28 nov 2017

El nuevo legado


- Ofuf, la verdad es que es como cuentan pero al revés. Mucha celebración y tal cuando ganas pero esto no es un hobby, es puro trabajo y estrés. Demasiadas horas con esfuerzos, sacrificio y siempre dejándoselo todo. Muchos no lo ven pero... Bah, siempre puedo ponerme estupendo y contar al mundo que esto es perfecto y todo es diversión. El oro, la admiración, la fama... Si crees que todo eso cae del cielo y es lo que buscas buena suerte, chaval. ¿Por qué te crees que tan solo unos pocos tocan la gloria y menos aún aguantan? Nosotros somos de los elegidos entre los elegidos. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaiiiihh...

Un enorme bostezo y la necesidad de estirarse le interrumpió. Akshael se encontraba tumbado sobre un tronco desplomado en el suelo mientras mantenía la cabeza acomodada sobre su capa, la que siempre le acompañaba totalmente azul con adornos en los laterales dorados de la simbología de Thor. La armadura que llevaba no era la suya, esta vez vestía una coraza adornada con la simbología de Aldmet, bastante simple, que le dejaba los brazos al descubierto, pues además también llevaba una camiseta por debajo de la coraza sin mangas. Aún tenía que acostumbrarse a sus brazos de nuevo, pese a que llevaba ya algunas semanas con ellos. Como protección no se podía considerar nada más, pues además de unos pantalones y las botas, no vestía nada más. Ni rastro de los objetos mágicos que solía llevar, tan solo los martillos, que descansaban en el suelo, apoyados en el tronco, a la altura de sus pies y su mochila con algunos objetos mundanos.

Más generalmente se encontraba entre la linde de un bosque y un ancho riachuelo que demostraba una extraordinaria pureza. Algunos pececillos nadaban entre sus aguas y se podían distinguir sin ningún problema. Además de la conversación que estaba teniendo, lo que más importaba a Akshael en ese momento era el sol, pues no hacía mucho que había amanecido y ahora estaba dándole de lleno en la cara. Su mano era la que servía de defensa en ese momento.

Además de los sonidos que procedían del interior del bosque y el que profería el agua fluyendo, también estaba el que estaba generando el chico al que hablaba Akshael. Unas piedras chocaban contra el agua en un intento de rebotar y asustar a los peces. Jhin prestaba atención a lo que le decía su maestro pero además intentaba superar el récord de rebotes que él mismo se había impuesto: tres.

- Siempre hay que luchar a tope -. Continuó Akshael -. No puedes tenerle miedo al éxito, porque nadie habla de los perdedores. Mira como Maief destrozó mi récord de combate más rápido y ya nadie recuerda que yo antes estaba ahí.

- ¡CUATRO! -. Gritó Jhin tras superarse con los rebotes y Akshael levantó levemente la cabeza para mirarle -. Oh, perdón por interrumpirte, maestro. ¿Sabes qué es lo que más admiro de ti? Yo siempre quiero ser como tú y ser tu aprendiz porque aún no entiendo como lo haces para no tenerle miedo a nada. O sea, pareces temerario y tal, en el buen sentido, claro -. Añadió Jhin rápidamente cuando vio que el paladín torcía el gesto -. Pero al final hemos hecho sangrar a Trenlerpollas y tal, y como tenías razón al no parar de luchar se ha demostrado que es valor, ¿no? ¿Es esa la diferencia?

Akshael aún tenía que asimilar que Jhin tenía demasiados pocos años y que su madurez aún esperaría un par de años más si no más y eso le hizo sonreír.

- Yo jamás he sido temerario, nada es imposible y ya está. Hemos derrotado a los Protectores, a los más tochos del puto mundo y ahora todos nos señalaran a nosotros, ya llegarán otros mejores que nosotros y ya está, es la pura evolución, por eso nos llamamos así.

Akshael se incorporó para sentarse.

- Y por el miedo... Bueno, yo siempre tengo miedo, ese es mi truco. Miedo a no conseguirlo, miedo a no dar la talla o miedo por los míos. Pero también se que los demás comparten ese sentimiento cuando las cosas se ponen chungas, así que intento ser como... como un faro para su esperanza. Si yo me muestro firme, y con el martillo y el escudo en alto, tan solo tendrán que ponerse detrás de mí y destrozar a nuestros rivales con sus poderes tan chulos. Mi función en Evolution casi siempre ha sido esa y nos ha ido bien.

- ¿Y por qué lo haces, tanto importa el ganar? A mí me gustaría ser siempre el que destroza.

