15 jun 2015

Un mundo de pensamientos en ruinas.

Día 1:

Tres horas... tan solo tres horas pasaron desde que le comunicaron la noticia de la muerte de su tía y parece que había pasado ya una eternidad. Tres horas en las que Luriel ha estado sumida en las sombras de su mente, en pesadillas que sentía mientras estaba despierta. Esas pesadillas eran el doble de horribles porque se encontraba sola en la habitación del castillo. Fred había mandado a cada consejero a sus respectivos dormitorios mientras se calmaba la situación y alguien se hacía cargo del caos que se había formado en Tydoras.


El propio Fred Marc asumió las veces de voz del orden bajo la aprobación inmediata de Salerton, Olshank y Salastra. Y él mismo se puso a trabajar junto con otros consejeros y guardias especializados en crímenes para indagar que había pasado. Pero realmente, nada de eso le importaba a Luriel; ni quien se ponía al mando ni como habían asesinado a su tía, la reina. Se echó en la cama, miraba al techo, sin lágrimas presentes y observando como, poco a poco, se oscurecía la sala con el paso de las horas y sin que hubiera nadie que encendiera las lámparas.


Mi tía... La única familia que me quedaba... Ahora ya no tengo a nadie. Seres queridos que se van lejos: Sofía, Akshael, Raenia, Ike... Seres queridos que se van para siempre... Al final vuelvo a quedarme sola aquí, sin nadie... 

Escuchó un ruido de fondo, a lo lejos. Parecía como si viniera del otro lado del castillo... No. Como si viniera desde el otro lado de la ciudad. El sonido era seco, continuado y se hacía cada vez más notorio. Fue escuchando más claramente hasta que se dio cuenta de que era su propia puerta. Alguien llamaba.

- Señorita Fiert... ¿Está ahí?

Esa voz... Fred.

- Señorita Fiert... Necesito hablar con usted -. Y volvió a golpear la puerta.

Como si alguien manejara su cuerpo, Luriel se levantó y fue a abrir la puerta. Se encontró con el Fred Marc de siempre, salvo porque no estaba fumando su habitual puro. En cambio Fred notó el cambio repentino en la consejera e instructora: Su rostro apagado, cabizbajo y con la mirada perdida.

- ¿Puedo pasar?

Luriel tan solo emitió un sonido que se asemejaba a un "sí". Fred entró y cerró la puerta. Ella volvió a la cama, pero tan solo se sentó. Tenía la cabeza apoyada en sus manos y miraba al suelo.

- Lo primero de todo... Lo siento. Tu tía... La reina... Era una gran persona. A todos nos entristece su perdida y estoy seguro de que no hay persona presente en la ciudad que le duela más su muerte que a tí.

Luriel alzó la mirada hasta encontrar los ojos de Fred...

¿No hay persona presente en la ciudad?

- Y...¿Y el príncipe? -. Era una estupidez que ella fuera la persona más dolida de la ciudad si estaba Leonar Kengrey, que acababa de perder a su madre.

- He sacado al príncipe de la ciudad -. Luriel cambió su expresión... ¿En qué estás pensando, Fred?-. Antes de que digas nada, lo he hecho por su bien -. Se levantó y encendió las lamparas de la habitación, pues que ya solo se veían penumbras -. Se que necesitaba y querría estar aquí compartiendo su dolor con el de toda la población. Pero he preferido ser precavido y ponerlo a salvo ante la situación que se nos presenta ante nosotros. Hay que comprender hasta qué punto llega la gravedad de la situación y por tanto, la seguridad del príncipe Kengrey está por encima de todo lo demás ahora mismo.

Luriel volvió a bajar la mirada para volver a perderse entre sus pensamientos. Cada palabra que decía Fred Marc era, curiosamente, veneno para sus oídos. No quería escuchar a nadie más, en días, en semanas... Solo que la dejaran sola y en silencio. Pero lamentablemente era miembro del consejo y tenía obligaciones que mantener sobre su espalda, aunque la sola idea de tener que salir de su habitación la aterraba y pensaba que no tendría fuerzas para caminar más allá del final del pasillo.

- Luriel... Se que es duro pero hay que seguir adelante...

