- Ofuf, la verdad es que es como cuentan
pero al revés. Mucha celebración y tal cuando ganas pero esto no es
un hobby, es puro trabajo y estrés. Demasiadas horas con esfuerzos,
sacrificio y siempre dejándoselo todo. Muchos no lo ven pero... Bah,
siempre puedo ponerme estupendo y contar al mundo que esto es
perfecto y todo es diversión. El oro, la admiración, la fama... Si
crees que todo eso cae del cielo y es lo que buscas buena suerte,
chaval. ¿Por qué te crees que tan solo unos pocos tocan la gloria y
menos aún aguantan? Nosotros somos de los elegidos entre los
elegidos. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaiiiihh...
Un enorme bostezo y la necesidad de
estirarse le interrumpió. Akshael se encontraba tumbado sobre un
tronco desplomado en el suelo mientras mantenía la cabeza acomodada
sobre su capa, la que siempre le acompañaba totalmente azul con
adornos en los laterales dorados de la simbología de Thor. La
armadura que llevaba no era la suya, esta vez vestía una coraza
adornada con la simbología de Aldmet, bastante simple, que le dejaba
los brazos al descubierto, pues además también llevaba una camiseta
por debajo de la coraza sin mangas. Aún tenía que acostumbrarse a
sus brazos de nuevo, pese a que llevaba ya algunas semanas con ellos.
Como protección no se podía considerar nada más, pues además de
unos pantalones y las botas, no vestía nada más. Ni rastro de los
objetos mágicos que solía llevar, tan solo los martillos, que
descansaban en el suelo, apoyados en el tronco, a la altura de sus
pies y su mochila con algunos objetos mundanos.
Más generalmente se encontraba entre
la linde de un bosque y un ancho riachuelo que demostraba una
extraordinaria pureza. Algunos pececillos nadaban entre sus aguas y
se podían distinguir sin ningún problema. Además de la
conversación que estaba teniendo, lo que más importaba a Akshael en
ese momento era el sol, pues no hacía mucho que había amanecido y
ahora estaba dándole de lleno en la cara. Su mano era la que servía
de defensa en ese momento.
Además de los sonidos que procedían
del interior del bosque y el que profería el agua fluyendo, también
estaba el que estaba generando el chico al que hablaba Akshael. Unas
piedras chocaban contra el agua en un intento de rebotar y asustar a
los peces. Jhin prestaba atención a lo que le decía su maestro pero
además intentaba superar el récord de rebotes que él mismo se
había impuesto: tres.
- Siempre hay que luchar a tope -. Continuó Akshael -. No puedes tenerle miedo al éxito, porque nadie
habla de los perdedores. Mira como Maief destrozó mi récord de
combate más rápido y ya nadie recuerda que yo antes estaba ahí.
- ¡CUATRO! -. Gritó Jhin tras
superarse con los rebotes y Akshael levantó levemente la cabeza para
mirarle -. Oh, perdón por interrumpirte, maestro. ¿Sabes qué es
lo que más admiro de ti? Yo siempre quiero ser como tú y ser tu
aprendiz porque aún no entiendo como lo haces para no tenerle miedo
a nada. O sea, pareces temerario y tal, en el buen sentido, claro -. Añadió Jhin rápidamente cuando vio que el paladín torcía el
gesto -. Pero al final hemos hecho sangrar a Trenlerpollas y tal, y
como tenías razón al no parar de luchar se ha demostrado que es
valor, ¿no? ¿Es esa la diferencia?
Akshael aún tenía que asimilar que
Jhin tenía demasiados pocos años y que su madurez aún esperaría
un par de años más si no más y eso le hizo sonreír.
- Yo jamás he sido temerario, nada es
imposible y ya está. Hemos derrotado a los Protectores, a los más
tochos del puto mundo y ahora todos nos señalaran a nosotros, ya
llegarán otros mejores que nosotros y ya está, es la pura
evolución, por eso nos llamamos así.