Jhin dejó las piedras y se sentó junto a él.

- ¿Ganar? Las victorias y las derrotas duran muy poco, tan solo hasta el siguiente combate. Lo más importante es uno mismo. Una de mis mayores victorias es poder estar tranquilo aquí contigo hablando sin más, enseñándote lo que es la vida.

- Bueno, ya casi no tienes que enseñarme nada de eso, ¿eh? Tú enséñame a ganar el Royal Rumble y ya disfrutaré yo la victoria hasta el siguiente...

De entre los árboles del bosque surgió un águila que voló hacia ellos y se posó en el brazo de Akshael.

- Parece ser que ya vienen -. Dijo Akshael tras fijarse en el bosque y levantarse. - Los exploradores de la Casa Brell tenían razón, vienen aquí a reponer su agua y a pescar, espero que sean también inteligente como nos dijeron... Muchas gracias Rosha, Rochacks, Ro... Rohan, Roshu... ¡GRACIAS, MONTURA DE JANNA BONITA!

El águila volvió a emprender el vuelo por encima de la copa de los árboles pero sin alejarse demasiado en ningún momento de los dos, dos que comenzaron a prepararse para el encuentro. Akshael agarró sus dos martillos y Jhin se preparó firme, como si en un protocolo se basase.

Un gran grupo, tan numeroso que muchos de sus miembros aún se perdían en el fondo del bosque comenzó a surgir de entre los árboles, andando sin ninguna preocupación, generando ruido por las conversaciones que estaban teniendo. El aspecto de estos seres era como una mezcla de rata y humano. En el humano se parecían en el tipo en general pese a no llegar a medir ni un metro y medio cada uno pero los rasgos peludos por toda la cara y con esos bigotillos saliendo de varias partes de su boca, además de unos tremendos dientes que sobresalían hacían recordar a esas alimañas. Además, iban vestidos con una especie de pañal-taparrabos bastante rudimentario y de cuestionable calidad artesanal, pues más de uno iba enseñando sus partes más íntimas mientras intentaba remendarlo. Además iban armados con armas de diferentes tipos, generalmente hechas de piedra o de huesos.

Uno, el que iba primero pero que no llevaba nada que lo identificase como líder a ojos de los dos miembros de Evolution, se paró totalmente en cuanto se fijó en ellos dos. Las miradas se encontraron y entonces el minihumano-rata se lanzó al suelo en busca de una piedra, que rápidamente lanzó directa a la cara de Akshael.

Este, que hasta entonces intentaba mostrarse imponente hinchando su pecho y a la espera de alguna reacción de esas criaturas recibió el golpe con un sonoro:

- ¡AHHHHHHHHHHH, HIJO DE LA GRANDISIMA PUTAAAAA!

El impacto fue a parar directamente a la nariz y esta comenzó a sangrar, e hizo que Akshael se encogiese un poco, lo que provocó que esas criaturas comenzasen a reír y lo celebrasen. Jhin intentó atender a su maestro, dispuesto a cargar, pero Akshael se recompuso, curó su leve herida con una imposición de manos y recuperó la postura.

- Puto Bosque de los putos Inquietos y su puta madre... -. Susurró antes de comenzar a hablar en voz alta -. ¡Queridos hombrecillos del bosque, soy Akshael Oinotna, de fuera del bosque. Soy uno de los miembros más poderosos de este mundo, pero vengo en son de paz y a traeros una propuesta de alianza.

La expectación creció entre esos hombrecillos que comenzaron a murmurar y el mismo que había lanzado la piedra, se levantó y se acerco con muy mala cara a Akshael y comenzó a hablar con una voz aguda y estridente.

- AAAAAAAAAAAAAAAAA -. Gritó así sin más -. ¿Qué tienes tú que ofrecernos a nosotros?

- Bueno, he venido a traeros la evolución, el progreso. Soy el legítimo dueño de estas tierras pero no olvidaré ni castigaré a las criaturas que han vivido aquí siempre y seguirán viviendo. Se que sois inteligentes pero os faltan recursos, yo he venido a ofreceros los recursos de fuera del bosque a cambio de un pacto. Yo necesito construir cosas, un hogar para la gente del futuro y un hogar para mi familia. Mi trato es sencillo, ayudadme a moverme entre el bosque y a construir mis proyectos y también os construiré a vosotros casas como las que usamos los humanos de fuera del bosque.


- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, coméroslo, comeros hasta sus huesoooOOOOOOOOOOOOOSSSSSSSS...

Tras esa orden del portavoz del grupo, los cientos de minihombres-rata comenzaron a correr persiguiendo a Akshael y a Jhin, que habían salido a correr en cuanto se vieron en peligro.

