4 abr 2017

Luz apagada, determinación destrozada


El cuervo estiró sus alas y graznó con energía a pesar de que eran altas horas de la noche y que cuando Alleria llegó a la torre del maestre para mandar la carta, el ave descansaba plácidamente. Tras asegurarse de que el pergamino estaba firmemente atada a la pata, abrió la ventana de rejas cruzadas y dejó que el animal echase a volar por su propia cuenta. Trató de seguirle con la mirada con la luz de la luna llena que brillaba aquella noche pero le fue imposible; El animal voló con presteza, perdiendose rápidamente entre la espesura de la oscuridad; Y Alleria tenía cansada la vista, no solo por el cansancio del viaje sino también por haber escrito las últimas palabras en la mesa de aquella habitación, pobremente iluminada por una pequeña vela. Aún así, ella llevó sus manos a su pecho, cruzándolas en signo de plegaría, rezando a la Luz para que el mensaje llegara a sus compañeros y que esta vez hubiese respuesta por su parte. La brisa gélida, casi invernal, se filtró por la ventana durante los instantes que Alleria permanecía inmóvil centrada en sus plegarias. En cuanto sintió el frío decidió que ya era hora de volver, al fin y al cabo no era recomendable que tanto Raeric como ella estuviesen tanto tiempo alejados el uno del otro después lo sucedido en las dos últimas semanas.

Así pues salió de la casa del maestre Damon, a quien le volvió a agradecer que le permitiese usar uno de sus cuervos a pesar de la hora que era. Fue caminando por las calles de la aldea sur de Taradia, un pequeño pueblo de no más de quinientos habitantes situada en el corazón de un bosque de encinas. Si no fuese por la preocupación que sentía debido a aquellos ataques, Alleria estaría encantada con aquellas tierras por las que estaba viajando pues se respiraba una gran tranquilidad. Al contrario que en las tierras del sur, como Condado Cuervo, la zona por la que estaban viajando no pertenecía a ningún líder derivado del gobierno principal de todo el reino de Bargskan; No había ni Emperador ni Emperatriz que rigiesen aquellas tierras, nadie que pusiese orden de manera general y sin embargo, gracias al trabajo que lograban hacer cada uno de los alcaldes de las ciudades en cooperación mutua, aquel territorio conocido como Vastos Libres era un lugar rural donde uno podía vivir tranquilamente sin mayores problemas.

Pero parecía que los problemas perseguían a Evolution donde quiera que estuviese. A pesar del arduo intento de ambos de no meterse en problemas al mismo tiempo que investigaban sobre los miembros de Evolution que no veían desde la guerra en Tydoras, sus esfuerzos fue en vano cuando se dieron cuenta de que estaban siendo perseguidos y, posteriormente, les atacaron en más de una ocasión. Aquellos asaltantes no eran gente normal, por mucho que intentasen serlo con los harapos que llevaban conocían del poder de Raeric y de Alleria e intentaron contrarrestarlo con el suyo propio. La sacerdotisa de la Luz estaba preocupada por aquellos sucesos y no sabía muy bien qué hacer al respecto; Cada vez que le preguntaba a su compañero de viaje, este afirmaba sin vacilación que debían continuar su viaje hacia la ciudad de Reouhnuo, pero Alleria tenía el presentimiento que cuanto más se acercaran al norte más en peligro estarían.

De pronto, la familiar voz de Raeric la sobresaltó cuando más inmersa estaba en sus pensamientos. Acababa de llegar al a posada-taberna en la que se alojaban y el bardo estaba saliendo por la puerta justo en el instante en el que ella había llegado a las inmediaciones del establecimiento.

- Por fin -. Soltó Raeric, suspirando -. Sí que has tardado.

- Me costó despertar al maestre -. Mintió Alleria. No quería que Raeric se enterase de que no había seguido su consejo y había informado a sus compañeros de Evolution sobre aquellos ataques -. Pero ya está enviada.

- Bien -. Raeric se quedó mirando al cielo mientras cedía el paso a Alleria por la entrada de la posada-taberna -. Espero que esta vez no se les olvide contestar...

- Sí, eso espero...

Alleria pasó por su lado y miró por un instante al tabernero que estaba dormido, con la cabeza apoyada en la barra de la cabina desde la cual registraba los pedidos de habitaciones. Pero acto seguido sintió un empujón desde atrás que la derribó y un enorme estallido la cegó y ensordeció. En cuanto se recuperó del impacto de la explosión, se dio cuenta de lo que había pasado; Raeric, en apenas unas décimas de segundo, la había empujado para salvarla. En cuanto se incorporó, Alleria pudo observar como toda la parte frontal del edificio estaba destrozada y en llamas. El tabernero estaba agonizando bajo un pilar de madera que le había caído encima y Raeric se encontraba donde antes estaba la entrada, concentrando su poder del eterno en su brazo, con el cual había detenido parte del ataque enemigo. En medio de la calle había un individuo bastante bajo y regordete, con ropas andrajosas y rostro encapuchado.

- ¿¡Estás bien!? -. Preguntó Raeric a Alleria. Los aldeanos de las casas circundantes encendían las luces y corrían las ventanas para ver qué había sucedido.

- ¡S... Sí! -. Alleria fue rápidamente hasta el tabernero y con su poder de potenciadora de la Luz, levantó la viga de madera para evitar que muriese aplastado. La tiró a un lado y se fue a él para detener su hemorragia interna.

- ¡Quédate aquí! -. Gritó Raeric. El atacante estaba huyendo y el bardo se disponía a seguirle.