- ¿Adelante? -. Luriel hablaba sin que se le viera el rostro, por primera vez se le escaparon lágrimas-. ¿Sabes que es duro? ¡No tienes ni idea! No sabes lo que he tenido que pasar... Y cada día día...-.Empezó a sollozar, apenas podía articular varias palabras seguidas-. desde que he...e...estado aquí, ha sido un... granito de... arena más para estar feliz... En...En... En todas las personas que me han ayudado... Y ahora no están.. Están... lejos, en misiones... o.. muertas... como mi tía... -. Y se sumió en el más profundo llanto.

Fred Marc calló y suspiró. Al final, parecía satisfecho de lo que había conseguido. Lógicamente lo que quería era que Luriel rompiera y llorara por la perdida que acababa de tener. Él pensaba que reprimir el dolor sería mucho peor para Luriel de lo que podría ser por todo lo que le queda por aguantar, pero al menos ya ha dado el primer paso y con su ayuda, podrá continuar hacía delante.

Pero alguien más llamó a la puerta, con mucha urgencia. Tenía prisa. Fred fue a recibirle.

- ¡Señor Marc!

- ¿Qué ocurre, soldado? ¿Una carta?

- Proviene de Les Roses... Sofía Oster ha sido asesinada, señor.

Fred sintió que recibía un mazazo en la cabeza pero tardó un segundo en comprender lo que había provocado ese soldado al decir esas palabras en voz alta, en esa habitación. Se giró al mismo tiempo que escuchaba un ruido, El cuerpo de Luriel Fiert caía torpemente al suelo.

- ¡LURIEL!

Día 2:

Amaneció con tormenta ese día. La lluvia golpeaba las capas empapadas de todas las personas que habían acudido al funeral de la reina. Decenas de casas nobles y cientos de cortes viajaron con urgencia a la capital para darle el último adiós a la reina Illeosa Kengrey, segunda de su nombre y miembro de la casa Azulea, del reino de Kabrey. La alianza matrimonial de Meryn Kengrey con Illeosa Azuela consiguió que la relación de la Alianza de los Protectores se afianzara y reforzara. Estableció rutas comerciales marítimas que ayudaron en la prosperidad del reino compensando las carencias de la posguerra y creando una barrera para los demás reinos aún más poderosa que la que ya había presente de los Protectores.

Todos están aquí... Y el rey de camino de vuelta...

Fred Marc suspiró mientras se masajeaba los ojos . Sin duda que el rey volviera era lo que enemigo quería... Ya se ha quitado a la reina de en medio y pretende seguir quitando obstáculos para lograr su objetivo ¿Pero cuál era realmente? ¿Apoderarse de Taneir?

No mientras yo estuviese al cargo de todo... 

Y después debía ocuparse también de lo sucedido con Sofía Oster. Si el reino ya se encontraba aturdido después del mazazo de la muerte de la reina, encima la muerte de una capitana de la Guardia real, el orgullo de la guardia de Taneir... En la carta detallaba todo lo sucedido por Les Roses. Rafael Oster y Lady Rehlla Usk han traicionado al reino tendiendo una emboscada a Sofía que la llevó a su muerte inmediata. Dicho acto de tal traición dejaba al reino en una situación aún más delicada. Con los piratas atacando las costas y los Oster y Usk el interior... El Oeste del reino parecía casi perdido.

Y si por casualidad los traidores avanzan e invaden Fuerte Águila, nuestro reino estará perdido. Los Goldhiber deben aguantar todo lo posible.

¿Aguantar todo lo posible? Eso suena a dejar vendida a todas las casas nobles, ciudades y poblados que son víctimas de la traición de los Oster y los Usk. Los Bale, Azal, Malael, Fosteb, Les Roses, Silverfish... Si no fueran porque también existe la amenaza por mar quizás hubiera una posibilidad de que rescatar la zona pero con el reino sumido en el caos, el mar inaccesible y encima...

¿Serán los Usk y Oster los únicos traidores?

Las únicas casas que tienen un poder militar considerable eran la de Les Roses y Bale, el resto... Los Fosteb son en su mayoría gente dedicada a la agricultura y ganaderia; Los Malael, casa de elfos, perdieron su esplendor hace mucho tiempo; Los Azal seguramente se cierren ellos solos aprovechándose de su posición geológica; Y los Silverfish tienen una buena flota pero son los que más perjudicados están por la posición en la que se encuentran. Y los Der'go... Si existieran aún, quizás fuera todo más fácil , pero atravesar la cordillera central

No cabía duda... Si querían recuperar el Oeste primero tendrían que reparar lo sucedido aquí... Primero tendrían que encontrar al culpable del asesinato de Illeosa. Entonces una voz interrumpió el rezo del funeral de la reina.

