23 jun 2015

Ecos del pasado.


- Así que vosotros sois aquellos en los que el rey se fijó ¿Eh?

- Sí.. -. Respondieron casi a la vez los tres tímidamente.

- Oooh mira que monos son, Lurieeeel -. Sofía se acercó a ellos y empezó a acariciarles el pelo y tirar de sus mofletes.

- Sofía, son niños, no peluches...

- Que sí pero mira que lindos, tan tímidos -. Sofía se puso más seria -. Supongo que habréis pasado por muchas cosas, chavales. Pero hoy es el día donde todo cambiará ¿Queréis demostrarle al mundo que seguís siendo corderos en el matadero o queréis convertiros en carniceros?

Los tres chavales se quedaron algo estupefactos por la pregunta de Sofía. El más bajo de todos fue a decir algo pero la mujer pelirroja habló antes.

- Vaya comparación... No podrías haber dicho si querían convertirse en hombres de verdad o algo así, no... Carniceros...

- Oh, venga ya. Ellos me han entendido... ¿A qué me habéis entendido? -. Les preguntó Sofía pero a lo que más llegaron los chavales fue a asentir levemente -. Así no avanzamos... Chiquillos, abandonad la timidez que ahora sois como de la familia. De mi familia, de su familia -. Dijo señalando a Luriel-. Todos somos una familia ¿Va? A ver, presentaos.

El niño más bajito fue el que empezó.

- Soy... Akshael... Akshael Oinotna.

- Akshael, bonito nombre ¿Y vosotros? Vamos que si no, no empezamos nunca.

- Yo me llamo Raenia Jaeger y provengo de las tierras de los Tiver.

- Raenia ¿eh? Mmm...

El último de ellos, que se encontraba más callado que tímido, fue el que habló finalmente.

- Yo soy Ike Bluefire, miembro del clan Bluefire de la Cordillera Central.

- Un Bluefire, he oido hablar de vosotros, Ike ¡Me gustáis los tres! ¿¡Estáis listo, chicos!? -. Preguntó alzando la voz y adquiriendo un tono alegre y agudo.

Akshael, Raenia e Ike se miraron incrédulos. El día anterior el rey les dijo que hoy empezarían su instrucción para aprender a combatir. Los tres durmieron mal esa noche pensando que les tocaría sufrir demasiado cuando les tocara conocer a sus instructores y estos fueran duros e implacables en su cometido de instrucción. Llegaron al cuartel sin desayunar y tenían un nudo en el estomago cuando se esperaban conocer finalmente a sus instructores en la sala donde están ahora. Pero no se esperaban nada así. Sofía Oster y Luriel Fiert eran todo lo contrario a lo que ellos creían. Eran simpáticas, amables y graciosas. Casi parecía que fueran como hermanas mayores que cuidarían de ellos en el futuro y entonces, por primera vez en años, los tres sintieron lo más parecido a una muestra de cariño por parte de aquellas dos personas. Finalmente, mirando a Sofía, se sintieron más confiados y sonrieron.

- ¡Sí!

- ¡Bien! ¡Vamoooos! -. Sofía salió de la sala haciendo gestos exagerados con los brazos y piernas; y les guió por los pasillos camino al patio donde comenzaría su instrucción.

Luriel también se encontraba feliz por todo aquello. Los chavales no eran los únicos que habian sufrido en su pasado y ahora, ella también se sentía como si tuviese una familia. Se quedó allí, sonriendo estúpidamente hasta que se dio cuenta que se quedó sola en la sala, lo que la despertó de su éxtasis de felicidad y decidió darse prisa.

Todos hemos pasado malos tiempos y ahora todos estamos aquí, juntos. Gracias, Sofía.

Tras una pequeña caminata, salieron al campo de entrenamiento que constaba básicamente de un patio rectangular donde habían muñecos hechos de paja y tela que se usaban para aprender como atacar, ya fuese cuerpo a cuerpo o a distancia. También habían estante llenos de armas reales y armaduras, las cuales llamaron la atención de los tres niños pero Sofía apagó la llama de la ilusión rápidamente.

