12 jun 2015

La rosa que abandonó el estanque para ser cortada en la mar

Quizás llegó el momento de... 


- Soldado, prepare La Lanza Cristalina -. Decía Sofía mientras caminaba por los pasillos del cuartel para salir dirección a los muelles -. Quiero el barco listo en 15 minutos.

- Si, señora.

Caminaba aprisa. No sabía qué iba a provocar el resultado de sus acciones pero estaba segura de que, a pesar de saltar una orden directa del rey, tenía que hacerlo por el bien del reino. Salió del cuartel y vislumbró el pueblo.

Igual de asqueroso que siempre...

No tenía tiempo para juegos, siguió caminando mientras que sus tenientes la acompañaban. Pero de la nada surgió Joseph, como ella esperaba que pasase... 

- ¡Eh, Sofía... Eh! -. Gritó mientras corría hacia ella. Sofía no se giró en ningún momento, esperó hasta que llegara hacia ella. Así lo hizo Joseph y la detuvo agarrándola del brazo -. ¿Qué se supone que estás haciendo, Sofía?

Ella estaba con cada célula de su cuerpo en tensión. Es cierto que había aprendido a mantener la tensión en combate y de cierta forma, ella consideraba aquello un campo de batalla. Fue a responderle pero no sin antes examinar todo el área con la mirada, cada rincón era crucial. 

- Me marcho de la ciudad, abandono la misión. Te he dejado a cargo de todo, mi hermano y lady Usk lo entenderán.

- ¿Qué? ¿Estás desertando? ¿Estás loca? 

Todo iba según lo planeado. Si sus sospechas eran ciertas iba a suceder cada acto que tenía previsto que ocurriese.

- Voy a volver a la capital, Joseph. El rey lo entenderá cuando le explique lo que pienso que ha sucedido. 

- ¿Y no puedes enviar una carta? ¿Un mensajero? 

- No, es demasiado arriesgado como para ponerlo en la suerte de un persona vulgar o de un cuervo... 

- ¡Sofía! -. Joseph agarró su brazo aún más, parecía hasta asustado de lo que estaba contemplando. Se dio cuenta de que era inútil tratar de convencerla y cambió su tono, levemente más calmado -. Al menos... déjame ir contigo.

- No, te necesito aquí. Tu eres capaz de liderar todo esto y acaba con la amenaza pirata. Debo ir yo sola. -. y Sofía hizo el amago de querer irse pero...

Pero Joseph no soltó el brazo, ella se volvió a girarse para mirarle. 

- No quiero estar sin ti, iré.

Hasta a la Sofía capitana le dolía lo que estaba apunto de hacer, pero debía hacerlo para seguir adelante con su actuación. 

- Cuidado, soldado. Estás reteniendo y entorpeciendo los actos de una Capitana de la Guardia Real de Tydoras.

Joseph ensanchó los ojos de lo impresionado que había quedado. Los tenientes que la acompañaban hicieron caso de las palabras de Sofía y amenazaron a Joseph llevando sus manos a las armas. Joseph la soltó aún sin comprender lo que estaba pasando, como si creyese que estaba en un sueño.

Perdóname Joseph... Cuando lo entiendas todo comprenderás por qué he actuado así... Espérame.

Siguió caminando hasta el muelle pero su mirada no paraba de recorrer cada hueco y rincón de allí por donde pasaban: Un callejón, una ventana, detrás de una caja... Se fijaba en todo. 

¿Cuándo actuarán? 

- Lady Oster, su barco está preparado.

- Bien hecho soldado. Da la orden al timonel de zarpar en cuanto haya su...

- Hermana ¿Qué estás haciendo?

Sofía giró hacia el interior del muelle para ver de donde provenía la voz. Su hermano se encontraba al principio del muelle acompañado de su guardia personal, que curiosamente estaba compuesta por un número bastante alto de guerreros, más del habitual.

Ahí está... ¿Será posible? 

- Hola, Rafael. Siento no poder charlar contigo mucho más pero debo partir... 

