21 ago 2015

El Ojo tiembla


- ¡Jaque! Jajajajaja te dije que iba a mejora' ¿Ara' que va' a ase'?

Pero Bartolomeo casi que estaba más pendiente de la charla de los demás Protectores que estaban sentados en las otras mesas que en la partida. Cualquier distracción, por mínima que fuera, servía para que el Protector se sumergiese en una marea de pensamientos e incluso allí, en la enorme habitación de descanso donde estaban y donde todos sacaban su lado humano, seguía dándole vueltas a todo el asunto que trataron en la reunión con Lord Moebius y los dos almirantes presentes.


- Iyoooo ¿'tas ahíiii? -. Preguntaba su amigo preocupándose por su ausencia de atención.

- Gutierrez -. Habló al fin Bartolomeo tras unos segundos de pausa -. ¿Dónde están los del grupo?

- Poooo, no zeee... Creo que Dave anda por algún lao' de aquí. Alyx ni idea, de misión zupongo'. Y los demás... Se fueron ase pechá como escoltas de no ze que rey...

- O sea que no sabes nada de Jellial, Yün, Najla y Garley... -. Bartolomeo hablaba como si dichos compañeros hubiesen muertos en lugar de simplemente, ausentes.

- Po' preguntale a tu almirante, saoke'.

- No... No debo -. Medía sus palabras con cautela y miraba a su alrededor siempre que iba a decir algo.

Los Protectores no protegen nada. Si ellos no hacen lo correcto, tal vez alguien deba hacerlo.

- ¿Exequia Kurabu? -. Preguntó una voz femenina detrás suya. Bartolomeo estaba tan concentrado en sus pensamientos que esa simple llamada de atención fue suficiente para que se sobresaltase. Se levantó de la silla nervioso mientas se giraba. Ante él tenía a una joven Protectora con ropa de cabo, seguramente no tuviese demasiado rango. Su pelo, negro y liso, estaba dividido en dos grandes coletas que llegaban hasta casi su cintura. Realmente era una mujer muy bella.

- Perdone, no tengo el honor de conocerla ¿Usted es...? -. Decía Bartolomeo simulando una actitud de cortesía mientras se inclinaba gentilmente. Pero en su interior seguía con la misma tensión (o más) que antes.

- Soy Ayral, secretaria de la Exequia Layllaz. Ella me manda aquí para decirle que...

- Perdone... ¿Exequia Layllaz? -. Bartolomeo se rascaba el pelo adoptando un gesto estúpido de desconcierto -. No tengo el placer de conocerla -. A Ayral se le notó como dicho comentario le había ofendido.

- Jajajajajaja kiyooo locooo... Ke se zupone' que tiene' que conoce' a todos tus compañero' jajaja... -. Gutierrez llevaba razón. Los Exequias son entrenados e instruidos dentro del grupo de dicho rango y al ser un número muy reducido, todos y cada uno de ellos se conocen, al menos el nombre. Ayral ignoró tanto a Bartolomeo como a Gutierrez y prosiguió con profesionalidad.

- Ella es la Exequia al cargo del Almirante Trenler, señor Kurabu -. Comentó impasible Ayral y esta vez fue Bartolomeo el que cambió su rostro. Ya se acordaba de ella... Se trataba de la Exequia que acompañó al Almirante Trenler durante la reunión que tuvieron con Moebius...

- ¿Y qué quiere? -. Preguntó él adquiriendo el tono de voz que tenía antes de la llegada de la Protectora, serio y meditativo.

- Desea verle para llevar a cabo la ejecución de los prisioneros de Aldmet. Necesita de su conocimiento para que le ayude a redactar los informes de los sentenciados.

- Entiendo... Llévame hasta ella. Gutierrez, nos vemos luego -. Su voz parecía casi como la de un fantasma.


Un juramento... Hice un juramento...

Tanto la Protectora como él abandonaron el área de descanso y caminaron juntos por el patio azotado por la luz del sol a mediodía. El ambiente que se respiraba era alegre y cordial, todos los Protectores hablaban entre ellos sin preocupaciones y con alguna que otra sonrisa en sus rostros.

Felicidad aquí... Se supone que nosotros construimos la felicidad de los demás... No la nuestra.

Entraron en el edificio de administración de la prisión. Subieron por las escaleras hasta el tercer piso y fueron por los pasillos. Allí el personal mostraban su cara más profesional, manteniendo la compostura. Pero Bartolomeo estaba seguro de una cosa.

Todos están en paz con ellos mismos... Pero ¿En qué tipo de monstruos nos hemos convertido para construirla por encima de la desgracia de los demás? Por encima del sacrificio de inocentes... 

