpim no quería armar revuelo innecesario entre la población, esperó pacientemente hasta que Grumman hizo acto de presencia y actuando bajo el control mental de Malthius, dio ordenes a la guardia de que les diesen vía libre para entrar. El paladín observó como el pueblo llano les miraban, llenos de desconfianza e inseguridad, pero a él no le importaba, se fijaba más en el estado de las calles, las cuales ni siquiera eran de losas de piedra lisas para así permitir que la limpieza de la nieve fuese más fácil; Las casas estaban situadas de manera irregular, lo que provocaba que las calles no estuviesen bien planificadas y tuviesen que dar muchos rodeos para llegar a la "mansión" del señor Grumman;. Por último, el ganado era de vital importancia para los Sokolov y estos debían protegerlos del frío, así que no era raro ver cerdos o vacas dentro de los hogares para resguardarlos, parecía que los Sokolov no se podían permitir ni el construir una granja lo suficientemente grande y acogible para los animales. La casa de Grumman, que se supone que era la más lujosa, no era más diferente que la peor casa del barrio medio de Granja Fertl: Bloques de piedra mal puestos pero que era suficiente para resistir una ventisca y dos pisos con ventanas que en lugar de cristal, tenían tablones de madera que se podían abrir. En el interior, el salón estaba sobrecargados de mantas y distintas telas para acolchar el mobiliario, que era de madera y lo hacía realmente incómodo. Lo único medianamente aceptable de allí, aparte de que estaba limpio, era la presencia de una chimenea encendida que daba un buen toque de luz y calor a la habitación principal.

Kpim ordenó a Malthius que bajase la intensidad del control mental, pues quería información. Descubrió que Grumman era el líder militar de los Sokolov, que se encargaba realmente de los turnos de guardia de los poblado así como la vigilancia de los caminos entre los distintos asentamientos y al mismo tiempo, de los cazadores que se internaban por las zonas más salvajes de las montañas. Grumman era bien aceptado por los Sokolov por su trabajo impecable, pero luego estaba la otra cara de la moneda, el líder absoluto. Rev Vravian era, en términos generales, un cobarde; Dejaba toda la responsabilidad de peso a Grumman mientras que él se dedicaba a mejorar, como podía, la calidad de vida de su pueblo. Pero eso también provocaba que fuese el ancla que impedía a la totalidad del pueblo Sokoloviano a rebelarse contra los Armstrong.

Durante las siguientes semanas, Kpim usó a Grumman para reunir a los hombres que estaban dispuestos a luchar por su pueblo y, finalmente, para llevar a cabo una reunión pública con Rev Vravian en la plaza de Kovrov, a la que acudiría también gente del pueblo. Kpim no pretendía someter a la gente por la fuerza, usando el miedo como cadena de mando; Eso sería un proceso demasiado lento y el paladín tenía prisa. Además, también le resultaba indiferente contar con la totalidad de la población o solo parte de ella. Kpim se dirigió al pueblo llano y en líneas generales, le acabó diciendo que el sacrifico trae gloria, y que cuando derribe la muralla de los Armstrong, él solo dejará pasar a los que han decidido sacrificarse por buscar un lugar mejor donde vivir. Así, los cobardes que sigan queriendo elegir no luchar, no se merecerán la misma recompensa de aquellos que si lo hayan dado todo. Con eso, consiguió ganarse el favor de la mayoría del pueblo y por efecto dominó, a todos y cada uno de los Sokolovianos. Fue simple, los cobardes no querrían seguir viviendo en un lugar en el que ya no dispondrían de guardias para proteger sus aldeas ni los caminos, así que seguirían, aunque no hubiese más remedio, al resto.

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Y semanas más tarde, allí estaban.


Kpim y sus hombres lideraban a los Sokolovianos por el liso páramo helado. Las montañas quedaban a lo lejos del paisaje, como si fuesen una leve irregularidad en la linea que delimitaba la tierra con el cielo grisáceo de un amanecer nublado. Frente a ellos, como si fuesen una larga serpiente, se situaba la muralla que había mencionado Benric. Casi el doble de alta que Hoffgrek sin estar encogido mediante conjuro y con cañones que eran del tamaño de elefantes. Detrás suya, casi diez mil Sokolovianos estaban dispuestos a luchar.


- No os culpo por no haber querido alzaros contra los Armstrong hasta ahora. Cualquier ejército acabaría derrotado bajo ese poder armamentístico -. Comentó Kpim, sincerándose.

