2 ago 2024

Similitudes y diferencias


- El objetivo de vuestro entrenamiento elemental es que cada uno lo enfoque de una forma diferente, para seguir avanzando -. Explicó Meryl, caminando de lado a lado frente a Ellie y David, que habían comenzado a entrenar cada uno sobre su elemento -. Volverse un absoluto dominador de un elemento lleva mucho tiempo, además de que cada persona se centra en él de una forma en concreto, así que cada bloqueo que tengáis se tiene que resolver con pequeños pasos como el que estáis consiguiendo ahora mismo.

Era más fácil decirlo que hacerlo. El último paso del entrenamiento que Meryl le había puesto a Ellie era como una paradoja en sí mismo, acumulando todo el poder de la espiral de aire que podía concentrar dentro del globo pero estabilizándolo sin llegar a romperlo. Al mismo tiempo, David era un maestro elemental novicio, que acababa de despertar sus poderes durante la práctica y, aunque se había visto fortalecido por el objeto mágico afín a la tierra, apenas ha podido continuar dicho entrenamiento debido a su inconsciencia durante esos meses, además de su debilidad física y su entrenamiento contra el miedo a las alturas; así que pasar de poder alzar unas porciones de tierra o piedra, o romperlo para amortiguarlo, a directamente alzar un muro completo de piedra era algo sumamente radical. 

Pero ninguno de los chicos se quejó en absoluto. Es más, ningún pensamiento sobre lo duro que estaba siendo esta fase del entrenamiento pasó ni por un instante por sus mentes. Su determinación estaba blindada hasta el punto en el que constantemente pensaban en la forma de continuar avanzando y resolviendo las barreras de los entrenamientos que le había puesto su maestra, incluso cuando estaban fuera de estas quedadas para entrenar frente a ella. 

Ellie continuaba explotando todos los globos, uno tras otro. Meryl le contó más detalles del hombre de quien vio el vídeo para explicarle aquella tercera prueba; resultaba que aquel paso le llevó a esa persona casi un año entero de entrenamiento. Pero antes de que la chica pudiese reaccionar de cualquier forma a aquella noticia, le mencionó que confiaba en ella, ya que las dos primeras fases le había llevado más tiempo del que le costó a él. No obstante, aunque no vacilaba a la hora de seguir intentándolo, era muy difícil concentrarse al máximo en dos cosas a la vez.

David, por su lado, se concentraba en una pose de meditación y posaba las manos en la tierra para transmitir el poder elemental al suelo que tenía bajo él. Aunque podía levantar muros de media altura lo suficientemente largos como para considerarlos una cobertura decente, el problema radicaba en que no solamente no eran de la altura ideal sino del tiempo que debía invertir para poder formar algo así. En un combate real no tendría la oportunidad de ponerse a meditar durante tanto tiempo para algo tan ineficiente, así que el desafío radicaba en reducir los tiempos y mejorar los resultados. O lo que era lo mismo, romper ambos límites al mismo tiempo, lo que aumentaba la dificultad enormemente.

Horas más tarde ya estaban ambos jadeando, sudando y agotados. Ellie se había sentado en un banco cercano, mientras que David estaba prácticamente derrumbado en el suelo. La gente que pasaba cerca por el parque se quedaba mirándoles e incluso habían algunos que pensaban que habían recibido algún tipo de paliza.

Aprovechando que descansaban, Meryl se acercó a cada uno para hablar con ellos en privado.


- Seguiré de inmediato -. Mencionó David en cuanto vio que se acercaba hacia él primero.

- No vengo para hablar sobre tu entrenamiento actual. Debes seguir hasta que te salga, sí. Pero quería hablarte sobre el camino de la nigromancia.

David dejó de mirar al suelo, a sus propias gotas de sudor cayendo sobre el pavimento del parque, para volver a mirar fijamente a su maestra. Aquel sendero desconocido que se abría ante él le entusiasmaba, por muy complicado que pudiera ser recorrerlo, al igual que el entrenamiento actual o los que estaban por venir.

- Como bien sabes, la nigromancia está estrechamente relacionada con la energía negativa y, aunque no sabrás del todo cómo manipular dicha energía para otros fines, ya con solo el hecho de hacerlo para convocar y controlar muertos vivientes, hace que entres en el estigma.

