30 oct 2021

Hora de hablar

Salía el primer rayo del sol cuando un sudoroso hombre, por el tremendo esfuerzo, terminaba un círculo rúnico complejo, con derivaciones entre otros símbolos selladores y pequeños círculos más, tanto en una puerta doble como en la pared de piedra de alrededor, así como en el suelo. No obstante, cuando terminó de dibujar el sortilegio, se alzó y se pasó la mano por la frente. Sonrió de satisfacción y se fijó en la puerta. Una puerta doble de madera con grabados florales y una hendidura circular en el centro; tal vez estaba disfrutando por su obra realizada o tal vez porque deseaba que se abriese para que saliese alguien. Su cabello rubio se meció con el aire y recibió aquella brisa fría con alivio, lo que le hizo cerrar sus ojos rojizos y brillantes. Tenía la chaqueta en el suelo, pero ahora que había terminado el calor por el esfuerzo empezaba a desaparecer y con tan solo su camiseta de tirantes negra no sería suficiente para aguantar la temperatura. 

La torre ya no existía. En todo el tiempo que había pasado, una horda de dracotauros y seres dracónicos ocres se habían dedicado a derruirla, dejando tan solo la parte de la piedra cercana a la puerta encantada, que era imposible de destruir con sus primitivos recursos. En lugar del edificio, ahora se habían alzado alrededor barricadas y torres vigía de madera, en torno a un campamento con el objetivo de vigilar la entrada. Ya no había ni rastro de los restos del constructo guardian tampoco, aunque por los restos en el suelo de piedra, parecía que había sido completamente destruido.

- ¿Se fueron? -. Una voz anunció la llegada de otra persona a ese enclave de criaturas dracónicas, además del hombre rubio. Se trataba una persona de piel oscura y con una bandana que recorría su cabeza a la altura de sus ojos. 

- ¿Ya te has recuperado? -. Fue lo que respondió el hombre rubio, a modo de burla.

Tousen se encontraba con algunos vendajes aparatosos en la zona de las heridas de sus últimos combates. Además, por sus movimientos y su forma de respirar, estaba notablemente cansado, necesitado de algo de descanso. Lo que hizo fue agacharse para subirse el pantalón de la pierna izquierda, mostrando una prótesis tosca de madera en lugar de su pierna. Lo que hizo fue ajustársela, con una mueca de dolor en su rostro.

- No estás en posición de burlarte de nadie, Jean -. Recriminó Tousen -. Por tu error, hemos perdido a Botani.

- Está bien... -. El semblante de Jean cambió y, muy seriamente y con el cejo fruncido, terminó de colocarse la chaqueta de mala gana -. Lo admito, no esperaba que nadie encontrase a Botani en un rincón tan perdido. Debí haber protegido la zona.

- Ahora no tenemos la llave ni el método para conseguir el permiso para entrar. Hemos vuelto al punto de partida.

- Hemos hallado este templo y está completamente sellado. Si alguien sale por aquí, será atrapado y las puertas se quedarán abiertas.

- Nadie saldrá por aquí... -. Tousen acabó la frase tosiendo, con tal nivel de convulsión que acabó arrodillado y soltando saliva sobre el suelo.

- Te ves lamentable, ¿por qué no has usado eso para recuperarte? -. Jean se refiría a algo que, al estar inclinado Tousen, se le salió del cuello y se quedó colgando. Un talismán de piedra que formaban unas figuras antiguas.

- Esto es una herramienta para la organización.

- Ya... claro. Has cambiado, Tousen. Desde la última vez que nos vimos, hace tantos años. Dime, ¿no te habrás ablandado de estar jugando a los forestales aquí, no? -. Preguntó Jean, que había empezado a caminar para ver los alrededores del monte.

- ¿Cómo... -. Tousen tosió algo más, pero acabó incorporándose y se quedó encarado con Jean, que en ese momento le daba la espalda -. He hecho mi papel en nombre de Requiem; he matado en nombre de la organización; he sufrido estas heridas por noso... 

- ¿Y por qué dudaste para matar a aquel joven? -. Le cortó y de nuevo sus miradas se cruzaron -. Soy consciente de tu habilidad con la espada, por mas lento que te hayas vuelto con la falta de práctica. No atravesaste su punto vital y dejaste que se desangrase. Dime, ¿no quisiste dejarlo en ese estado para que le salvasen, verdad?

- Con todo lo que he visto, todo lo que sacrificado... ¿Acaso...

- ¡Contéstame!

- No te atrevas a poner en duda mi lealtad, solo porque te sientes culpable de lo que ha pasado con Botani y quieres sentirte mejor atacándome a mi.

- ¡No lo admites!

- ¡Señores! -. Una voz grave irrumpió en el suelo de la antigua torre. Un dracotauro con un parche, que también tenía heridas en su torso y brazos, pero estaban ya tratadas y podía moverse sin problemas -. ¡Tengo algo de lo que informarles!

Tousen y Jean se quedaron mirándose, sin prestar atención al principio al dracotauro. Pero tras unos segundos de tensión, fue el rubio el que acabó desviando la mirada hacia la criatura y asintiendo para que continuase hablando.

- Hemos capturado a dos prisioneros.

- ¿Oooh? -. Expresó con sorpresa Jean -. Traedlos.