- Más allá no nos espera una tierra de paraiso, sino más nieve y hielo -. Rev Vraviam miraba a la muralla como si realmente quisiese saltar por encima y volar -. Todo Gran Hiullal es así. Y sin embargo...

- Sin embargo, vosotros fuisteis apartados a una sucia península con una puerta cerrada, pero hoy, la abriremos.

- Pero ¿Cómo? -. Preguntó Rev, incrédulo porque no poseían ningún tipo de armamento de asedio, así que no sabía como iban sus hombres a escalar aquella muralla.

- Pueblo Sokoloviano -. Se escuchó una amplificada voz femenina que provenía desde la muralla -. Retroceded o asumiremos vuestros actos como una declaración de guerra. Y yo, Amanda Armstrong, os aplacaré, por el convenio firmado por mi abuelo que permitió la paz entre ambos bandos.

- Hoffgrek, hora de arrasar -. Ordenó Kpim.

El gigante se libró de nuevo de su conjuro de encogimiento a medida que comenzaba a caminar hacia la muralla. Los Sokolovianos retrocedieron, sorprendidos por el ser que no paraba de agrandarse ante sus ojos. El gigante empezó a correr provocando continuos temblores que se propagaron por todo el páramo.

- ¿Estás seguro?  -.Preguntó Benric, dudoso -. Ni él podrá aguantar todos los cañonazos en su cuerpo.

- Él será la lanza en el ataque, y nosotros...

En la muralla se debió dar la orden de disparar su cañones, pues estos empezaron a apuntar al gigante, que aún estaba a un kilómetro de distancia. El sonido de artillería amortiguó el de las pisadas de Hoffgrek, primero con un ruido ensordecedor y luego con un silbido agudo, que indicaban que las balas recorrían el aire a gran velocidad. Kpim apareció flotando enfrente de Hoffgrek, alzó sus manos y todas las balas de cañón explotaron a pocas decenas de metros del gigante de él.

- Su escudo -. Terminó Kpim.

Gracias a los poderes de Kpim, Hoffgrek no tuvo dificultad alguna para llegar hasta la muralla y en ese momento, tanto el paladín como el resto del grupo se trasladaron hasta lo más alto y comenzaron a luchar contra los militares de los Armstrong, hombres vestidos con un uniforme azul que portaban armas de fuego más avanzadas que las que habían en Granja Ferl. Pero nadie era rival para ellos, que empezaron a caer como moscas.

- Benric, Andriel, Gelfias, inutilizad los cañones o al menos, impedid que los guardias lo usen. Hoffgrek, crea un acceso para que los Sokolov puedan subir. Malthius, Reckael, quedaos conmigo.

Kpim sabía que a pesar de su increible poder, la desventaja numérica les acabaría poniendo en una situación comprometida. Incluso aunque usase su poder, si luchaba contra miles acabaría cayendo tarde o temprano porque aún no había recuperado todo su poder desde que perdió contra los consejeros. Pero el gigante hundió sus manos en el suelo y cogió un enorme trozo de suelo que lo plantó frente a la muralla y lo destruyó para crear una improvisada rampa. Aquella señal la entendieron a la perfección los Sokolovianos, pues Kpim escuchó su grito de guerra y empezaron a recorrer el páramo para atacar a los Armstrong. Aunque Benric, Andriel y Gelfias hacían un buen trabajo, no podían encargarse de los cientos de cañones al mismo tiempo, de manera que casi una veintena de ellos dispararon al ejército continuamente. Cuando los Sokolov llegaron hasta lo alto de la muralla, quedaban menos de la mitad.

- ¡Llevad la lucha a ambos lados de la muralla! ¡Cortadles el acceso, que no suban refuerzos! -. Ordenaba Kpim a gritos, luego se dirigió a Reckael con tono normal -. Quedaros aquí y apoyad a los Sokolov.

- ¿Y usted?

- Ha llegado la hora de estrenar la Noche Eterna... Contra esa mujer.

Kpim se metió por uno de los accesos que daba a la superficie de la muralla y tras acabar con varias decenas de enemigos, se maravilló al descubrir que los Armstrong había usado la inmensidad de la muralla de adamantita para crear en su interior todo un complejo que hacia las veces de base. Estaba dividido en distintos niveles y pasillos que a su vez, estaban conectados mediante conductos para transportar armas y munición fácilmente. Kpim se preguntó dónde se encontraba pero no tuvo qué buscar demasiado, tan solo tenía que ir en dirección contraria a la que iban el río de hombres que le llegaba desde todos lados.