- ¡Espera! -. Le pidió, pero fue demasiado tarde.

- Ugh... -. El tabernero empezó a recobrar la conciencia y eso alivió enormemente a Alleria. El pobre hombre no merecía sufrir por culpa de que ambos estuviesen siendo perseguidos por unos indeseables.

- ¿Te encuentras bien? -. Preguntó Alleria cuando ya sintió que sus heridas habían sanado.

- Sí... sí... Gracias -. Aunque sanado, el hombre estaba todavía aturdido por el ataque. Sus ojos entrecerrados así lo demostraban. Pero de un momento los abrió con sorpresa y terror cuando dijo -. ¡Detrás tuya!


Desde su punto de vista. el tabernero pudo ver que varios extraños más se acercaban hasta la posición de Alleria. Si no hubiese sido por su aviso la habrían pillado totalmente desprevenida, pero afortunadamente pudo prepararse a tiempo. Desenvainó la hoja celestial que le trajo Akshael desde otro plano y se puso en guardia. Aquellos sujetos, que portaban ropajes casi idénticos al del primer atacante de aquella noche, pasaron entre los restos arrasados de la pared frontal de la taberna y se colocaron en arco para tratar de rodear a Alleria. Eran seis y todos ellos sostenían una espada corta en su mano derecha mientras que con la izquierda se preparaban para conjurar.

- Parece que ha funcionado... ¡Ahora no podemos fallar! -. Gritó uno, terminando la frase al mismo tiempo que comenzaba a cargar contra ella.

Alleria bloqueó perfectamente el ataque con su espada y ya se había preparado para la siguiente ofensiva de su enemigo, conjuró una barrera que la protegió de los dos siguientes enemigos, que vinieron por los flancos. La barrera fue creada tan rápidamente que cuando sus armas rebotaron contra la cúpula, se desequilibraron y Alleria aprovechó para derribar a ambos potenciando su Luz como pequeñas ondas.

- ¡Idiotas! -. Dijo uno desde atrás -. Ya nos dijeron lo que podía hacer ¿¡Qué coño hacéis!?

El ataque no cesó, Alleria trataba de bloquear las continuas acometidas de dos de ellos pero nunca fue del todo diestra en combate cuerpo a cuerpo directo, de manera que retrocedió todo lo que pudo para evitar algunos ataques, hasta que sintió en su cintura la barra de la taberna impidiendo que pudiese retroceder más.

- ¡Apartad! -. Los dos que la atacaban hicieron caso y los otros dos que había derribado anteriormente hicieron lo mismo.

Uno de los enemigos de atrás conjuró un lazo de fuego que se lanzó a por ella como una serpiente enfurecida. Alleria se apoyó en la barra y pasó al otro lado para usarlo de cobertura. El lazo se estampó contra la madera con un sonoro crujido indicando que casi la había destrozado por completo, de manera que no podría volver a usar la barra como cobertura una segunda vez. Tras el conjuro, de nuevo dos atacantes fueron a por ella pasando también por encima de la barra, uno a cada flanco. En lugar de quedarse de nuevo a la defensiva y ser superada por estar acorralada, se lanzó a por uno de ellos, pasó rápidamente por encima de su defensa y yendo a clavar su espada para inmovilizarle, pero la hoja se desvió por si misma hacia el hombro, apenas rozándole. Fue por un hechizo de desvío del sexto de ellos. que estaba preparado para defender a sus compañeros en caso de necesidad. Aquello tomó a Alleria por sorpresa, que apenas pudo evitar que sufriese heridas por el corte de las espadas; Y después que recibiese un conjuro de fuerza del que antes había conjurado el lazo de fuego, creando esta vez una mano gigante translucida que la golpeó y la estampó contra la pared de la taberna. La madera se resquebrajó ante el potente impacto del conjuro de fuerza, Alleria había quedado aturdida después de recibir tal golpe que la había mandado a volar hacia la calle, atravesando toda la cocina. Se incorporó a duras penas clavando su espada en el suelo, pero apenas lo hizo se dio cuenta de que aquellos individuos ya habían salido y la estaban rodeando formando un círculo. Se habían teletransportado en un abrir y cerrar de ojos para evitar que pudiese contraatacar.

Allería se sentía totalmente frustrada .Desde su aparición en la playa le costaba concentrar su Luz como hacía anteriormente y eso lastraba enormemente su potencial a la hora de luchar. Además, estando en completa inferioridad numérica no podía plantearse siquiera usar su poder de manipulación para volver a su favor a alguno de sus enemigos, pues antes de que siquiera lo intentase ya se le habrían echado encima los demás.

- Se acabó, por fin la tenemos. Concentraos en conjurarlo antes de que venga el otro -. Dijo el que tenía enfrente, alto y con una voz ronca y grave.

¿Van detrás mía? ¿Por qué... 

El tipo alto se preparó para conjurar algo y el resto de compañeros siguieron la conjuración, seguramente algún tipo de abjuración o sello que la mantuviese atrapada. Alleria intentó levantarse antes de que acabasen la conjuración, pero su cuerpo no respondió tan bien como debería incluso a pesar de las heridas que tenía en su cuerpo. Fue entonces cuando echó un vistazo a los cortes de los espadazos que recibió antes.

¿Veneno? Imposible... No debería afectarme algo como... 



- Va uno tranquilamente por este pueblo a buscar habitación donde pasar la noche y se encuentra con este espectáculo... Lamentable.