Entraron a la oficina que estaba designada a la Exequia Layllaz y Bartolomeo creyó que se había quedado ciego, al menos durante un momento. El destello que le cegó fue provocado por la multitud de estatuillas que adornaban la habitación en sus estanterías, las cuales eran (o al menos estaban bañadas) de oro. Incluso los jarrones y la cristalería tenía de manera exagerada adornos dorados en sus bordes o filos. Todo ese destello dorado junto con el suelo y la pared, de mármol blanquecino, hacían que la habitación encajara totalmente con la estética de Layllaz, que iba con su túnica blanca propia de una Exequia (casi igual que el que lleva Alyx) y su pelo liso recogido con una larga coleta cuya mitad era blanca ceniza y la otra mitad rubia dorada.

Esto es todo lo contrario a un despacho... Parece la habitación de una cuarentona caprichosa LOL...

Era la segunda vez que Bartolomeo y Layllaz se veían ese mes. Su aspecto no había cambiado en absoluto, incluso las facciones de su cara con las habituales arrugas de su ya madura edad formaban el mismo gesto de superioridad y autosuficiencia que tenía durante la reunión con los Almirantes.

- Tome sitio, por favor -. Dijo ella sin mirarle siquiera. Estaba sentada tras la mesa principal y no apartaba la atención de los papeles que estaba revisando con sus gafas de media luna -. Gracias, Ayral. Puedes retirarte.

La ayudante hizo una pequeña inclinación y se marchó. Bartolomeo no la conocía pero incluso con la actitud estricta con la que fue a el área de descanso le caía bien comparado con la Exequia que tenía frente a él. A su lado, Ayral era una dulce y gentil señorita.

- Bien, Exequia Kurabu. Le he llamado para que me ayude con los informes preliminares de ciertas víctimas, las cuales... -. Dijo ella sin mirarle aún. Pasaba la vista de documento en documento hasta que se paró en uno -. ...No detallan con claridad el crimen cometido para su encarcelamiento.

- Y aún desconociendo el crimen vamos a ejecutarlas ¿Verdad? -. Dijo Bartolomeo con total autoridad e imponiéndose por encima de la actitud chulesca de Layllaz. No pensaba tolerar la falta de profesionalidad de una organización tan importante... No, la MÁS importante, al llevar a cabo una decisión de tal índole. Layllaz le miró finalmente.

- Exequia Kurabu, mi almirante, el Señor Trenler fue el encargado de llevar a cabo esta operación y yo, como su mano derecha, la ejecutaré sin dilación. Usted no tiene potestad para decidir qué hacer o qué no hacer con las víctimas. Son ordenes de Lord Moebius ¿Recuerda?  Usted, junto con los Exequias Dave y Bluefire son los principales protagonistas de lo ocurrido en las costas del reino de Aldmet. Su labor será la de ayudarme en lo que crea necesario.

Bartolomeo estaba apunto de estallar, incluso su mano derecha temblaba sobre el reposabrazos de la silla. Incluso llegó a pensar que iba a hacer trizas la madera de tanto apretarla. Entre toda la tensión que había acumulado debido a la decisión injusta impuesta por Moebius y la actitud de Layllaz...


No hay más que hablar... Ninguna duda... VOY a hacerlo.

Le dio a Layllaz lo que ella quería. Le dio toda la información que necesitaba sin rechistar ni interrumpir en nada de lo que comentaba. Incluso aguantó las ganas de pegarle un buen puñetazo cuando se pusieron a hablar de los que no cometieron ningún crimen y simplemente fueron retenidos temporalmente mientras se aclaraba la situación en El Primer Puño. Lo que en realidad fueron sucesos de malentendidos por ambos bandos y debería quedar impune para las víctimas directas, a Layllaz no parecía importarle y pasaba su sello rojo de aprobación para enviárselos a la Cámara de Ejecución.

- Bien, eso es todo. Muchas gracias por su ayuda, señor Kurabu -. Agradeció Layllaz, con un pequeño hilo de sarcasmo. Bartolomeo se levantó haciendo mucho ruido con la silla y se fue hasta la puerta sin decir ni una palabra -. Señor Kurabu -. Llamó Layllaz y Bartolomeo se quedó quieto con la mano en el pomo de la puerta, a punto de abrirla -. Debería calmarse.

Él se giró y la miró con sus ojos verdes. Si las miradas matasen... Él se aseguraría de que la Cámara de Ejecución se librase de tener que tramitar la muerte de una asesina... Abrió la puerta y se fue sin decir nada. Dando un portazo.

Ha llegado la hora... Será esta noche.

Caminó hasta el área de descanso de nuevo y dio con Gutierrez jugando a las cartas con unos amigos suyos. Le cogió del cuello de la túnica y le arrastró fuera, a una zona donde no hubiera demasiada gente. Al final acabaron en un corredor que daba al patio interno del edificio de descanso de los Protectores. Gutierrez se quejaba una y otra vez con su tono característico sobre lo que ocurría pero Bartolomeo no habló hasta asegurarse de que estaban solos.

- Gutierrez. Has dicho que están todos fuera... Todos menos Dave, el cual no sabes si está de misión o no...

- Ke zi' ke zi' ¿Pero coño no me lo podría' haber disho' dentro locoo? Ke iba a gana' me cago en to'

- No... Gutierrez... ¿Confías en mi? -. Preguntó Bartolomeo mientras le agarraba de ambos hombros. El Protector estaba anonadado pero respondió al final lentamente.

- Po...claro tio... Somos colega de por vida ¿Sabe' o no?

- Bien... ¿Y serías capaz de hacer algo por mi? No te voy a engañar, nos estaríamos saltando las leyes de los Protectores y pondría en peligro nuestro puesto en la organización.

- ¿Qué diseee... -. Preguntó algo asustado él. Al parecer la idea de hacer algo en contra de las reglas le intimidaba lo suficiente. Bartolomeo tuvo que reconducir su argumento si quería convencer a su amigo.

- Gutierrez... Es ilegal porque nos estamos saltando ordenes directas pero... Recuerda tu juramento. Juramos ejercer la justicia mundial, por el bien y porvenir de los reinos en general, y el Ojo en particular. Esto que vamos a hacer, es por justicia, Gutierrez. Confía en mi.

- Tio, pero... -. Titubeó él, pero tras mirarle durante unos cuantos segundos, Gutierrez se dio cuenta de lo que significaba aquello. No solo su amigo Bartolomeo, el Exequia Bartolomeo Kurabu estaba confiando en él para algo que consideraba "Justicia" -. Claro tio, pa' lo que quiera' aquí estoy -. Bartolomeo esbozó una sonrisa después de días sin hacerlo.

- Bien. Gracias tío -. Dijo mientras le daba una palmada en el hombro -. No te preocupes, de lo más peligroso me encargaré yo. Tu tan solo tienes que... -. Sacó una tarjeta del bolsillo de su túnica y se la dio discretamente, asegurándose una vez más de que no había nadie alrededor mirando -. Comprar, alquilar, pedir prestado... Me da igual lo que hagas pero consigue un velero. Con suministros para tres meses de travesía y que esté listo para zarpar en cualquier momento ¿Sabes manejar un barco?

- Claro tronco, lo aprendí en un suplemento de la revista de transportes ¿No te acuerda'? jajaja -. A pesar de que se reía, se notaba nervioso e inquieto.

- Bien, llévalo al Golfo Pedegroso. Al norte de la Isla Delta. Lo tendrás que dejar a unos cien metros de la costa y acercarte con una barca. Aguarda entre las rocas hasta que aparezcan...

- ¿Hazta' ke' aparezcan kie... -. Preguntó Gutierrez pero Bartolomeo le interrumpió mandándolo a callar.

- No puedo decírtelo, ni siquiera estando a solas. No me fío... Tu solo aguarda a que se acerquen y llévalos al barco ¿Vale?

- Enga vale tio, no te ralle'. Pa' lo ke' kiera' aki' me tiene'

- Gracias, Gutierrez -. Y se despidió de él con un abrazo. Puede que fuera la última vez que lo volviese a ver -. Nos vemos.

Y se separaron. Bartolomeo atravesó el corredor donde se encontraban pero se dio cuenta de que tras una de las columnas que daba al patio interior había alguien. Alguien que había estado muy cerca de ellos y seguramente habría escuchado la conversación.

- Cuidado con lo que haces, Bartolomeo -. Dijo él. Bartolomeo se sobresaltó hasta que se dio cuenta de quien se trataba, aunque no por eso sus nervios se calmaron.

- Dave... ¿Lo... Lo has escuchado? -. Preguntó. Dave parecía impasible a pesar de parecer saberlo todo.

- Si... Y solo te diré dos cosas... La primera: Si te descubren serás sentenciado a muerte ¿Lo sabes?

- Si... -. Susurró él mirando al suelo -. Pero en mi juramento acepté el hecho de morir por la justicia. Eso es lo que estoy haciendo ahora mismo. Si el propio enemigo... El propio obstáculo que tenemos somos nosotros mismos... Eso no me importa.

- Es tu decisión, la respeto. Lo segundo que te tenía que decir es: Necesitarás a alguien que te cubra la retirada hasta el Golfo Pedegroso ¿No? -. Propuso Dave. Bartolomeo no ocultó su reacción de sorpresa. El Exequia que había sido compañero suyo durante tantas misiones, su amigo también, le tendió la mano para que se la estrechase.