Akshael se incorporó para sentarse.
- Y por el miedo... Bueno, yo siempre
tengo miedo, ese es mi truco. Miedo a no conseguirlo, miedo a no dar
la talla o miedo por los míos. Pero también se que los demás
comparten ese sentimiento cuando las cosas se ponen chungas, así que
intento ser como... como un faro para su esperanza. Si yo me muestro
firme, y con el martillo y el escudo en alto, tan solo tendrán que
ponerse detrás de mí y destrozar a nuestros rivales con sus poderes
tan chulos. Mi función en Evolution casi siempre ha sido esa y nos
ha ido bien.
- ¿Y por qué lo haces, tanto importa
el ganar? A mí me gustaría ser siempre el que destroza.
Jhin dejó las piedras y se sentó
junto a él.
- ¿Ganar? Las victorias y las derrotas
duran muy poco, tan solo hasta el siguiente combate. Lo más
importante es uno mismo. Una de mis mayores victorias es poder estar
tranquilo aquí contigo hablando sin más, enseñándote lo que es la
vida.
- Bueno, ya casi no tienes que enseñarme
nada de eso, ¿eh? Tú enséñame a ganar el Royal Rumble y ya
disfrutaré yo la victoria hasta el siguiente...
De entre los árboles del bosque surgió
un águila que voló hacia ellos y se posó en el brazo de Akshael.
- Parece ser que ya vienen -. Dijo Akshael tras fijarse en el bosque y levantarse. - Los exploradores de
la Casa Brell tenían razón, vienen aquí a reponer su agua y a
pescar, espero que sean también inteligente como nos dijeron...
Muchas gracias Rosha, Rochacks, Ro... Rohan, Roshu... ¡GRACIAS,
MONTURA DE JANNA BONITA!
El águila volvió a emprender el vuelo
por encima de la copa de los árboles pero sin alejarse demasiado en
ningún momento de los dos, dos que comenzaron a prepararse para el
encuentro. Akshael agarró sus dos martillos y Jhin se preparó
firme, como si en un protocolo se basase.
Un gran grupo, tan numeroso que muchos
de sus miembros aún se perdían en el fondo del bosque comenzó a
surgir de entre los árboles, andando sin ninguna preocupación,
generando ruido por las conversaciones que estaban teniendo. El
aspecto de estos seres era como una mezcla de rata y humano. En el
humano se parecían en el tipo en general pese a no llegar a medir ni
un metro y medio cada uno pero los rasgos peludos por toda la cara y
con esos bigotillos saliendo de varias partes de su boca, además de
unos tremendos dientes que sobresalían hacían recordar a esas
alimañas. Además, iban vestidos con una especie de pañal-taparrabos
bastante rudimentario y de cuestionable calidad artesanal, pues más
de uno iba enseñando sus partes más íntimas mientras intentaba
remendarlo. Además iban armados con armas de diferentes tipos,
generalmente hechas de piedra o de huesos.
Uno, el que iba primero pero que no
llevaba nada que lo identificase como líder a ojos de los dos
miembros de Evolution, se paró totalmente en cuanto se fijó en
ellos dos. Las miradas se encontraron y entonces el minihumano-rata
se lanzó al suelo en busca de una piedra, que rápidamente lanzó
directa a la cara de Akshael.
Este, que hasta entonces intentaba
mostrarse imponente hinchando su pecho y a la espera de alguna
reacción de esas criaturas recibió el golpe con un sonoro:
- ¡AHHHHHHHHHHH, HIJO DE LA GRANDISIMA
PUTAAAAA!
El impacto fue a parar directamente a
la nariz y esta comenzó a sangrar, e hizo que Akshael se encogiese
un poco, lo que provocó que esas criaturas comenzasen a reír y lo
celebrasen. Jhin intentó atender a su maestro, dispuesto a cargar,
pero Akshael se recompuso, curó su leve herida con una imposición
de manos y recuperó la postura.