Aquella voz distrajo a aquellos tipos, que interrumpieron el hechizo que estaban llevando a cabo en torno a Alleria. y todos ellos se giraron en guardia hacia el lugar de donde provenían aquellas palabras. Un hombre joven que no llegaría ni a la treintena se acercaba tranquilamente a ellos; Su pelo, de un color negro azabache, se presentaba alborotado y justo debajo una mano que tapaba como gesto de indignación un rostro joven. de rasgos afilados y finos, como en la forma de sus cejas o su nariz; En cuanto a su indumentaria, portaba un uniforme militar de color azul marino con botones y bordados plateados.

- Ey... -. Saludó aquel tipo cuando ya todos le miraban.

- No tenemos tiempo -. Comentó el tipo de voz grave mientras miraba alternadamente a aquel tipo y al sitio por donde se fue Raeric -. Vosotros, acabad con él. Tú, ayúdame con ella -. Ordenó.

Cuatro de aquellos encapuchados volvieron a empuñar sus espadas y se pusieron al frente para encarar a aquel hombre. Alleria se aprovechó de aquello para intentar liberarse, pero concentrar su Luz mientras se encontraba paralizada era algo que le llevaba tiempo. De un momento a otro, los cuatro avanzaron con las espadas en alto para asaltar a lo que ellos consideraban una molestia intrascendente.

- La cosa es que... -. Siguió hablando él despreocupadamente como ya había hecho antes, pero esta vez su rostro fue cambiando hacia una mirada de odio y desprecio hacia aquellos encapuchados -. No puedo pasar por alto que ataquéis a una hermosa damisela y mucho menos... -. Se colocó en posición para enfrentarles, pero no con ninguna arma sino estirando su brazo hacía el frente -. ...En ventaja numérica, sois patéticos.

Su mano brilló de un color azul intenso que debido a la oscuridad de la noche, bañó del mismo color las fachadas de las casas circundantes. El aura mágica que rodeaba aquella mano tomó forma y se moldeó, alargándose y estrechándose para formar una lanza hecha de energía, que brillaba con la misma intensidad y el mismo color azul. Los cuatro atacantes se detuvieron debido al poder que estaba desplegando, incluso Alleria quedó impresionada pero al menos ella sí sabía exactamente lo que significaba aquel despliegue mágico.

Antes de que los encapuchados tuviesen tiempo para prepararse y reaccionar ante aquello, aquel joven sostuvo la lanza pero en lugar de empuñarla con ambas manos para luchar cuerpo a cuerpo, lo hizo solo con una y la lanzó como una jabalina.

- ¡Apartaos! -. Gritó el de la voz grave que también estaba contemplando dicho espectáculo desde atrás. Aquel aviso parecía más una suplica que una advertencia.

Afortunadamente, o eso pensó él al principio, los cuatro pudieron apartarse a tiempo de la lanza a pesar de la velocidad con la que esta fue lanzada, recorriendo la distancia entre el joven y los encapuchados en un instante. Esta se clavó en el suelo mientras todos ellos se apartaban hacia un lateral o hacía atrás. Pero una vez más, no tuvieron tiempo para pensar en algo más, directamente no podrían pensar nunca más.

- Se acabó -. Sentenció.

La lanza creó una onda apenas una milésima de segundo antes de que estallase en una explosión azul que arrasó con los encapuchados. Los restos de sus cuerpos saltaron por los aires y se perdieron en la oscuridad que volvía a surgir una vez aquella enorme bola de luz azul se disipaba en una marea de humo. Los dos que quedaron, apenas podían respirar después de haber visto aquello, Alleria estaba prácticamente igual. Habían muchos hechizos que provocaban una explosión así de devastadora, pero lo realmente sorprendente es que después de acabar con aquellos cuatro con suma facilidad, él ya avanzaba hacía los otros, con no una sino dos nuevas lanzas de energía de nuevo creadas, sosteniendo una en cada mano.

- ¿Puede hacer algo así... -. Balbuceó el de la voz grave, que con el miedo se le había escurrido un poco la capucha y Alleria pudo ver en él un rostro marcado por arrugas, con una enorme cicatriz en su nariz -. ...Con tanta rapidez entre cada ataque? -. Terminó tras fijarse en las otras dos lanzas.

- Mierda... Viene el otro... -. Le advirtió su compañero.

- Esto es una retirada -. Terminó diciendo.

- Si fallamos ahora no podr...

Alleria interrumpió a aquel hombre. Una vez pudo reaccionar, la sacerdotisa de la Luz curó sus heridas del extraño veneno que la paralizaba, se levantó y atrapó con una red de hebras blancas y brillantes al compañero del que actuaba como líder. Hecho eso, se fue hacía el cabeza de aquellos tipos, dispuesta a reducirlo también para que, una vez atrapados, pudiesen soltar información.

- ¡Ornitorrinco! -. Vociferaron los dos al unísono y desaparecieron al instante.

- Mmmm... Palabra de regreso -. Identificó aquel joven, que deshizo las lanzas y se acercó a Alleria y al lugar destrozado en la taberna.

- Tú... ¿Quién...

- ¡Eeeeeh! -. Un grito hizo que ambos se giraran. Raeric apareció de una bocacalle, fue a preguntar a Alleria qué había pasado y si estaba bien pero en cuanto vio a aquel extraño, cambió su postura, aún en guardia -. ¿¡Quién eres tú!?

- ¡No, Raeric! ¡Él me ha ayudado! -. Le detuvo Alleria, indicando que todo estaba bien.


El bullicio que se empezaba a formar en el pueblo era más que notable, la gente se acercaba para curiosear que había ocurrido después de que escucharan dos explosiones y la guardia no hacía nada más que preguntas a cada uno de los tres. Una vez aclarado lo sucedido, aquel tipo donó un pequeño saquito con oro para que se pudiese restaurar la posada y también los desperfectos en la calle debido al ataque que él mismo llevó a cabo. Casi media hora después, ya con todo más despejado, los tres estaban por fin libres para hablar entre ellos. Fueron al patio trasero de la posada y Alleria y Raeric se sentaron en unas cajas que habían allí apiladas.

- Así que os perseguían ¿Eh? ¿Quiénes sois? -. El joven no se sentó, sino que andaba de un lado a otro, inquieto.

- Lo siento, pero no voy a caer en esto -. Dijo Raeric seriamente.

- ¿Eh? -. Dijeron tanto Alleria como él al mismo tiempo.

- No te conocemos de nada. Perfectamente podrías ser también nuestro enemigo, tratando de acercarte hacía nosotros para tendernos una trampa.

- ¡Pero Alexei...!

- ¡Natasha! -. Le interrumpió él, mirándola fijamente a sus ojos -. Después de todo ¿Todavía te extrañaría?  Hemos visto y vivido ya demasiadas cosas como para seguir siendo unos novatos en esto, no me fío de él.

El joven se detuvo, se quedó mirando fijamente a Raeric y este le devolvió la misma mirada. A pesar de la paupérrima iluminación de la luna bañando el patio, Alleria podía ver sus rostros, ambos totalmente serios. Sin embargo, al final, el joven cerró los ojos y sonrió levemente.

- Eso es exactamente lo que tenéis que hacer -. Volvió a caminar de un lado a otro -. No fiaros de nadie, ni siquiera de mi. Os siguen tipos problemáticos y por lo que se ve no tenéis ni idea de quienes son, no quisiera estar en vuestro lugar. Sin embargo, os voy a ayudar igualmente. Es un defecto que tengo, soy demasiado buena persona -. Se volvió a detener y se sentó en el muro de un pozo, esta vez sacando restos de acero de una espada, que observó detenidamente.

- Eso es un fragmento de sus espadas -. Recordó Alleria.

- Exacto, lo cogí justo después de que desapareciesen los otros dos. Pero antes de contaros sobre esto, me gustaría deciros mi nombre. Me llamo Jack.

- Somos Natasha y Alexei -. Dijo Alleria con cortesía.

- Bonitos nombres, para ser falsos. Porque imagino que me habréis dicho vuestros nombres falsos ¿No? -. Dijo con cordialidad, tratando de hacer más amena la conversación, pero Alleria estaba demasiado nerviosa para que aquello fuese algo cordial y Raeric demasiado desconfiado -. No os preocupéis, el que os he dado también es mi nombre falso.

- Así no ayudas -. Soltó Raeric con desdén.

- Cierto, cierto. Espero que con esto sí -. Jack arrojó el trozo de metal de la espada a los pies de Raeric -. Cógelo, mira atentamente -. Este dudó en si hacerle caso y tras unos segundos, Jack alzó las manos, encogiéndose de hombros -. No he encantado el metal ni nada parecido.

Aún así, Raeric llevó a cabo una detección mágica en el acero. Tras no detectar nada extraño, se incorporó para cogerla y pasó su mirada por la hoja, que reflejaba la imagen de la luna en el cielo.

- Intentan ocultar su identidad pero o son unos paletos que descuidan ese tipo de detalles o estaban tan confiados en que os iban a atrapar que no les importaba ocultar eso ¿Veis esa marca en la hoja, cerca de donde se supone que debería estar la guarda?

- Esto es... -. Sin duda, Raeric y Alleria reconocieron aquella marca, la habían visto a menudo desde que viajaron los dos por las tierras de Bargskan.

- Exacto -. Dijo al instante Jack -. Al menos ya sabéis quiénes son vuestros enemigos.

- ¿Por qué nos ayudas? -. Lejos de agradecer la información de aquel extraño, Raeric todavía se mantenía a la defensiva -. Dudo que sea únicamente porque seas buena persona.

- ¿Tan poca fe tienes en que hayan personas que se ofrezcan a ayudar por buena voluntad? -. Respondió Jack con otra pregunta. Durante un momento, Raeric fue a contestar inmediatamente, pero miró de reojo a Alleria durante unos instantes y cambió su respuesta, aunque con un tono forzado.

- No... Está bien, gracias por la información, Jack. Lo tendremos en cuenta -. Comentó con el mismo tono seco y distante.

- No se hacía donde vais ni cual es vuestro objetivo, pero si queréis seguir de una pieza, no os separéis el uno del otro, evitad los pueblos, ciudades, caminos... Ah, y cambiad vuestra apariencia -. Terminó aconsejando

- De nuevo, gracias -. Volvió a decir, esta vez sin mirarle porque ya se estaba yendo -. Vamos, Alleria.

- Gracias -. Dijo ella con sinceridad. De pronto, recordó algo -. Por cierto, aquello que... -. Pero se detuvo y se quedó callada.

- ¿Sí? -. Preguntó Jack esperando que continuase.

- Nada, olvídalo -. Y terminó yéndose junto con Raeric. Prefirió hacer caso a su amigo y no darle pistas a un desconocido de que conocía el Vitalis y que eso mismo era lo que él usó cuando se enfrentó a aquellos encapuchados.

- No descansaremos aquí -. Le dijo Raeric una vez se alejaron lo suficiente -. Si han vuelto a escapar, aunque sean dos de ellos, podrían volver de un momento a otro. Partiremos y dormiremos un rato por la mañana, intentaremos aguantar todo lo posible mientras viajamos.

- ¿Todavía crees que no es necesario avisarles de esto?

- Lo haremos, cuando estemos en Reouhnuo. Todavía no nos han respondido a la primera carta, estarán concentrados en sus propios problemas -. Pensó el bardo de Evolution antes de entrar a la posada para recoger las pertenencias de ambos de las habitaciones que tenían para aquella noche.


Para Raeric, una cosa era segura y otra un completo misterio. Lo que estaba claro es que se acabaron los caminos, los pueblos y ciudades, en eso sí que harían caso a ese tipo que se hacía llamar Jack. En lo que aún no estaba convencido era en la veracidad de la marca de aquella espada, pues incluso a pesar de su detección mágica una parte de él pensaba que podría haber sido alterada en algún momento entre que la cogiera y se la enseñara. Eso sí, igualmente, no se fiaría de nadie; Ambos tratarían de evitar el mayor número de conversaciones y encuentros con la gente de Vastos Libres ni de ningún otro condado de Bargskan, aunque eso supusiese que no podrían sacar posible información de los otros miembros de Evolution. Por ahora se asegurarían de llegar hasta la ciudad portuaria y tener asegurado el barco hacía Tydoras. Alleria no le comentó en ningún momento desde que volvieron a reanudar el viaje que lo que esos tipos querían eran raptarla a ella, prefirió no cargar con mayores preocupaciones a su compañero de viaje, que ya cargaba con suficiente peso haciéndose cargo de todo. A pesar de que de frente Raeric se mostraba como alguien duro y seguro, lo cierto es que por las noches cuando es a ella quien le toca dormir y al bardo hacer guardia, a veces la sacerdotisa se despierta y le escucha cantar en voz baja pequeñas baladas dedicadas principalmente a Raenia aunque también a sus demás compañeros, demostrando que los extrañaba a todos muchísimo.

Durante mucho tiempo, ambos pudieron evitar los problemas, aunque era mucho más duro aquel plan de viaje que ir de pueblo en pueblo, disfrutando de la calidez de una cama con mantas en lugar de dormir a la intemperie con el frío que hacía a mediados de noviembre. Sin embargo, los problemas volvieron a llegar y esta vez sin estar ocultos tras unos harapos oscuros, sino que lo hicieron directamente.

- ¿Esto es todo lo que puedes hacer, Raeric? -. Vociferó el grandullón ante un herido Raeric, que se tocó con el brazo robótico su mano malherida por el ataque que él mismo había llevado a cabo.

Casi dos semanas después se encontraban en plena batalla en un claro del bosque por donde estaban pasando. No se trataba de una emboscada por varios enemigos sino que era uno solo el que les enfrentaba, aunque este vino con varios ayudantes que se quedaron viendo en la linde del bosque. Aquellos ayudantes eran gemelos que vestían el mismo traje de rayas. Pero Alleria no tuvo mucho tiempo para fijarse en ellos debido al gran problema que tenían delante. Un enorme hombre, con una gran armadura de gruesas placas y varias capas de mallas en las articulaciones les cortaba el paso y les enfrentó. El tipo debía medir casi cuatro metros, sus brazos eran como troncos y la armadura que llevaba estaba adornada para parecer el duro caparazón de la piel de un dragón plateado, teniendo incluso un yelmo en forma de cabeza dragón cuyo rostro se hacía visible entre ambas fauces. Un rostro que casi no era humano, un rostro escamoso, amarillento y cuyos ojos reflejaban la mirada de un reptil, con pupilas alargadas y finas en lugar de circulares. En su espalda portaba un mandoble que era el más grande que Alleria había visto nunca, y el arma estaba junto a un escudo que bien podía pasar por una pequeña barca metálica. Pero aquel tipo no necesitó desenfundar sus armas, sino que se bastaba de sus manos para detener todas las acometidas que llevaban a cabo Alleria y Raeric por defenderse. En un intento desesperado, el bardo concentró su Poder del Eterno mientras Alleria creaba una distracción en él. Pero el puñetazo cargado de poder de Raeric, a pesar de impactar de lleno en su cara, provocando un gran estallido, no le hizo absolutamente nada y para horror del bardo, se dolía de su mano, como si hubiese golpeado un duro muro.

- Entonces ¿Esto es todo lo que puedes hacer? -. Volvió a preguntar, con una voz fuerte y profunda.

- Espera... -. Raeric bajó la mirada, esta vez hacía el pecho de la armadura. En ella vio el mismo símbolo que Jack les enseñó -. Entonces es cierto...

- Esperaba más de Evolution... Qué decepción... -. Se burló este quitándose el polvo que había generado la explosión de Raeric de las hombreras de su armadura.



- ¿Cómo nos ha encontrado, en mitad de este bosque? -. Preguntó en voz baja Alleria, aterrada ante la presencia de aquel semi monstruo.

- Eso no importa ahora... Necesitamos algo más fuerte si queremos hacerle algo... Y luego huir -. Raeric jadeaba debido al esfuerzo, era el que más había llevado su cuerpo al límite durante el encuentro.

- No se si puede haber algo más poderoso que tu poder del.... -. De pronto, Alleria se dio cuenta. Miró su arma y pensó en el poder que podía llegar a desatar. Con las condiciones que podía llegar a cumplir quizás no fuese suficiente para derribar por completo a alguien así pero sí frenarle lo suficiente como para poder escapar.

- ¿¡Qué estáis comentando!? -. Se quejó él -. ¿¡Puedo atacar ya!? ¿¡Me toca!?

- Bien, hagamoslo -. Aceptó Raeric tras escuchar el plan de Alleria.

El bardo se colocó al frente, dando la cara directamente a aquel semi gigante, mientras que Alleria se quedaba en retaguardia preparada con su espada. El enemigo fue a decir algo pero Raeric no le dejó hablar sino que cargó directamente hacía él.

- ¡Te lo dedico, Raenia! -. Raeric corrió hacía él y en los últimos metros sacó una bomba de humo de su mochila, que tiró a los pies de su enemigo.

El humo sirvió para cortarle su visión y que este pudiese aprovechar para tomar la ventaja. Cuando el tipo salió del humo, se encontró con más de una decena de ilusiones con la apariencia de Raeric. Aquel grandullón aunque poderoso, se movía bastante torpe así que apenas podía reaccionar para acertar donde se encontraba el verdadero Raeric, mientras que este se aprovechaba de la confusión de las ilusiones para enfocar su ofensiva a base de debilitaciones mediante diversos conjuros. Pudo acertar con éxito varios sortilegios con los que lastró el movimiento y la defensa de su enemigo, y cada vez que veía que iba a ser golpeado por esos enormes brazos se intercambiaba por uno de sus clones para seguir teniendo la ventaja. Por ello, para aquel tipo que no lograba ver la estrategia de Raeric, tan solo pensaba que estaba fallando continuamente en atrapar al auténtico y por la rabia acumulada empezó a soltar gritos profundos de frustración que resonaron en todo el bosque. Un golpe horizontal con su brazo disipó unos cuantos clones a la vez pero aún quedaban más y lo más importante, Raeric lo había debilitado lo suficiente para aplicar su Patada Eterna. El grandullón pudo ver como todos los clones concentraban su energía del poder del eterno en su pierna derecha, no sabía qué hacer; Los conjuros le estaban lastrando demasiado.

- ¡Aquí se acaba todo! -. Gritó Raeric cuya voz resonó desde todos sus clones también.

- ¡AAAARGGHH ESTOY HARTO! ¡SE ACABÓ! -. Girándose, el grandullón inició una carga pero no hacía ninguno de los clones de Raeric -. ¡Se acabaron las distracciones, hora de ver por encima de vuestra trampa!

Alleria, la cual estaba concentrando energía sagrada en su espada, se quedó totalmente descolocada. Con una poderosa carga, el grandullón embistió con gran fuerza a la sacerdotisa de la Luz y el empujón provocó que destrozase varios árboles de la linde del bosque. Pero antes de que pudiese incorporarse del todo, recibió una explosión de cara que le dejó tambaleándose.

- Me temo que eso también era un clon, y uno muy volátil por cierto -. Sonrió Raeric, que ya había terminado de concentrar del todo su poder del eterno -. Llegó la hora...

El bardo ya había visto antes como su ataque no había herido en absoluto a aquel tipo, ni siquiera había provocado un rasguño en gruesa armadura de placas. Pero ahora había concentrado su poder durante más tiempo que antes, lo había desestabilizado con una explosión y estaba a la espera de que entre el ataque combinado de Alleria y él pudiesen derribarle por completo. Su rival aún seguía tambaleándose de un lado a otro, de manera irregular, tan solo colocando las piernas para evitar perder el equilibrio, aquel era el momento perfecto. Raeric cargó con todo y propinó una patada con su pierna incandescente en el pecho de la armadura. Esta vez sí... Aunque costó, la armadura cedió, se agrietó y se destrozó en varias partes en el punto de impacto de la patada. Pero era tan gruesa que para cuando fue atravesada la patada de Raeric ya había perdido toda la potencia, su enemigo aprovechó eso para disponerse a contraatacar con total furia, alzando ambos brazos para destrozar a un Raeric desequilibrado.

- ¡Ahora! -. Indicó Raeric mientras se dolía por el esfuerzo.

De la nada surgió la auténtica Alleria, quien había permanecido invisible en todo momento gracias al sortilegio de Raeric. Había concentrado tanta energía en su espada que para cuando desató su poder una onda de viento sacudió con fuerza los árboles de la linde del claro. El grandullón intentó atraparla entre sus manos pero Raeric hizo de tope bloqueando ambas manos con sus piernas, dejando que pasase entre ellas la sacerdotisa de la Luz, quien clavó la espada en el pecho descubierto de aquel tipo y luego liberó todo el poder del arma en un haz que le hizo volar por los aires, arrasando con cientos de metros de árboles, generando un surco tan amplio que podía verse el horizonte al fondo justo antes de que un brillo precediera la explosión final del impacto, generando una gran cantidad de humo y polvo.

- Ufff, ha estado bien -. Suspiró Raeric, quien se había sacrificado más para llevar a cabo el plan de ataque de los dos amigos. Se levantó y colocó su mano para que Alleria chocase.

- ¡Buen trabajo en equipo! -. Le contestó ella y le devolvió el gesto chocando con energía a pesar de la tensión acumulada -. ¿Y esos dos?

Los tipos gemelos, que seguían en la linde del bosque estaban tomando nota en unas libretas que habían sacado. Ambos susurraban entre ellos sobre las anotaciones que estaban llevando a cabo, Alleria se arrepintió de no tener un sentido del oído tan fino como el de Raenia para enterarse de lo que estaban cuchicheando, pero no tenían tiempo que perder, seguramente con aquel ataque combinado no habían acabado con el tipo semi gigante, pero tenían tiempo para irse.

- Vayámonos, rápido -. Aconsejó ella.


- Le dijimos que no debía usar ningún poder, señor Verithyor -. Dijo uno de los gemelos alzando la mirada de su libreta.