Hasta que llegó a una gran sala que resultó ser un hangar. Las estanterías de metal se distribuían por ambos laterales y llegaban hasta el alto techo, repletas de proyectiles para los cañones. Kpim se detuvo, sonriendo por la situación que tenía frente si; Los Armstrong habían aceptado su condición de inferioridad contra el paladín y se habían atrincherado allí, formando un arco cóncavo de hombres preparados con sus armas de fuego. Detrás de la primera fila de soldados, se encontraba alguien que parecía, por las medallas que tenía sobre su uniforme, uno de sus lugartenientes. El tipo era alto, de casi dos metros u cabeza estaba rapada por ambos lados para dar paso a un peinado mohicano y su ojo izquierdo brillaba por su ausencia, quizás en consecuencia de la cicatriz que atravesaba la piel en línea recta descendente.

- Sabéis que no podéis vencer ¿Por qué no os rendís y me ahorráis la molestia de tener que seguir con esta tontería? -. Preguntó Kpim mientras blandía su arma frente a los cientos de guardias.

- ¡Silencio, escoria! -. Gritó el lugarteniente -. ¡Los Armstrong no perderán su honor de luchar en batalla! -. Alzó la mano, dispuesto a dar la orden -. ¡Escuadrón, dispar...

- ¡Detente, Raven! -. Se escuchó decir a una mujer que avanzaba desde el fondo del hangar. El ejército se echó a un lado para recibir a su comandante general de la fortaleza-muralla, una mujer que debía sobrepasar la trientena de años, vestida con casi el mismo uniforme militar de color azul marino que sus soldados pero llevando encima un abrigo militar semiabierto y lleno de condecoraciones. Su rostro era hermoso, con un largo y liso pelo rubio y unos ojos de color aguamarina -. Él me quiere a mi, dirige a tus hombres hacia la muralla y prepara el protocolo de emergencia.

- Señora...

- ¡Ya! -. Exigió ella y el tal Raven se recompuso y dio órdenes rápidas a sus hombres, que salieron del hangar con toda la prisa que podían.

- ¿Con que tú eres Amanda Armstrong, eh? -. Preguntó Kpim -. Deberías haberte dado cuenta de que estás luchando en una batalla que ya está perdida.

Amanda Armstrong

- Lo se -. Amanda llevó su mano a la empuñadura de su estoque y comenzó a desenvainarlo -. Sabía que los Sokolov llevaban en su interior un mal oculto y hoy se ha demostrado aliándose con semejante ratas de la oscuridad. Y si este es el día de...

- Cállate, hablas demasiado -. Cortó Kpim y sostuvo su Noche Eterna, apuntando con la punta a la comandante -. Los Armstrong tan solo sois otra pieza más que arreglar de este imperfecto mundo.

Amanda se lanzó a por Kpim con una gran velocidad, el paladín se preparó para interceptar el ataque y la comandante lo que hizo fue quitarse el abrigo que llevaba encima y arrojarselo a él para obstaculizar su visión y así lanzar una acometida con su estoque a través de la indumentaria.

- Qué tontería... Puño de Hextor -. Pronunció Kpim y de su Noche Eterna surgió una onda curva de energía que arrasó con la comandante y con medio hangar.

Amanda se estrelló junto a la onda en una de las paredes del hangar y el temblor de la explosión provocó que varios de los proyectiles del hangar cayesen al suelo, explotando también y por consecuente, reventando más de la mitad de la enorme habitación. Kpim esperó pacientemente a que el polvo causado por la explosión se disipase, aunque luego vio que la capa grisácea de polvo dio paso a una densa capa negra de humo, resultado de los focos de fuego por el complejo. Entonces, Kpim vio un brillo entre la ahumadera que cada vez se hacía más intenso; Se trataba de Amanda, que avanzaba andando tranquilamente y sin ninguna herida encima.

- ¿Qué es eso? -. Se extrañó Kpim, pues él había adquirido el conocimiento de las artes divinas y arcanas, pero lo que estaba haciendo la comandante no pertenecía a ninguna de las dos agrupaciones anteriores. Amanda sostenía su estoque con su mano derecha mientras que su mano izquierda emitía un extraño brillo de un color intermedio entre el azul y el verde.

- Desvío de Esencia -. Murmuraba Amanda para si misma. Pasó su mano izquierda por toda la hoja de su estoque, que comenzó a brillar con la misma tonalidad -. Me ha sorprendido la potencia de tu ataque, pero no volverá a pasar -. Se preparó para efectuar un ataque aunque por la posición en la que se encontraba, Kpim pensó que se trataría de alguna técnica a distancia.

Pero lo que hizo dejó tan anonadado al paladín que apenas pudo reaccionar; Amanda hizo el mismo gesto que realizó Kpim para lanzar el Puño de Hextor y de su arma surgió una onda de la misma forma, aunque del mismo color que el brillo que tenía en la mano izquierda.


¿Lo ha copiado?

Kpim se vio obligado a detener la onda con su arma y esta se lo llevó por delante varias decenas de metros, pudo desviarla hacia el techo, provocando de nuevo un enorme estallido y un desprendimiento de piedra y adamantita. El paladín se protegió liberando parcialmente la Energía Oscura y así poder atravesar toda la lluvia de escombros. Intentó sorprender a la comandante apareciendo por arriba y volvió a gritar "Puño de Hextor"; La onda fue directo hacia ella pero ahora pudo ver por qué no le hizo daño anteriormente. Amanda alzó su mano izquierda y detuvo el haz de energía con facilidad, es más, esta empezó a perder potencia y tamaño, hasta que quedó absorbida por completo. Kpim no daba crédito a lo que pasaba.

Puede absorber mis ataques. Ains, qué pereza.

- Pues si atacar a distancia no sirve... -. Se dijo a si mismo y usó un hechizo de telequinesis en si mismo para maniobrar en el aire y lanzarse como si fuese un torpedo hacia su enemigo.

Las armas chocaron en repetidas ocasiones, demostrando que la comandante estaba a la altura en combate cuerpo a cuerpo de Kpim. Hasta que de nuevo, murmuró aquellas palabras relacionadas con "Esencia" y realizó una acometida a gran velocidad, realizando tantos ataques en tan poco tiempo que creaba una falsa ilusión de que su estoque se había multiplicado. Kpim pudo bloquear algunos de ellos pero él no poseía tanta agilidad y menos portando su armadura completa, por lo que recibió varias heridas en puntos donde su defensa era menor. La peor parte vino cuando Amanda parecía casi no tener límite y su ataque no cesaba en ningún momento, el suelo alrededor de Kpim empezó a mancharse de su sangre, hasta que pudo reaccionar y apresurar un sortilegio defensivo de Otiluke, desplazando a su enemigo fuera de una "pompa" que rodeó al paladín. Este jadeaba mientras observaba como por las rendijas de su armadura completa goteaba sangre que se deslizaba por esta hasta caer al suelo, pero eso le parecía divertido. Es más, empezó a reírse cada vez más fuerte.

- ¡Interesante, mujer! ¡No se qué tipo de poder tienes pero hacía tanto tiempo que no me lo pasaba tan bien! -. Kpim se quitó el yelmo para mostrar su alocado rostro, obsesionado por luchar contra alguien que le ocasionaba problemas. Después de todo el tiempo que había permanecido en un estado tan débil, agradecía incluso el dolor de aquellas heridas -. ¡A partir de este momento, iré enseñando más mi verdadero poder, veamos hasta donde llegas!

Kpim liberó su esfera de protección y formó, nuevamente, parte de Energía Oscura, que se extendió por su armadura hasta concentrarse en sus brazos. Amanda cargó  pero observó como esa oscuridad de los brazos del paladín tomaba forma hasta convertirse en numerosos lazos que se movían casi por voluntad propia. Amanda alzó su mano izquierda, que volvía a brillar con la misma intensidad que antes, y absorbió el ataque de Kpim con aquellos tentáculos.

- Bien -. Sonrió Kpim -. ¿Pero podrás absorberlos todos?

Amanda no se había percatado de que varios de esos lazos se habían estirado más de la cuenta para atacarle por los flancos. Durante unos segundos cerró los ojos y entonces, copiando el ataque de Kpim, ella también creó lazos de energía que salían de sus brazos, aunque de color verde. Chocaron con los del paladín y se entrelazaron unos con otros.

- ¡Sigamos! -. Anunció Kpim, quien ahora llevaba la iniciativa en el combate -. ¡A ver si puedes absorber esto!

Kpim llevó a cabo varios hechizos al mismo tiempo, usó telequinesis para coger decenas de proyectiles de cañón que habían sobrevivido a las explosiones iniciales, luego los agrandó mediante su poder divino y finalmente los soltó encima de Amanda, pero eso no fue todo; Kpim sostuvo en alto su Noche Eterna y pronunció "Sentencia de Hextor", aparecieron decenas de espadas alargadas parecidas al mandoble del paladín, pero estaban hechas de energía negra, como el Puño de Hextor. Kpim las lanzó todas al mismo punto que los proyectiles. La explosión fue tan potente que para cuando Kpim pudo anular la Energía Oscura que le protegió de la onda expansiva, pudo ver un gran agujero que daba al exterior, por él entraba la luz del cielo. Había creado una brecha en ambos lados de la muralla.

- Increíble. He usado mi Noche Eterna, mis poderes divinos y arcanos, mi Energía Oscura... -. Kpim caminaba hacia delante, las heridas de las estocadas que recibió antes comenzaban a regenerarse -. Y sin embargo, sigues viva -. El paladín se detuvo frente a Amanda, quien estaba de rodillas en el suelo, sangrando y doliéndose, especialmente, de su hombro derecho -. Eres la primera persona que en un combate uno contra uno logra aguantar de esta forma.

- Tú... -. Intentó decir Amanda que aunque tenía dificultad para hablar, se comenzó a levantar y eso sorprendió aún más a Kpim -. Algún día... Algún día, alguien... Te detendrá... Rezaré... Porque llegue cuanto antes...

- Lástima que en el caso de que llegue, tú no lo verás -. Kpim alzó su Noche Eterna, dispuesta a alimentarse del alma de su primera vícitma -. Antes de morir ¿Me dirás qué tipo de poder es ese que has usado? -. Pero Amanda lo que hizo fue clavar su mirada de odio intenso en Kpim -. Tsk, muere entonces.

Pero varias cosas pasaron en poco tiempo.

Primero, un ruido ensordecedor, parecido al de una bala de cañón chocando a pocos metros de Kpim.

Luego, vio a un hombre enorme, que había detenido su ataque.


Este tío...

Al principio pensó en un posible aliado de Amanda, pero no llevaba un uniforme de batalla de los Armstrong. Y además, se encontraba cogiéndola del cuello.

Cómo es posible que...

El hombre debía medir casi dos metros y medio de altura, también de apariencia fuerte por su musculatura. Su rostro estaba lleno de vello pelirrojo, tanto su denso y salvaje peinado como su abrupta barba adornaban una cara relativamente joven pero llena de cicatrices. Portaba una capa de piel gruesa y debajo se podía ver como vestía una indumentaria de cuero tachonado que dejaba libre sus brazos.

¿Cómo ha podido parar mi espada... 

- Ey -. Habló con una voz potente y grave -. Si ya la has vencido ¿Te importa dejármela?

...Tan solo con su mano?

Así era, el hombre se encontraba cogiendo a Amanda por el cuello con su mano derecha, la mujer se intentaba librar de su apresamiento como podía pero todo era en vano; Mientras tanto, con su mano izquierda, desnuda, había parado el mandoble de Kpim y sostenía la afilada hoja como quien sostiene un simple palo, sin que presentase ninguna herida. Un sonido que al parecer, resonaba en todo el complejo, cortó la respuesta de Kpim.

- Protocolo de emergencia activado. Hombres de Armstrong, retiraos hasta el sector 81.

- Eso suena como si fuesen a volar todo este sitio -. Dijo el hombre.

- ¿Quién eres tú? -. Preguntó Kpim, separando la Noche Eterna aunque no bajaba la guardia. El hombre sonrió, como si le encantase presentarse ante la gente.

- Estás hablando con el rey de Occidente, chico ¡Soy Iskandar, el Conquistador de Eternos!

Iskandar, el Cazador de Eternos

- ¿Para qué la quieres? -. Kpim escuchaba de fondo un millar de pasos de gente que se estaba alejando cada vez más. Quizás ese Iskandar no se equivocaba tanto cuando suponía que iban a volar todo el complejo.

- Cazo Eternos, y esta mujer tiene uno de sus poderes. Pero me alegra ver qué también posee el Vitalis.

¿Vitalis? Es la primera vez que escucho esa palabra. Sin embargo, eso de los Eternos ya lo he oído antes.

- Llevaba semanas estudiando la forma de asaltar este lugar para capturarla y entonces apareciste tú. Me has ahorrado mucho trabajo, chico -. Iskandar dejó inconsciente a Amanda de un golpe certero en su cuello y se la cargó al hombro -. Siento decirte que vivirá, no soy un asesino como lo eres tú, pero eso no importa ahora.... He visto que eres fuerte así que dime ¿Qué te parece si tú y yo nos aliamos? -. Preguntó curioso, como si acabase de ver un tesoro, de hecho le brillaron los ojos -. Imagínate, tú y yo liderando nuestros ejércitos para cambiar el mundo y gobernarlo a nuestro antojo.

- No me interesa -. Kpim no soportaba la actitud de Iskandar, pero envainó su mandoble pues debía procurar salir de aquel lugar cuánto antes -. Haz lo que quieras con ella, tengo cosas qué hacer -. Y empezó a caminar hacía una de las brechas.

- ¿Seguro? Podríamos...

Hubo un destello amarillo que cortó a Iskandar e hizo girarse a Kpim.

- Vaya, vaya... Busco a un delincuente de tres al cuarto y me encuentro con el Cazador de Eternos, qué gran premio.

Situado en la brecha posterior del complejo, se hallaba alguien el cual Kpim ya había visto antes. Concretamente, en el Primer Puño. Fue el Almirante de los Protectores del Ojo que lideró al escuadrón que socorrió a la ciudad. Vestía un traje de chaqueta de color amarillo chillón en combinación con algunas rayas de color naranja más oscuro; Por encima, llevaba el abrigo de la marina que era típico en los Almirantes del Ojo. Llevaba unas gafas de lentes ocre en su ya avanzado rostro y en el momento en el que lo vio Kpim, estaba agachado pasando su mano por sus relucientes zapatos blancos.

Almirante Kizaru


- ¡Almirante Kizaru! -. Exclamó Iskandar, quien rápidamente guardó a Amanda en una pequeña bolsa de cuero que absorbió enteramente su cuerpo -. ¿Cómo me has... Espera...

- ¿Me buscabas a mi? -. Preguntó Kpim con aparente indiferencia, pero lo cierto es que estaba inquieto por descubrir cómo era posible que los Protectores hayan socorrido a los Armstrong con tanta rapidez. Kizaru sacó algo de su bolsillo que arrojó con potencia a Kpim. Este lo agarró en el aire sin problemas.

- Fuiste muy descuidado con tu llamada -. Kpim observó que era lo que había cogido, era un símbolo divino de Hextor, aunque alterado levemente -. No considerar que entre los Protectores también habían miembros que tuvieron un, cómo decirlo, curioso pasado. Fui alertado en cuanto eso pasó. Alto, Iskandar -. Dijo al grandullón que estaba intentando escabullirse de la escena sin llamar la atención -. Con lo difícil que eres de atrapar, no dejaré que te vayas.

- Jooooder, qué pocas ganas de luchar ahora -. Se quejó Iskandar -. Tú -. Se dirigió a Kpim -. Vale que no aceptes ser mi aliado pero vamos a necesitar cooperar para derrotar a uno de estos.

Un temblor sacudió todo el complejo, Kpim vio a través de la brecha como, poco a poco, el paisaje empezaba a subir lentamente. Estaban perdiendo altura ¿Pero cómo?

- No tengo tiempo para luchar, pero si me vas a molestar -. Desenvainó su Noche Eterna -. Lo daré todo para quitarte de en medio.

- ¡Bien dicho! -. Halagó Iskandar, quien también se puso en guardia -. Dos contra uno, a ver qué te parece esto, Kizaru.

- Bien, bien... -.Kizaru observó a ambos y tras eso, clavó la mirada en Kpim -. Dime, Kpim...

- ¡Ese ya no es mi nombre! -. Se enfureció Kpim, quien perdió los nervios por volver a escuchar su antiguo nombre y cargó contra el Almirante.

- ¡Espera, no! -. Le advirtió Iskandar pero no consiguió nada. Kpim liberó por completo la Energía Oscura, que le rodeó por completo formando una armadura negra -. ¿Qué coño... -. Soltó este, impresionado por lo que estaba viendo.

Sin embargo, Kizaru no dio síntomas de sorpresa, ni siquiera se puso en guardia. Tenía a su rival cargando contra él, a poco más de diez metros, cuando volvió a hablar.

- Como iba diciendo... Dime, Kpim ¿Alguna vez te han dado una patada a la velocidad de la luz?

Iskandar se quedó boquiabierto pensando en la pregunta de Kizaru y en lo que pasó después. Pero al menos, Iskandar tuvo tiempo para pensar en algo, porque Kpim no. La pierna de Kizaru se cubrió de un aura cegadora de color amarillo y a continuación, el paladín voló por los aires, haciendo un agujero en lo poco que quedaba de pared del hangar y perdiéndose por el horizonte del cielo.

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