- Puto Bosque de los putos Inquietos y
su puta madre... -. Susurró antes de comenzar a hablar en voz alta -. ¡Queridos hombrecillos del bosque, soy Akshael Oinotna, de fuera del
bosque. Soy uno de los miembros más poderosos de este mundo, pero
vengo en son de paz y a traeros una propuesta de alianza.
La expectación creció entre esos
hombrecillos que comenzaron a murmurar y el mismo que había lanzado
la piedra, se levantó y se acerco con muy mala cara a Akshael y
comenzó a hablar con una voz aguda y estridente.
- AAAAAAAAAAAAAAAAA -. Gritó así sin
más -. ¿Qué tienes tú que ofrecernos a nosotros?
- Bueno, he venido a traeros la
evolución, el progreso. Soy el legítimo dueño de estas tierras
pero no olvidaré ni castigaré a las criaturas que han vivido aquí
siempre y seguirán viviendo. Se que sois inteligentes pero os faltan
recursos, yo he venido a ofreceros los recursos de fuera del bosque a
cambio de un pacto. Yo necesito construir cosas, un hogar para la
gente del futuro y un hogar para mi familia. Mi trato es sencillo,
ayudadme a moverme entre el bosque y a construir mis proyectos y
también os construiré a vosotros casas como las que usamos los
humanos de fuera del bosque.
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, coméroslo,
comeros hasta sus huesoooOOOOOOOOOOOOOSSSSSSSS...
Tras esa orden del portavoz del grupo,
los cientos de minihombres-rata comenzaron a correr persiguiendo a
Akshael y a Jhin, que habían salido a correr en cuanto se vieron en
peligro.
- ¡Sigamos al águila, él nos llevará
hasta donde están mis hombres!
Ambos corrieron pero en ciertas
ocasiones obligados a tirar de alguna defensa. Los minihombres-rata
salían volando al ser impactados por alguno de los martillos de
Akshael o eran distraídos por clones que creaba Jhin. Tras dejar de
seguir la linde del bosque se vieron obligados a entrar en él para
seguir los pasos de Roshnak.
- Maldita sea, ¿por qué creía que
esto saldría bien? Putos mongolos -. Se quejó Akshael mientras miraba de
reojo a las criaturas que les perseguían.
El camino comenzó a convertirse en
difícil de atravesar y además, el bosque iba espesando cada vez
más, lo que hacía aún más difícil seguir el camino a seguir pues
el águila volaba por encima de los árboles. Jhin, que era mucho más
ágil que su maestro se subió a uno de los árboles para buscar
comprobar que iban por buen camino y gritó:
- Por la derecha, veo a Roshnak
descender, quizá ya estén allí.
De repente, Jhin se vio sorprendido por
uno de los monstruitos y comenzó a escapar saltando de copa en copa,
lo que hizo que desapareciese de la vista de Akshael. “Ya te
alcanzaré” fue lo último que escuchó gritar Akshael de su
alumno.
“Muy bien” fue lo que pensó el
paladín antes de intentar acelerar más aún el ritmo. Hasta que no
hubo suelo. Akshael intentaba pensar en la persecución y ahora
preocupado por Jhin que ni se fijó por donde iba y cayó por un
pequeño acantilado, quizá de algo más de un par de metros. Tras el
golpe y la caída, intentó recomponerse y curarse algunas heridas
rápidamente y volvió a retomar la marcha, mientras veía como los
monstruitos comenzaban a descender trepando. Ahora, con todo su
equipamiento magullado y con demasiada suciedad siguió corriendo.
No tardó mucho en escuchar un sonido
de fondo, allí se dirigía. En cuanto llegó a un claro dentro del
bosque, vio el campamento que buscaba, el campamento en el que se
encontraban sus hombres, los que habían decidido seguirle tras
demostrar ser unos de los miembros de la deidad de Thor más valioso.
“¡Akshael!” soltaron algunos al
verle, seguidos de preguntas por su estado o la resolución del
encuentro por el que se había marchado.