- Me vendría bien, sí... -. Y aceptó la ayuda de su compañero cerrando el estrechamiento de manos.

.
.
.
.
.
.




Llegó la noche y con ella la tranquilidad de un día que se acababa en las islas de los Protectores del Ojo. Los ciudadanos ya estaban en sus casas cenando, riendo y celebrando la paz y armonía con la que vivían. Pero dos personas que se hallaban en la plaza, frente al Monumento de los Tres. Dos personas ajenas a esa paz y armonía, dos personas que junto con muchas otras eran las responsables de marcar la línea entre el caos y el orden.

- Me pregunto si Los Tres harían lo mismo que vamos a hacer nosotros ahora... -. Meditó Bartolomeo en voz baja.

- Mira el lado positivo -. Comentó Dave mientras se echaba su martillo a la espalda -. Si no lo han hecho nunca podríamos tener nuestro propio monumento por originaldiad -. Bartolomeo soltó una carcajada en voz baja para no llamar la atención.

- Como si alguien nos fuera a tener en cuenta por esto que vamos a hacer. A ojo de todo el mundo seremos criminales.

- Si hace falta convertirse en criminal para hacer el bien dentro de tu propia organización... Es que algo falla en ella...

- Esa frase deberías enmarcarla. Lo has clavado. En fin... ¿Vamos?

- Vamos... Te espero en la salida Norte...

- Si... Allí nos veremos.

Y sus caminos se separaron. Bartolomeo fue hacia la derecha mientras que Dave hacia la izquierda. Pero no sin antes chocar sus puños como señal de buena suerte para ambos. La hora de la verdad había llegado... Bartolomeo no se sentia tan nervioso desde que llegó a la final en las Artes de Sangre XV.

Hice un gran esfuerzo para ganar... Daré lo mejor de mi ahora también para conseguir lo que pretendo.

Llegó hasta el Edificio Penitenciario, cuyas puertas estaban cerradas y el puesto de vigilancia externo estaba vigilado por dos soldados que hablaban entre ellos.

A partir de aquí no hay vuelta atrás. Dave, Gutierrez... Confío en vosotros.

Anduvo hasta que llamó la atención de los guardias.

- ¡Alto! ¿Quién va? -. Preguntó uno de ellos acercándose a la ventanilla.

- Exequia Kurabu, del escuadrón del Almirante Kizaru.

- Exequia Kurabu... Lo siento, señor, pero es imposible visitar el complejo durante la noche...

- Si, si... Si lo se pero... La Exequia Layllaz me ha pedido que traslade un par de prisioneros al sector B para su interrogatorio. Al parecer quedan algunos flecos sueltos sobre las tropas que huyeron de El Primer Puño.

- ¿La Exequia Layllaz? -. Preguntó el soldado que le atendía. El soldado de atrás le susurró que ella era la encargada de los presos de Aldmet-. Ah, si si. Bien, le enviaré el registro de entrada. Un momento -. Dijo mientras preparaba un cuervo.

Mierda... Esto no entraba en mis planes. Rápido Bartolomeo, piensa algo.... Ya se, la actitud de ella... 

- Yo que tu me esperaría a mañana para enviar el informe de registro de mi entrada. Me dio la orden poco antes de acostarse. Estaba de bastante mal humor... -. El soldado se quedó con la piel de la cara en blanco por el miedo que había invadido su cuerpo. Estuvo a punto de enviar el cuervo pero se paró en seco tras escuchar las palabras de Bartolomeo.

Je... Ellos también conocen su carácter... Perfecto.

- Bien... Bien -. Dijo él mientras recogía el mensaje del cuervo y lo devolvía a la jaula. Pero el soldado de atrás nuevamente le susurró, diciéndole que ella tenía una secretaria.

Mierda... ¿Quién coño necesita secretaria? Me cago en todo... Claro, a ella... Puta caprichosa.

- Bien pensado. Mandárselo a ella. Ayral creo que era ¿No? En fin ¿Me dejáis pasar?

- Por supuesto, señor -. Y abrieron la compuerta de la muralla exterior del edificio para que él pudiese entrar.

Maldita Ayral... ¿Por qué no tienes la actitud de tu superiora también? Ahora estoy en una misión contrarreloj... Cuando ella se de cuenta de mi registro de entrada correrá a avisar a su jefa y entonces estaré en un problema. Rápido Bartolomeo.

Caminó a toda prisa entrando en el edificio diciendo lo justo y necesario para que le permitiesen la entrada en las zonas de reclusos. Fue hasta el sector donde se encontraban los grupos de presos retenidos allí por crímenes menores y malentendidos. Los pasillos estaba todos llenos de dispositivos de alarma que si se presionaban, contactarían directamente con los altos mandos de los Protectores para sofocar el problema. Sin duda era la zona para encerrar presos más segura de todo el mundo.