- Hermana, debes quedarte. Lo deberías de saber ya... El rey te encomendó una misión, eres la única capacitada para frenar esta amenaza pirata que nos afecta a todos. 

- Joseph está igual de capacitado que yo para llevar a cabo esta misión. Yo debo partir, el rey me necesita.

- El rey ha partido hacia Tilos para solucionar los problemas que ha ocasionado Akshael Oinotna con la princesa Alanne Barlis. No se encuentra en Tydoras y por tanto, si vuelves tan solo vas a desobedecer una orden directa...

¿Qué? ¿El rey no está? ¿Es un truco?

- ... Además, no dudo que Joseph esté igual de capacitado que tu para liderar la situación pero sabes de sobra que los señores nobles no van a seguir otras ordenes que no sean tuyas. Tú eres la designada para esta misión y no un miembro del Comando Tormenta.

Sofía quedó callada durante unos segundos. Quedó mirando a su hermano fijamente, examinando la situación y los pros y contras de cada elección que tenía disponible...

- Está bien... Volvamos...

- Lady Oster... -. Dijo su teniente.

- Cancelad todos los preparativos. Volvemos dentro.

Empezó a caminar hasta que se puso junto con su hermano para dirigirse al cuartel nuevamente. Sofía iba junto con sus dos tenientes y su hermano, con toda la guardia tras él, ni más ni menos que una docena de guardias cubriéndoles las espaldas. Sofía volvía a mirar hacia todos los sitios que podía, iba desplazando sus ojos a cada lugar que sirviera como posible escondite, sin parar; Su hermano le hablaba pero ella no respondía, simplemente hacía como que escuchaba y seguía analizando todo el entorno.

Falta poco...

- ¿Para qué querías volver exactamente, hermana? 

- Pienso que hay un traidor en el reino. No... decir que hay un traidor es exagerar hacia lo bajo. No se que cantidad habrá pero están ahí, esperando su oportunidad para actuar.

Su hermano paró en seco, extrañado.

- ¿Un... un traidor? ¿Traidores? ¿De dónde sacas eso? 

- De los piratas que interrogamos... Están bajo las ordenes de alguien de cierta importancia dentro de los reinos...

- Hermana, son las palabras de un pirata. No deberías de alarmarte tanto por ello, son basura.

- Si, lo se. Pero tras el interrogatorio oficial me quedé para continuarlo yo a mi manera...-. Su hermano la miraba como si no la conociera, incrédulo por los actos de Sofía-. No solo saqué cierta información sino que entre sus pertenencias hallé algo...

- ¿Algo? ¿El qué? -. Su hermano cambió la voz, parecía serio y tosco. Muy distinto a la forma que hablaba antes.

- Un documento. Demasiado bien escrito como para pertenecer a un pirata, No decía gran cosa pero afortunadamente en mi equipo dispongo de un artilugio que identifica la magia, y ese pergamino tenía un aura de ilusión. En otras palabras, escondía algo más en su mensaje...

Llegó el momento... 

-... En fin, continuemos. Seguiremos en el cuartel...

- No.. Lo siento, hermana. No podemos continuar.

Sofía se quedó mirándole. Seguía sin creerse que sus sospechas fuesen ciertas... 


Padre... ¿Tan rencoroso eres?

No podía perder más tiempo. Si quería actuar era ahora o nunca. Si no, quien sabe qué le podría llegar a pasar. No dejaría que su hermano ganara... No... No dejaría que su padre le ganara. No de esta forma. Iba actuar YA.

- ¡Soldados! ¡Arrestad a Lord Rafael Oster ahora mismo! -. Dijo Sofía mientras se separaba de su hermano y su guardia y desenfundaba su espada. Sus tenientes hicieron lo mismo y toda la guardia que había por las calles, su guardia, repitieron junto a ella cuando se dieron cuenta de las ordenes. 

Lord Rafael se encontraba rodeado por más hombres de los que disponía en su guardia personal. Sin embargo, no torció su gesto. Seguía serio, tranquilo, impasible... Sofía esperó.