- ¿Estigma? 

- Lo que mencioné en la azotea de Ellie cuando me hizo el pastel y me regalaste la flor. Dicen que los que manipulamos o nos rodeamos de energía negativa estamos condenados a una vida de desgracias. Al igual que la propia energía negativa es una expresión de los sentimientos negativos, el maestro que lo manipula se inunda de estos de una forma u otra -. Meryl tomó una pausa para mirar hacia un lado y sonrojarse levemente -. Es algo que, como dije, no creo en ello, yo ya dije que por mi parte he recuperado mucha felicidad -. Al soltar aquello, carraspeó y volvió hablar normal -. pero eso no quita que la gente siga teniendo prejuicios en contra de los nigromantes. No es algo que esté muy relacionado con ser un hé... 

- Lo haré -. Soltó David, interrumpiendo a Meryl, que alzó una ceja.

- ¿Qué harás?

- Seré un héroe al que todos admiren, aun siendo nigromante -. Aquellas palabras estuvieron acompañadas de un brillo en los ojos, como si estuviese aún más convencido a recorrer aquel camino.

Meryl cerró los ojos y resopló, empezando a caminar hacia Ellie.

- Bien dicho -. Dijo cuando ya le estaba dando la espalda a David.

Al acercarse a Ellie, esta estaba observando sus manos. Si bien su idea inicial de acostumbrarse tanto a una de las dos facetas en las que debía concentrarse durante la fase tres era un gran paso para poder progresar, al final debía concentrar parte de su poder en la parte acostumbrada, dejando menos margen a la otra. 

- Poder y estabilidad... poder y estabilidad -. Decía en voz baja.

- Tengo unos cuantos vídeos que enseñarte. Son de luchadores de competiciones de luchas, como las Artes de Sangre, el Templo de la Lucha y demás. Todos ellos son maestros elementales del aire y quizás la forma en la que usan el viento te da una idea para poder seguir progresando.

- Gr... gracias. Eres una gran maestra, Meryl.

- Calla -. Cortó repentinamente -. Lo que te quería decir, además, es que esa fase tres se va a volver aún más dura, porque dentro de poco nos centraremos también en otros aspectos, como tu estilo de combate y en cómo se puede llegar a aprovechar al máximo. De manera que tendrás menos tiempo para centrarte en la fase tres, así que tendrás que invertir más de tu tiempo libre en ello si quieres seguir avanzando.

- Está bien, haré lo que sea necesario. 

- Bien -. Meryl fue a irse para decirle algo a los dos, pero se detuvo al ver la katana enfundada de Ellie -. A tu madre le encantan las cosas de Happak, desde niña. Me lo contó hace tiempo, que es un estilo de vida que le llama mucho la atención.

Ellie, al igual que David anteriormente, empezó a mirarla fijamente a los ojos, con aún mayor interés si es que era aún posible.

- Estoy segura de que está igual o más contenta que tú de que lleves un arma no solo de origen de dicho reino sino en el que ella ha puesto esfuerzo en forjar exclusivamente en ti. Con esto te quiero decir en que se puede orientar el entrenamiento a que adaptes tu técnica de combate al estilo con katana que usan los maestros de allí.

- Cualquier paso que creas que deba dar, lo daré. Estoy segura de que sabes qué es lo mejor para mí.

- Está bien, está bien. Ya basta -. Meryl se alejó de Ellie para encararse a ambos, hablando alto y claro para que la escuchasen bien -. En los próximos días el entrenamiento se intensificará, así que preparaos.

Tal y como ya avisó, los siguientes días fueron aún más duros para ambos alumnos. David y Ellie combinaban el esfuerzo de ir a clase, condensando la materia que enseñaban prácticamente a contrarreloj, con las prácticas de la propia academia, junto a más sesiones de estudio con todos los de cuarto y, además, los entrenamientos con Meryl. Tenían muy poco tiempo libre y de descanso entre semana, de manera que cada día pesaba más que el anterior. A eso se le sumaba a que el aumento de la intensidad de los entrenamientos de Meryl seguía en aumento, en lugar de subir un solo escalón y dejarlo ahí. El mes de mayo estaba siendo cada vez más caluroso y cada vez más duro, pero la voluntad de ambos seguía férreamente intacta a continuar. 

En un entrenamiento en el que tuvieron que subir y bajar continuamente la pendiente de camino a la academia, con cada vez mayor peso en forma de mochilas cargadas de piedra que Meryl había preparado, ambos cayeron rendidos cuando terminó, con temblores en las piernas y sin poder moverse. 

- Esto no es lo más dura que puedo ser, apenas estamos comenzando.

- Lo... lo haremos -. Dijeron casi al unísono.

- ¿Estáis seguros? A partir de ahora los entrenamientos que vamos a llevar a cabo no solo os agotarán, sino que si no estáis a la altura podríais quedar lesionados. No quiero enseñar a gente débil.

- No te preocupes... -. Fue David el que empezó hablando, desplegando su guadaña para usarla como bastón y mostrar que se podía incorporar -. Yo también estoy reservando fuerzas.

- Te dije que soportaría lo que me echases... -. Continuó diciendo Ellie, que con las fuerzas que le quedaban usó su viento para incorporarse -. Y que no me echaría atrás de ninguna forma.

Y, de nuevo, ambos dijeron casi a la vez:

- Queremos ser como tú.

Meryl recibió aquello como un impacto de bala de cañón. Desde el punto más alto del camino, cerca de la entrada a la Academia, se giró para darles la espalda y quedarse mirando hacia Reposo.

- ¡NO TENÉIS QUE SER COMO YO! -. Vociferó con rabia, marchándose sin decir nada más.

Ambos se quedaron mirando, preguntándose si aquello había sido otra muestra más de la personalidad de Meryl o si se había enfadado por algo más.

Tras aquello, hubieron un par de días que no hubo entrenamiento al atardecer, tras la Academia y la sesión de estudio. Tanto David como Ellie sopesaban la idea de ir a hablar con Meryl por si se había enfadado de verdad con ellos por algún motivo, pero antes de que pudiesen siquiera llamarla por teléfono, esta fue la que les mandó un SMS que anunciaba que al día siguiente, que ya era viernes, tendrían su primer entrenamiento que les ocuparía más de un día y, además, fuera de Reposo de Taliyah, así que debían prepararse para acampar y llevar los recursos que considerasen necesario.

Al atardecer del viernes, esta les esperaba en el parque de siempre, el de los Setos. Pero esta vez no harían el entrenamiento allí.

- Esta vez vais a cumplir un encargo. Quiero que vayáis a la salida oeste de Reposo de Taliyah, donde os están esperando un pequeño convoy de carromatos. Tendréis que escoltarlos hasta Villavista, al noroeste, sin que les pase nada. Podréis portar vuestras armas sin problemas, además de que tendréis el rango suficiente para dirigir la operación; ya me he encargado de todo ello. Pero solo podréis portar un objeto mágico. Partiréis en una hora, ¿de acuerdo?

- Sí, maestra.

Ambos se pusieron en marcha, con Ellie asegurándose de que su Empoderadora estaba preparada para rebanar a sus enemigos, mientras que David comprobaba el estado de su guadaña, lista para sesgar plegada en el compartimento de su brazo mecánico. Tras prepararse de que llevaban lo suficiente como para un viaje así, que les llevaría bastantes horas a pies, llegaron hasta el lugar del convoy en la salida oeste de Reposo. 

En ese lugar fue donde tuvo lugar como meta el primer objetivo de entrenamiento de Meryl, cuando tuvieron que llevar el agua cargando hasta los campos de cultivo de aquella zona, tras pasar la muralla. Ahora, decenas de entrenamientos después, se encontraban en mucho mejor estado físico y habían avanzado en diferentes aspectos que les había enseñado, con mucha rigidez y mano dura, pero con efectividad.

Se pusieron en marcha junto con casi una decena de carros, trabajadores que se encargaban de transportar la mercancía y asegurarse que todo llegaba correctamente; y algunos soldados que debían ser reclutas, pues de aspecto eran claramente más jóvenes que ellos. Pasaron por zonas que jamás habían visto de la región y que eran preciosas, como junto a un pequeño riachuelo cuyas aguas serpenteaban entre dos campos de flores preciosas y pintorescas; o un tramo que durante unos minutos se quedaron maravillados al ver como unas emanaciones rocosas parecidas a estalagmitas formaban la base de un cúmulo de cristales blanquecinos que surgían de la parte superior de cada una de ellas. Parecía como un bosque de cristal, como si estuviesen en una cueva pero al aire libre, pues la luz del sol se filtraba por los cristales, creando toda una gama de colores preciosos en la zona.

Pasaban las horas y el sol se empezaba a ocultar. Calcularían que llegarían a Villavista bien entrada la noche, ya de madrugada, si no había ningún tipo de incidente. Lo más problemático que habían visto hasta el momento eran algunos animales salvajes lejos de su territorio, que pudieron espantar sin percances. 

- Bueno, seguid contándome sobre lo que lograsteis en Serencia -. Dijo Ferjú, uno de los comerciantes que manejaba su carro de productos. 

Habían estado hablando a ratos con varios de los miembros del convoy y Ferjú quiso saber más de la operación que llevaron a cabo en Serencia, durante la práctica, después de que tuviesen que pausar su relato por el incidente con los animales salvajes. David y Ellie no tenían problema en hablar con ello, ya que les habían reconocido horas atrás tras empezar el recorrido del convoy, pero lo hacían más centrados en sus alrededores que en la propia conversación en sí. No obstante, el viaje y la charla les sirvió para conocer no solamente a Ferjú sino a unos cuantos más. El propio Ferjú era un comerciante que llevaba materiales para la herrería de Villavista; pero además estaba Rofdra, uno de los jóvenes soldados que se acercó tímidamente para pedirles un autógrafo y de paso se quedó cerca de ambos chicos para comentar sobre lo que sabían hacer en combate y pedirles consejos de cómo podía mejorar; y entre otros, el viejo Orthem, quien llevaba su carro de productos agrícolas y comentaba con orgullo sus propias vivencias pasadas por los lugares que pasaban.


Fue a pocas horas de llegar a Villavista, en plena noche cerrada, con las linternas de aceite en el convoy alumbrando tanto al frente como a los lados, cuando tuvieron que dar indicaciones para detener el avance. Ambos chicos habían logrado advertir de un movimiento extraño en las sombras entre los árboles, a ambos lados del camino. Ya en guardia, se acercaron con cuidado y terminaron desenvainando sus respectivas armas, además de dar las órdenes pertinentes, cuando vieron de que se trataban de muertos vivientes que acechaban al convoy.

- ¡¡Aaaaaaaaaaaaah!! -. Escucharon gritos provenientes de los miembros del convoy, horrorizados al ver a los muertos vivientes amenazantes avanzar hacia ellos. Incluso los jóvenes reclutas parecían estar atemorizados.

Diferentes tipos de criaturas muertas atacaron a ambos, entre esqueletos humanoides y de criaturas aladas, junto con necrófagos y animales zombies. De un rápido avance, Ellie partió en dos a uno de los esqueletos y usó su viento para empujar a las criaturas más pequeñas e impedir que avanzasen hasta el convoy. Por su parte, David, se volvió del doble de tamaño y retrocedió hasta los carros.

- ¡Detrás mía! -. Ordenó el chico, poniéndose como escudo humano y usando su brazo mecánico como elemento defensivo para detener la mordida de los perros zombies. Acto seguido, dio un pequeño zarandeo y con la guadaña los rebanó en dos.

- ¡David! Esto debe ser... -. Comentó Ellie a su compañero al ver que seguían viniendo más y más muertos vivientes.

- Sí, debe ser obra suya -. Terminó la frase él, llevando a cabo los movimientos necesarios para invocar a un esqueleto ardiente que ayudaría en la defensa al convoy. 

- Debéis calmaros -. Comentó Ellie con total tranquilidad, después de que ejecutase un par de ataques que acabó con unos cuantos enemigos más. La chica se dirigía a los jóvenes reclutas, que aunque arma en mano, estaban temblando y se juntaban en los carros sin proactividad alguna -. Sois soldados de Aldmet. Debéis luchar y proteger a esta gente y a vuestros compañeros de armas, ¡vamos! 