Segura a prueba de cualquier intruso... Lo que no se esperan es que el intruso sea de su propia organización.

Finalmente dio con la celda que buscaba:

- Eh, tú... ¿Luis Suarez? -. Preguntó Bartolomeo a un hombre mucho más delgado y desgastado que el que abandonó El Primer Puño. Suarez se despertó de su frágil sueño junto con los demás.

- ¿No se supone que las vistas interrogatorias son por las mañanas? -. Preguntó uno quejándose por despertarse así.

- Silencio. Estáis de suerte. Os habéis ganado vuestra liberación.

Lógicamente todos se quedaron de piedra e incluso algunos se rieron de mala gana admitieron que la broma no tenía nada de gracia por la hora que era. Pero Bartolomeo no podía perder más tiempo. Intuía que le quedaban menos de diez minutos antes de que Layllaz se diera cuenta de lo que ocurría. Para demostrar rápidamente que iba en serio, abrió la puerta de la celda anulando su sello antimágico y físico. Tras lo cual, la puerta se abrió. Todos se levantaron asustados, como si no creyesen los que veían.

- ¡Rápido! -. Metió prisa el Exequia y todos empezaron a salir sin más dilación de la jaula. Pero cuando Suarez pasó por delante suya le preguntó:

- ¿Por qué lo haces?

- Soy un gran fan de The Shield ¿Recuerdas? -. Respondió con una media sonrisa. Luis Suarez le dio las gracias con una palmada en el hombro se unió a los demás -. Bien... Vamos, no tenemos mucho tiem...


Hubo un destello dorado en mitad del pasillo y donde antes no había nada, ahora estaban la Exequia Layllaz y su ayudante, Ayral. Bartolomeo nunca había sido demasiado bueno con las matemáticas como para calcular el tiempo exacto que tardarían en venir pero sin duda, esto superaba sus expectativas.

- Buenas noches, Exequia Layllaz, Ayral -. Saludó educadamente Bartolomeo mientras se ponía entre los prisioneros y la Exequia.

- Vaya, vaya... Exequia Kurabu. Menuda forma más divertida tienes de solicitar un descenso... Porque por ahora todo quedaría en eso... Más un pequeño castigo, claro; si rectificas ahora mismo.

- Me alegra entonces que algo te haya podido parecer divertido y haya roto tu gesto de asco de siempre... Ahora si me disculpas... -. Conjuró rápidamente, llevando a cabo un solo sello de ejecución, un gato azul brillante hecho de energía arcana -. Lo siento, señores prisioneros. Lo suyo sería que yo mismo os acompañase pero me voy a tener que quedar aquí. No os preocupéis, Katie os guiará y ayudará incluso. Seguidla -. El gato empezó a correr por uno de los pasillos de la prisión y todos se fueron, pero Luis Suarez se quedó. A pesar de que Bartolomeo le estaba dando la espalda porque se estaba encarando con Layllaz, él dijo:

- Gracias por todo, Bartolomeo. The Shield... Evolution... Siempre lo recordará. Espero que pueda volver... No, que podamos volver a verte -. Agradeció él antes de irse. Bartolomeo no dijo nada, solo extendió su mano derecha mostrando el pulgar como símbolo de aprobación. Suarez sonrió y se fue corriendo junto con los demás. Lo que Luis Suarez no sabía es que el Exequia se había emocionado tanto que hasta se le saltaron las lagrimas.

- He sido de ayuda... A alguien... A The Shield... No se quienes serán esos de Evolution pero... ¡HE AYUDADO A THE SHIELD, SIIII! -. Gritó él en lo que sin duda un anime hubiese sido un momento con Bartolomeo llorando mientras una ola golpeaba en un acantilado detrás suya.

- Bartolomeo... Estás llegando a unos límites que sobrepasan la filosofia de los Protectores. Un descenso es muy poco para ti... -. Decía imponiéndose Layllaz -. No voy a dejar que ni tus amiguitos ni tu salgáis impune de esta -. Bartolomeo se puso completamente en serio para lo que estaba por venir. Dos Exequias luchando son ya palabras mayores en cuanto a organización se refiere -. Ayral, atrás. Esto escapa de tus posibilidades.

- A ver si luchando logro recordar quien eras de la época de la academia de instrucción de Exequias... Porque no me acuerdo -. Se burlaba Bartolomeo mientras ejercitaba sus músculos del torso estirándolos de un lado a otro. Pero para sorpresa del Exequia, su enemigo no tenía la intención de que pelearan desde el principio. Sacó una daga de debajo de la cintura de su túnica y la lanzó rápidamente a uno de los dispositivos de alarma que habían a lo largo del pasillo -. ¡Mierd...

