27 mar 2016

La familia Oinotna: Sin límites (parte 3)

Y todos los colores fueron invertidos.

Almirante Lionheart


- Ryujin... -. Repitió Wyrth una vez más mientras desenfundaba completamente su cimitarra. En cuanto lo hizo, un campo esférico se expandió desde la hoja y abarcó mucho más que el área donde estaban sus dos enemigos. Todo lo que había en el interior del área había sido afectado por Ryujin, el arma de Wyrth, invirtiendo sus colores -. Reduce tus rivales a cenizas...

- Valerian, mantente al margen -. Ordenó Viejo Oso y Valerian creó una abjuración con la que se mantendría como un mero espectador de ese choque de titanes.

- ¿Un campo de efecto? -. Argoth se extrañó mirando a su alrededor pero soltó una sonora carcajada tras revisarlo de nuevo -. Qué arma tan ridícula, entonces tan solo tengo que...

Hubo una explosión en el lugar donde estaba Argoth Oinotna, el humo surgía como si el lugar donde se hallaba se hubiese convertido en el cráter de un volcán. Wyrth blandía su cimitarra, Ryujin, como si acabase de ejecutar un corte a distancia, en dirección hacia Argoth.

- ¿Te atreves a interrumpirme... -. Se escuchó decir a Argoth -. ...ESCORIA?

Del humo salió disparada una de las dagas que Argoth portaba anteriormente. Wyrth la bloqueó sin dificultad y la daga acabó volando por los aires.

- Je... Alteración.

La daga vibró y se cubrió de una capa negra que se expandió más allá del propio tamaño del arma. Cuando Wyrth se quiso dar cuenta, la materia negra era tan grande como un pequeño edificio.

- Ejecución.

Entonces la energía cesó y mostró lo que ahora había creado Argoth, era la cabeza de un dragón, que se abalanzaba amenazante sobre el protector.

Kelmor, el dragón negro

- Kelmor... -. Solicitó Wyrth y de su hombro surgió la cabeza de un dragón negro que fue aumentando su tamaño hasta alcanzar la de una gran sierpe, el dragón abrió sus fauces y exhaló rápidamente su arma de ácido para desintegrar el dragón que había invocado Argoth -. Se supone que Ryujin te había convertido en cenizas...

- Sí, se supone... -. Por fin Argoth se dejaba ver entre la cortina de humo de la explosión anterior, le faltaba una pierna -. Ese ataque era más bueno del que pensaba.

- Ya veo, lo bloqueaste pero no fue suficiente, has perdido tu movilidad.

- No seas estúpido, un verdadero Oinotna no es vencido tan fácilmente -. Con la mano libre ejecutó un sello -. Alteración -. A través del muñón de la pierna surgió la misma materia negra de antes, que se extendió hasta llegar al suelo -. Ejecución -. Tras esa orden, la materia negra desapareció y la pierna de Argoth volvía a estar intacta, con su vestimenta impecable.

- ¿Qué tipo de técnica es esa? -. Se extrañó Wyrth.

No tuvo tiempo para ser respondido, a la derecha del druida y a la izquierda de Argoth surgió un brillo. Viejo Oso, sin moverse de su altar, había creado una veintena de círculos arcanos, compuestos por runas y demás símbolos brillantes de color azul. Estos flotaban por el aire, separados el uno del otro.

- Secreto arcano: Génesis del fuego -. Conjuró y cada círculo empezó a girar sobre si mismo al mismo tiempo que aumentaba su brillo. Entonces surgieron decenas, cientos de bolas de fuego, pero eso solo de cada círculo arcano. En total eran miles de proyectiles ígneos que devastaron gran parte del enorme jardín de los Oinotna, El campo de batalla se tornó en un campo ennegrecido y compuesto por cenizas incandescentes -. ¿Enfadado por haber destrozado tu jardín, Argoth?

- No realmente -. La figura de Argoth apareció varias decenas de metros por encima del suelo, volaba gracias a que había hecho aparecer una plataforma circular que le mantenía en el aire -. Un verdadero Oinotna no se conforma con un jardín así... ¡El mundo entero será mi jardín cuando sea el rey supremo!

- Eso será mientras te deje -. Wyrth aparecía por el flanco derecho de Argoth, entre el humo.

El Protector volaba gracias a que había desplegado alas negras de dragón desde su espalda y las batía con fuerza para cargar contra su enemigo. Chocó su cimitarra contra la daga que Argoth consiguió manejar para bloquear el ataque. El joven Oinotna sonrió mientras formulaba de nuevo lo que Wyrth pensaba que eran las premisas de su técnica. "Alteración" y la daga volvió a transformarse en una materia negra que se extendió en espiral, rodeando su cimitarra. Al ver eso, Wyrth intuyó que quería arrebatarle el arma y no lo iba a permitir; conjuró instantáneamente un hechizo de inversión gravitatoria para hacerle perder el equilibrio a su enemigo, y lo consiguió. Argoth, que estaba concentrándose en su técnica y volaba gracias a la plataforma que había creado, tuvo que crear otra para no caer hacia el cielo pero eso le distrajo en la alteración de materia negra. Escuchó decir al druida el nombre "Kelmor" y como la cola del dragón negro le golpeaba en el dorso derecho de su torso y, seguidamente, le infligía un enorme tajo en el pecho con su cimitarra. Con tanta potencia lo hizo, que la fuerza de Ryujin hizo que la herida se volviese al rojo vivo y Argoth saliese disparado hacia la otra punta del jardín. Pero Wyrth no tenía tiempo que perder.

- No te creas que me he olvidado de ti -. Dijo sin girarse -. "Viejo Oso"

El suelo enfrente de Viejo Oso se resquebrajó y agrietó, formando un agujero. Él redirigió todos sus círculos activos hacia ahí para anular lo que fuese que el protector tenía preparado. En cuanto un aguijón salió disparado hacia la cabeza de la armadura que conformaba el cuerpo de Viejo Oso, este fue agujereado por cientos de hechizos cortantes provenientes de los círculos mágicos que le apuntaban.

- Previsible -. Fue Wyrth el que pronunció esa palabra -. Pero eso es tan solo su cola...

Por la espalda de Viejo Oso, de nuevo, el suelo se resquebrajó, esta vez a mucha más velocidad que antes. Sin que pudiese reaccionar de ninguna forma, vio como de su espalda surgía lo que parecía ser una oruga gigante cuyas fauces estaban formadas por varias filas de dientes que se perdían en la oscuridad de su inmensa y enorme garganta. La oruga abrió aún más su boca y cubrió por completo el altar y a Viejo Oso con él.

- Devóralo, Ettlyn.. -. Ordenó el Protector y la criatura gruñó y cerró sus fauces sobre la base del altar, arrancándolo de lleno -. Kelmor -. Ordenó una vez más -. Dispara tu aliento reforzado hacia allí -. Señaló hacia el lugar donde había impactado el cuerpo de Argoth.

- Si, señor -. Se escuchó decir una potente voz. Las alas de dragón que Wyrth tenía en su espalda se volvieron mucho más grandes y de ellas empezó a surgir el cuerpo entero del dragón. Su enorme figura abarcaba opacaba enteramente el trozo de cielo que quedaba visible entre las columnas de humo del ataque igneo anterior. Wyrth se situó en lo alto de la cabeza del dragón, formando un sello para potenciar a su mascota. Kelmor disparó su arma de aliento de ácido, esta vez concentrado en un rayo verde brillante, que devastó el punto que su armo le había ordenado.

Unas líneas azules surgieron en la oruga a la que Wyrth llamaba Ettlyn. En cuanto estas líneas se terminaron de formar en torno a su cilíndrico cuerpo, dejaron de brillar. A continuación todo el cuerpo de Ettlyn se rajó por completo allá por donde aquellas líneas habían recorrido su cuerpo. Los cortes eran tan profundos que la sangre emanaba como si de una fuente se tratase, y salpicaba el suelo hasta formar un enorme charco. Y de entre esa sangre, surgieron piezas de armaduras que cayeron al suelo destrozando algunas de las losas del espacio dimensional que había convocado Valerian, seguido de Viejo Oso, que cayó al suelo, de pie.

- Liberación de la primera capa de armadura, completada. Preparaos, enemigos, ahora puedo usar mis brazos -. Y empezó a concentrarse en su sortilegio con tanta intensidad que el espacio a su alrededor se deformaba. Eso preocupó bastante a Wyrth.

- Ambalarth, cura a Ettlyn y sácalo de ahí...

- Si, mi señor -. Se escuchó decir ahora a una voz femenina con tono melodioso.

Ambalarth, la celestial

Del cuerpo de Wyrth surgió una hermosa ángel que voló a gran velocidad hacia los restos de Ettlyn. En cuanto Ambalarth tocó a Ettlyn, los trozos de su cuerpo y la sangre volvió como si se hubiese retrocedido a cámara lenta con lo sucedido hace unos segundos. Siguiendo las ordenes de su señor, Ambalarth cargó con Ettlyn y lo sacó por completo del agujero. El cuerpo de la oruga estaba unido a un torso parecido al de un gigante, pero en lugar de tener brazos tenía unas cortas y afiladas garras. Sus piernas eran mucho más largas de lo normal y acababan en unas aletas fibrosas. Tan solo su aguijón era más largo que sus piernas, parecido al de un escorpión.

- Kelmor... ¿Qué está conjurando?

- No logro identificarlo, Wyrth... -. Respondió el dragón con temor.

- Entonces detengamoslo antes de que acabe. Ayúdame... -. El druida dejó su Ryujin flotando en el aire y empezó a formar extraños símbolos con sus manos y a conjurar. Al mismo tiempo, Kelmor pronunciaba también unas palabras en un extraño idioma -. ¡Conjuración conjunta: Tormenta de venganza enfocada!

Por encima de todo el humo que surgía del campo de batalla, la luna brillaba en una agradable noche despejada. Eso cambió en cuanto Wyrth conjuró su hechizo; Rápidamente el cielo se cubrió densas nubes y el sonido de un trueno vaticinaba el comienzo del hechizo. Comenzó a llover, pero no era lluvia normal, era ácido... Comenzó a tronar, pero no eran truenos normales, eran ondas de fuerza... Comenzaron a caer rayos, pero no eran normales tampoco, eran de color rojo y su intensidad era descomunal. Cada gota de ácido, cada onda de fuerza y cada rayo, apuntaba directamente a Viejo Oso. Wyrth volvió a sostener a Ryujin, apuntando al cielo. A continuación apuntó a su enemigo y el cielo le obedeció: Todos los elementos descendieron con una fuerza implacable, capaz de destruir todo el monte, pero Viejo Oso no se movió de allí.

- ¡Kelmor, retrocede! -. Gritó el Protector, desesperado.


- Secreto arcano: Génesis de la destrucción -. Conjuró y apuntó con la palma de su guantelete armado hacia Wyrth.

El hechizo de Wyrth no tuvo nada que hacer contra el de Viejo Oso, la onda que creó él chocó contra la Tormenta de la Venganza y siguió su paso inexorable hacia el Protector. Kelmor pudo maniobrar a tiempo y el hechizo solo alcanzó una de sus alas y su cola, que fueron desintegradas de inmediato. El dragón rugió y se balanceó en el aire hasta caer torpemente al suelo, Wyrth cayó junto a él, todavía afectado por la intensidad del conjuro que le había rozado. Pero entonces miró hacia su espalda, aterrado. La estela del ataque de Viejo Oso había creado un gigantesco surco en el suelo, donde antes estaba el jardín, donde antes estaba la mitad de la mansión Oinotna... Y más allá del monte, donde antes habían más montañas en el horizontes y nubes de la tormenta que había creado ,ahora tan solo había un vacío, en la tierra y en el cielo.

- ¿Quién... eres tú? -. Preguntó Wyrth aterrado, mientras se incorporaba, pero para su sorpresa, Viejo Oso había perdido la paciencia. Miraba hacia su espalda, hacia la entrada exterior del jardín.

- Valerian... Debemos irnos.

- ¿Iros? -. Argoth aparecía caminando sin ninguna herida y miraba con asco el enorme surco que atravesaba su mansión -. Después de haberme obligado a liberar mi poder, no dejaré que te vayas...

- Está completamente ileso... ¿Cómo es posible? -. Wyrth también estaba impresionado por aquel detalle, había impactado de lleno a Ryujin en el torso de enemigo, seguido del arma de aliento de Kelmor, el más grande de los dragones negros.

- Forma parte de su poder -. Mencionó Viejo Oso, observando a Argoth -. En su primera fase, dispone de una limitada cantidad de materia que puede moldear a su antojo para crear otros tipos de compuestos o seres vivos. Cuando libera su poder...

- Oh, ya que me vas a delatar, deja que lo explique yo -. Argoth alzó sus manos -. Cuando libero mi poder, ya no dependo de la materia negra que viste antes. A partir de este momento, puedo crear lo que yo quiera, lo que sea, Protector... El límite lo pone mi propia imaginación.

- ¿Qué has dicho? Eso va más allá de cualquier poder del Eterno conocible -. Wyrth no podía entender como podía existir un poder así.

- Exacto, porque yo poseo el poder de tres de ellos -. Afirmó Argoth.

- ¿¡Tres!? -. El Protector tragó saliva -. Ya veo... Ambalarth, cura a Kelmor y retroceded...

- Señor...

- Haz lo que te digo. Voy a liberar el poder completo de Ryujin.

- Valerian, nos vamos -. Repitió Viejo Oso.

- De acuerdo, señor -. Valerian disipó su hechizo y empezó los preparativos para deshacer el campo dimensional que ataba la sala de Viejo Oso con el jardín de los Oinotna.

- ¿De verdad te vas a ir? -. Preguntó Arogth, impacientado y enojado -. Apenas ha comenzado nuestro duelo.

- Nuestro duelo comenzará cuando llegue el momento... Pero se han cumplido tres condiciones por la que debo retirarme. Primero, he gastado suficiente Vitalis por hoy -. Al mencionar eso, Wyrth maldijo y apretó los puños -. Segundo, he cumplido con creces mi cometido; Y tercero, se acerca alguien indeseable -. La reacción de Wyrth y Argoth fue idéntica, se sorprendieron al escuchar que alguien más había entrado allí . Nos volveremos a ver... Y esto va por ambos bandos -. Observó también a Wyrth. Finalmente, Valerian deshizo los aros de metal y tanto él como Viejo Oso, seguido de toda la habitación subterránea, desaparecieron.

- Psche... Vaya tontería. En fin, hasta que venga ese otro estúpido, sea quien sea... Tendré que volcar toda mi frustración sobre ti, Protector -. Argoth cerró los ojos y empezó a murmurar -. Me imagino... a decenas de titanes surcando el cielo con potentes alas, en una época en la que el mundo era virgen y los dioses ordenaban a estos secuaces a explorar este mundo ¿Eres capaz de imaginartelo, Protector? ¡Porque yo si!

De la nada surgieron gigantescas figuras de piel metálica, armados con las más esplendidas armaduras y armas que jamás se haya visto en el mundo. Los titanes, batían sus alas de decenas de metros cada una, mientras se preparaban para combatir. Wyrth, que ya había asimilado el alcance de la técnica de Argoth, cerró los ojos y apretó firmemente su arma.

- Ryujin... Yo, Wyrth Lionheart, Archidruida supremo de la corte de los cinco druidas, voy a proceder a tu liberación completa.

- ¿¡Te has vuelto loco, Wyrth!? -. Kelmor había recuperado la conciencia y gritaba a su señor con miedo en su voz y en sus ojos -. ¿¡Vas a liberar al cuarto de nosotros!?

Wyrth no contestó, sino que prosiguió con el ritual de liberación. Y cuando acabó de formular la última palabra, los titanes cayeron.

- ¿¡Qué!? -. Al principio fue Argoth el que se sorprendió pero Wyrth también formuló aquella pregunta, había estado a menos de un segundo de liberar a Ryujin, pero algo había ocurrido justo antes. Los titanes caían totalmente derrotados, todos a la vez.

- Qué lamentable... Lionheart.

- Tú eres... -. Wyrth se giró hacia el origen de aquella voz. Una figura avanzaba hacia ellos, vestía una ancha túnica de color azul oscura con el símbolo de los Protectores en el pecho y debajo de su capucha se dejaba entrever una barba perfectamente recortada de color morada.

- ¿Está aquí Moebius, verdad? -. Preguntó el hombre a Wyrth.

- Mierda ¿Otro Almirante? -. Argoth parecía algo preocupado, su poder no tenía límites a la hora de creación salvo el de su propia fuente mágica. Ya había gastado parte en el combate y no creía que pudiese tener suficiente para enfrentarse a dos al mismo tiempo.

- No estoy hablando contigo -. Despreció el hombre, girando levemente su rostro para referirse a Argoth -. Wyrth ¿Está ahí dentro Moebius, verdad?

Almirante Trenler

- Almirante Trenler ¿Qué estás haciendo aquí? -. Se extrañó al principio Wyrth pero luego agradeció su presencia y suspiró aliviado, su señor estaba salvado entonces -. Sí, está dentro. Los Oinotna no han resultado ser aliados finalmente.

- Ya veo... Bien, gracias -. Siguió caminando, acercándose cada vez más -. ¿Has tenido que liberar casi todo tu poder contra... este?

- ¿¡A quién llamas este!? Voy a destrozarte, escoria... -. Pero lo cierto era que Argoth estaba contra las cuerdas ¿Qué opciones tenía?

- Es más poderoso de lo que aparenta -. Admitió Wyrth -. Su poder consiste en...

Y Wyrth no pudo terminar de hablar.


El Almirante Trenler apareció en su espalda y le clavó un puñal. Argoth enmudeció.

- Sello forzado, regreso de sirvientes -. Conjuró Trenler y el Kelmor, el dragón negro, Ambalarth, la angel y Ettlyn, el ser amorfo, regresaron al cuerpo de Wyrth, fundiéndose con él de nuevo -. Tranquilo, no morirás... Tan solo se me presenta una oportunidad perfecta -. Wyrth seguía sin poder articular palabra, pero si que dejaba escapar sangre de entre sus labios -. Ah, perdón, mi daga te inhibe la capacidad de hablar. No te preocupes tampoco... Eliminación de recuerdos -. Conjuró nuevamente y Wyrth convulsionó repetidamente hasta que se detuvo y su mirada parecía perdida -. Sello forzado, regreso a casa -. Terminó diciendo Trenler y por fin sacó la daga del cuerpo de Wyrth y este empezó a correr hacia la salida exterior del jardín, para abandonar la mansión mediante teletransporte.

- ¿Por qué... Tú... -. Argoth deseaba la destrucción de los Protectores y sabía, mediante las palabras de Moebius, que las deserciones habían salpicado su ejército en los últimos meses. Pero de ahí a que los propios Almirantes se traicionasen entre si, no se lo podía creer. Una prueba más, sin duda, de que él llevaba razón con respecto al sistema imperfecto que conforma la organización.

- Tú... ¿Dónde está Moebius?

- Je -. Argoth volvió a recobrar la compostura -. Si quieres llevártelo, tendrás que luchar por él primero.

- JAJAJAJAJAJAJAJAJA -. El Almirante Trenler se reía con una fuerza descomunal, como si le acabasen de contar el mejor chiste del mundo -. Espera, has dicho ¿Llevármelo? JAJAJAJAJA... ¿Es que no te has dado cuenta? Este escenario es perfecto: Ya he modificado la memoria de Wyrth, el único que acompañaba esta noche a lord Moebius -. Trenler mencionó la palabra "lord" con sumo desprecio -. Y él nunca dice a nadie cuál de los tres Almirantes decidirá llevarse consigo. Para todo el mundo, diré que he sido yo quien le he acompañado hoy y nadie podrá echármelo en cara. Entonces diré "Los Oinotna nos traicionaron... -. Empezó a adoptar una voz aguda haciendo una pobre imitación de como si estuviese llorando -. obviamente acabé con todos ellos pero no pude evitarlo, lo siento..."

- Lo que quieres es...

- Exacto. Voy a matar a lord Moebius y me voy a convertir en el nuevo líder de los Protectores. Bajo mi mandato, ajusticiaré a los rezagados que rechazan ayudar a MI organización; Perseguiré y aplastaré cualquier enemigo que ose enfrentarse a nosotros; Y, finalmente, bajo mi mandato, nadie osará siquiera a faltarnos el respeto. Todo lo que debería haber hecho este hombre desde un principio, solo ahora, que se le escapa todo de las manos, se dará cuenta de que debería haberlo hecho.

- Tenemos un problema entonces, Protector. Verás, necesito a ese hombre vivo, como futuro rehén para destruiros.

- Entonces te aplastaré, aplastaré a toda tu familia, todo este monte. Así podré matar a Moebius y a ti de un golpe.

- Dirás que lo vas a intentar.

- Oh, no, no. Ya lo he hecho -. Dijo Trenler con una gran sonrisa.

No parece que esté mintiendo. Entonces ¿Qué... 

Argoth llevaba razón, Trenler no mentía. Sin haber hecho ningún sello ni haber conjurado nada, el cielo encima de los dos se llenó de fuego: Un enorme asteroide empezaba a caer sobre la mansión Oinotna.

¿Pero cuándo? 

Argoth no tenía más tiempo que perder intentando buscar explicaciones. Se concentró en imaginarse que el asteroide no existía, nunca había estado allí y jamás iba a impactar sobre la mansión. Y al ejecutar su poder así fue, la colosal roca en llamas, desapareció. Pero con un gran precio en el cuerpo de Argoth; Haber usado su poder con algo de tal envergadura y en tan poco tiempo había hecho gastar una gran parte de su poder mágico.

- Vaya -. Trenler silbó sarcásticamente -. ¿Probamos con otra?

- ¡No! Se acabó... -. Argoth juntó las palmas de su mano y el aire comenzó a agitarse nuevamente. Trenler aguardaba con los brazos cruzados, totalmente tranquilo.

El escenario empezó a llenarse de luz, todo a su alrededor se volvía blanco. Era como si el suelo, el aire, el cielo... Como si todo se destiñese hasta alcanzar la nada. Y cuando el último elemento del escenario del monte se disipó y tan solo quedaron Trenler y Argoth, un nuevo escenario surgió a su alrededor.

No era de noche, era mediodía, no estaban en un monte, sino en un desierto. A la derecha de Trenler, las dunas salpicaban el paisaje como olas en un mar, mientras que a su izquierda, el escenario se volvía más llano y agreste. En el horizonte no se podía distinguir mucho la separación entre la arena y el cielo debido a las ondas producidas por el calor.

- ¿De verdad crees que teletransportándonos lejos de allí vas a impedir que...

- Esto no es una teletransportación. Ahora estás en mi mundo, Protector -. Dijo con autoridad Argoth.

- ¿Qué, en tu mundo? Un poco vacío ¿No crees? -. Trenler seguía sin mostrar preocupación ni respeto, y eso le sacaba de sus casillas a Argoth. El Oinotna apretó los puños y dio varios saltos hacia atrás para tomar distancias con respecto a su enemigo.

Vas a aprender a temerme, basura...


- Gracias a mi poder he creado un reflejo de lo que sucedió en el pasado, en este mismo desierto -. Trenler fue a contestarle pero empezó a discernir algo a lo lejos, en el horizonte, detrás de Argoth -. En los desiertos de la ciudad de Khaldin se libró una batalla de grandes proporciones. En dicha batalla, participaron héroes de todas partes del mundo ¡Todos esos héroes, lucharon en su día codo con codo con un Oinotna! ¡Y hoy lo volverán a hacer!

- Tú... -. Trenler por fin empezaba a tomarse en serio lo que estaba sucediendo -. ¿Conoces la historia antigua?

- ¡Observa bien, Protector! -. Argoth señaló hacia su espalda, lo que Trenler aún no conseguía discernir del todo empezaba a acercarse -. ¡Los ejércitos de aquel mundo ahora han sido llamados bajo mi poder de creación! -. El Protector descruzó sus brazos y apretó los dientes. Miles, no... Millones de soldados, armados con distintas armaduras y armas, algunos con túnicas y cetros, avanzaban en formación hacia el frente -. ¡Mis hombres! -. Gritó Argoth hacia ellos -. ¡En el pasado luchasteis con honor y valentía contra el mal que azotaba vuestro mundo! ¡Pues bien, hoy existe un nuevo mal, un nuevo enemigo tenemos ante nosotros! ¡Hacer honor a vuestro juramento y ayudadme a derrotarlo!

Todos ellos alzaron sus armas y gritaron en signo de aprobación. El ejército seguía avanzando, esta vez con más entusiasmo y determinación, por lo que la arena y el polvo se fundió entre sus filas, hasta que alcanzaron a Argoth y se detuvieron.

- No son soldados normales... -. Reconoció Trenler tras usar un conjuro para identificar su fuerza -. ¿De verdad que cada uno de ellos es un héroe?

- ¡Protector, esta es mi mejor técnica! ¡La que usaré para eliminaros y determinar mi supremacía en el mundo! ¡CONTEMPLA, MI "IONIAN YITEROI"*


*Del idioma antiguo Khaldines: Ejército de cinco estandartes.

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