- No, no, no... Todavía es pronto para que uséis eso, chavales. Empezaremos por esto -. Y cogió de un cajón tres espadas de madera que repartió entre ellos -. A ver, a ver... Poneos aquí, frente a los muñecos y enseñadme que podéis hacer.

- Pero Sofía ¿Qué pretendes que demuestren? Son niños que no han combatido nunca...

Akshael se sintió algo ofendido por ese comentario y fue el primero en atacar al muñeco. Tras él, sus dos hermanastros también lo hicieron con los suyos. Lógicamente, sus movimientos eran torpes, lentos y débiles pero Sofía examinaba a todos y cada uno de ellos con toda su atención. Tras unos minutos ella empezó a enseñarles las poses que debían de tener a la hora de atacar.

- La pose es esta ¿Veis? Los brazos relajados pero las manos firmes sujetando el arma...

Esas lecciones fueron las primeras de muchas. Los días pasaban y ellos practicaban con sus espadas de madera. Poco a poco iban a acostumbrándose a ellas y empezaban a realizar los movimientos con más sutileza, fuerza y precisión. En tan solo unos meses habían avanzado muchísimo.

- Bien, bien, muy bien -. Decía Sofía mientras les aplaudía.

- Lo habéis hecho fenomenal, chicos -. Elogió también Luriel.

- Pero esto es solo el principio. Está muy bien eso de atacar a un muñeco de entrenamiento pero no esperareis que en un combate vuestro enemigo se quede así -. Comentó mientras ponía los brazos en forma de T y cara estúpida imitando al apariencia de los muñecos -. sin que os ataque ni nada ¿Verdad? No, no... En un combate vuestro enemigo se defiende, os ataca... Así que hora de avanzar un poco más. Hoy lucharéis entre vosotros.

Los tres tragaron saliva. Sabían que ese momento tendría que llegar pero aún así no sabían si estaban preparados para ello.

- Bien, bien. A ver qué tal esto para comenzar: Ike contra Akshael. Vamos,a ver que sabéis hacer.

Ike y Akshael se pusieron uno frente al otro, en guardia. Raenia se quedó al lado de Sofía y Luriel, subida en una caja y con la cabeza apoyada en la mano con gesto de aburrimiento. Cuando Sofía dio la orden, los dos empezaron a luchar. Pero tal y como se temía la instructora, ambos tenían miedo de atacarse y a lo único que se dedicaban era a esperar qué hacía el otro.

- Oye, oye... Si pretendéis ganar aburriendo al oponente, vuestra técnica es muy buena... ¡Vamos, atacaros!

Los dos reaccionaron ante el grito de Sofía y se atacaron a la vez. Sus espadas chocaron la una con la otra y por fin reaccionaron. Los dos se intercambiaron unos cuantos golpes que interceptaron sin demasiados problemas y continuaron luchando hasta que Sofía los detuvo.

- Pues no ha estado del todo mal para ser vuestro primer duelo ¿Eh?

- Yo... Esta espada... Es demasiado pequeña -. Dijo Akshael mirando con decepción su arma.

- Oye Akshael -. Dijo Luriel -. No puedes luchar con algo más grande. Todavía estás aprendiendo los movimientos más básicos y con esa espada pequeña de madera aún te cuesta ejecutarlos. Con algo más pesado solo reducirías tu velocidad y te volverías mucho más fácil de acertar.

- Ya, pero... Si tuviera algo parecido a lo tuyo... -. Dijo señalando la funda de la espada bastarda de Luriel-. O quizás algo como...

 En ese momento, Akshael se fijó en un espadón, en un enorme espadón que iba en la espalda de un soldado del tamaño de un gigante. Iba acorazado con una armadura dorada con la cual, solo hacía que se viese su rostro, serio y decidido. Se trataba de Gregory Godhiber. Gregory se acercó a Sofía para comunicarle algo relacionado con una misión que debía llevar a cabo. Tras eso se fijó en los tres niños y les dirigió unas palabras.