Pero la daga chocó en el aire, a pocos centímetros de impactar con el dispositivo que hubiese hecho que los planes de Bartolomeo fracasasen de forma inmediata. Layllaz, que celebraba prematuramente su victoria, se quedó estupefacta al ver que su daga no había impactado en el objetivo. Cuando se fijó para ver en qué había chocado lo vio, una barrera rectángular y translucida se interponía entre el dispositivo y ella.

- ¿¡¡Qué...



- Je... -. Sonreía Bartolomeo. Mostró su mano derecha, la cual tenía los dedos índices y corazón cruzados -. No te lo voy a poner tan fácil, Layllaz... Te presento... Mi barrera de contención... Bwajajajaja -. Se reía exageradamente Bartolomeo de forma malvada.

- ¿¡Entonces para qué te sobresaltaste, idiota!? -. Layllaz estaba hecha una furia. Lógicamente no reconocía la identidad de una barrera con esas características.

- Coño, para añadir tensión al asunto. Que si no, qué aburrimiento... Además, la cuestión aquí es... Si viste una irregularidad ¿Por qué has venido sola en vez de avisar antes a los Protectores? ¿Es que pensabas que no ocurría nada realmente? ¿O te confiaste? ¿O al ver lo que estaba haciendo te has echado atrás en tu intención de pelear y vas a avisar al resto para asi no dañar tu estúpido pelo? -. Bartolomeo lo había conseguido, había provocado a Layllaz. La Exequia se había vuelto roja por la furia e incluso Ayral se tuvo que contener la risa tras los comentarios de Bartolomeo sobre su pelo.

- ¡¡Cállate!! ¡Haz dorado!! -. Conjuró ella y de su índice salió disparado un virote bañado en oro hacia Bartolomeo.. Pero de nuevo una barrera detuvo el ataque. Bartolomeo enseñó su mano izquierda y tenía también sus dedos índice y corazón cruzados.

- Es inútil -. Comentaba él mientras sonreía -. Las personas crean juramentos cuando cruzan los dedos... Juramentos irrompibles. Yo traslado dicho símbolo a mi poder, fusionandolo con mi magia para crear barreras irrompibles.

- Eso es... -. Layllaz no podía dar crédito a lo que estaba viendo, incluso dio un paso hacia atrás.

- Exactamente... El poder de un Eterno. Y ahora... -. Bartolomeo ejecutó de la misma forma varias barreras que sellaron todos los dispositivos del pasillo donde estaban. También creó un par a ambos lados del corredor para impedir que nadie entrase o escapase de allí -. Solo dos personas han logrado sobrepasar mis barreras de contención... Pero tu no eres alguien de esas características... Je.

- Idiota... ¿Crees que me puedes intimidar con un poder únicamente defensivo? ¡Toma estoo! ¡Lluvia de haces dorados! -. De sus manos surgieron decenas, cientos de virotes pero era inútil. La barrera de Bartolomeo que invocó para parar el primer proyectil interceptaba todos y cada uno de los ataques de Layllaz. La Exequia cambió su plan para hacer que los virotes rebotasen en las paredes y pillasen a Bartolomeo en un ángulo muerto pero él parecía bastante experimentado con su sistema de defensa y levantaba más y más para detener todos los ataques de todos los ángulos. Layllaz cesó el ataque considerando tal derroche de esfuerzo inútil -. Qué tontería... Lo único que estás haciendo es parar mis ataques... Tus barreras son muy bonitas pero me puedo quedar quieta y solo tendría que esperar a que los soldados notasen todo el escándalo para que perdieses...

- Ajá... Tienes razón... Mis barreras de contención sirven solo como aptitud defensiva. Por eso tengo más repertorio de barreras Bwajajajaja... -. Bartolomeo disipó todas y cada una de las barreras que dispuso alrededor suya para detener el ataque de Layllaz y conjuró una delante suya, de un color diferente a las demás, azul celeste-. ¡Mi barrera repulsora! Esta barrera contestará a los cuerpos sólidos que entren en contacto con ella... Así que... Atácame... -. Un silencio sepulcral invadió el pasillo cuando Bartolomeo desató tal previsible técnica.

- ¿Eres estúpido? -. Preguntó ella -. Aunque tu barrera pueda tener algún tipo de respuesta ofensiva, obviamente sigue necesitando que... -. Pero Layllaz vio interrumpida su frase cuando algo impactó en ella y salió despedida varios metros hasta acabar en el suelo. Cuando se recuperó miró hacia Bartolomeo. La barrera repulsora no estaba junto a él sino donde ella estaba antes de recibir el impacto -. ¿Qué...