- Ni siquiera activar voluntariamente su Voluntad de... -. Fue a continuar el otro.

- ¡Callaos ya, joder!

Raeric y Alleria sintieron una sombra justo donde estaban porque justo detrás de ellos había aparecido de la nada una figura enorme que les tapaba la luz. Seguía con la armadura destrozada, pero en el lugar donde Alleria había clavado su espada había tan solo una pequeña herida de la que salía un fino hilo de sangre.

- No pued... -. Fue a decir Alleria pero recibió un manotazo que la derribó y la hizo volar como si hubiese sido impactada con una roca a toda velocidad, hasta que cayó con una mala postura al suelo.

Raeric se quedó mirando a su compañera y debido a su preocupación cometió el gran error de distraerse las suficientes décimas de segundos como para ser atrapado rápidamente por la mano de Verithyor. Su mano era tan grande que solo con ella podía sostener todo el cuerpo del bardo, y con los dedos índice y pulgar apretaba su cuello sin cesar. La cara de Raeric empezó a enrojecerse mientras hacía gestos con la boca en búsqueda de aire. Pero incluso en aquella difícil situación, Raeric se llegó a preguntar como le había atrapado tan rápido cuanto antes se movía de manera tan torpe.

- Fue el entrenamiento que usted mismo estaba buscando, señor Verithyor -. Siguió hablando uno de los gemelos con total normalidad, como si estuviese acostumbrado a ver aquel tipo de espectáculo.

- ¡He dicho que te calles, Skairoz! -. Verithyor se llevó la mano libre a la herida y se la sacudió como si le molestase más como una mancha que como un corte -. Ya se lo que dije, pero esto de luchar sin poderes ni mi equipo mágico convencional es una mierda.

Sin poderes... Ni objetos mágicos... ¿Y es tan fuerte? -. Pensó aterrada Alleria mientras intentaba incorporarse.

- Sabes que vas a ser regañado si desobedeces sus ordenes, señor.

- ¡Pues entonces más vale que cerréis la boca u os la tendré que cerrar! -. Amenazó Verithyor y volcó de nuevo su atención en Raeric y Alleria -. A ver, voy a devolverle el dolor que he sentido -. Dijo, soltando a Raeric, quien se retorció en el suelo tosiendo y veía impotente como aquel enorme tipo se acercaba a Alleria.

Alleria sorprendió a Verithyor, pues había estado curando sus heridas mientras se hacía la moribunda, todo para tener una oportunidad real para contraatacar y huir con Raeric. Pero el ataque que llevó a cabo con la escuela de Potenciador de la Luz, chocó en la cara de Verithyor disipándose de inmediato.

- ¡Te mueves demasiado, Alleria! -. Le dijo él, agarrando a Alleria de la misma forma que había hecho antes con Raeric.

- Le recordamos que hemos venido a por la señorita Karzkart, señor Verithyor...

- Bastante se ha extralimitado ya golpeándola como ha hecho...

- ¡Bah! -. Soltó Verithyor enfadado por no poder divertirse -. ¡Esta bien, nos la llevamos!

- ¿Qué... estáis haciendo...? -. En la espalda de Verithyor, Raeric se había levantado y vociferó pero lo hizo con una voz aguda debido a la asfixia prolongada que había estado soportando. El bardo acababa de descubrir que el objetivo de aquellos tipos era el de su amiga, que se la iban a llevar y que no podía hacer nada al respecto.

Alleria creó su cúpula de Luz alrededor suya para librarse del control de su apresador, pero la barrera fue destruida por Verithyor con tan solo poner la otra mano encima de ella. Con un golpe seco en su cuello la dejó inconsciente y se la pasó a los dos gemelos lanzándola por los aires y estos se aseguraron de cogerla con cuidado cuando lanzaron un hechizo de caída lenta para ralentizar su cuerpo en el aire.

- ¡Eh, Skairoz! -. Exclamó Verithyor a los gemelos pero fijándose ahora en un moribundo Raeric -. Raeric Maeger no nos sirve de nada ¿Verdad?

- No, señor, las ordenes eran tan solo llevarnos a la señorita Karzkart -. Respondieron los dos a la vez.

- Bien -. Verithyor crujió sus puños mientras se relamía con gusto -. Entonces tú te llevarás el golpe que le debía a ella.

- ¿Acaso... No me has... Escuchado?

Raeric se preparó para luchar, aunque sabía que no estaba en las mejores condiciones. Al intentar ponerse en guardia, se dio cuenta de que su brazo robótico no le respondía tan bien, seguramente debido a la fuerza de la presa que había recibido. Solo le quedaba una opción, con la única mano que le quedaba libre empezó a concentrar al mismo tiempo el Vitalis y su poder del Eterno. Ya sabía lo que ocurriría si lo hacía e incluso ahora las consecuencias podrían ser peores a las del Templo del Dragón debido al estado físico en el que se encontraba, pero no iba a dejar que se llevasen a Alleria bajo ningún concepto.

- ¡Te he... Preguntado... Que por qué... ¿¡POR QUÉ COÑO OS LA LLEVÁIS!? -. La intensidad del brillo de su brazo opacó a la luz del sol.

- Uoh -. Se sorprendió levemente Verithyor. Carraspeó y dijo con voz calmada -. Eh, Skairoz... Ya os lo he dicho, ni una palabra de esto...

Lo siguiente que Raeric vio fue como la silueta de aquel tipo cambió. Su figura cambiaba, removiéndose, creciendo y luego decreciendo nuevamente, como si en su cuerpo hubiese algo que se retorcía y luchaba por salir. Pero no pudo ver nada más, todo se volvió oscuro.