- Preparaos, vienen ya... y por Thor, no
matéis ninguno, no queremos una guerra, queremos la paz y...
De nuevo interrumpido por el estruendo
que creaban esos minihombrecillos-rata, estos llegaron al campamento
y se quedaron estupefactos cuando vieron esa cantidad de humanos,
todos armados con armas contundentes y defendidos por imponentes
armaduras.
- Muy bien amigos míos, -comenzó a
decir Akshael a las criaturas del bosque- vuelvo a ofreceros el
trato, ahora si queréis luchar tendréis que enfretaros a mi
ejército, se acabó el huir, que os quede claro.
- ¿Ejercito? -. Preguntó uno de los
minihombres-rata -. ¿Quién quiere un ejército teniendo un ¡KURK!?
“¡KURK! ¡KURK! ¡KURK!”
comenzaron a vitorear esos monstruitos. De entre ellos y abriéndose
paso sin ninguna consideración apareció una versión de esos seres
pero mucho más grande, mucho más... gorda. Parecía como si
literalmente lo hubiesen hinchado hasta alcanzar los casi 2 metros
largos. Tanto, que incluso las paletas que le sobresalían apuntaban
prácticamente una para cada lado. Más allá de su más que posible
patética apariencia mostraba unos músculos extraordinarios e iba
armado con mazas que parecían ser hechas con cabezas de elefante.
- Okey, ¿os da igual un ejército? No
solo tenemos eso, ¡TENEMOS DOS EJÉRCITOS!¡UN EJÉRCITO DE HOMBRES
ARMADOS Y UN EJÉRCITOS DE MUCHOS YO, UNO DE LOS SERES MÁS PODEROSOS
DEL MUNDO! -Fue lo que contestó Akshael mientras señalaba a los
árboles que rodeaban el claro.
No pasó nada.
- Eh... esperad un momento, quizá... temedme, ¿eh?
- MUERTEEEEEEEEEEEEEEEEEE -. Respondieron
los minihombres-rata y el llamado KURK.
Los seguidores de Akshael cargaron y
ellos comenzaron también su embestida, listos para luchar. Pero
cuando estaba apunto de generarse el choque entre ambas fuerzas un
“ALTO, AQUÍ ESTAMOS” lo paró todo. Los hombres de Akshael
porque sabían el plan y los minihombres-rata por el susto. De entre
la copa de los árboles surgieron cientos y cientos de “Akshaeles”,
todos armados hasta los dientes con diferentes armas, todas copias de
las armas de los miembros de Evolution y con la armadura completa que
a Akshael le caracterizaba.
De nuevo un portavoz surgió de entre
las filas de los minihombres-rata y se dirigió a Akshael.
- AAAAAAAAAAAAAA, EHM, OH. Nosotros no
luchar, muy bien, no habrá lucha. Pero jamás aceptaremos las
órdenes de los humanos, los humanos sois mentirosos y seguro que no
cumpliréis vuestra parte del trato, NONONONO.
- Ese es vuestro error, no comprender
todas las opciones posibles.
Akshael cayó de rodillas, como si se
desplomase y haciendo como que perdía la vista y sin poder evitar
una sonrisa terminó de caer rotundamente al suelo. Todos se quedaron
mirándole hasta que surgió de su espalda una luz. Un ser comenzaba
a tomar forma después de que esa luz perdiese intensidad. Ante todos
apareció Janna, que se dirigió a los minihombres-rata. Y habló,
con una dulce voz y una sonrisa:
- Queridos seres del bosque, esta es mi
verdadera forma y esto que uso -señalando a Akshael que seguía en
el suelo.- no es más que una armadura que yo uso para defenderme. He
evolucionado hasta conseguir dos ejércitos y una protección así,
yo os puedo mostrar el camino hacia el progreso si me hacéis caso,
si sois fieles, siempre seréis recompensados y jamás un humano
volverá a traicionar un trato con vosotros.
Todos los minihombres-rata se quedaron
fascinados e incluso el Kurk se inclinó para mostrar respeto. El
plan había salido a la perfección gracias al papel de todos y a la
información de la gente de Aldmet.
Horas más tarde, el grupo salía del
bosque cabalgando, rumbo a Tilos. Los soldados de Thor se quedarían
descansando cerca del bosque sin viajar a la capital, pues pronto
Akshael volvería a pasar por allí para la boda de Luriel. Janna se
quedaría con ellos para terminar de concretar a esos
minihombres-rata todos los planes de futuro.
- Perfecto todo chicos, somos la bomba.
The New Legacy asegurando un legado en el mundo cada vez mejor
-celebraba Akshael.
- Jopé, qué bien que todos hayan
reaccionado así, ahora me harán caso jiji. -dijo Janna.
- Exacto, como rey de Aldmet y tal y
todos los títulos que puede ser que tenga ahora mismo, te nombro
Protectora del Bosque de los Inquietos y señora absoluta de todas
sus tierras, felicidades Jannita.
La pequeña hada recibió esto último
como sorpresa y entre ella, Akshael y Jhin lo celebraron. Todo era
felicidad, al menos de momento. Cuando el grupo llegó al pequeño
campamento que les esperaba fuera, creado y cuidado por soldados de
Aldmet que tenían la misión de proteger al futuro rey, empezó la
tormenta para Akshael. Una mujer, joven, rubia y bajita, con una cicatriz en su labio y un lunar cerca de la mejilla derecha; a pesar de todo, vestía con una ajustada armadura completa, con una espada enfundada. Se acercó a Akshael con desmesura y suma preocupación.
- ¡Madre mía, señor Akshael! Mire como
se ha puesto, mire como ha ensuciado su equipamiento real de
aventura. -. La chica agarró de la mano a Akshael mientras este aún
montaba a caballo y por poco no lo tira mientras le forzaba a
bajarse. Sacó un trapo de uno de sus bolsillos y comenzó a lavarle
la cara, que estaba de pena por culpa de la caída en plena
persecución y el sudor.
- Adelaida, por favor.. .adelaifpfpff -. Intentaba decir Akshael mientras mostraba un mínimo de oposición.
- Lo siento señor Akshael, la Reina
Alanne me ha dado órdenes muy concretas sobre salvaguardar su
aspecto y el protocolo que ha de seguir para mantener su imagen de
héroe y de futuro rey de Aldmet en perfecto estado. Yo solo estoy
para ayudar, mi señor.
Con una cara de resignación y dejando
de hacer fuerzas para resistirse Akshael vio como Jhin y Janna se
reían a carcajadas y, con disimulo, los soldados y miembros de las
fuerzas de Thor. “Héroe” resonaba en la mente de Akshael
mientras aquella mujer le limpiaba y reajustaba el equipamiento.
- En fin, ahora que presenta un aspecto
más señorial, de su típico discurso de líder y ordene la vuelta a
la capital, su coronación está cerca.
Tras despedirse de todos y de que los
soldados de Aldmet desmontasen el campamento y estuviesen listos,
Jhin, Akshael y Janna montaron juntos, pues el hada acompañaría a
estos en la coronación de Akshael y la boda de Luriel, incluso
dejaría su puesto en el Bosque de los Inquietos durante el Royal
Rumble.
Estos lideraban la marcha de vuelta a
Tilos junto a uno de los guerreros de Thor, Altoritas Gedos. Este
había liderado a los demás en la batalla de Las Islas Verdes y se
había la confianza cercana de Akshael, ahora y a partir de su
coronación sería uno de sus guardias personales. Era alguien
bastante bromista y bonachón, pero fiero en la batalla. Tal era el
cambio que parecía que tuviese doble personalidad. Era más alto que
Akshael, muy fuerte y siempre acompañado de sus dos espadas
bastardas. Como protección tan solo llevaba un casco, que adornaban
dos cuernos laterales. Del frío le protegía su espesa barba
naranja, pues si de ropa dependiese, se helaría. Tan solo vestía
una chaqueta de cuero, forrada, que dejaba a la vista su pecho y sus
brazos. Además unos pantalones y unas botas, que tenían la misma
pinta de estar forradas por dentro como la chaqueta. También llevaba
en la cintura un gordo cinturón con una hebilla con el Mjornil como
símbolo.