Un murciélago zombie bastante grande trató de volar rápidamente y sorprender a Ellie fuera de guardia, para lanzarse a por los soldados. Lo mismo ocurrió en la zona donde se encontraba David, donde dos esqueletos se habían coordinado para saltar a la vez a por los civiles. Pero ambos chicos reaccionaron a tiempo, usando sus poderes vinculados a Elisabeth. Unos cúmulos de aire condensado impactaron en el murciélago, derribándolo e impidiendo su carga. Mientras que los esqueletos fueron detenidos por el propio esqueleto aliado de David y él mismo, desplegando del todo su guadaña para cubrir un área mayor, partiendo en dos ambos esqueletos.

- In... increíble... -. Soltó uno de los soldados.

- Ahora os toca a vosotros -. Mencionó Ellie, recomponiéndose tras haber usado su poder vinculado. 

- Sois muy fuertes... -. Tartamudeó otro de los soldados.

- Claro que sí -. Aceptó David el halago con una sonrisa -. ¡Y juntos seremos más fuertes aún!

Entre los comentarios de ambos chicos y la propia demostración que estaban haciendo, fue más que suficiente para que Rofdra, el soldado que se les había acercado a pedirle el autógrafo, gritase envalentonándose y cargase hacia delante. Le siguieron sus compañeros reclutas, repartiéndose por todo el convoy, cercándolo para impedir el avance de los muertos vivientes. Ahora que luchaban todos y los civiles podían ser mejor protegidos, los chicos podrían centrarse en acabar con los muertos vivientes más problemáticos para resolver el desafío. Ambos se miraron y asintieron, pensando lo mismo.

- Superaremos tus muertos vivientes, Meryl.

El combate se extendía durante minutos, ya que no paraban de llegar enemigos. A los que atacaron el convoy en primer lugar se le sumaron nuevos tipos de enemigos, como momias, sepultureros, enormes necromentales y algunos espectros. Aunque eran enemigos más poderosos, podrían lidiar con ellos sin problemas, de no ser porque la batalla se estaba extendiendo y a base de desgaste se volvía cada vez más duro defender a los civiles mientras luchaban. Durante algunos momentos habían tratado de coordinarse para que uno se quedase defendiendo y otros buscasen el origen de los muertos vivientes y así cesar la cantidad, pero estos se coordinaban para atacar desde varios puntos al convoy, requiriendo toda su atención y esfuerzos en defender a la gente. 

Lo peor llegó cuando los espectros aullaron al unísono para envolver con un terror sobrenatural a los miembros del convoy. Ellie se llevó la mano a su cuello, echando de menos el colgante que le regaló David, estremeciéndose y cerrando los ojos con fuerza. El chico se encogió también y, aunque no quiso pensar en ello, le llegaron pensamientos apesadumbrados. 

Y lejos de allí, apoyada en un árbol y mirando hacia más allá en la oscuridad del bosque, se encontraba Meryl. Se había estado preparando los últimos días para poder llevar a cabo la emboscada desde aquel punto del recorrido del convoy, reforzando sus tropas muertas vivientes con algunas especies más poderosas debido al tiempo invertido en el ritual que había empleado. Pero sus pensamientos ahora no estaban en continuar atacando, sino que se habían trasladado a un recuerdo del pasado.


- Vamos, defensa alta. Las manos más arriba y separa más los pies.

- Tcht... 

Una jovencita rubia se encontraba entrenando en un descampado de un bosque, con dummies, dianas y el terreno lo suficientemente deteriodado por el uso constante de días e incluso semanas. La acababan de derribar por enésima vez y el cansancio se sumaba a las numerosas heridas de cortes y contusiones. Se levantó con un sonoro jadeo y gotas de sudor cayendo sobre la tierra removida. 

Blandiendo una espada de madera, el hombre adulto que tenía frente a sí caminó hacia atrás y se volvió a poner en guardia.

- Repitamos el ejercicio una vez más.

La chica le miró fríamente, con el ceño fruncido.

- ¿Me odias? -. Preguntó él despreocupado ante una posible respuesta afirmativa.

- Ya te he dicho muchas veces... -. La chica tenía que parar para coger aire y poder hablar con soltura -. ... que quiero volverme tan fuerte como tú, pero tus métodos... He... he visto a profesores de la Academia enseñar a los alumnos... ninguno... Ninguno lo hace de esta forma tan... cruel.

- ¿Crees que soy cruel? -. La chica bajó la mirada, pues no quería sonar maleducada, pero antes de esperar respuesta, el hombre continuó hablando -. ¿Cuál es tu sueño, Meryl? 

