- ¿Qué?
Candy alzó la mano pidiendo una pausa, tragó la comida rápidamente aunque por eso casi se atraganta y repuso.
- ¿Entrenar, ahora? Ajaaam -. Los ojos de Candy brillaron -. ¿Me enseñarás esta vez tú Despertar?
- Sí, sí... Tan solo quiero... -. Plank se miró las manos y a continuación las apretó todo lo que pudo -. Volverme más fuerte.
La noche de los cuartos de final de las Artes de Sangre había traído de qué hablar. Algunos comentaban sobre la mejoría luchística de Akshael, otros sobre el estado de Alanne, muchos más sobre la derrota y perdida de la racha de Raenia... Pero la inmensa mayoría se centraban en lo que habían visto durante el combate final: En la muerte de Miracle, la verdadera apariencia de Enigma o la intervención final que aterró al público. Ya en frío, a Plank le daba todo eso igual, al menos parcialmente, pues lo que de verdad quería era estar a la altura ¿Cómo iba a poder ser la líder de un ejército si era tan débil? ¿Con qué cara iban a mirarla ahora cuando fuera al almacén? Le agradó entrar en Evolution pero aún así era una vergüenza no poder estar a la altura de lo que Thor esperaba de ella, o eso creía.
- Bien, bien, aceptaré -. Pero el brillo de los ojos de Candy no cesó en ningún momento y eso llevó a Plank a pensar en lo que decía Raeric "Casi muero cuando me entrenó". De pronto pensó si estaría haciendo bien -. ¿Pero en qué quieres que te entrene en concreto?
- Antes de responderte ¿Puedo preguntarte una cosa? -. Candy asintió con la cabeza, pues tenía la boca llena de pan, Plank prosiguió -. ¿Por qué este afán por ayudar a los demás? ¿Por qué coges confianza tan rápido?
- Mmm -. Se quedó pensando ella -. Supongo que... -. Se llevó la mano a la barbilla y clavó la mirada en el techo, hasta que de pronto pareció hallar la respuesta, sobresaltándose -. ¡Porque ayudar está bien!
Plank se quedó mirando a Candy, pasmada y pensando en que valiente mierda de respuesta le acababa de dar. De pronto le vino a la mente de nuevo Raeric, esta vez cuando comentó que Candy no era realmente una adolescente sino una vieja.
Seguramente tenga sus razones y a pesar de lo fácilmente que confía en los demás, eso sí prefiera mantenerlo en secreto.
- Está bien ¿Empezamos ahora? -. Se impacientó Plank.
- Está bien, mañana -. Aceptó resentida Plank y se levantó para ir a su habitación -. Buenas noches.
Ya en la cama, Plank estaba tan nerviosa que apenas podía relajarse. Como aún era temprano, se escuchaba bullicio proveniente de las plantas inferiores, indicando que la gente seguía comiendo y bebiendo, seguramente seguían celebrando y comentando la fiesta que ha sido para ellos los cuartos de final. Plank apretó el puño, furiosa con ella misma. No había sido un espectáculo según su punto de vista, sino una vergüenza, pero todo cambiará a partir de mañana, lo dará todo para que así sea.
Aún así, los recuerdos estaban ahí y Plank no podía evitarlos. Empezó a pensar en el combate contra Akshael, en qué podía haber hecho y qué podía haber evitado. Se hizo repasar el encuentro mentalmente una y otra vez, también susurrando los hechos por orden y enfatizando para si misma en los fallos que consideradó claves para su rápida derrota. Eso la llevó a pensar en su martillo ¿Debió activarlo? ¿Hubiese cambiado algo? El martillo... Un arma que estaba imbuida para ser un resonador de su propio poder... Un arma de los Protectores.
La mente le daba vueltas, pasaban las ¿Horas? y no sabía si seguía pensando o ya había comenzado a soñar. Pero lo cierto es que en su mente, tras recordar la conexión de su arma con los Protectores, le llevó a pensar en dicha organización. Creyó entrar allí para poder hacer el bien, para poder ser fuerte y derrotar el mal que acontecía el mundo, pero la realidad fue que ni pudo derrotar a ese mal (se acordó de como Koodu mató a su capitán antes de que pudiese ella reaccionar) ni consideró que se había vuelto fuerte. Al fin y al cabo y por lo que a ella respecta, todos los que fueron sus compañeros acabaron, al menos, con más rango que ella. Casi todos...
De repente se sobresaltó ¿Qué ocurría? Se llevó la mano a la frente, sudaba ¿Cómo era posible que.,.? Se acordó de algo, un recuerdo arraigado en lo más profundo de su mente, por eso no llegaba a discernir con claridad de qué se trataba. Pero estaba segura de que, ese recuerdo en su momento lo pasó por alto por la carencia de información de la que disponía, al fin y al cabo era joven... Pero ahora...
Fred Marc... Hablamos con él, descubrí el proyecto secreto de los Protectores, el Vitalis...
Con esa información ahora en mente, ese detalle que se saltó cobraba una importancia enorme, pero no lograba recordarlo del todo y rabiaba por ello.
¿¡Qué era!?
Figurativamente hablando, era como si tratase de abrir una puerta al fondo de un pasillo al que nunca llegaba ¿Qué sería exactamente?
¿Quizás cuando entré aquella vez en las instalaciones? ¿Alguno de sus documentos? ¿O escuché algo? ¿Puede que simplemente lo viera de pasada?
Protectores.
Vitalis.
Experimento fallido, hace veinte años fue uno de ellos. Ella tenía poco más de diez años por entonces.
Los Protectores están capturando el Vitalis del experimento fallido de entonces ¿Por qué?
¿Es que toda la organización se había convertido en una mentira? ¿En una tapadera para ocultar aquellos hechos?
Quería pensar que no, que al menos parte de su personal seguía defendiendo al sentido de la justicia, aunque realmente estuviesen ciegos y fueran controlados. Esperaba que entonces se pudiesen dar cuenta, como hizo ella, de que no valía la pena estar allí. De que despertaran de aquella ilusión falsa y se fuesen de los Protectores. Pero también se acordó de la designación del nuevo líder de los Protectores, de su declaración sobre los desertores ¿Hasta qué punto llegarían por tal de mantener unos valores en ruinas de pie?
Plank... Se acordó del verdadero Plank, su capitán. Él fue Almirante del Ojo y lo recordaba como la persona más justa y bondadosa que había conocido nunca ¿Él también ocultaba la verdad al mundo? ¿Le mostró una máscara falsa a ella? ¿O era de aquellos que no habían descubierto la verdad aún? ¿Qué hubiese hecho ahora si siguiese vivo?
Se acordó de Miracle y de su muerte en combate. Miracle también fue una víctima de los Protectores. Y la organización no solo se contenta con eso sino que encima la buscan, igual que ya hacen con Raeric Maeger ¿Es que nadie iba a hacer nada para protegerles?
El rey... El rey Meryn Kengrey, quizás él si fuese quien de verdad debería haber regido en los Protectores. Una persona justa, leal y con un gran corazón. Incluso Plank se quedó en blanco cuando vio a Kengrey que, sin pensárselo dos veces, soltó aquella proposición de que Akshael o Raenia heredaran el reino.
Plank conocía al padre del rey por la historia que llegó a estudiar de pequeña. Mandel Kengrey fue quien fue uno de los fundadores de los Protectores del Ojo e incluso abandonó a una población que ya no le quería para contentar a su reino ¿Cómo se sentiría él tras descubrir que aquello por lo que se sacrificó ahora tiene un sentido totalmente opuesto?
Es como si toda mi vida fuese ahora una mentira.
Y, agobiada hasta la extenuación por sus recuerdos y sentimientos. Plank durmió.
- Eh, eeeeeeeeh...
Déjame dormir más, por favor...
- ¡Eeeeeeeeeh! -. Plank notó un zarandeo pero estaba demasiado aturdida como para abrir los ojos.
¿Candy? Por favor, un poco más...
- ¡Sarah, despierta! -. Y entonces se sobresaltó al escuchar su verdadero nombre. No podía ser que fuese Candy, ella no sabía que se llamaba así. Miró a su alrededor, aturdida, y vio que estaba en un jardín bajo la luz del sol -. ¡Hombre, por fin! Que vamos a llegar tarde a clase de Historia a este paso -. Sarah se quedó mirando a esa persona que le había hablado. Era una chica joven y bastante guapa, con el pelo negro que le llegaba hasta poco menos del cuello. De pronto, Sarah sintió como su "yo" se movía y hablaba por si sola.
- ¡Pero si todavía quedan viente minutos, Angela! -. Sarah se sorprendió al escuchar su propia voz. Era la voz de ella cuando tenía unos trece o catorce años.
Angela
- Ya lo seee, pero quería enseñarte algo y para eso ¡No puedes estar dormida! -. Angela se levantó y le tiró del brazo para que Sarah hiciese lo mismo -. Vengaa, ven.
Sarah miró a su alrededor, el jardín donde el que se encontraban era el enorme patio interno de la facultad de los Protectores, situada al norte de la ciudad de Nirbhala, en las Islas Verdes. El centro servía para que los niños que, como Sarah, no tenían un lugar en el mundo debido a catástrofes que sufrieron, fuesen educados e instruidos como futuro personal de los Protectores. En el caso de Sarah, recordaba mucho fuego y cómo un Protector le rescató y la llevó allí. Ahora, sin familia alguna, vivía en las instalaciones del centro, donde era instruida física y mentalmente para labrarse se futuro, pues desde que Sarah fue rescatada por los Protectores y supo más sobre ellos, su sueño había sido el de llegar a ser la mejor Protectora que existiese nunca. Luego, miró a Angela, su caso era distinto al de ella; Angela era la hija de uno de los Protectores y como primogénita, debía de ir al centro para, al menos, formarse. Por tener una familia, una vida normal, ella sí tenía elección; Podría formarse allí y luego elegir qué quería ser de mayor. Pero Angela y ella compartían el mismo sueño, por eso se hicieron grandes amigas rápidamente.
Atravesaron el jardín que estaba repleto de estudiantes de distintos cursos que disfrutaban de su momento de descanso, cada uno a su manera. Algunos vagueaban por completo, como hacía Sarah hasta hace unos segundos, y otros aprovechaban los minutos para sumergirse de lleno en los párrafos de libros sobre diversos temas. Llegaron a los patios del edificio, divididos en varias pistas para las diferentes disciplinas deportivas, desde el recorrido oval dedicado al atletismo hasta espaciosas zonas llenas de obstáculos para los ejercicios de recorrido de gymkana.
- ¡Aquí, aquí! -. Tiró del brazo a Sarah, que devolvió la mirada a la dirección a la que la llevaba Angela. Se trataba de un campo de entrenamiento de tiro con arco, las dianas estaban situadas al final de la pista y ellas dos estaban en la zona de tiro, cuyas secciones estaban separadas por paredes de madera.
- ¿Para qué es todo... esto? -. Bostezó Sarah, cortándole la pregunta.Pero Angela saltó la barra de madera para adentrarse en la pista, mientras le hacía señas de que la siguiera. Sarah acabó haciendo lo mismo.
- Quería que fueses la primera en verlo, mira -. Angela dejó en el suelo una bolsa de cuero relativamente grande y que al moverla se escuchaba un tintineo metálico constante. Lo primero que sacó fue una tetera de metal y antes de que Sarah pudiese preguntar del por qué de su utilidad, la arrojó en el aire. Luego, extendió su mano derecha apuntando a la tetera en mitad del aire y esta salió disparada hacia la diana, que golpeó en uno de los laterales. Sarah se quedó sin palabras -. ¡Por fin ha despertado mi poder!
- Eso... -. Sarah empezaba a reaccionar y poder volver a hablar -. Eso... ¡Es increible! -. Se alegró ella y más aún cuando Angela, contenta por la gratitud de su amiga, demostró otra vez su poder; Esta vez extendió la mano izquierda y la tetera, que estaba en la base de la diana, voló hasta ella, que la agarró en el aire -. ¡Puedes usar telequinesis! ¡Eso... Eso es un gran poder!
- Si... Bueno -. Angela se sonrojó un poco -. No es telequinesis tal cual, no es tan fantástico como lo pones. Solo puedo hacerlo con objetos metálicos y solo puedo atraerlos o repelerlos.
- ¿Y eso te parece poco? -. Se escuchó desde detrás.
Ambas se giraron y vieron a dos de sus amigas acercándose desde la marca de tiro. La que había hablado era Najla, una chica bastante guapa de pelo largo de color claro y ojos azules; Provenía de de un poblado de la selva de Bargskan, de ahí el origen de su nombre exótico y además, lo que más le gustaba a Sarah de ella era su vigor y valentía, que la llevaba incluso a pelearse con los demás chavales que la molestaban a ella o sus amigos. Detrás suya venía caminando, con las manos entrelazadas y cabizbaja (como siempre), Dorianna. Se trataba de una chica que provenía del reino de Kabrey; Le llegaba el pelo hasta la cintura, largo, liso y de color castaño; Sus ojos verdes reflejaban siempre una mirada llena de bondad. Porque Dorianna era así, una chica dulce, amable y sensible, lo que provocaba un contraste con los demás. También era amiga de Sarah pero a ella le llegaba incluso a irritar tanto exceso de bondad porque ella prefería aplicar mano dura cuando hiciese falta.
Najla
Dorianna
- ¡Ah! -. Se sobresaltó un poco Angela -. Así que... ¿Lo habéis visto? -. Preguntó insegura mirando hacia todos lados por si había alguien más observando.