- Ay, hermana ¿Por qué no te has podido quedar quieta jugando a ser la heroína de Taneir frente a los malvados piratas? ¿Por qué...? ¿Por qué siempre tienes que ser tan testaruda en lugar de reconocer tu posición? 

Rafael suspiró. Sus hombres formaban un circulo alrededor suya, Todos con en guardia y con tan solo una orden de los dos, se produciría una catástrofe. Pero él seguía tranquilo, como si lo tuviese todo bajo control. Chasqueó los dedos y de los alrededores surgieron más de sus hombres, rodeando a Sofía y quedando ella en inferioridad numérica.

- Dime ahora ¿Cómo lo descubriste? Me gustaría saberlo antes de matar a tus hombres y arrestarte.

Sofía sonrió. 




- Te lo diría pero.. voy a estar ocupada matando a tus hombres... ATACAD.

El caos comenzó. La tormenta de espadas ocasionó un estallido de metal chocando contra metal y tras unos segundos, de gritos y sonido de carne despedazándose. Sus hombres estaban preparados para morir, pero antes de hacerlo lucharían con honor y valentía hasta el último momento... Sin embargo, esta no era una batalla suicida. Llegó el momento de demostrarles a todo la capacidad de pertenecer al escuadrón más poderoso de Taneir.

- ¡Ríndete, hermana! -. Dijo Rafael mientras luchaba contra dos de los soldados de Sofía al mismo tiempo-. ¡Estás en inferioridad!

Y así era. Sus hombres caían a un ritmo mayor que el de su hermano. Si seguía así durante mucho tiempo perdería la batalla, pero necesitaba concentrarse el tiempo suficiente para hacer lo que estaba apunto de hacer. Ella luchaba contra tres hombres a la vez. Apenas podía luchar correctamente teniendo la mitad de sus pensamientos en otra cosa; No obstante, no fueron lo suficientemente buenos para ella. Esquivando el ataque doble que hicieron dos de ellos, se agacho para pasar por debajo de sus espadas y acabar con el tercero que se quedó más rezagado atrás. Tanto, que no se esperó acabar con la espada de Sofía atravesándole el cuello. Tras eso, se giró y acabó con los otros dos rajándoles sus espaldas tanto que se aseguró de que su arma atravesaba las columnas vertebrales de ambos. 

Pero para cuando acabó con sus tres contrincantes se fijó en la situación alrededor suya. Casi todos sus hombres muertos, tan solo quedaban dos guardias, sus dos tenientes y ella contra más de una veintena de los hombres de su hermano.

Tan solo unos segundos más... 

- ¿Y bien? ¿Podemos acabar ya con este baño de sangre innecesario, hermana? -. Dijo Rafael mientras limpiaba la sangre de su espada-. Siempre ocasionando el peor de los escenarios allá por donde pasas, Sofía.

Sofía no se dejaría provocar por las palabras de su hermano. No dijo nada y se quedó en guardia, necesitaba sacar un poco más de tiempo pero si peleaban justo ahora sería el fin. Necesitaba entonces sacar algo más de tiempo.

18 segundos.. 

- ¿Por qué, Rafael? ¿Por qué te has rebajado tanto?

- ¿Por qué? Oh vamos, hermana. La pregunta sería como te has conseguido dar cuenta de todo esto. Si te diste cuenta de lo del documento ¿Por qué no arrestarme directamente? ¿Por qué causar tu propia condena? No, se que eres más lista que eso... 

- No se trata de ser lista o no. Se trata de que no pude romper la ilusión del documento así que no sabía a quien estaba persiguiendo-. Rafael quedó algo impresionado por esa respuesta, lógicamente se esperaba que Sofía lo hubiese descubierto todo.

10 segundos... 

- Entonces ¿Hiciste esto como una prueba para ver si era yo? ¿Has dado palos de ciego hasta dar con la solución de suerte?