- Veo que estáis entrenando para ser más fuertes. Me alegro mucho, muchachos. Convertíos en luchadores capaces de proteger a algo que queréis y eso os hará más fuertes. Porque incluso gente con vosotros que no tienen familias, aún pueden tener seres queridos, seres a los que proteger. Y en esta ciudad, todos somos una familia, todos nos ayudamos.

Los tres se quedaron sin saber qué decir, Gregory sonrió y les deseó suerte en su instrucción. Tras eso comentó un par de cosas más con Sofía y se marchó. Akshael decidió continuar con lo que estaba diciendo.

- O algo como ese arma, el de Gregory.

- Venga, venga, Akshael. Deja de flipar ya que nos crecemos y no paramos ¿Eh? -. Dijo Sofía sonriendo.

Sin embargo, al siguiente día, Akshael llegó con una espada de madera hecha por él que tenía el doble de longitud y anchura que las que usaban para entrenar. Al principio le costó usarla y no paraba de perder los duelos que echaba contra sus dos hermanastros. Pero cuando se acababan los entrenamientos, Akshael se quedaba solo, perfeccionando su técnica durante horas, hasta que llegaba el anochecer. Al final logró cogerle el truco y poder pelear con su espadón de madera como hacía antes con su anterior espada.

- Akshael es el que tiene más afán de destacar. Siempre busca algo con lo que sorprender, a diferencia de los otros dos que son más reservados -. Le comentó Sofía a Luriel mientras observaban los combates entre los hermanastros.

- Pero eso puede ser un problema. Destacar no siempre es bueno sino que a veces puede provocar que te conviertas en el objetivo de los enemigos.

Al igual que Akshael, Ike y Raenia no se encontraban cómodos con sus actuales espadas. Ike descubrió su verdadero estilo de combate cuando, enfrentándose a Akshael, llevaron su combate demasiado lejos y tiraron al suelo varios estantes de armaduras, espatarrandolas por el suelo y soltando las cadenas que las mantenían erguidas. Akshael en ese momento desarmó a Ike y este fue a rendirse pero no lo hizo. Cogió una de las cadenas del suelo y la usó para derribar a su hermanastro enganchándola en su pierna.

Desde entonces Ike usó unas cuerdas gruesas en las que anudó algunas partes de madera para darles peso en los extremos. Rápidamente adaptó su estilo de combate a uno más agresivo y arriesgado.

- Ike es el más impulsivo de los tres. No usa mucho la lógica pero su instinto no le falla. Ese movimiento con la cadena cuando se encontraba desarmado fue muy bueno. Parece que le gusta mucho la ofensiva.

- Pero a veces el impulso te lleva a actuar cegado por la realidad y a cometer fallos básicos.

Y Raenia, tras un combate contra Ike en el cual este le rompió la espada, se dio cuenta de que se manejaba mucho mejor con el trozo de espada de manera que le quedó en la mano. Pudo maniobrar mucho mejor y llevar a cabo un movimiento increíble que acabó con Ike en el suelo y Raenia amenazándole con su nueva "daga" en el cuello.

Y desde entonces no luchó más con una espada, sino con dos dagas de madera con las cuales, podía llevar su estilo de lucha a un duelo de agilidad y rapidez donde ahí tenía la ventaja.

- Increíble... Raenia es la que mejor de los tres a la hora de luchar. Siempre está un paso por delante de sus dos hermanos y siempre busca algo nuevo que aprender y sorprender. Tiene un afán de superación que le lleva a usar cualquier cosa para sacar ventaja.

- Pero no muestra interés por nada. Es muy individualista y en un combate a veces tienes que confiar más en tus compañeros que en ti mismo.

- ¿Puedes dejar de sacar todo lo malo de los tres, Luriel?

- Perdón, perdón. Pero pienso que son cosas que tendrán que pulir para convertirse en mejores combatientes.

Y los meses se convirtieron en años. Años donde por fin cada uno perfeccionaron sus respectivas técnicas y se volvieron realmente diestros en lo suyo. Sofía pensó que quizás llegó el momento de que se convirtieran en hombres de verdad y les hizo un regalo a cada uno: Armas de verdad. A Akshael le regaló un enorme y majestuoso espadón de acero; A Ike unas cadenas armadas de hierro; Y a Raenia unas pequeñas pero mortales dagas.

- ¡Enhorabuena, muchachos! Ya sois verdaderos combatientes. Pero ahora ha llegado la hora de la verdad... Seguidme.

Sofía guió a unos intrigados hermanastros por el cuartel hasta salir al exterior. Les llevo a la parte trasera del edificio, donde había una ancha explanada que estaba rodeada por unas gradas de madera que tan solo tenían cuatro filas de asientos.

- ¡Bienvenidos a NUESTRO lugar de entrenamiento! -. Gritó Sofía mientras alzaba las manos enseñando todo el lugar.

- Este es lugar donde nosotros entrenamos, los unos con los otros, con armas de verdad. A veces ocurre alguna que otra desgracia, alguna que otra herida -. Rió nerviosa Luriel -. pero no va a mayores. Aquí avanzaréis aún más en vuestra instrucción.

- ¿Y quién es ese? -. Preguntó a Raenia que había avistado a un hombre sentado en las gradas comiendo algo.

- ¿Qué coño? -. Preguntó Sofía. Decidieron acercarse a ver de quién se trataba.

En la parte central de las gradas se encontraba un hombre de mediana edad comiendo palomitas. Vestía con una camisa que se abría a la altura del cuello y unos pantalones anchos y desgarbados. Prácticamente presentaba un aspecto de un plebeyo cualquiera; Pero todos le reconocieron.

- ¿Qué haces aquí, Brav?

- Holaaaaaaa Sofíaaaaa. Holaaaaaaaa Lurieeel. Holaaaaaa chicoooooos ¿Qué tal? Aquí ando yo que quiero ver algo de espectáculo y os escuché hablar de que hoy llevaríais a los chicos con armas de verdad al campo de pelea. Pues aquí estoy jajaja.

- ¿En serio? -. Preguntó Luriel ahora -. ¿Cómo si fuera un torneo? Brav, estos chicos están entrenando, no compitiendo.

- Ya lo se, tía jajajaja pero como las Artes de Sangre queda muy lejos... ¿Sabes que Bartolomeo le ganó a HHH la semana pasada? Vaya pelea tuvo que ser... En fin, esto es lo más parecido que tengo a mi alcance de ver un combate así ¡Vamos chicos, luchaaad! Sofía te apuesto dos monedas a que gana Akshael jajajaja.

Sofía se tapó el rostro con su mano y Luriel suspiró impaciente. Pero alguien más interrumpió la fiesta.

- Sabía que podía encontrarte aquí......SOFIAAAAAAAAAAA

- Oh dios, no puede ser...

Sí, sí podía ser. Entrando al campo de lucha se hallaba Suther Swam, acompañado de dos soldados. El hombre iba casi sin ropa, con el torso descubierto vistiendo unos pantalones cortos y calzando unas sandalias. Llevaba, además, una toalla en su cuello.

- Vengo de la playa, de darme un bañito ¿Qué tal, Sofía? Debes de estar cansada ¿No? No se como sacas tiempo para dormir, entrenar a estos muchachos y HACER TU LABOR EN LA COCINA JAJAJAJAJA

Sus hombres y él rieron. Aunque todos notaron que los dos soldados reían con más miedo que risa en el cuerpo.

*5 minutos antes*

- Eh, vosotros dos. Como no os riáis conmigo os degrado ¿Vale?

*Volviendo al presente*

- Cambio de planes, muchachos -. Dijo una Sofía tratando de contener la ira -. Hoy, como es el primer día, veréis un combate real entre dos adultos...

- ¿Tanto te ha molestado? -. Preguntó Suther entre risas aún -. Perdona, perdona. No pretendía ofenderte y que por esto nos abramos la cabeza, mejor lo dejo jajaja

- NOOOOOOO -. Gritó Brav -. NO LO DEJES SUTHEEER... COMBATEEE, COMBATEEEEE

Todos empezaron a gritar incitando el combate. Incluso los dos soldados se contenían para no unirse al cántico. Suther finalmente acabó cediendo.

- Vale, vaaaale. Pero antes déjame enseñarles algo, Sofía -. Dijo mirando a los tres chavales -. Veo que habéis conseguido vuestras primeras armas de verdad... Enhorabuena chicos.

- Gracias -. Respondieron al unísono.

- Eso está muy bien, muy bien. Más os vale que vuestras armas se conviertan en una parte más de vuestro cuerpo. Si os la quitan, es como perder dicha extremidad. Además de que es lo único que tenéis para luchar. Por eso no me gustan las armas... Yo prefiero estas dos -. Dijo besándose los puños -. Porque un soldado que depende de su espada tiene un gran punto débil. A ver, vosotros dos, sacad vuestras espadas y atacadme.

Los soldados se miraron, dubitativos pero no les quedó más remedio. Sacaron las dos espada y se prepararon para atacar.

- Si no convertís vuestras armas en una parte más de vuestro cuerpo, puede pasar esto -. Dijo y los soldados cargaron. Con un movimiento sorprenderte y tan rápido que casi no pudieron verlo los tres, Suther acabó sosteniendo la espada de sus dos rivales -. Y entonces aquí acaba vuestra ofensiva y empieza la mía -. Siguió enseñando a los tres mientras aplicaba golpes certeros pero no potentes para derribar a los soldados. Los dos acabaron derrotados y se retiraron del campo de lucha bajo orden de Suther-. ¿Véis? Los puños nunca fallan y ahí es cuando ¡De verdad te conviertes en un verdadero luchador cuerpo a cuerpo!

- Que sí, que sí. Que todos nos hemos enterado pero ¿Acaso estás haciendo tiempo para que retire mi propuesta, Suther?

- En fin, si así lo quieres, Sofía. Demos un espectáculo que nunca olviden tus alumnos...¡JA!

Los dos se pusieron en guardia y se quedaron parados, observándose el uno al otro a ver quién decidía dar el primer paso.

- VAMOS SUTHEEER, DEMUESTRA QUIEN ES EL HOMBREEE -. Gritaba Brav Mauncil mientras engullía más palomitas. Se encontraba totalmente ilusionado con la idea de ver un combate así ahora.

- ¡Ánimo Sofía! Enseña quien mandaaaaaa -. Animaba Luriel.

- ¿Quién manda? JAJAJA... Una mujer jamás me mandará, nunca -. Respondió Suther.

- Si tan seguro estás ¿Por qué no apostamos? Quien pierda tendrá que servir al otro durante un mes -. Propuso Sofía.

- Acepto, mujer. Qué bien me vendrá una limpiadora en casa JAJAJAJA

Y así, empezaron a luchar. Todos observaban como se intercambiaban golpes y ejecutaban movimientos que Raenia, Akshael e Ike consideraban imposibles de realizar. Todos, general, estaban felices. Vivían buenos tiempos y tenían personas queridas a su alrededor que demostraban su aprecio de una forma más directa, como Sofía; O de una forma más peculiar, como Suther. Pero todos estaban juntos y se mantenían unidos.

.
.
.
.
.
.
.


Un trueno despertó a Luriel. La tempestad se había vuelto tan fuerte durante la noche que la lluvia golpeaba violentamente en el cristal de su ventana. Pero lo peor no era la tormenta, sino la vuelta a la realidad del sueño que estaba teniendo. Un sueño maravilloso donde todo iba bien, donde no habían preocupaciones ni tristeza.

Volvió a llorar.

Tenía tan vivas esas imágenes, tan presente sus recuerdos. Esos momentos ya nunca se volverían a repetir. Parecían incluso, tan lejanos que juraría que ocurrió en otra vida...

Sofía ¿Por qué te fuiste?

Suther ¿Dónde estás?

Akshael, Raenia, Ike... ¿Volveréis algún día?

No obstante, recordó también la promesa que realizó ese mismo día en la sala de reuniones. Mantendría su palabra. Su movimiento para dar con el traidor empezaba mañana...

No hay comentarios:

Publicar un comentario