¿Había muerto? ¿Quedado inconsciente?

No.

Pero entonces ¿Por qué a cada segundo que pasaba sentía un profundo dolor?

Y los segundos se hicieron minutos, y los minutos, horas.

¿Cuánto tiempo había pasado ya?

Algo húmedo le despertó.

Una gota de agua había caído sobre su cara.

Otra más, y otras tantas después.

Despertó.

Lo primero que vio fue el cielo nublado, ennegrecido, llovía con fuerza. Miró a su alrededor aunque tan solo girar su cabeza ya le suponía un esfuerzo titánico, estaba en un paisaje totalmente distinto al que recordaba. No había árboles, ni hierba verde, sino montes rocosos.

- Alleria... -. Susurró y solo con eso ya tosió una cantidad enorme de sangre -. Maldita sea...

No podía hacer nada más, ni siquiera sentía el resto de su cuerpo. Fue en ese momento cuándo se dio cuenta de lo inútil que había sido siempre... Mejor dicho, se volvió a dar cuenta. Para una cosa que se le encomienda y ni siquiera puede hacerlo bien, ni siquiera eso. El como estaba ahora era una representación de lo que siempre había sido, alguien que a la hora de la verdad no podía resolver la situación.

- Quién soy yo... Para decidir quién entra o no en Evolution -. Soltó débilmente, notando la sangre deslizarse por sus labios.

Aquellas palabras iban dirigidas a Jhin. Raeric había dicho que no servía para Evolution, no quería volver a lamentarse de otra perdida más en el grupo, de ver a alguien morir ante sus ojos... Pero se equivocaba. Él no era el más indicado para decidir nada, tan solo le dijo a aquel chaval que no como pretexto del dolor sentimental que arrastraba desde la guerra. Muchos muertes presenció a su alrededor y él sintió como todavía seguía vivo por pura suerte o gracias a sus compañeros, que si fuese por él solo ya había caído largo tiempo atrás.

- Eso es...

Se dio cuenta del verdadero valor de Evolution... Mejor dicho, se volvió a dar cuenta. El valor de tener a alguien que te apoye, el valor de ser un grupo unido donde se palía la debilidad de cada uno con la fortaleza del otro, creando así una cadena irrompible. Aquello era Evolution. Se dio cuenta de que había sido un estúpido al negar la entrada a nadie más cuando tenía que hacer justo lo contrario. Evolution fue quebrado en la guerra pero debía volver más fuerte que nunca, renovados contra los Protectores en el golpe final.

Entonces... todavía podía hacer una cosa. Aquel día Alleria Karzkart fue raptada pero la cadena no perdería uno de sus eslabones así como así. Y si Raeric Maeger no era suficiente, entonces debía asegurarse de que la repercusión sobre aquellos idiotas que se la habían llevado fuese más dura que nunca, avisando a sus compañeros, a Evolution. Ya habría tiempo para lamentarse de su propia debilidad en un futuro.

Haciendo acopio de las pocas fuerzas que tenía, conjuró un animal mensajero. Cuando palpó por el resto de su cuerpo buscando sus pertenencias se dio cuenta de que no le quedaba mucho tiempo más, pues también palpó las heridas y el por qué no sentía la mayor parte de su cuerpo. Mareado y a punto de perder la conciencia, cogió a duras pena la pluma y con la mano, temblequeando sin cesar, trató de escribir.

"Alleria ha sido raptada, venid cuanto antes. Estoy en las últim..."

Pero la mano dejó de temblar, cayó al suelo y soltó la pluma, quedándose totalmente inmóvil. El animal sostuvo el mensaje con su pico y echó a volar, alejándose de aquella zona y con una ruta marcada. Evolution iba a ser alertado de lo que había ocurrido en aquellas tierras y el peso de la justicia que ejecutarían arrasarían a Verithyor, los gemelos, los encapuchados o quienes más quieran interponerse entre ellos y Alleria.

Pero quizás, ya no habría una próxima vez en la que Raeric Maeger se lamentase de su debilidad. Sin poder mover un músculo, ni siquiera para abrir los ojos, escuchó el aleteo del animal que había invocado hasta que el sonido de sus alas se diluyó en el de la lluvia y las olas de viento que mecían aquel paisaje rocoso.

¿Sería esta vez la definitiva? No había nadie quien pudiese agarrar su brazo esta vez, al contrario que en la azotea del edificio de Ganston Fertl.

Os lo dejo a vosotros, haced lo que siempre hacéis, amigos.


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Cuando Raeric ya era incapaz de escuchar o sentir nada, unos pasos empezaron a escucharse en las inmediaciones.

- Juraría que cayó por aquí.

- ¿Estás seguro?

- Sí sí, voló por los aires y cayó por ahí.

- ¡Eh, venid, lo he encontrado!

- ¿Está muerto?

- Compruébalo.

- ¡Aún tiene pulso, rápido!

- Espera... Este acaso no es...

- No puede ser... Murió hace seis años... ¡Id a avisadle, yo detendré la hemorragia!

- ¡Rápido, tú, tráeme la otra mitad de su cuerpo!

- ¡Ayudadme con sortilegios de regeneración!

- Eeeeh, ya lo he avisadoooo, aquí vieneeee,..

- ¿Qué está pasando? ¿Qué ocurr... Espera... ¿Raeric? ¡RAERIC! ¿¡ERES TÚ!?

- ¡Ya habrá tiempo para reconciliaciones, ahora apártate y deja que lo curemos!

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