Tras casi tres semanas de viaje estaban
de vuelta en Tilos, fueron recibidos de buena forma y con alegría
por la ciudad y todos le saludaban con alegría. Akshael no estaba
acostumbrado a eso y dudaba de que pudiese hacerlo. Lo más normal es
que alguien se burlase y él hubiese saltado del caballo dispuesto a
retar al que le insultase. Ahora no, además de que nadie mostraba
ninguna falta de respeto, la presencia de Adelaida intimidaba a
Akshael, pues además la respetaba porque le recordaba a McMuffin; y
que sabía que si no Alanne le echaría la bronca, aquello sí que le
obligaba a respetar a Adelaida y sus directrices para seguir el
protocolo según el puesto que ahora ocupaba.
Ahora esta sería su casa, ahora se
acababan las aventuras por ahí y comenzaba la responsabilidad como
rey. Con tan solo veintiséis años ahora debía sentar la cabeza y,
junto a Alanne, vivir cuidando a su familia y a su nuevo pueblo. El
último placer que se daría de forma tocha sería el Royal Rumble,
no se cortaría ni un pelo y a todo el mundo le quedaría claro por
qué tan solo él era Akshael Oinotna.
Más allá de esos pensamientos, los
días previos a su coronación fueron un tanto pesados para Akshael,
preparación, práctica y a aprenderse los textos y demás que
debería recitar, además de tener que interpretar una canción
preparada por él mismo. En eso recibió ayuda y consejo de Jhin y
Janna.
Cuando llegó el día definitivo estaba
muy nervioso, como el momento de pedirle matrimonio a Alanne. No era
por la formalidad que debía que pasar, si no porque a partir de ese
momento su imagen quedaría ligada a la de Alanne totalmente, esta
vez, como reyes de Aldmet. Estaría a la altura por ella, se acabaría
el ser un canalla.
Ante él, las puertas a la sala del
trono del castillo. Las dos últimas veces que había entrado en esa
sala había entrado como una cosa y salido como otra totalmente
diferente. La primera como soldado de Tydoras y defensor de la
princesa Alanne y había salido como un fugitivo por besar a Alanne y
supuestamente ofender a La Corona. La segunda, como supuesto
diplomático dispuesto a negociar con Schwarz y salió como salvador
de la ciudad.
Ahora veía toda la sala desde fuera
adornada con los símbolos de la casa Barlis y alguna tímida
insignia Oinotna que habían puesto en honor a Akshael. Dentro de la
sala, al fondo junto a los tronos estaba Alanne, su reina. Totalmente
preciosa y vestida con lo mejor que alguien podía llevar en la
ciudad. A ambos lados, Jhin, Janna y Altoritas. Estos también
mostraban un aspecto mucho más cuidado y delicado, con ropajes de
noble. Adelaida estaba más al fondo, mirando a estos últimos como
el que admira su propia obra.
Akshael también iba con ropas muy
ajustadas y marcadas, con gran pomposidad y de gran calidad. Unas
insignias se mostraban en su pecho a modo de medalla: Evolution,
Thor, Aldmet y Tydoras.
Ahora entraría como Akshael Oinotna,
alguien que siempre será, pero la próxima vez que saliese de esa
sala también sería como rey de Aldmet.
¿Quien diría que el enemigo definitivo del gran Akshael Oinotna lo crearía el mismo?. Mas intimidante que la Doncella Suprema. Buena esa, cruck.
ResponderEliminar