- No, tampoco se trataba del otro extremo. Eran indicios lo que disponía, ni más ni menos. Pero jamás pensé que realmente los Oster llegasen tan lejos por rencor.

5 segundos...

- ¿Rencor? Oh, hermana. Siempre pensando que eres el centro de atención. No tienes ni idea de lo que realmente está sucediendo entonces... Si crees que padre llegaría tan lejos por ti... En fin, se acabaron las palabras... Soldados, capturadla viva y matad a sus hombres... 

Sofía sonrió. Ganó. 

- Si de verdad crees que este es mi fin, es que subestimas el poder de la Guardia Real.




Mientras decía esas palabras, Sofía se arrancó la manga derecha de su jubón, mostrando un brazalete de cuero negro con cuatro cintas enrolladas a este que se enganchaban con sujeciones de metal. Sofía quitó dos de esos enganches con el dedo índice, desanudando dos de las correas del brazalete.

Hubo un destello seguido de un sonido estruendoso. 

- ¿Qué demonios era eso? -. Preguntó Rafael mientras se cubría su rostro con la mano para evitar el deslumbramiento.

De la nada surgió una estela de luz plateada. Una línea que seguía el trayecto de la espada de Sofía. La Capitana de la Guardia Real se había vuelto tan rápida que lo único visible que se podía seguir con la mirada era el destello de su espada brillante con los movimientos que Sofía estaba realizando. Como si de un torbellino se tratase, la línea plateada circulaba por todos los guardias de su hermano con tanta velocidad que, por ejemplo, tras pasar por el cuello de uno de sus enemigos, este tardaba medio segundo más después en sentir el corte y caer muerto. Uno tras uno, todos los guardias fueron ejecutados de forma impecable. 

La imagen de Sofía volvió a aparecer, majestuosa e imponente, con su espada en mano y mirando a su hermano. Rafael no podía dar crédito a lo que acababa de suceder... Soltó su espada, derrotado.

- Así que este es el poder de un miembro de la Guardia Real... Impresionante.

- Bien, hermano. Hora de acabar con este intento de traición. Hablaré con el rey para despojar a los Oster de su título y tierras. Y por último... Yo, Sofía Oster, te sentencio a morir.

Su hermano sonrió. No... no solo sonrió, empezó a reir... a reirse de una forma exagerada. Sofía jamás había visto a su hermano ponerse de esa forma. Él siempre había sido alguien serio y estricto. Quien tenía ante sí parecía la sombra de su hermano, un ser repugnante. Las risas ceraron... 

- Dime, hermana ¿A cuántos soldados has matado? ¿A cuántos has cortados?

- Es inútil, Rafael. Tus provocaciones no surten efecto en mí... Estás acabado.

- No... Te equivocas... No eres la única que tiene trucos en la manga. 




De repente Sofía dejó de moverse, le costaba mover tan solo un simple músculo. No entendía que sucedía...

¿Cuándo me ha lanzado un conjuro? No... No ha hecho nada... ¿Qué?

Se dio cuenta que sus hombres tampoco podían moverse. No... Era distinto. Se podían mover mínimamente, al contrario que ella que casi se encontraba paralizada. Su hermano recogió la espada y se acercó.

- Hermanita, hermanita. No conocía cuáles iban a ser exactamente tus poderes pero sabía que ibas a hacer algo extraño. Menos mal que tenía preparado en mis hombres un pequeño conjuro que se desataria cuando el primero de ellos fuera golpeado-. Siguió caminado. Los hombres de Sofía Oster intentaron ponerse entre ella y su hermano pero fue inútil, se movían tan torpemente que no pudieron defenderse. Rafael acabó con ellos fácilmente.

Tan solo quedaban él y ella. El pueblo parecía casi un cementerio de lo vacio que se encontraba. Seguramente Joseph estaba en el cuartel, lejos de la costa. Y el resto de hombres habrán sido apartados del poblado por orden de Rafael. Se encontraba sola.

- Bien. Ha sido un buen duelo, Sofía Oster. Ha sido un placer ver como caías en la trampa que te había preparado, por cada ataque que efectuarais tus hombres y tu sobre mis soldados era después el desencadenante de un hechizo de encantamiento que reducía a la mitad tu velocidad por cada enemigo golpeado... Pero el verdadero placer ha estado en ganarte...Demasiado fácil -. Su hermano acarició el rostro de Sofía con la hoja de su espada y posteriormente, la alzó con gesto amenazante-. He cambiado de opinión sobre ti. Estarías mejor muerta-. Y efectúo su ataque. 

Sofía sonrió una vez más.



Un hacha bloqueó el ataque de Rafael. Una vez más su hermano cambió su rostro, sorprendido. Lady Usk aparecía para interceptar el ataque que, de otra forma, ejecutaría a Sofía Oster. 

- Hermano, deberías de saber que las batallas no solo las ganan el poder individual. Sino también la capacidad para disponer aliados sin que tu rival lo sepa. 

Rafael estaba aterrado. De los callejones aparecían caminando lentamente hombres Usk, provistos con sus pieles gruesas y pinturas tribales en sus rostros y brazos. No hubo necesidad de que se pusieran en guardia, Rafael estaba indefenso tan solo del miedo que él mismo sentía. El efecto del conjuro comenzaba a disiparse, podía moverse con mayor facilidad. 

- ¿Se encuentra bien, Lady Oster? -. Preguntó Lady Usk mientras su hacha continuaba pegada a la espada de Rafael. Aunque este ya no mostraba resistencia, se había rendido. 

- Justo a tiempo, Lady Usk. Agradezco muchísimo la ayuda pero la entrada podría haber sido antes, casi no lo cuento. 

Lady Usk sonrió.

- Tenía que darle espectacularidad al asunto. 

Sofía ya volvía a moverse como antes. 

- Creíste que los Usk se encontraban en el mar, hermano. Así te lo hice creer para que estuvieses confiado de hacer tu movimiento, pero en realidad envíe a la mayoría de Usk a la batalla contra los piratas, dejando, como ves, una guardia personal que ha acabado contigo. Jaque mate...

- No puede ser -. Rafael perdió el control de si mismo mientras los Usk le esposaban -. ¡Pagarás con esto zorra! ¡No puedes detenerme! ¡Nadie puede detenernoooooos!

- Haced que se calle -. Dijo Sofía mientras volvía a enrollarse las correas de su brazalete.

Los Usk fueron a ponerle una mordaza pero Rafael habló una vez más.


- ¿Por cuánto tiempo más piensas seguir actuando, Rehlla? 

Sofía se quedó en blanco. Tardó tanto en comprender lo que significaba esa pregunta que para cuando quiso alzar la vista tenía ante ella a Lady Usk girándose. Estaba tan en estado de shock que todo sucedió a cámara lenta... El hacha hizo un movimiento ascendente, hundiéndose en la carne de su torso y rajándolo todo hasta que, incluso, rajó su cuello... 

Todo quedó en blanco y negro, tan solo veía el color de su sangre salir disparada como si de una fuente se tratase. Empezó a caer al suelo pero parecía una eternidad. Durante esa eternidad, vio el rostro de triunfo de su hermano... En su rostro vio realmente la cara de su padre, vengándose por todo lo que había aguantado por años.

Alteza... Goldhiber... Suther... Luriel... Fred... Akshael... Ike... Raenia... 

Joseph... 

Os he fallado... A todos... 

Y todo se tornó de negro. Para siempre.


Y entonces ahora, aventureros... Ahora es justo cuando os dais cuenta de la importancia de la carencia presente. Recordáis los momentos que habéis tenido con Sofía Oster durante vuestra instrucción, durante vuestras misiones, durante los descansos cuando paseabais por la ciudad, parques, campos, montes... Recordáis la última vez que la visteis, cuando partisteis hacia Aldmet. Aquel momento cuando vuestros caminos se separaron y ella os deseo suerte una y otra vez, dolida y triste porque no os iba a ver en meses... Pero no serán meses, sino nunca.

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