- Señor Fiert ¿Tiene un segundo? -. Fiert se giró, se trataba de Dave Salerton, consejero del reino.

- ¿De qué se trata? -. Susurró mientras se apartaba del grupo que lloraba en luto y daba el último adiós. Se alejó lo suficiente como para poder hablar con tono normal.

- Señor, como usted me dijo examiné el cuerpo de la reina anoche en busca del motivo de su muerte -. Dave tosía de vez en cuando debido a su avanzada edad.

- ¿Y bien?

- Señor, se trata de un veneno. Un veneno especial llamada Lágrima Cristalina. Una sola gota en la bebida es suficiente como para que actúe. Ese veneno afecta al corazón directamente... -. Volvió a toser -. ... Parada cardíaca. No hay contraveneno posible porque cuando se detecta el veneno ya es demasiado tarde...

Un veneno... Eso todavía dejaba muchos frentes abiertos, pero un comienzo era un comienzo.

- ¿Qué más me puedes contar del veneno?

- Bueno... No solamente actúa por ingesta sino también por contacto sanguíneo. En el pasado razas de los bosques la usaban para cazar grandes bestias con tan solo el impacto de una flecha. Si, señor... Fred-. Dijo Dave ante la incredulidad de Marc -. Es un veneno de origen élfico.

Fred se giró rápidamente para mirar al grupo de personas que se encontraban en el funeral. Había estado con ella en la catedral de la ciudad y estaba con ella en el cementerio. Hizo un barrido con la mirada hasta dar con ella... Y allí estaba.

¿Salastra? ¿Será posible? 

No... Si el veneno fue tan fácil de detectar es imposible que alguien como ella fuera la culpable. Todo esto es un juego, un juego del verdadero culpable, que nos quiere confundir y separar como ya lo está haciendo... 

- Señor Salerton, adelantaremos la reunión de los consejeros para mañana. Tenemos que debatir todo esto de una vez.

- Si, señor.

Quizás Luriel no se encontraría todavía con fuerzas para asistir a la reunión pero debía de ser fuerte. Si mostramos debilidad será nuestra perdición ante él, o ellos.

Día 3:

No existía nada ya.

Ni luz ni oscuridad, solo vacio.

Luriel iba caminando por los pasillos del castillo, vestida con su armadura habitual con la que ejercía el papel de consejera e instructora, pero parecía casi como si la armadura la llevara a ella. Caminaba por inercia, no prestaba atención a nada, solo seguía a los dos soldados que la acompañaban hasta la sala de reuniones. Ni siquiera sabía en qué pasillo se encontraba. Cada paso se sentía como un temblor en su mente donde le venían imagenes, recuerdos, sueños... de Sofía, de su tía, de sus compañeros lejanos... No podía aguantarlo más. Se detuvo apoyándose en la pared.

Empezó a llorar desconsoladamente, perdía fuerzas, resbalaba hasta casi caer sentada. Los soldados se detuvieron alertados por el comportamiento de la consejera.

- ¡Señora Fiert! ¿Se encuentra bien? -. Fueron rápidamente a ayudarla a levantarse. Ella se dejó y se quedó de pie pero siguió destrozada, no había forma de hacer que se recuperase -. Vamos señora Fiert, debe de ser fuerte y continuar.

No contestó, simplemente volvió a caminar. Hace dos días se encontraba feliz pensando en todo lo que tenía mientras tomaba un café en una taberna con terraza y ahora no tenía nada ¿Acaso la reunión iba a hacer que se sintiera mejor? No, al contrario. Todo lo contrario.

Tras lo que pareció una eternidad por fin llegó a la sala de reuniones, la recibió Fred Marc abriendo la puerta y cogiendo la mano de Luriel mientras le preguntaba si se encontraba bien. Ella no contestó, simplemente se dejó llevar y entró en la habitación .En la sala de reunión, tan típica, tan conocida, tan usada por los consejeros, no había ni un solo cambio desde la última vez que se requisaron su labor. La mesa con forma elíptica, alargada, prácticamente con dos extremos en ella; alumbrada por un gran ventanal en la pared posterior a la puerta donde entraba la luz del cielo gris. En cada silla había un símbolo o adorno por la que se distinguían su respectivo dueño. Habían muchas sillas vacías... Aparte de los consejeros también participaban en las reuniones los capitanes de la guardia pero ni la de Sofía, ni la de Suther Swam, ni la de Laurence Espino... También estaba vacía la silla del rey y había un hueco donde antes se encontraba la silla de su tía...

Se sentó ante la mirada de todos los consejeros y Fred rodeó la mesa y se sentó casi en el lado opuesto. Luriel se quedó mirando la mesa, cabizbaja, al mismo que la reunión daba comienzo.

- Bien, señores consejeros. Como ya sabéis, he asumido el mando, hasta la llegada del rey, para solucionar los problemas que acontecen el reino de Taneir. Estos son, los tres puntos principales y que pienso que están conectados ante sí: La muerte de la reina Illeosa, la muerte de Sofía Oster y el traidor o traidores al que estamos buscando.

- ¿Piensas que están conectados? Entonces estás deduciendo que se trata de una organización -, Interrumpió Dave Salerton sin reparos.

- Correcto, Dave. Y si no me interrumpís podré dar mi teoría y conclusiones a las que he llegado.

- Estamos impacientes -. Dijo Brav pero con un tono mucho más serio que el de costumbre. Se nota que la gravedad de la situación ha hecho abandonar sus típicas bromas y comportamiento despreocupado.

- Bien, empecemos.


- El primer punto es el más importante y como creo, a pesar de lo que acabo de decir, que van a haber interrupciones... Mejor decirlo ya. -. Fred miró a todos y cada uno de los consejeros. Todos le devolvían a la mirada menos Luriel, que seguía atrapada en su mundo -. En fin, al grano. Pienso que el traidor al que estamos buscando se encuentra entre nosotros, entre los consejeros.

- ¿¡QUE!? -. Gritó Brav sobresaltado. Miró a Fred Marc con expresión de terror y luego a todos y cada uno de los de la reunión.

Luriel, en cambio, no se sobresaltó ni nada parecido. Lo que hizo fue alzar la mirada, lentamente, como si en ella fuese todo a cámara lenta. Asombrada, incrédula, buscó los ojos de Fred Marc.

El traidor ¿Aquí? -. Miró a todos y cada uno, lentamente -. ¿El que ha causado la muerte de la reina? ¿De mi tía? ¿Es también responsable de la muerte de Sofía?

Una llama surgió del interior de Luriel, una llama de ira. Si lo tenía tan cerca... A tan escasos metros... No sabría ni que hacer si descubre quien es... Sus votos de paladín, de mantener el orden, de proteger al débil, de no extralimitarse a más que la rectitud y de no dejarse llevar por sentimientos negativos como la ira... Todo eso le daría igual. A partir de entonces, Luriel se sumó en silencio a las continuas exigencias de los demás consejeros por dar una explicación. La única que parecía impasible era Salastra, que tenía su actitud calmada de siempre, casi ida en sus pensamientos.

- Bien bien, dejad que me explique ya que de aquí surge todo... Esta es mi hipótesis, comencemos de una vez: El traidor se encuentra entre los consejeros, desde aquí tiene acceso a todo tipo de información y puede controlar la situación desde el silencio. Entonces, sabe exactamente como vamos a actuar, lo que vamos a hacer, sabe que movimientos hará el rey, la reina, los capitanes de la Guardia Real. Cada misión, cada aventura, todo lo sabe y puede anticiparse a aquello...

Fred Marc tomó aire, estaba apunto de desvelar algo que no quería hacer pero DEBÍA hacer.

- Entonces... Todo empieza por la misión que se le encomendaron a Akshael Ointona, Raenia Jaeger e Ike Bluefire. A esos tres chavales se les ordenó que viajaran hasta Tilos, la capital de Aldmet, para ayudar en todo momento y en cualquier petición al rey Jace Barlis. Pero yo le di una carta a Akshael Oinotna, una carta que debía entregar en secreto a Wartor Brav, consejero del reino de Aldmet. El caso es que esa carta es sumamente importante. El traidor conocía esa información, al menos en parte, y mandó a que tendieran una emboscada a aquellos tres en el Bosque de los Inquietos. Hizo su primer movimiento y se anticipó a nosotros, ahí es donde empecé a sospechar.