- Diste por hecho que mi barrera era inmóvil, pero lo cierto es ¡Que puedo manejarla a mi antojo! -. Bartolomeo hizo una muestra moviendo su barrera unos cuanto centímetros hacia atrás y delante varias veces -. Prepárate... ¡Barrier crush! -. La barrera repulsora fue a toda velocidad hasta Layllaz para volver a impactar en ella.

- La muerte...dorada -. Conjuró ella y la barrera se detuvo.

De detrás de la Exequia surgió un ente, un ente espiritual que flotaba a medio metro por encima del suelo y la protegía desde la espalda. Parecía una banshee pero no era translucida y verdosa, sino de un color dorado brillante que iluminaba todo el pasillo y casi cegaba a Bartolomeo y Ayral. Las manos de tal ente impedían que la barrera avanzase más. Bartolomeo no daba crédito a lo que veía, por las características de la barrera repulsora, el ente debería de recibir impacto contundente de gran calibre, pero no pasaba nada. Layllaz hizo un gesto con sus manos y el ente desvió la barrera hacia arriba.

- ¡No! ¿¡Qué estás haciendo!? -. Gritó Bartolomeo pero fue demasiado tarde para detener su ataque. La barrera impactó en el techo y hubo un estallido grave que hizo temblar el edificio entero. Cuando la capa de polvo se disipó lo primero que hizo fue acercarse hasta Ayral, la cual estaba sepultada parcialmente bajo una montaña de escombros. Con ayuda de sus barreras pudo sacarla de allí y comprobar que se encontraba estable. Entonces miró hacia arriba. La barrera había provocado un enorme boquete hasta el exterior y Layllaz ha salido por ahí -. Mierda... Los prisioneros -. Conjuró una barrera circular y se montó en ella para que la llevara fuera. Cuando salió al patio del edificio la vio volando, de hecho era bastante difícil no ver a Layllaz con lo llamativa que era su técnica. La siguió a toda velocidad hasta que se detuvo en la plaza donde se encontraba el monumento de Los Tres. Bartolomeo también aterrizó y se dio cuenta de que la Exequia tenía la mirada perdida, como si acabase de despertar de un largo sueño. Fue a preguntar qué ocurría pero el ente desapareció.



- ¿Qué... tenemos... aquí? -. Preguntó alguien que se acercaba desde la entrada más cercana de la plaza. Bartolomeo ya se dio cuenta por qué se había disipado el ente. Su barrera también acabó desapareciendo. Tanto él como Layllaz cayeron de rodillas al suelo por una gran presión que les impedía moverse. La diferencia estaba en que la Exequia se llevaba las manos a la cabeza y gritaba una y otra vez "¡LO SIENTO! ¡YO NO QUERÍA!".

Esta presión mágica... No puede ser... 

Bartolomeo hizo un esfuerzo sobrehumano para alzar la vista y ver de quien se trataba. Tan solo confirmó sus peores pesadillas. El hombre que andaba acercándose hasta ellos dos llevaba una larga túnica color morado adornada con runas brillantes.

- Almi...rante... Tren...ler -. Dijo tras realizar un gran esfuerzo.

- Vaya, vaya... Así que incluso entre nosotros hay ratas... Qué lamentable. Pero también es normal viendo del escuadrón del que vienes.

No tengo ninguna oportunidad... Esto no entraba en mis planes. Solo espero que al menos ellos puedan escapar a tiempo... 

- Oh, perdona. Mi sola presencia hace que te cueste incluso respirar. Tendré que suprimirla -. Sin hacer ningún gesto ni nada parecido, Bartolomeo volvió a la normalidad y tosió varias veces para recuperar el aliento.

- ¡Mi señor! ¡Mi señor! ¡Lo siento muchísimo! ¡Yo no sabía nada! -. Le gritaba la Exequia implorándole al mismo tiempo que se acercaba a él de rodillas.

- No importa. Retírese -. Dijo Trenler sin mirarla. Layllaz se quedó callada y se fue sin decir nada más -. Bien, levántate, Exequia Kurabu. No quiero capturar a una rata que ya se ha dado por rendida. Dame un buen espectáculo.

Bartolomeo no sabía qué hacer. Lógicamente no era rival para alguien de tal poder pero no le quedó más remedio si lo que le esperaba era la muerte. Al menos se aseguraría de morir de pie y peleando. Sin renegar de sus intenciones en ningún momento. Fue a cruzar los dedos de ambas manos pero Trenler habló:

- Esto es perfecto. Tu la cagas, yo te capturó y me encargaré de que tu patético Almirante sea el responsable de todo esto. Ya estaba harto de alguien tan asqueroso como Kizaru...

- No te atrevas a insultar así a mi señor -. Amenazó Bartolomeo con la voz más firme que pudo.

- ¿Ah, no? Claro, tú le verás como alguien respetable porque eres de la misma calaña que él...

- ¡Jaula de barreras! -. Conjuró sumido en la ira Bartolomeo y decenas de barreras repulsoras rodearon al Almirante Trenler, el cual se sorprendió sarcásticamente-. ¡Sentencia! -. Y todas la barreras fueron a encerrarle en una márea de golpes.

Pero Trenler no tuvo ni que moverse para que todas ellas desapareciesen. Bartolomeo tampoco tuvo tiempo para sorprenderse porque recibió un impacto proveniente de algún tipo de ataque del Almirante, el cual seguía totalmente inmóvil. El golpe fue tan fuerte que le dejó sin respiración y casi inconsciente en el suelo. Trenler empezó a andar hacia él.

- En fin, ni un segundo de entrenamiento me has dado. Qué penoso... -. Trenler llegó hasta donde Bartolomeo se encontraba y este solo pudo ver como el Almirante le apuntaba con el dedo índice -. Lamentable el escuadrón de Kizaru...

Aquí se acaba... Por favor... Gutierrez, Dave... Por favor sacadlos de aquí... Que al menos mi muerte sirva para algo... Por favor... 

Lo siento, Luis Suarez. No podremos volvernos a ver... Lo siento, The Shield... No estaré en las Artes de Sangre... Alyx, Dave, Gutierrez, Jellial, Najla, Yün, Garley... Lo siento, chicos... Tenía que hacerlo... 

Y el dedo de Trenler se iluminó con una luz morada. Bartolomeo cerró los ojos aceptando que los iba a cerrar para siempre... Pero escuchó un golpe contundente seguido de una gran explosión.



- Perdona... ¿Puedes repetir todo lo que has dicho, Trenler? Es que mi oído falla en la lejanía... O eso creo.

Bartolomeo abrió los ojos. No habia luz morada, sino luz a secas. Frente a él se encontraba el Almirante Kizaru, con su puño bañado en la más absoluta y pura luz.

- Se...Señor...

- Guarda reposo, Bartolomeo -. Dijo él sin mirarle -. Alyx, llevatelo.

- Si, señor -. Escuchó decir de algún lado a Alyx. Bartolomeo seguía débil y solo podía prestar atención a Kizaru, mientras que era incorporado por quien él creía que era su compañera.

- Señor... Yo...

- No hables... -. Kizaru dio un paso al frente y su puño dejó de brillar -. Has hecho lo correcto... Estoy orgulloso de ti -. Y Bartolomeo no pudo reprimir sus lágrimas, lloró de felicidad al ver que no solo estaba salvado sino que su superior aprobaba lo que había hecho -. Alyx, llevatelo ya. Esto se va a poner serio.

Alyx y Bartolomeo acabaron en el techo de un edificio, no muy lejos de la plaza, podían ver y escuchar perfectamente lo que ocurría allí. Trenler se acercaba hasta donde se encontraba el Almirante.

- ¿Qué significa esto, Kizaru? ¿Tú también?

- Perdona pero... No te escucho decir lo que dijiste antes ¿Fue entonces un fallo mío o... -. Kizaru volvió a iluminar su cuerpo, pero esta vez se trataba de su pie -...Estás echándote atrás?

- Idiota... Si tu yo peleamos... La isla... Podríamos llegar a destruir la isla... -. Comentó Trenler y Kizaru abandonó su tono burlón para ponerse serio.

- Debiste haberlo pensado antes de poner un dedo encima en uno de mis hombres.

Bartolomeo notó como de ellos surgía una gran presión mágica, parecida a la que resonaba a través de Trenler antes cuando hizo que perdiera sus fuerzas. Pero esta vez se encontraba bien, ni siquiera le costaba respirar. Parecía como si cada uno estuviera desplegando sus fuerzas mágicas antes de que chocaran entre sí... Y esas dos fuerzas espirituales colisionando provocaban que...

- La isla... Está temblando... -. Comentó.

.
.
.
.
.
.

- Vamo' locooo ke no hay tiempo que perde' -. Ordenaba Gutierrez mientras guiaba a los prisioneros hasta la barca tras despedirse de Dave. Estos le seguían sin rechistar y bastante contentos de respirar aire fresco tras semanas recluidos. Pero cuando fueron a llegar a la barca, apareció de la nada un individuo con la túnica de los Protectores - ¿Ke coñooooo...

- Lo siento, no podéis iros...

Y en esa zona, alejada de todo el caos y temblor que asolaba la isla kilómetros al sur... Esa zona, sumida en el silencio solo roto por las olas chocando contra la costa rocosa... Esa zona, en paz... Vio su calma alterada cuando se escuchó un sonido mágico... Un estruendo arcano... Parecido a un desgarro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario