18 feb 2024

Ecos en la oscuridad (entrada escrita por Rubén)

Cuando me desperté, lo primero que noté fue el goteo incesante en mi cabeza, y el dolor de cabeza y de cuello. También esperaba sentir un dolor brutal en el cuerpo, pero no notaba nada. Si algo me decía la experiencia en recibir palizas (y mira que generalmente me pegan bastantes palizas, se puede decir que soy un auténtico connoisseur de palizas, como dirían en Bellafonte) era que el resto del cuerpo debería doler.

  • “Si esta vez no la has palmado ha sido de milagro” - me decía una vocecita en mi cabeza. Como no podía hablar o gesticular mucho, lo único que podía hacer era intentar decirle que se fuera, pero lo único que recuerdo que me salió fue un gruñido que no sé la verdad ni muy bien cómo interpretar. Solo me apetecía dormir más, y estaba rezando a todo lo que conocía para que la maldita regeneración funcionara de una vez y me curara aunque fuera los huesos rotos que asumía que tenía.

  • “David, levántate, no tenemos mucho tiempo” - joder, ¿por qué no se callaba la voz? ¿No me bastaba con el dolor para que también me castigara mi mente con malas pasadas? Al menos era una voz de mujer relativamente agradable, quitando el hecho de que me estaba taladrando la cabeza cada vez que hablaba. Y la maldita gotita que no paraba de darme en la frente, tenía la cara empapada.

  • “Se me está empezando a acabar la paciencia” - ¡Y otra vez! Conforme más se me aclaraba la cabeza, más tomaba forma esa voz. Y también más me daba cuenta, horrorizado, de que efectivamente la paliza me la habían dado. Notaba huesos rotos en varias partes de la cara, y el cuello lo tenía en una posición bastante… bueno, digamos que podía vigilar sin mucho problema mi retaguardia.

Pero lo peor de mi día estaba aún por llegar: cuando digo que me regenero, la gente se imagina que te rompes un hueso y a los pocos segundos está en su posición normal y puedo andar bien. No les falta razón, el problema es que desde el momento de la rotura hasta el de la curación hay un momento que siempre me da escalofríos. La boca se me llena de una saliva con un sabor dulce, y durante un momento empiezo a sudar como en el peor día de verano mientras el cuerpo intenta eliminar el súbito incremento de temperatura que produce el metabolismo acelerado por el FOX. Luego el hormigueo por todo el cuerpo, el corazón a punto de salirse por la boca, las arcadas, y notar cómo los músculos tiran de ellos solos de una manera imposible para recolocar el hueso en su posición. Cuando me volaron la espinilla ya fue malo sentir cómo las astillas se iban juntando lentamente y la bala salía, pero ahora con el cuello creo que nunca había sentido lo mismo. Me vinieron unas arcadas increíbles, y cuando sonó el “CRACK” de los huesos (como cuando te desperezas y parece que de repente algo se ha roto por el sonido) si no vomité fue por pura fuerza de voluntad. ¿Suena jodido? Sí, lo es. Ahora imagínalo con cada corte, golpe, hemorragia, quemadura… La gotita me daba ahora en la nuca, y fue cuando me di cuenta de que estaba boca abajo en una camilla. También me di cuenta de que, efectivamente, el resto del cuerpo me dolía. Al regenerarse los nervios del cuello, sentí durante un instante cómo el resto de huesos rotos y heridas se estaban terminando de cerrar.

Pero bueno, ya me explayaré en la regeneración en otro momento. La parte importante ahora es que la voz seguía diciendo cosas, que sinceramente estaba ignorando mientras el cuello adoptaba una posición de persona normal. Lo que sí es verdad es que cada vez sonaba más enfadada. Y un poco distante, como si no estuviera en mi cabeza.

  • “¡David Sarif, o te levantas ahora o te prometo que la parte de arrancarte el alma que he mencionado alguna vez se va a quedar corta!”

Vale, espera. Esa voz definitivamente me sonaba. Me giré con cuidado en la camilla, aún aturdido, y lo único que conseguí fue caerme de la misma, quedandome sentado en el suelo. Obviamente quien estaba delante mía era Meryl, aunque era un pelín extraña: iba vestida con un traje negro ajustado, y una gabardina larga, el pelo recogido y mirando con una cara que era una mezcla de enfado y preocupación. Sabía perfectamente qué hacer (lo normal era levantarse, y podría haberlo hecho sin mucho esfuerzo) pero preferí regodearme sin repercusiones en lo bien que le quedaba el traje haciéndome el aturdido.

  • “Vale, al menos ya puedes levantarte. Esta sala va a dejar de ser segura en breve.”

  • “¿Cómo que va a dejar de ser segura?” - le pregunté asombrado - “¿Dónde demonios estamos?”

  • “No hay mucho tiempo ahora mismo. Me ha costado mucho encontrarte y la sesión está a punto de comenzar. Si no estás listo, vas a levantar sospechas. Y más teniendo en cuenta el parón que ha habido, seguramente sea una sesión larga y necesites estar en plenitud para no hacerlos sospechar.”

  • “¿Qué?” - ¿qué me estaba comentando esta mujer de una sesión y de un parón? ¿Y por qué estábamos en una habitación mugrienta, con una gotera en el techo y sin apenas iluminar?

Meryl comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación, asegurándose de que la seguía.

  • "La razón por la que estamos aquí... es complicada. A ver cómo te la explico…" empezó, mientras avanzábamos por un corredor apenas iluminado por luces parpadeantes. Se llevó el dedo a la mejilla, pensativa, y a a los pocos segundos dijo: "En resumen, estamos atrapados en un bucle de realidades que se superponen, donde un grupo de lo que podrías llamar demiurgos nos usan cómo piezas en las que contar una historia y hacer continuidad en el universo.”

  • “¿Qué?” - Otra vez anonadado. ¿Que se supone que es un demiurgo?

  • “Puedes pensar en ello cómo… ¿un videojuego? Bueno, tal vez no es el mejor simil”

  • “¿Qué?” - ¿Peró que videojuegos? ¿Qué se estaba fumando Meryl?

  • “DAVID SARIF, SI VUELVES A CONTESTARME CON LO MISMO TE JURO QUE LO DEL CUELLO VA A SER LO MÁS AGRADABLE DE TU DÍA” - El gritó nos frenó en seco en la puerta. Ella, al momento, abrió la puerta un poco y miró de lado a lado. Cuando vio que no había nadie, carraspeó y siguió - “Vale, ya tengo un simíl mejor. ¿Recuerdas esa partida que estais jugando con Gabriel?

  • “¿La de rol? ¿Cómo sabes tú eso? Y no entiendo que tiene que ver eso ahora con...” - La mirada de Meryl me dejó con la palabra en la boca.

  • “No importa el cómo lo sepa. Sé muchas más cosas de las que te puedas imaginar, cosas que ahora mismo son demasiado para ti. Lo que importa es que podrías hacer, por lo que sé hasta ahora, una similitud bastante buena entre esa partida y tu vida.”

Salimos de la habitación a un pasillo apenas iluminado por algunas luces de emergencia. El concepto era absurdo, pero la seriedad con que me lo dijó me hizó dudar. Seguimos avanzando, y ella continuó explicando:

  • "Las sesiones son los momentos en los que nuestras realidades se activan, donde los demiurgos (los jugadores, por llevarlo a la jerga de la partida) toman el control. El parón del que hablé... fue una pausa en el juego, por eso te encontrabas en ese estado de inconsciencia."

  • "Pero, ¿cómo es posible que tú sepas todo esto?" - pregunté, mientras esquivábamos lo que parecían ser cables colgando del techo.

  • "He sido consciente de esto durante algún tiempo. No sé cómo ni por qué, pero empecé a notar las inconsistencias, los patrones repetitivos, las 'reglas' que parecen gobernar nuestras acciones. Y he visto... fragmentos de otras realidades, otros mundos donde también existo. Por alguna razón, soy algo recurrente en muchas de estas capas de realidad. He conocido a uno de tus posibles hijos. He visto a Ellie cómo directora de una universidad en otra realidad. Incluso he conocido a un avatar del que controla tu realidad. Soy su maestra, de un tal Baleny."

Cuándo mencionó a Ellie, me dio un vuelco el corazón. ¿Dónde estaba? No había sido consciente, pero ella había estado conmigo durante el combate contra Prisma y lo que pasó después.

  • ¿Dondé esta Ellie? Tenemos que sacarla de aquí - Dije frenándome en seco.

Por un momento, Meryl tuvo una mirada confusa, como si no entendiera el por qué de la pregunta:

  • ¿Ellie? No te preocupes por ella. Intente buscarla también, pero ella está en otro… sueño, podríamos decir. Sólo te puedo decir que está bien, descansando, y que la vas a ver en breve.

Antes de poder procesar la información sobre Ellie, Meryl me agarró del brazo. "No hay tiempo," susurró, arrastrándome hacia una intersección del pasillo. Miraba frenéticamente de un lado a otro del pasillo, como buscando a alguien, mientras avanzábamos a marchas forzadas intentando no hacer ruido.

De repente, se detuvo en seco, pegando su espalda contra la pared, señalándome que hiciera lo mismo. Con un gesto, me indicó que guardara silencio. Mi corazón latía con fuerza, la adrenalina comenzaba a fluir por mis venas, aún confundido por la situación.

Desde la esquina, una figura apareció. Era un hombre vestido de manera impecable, con un traje que parecía absorber la escasa luz del lugar, dándole un aspecto casi sobrenatural. Su rostro era inexpresivo, con ojos fríos y calculadores. Se movía con una precisión y una calma que contrastaban con el caos y la dejadez del entorno. Había una especie de presión emanando de él, como si su sola presencia distorsionara la realidad a su alrededor.

Meryl me miró, un dedo sobre sus labios, señalando la importancia del silencio. El hombre avanzó por el pasillo cómo buscando algo... o a alguien. Con cada paso que daba el hombre, sentía que la temperatura de mi cuerpo descendía, el sudor empezaba a recorrer mi cuerpo y poco a poco me paralizaba. Vi a Meryl llevarse la mano a la gabardina y sacar una pistola, aunque el pulso le hacía temblar ligeramente. Pero justo cuando estaba a punto de doblar la esquina hacia donde nos escondíamos, se detuvo. Por un momento, su mirada pareció dirigirse directamente hacia nosotros y entonces… mi corazón se detuvo.

Después de una pausa que se sintió eterna, continuó su camino, alejándose poco a poco. Esperamos hasta que su presencia ya no se sintió, hasta que el aire volvió a ser respirable. Meryl exhaló suavemente.

  • "Eso estuvo cerca" - susurró, mirándome directamente a los ojos - "Esos agentes... son los guardianes de este falso velo de realidad. Si nos hubiera encontrado, no sé qué hubiese pasado, pero dudo que nada bueno."

  • "¿Y ahora qué hacemos?" - pregunté, aún intentando calmar mi respiración.

Meryl me miró fijamente, pensativa. Ese momento se hizo eterno, hasta que finalmente sin decir nada, comenzó a andar de nuevo. Llegamos a lo que parecía ser una salida de emergencia, oculta detrás de una cortina desgarrada. Meryl se detuvo, y abrió la puerta. La luz del día era completamente cegadora, y entraba a raudales, sin dejar ver nada de lo que había al otro lado.

  • "Continuar jugando tu papel. Quizás puedas empezar a ver las grietas en la realidad que te rodea. No puedo prometerte respuestas, pero..." Meryl se interrumpió al oír un ruido distante. "Tienes que irte, la sesión está a punto de comenzar.”

Me empujó hacia la luz. El suelo desapareció bajo mis pies, y empecé a caer envuelto en una luz cegadora hacia un agujero en el suelo, a traves del cuál se veía difuminada una habitación de hospital. No sé de quién fue la maldita idea de hacer eso, y si sabía que tengo pánico a las alturas, pero desde luego me acordé de su familia mientras caía aterrorizado hacia el suelo.

=====

  • “Ya era hora de que despertaseis” - La voz de Meryl resono en mis oidos mientras me incorporaba asustado en la cama del hospital. Era lo primero que escuchaba despues de caer insconciente en la torre de Nicolai, tras la batalla contra Prisma. Miré a la izquierda y allí estaba Ellie. No sé por qué, pero tenía la sensación que tienes cuándo te despiertas de un mal sueño, y por algún motivo me alegré al verla, cómo si la hubiera estado buscando.

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