- ¡Sí, lo hemos visto! Y no te tienes que avergonzar de nada, tontaaa -. Espetó Najla, golpeando la espalda de Angela mientras esbozaba una gran sonrisa -. Ya tendrás tiempo de desarrollar tu poder.
- Es impresionante, al menos más vistoso que el mío -. Comentó Dorianna con un débil susurro de timidez.
- ¿Tú también has hecho magia ya? -. Preguntó Sarah, curiosa.
- ¡Claro! Todos lo hemos hecho ya, Sarah -. Respondió en su lugar Najla.
- ¿Qué...? -. Sarah se puso nerviosa ¿Por qué ella no tenía un poder mágico que resaltase? Lo más que había podido hacer era hacer que se marchitase una flor. Era ridículo en comparación con ellas.
Porque al contrario que ella, sus tres amigas mostraron sus poderes. Con pocos años de edad, los poderes mágicos comenzaban a manifestarse en pequeños signos que no tenían apenas importancia, a partir de ahí viene lo difícil. Hay que practicarlos y entrenar duro para desarrollarlos: Hechiceros especializados en piromancia, personas con poderes mentales excepcionales, etc. Todo tenía un comienzo común, aquel desarrollo inicial.
Y aunque Angela confesó que había sido la última en desarrollar su poder lo suficiente como para que fuese vistoso, ya lo tenía y era maravilloso como Dorianna, Najla y Sarah la veían usando aquella capacidad que afectaba al metal. Najla era la que más avanzada iba, su poder era increiblemente bello, pues parecía que podía crear pequeñas galaxias y cielos estrellados en miniatura de sus manos. La bruma negra aparecía, llena de partículas rutilantes y brillantes, era como estar por el espacio. Y Dorianna no se quedaba atrás, tenía el poder de usar sellos escritos; Lo demostró escribiendo una palabra aleatoria en un pergamino y, tras aplicarle su poder después de que las tres lo leyesen, estas no podían pronunciar la palabra correctamente, sus labios y su lengua fallaban por si solas. Sarah aparentó estar alegre por sus amigas pero en su interior había un vacío amargo que le atormentaba, quería destacar como hacían ellas.
- Serás una excelente selladora, Dorianna -. Felicitó Angela.
- ¿Y yo qué entonces, Angela? ¿Una excelente astrónoma? -. Preguntó Najla con sarcasmo tras lo cual todas rieron.
- ¿Habéis pensado ya que nombres os pondréis cuando seáis Protectores?
- ¿Eh, nombres? -. Se interesó Sarah, perpleja porque no sabía acerca de eso.
- Los Protectores suelen adquirir seudónimos para que su verdadera identidad no sea desvelada, sobre todo en los rangos altos, aunque es opcional -. Explicó Dorianna.
- ¡Yo seré Freya! -. Exclamó Najla en primer lugar -. En honor a una vieja sacerdotisa que me cuidó en mi pueblo natal.
- Yo... -. Meditó Dorianna -. Creo que me llamaría... Mmm, sí, creo que sería Lavinia. Significa "Sendero de redención" en el idioma del sitio de donde provengo -. Explicó al ver sus amigas extrañadas -. ¿Y tú, Angela?
- Abigail, sin duda alguna -. Respondió rápidamente, indicando que ya tenía la respuesta pensada con antelación -. Es un nombre que significa mucho para mi.
Sarah se quedó pensando en un nombre. En otro momento hubiese sido divertido buscar un apodo mientras se imaginaba con la túnica de los Protectores, en el rango de Exequia o Almirante, junto con sus amigas, pero en ese momento no podía quitarse la sensación de que quizás ellas si llegasen alto mientras que Sarah se quedaría estancada.
- Yo creo que me llamaría, Masher... O algo así -. Dijo ella al final.
- ¿¡Masher!? ¿¡Prensa de patatas!? JAJAJAJA -. Se escuchó gritar a alguien desde el extremo del campo de tiro con arco. Yün y Jellial saltaban la valla de madera y se acercaban con su ya característica chulería y aires de superioridad. Yün era de piel pálida, pelo negruzco y grasiento, y marcadas ojeras; Llevaba ropas negras que acentuaban más el contraste fantasmagórico de su cuerpo. Jellial era casi lo opuesto a su amigo, con su piel morena, su ropa con características de pirata y su pelo rojo intenso. Su ojo derecho estaba tapado por un parche y Sarah no sabía si lo hacía para ir en conjunto con su ropa o porque de verdad le había pasado algo a su ojo, aunque tampoco le importaba demasiado. De todos los chicos de su clase, todos le caían mal excepto uno o dos, que desde luego no eran ellos.
Yün
Jellial
- ¿Prensa de patatas? -. Preguntaron las cuatro amigas casi a la vez.
- ¡Ja! Eso es lo que significa "Masher" en el país del que provengo -. Explicó Jellial con tono despectivo -. Eso te pega bastante bien ¿Eh, Sarah? Teniendo en cuenta lo poco que destacas JAJAJA.
- Todavía no entiendo cómo es posible que sigas avanzando de curso -. Se preguntó Yün haciendo como que meditaba -. Ah, entiendo que a los Protectores también le vendrán bien alguien que sea capaz de cuidar de los jardines. Tu habilidad de marchitamiento será de gran ayuda.
Ambos se echaron a reír a carcajadas pero tampoco duró demasiado, Najla intervino abalanzándose sobre Yün y forcejeaba para propinarle un buen puñetazo.
- ¡Sois gilipollas! -. Gritaba ella y cuando por fin logró apartar los brazos de Yün y encontrar la oportunidad de golpearle, Jellial intervino y la apartó de un empujón.
- No os peléis, por favor -. Rogó en voz baja Dorianna, que fue a ponerse entre Najla y Yün, agarrando a cada uno del brazo para que no volviesen a chocar.
- ¡No me toques! -. Le gritó Yün y la golpeó para quitársela de encima, pero o él no controló su fuerza o Dorianna no se esperaba un impacto así, el caso fue que el brazo de Yun le golpeó en la cara con bastante fuerza, derribándola y haciéndola sangrar por la nariz.
Cuando Najla, que siempre había tenido un carácter explosivo, vio a su amiga sangrando perdió por completo el control. Incluso liberó de sus manos la bruma negra plagada de diminutas estrellas
- ¡Para, Najla, está prohibido! -. Le advirtió Angela.
Y, efectivamente, así era. Usar los poderes contra otras personas conllevaba a la expulsión, pero Najla no escuchó o no pareció importarle. Se lanzó a por Yün, que parecía estar en estado de shock por lo que le había hecho a Dorianna, pero cuando fue a golpearle, su puño se estrelló en una pared de agua.
- Estate quieta -. Replicó Jellial con tono serio. Tenía alzada su mano derecha y del suelo había surgido agua de la nada -. O tendré que hacer que te estés quieta -. Chasqueó los dedos y el muro de agua se abalanzó encima de Najla, hasta formar una esfera acuática que se mantuvo flotando en el aire, con ella dentro intentando luchar por aguantar la respiración.
- ¡Basta ya! -. Gritó Angela y removió en su saco donde llevaba los objetos metálicos. A Sarah le hervía la sangre, pero por alguna razón, no podía reaccionar ni abalanzarse contra ellos.
- ¿Y qué vas a hacer, tirarnos una tetera? -. Chuleó Jellial durante un segundo, pero enseguida su rostro cambió de expresión e incluso bajó la mano que mantenía la esfera de agua con Najla dentro, que cayó al suelo y empezó a toser por la urgencia de volver a respirar. Jellial se llevó ahora la mano a su rostro, tenía un corte en la mejilla.
- ¿Te parece suficiente? ¡Largaos! -. Angela no había sacado una tetera esta vez, sino que tenía en su mano un montón de clavos y había lanzado uno que casi impacta en la cabeza del chico, lo que hubiese desencadenado una tragedia. Jellial era consciente de ello y fue a decir algo, pero Yün parecía estar descolocado del shock y del miedo, le cogió del brazo advirtiéndole que lo mejor era irse, y así hicieron.
Cuando Najla se recuperó y entre Angela y ella curaron la herida de Dorianna, las cuatro volvieron a estar sentadas y juntas. Sarah no sabía por qué pero ninguna de ellas le preguntó por qué se había quedado quieta, por qué no había hecho ni dicho nada.
- No importa de quien sea, siempre os protegeré -. Dijo Angela mirando a las otras tres -. Juntas seremos imparables y cambiaremos la historia. Ya veréis cuando anuncien a las cuatro Almirantes del Ojo: Masher, Freya, Lavinia y Abigail -. Extendió el brazo y colocó su mano en el centro del coro -. Siempre unidas.
Najla y Dorianna pusieron sus manos encima de la de Angela. A Sarah, aquellas palabras de Angela la convencieron y la llenó de motivación. Daba igual cuál fuese su poder o como lo desarrollase, ya se buscaría la forma de destacar y ser alguien a quien temer. Colocó su mano.
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- Bien, hora de que muestres tu Despertar -. Pidió Candy al día siguiente en el bosquecillo cerca de la taberna de Akshael -. Y entonces empezaremos el entrenamiento.
- Vale, está bien -. Plank activó el poder de su martillo y tras unos segundos en los que Candy esperaba que hiciese algo, la clériga, nerviosa, demostró su verdadero poder. Pero siguió sin convencerla.
- ¿Eso es todo? -. Preguntó Candy, algo decepcionada, pero rápidamente se recompuso al ver la reacción de Plank -. Eso no es un Despertar, lo siento.
De repente Plank se acordó del sueño que tuvo anoche y de como casi toda su vida se había sentido por detrás que los demás. Pero no había tiempo para lamentarse de nuevo, por eso estaba allí, dispuesta a aceptar el entrenamiento y mejorar.
- Un Despertar -. Siguió explicando Candy -. Es como un amplificador del poder del sujeto que porta el arma. Algunos se activan al fusionarse con ella, otros, al romperla. Tus compañeros, los de Evolution, ya vieron un Despertar aunque en ese momento no se darían cuenta -. Y entonces Candy le explicó a Plank los sucesos que se desarrollaron en la isla de El Primer Puño, donde el Elentir Xcutor se fusionó con su katana para convertirse en un nuevo ente, con todo su poder recorriendo por su cuerpo.
- Ya no me importa eso, solo quiero ser entrenada por ti.
- Bien, pero no será fácil -. Le advirtió Candy.
- Lo soportaré.
- Este entrenamiento consiste en descubrir si tienes un poder del Eterno en tu interior. No eres la primera persona con la que lo llevo a cabo y probablemente no serás la última. De hecho, Raeric ya estuvo bajo mis métodos hace unos meses -. Candy se quedó pensando en qué decir a continuación y prosiguió -. A ver, los poderes del Eterno... Seguramente hayas escuchado que es un poder casi único y que raramente se da, pero lo cierto es que el hecho de que alguien lo tenga tampoco es tan extraño, lo difícil es que lo manifieste. Esos poderes suelen surgir cuando el sujeto lleva a cabo un duro entrenamiento en el mismo campo al que pertenece su Eterno: Un ilusionador que tenga el poder del Eterno de ilusionismo, pues habrá tenido suerte. Por eso se cree que es muy poco común, porque hay personas que deciden dedicar su vida a un campo que no coincide con su Eterno interior. Para descubrirlo habría que desarrollar cada escuela de magia, cada arte marcial, cada poder psiónico, durante años hasta dar con la tecla.
- Pero no tenemos tanto tiempo -. Dijo Plank y Candy a la vez.
- Exacto -. Siguió explicando -. Así que mi método del entrenamiento es distinto, y más arriesgado. Como el poder del Eterno está anclado en lo más profundo del alma de una persona, hay que llevarla al límite para que este despierte -. Candy realizó un gesto y apareció detrás de ella un bolsa de cuero con varios bultos que destacaban en su interior -. Daño físico y mental, hasta que no se pueda más. Y aún así, no hay garantías de que todo salga bien: Podrías no tener ningún Eterno, o que no despierte o que si llegase a despertar, fuese demasiado tarde y hayas graves consecuencias para tu cuerpo.
- ¿Graves consecuencias? -. Plank tragó saliva, con decisión.
- El daño podría ser tan grande que al final podrías enloquecer, o perder la memoria, o quizás tu cuerpo no resista y quedes inválida. A partir de aquí no hay vuelta atrás ¿Quieres continuar?
- Sí -. No dudó -. Adelante.
- Bien, empecemos -. Candy sacó del saco cuatro bolas de metal unidas a cadenas que terminaban en grilletes -. Suelta tu arma y quítate tu armadura y todo el equipamiento que lleves, salvo tu ropa.
Plank obedeció y se quedó con su indumentaria normal, Candy se aseguró de dejar su equipo a buen recaudo antes de que se acercara a la clériga y le pusiera los cuatro grilletes, cada uno en una extremidad. Plank se dio cuenta pronto de lo que pesaban y de lo que le costaba moverse con ellas encima.
- El entrenamiento constará de tres fases, esta es la primera de ellas. Consideralo el típico entrenamiento en el que, pasados unos días, no notarás el peso del metal en tu cuerpo... Porque comparado con el dolor que sufrirás, no será nada -. Candy también dejó algunas de sus pertenencias junto a las de Plank, luego conjuró una bola negra que parecía estar hecha de petróleo, la bola se alargó hasta formar un largo bastón sólido -. Tu objetivo será pelear contra mi y darme suficientes golpes hasta que lo de por válido y pasemos a la siguiente fase. Ah, solo podrás usar hechizos de sanación en ti, nada más.
Aceptando lo duro que sería el entrenamiento, Plank se llenó de determinación y fue la primera en mover pieza, lanzándose a por Candy, pero su movimiento era lento y torpe y la chica parecía moverse excepcionalmente bien. Las bolas debían pesar cada una unos 15kg y eso hacían un total de 45, lo que la lastraba bastante. Quizás pesase lo mismo que una armadura completa, pero esta tenía su peso compensado y equilibrado para que se pudiese ejercer un buen movimiento con ella, pero eso era totalmente distinto. Candy esquivó fácilmente el golpe y le propinó un bastonazo en la cara que le rompió la nariz instantáneamente. No solo el golpe, ese bastón parecía producirle una extraña descarga que la debilitaba por dentro.
- Esto no ha hecho más que comenzar, arriba -. Le dijo Candy a Plank, que estaba de rodillas doliéndose de la nariz.
- No te creas que con eso me vas a derribar -. Plank sanó su nariz con un hechizo y se volvió a lanzar a por Candy para intentar golpearla como pudiese.
Pero los minutos empezaban a transcurrir y las tornas iban cambiando, ya no era Plank la que se intentaba lanzar hacia Candy sino esta la que atacaba sin piedad mientras la clériga retrocedía y buscaba un hueco en el que pudiese sanarse y contraatacar, pero era imposible. Los ataques se sucedían uno tras otro, el bastón la golpeaba en el abdomen, en las costillas, en la cara, en la espalda, en las piernas... Su cuerpo le replicaba con un dolor del que apenas podía reaccionar, y aunque lograba sanarse cada vez que podía, ese dolor no desaparecía ¿Sería por el bastón de Candy? Si era así, quizás lo mejor era no perder el tiempo en hechizos y buscar una forma eficiente de contraatacar. Pero no, tras una hora de entrenamiento, Plank cayó al suelo jadeando con esfuerzo y sin poder sentir los brazos debido al dolor de las heridas y del peso de las bolas de metal.
- Arriba -. Exigió Candy -. Si no eres capaz de aguantar esto, ve olvidándote de volverte más fuerte.
Plank se quedó pensativa ¿Olvidándose de volverse más fuerte? Quizás tuviese razón, ni siquiera pudo hacer nada contra Akshael en las Artes de Sangre ¿Y si eso era demasiado para ella?
No...
Plank se volvía a levantar, se acordó de las palabras de Candy, antes de comenzar el entrenamiento: Daño físico y mental.
Esto no se trata solo de soportar el dolor, sino también de ser fuerte mentalmente y no rendirme.
- Bien, sigamos.
En cuanto a fortaleza mental, Plank hubiese aprobado con solvencia, pero el entrenamiento continuó durante horas y de todo el daño que le infligió Candy, acabó inconsciente.
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- Todavía no me puedo creer que haya pasado esto -. Sollozó Angela, pero Sarah se preguntaba como era capaz de pronunciar palabra alguna, pues ella tenía un nudo en la garganta. Najla estaba a su lado y tenía el mismo rostro que tenía Sarah; Rostro de que si abrían la boca para hablar, iban a acabar llorando o con nauseas.
El funeral terminó hace casi diez minutos pero las tres amigas siguieron enfrente de la lápida con el nombre grabado de Dorianna ¿Cómo era posible que se hubiese ido? Alguien con tanta bondad en su corazón ¿Cómo ha acabado así? La tristeza de las tres estaba acompañada de un día gris y de los acontecimientos que estaban por venir. Aquel día sería el último que permanecerían juntas, por lo que pasó justo después de la muerte de Dorianna.
Sarah tan solo esperaba que al menos se hiciese justicia, aunque no tenía pruebas, ella lo sabía.
Una broma pesada, todo fue ocasionado por una broma pesada en el edificio de la facultad de los Protectores. A Yün, Jellial y algunos amigos más se le fue de las manos y acabó siendo un accidente, una parte de Sarah lo sabía, pero le daba igual. Jamás se olvidará del sonido del cuerpo de su amiga chocando contra el suelo tras caer desde varias decenas de metros. Más descontroladas de lo que estuvieron nunca, las tres se lanzaron a por ellos. Sarah lo recordaba todo borroso, pero si que se acordaba de las gotas de sangre que no era suya goteando desde sus puños, de una cara destrozada y de todo el bullicio posterior cuando ya llegó el personal autorizado para detener aquel caos.
Dos años habían pasado desde aquella promesa donde las cuatro iban a acabar convirtiéndose en Almirantes y ahora ya nunca pasaría. Además, producto del descontrol que se ocasionó tras la muerte de Dorianna, las tres serían separadas y enviadas a distintas instalaciones por el resto de las Islas Verdes. Ni siquiera el descubrir que aquello también se aplicaría al grupo de Yün y Jellial la reconfortaba lo más mínimo. Tan solo quería enterarse de cuál sería la medida apropiada impuesta para el crimen que habían cometido.
Pero no hubo medida alguna, por falta de pruebas. Ambos seguirían formándose para pertenecer a los Protectores.
Y entonces fue cuando el camino de Sarah se comenzó a definir, si nadie iba a hacer justicia, se encargaría ella misma de llevarla a cabo.
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- Han estado aquí tus amigos -. Le dijo Candy cuando Plank despertó -. Miracle estaba siendo resucitada por Maief cuando ha sido secuestrada por los Protectores.
- ¿Eh? -. Fue lo único que emitió Plank, que quedó en shock -. ¿Mir...Miracle?
Una llama de ira se encendió en su interior, una llama que eclipsó el dolor de su cuerpo. Miracle se había ido, no podía ser. Al igual que se fue Dorianna, al igual que acabó separada de sus amigas, se la habían llevado ¿Sería capaz de volver a verla una vez más?
- Continuemos -. Dijo ella, cabizbaja.
- A ver si consigues golpearme de una vez -. Dijo Candy con su ya habitual rintintin, pero Plank no dijo nada, su mirada sombría lo decía todo.
Candy volvió a golpear con su bastón varias veces a la clériga, peo esta vez no retrocedía ni caía al suelo. Sino que seguía hacia delante, ni todos los golpes que pudiese recibir eran suficientes para apagar la ira que sentía por los Protectores. Por su culpa fue separada de sus amigas en el pasado y por su culpa, ahora le han quitado a alguien que aunque la conocía desde hace poco, le procesaba un cariño excepcional. De tanto pensar en la niña elfa, Plank no se dio cuenta de que tenía su puño extendido y más allá, la cara de Candy magullada y retrocediendo del dolor.
- Bien, así. Si continuas así superarás la fase uno enseguida -. La felicitó Candy aunque esta se dolía un poco.
El entrenamiento prosiguió en la playa de la isla de Evolution, tras la reunión con los demás miembros para decidir que iban a hacer de cara a la guerra que parecía a punto de estallar. Aquella reunión la llenó de motivación y de ganar de lanzarse de cabeza a las Islas Verdes, infiltrándose como fuese y rescatando a Miracle para devolverla al lugar donde debía estar. Toda esa motivación se vio reflejada en el entrenamiento posterior; Candy fue golpeada en repetidas ocasiones cuando ya pidió a Plank que se detuviese. Esta estaba exaltada de emoción, incluso ya no notaba el peso de las bolas metálicas ¿Sería porque llevaba días entrenando así o porque toda la pesadumbre de la derrota en las Artes de Sangre había sido sustituida por unas ganas inmensa de enfrentarse a la organización a la que siempre perteneció?
- Vale, fase uno completada, tu cuerpo está para el arrastre pero pareces mantenerte bien -. Halagó Candy -. Va siendo hora de la fase dos -. Y comenzó a acercarse a la clériga para hacer algo.
- ¿Cuánto durará las fases dos y tres? -. Se impacientó Plank.
- La realmente importante es la tercera fase, ahí será donde se sabrá si de verdad eres capaz de aguantar. La dos es incluso de transición, en ella solo tendrás que golpearme una vez. Solo una -. Candy tocó cada una de las bolas y Plank cayó al suelo inmediatamente -. He multiplicado su peso por diez, así de simple es la fase dos.
¿Por diez? Tienes que estar de broma...
Eso deben de ser más de cuatrocientos kilos de peso, no puedo moverme.
Esta vez la motivación no fue suficiente y Candy no parecía parar esta vez. Incluso con Plank agazapada en el suelo sin poder moverse, esta la golpeaba una y otra vez con el bastón, durante horas si hacia falta. Poco a poco comenzó a notar como los huesos de su cuerpo se rompían, como sus músculos se desgarraban. Se levantó como pudo pero era imposible para ella levantar los brazos, que los tenía colgando hacia abajo irremediablemente. Candy aprovechó la situación para propinarle otro bastonazo en la cara que llevó a que escupiese flemas de sangre por la boca.
Ni siquiera los descansos parecían reconfortar a Plank, que a pesar de oficializar la boda entre Alanne y Akshael, buscaba una excusa para que se alargase la fiesta con ellos y así no tener que volver. Candy lo estaba consiguiendo, Plank empezaba a sufrir ese daño mental que la llevaba a tenerle miedo al entrenamiento. Pero Akshael y Alanne se fueron de luna de miel y debían proseguir. Fue todo un fin de semana de terrible dolor y sufrimiento del que ni siquiera pudo intentar hacer el amago de golpear. Su descanso solo duraba unas dos o tres horas, el resto se resumía básicamente a que Plank estuviese tendida en el suelo o gateando mientras Candy la golpeaba sin cesar o incluso la pateaba, haciendo que rodase por el suelo.
Ya no podía más, era demasiado.
La sanación no le hacía nada, no le quitaba el dolor, tan solo aumentaba las horas posteriores de sufrimiento.
Era absurdo tener que entrenar así, no tenía ni una posibilidad.
Se acabó.
- ¿Ya ni te mueves? -. Preguntó Candy sin preocupación. Plank emitió un sonido pero no pudo articular palabra correctamente -. ¿Qué? ¿Qué quieres?
- Que acabe ya... -. Pronunció ella al fin.
- ¿Ya, no puedes aguantar la paliza? -. Preguntó Candy -. Pero si te sirve de consuelo, contra los Protectores sería mucho peor, aunque más rápido, eso sí.
- Me da igual... No quiero seguir más...
- ¿Entonces aquí acaba el entrenamiento?
- Sí...
- Bien, pues...
- ¡Eh, Candy, Plank! -. Gritó Raenia desde lo alto del terraplén, al final de la playa -. ¡Daos prisa, vienen los Protectores!
El barco que transportaba a Lord Trenler estaba llegando a la capital de Taneir. Candy no pudo acabar su frase pero se aseguró ella misma de hacer que Plank se pudiese mover para que asistiese a la reunión en el castillo real. Apenas sin pronunciar palabra, la clériga viajó hasta la ciudad, junto a Akshael, Raenia, Alanne y Bartolomeo. Sentía que iba por inercia, pero eso cambió durante la siguiente hora, cuando Bartolomeo pronunció el nombre de una de las Exequias que acompañaba a Trenler.
- Abigail -. Repitió Plank con un débil susurro... No, no podía ser.
Pero si podía ser. La reunión transcurrió y aunque Plank se enteró de lo general, el resto de palabras parecían resonar desde otra habitación, tan solo tenía la mirada clavada en la que se hacía llamar Abigail. Llevaba un casco robótico de manera que no podía ver su rostro. Pero unos instantes después, se confirmó.
Después de que Akshael acabase siendo provocado por Trenler y siendo llevado a un combate uno contra uno, Raenia y ella acabaron interviniendo debido a la imposibilidad del paladín de Thor para vencer a su contrincante, pero también lo hicieron los Exequias. La que detuvo su martillo fue ella. Encima, para más inri, descubrió que fue ella la que se llevó a Miracle.
- ¿Sarah? -. Preguntó con una mezcla de confusión y sorpresa.
- ¿Cómooooooooooooooooooooooo? -. Se escuchó preguntar a Raenia antes de que Plank pudiese decir nada -. ¿Se llama Saraaaaaaaaaaaah?
- ¿Qué haces aquí? -. Preguntó Angela una vez más.
- Defender la justicia -. Respondió Sarah con determinación.
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Corría por los pasillos de la facultad de los Protectores, era de noche y tenía que darse prisa antes de que se diese cuenta alguien de que estaba allí. Sarah era de las pocas personas no autorizadas que sabía que las instalaciones estaban conectadas, en parte, con otras instalaciones de los Protectores mediante pasillos subterráneos. Los mismos pasillos subterráneos que recorría para darle una lección que jamás olvidasen Yün y Jellial. Tras comprobar el lugar al que habían sido enviados, Plank se adentró en los laboratorios de los Protectores. Su seguridad de acceso era excepcional y de manera estándar jamás habría podido entrar allí dentro, pero gracias a Najla, disponía de la tarjeta de uno de los profesores científicos de la facultad. En esos momentos, Sarah agradecía la osadía de su amiga, pues ella jamás habría podido ser capaz de dejar inconsciente a un miembro del profesorado.