- ¡Sigamos al águila, él nos llevará hasta donde están mis hombres!

Ambos corrieron pero en ciertas ocasiones obligados a tirar de alguna defensa. Los minihombres-rata salían volando al ser impactados por alguno de los martillos de Akshael o eran distraídos por clones que creaba Jhin. Tras dejar de seguir la linde del bosque se vieron obligados a entrar en él para seguir los pasos de Roshnak.

- Maldita sea, ¿por qué creía que esto saldría bien? Putos mongolos -. Se quejó Akshael mientras miraba de reojo a las criaturas que les perseguían.

El camino comenzó a convertirse en difícil de atravesar y además, el bosque iba espesando cada vez más, lo que hacía aún más difícil seguir el camino a seguir pues el águila volaba por encima de los árboles. Jhin, que era mucho más ágil que su maestro se subió a uno de los árboles para buscar comprobar que iban por buen camino y gritó:

- Por la derecha, veo a Roshnak descender, quizá ya estén allí.

De repente, Jhin se vio sorprendido por uno de los monstruitos y comenzó a escapar saltando de copa en copa, lo que hizo que desapareciese de la vista de Akshael. “Ya te alcanzaré” fue lo último que escuchó gritar Akshael de su alumno.

“Muy bien” fue lo que pensó el paladín antes de intentar acelerar más aún el ritmo. Hasta que no hubo suelo. Akshael intentaba pensar en la persecución y ahora preocupado por Jhin que ni se fijó por donde iba y cayó por un pequeño acantilado, quizá de algo más de un par de metros. Tras el golpe y la caída, intentó recomponerse y curarse algunas heridas rápidamente y volvió a retomar la marcha, mientras veía como los monstruitos comenzaban a descender trepando. Ahora, con todo su equipamiento magullado y con demasiada suciedad siguió corriendo.

No tardó mucho en escuchar un sonido de fondo, allí se dirigía. En cuanto llegó a un claro dentro del bosque, vio el campamento que buscaba, el campamento en el que se encontraban sus hombres, los que habían decidido seguirle tras demostrar ser unos de los miembros de la deidad de Thor más valioso.

“¡Akshael!” soltaron algunos al verle, seguidos de preguntas por su estado o la resolución del encuentro por el que se había marchado.

- Preparaos, vienen ya... y por Thor, no matéis ninguno, no queremos una guerra, queremos la paz y...

De nuevo interrumpido por el estruendo que creaban esos minihombrecillos-rata, estos llegaron al campamento y se quedaron estupefactos cuando vieron esa cantidad de humanos, todos armados con armas contundentes y defendidos por imponentes armaduras.


- Muy bien amigos míos, -comenzó a decir Akshael a las criaturas del bosque- vuelvo a ofreceros el trato, ahora si queréis luchar tendréis que enfretaros a mi ejército, se acabó el huir, que os quede claro.

- ¿Ejercito? -. Preguntó uno de los minihombres-rata -. ¿Quién quiere un ejército teniendo un ¡KURK!?

“¡KURK! ¡KURK! ¡KURK!” comenzaron a vitorear esos monstruitos. De entre ellos y abriéndose paso sin ninguna consideración apareció una versión de esos seres pero mucho más grande, mucho más... gorda. Parecía como si literalmente lo hubiesen hinchado hasta alcanzar los casi 2 metros largos. Tanto, que incluso las paletas que le sobresalían apuntaban prácticamente una para cada lado. Más allá de su más que posible patética apariencia mostraba unos músculos extraordinarios e iba armado con mazas que parecían ser hechas con cabezas de elefante.

- Okey, ¿os da igual un ejército? No solo tenemos eso, ¡TENEMOS DOS EJÉRCITOS!¡UN EJÉRCITO DE HOMBRES ARMADOS Y UN EJÉRCITOS DE MUCHOS YO, UNO DE LOS SERES MÁS PODEROSOS DEL MUNDO! -Fue lo que contestó Akshael mientras señalaba a los árboles que rodeaban el claro.

No pasó nada.

- Eh... esperad un momento, quizá... temedme, ¿eh?

- MUERTEEEEEEEEEEEEEEEEEE -. Respondieron los minihombres-rata y el llamado KURK.

Los seguidores de Akshael cargaron y ellos comenzaron también su embestida, listos para luchar. Pero cuando estaba apunto de generarse el choque entre ambas fuerzas un “ALTO, AQUÍ ESTAMOS” lo paró todo. Los hombres de Akshael porque sabían el plan y los minihombres-rata por el susto. De entre la copa de los árboles surgieron cientos y cientos de “Akshaeles”, todos armados hasta los dientes con diferentes armas, todas copias de las armas de los miembros de Evolution y con la armadura completa que a Akshael le caracterizaba.

De nuevo un portavoz surgió de entre las filas de los minihombres-rata y se dirigió a Akshael.

- AAAAAAAAAAAAAA, EHM, OH. Nosotros no luchar, muy bien, no habrá lucha. Pero jamás aceptaremos las órdenes de los humanos, los humanos sois mentirosos y seguro que no cumpliréis vuestra parte del trato, NONONONO.

- Ese es vuestro error, no comprender todas las opciones posibles.


Akshael cayó de rodillas, como si se desplomase y haciendo como que perdía la vista y sin poder evitar una sonrisa terminó de caer rotundamente al suelo. Todos se quedaron mirándole hasta que surgió de su espalda una luz. Un ser comenzaba a tomar forma después de que esa luz perdiese intensidad. Ante todos apareció Janna, que se dirigió a los minihombres-rata. Y habló, con una dulce voz y una sonrisa:

- Queridos seres del bosque, esta es mi verdadera forma y esto que uso -señalando a Akshael que seguía en el suelo.- no es más que una armadura que yo uso para defenderme. He evolucionado hasta conseguir dos ejércitos y una protección así, yo os puedo mostrar el camino hacia el progreso si me hacéis caso, si sois fieles, siempre seréis recompensados y jamás un humano volverá a traicionar un trato con vosotros.

Todos los minihombres-rata se quedaron fascinados e incluso el Kurk se inclinó para mostrar respeto. El plan había salido a la perfección gracias al papel de todos y a la información de la gente de Aldmet.

Horas más tarde, el grupo salía del bosque cabalgando, rumbo a Tilos. Los soldados de Thor se quedarían descansando cerca del bosque sin viajar a la capital, pues pronto Akshael volvería a pasar por allí para la boda de Luriel. Janna se quedaría con ellos para terminar de concretar a esos minihombres-rata todos los planes de futuro.

- Perfecto todo chicos, somos la bomba. The New Legacy asegurando un legado en el mundo cada vez mejor -celebraba Akshael.

- Jopé, qué bien que todos hayan reaccionado así, ahora me harán caso jiji. -dijo Janna.

- Exacto, como rey de Aldmet y tal y todos los títulos que puede ser que tenga ahora mismo, te nombro Protectora del Bosque de los Inquietos y señora absoluta de todas sus tierras, felicidades Jannita.

La pequeña hada recibió esto último como sorpresa y entre ella, Akshael y Jhin lo celebraron. Todo era felicidad, al menos de momento. Cuando el grupo llegó al pequeño campamento que les esperaba fuera, creado y cuidado por soldados de Aldmet que tenían la misión de proteger al futuro rey, empezó la tormenta para Akshael. Una mujer, joven, rubia y bajita, con una cicatriz en su labio y un lunar cerca de la mejilla derecha; a pesar de todo, vestía con una ajustada armadura completa, con una espada enfundada. Se acercó a Akshael con desmesura y suma preocupación.  

- ¡Madre mía, señor Akshael! Mire como se ha puesto, mire como ha ensuciado su equipamiento real de aventura. -. La chica agarró de la mano a Akshael mientras este aún montaba a caballo y por poco no lo tira mientras le forzaba a bajarse. Sacó un trapo de uno de sus bolsillos y comenzó a lavarle la cara, que estaba de pena por culpa de la caída en plena persecución y el sudor.

- Adelaida, por favor.. .adelaifpfpff -. Intentaba decir Akshael mientras mostraba un mínimo de oposición.

- Lo siento señor Akshael, la Reina Alanne me ha dado órdenes muy concretas sobre salvaguardar su aspecto y el protocolo que ha de seguir para mantener su imagen de héroe y de futuro rey de Aldmet en perfecto estado. Yo solo estoy para ayudar, mi señor.

Con una cara de resignación y dejando de hacer fuerzas para resistirse Akshael vio como Jhin y Janna se reían a carcajadas y, con disimulo, los soldados y miembros de las fuerzas de Thor. “Héroe” resonaba en la mente de Akshael mientras aquella mujer le limpiaba y reajustaba el equipamiento.

- En fin, ahora que presenta un aspecto más señorial, de su típico discurso de líder y ordene la vuelta a la capital, su coronación está cerca.

Tras despedirse de todos y de que los soldados de Aldmet desmontasen el campamento y estuviesen listos, Jhin, Akshael y Janna montaron juntos, pues el hada acompañaría a estos en la coronación de Akshael y la boda de Luriel, incluso dejaría su puesto en el Bosque de los Inquietos durante el Royal Rumble.

Estos lideraban la marcha de vuelta a Tilos junto a uno de los guerreros de Thor, Altoritas Gedos. Este había liderado a los demás en la batalla de Las Islas Verdes y se había la confianza cercana de Akshael, ahora y a partir de su coronación sería uno de sus guardias personales. Era alguien bastante bromista y bonachón, pero fiero en la batalla. Tal era el cambio que parecía que tuviese doble personalidad. Era más alto que Akshael, muy fuerte y siempre acompañado de sus dos espadas bastardas. Como protección tan solo llevaba un casco, que adornaban dos cuernos laterales. Del frío le protegía su espesa barba naranja, pues si de ropa dependiese, se helaría. Tan solo vestía una chaqueta de cuero, forrada, que dejaba a la vista su pecho y sus brazos. Además unos pantalones y unas botas, que tenían la misma pinta de estar forradas por dentro como la chaqueta. También llevaba en la cintura un gordo cinturón con una hebilla con el Mjornil como símbolo.


Tras casi tres semanas de viaje estaban de vuelta en Tilos, fueron recibidos de buena forma y con alegría por la ciudad y todos le saludaban con alegría. Akshael no estaba acostumbrado a eso y dudaba de que pudiese hacerlo. Lo más normal es que alguien se burlase y él hubiese saltado del caballo dispuesto a retar al que le insultase. Ahora no, además de que nadie mostraba ninguna falta de respeto, la presencia de Adelaida intimidaba a Akshael, pues además la respetaba porque le recordaba a McMuffin; y que sabía que si no Alanne le echaría la bronca, aquello sí que le obligaba a respetar a Adelaida y sus directrices para seguir el protocolo según el puesto que ahora ocupaba.

Ahora esta sería su casa, ahora se acababan las aventuras por ahí y comenzaba la responsabilidad como rey. Con tan solo veintiséis años ahora debía sentar la cabeza y, junto a Alanne, vivir cuidando a su familia y a su nuevo pueblo. El último placer que se daría de forma tocha sería el Royal Rumble, no se cortaría ni un pelo y a todo el mundo le quedaría claro por qué tan solo él era Akshael Oinotna.

Más allá de esos pensamientos, los días previos a su coronación fueron un tanto pesados para Akshael, preparación, práctica y a aprenderse los textos y demás que debería recitar, además de tener que interpretar una canción preparada por él mismo. En eso recibió ayuda y consejo de Jhin y Janna.

Cuando llegó el día definitivo estaba muy nervioso, como el momento de pedirle matrimonio a Alanne. No era por la formalidad que debía que pasar, si no porque a partir de ese momento su imagen quedaría ligada a la de Alanne totalmente, esta vez, como reyes de Aldmet. Estaría a la altura por ella, se acabaría el ser un canalla.


Ante él, las puertas a la sala del trono del castillo. Las dos últimas veces que había entrado en esa sala había entrado como una cosa y salido como otra totalmente diferente. La primera como soldado de Tydoras y defensor de la princesa Alanne y había salido como un fugitivo por besar a Alanne y supuestamente ofender a La Corona. La segunda, como supuesto diplomático dispuesto a negociar con Schwarz y salió como salvador de la ciudad.

Ahora veía toda la sala desde fuera adornada con los símbolos de la casa Barlis y alguna tímida insignia Oinotna que habían puesto en honor a Akshael. Dentro de la sala, al fondo junto a los tronos estaba Alanne, su reina. Totalmente preciosa y vestida con lo mejor que alguien podía llevar en la ciudad. A ambos lados, Jhin, Janna y Altoritas. Estos también mostraban un aspecto mucho más cuidado y delicado, con ropajes de noble. Adelaida estaba más al fondo, mirando a estos últimos como el que admira su propia obra.

Akshael también iba con ropas muy ajustadas y marcadas, con gran pomposidad y de gran calidad. Unas insignias se mostraban en su pecho a modo de medalla: Evolution, Thor, Aldmet y Tydoras.
Ahora entraría como Akshael Oinotna, alguien que siempre será, pero la próxima vez que saliese de esa sala también sería como rey de Aldmet.

1 comentario:

  1. ¿Quien diría que el enemigo definitivo del gran Akshael Oinotna lo crearía el mismo?. Mas intimidante que la Doncella Suprema. Buena esa, cruck.

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