- Yo... pues... -. La chica pensó durante un momento las cosas que más le afligia y, al mismo tiempo, lo que quería conseguir -. Volver a ver a mi hermana y ser una heroína para ella... ¡y para toda la gente!

- ¿Y crees que ese camino es fácil? 

- No, pero para esto es más difícil que la Academ...

- Pero dijiste que querías destacar más que los alumnos de la Academia. Quieres llegar a lo más alto y cuanto antes. Las prisas nunca son buenas, pero ciertamente puedes emplearte más duro para tardar menos en conseguir que los seis años que se tardan en formar un héroe en la Academia, pero vas a tener que pasar por un verdadero calvario. He visto a lo largo de mi vida a jóvenes de tu edad que debían cargar con el peso del mundo. Entrenamiento, trabajo duro, responsabilidad, miedo... todo tenían que procesarlo en cuestión de unos pocos meses, o semanas incluso.

- ¿Miedo? Yo... 

- ¿Qué harás cuando las cosas salgan mal y te veas acorralada? ¿Huir? Eres muy joven y vas a vivir en algún momento los verdaderos horrores que este mundo te puede mostrar. Si te parece eso duro, entonces creo que estoy en lo correcto cuando el entrenamiento debe estar, como mínimo, a esta altura que estoy poniendo.

- Tienes... tienes razón. Yo... ¡Yo lucharé! -. Reafirmó, sosteniendo con fuerza su propia espada de madera.

- Pero al final, sí que acabé huyendo... -. Pensó la Meryl del presente, acordándose de aquellas palabras de su maestro -. Por mucho que intente compensar lo que he hecho en el pasado, la realidad nunca podrá ser borrada. Huí. Durante muchos años me escondí y no fui capaz de luchar más. Es por eso que...

- Queremos ser como tú -. Resonó en su cabeza aquella frase de días atrás, con aquellos dos mencionando esas palabras. Su enfado cuando lo escuchó tenía una base de complejo, por su trauma que aunque trataba de enterrar, siempre emergía para recordarle su fracaso. 

- No tenéis que ser como yo... -. Susurró Meryl esbozando una leve sonrisa -. Tenéis que ser mejores.

- ¡Ahora! 


Meryl disipó por completo sus pensamientos, cuando escuchó aquel grito de los dos para coordinar su ataque. Incluso con el miedo sobrenatural que había permeado por su voluntad, seguían decididos en completar el entrenamiento de la mejor forma posible, protegiendo a los del convoy y acabando con la amenaza.

Ellie ejecutó su Murasaki Sempu con la base del núcleo elemental que llevaba entrenando aquellas semanas. Aunque incompleto, era más que suficiente para lo que quería conseguir. Invirtiendo las fuerzas del aire arremolinado en el núcleo, podía hacer que su tornado absorbiese a las criaturas y las dejase en el ojo del huracán, atrapadas. Entonces, David, saltó entre usos de geppo y plataformas de tierra que fue manejando, para ponerse por encima del poder desatado por su amiga. Liberando también el poder corporal de su ulti y mezclándolo con un geppo desde lo alto de la plataforma hacia abajo, cayó en picado a una velocidad vertiginosa, descendiendo por el ojo del huracán donde estaban concentados todos los muertos vivientes. Con su guadaña rebanó a las criaturas, que se encontraban inmóviles por los vientos invertidos del huracán. Entre la fuerza del viento de Ellie y el corte de la guadaña a toda velocidad de David, para cuando el Murasaki Sempu llegó a su fin, ya no habían muertos vivientes; sino tan solo pedazos de carne putrefacta y huesos sueltos desapareciendo lentamente. 

El ataque había sido detenido, el convoy se encontraba a salvo. Los soldados fueron los primeros en reaccionar a la victoria, con un grito de júbilo. Le siguieron los civiles, aplaudiendo y agradeciendo por salvarles la vida. David y Ellie se miraron, tras chocarse las manos; ambos sabían que Meryl no hubiese matado nunca a los civiles ni los soldados, pero tampoco quisieron delatar las intenciones de su maestra a aquellas personas.

Habían superado el entrenamiento, otro más. Llegarían más difíciles, como ya había estado sucediendo, pero igualmente no desistirían; los superarían todos.

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