Todos se quedaron boquiabiertos ante la información que les acababa de dar.

Dices que el traidor está entre nosotros... Y luego te pones a ti mismo en evidencia llevando a cabo actividades a espaldas de nosotros... y del rey ¿Qué estás haciendo, Fred? 

No obstante, nadie dijo nada. Todos estaban demasiado impactados y/o demasiado expectantes de continuar con la hipótesis de Fred. El consejero siguió hablando.

- A partir de este punto empecé a hacer yo mis propios movimientos para intentar descubrir algo. Yo mismo fui a Tilos, con la compañía del príncipe para intentar descubrir más cosas... Y lo hice.

Se trataba de Laurence Espino, capitán de la Guardia Real. Viajó sin, que yo sepa, el permiso de nadie ni realizar un solo comentario, hasta las Artes de Sangre 23 para participar y demostrar que era más fuerte que su hermano -. Tras eso, miró al capitán Goldhiber -. ¿Qué pretendía conseguir? ¿De verdad intentaba demostrar algo? Si, supongo que sí. Pero acabó muriendo durante el torneo. Cualquier otro lo vería como un acto desafortunado producto del combate pero empecé a enlazarlo en ese momento con otras cosas que estaban ocurriendo... Y finalmente con lo que ocurrió el día de la muerte de la reina. Ese traidor intenta separarnos, por eso Sofía Oster no se encontraba aquí, por eso Laurence Espino está muerto, por eso Suther Swam se encontraba en una excursión en el bosque... Intentó separar a cada uno de la guardia para desproteger más aún a la reina y que pudiese moverse a sus anchas.

Luriel sintió un calambre en el estómago.


Yo le di permiso a Suther Swam para que fuera con mis alumnos... ¿Acaso él habló con alguien más antes? ¿Alguien le picó para que se fuera? Al fin y al cabo Suther siempre había sido de aceptar retos... 

- Él tiene acceso a lo que les está ocurriendo a aquellos tres en el reino de Aldmet. Y estoy seguro de que aunque no entraba en sus planes algo parecido como lo que ocurrió, se alegró mucho de que las cosas se le torciesen cuando Akshael besó a la princesa. Se quitó un problema de encima, que el rey saliera de la ciudad. Con eso ya tenía casi todo el trabajo hecho y por eso, ha realizado el primer paso, asesinar a la reina.

- ¿Por qué alguien de nosotros iba a intentar hacer eso? ¿Qué sacaría de todo esto? -. Preguntó Dave con un tono más grave del normal. Parece que estaba al borde de un infarto.

- Y si tienes razón ¿Qué consigues contándonos esto, Fred? -. Preguntó Bors inquieto -. Si eso es cierto ¿No deberías callarte y seguir investigando por tu cuenta?

- No, siento que si seguimos callados los unos con los otros seguiremos dentro de su juego. El rey está de vuelta y seguramente sea lo que eso quiera. Con él dolido, será más fácil para él hacerle daño. Tenemos que ser cuidadosos y estar preparados para lo que pueda pasar.

Fred dijo eso pero ocultó parte de la información. Si su teoría era cierta y el traidor es consciente de que él sabe que lo tiene cerca, se decantará por cuidar sus actos. En ese caso habrá acertado y reducirá mucho su círculo de búsqueda. Realmente no sabía si era cierto que el traidor se ocultase ahí. Aquello era, sin embargo, su hipótesis más fiable y debía experimentar para ver si acertaba.

Si el traidor se encuentra aquí, actuará como tengo pensado que actue. Será fácil dar con él.

Luriel se levantó y desenfundó el arma, apuntando hacia el centro.

- Por mi honor como paladina del rayo... Si encuentro a ese traidor... Acabaré con su vida personalmente. Por mi tía, la reina... Por mi amiga, la capitana Sofía Oster... Por Taneir... Por todos.

Ella hablaba por todos, sin embargo miraba única y exclusivamente a Fred Marc. Todos la observaban sorprendidos de su comportamiento en un sitio como aquel. Fred, sin embargo, sonrió.

Al fin tiene un motivo por el que seguir adelante. Se fuerte chica, daremos con él.

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