La guardia que había en el subterráneo no era demasiado exigente, de hecho podía entrar casi sin problemas eludiendo a los pocos que vigilaban, Sarah supuso que era porque pocas personas salvo el personal cualificado conocían esos accesos subterráneos. Pasaba por las puertas tras pasar la tarjeta por el lector, iba de sector en sector buscando algo con lo que acallar a esos gilipollas, si podía ser para siempre mejor. Una sustancia, un artefacto, un experimento, lo que fuese. Al final llegó a una enorme sala llena de mesas alargadas que a su vez estaban repletas de instrumental de cristalería con extrañas sustancias, líquidos oscuros y gases de diversos colores. Estuvo bastante satisfecha cuando cogió de una estantería de probetas una capsula etiquetada con "Segmento B2 de Vitalis. CUIDADO: Inestable y volátil".
- Suficiente -. Lo guardó con cuidado en la mochila sin preguntarse que era aquello, tan solo se preguntaba si su piel y huesos acabarían derretidos en el suelo -. Ojalá -. Susurró para si misma.
Fue a irse pero algo la llamó la atención, en la pared habían unos diagramas del cuerpo humano, entre otras razas, con muchas trazas, esquemas y anotaciones que no entendía, pero otras que sí. "Creación base" y a continuación "Falta algo" en una anotación de hace unos años.
- ¿Qué es esto? -. Susurró cuando cogió una carpeta del mostrador cercano -. ¿"Vectores de transmisión"? Espera, estos son...
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- ¡AAAAAAAH, SUELTAAAAA! -. Gritaba Candy con exasperación pero Sarah no parecía querer soltar. Había despertado de su inconsciencia, acordándose de aquello y llena de ira por haber descubierto lo de su ex-amiga Angela. Los bastonazos de Candy no hicieron más que acentuar su ira, pero sabía que no podía golpearla por el peso de las bolas, así que se esperó a que se acercara y se arrojó a por ella, mordiéndola en el cuello con todas sus ganas -. ¡VALE, VALE, FASE DOS SUPERADA!
Tuvo que pasar un buen rato para que Sarah se calmase y Candy se sanase el cuello.
- Un poco más y me matas -. Se quejó ella -. Vaya cardenal se me va a quedar durante unos días...
- Lo siento... Pero no te quejes de cardenales -. Comentó al mirar su propio cuerpo.
- Estabas a punto de rendirte antes de la reunión, al final el reencontrarte con tu amiga ha sido beneficioso para ti.
- Ya ha dejado de ser mi amiga.
- Eso dices pero hay una parte de ti que todavía la aprecia ¿Sabes por qué? -. Candy dudó un poco antes de seguir, quizás pensando que estaba entrando en terreno fangoso, pero tras comprobar que Sarah no replicó ni nada, prosiguió -. Porque una parte de ti sabe que ella todavía puede ser como era en el pasado, que cree que está actuando bien cuando en realidad está cegada.
- Vayamos a la fase tres -. Dijo Sarah, cambiando de tema rápidamente -. ¿Vas a aumentar aún más el peso? -. Preguntó sarcásticamente.
- En realidad -. Sonrió Candy y chasqueó los dedos, los grilletes se rompieron y la clériga podía moverse perfectamente, después de otro día más de entrenamiento lo agradecía -. Te alegrará saber que esta fase tres durará tan solo una hora, como mucho. He llevado tu cuerpo hasta el límite en las dos primeras fases, incluso tu mente estuvo a punto de decir basta, pero al final, por motivaciones externas, te has sabido mantener. Ahora, es el momento de superar ese límite y ver si eres capaz de aguantar. Coge tu arma, podrás usarla y también tus hechizos.
Sarah obedeció y por una parte estaba contenta de que podría usar de nuevo su martillo, pero por otra parte le asustaba que Candy le diese tantas libertades así como así.
- ¿Sabes lo que son las runas mágicas? -. Preguntó Candy.
- Son... Glifos ¿No?
- Más o menos, más bien los glifos son tan solo una pequeña parte de lo que son las runas. Pero has acertado bastante, las runas son símbolos que desencadenan una acción determinada. Las runas que acaban siendo glifos desencadenan su poder contenido tras ser visualizadas. Pero las runas pueden activarse de muchas formas -. Candy alzó su mano derecha y se dibujó en el aire un extraño símbolo parecido a un triángulo - Como esta, la runa Talril. El entrenamiento empezará cuando te toque con esta runa, tendrás que pelear contra mi al máximo de tu poder, yo también lo haré.
Sarah volvió a tragar saliva pero aceptó. Candy hizo que la runa flotase por el aire hasta tocar le pecho de la clériga y desaparecer tras introducirse en su cuerpo. De pronto y para sorpresa de Sarah, esta se sintió como si se volviese más fuerte y rápida; Como si todos sus sentidos se agudizasen y su poder mágico aumentase.
- Comencemos -. Anunció Candy y trató de golpear a Sarah con el bastón, pero esta lo detuvo con su martillo con gran facilidad. Comparado con las fase uno y dos del entrenamiento, era casi como una bendición.
- ¿Esto... Esto es todo? -. Preguntó ella a la vez que atacaba a Candy y esta detenía el golpe con algo de dificultad -. Me siento más fuerte.
- Claro, es el efecto de la runa, pero más te vale que te des prisa en vencerme -. Aconsejó Candy.
Seguramente había algo que temer si tardaba más de la cuenta, pero Sarah no lograba comprender el por qué aún; Un calor la embriagaba y subsanaba todo el dolor que había sentido anteriormente. Es más, conforme pasaban los segundos ese calor aumentaba y sentía como el poder de la runa le confería aún más fuerza y velocidad. Ahora era Candy la que tenía problemas para resistir las acometidas de Sarah, que incluso se vio forzada a retroceder sin cesar tras sufrir unos cuantos golpes del martillo.
Pero había algo que empezaba a salir mal, el calor no paraba de aumentar y poco a poco, la mejora de fuerza y velocidad dejó de notarse para dar paso a un sofoco que no la dejaba ni pensar con claridad.
- La fase uno y dos del entrenamiento no estaban hechas para despertar el poder del Eterno, sino para preparar tu cuerpo para esta runa -. Explicó Candy que por fin disponía de segundos de pausa tras toda la acometida inicial -. La runa Talril activa las células de tu cuerpo y las obliga a trabajar por encima de su capacidad. Activación muscular, sinapsis neuronal... Todo tu cuerpo está aumentando su capacidad poco a poco.
- Ya entiendo... Por eso dijiste que duraría una hora como mucho -. Recapacitó Sarah con dificultad. Su piel empezaba a emitir un extraño vapor al mismo tiempo que se tornaba de un colo rojizo. Y a eso se le sumaba un dolor de cabeza inmenso.
- Esta es la verdadera prueba, han pasado quince minutos, a partir de aquí todo se volverá más difícil. Al aumentar todas las funciones de tu cuerpo, también aumenta la de la capacidad para sentir dolor, así que prepárate porque no me voy a contener. Más te vale despertar tu poder cuanto antes, en el caso de que lo tengas, o si no...
- O si no... Las consecuencias...
Ahora por fin lo entiendo, la runa no se va a detener en ningún momento, solo cuando el cuerpo no pueda soportar más y acabe muriendo.
Pero incluso aunque logre completar el entrenamiento antes, puede que ya sea demasiado tarde y mi cuerpo haya sufrido tanto que tenga secuelas como las que dijo.
Mierda, casi prefiero que sea largo y doloroso como las dos anteriores fases, a esto.
Pasaron los minutos y las tornas volvieron a ser las de siempre, Candy volvía a llevar la iniciativa mientras que Sarah era quien sufría y aguantaba. Su cuerpo estaba tan inestable que el calor pasó a producirle quemaduras internas y a que su poder mágico se desbordase provocando cambios a su alrededor. Cada golpe que recibía de Candy en esos momentos era peor que todos los que le había dado anteriormente juntos; Con el primero ya sintió como todo lo que veía le daba vueltas. Es más, hasta sus sentidos empezaron a quejarse de la sobrecapacidad de su cuerpo, su visión se volvía borrosa y su oído era incapaz de escuchar nada.
Había pasado media hora desde que le tocó la runa Talril, algunos órganos habían colapsado hasta el punto de que as las quemaduras anteriores había que sumarle hemorragia interna en el abdomen y pecho. Cada bocanada de aire que cogía era como respirar fuego y cuando se miró su brazo vio como por debajo de la piel, sus arterias estaban marcadas de un color incandescente, que cada vez brillaba más.
Me queda....Media hora...
Otro golpe más de Candy, que sin saber cómo, pudo resistir e impedir caer muerta. Revoleó los brazos para intentar devolverle el ataque pero era incapaz de ver donde se encontraba, sus ojos ya no le mostraban nada ¿Se quedaría ciega para siempre? Cambió de estrategia e intentó sanarse al mismo tiempo que realizaba un conjuro ofensivo que no supo si había surtido efecto o no, pero desde luego la sanación no le hizo absolutamente nada.
Desde el punto de vista de Candy, hasta ella empezaba a estar preocupada. Habían pasado cuarenta minutos.
- Creo que será mejor que pare esto, está a punto de colapsar -. Se dijo a ella misma al ver como la piel había dejado de estar roja para pasar a un color casi negruzco calcinado y por debajo de ella, las arterias incandescentes alcanzaban tal brillo que parecía que iba a explotar. La sangre que derramaba por su boca y heridas se evaporaba al instante y el suelo árido de la playa a su alrededor parecía derretirse.
- No -. Escuchó Candy decir a Raeric, que estaba observando el entrenamiento desde no muy lejos -. Llegados a este punto, ya mejor seguir, maestra.
- Pero... Va a morir.
- Es posible que ya vaya a hacerlo incluso si cortas la runa, solo queda esperar...
- Quedan quince minutos.
De pronto, Sarah o lo que fuese aquello se lanzó al ataque soltando su martillo y atacando con sus manos como si fuesen garras. Candy lo esquivó por los pelos la primera acometida pero recibió de lleno la segunda, que le golpeó en el abdomen e hizo que rodara por la arena.
- ¡Maestra! -. Exclamó Raeric.
- Su mente... También ha sobrepasado el límite, ahora tan solo es... Un monstruo... Que lucha por sobrevivir -. Explicó Candy mientras se levantaba. Raeric llevó su mirada a Sarah y se dio cuenta de que su maestra tenía razón. Casi se podían ver algunos huesos por encima de la piel ya consumida de Sarah y sus ojos tan solo eran una masa del mismo color incandescente que lo que tenía en el cuerpo.
Sarah se lanzó de nuevo a por ella pero esta vez fue el bardo quien intervino para proteger a su maestra. Paró la acometida de aquel monstruo en el que se había convertido con su mano sumida en su propio poder del Eterno. Pero Raeric apenas había podido concentrarse en su poder, de manera que la disputa de fuerza estaba casi empatada.
- ¿¡Cuánto tiempo queda!? -. Preguntó Raeric con urgencia.
- Diez minutos, quizás menos.
- Maldita sea... ¡Llama a los demás, yo la detendré! -. Pero incluso Raeric no era rival para aquella Sarah con la runa Talril en su límite. Su ropa y su cuerpo empezó a quemarse por el calor que desprendía, y con ello, no podía aguantar el dolor de tan solo estar cerca, hasta que esta embistió y le derribó.
- ¡Raeric! -. Candy intentó levantarse para socorrer a su amigo pero todavía estaba dolorida por el golpe anterior -. ¡Sarah! Se acabó... Tengo que remover el sello.
Sarah apretó sus manos alrededor del cuello de Raeric, ahogándole y produciéndole terribles quemaduras. El bardo se ahogaba e incluso la ayuda que llegó desde el castillo no era suficiente para detener a Sarah; Las dagas que arrojó Raenia impactó en el cuerpo de Sarah pero rápidamente se derritieron. Candy caminaba con dificultad hasta llegar a su espalda, quedaban apenas unos metros para que la tocase y anulase el sello.
- No lo hagas... Maestra -. Emitió Raeric con un agudo y débil sonido.
- Ya es... Demasiado tarde... Lo siento, Sarah -. Y Candy tocó su espalda, anulando la runa.
Sarah se quedó inmóvil, como una estatua y dejó de emitir ese calor infernal, cosa que agradeció Raeric enormemente. Su cuerpo se cubrió de una capa grisácea, como si de verdad se estuviese transformando en una estatua de piedra.
- ¿Qué es esto... -. Fue a preguntar Candy, completamente sorprendida por lo que ocurría.
De pronto, como si se estuviese rebobinando, la piel de Sarah volvió a su cuerpo, la sangre evaporada descendía y se transformaba nuevamente en líquido para ser introducido por las heridas, que se cerraban en el sentido contrario a como fueron efectuadas. Poco a poco volvía a ser ella misma.
- ¿Qué coño? -. Preguntó Raeric cuando ya se sanó el cuello y se levantó -. ¿Tenías ese poder al detener la runa, maestra?
- No... Yo no... Esto es...
Y Sarah volvió a ser como era antes de que le tocase la runa Talril, aunque no estaba consciente y la tuvieron que coger antes de que se desplomase en el suelo.
- ¿El qué? ¿Qué es? -. Preguntó Raenia desesperadamente al ver el silencio sepulcral que había en la playa, tan solo cortado por el sonido del mar.
- Lo ha conseguido, ha despertado un poder del Eterno -. Sonrió Candy dejándose caer en la arena
Raeric sonrió y emitió un largo suspiro de alivio, Raenia aún no estaba demasiado convencida, tras ver en el monstruo que era hasta hace no mucho, pero la dejó tumbada en la arena para que descansase.
Pero no todo habían sido buenas noticias, hubo un precio a pagar. Un precio que Sarah no tardaría en darse cuenta cuando despertara. Había perdido casi todos sus conjuros.
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