Dos dracotauros acompañaban a Hyuzala desde la lejanía, que se acercaron cuando su jefe se giró para ordenar en dracónico que trajesen a las personas capturadas. Frente a los dos miembros de Requiem, cayeron dos personas. Una de ellas inconsciente y atada, la otra se puso en pie como pudo, a pesar de las heridas que tenía.

- Vosotros sois... -. Soltó Jean.

- Este iba cargando con el atado, lo llevaba a alguna parte -. Explicó Hyuzala.

La persona atada e inconsciente era un hombre provisto de una armadura reforzada, una mochila de propulsión y unas armas de fuego que llevaba con él en las ataduras, pero con la imposibilidad de que pudiese cogerlas debido a las propias ataduras. La otra se trataba de un chico rubio que tenía heridas de cortes, perforaciones y algunas quemaduras; un reguero de sangre desde la frente provocaba que tuviese que cerrar su ojo derecho y se intentaba levantar y poner en guardia, pero su único brazo hábil apenas podía levantarse unos pocos centímetros, entre temblores. 

- Un héroe profesional... Elliot Merendil, ¿verdad? -. Se dirigió Jean hacia él, aunque no recibió respuesta -. Interesante... Muy interesante... ¡Ja, ja, ja, ja, ja! Muy bien, dracotauros, dracónidos -. Desvió la mirada hacia las criaturas a las que comandaba -. No cumplisteis el objetivo inicial, pero esto lo compensa un poco. Recibiréis una fracción del poder que os prometimos, como premio a vuestra lealtad.

Los dracotauros recibieron aquella frase alzando los brazos y emitiendo sonoros rugidos, mientras que la mayoría de los dracónidos hicieron una pequeña inclinación hacia delante, en silencio y con educación. 

- Son buenos juguetes con los que experimentar. Con esto podré compensar lo que pasó con Botani, en parte, ¿no crees, Tousen? -. Jean estaba pletórico y se dirigíó hacia su compañero de organización como si la discusión de antes no hubiese pasado -. A ver qué tal les sienta que el héroe número quince muestre próximamente unas alas negras, en lugar de doradas.

De pronto, algo sonó en el bolsillo de Jean, también en el de Tousen. Se miraron por un momento y ambos, a la vez, sacaron un pequeño dispositivo, pareicdo a un busca. Una voz distorsionada les habló en lo que parecía una comunicación unidireccional.

- Todos los preparativos están listos para finales de mes, pero empezaremos de inmediato la fase tres. Repito, todos los preparativos están listos para finales de mes, pero empezaremos de inmediato la fase tres.

- ¿Ya empezamos la frase tres? -. Fue Tousen quien preguntó, extrañado -. Pero si aún no tenemos... 

De nuevo, fueron interrumpidos, aunque esta vez de una manera extremadamente contundente. Algo había caido frente al lugar donde antes estaba la torre, con una fuerza que arrasó algunas de las construcciones de madera de campamento, además de las propias criaturas, que salieron despedidas casi una veintena de metros lejos de la zona de impacto. Una enorme criatura negra yacía tumbada, a la que le faltaba la cabeza y uno de sus brazos. De lo que le quedaba, tenía decenas y decenas te contusiones y agujeros de perforaciones que atravesaban por completo su cuerpo. 

- Eso es... ¿Uno de los... -. Jean estaba sorprendido, aún con los brazos alzados para cubrirse la cara del polvo que había levantado la fuerza de impacto.

Una chica elfa jadeaba en lo alto de la criatura. Tenía la ropa bastante destrozada, así como también bastante maltratado su cuerpo por los estragos del terrible combate que ha estado teniendo los últimos días. En condiciones normales llevaba coletas, pero ahora tenía su pelo completamente suelto y sucio. Entre jadeos, se incorporó y se quedó mirando su alrededor. 

- Dracotauros... La persona de Toril... Tousen... -. Decía, mirando a su alrededor, aún sin creerse en el sitio que había aterrizado -. ¡Elliot! 

El chico, que estaba en el suelo por el impacto del 'Inquieto', miraba a Miracle con su ojo abierto. Fue a hablar, pero ni siquiera tenía fuerzas para ello.

- Vaya, una inesperable aparición, ¿podrás luchar, Tousen? -. Preguntó Jean, pero Tousen ya había desenvaindo su katana. 

- Tousen... maldito traidor... ¿Cómo os atrevéis a hacer daño a... mis seres queridos...? Después de todos estos años...

Miracle empezó a rodearse de un aura blanca cuyo brilló se intensificaba a medida que se concentraba en su poder.

- Esto va a estar interesante -. Decía Jean sin preocuparse.

- Ten cuidado -. Le advirtió Tousen -. Con su estado de Vitalis perfecto, tus sellos y círculos de conjuraciones no funcionarán en ella.

- ¿C... Cómo?

De pronto, ambos miembros de Requiem sintieron en sus cuerpos una presión sobrenatural apabullante. Era tan poderosa, que los dracotauros y dracónidos cercanos a la cima del monte cayeron inconscientes, con espuma saliendo de sus bocas. Eran tan poderosa, que el cielo, que estaba parcialmente despejado, se terminó de nublar por completo.

- ¡VÁIS A PAGAR POR ESTO!

La presión sobrenatural era tan poderosa, que acabó disipando la criatura de Caléndula, terminando la conexión mágica, sin poder ver más de la situación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario