1 jul 2015

El rayo que azotó la oscuridad (Fin de Arco de Tydoras)

La mañana llegó tal y como se fue la luz el día antes, con frío, lluvia, tormenta y viento. El aspecto que presentaba Tydoras en ese momento, aún opacada por la capa de de agua que impedía ver demasiado a lo lejos, era aún así de una ciudad marcada por los grandes hitos de la historia que acontece a Taneir. El castillo de cinco torreones se alzaba sobre el acantilado de la zona suroeste de la ciudad, separada por un canal artificial del resto de las zonas, se veía como siempre, majestuoso y impresionante ante la mirada de cualquier persona, sobretodo para los extranjeros que nunca habían observado el castillo de la capital. Hacia el sur estaban los muelles cuyos barcos atracados se mecían bajo el agitado oleaje del mar. Eso no impedía ver ya a personas allí preparándose para zarpar en sus labores de pesca o, también, a trabajar en los edificios cercanos en temas relacionados con las embarcaciones. Al norte del castillo se encontraba la larga y ancha playa de la ciudad, sin un alma presente en ella, era tan solo una capa que lucía gris por el temporal que hacía. Y al norte, el monte donde se encontraba el Altar de los Milagros, prácticamente el único lugar de la ciudad donde que no solo mantenía su belleza a pesar del mal día, sino que incluso, el contraste con el resto de lugares de Tydoras hacía que brillase y resaltase aún más.

El día, a pesar de la agitada y torrencial precipitación, se presentaba como tranquilo y calmado. Un día más de rutina después de los oscuros acontecimientos que habían sucedido en el reino. Un día más donde se intentaría recuperar la normalidad y avanzar hacia un futuro mejor. Campesinos, mercaderes, pescadores, taberneros, burgueses, soldados, capitanes, consejeros, nobles... Todos pensaban iniciar el día esperando que fuese normal y corriente, sin más días de lutos, sin más entierros de miembros de la realeza, sin más problemas... Qué equivocados estaban.

En una de las torreones del castillo de Tydoras, despertaba una joven paladina perteneciente a los instructores de la guardia y también miembro del Consejo real del reino. Tras días oscuros en los que perdió la voluntad de vivir y también las ganas de dormir, Luriel Fiert había conseguido dormir bastante bien y por tanto, descansar y despejarse la mente para lo que tenía planeado. Había dormido tanto desde que despertó por aquella pesadilla, que tenía su pelo pelirrojo desordenado cubriendo también su cara. No tuvo tiempo para espabilarse cuando ya llamaron a la puerta.


- ¡Señora Fiert!-. La voz era la de un guardia de su séquito personal.

Tan temprano y ya jodiendo...

- ¿Qué........ oooocurre? -. Preguntó mientras se incorporaba y un bostezo provocó que alargara la pregunta.

- Señora Fiert, el Señor Marc la llama para una reunión de vital importancia.

¿Vital importancia? ¿Habrá pasado algo?

- ¿Ha ocurrido algo?

- No, mi señora. Fred Marc la solicita para tratar el tema de la Guardia Real.

Guardia Real... Luriel estuvo apunto de volver a venirse abajo al acordarse de Sofía. Pero apretó el puño y se mordió el labio. No iban a haber más lamentaciones, no más lágrimas por el pasado... Se levantó y avisando al guardia de que saldría en breve, se puso a prepararse. Caminó por el pasillo acompañada de sus hombres con la sutil diferencia de que ahora ella iba en cabeza, seria, firme, decidida. Llegó hasta la sala de reuniones donde la esperaba Fred Marc en la puerta. Luriel mandó a sus hombres que la dejaran y tras eso, se acercó hasta el consejero.

- Te veo bien, Luriel -. Comentó Fred Marc mientras sonreía por el mejorado estado anímico de la paladina.

- Gracias, Marc ¿Para qué has decidido llevar a cabo una reunión tan temprano?

- Oh, entra. Son temas de vital importancia para el reino y que nos hemos permitido el lujo de dejar aparte por los desgraciados eventos a los que hemos tenido que asistir, como el funeral de la reina Illeosa. Pero una vez hemos vuelto a la normalidad, tenemos que ocuparnos cuanto antes -. Abrió la puerta y le cedió el paso a Luriel.

La sala de reuniones jamás presentó un aspecto tan desértico como aquella mañana. Ante las bajas ya conocidas de los anteriores días se sumaban la de Gregory Goldhiber, el cual seguramente se encontraría en los cuarteles preparando a la guardia para la llegada del rey; La de Brav Mauncil, que probablemente estaría dormido aún por el esfuerzo que le supone madrugar sea el día que fuera; Y la de Alesia Salastra, la cual Luriel desconocía la razón de su ausencia . Así que en la reunión se encontraban tan solo Dave, Vance, Bors, Fred y ella. Luriel se sentó dando los buenos días a los consejeros, que respondieron con tono lento y cansino. Alguno todavía bostezaba.


- Bien, señores consejeros -. Empezó Fred Marc mientras iba a ocupar su asiento en la mesa -. Lo primero de todo mis disculpas por el horario al que me he visto obligado a convocar esta reunión pero como sabréis el reino sufre y los que quieren verlo arder no descansan en sus esfuerzos. Así que nosotros tampoco ¿Estáis listo para comenzar?

- ¿Ya? -. Saltó Luriel -. ¿Y los demás? ¿Y Brav? ¿Y Aleisa?

- No podemos permitirnos esperarles. He mandado a Aleisa a territorio Salastra, pero antes le he pedido que se pase por el Bosque Denso para que, con sus poderes, localizar a Suther Swan ante el retraso que está teniendo en su aparente normal expedición. Y Brav... Bueno, duerme y no quiere que nadie le moleste...

- Podría llegar el fin del mundo pero no se puede decir lo mismo del sentido de la urgencia de Brav... -. Interrumpió Vance -. Ese hombre, a veces me pregunto por qué sigue en el Consejo.

Luriel se quedó pensativa. Se había dado cuenta de un pequeño detalle que quizás le haría darle demasiadas vueltas al asunto, así que prefirió guardárselo para después cuando comenzara a cumplir la promesa que llevó a cabo en esa misma habitación.

- Así que si nadie tiene nada más, creo que va siendo hora de comenzar -. Fred miró a todos y cada uno de los consejeros allí presentes por si aún tenían algo más que decir. Tras una breve espera continuó -. Bien. El primer punto del día trata sobre la Guardia Real. Es un hecho que esta fuerza de élite no se encuentra en su mejor momento y que es un estandarte de fuerza y poder para Taneir, Tydoras y también el rey Kengrey. Claro ejemplo de ello es la fuerza de Gregory, pero él solo no puede cargar con el peso de tres miembros ausentes.

- ¿También metes a Suther en lo que ha ocurrido? -. Preguntó Luriel extraña intentando ocultar su preocupación

- No se si le ha ocurrido algo o no. El hecho es que se le envió un cuervo informándole de las terribles noticias que han pasado en el reino y ni ha respondido ni ha vuelto de su excursión con los alumnos. No se tardan casi dos semanas en hacer todo esto así que, a esperas de confirmar lo que ha ocurrido, debo de ceñirme a la situación actual: La de que hay tres sillas vacías en la Guardia Real.

A esa expedición estuve apunto de ir yo... ¿Acaso me hubiera pasado algo a mí si hubiera ido? ¿Qué te ocurre, Suther? Tú no eres del tipo de persona que se dejarían vencer tan fácilmente... 

- Así que ante tal situación, lo más lógico sería la de incluir nuevos miembros para suplir la falta de aquellos que no están... Estoy abierto a opiniones. Sugerid a aquellos que creáis que están capacitados para el puesto.

Todos se quedaron callados y pensativos. No era fácil desde luego designar a alguien a un puesto de tal importancia. Incluso su nombramiento sería algo malo para aquella persona que acabase siendo elegida, por el hecho de que en la balanza sería más difícil de mantener las responsabilidades y deberes que disfrutar de los privilegios de pertenecer a la Guardia Real ¿Quién podría realmente llevar a cabo tal función? Sofía, Suther... Aquellos dos lo hacían todo más fácil, apenas se veían afectados por el estrés del trabajo y por tanto, era más fácil de empatizar con ellos. Sin embargo no se podía decir lo mismo de Laurence Espino, siempre reservado y distraído por su ocupación, a veces Luriel prefería no hablar con él por el mal genio que podía llegar a tener de aguantar tantas táreas al mismo tiempo. Y Gregory... Gregory jugaba en otra liga, su poder y voluntad para proteger al reino es incuestionable y sin duda eso lo convierte en el perfecto capitán de la Guardia Real. Luriel se enteró de lo que le ocurrió en las Artes de Sangre 22 pero la verdad es que pensó que fue totalmente injusto para Goldhiber el hecho de que le prohibieran liberar los cierres de su Brazalete de Contención. Pudo haber vencido a Fordreigon de forma aplastante pero lógicamente mostrar el poder de la carta de triunfo de Taneir a tantas personas de tantos reinos diferentes sería algo más malo que bueno, por mucho que podría haber ganado el trofeo que Taneir nunca ha ganado.

- Sugiero a Enrik Tiver -. Propuso Dave -. Es un excelente soldado que sabe luchar muy bien y tiene grandes dotes de liderazgo, templanza y estrategia.

- Es solo un chaval, no creo que esté preparado -. Puntualizó Vance.

- Sofía también era muy joven cuando ingresó a la Guardia Real y probó que la juventud no está enlazada a un mal rendimiento en dicho puesto -. Aclaró Bors.

- Sofía es un caso especial -. Comentó Fred -. Una persona así solo se encuentran en una de cada diez mil. Al lado de ella, Enrik es todavía un crío inexperto. Pero también es verdad que si nos ponemos a comparar con los antiguos miembros no acabaremos nunca; Y sinceramente, es un tema tan importante que necesita ser zanjado ya. Concuerdo con Dave en que Enrik está capacitado para pertenecer a la Guardia Real. Así que se convertirá en el miembro que llene el puesto que se quedó vacante en primer lugar,

Al final todos acabaron conformes con la elección del Consejo en otorgar a Enrik el privilegio de pertenecer a la Guardia Real.

- Continuemos para suplir el puesto de Suther Swan...

- ¡NO! -. Gritó Luriel -. Por favor... Fred. Se que acabas de comentar lo que le ha sucedido y que es muy importante ocupar su puesto pero, por favor, dejemoslo libre... Por si vuelve... -. Todos se quedaron observándola, Luriel estaba un poco sobresaltada. Sin embargo tragó saliva y continuó -. Hemos estado casi dos meses sin sustituir a Laurence, podemos estar así un poco más...

- Señorta Fiert -. Interrumpió Bors -. No es lo mismo ahora que entonces. Estamos en una situación crítica y no nos podemos permitir recortar nuestras propia..

- Por favor... -. Susurró Luriel ignorando a Bors y mirando a Fred. La sola posibilidad de que alguien cubra el hueco de Suther es como confirmar para ella que él no iba a volver nunca.

- Está bien... Dejaremos el tema de suplir el puesto de Suther hasta que Aleisa me mande un reporte de lo que ha ocurrido en el Bosque Denso. Seguiremos por tanto, con la elección para llenar el puesto vacío por Sofía Óster ¿De acuerdo, Luriel?

El puesto de Sofía... Era algo que iba a ocurrir tarde o temprano... Solo espero que la persona que elijan esté a la altura de su legado...

Luriel inclinó su cabeza hacia delante. Cabizbaja, susurró un leve "Está bien". No se encontraba triste del todo, intentaba suplir sus penas con la fuerza que había estado empujándola hoy a moverse. Sin embargo, no escuchó del todo las sugerencias que proponían el Consejo para reemplazar a Sofía. Tan solo nombres y opiniones al respecto de cuando en cuando

- ... ... Teodor Gramp... ... ... tiene gran ferocidad... ...
- ... Maria Pramper... ... casa Tiver... ... ... gran aptitud mágica... ...
- No la considero apta... ... ... ... quizás... ... ... el hijo de Ernest Maran... ... ... un líder militar...
- ¿Alguno de aquellos tres?... ... ... Akshael... ... ... Ike... ... ... ... Raenia...
- Demasiado novatos... ... ... ... ... todavía tienen mucho que aprender... ... ... ...
- ... ... ... En unos años quizás... ... pero aún no... ...

Pero entonces la voz de Fred Marc captó la atención de Luriel. Cortó la distracción que tenía la paladina como una espada raja la carne...

- Propongo a Luriel Fiert como miembro de la Guardia Real.

Todos la miraron, y ella al mismo tiempo no pudo pronunciar palabra alguna ¿Ella como miembro de la Guardia Real? ¿Sustituyendo a Sofía?

- Creo que... -. Continuó Fred ante el silencio que gobernó la sala -. Es la única que realmente está a la altura de Sofía Óster en disciplina, talento, templanza y poder.

Dave y Bors asintieron, pensaban que era la mejor opción para honrar la memoria de Sofía. Sin embargo Luriel no dijo nada y al final, Vance fue el que saltó.

- Lo siento, Fred, pero como miembro del Consejo debo rechazar la propuesta que acabas de hacer -. Dijo tajante Vance Tiver ante la sorpresa de Dave y Bors. Quizás ellos lo consideraban como un insulto para Luriel, pero la paladina no cambió su gesto, su sorpresa, su asombro... -. Es cierto que Luriel es la mejor para el puesto si tenemos en cuenta esas aptitudes que acabas de mencionar. Pero tiene un defecto que considero que es clave de mencionar para que no se acepte su puesto en la Guardia Real. Lo siento, Luriel, pero debo decir las cosas tal y como las pienso; Y pienso que te dejas llevar demasiado por los sentimientos y eso afecta a tu rendimiento como instructora. Afortunadamente el puesto de instructora es medianamente irrelevante y el de consejera... Puedes estar más o menos callada mientras que el resto trabajamos...

- ¡Vance! -. Interrumpió Dave llamándole la atención -. ¿No crees que te estás pasando?

- No... No se está pasando -. Comentó Fred Marc -. Realmente tienes razón, Vance. Luriel, te dejas llevar muchos por los sentimientos, sobretodo por los negativos. Cualquiera que sea consciente de ese defecto sabrá que no puedes pertenecer a dicho puesto. Pero...

- Estoy preparada... Estoy preparada para el puesto, Marc... Consejeros, se que estoy lista.

Todos la volvieron a mirar. Vance la miraba con recelo pero Fred sonrió.

- Pero... -. Prosiguió -. Se que siempre te abordan dichos sentimientos por el amor que tienes a Taneir... Consideras a todos y cada uno del reino como miembro de la familia por eso te sientes apenada por las recientes perdidas. Y se que podrás reconducir ese pesimismo, como estás haciendo ahora, para ejercer una buena labor. Se que lo harás, por lo que significó tu amiga, Sofía, para tí. Así que creo, Vance, que está decidido... Luriel Fiert se convertirá en nuevo miembro de la Guardia Real.

Finalmente Vance Tiver aceptó y por tanto todos estuvieron de acuerdo en la decisión de que Luriel Fiert asumiera su tercer cargo en el reino como miembro de la Guardia Real, junto con su puesto de Consejera y también de Instructora. Luriel apretó el puño, más confiada que nunca.

Lo haré bien... Honraré tu memoria Sofía... No te arrepentirás... 

- Bien... Y con este tema zanjado, debemos pasar a las malas noticias. Mis señores, los piratas que han estado atacado a la costa, se han aliado con los Óster y los Usk, si es que no lo estaban ya. Sea como fuere, esto nos deja en una situación peor en la que ya estábamos...

- Si eso es cierto -. Continuó Bors -. El Oeste del reino está perdido. No tenemos fuerzas suficientes allí para detener toda la invasión de ambas fuerzas unidas. Deberiamos intentar salvar a todos cuanto pudieramos e intentar defender el bastión de Fuerte Águila junto a la puerta Este...

- ¿Desalojar el lugar de donde viven a las cientos de miles de personas? Considerando que podamos será clavarnos una estaca nosotros mismo -. Contradijo Dave -. No podemos atender a tanta gente, ya sea en cuestiones sanitarias para atender sus heridas o en asuntos alimenticios. Mucha gente moriría de hambre y eso provocaría la furia de la población.

- Es cierto que estamos al límite. Cualquier decisión tiene más desventajas que ventajas pero debemos tomar una y debemos tomarla ya -. Comentó rotundamente Fred Marc -. Si dejamos esas personas a su suerte mucha gente morirá, o peor, acabarán uniéndose a los Óster y Usk... Si las traemos hacia el Oeste del reino pasará lo que ha comentado Dave... Quizás lo más viable sea mandar un escuadrón hacia allí e intentar defender Ridores. Si Les Roses se mantiene firme puede que el resto de casas nos apoyen aprovechándose de la ventaja que tendríamos. Si no, siempre podríamos intentar llegar hasta los Malael desde la Gran Cordillera y sorprenderles por la espalda.

- ¿Pasar a través de la Gran Cordillera? Nadie lo ha hecho en años y menos un ejército -. Puntualizó Dave con su correspondiente carraspeo.

- Ya he comentado que todas las opciones tienen más desventajas que ventajas. Y en una situación tan en contra lo mejor es apostar por la elección en la que podríamos ganar más. Un ejército preparado, comandado por un miembro de la Guardia Real, atravesando la Gran Cordillera... Estoy seguro de que podría salir bien. Si no os gusta la idea, simplemente podemos formar el mismo escuadrón que he mencionado y llevarlo de refuerzo por Fuerte Águila hacia Ridores. Tanto si no está tomada como si la acabamos recuperando... Si tomamos Ridores tendremos a favor nuestra controlar Corriente Fluvial y con eso evitar el avance del enemigo.

- Estoy preparada -. Saltó Luriel. Quería demostrar lo que valía; Que era capaz de llevar a cabo su papel como miembro de la Guardia Real; Y además... Quería venganza... Matar ella misma a Lord Óster y Lord Usk.

- No -. Dijo tajante Fred Marc -. No te designaré tal misión Luriel -. La paladina se llevó un chasco que se le notó en su expresión, pero Fred continuó -. No dudo de tus capacidades de combate pero hay dos impedimentos para que tu vayas. El primero es que no conoces el Oeste del reino. Para ti sería como terreno salvaje y eso daría ventaja a nuestros enemigos, eso sin mencionar que si finalmente acabamos atravesando la Gran Cordillera sería muchísimo peor por tu falta de conocimiento del terreno montañoso. La segunda es tu implicación emocional; Acabo de defender tus sentimientos pero sería un error mandarte directamente a por quienes asesinaron a Sofía Óster. Te ofuscarías y podría provocar dar un paso en falso y fracasar en la misión.

Luriel no mostró enfado alguno. En realidad Fred llevaba razón con lo que había comentado: Jamás había pisado más allá de Fuerte Goldhiber, desconocía aún más como viajar a través de la montaña... Y la venganza, era lo más sensato que había dicho Marc en lo que llevábamos de reunión.

- ¿Entonces? ¿Elegiremos a nuestro recién seleccionado Enrik? ¿O esperamos a si vuelve Suther? -. Preguntó impaciente Vance.

- Yo opto por... -. Empezó lentamente a hablar Fred mientras miraba a todos -. Llevar a Goldhiber.

- ¿Qué?

- ¿¡Estás loco!? ¿¡Nuestra carta de triunfo!?

- No puedes estar hablando en serio Fred... Sin Goldhiber, la capital estará aún más desprotegida...

- Goldhiber es nuestra carta de triunfo -. Afirmó Fred Marc -. Una carta de triunfo que si seguimos escondiendo en la capital, la acabaríamos usando cuando ya estuviera el enemigo a nuestras puertas después de que ellos hayan conquistado el resto del reino. Si no aprovechamos el potencial de Goldhiber ahora nos arrepentiremos más tarde -. Fred se levantó, para decir una verdad que acabaría convenciendo a todos -. El enemigo se ha reído, burlado, ninguneado y jactado de nosotros con traiciones, asesinatos e invasiones mientras que nosotros nos preocupamos de mantenernos aquí, a salvo ¿Pues sabéis lo que os digo? Que si ellos creen que nos vamos a esconder aquí, están equivocados. Goldhiber los aplastará y gracias a su poder recuperaremos el Este.

Todos acabaron no solo convencidos sino también conformes ante el discurso de Fred Marc. De repente, Luriel sintió que todos los problemas que tenían se habían minimizado un poco. Goldhiber, el destructor de legiones... Eso seguro que no se lo esperarían los rivales...

Espera... 

Fred cree que el traidor se encuentra aquí. Entonces... ¿Por qué decidir esta estrategia tan abiertamente ante todos? Si el traidor quiere que Taneir llegue a su fin, lógicamente preferirá avisar a los Usk y Óster para no perder la ventaja de la situación, esté o no aliado con ellos. ¿En qué estás pensando Fred?

- Y sin más, aquí acaba la reunión, señores. Espero veros en unos días y espero que sea para comunicaros buenas noticias -. Finalizó Fred Marc y todos empezaron a levantarse para salir de allí.

¿Ya está? ¿Y entonces por qué hemos tenido esta reunión tan temprano, Fred, y no a una hora normal? Tampoco hemos tardado tanto en solucionar lo que había que solucionar... 


- ¿Tienes algo más que hacer, Fred? -. Preguntó curiosa Luriel. Había fingido que tenía un problema con la manga de su cota para quedarse allí más tiempo y por tanto, a solas con el Consejero.

- Sí, Luriel. Debo partir en pocas horas. El rey está al llegar y estará demasiado apenado por todo lo que ha sucedido en su ausencia. Querrá tener a su hijo con él, voy a recoger al Príncipe. Aunque antes debo pasarme por Lafru para hablar con el hijo menor de Ernest Maran. Quiero asegurarme de que podremos contar en breve con sus tropas en nuestro ejército ¿Vas hacia el exterior del castillo? -. Luriel asintió -. Te acompaño entonces, yo también salgo.

Luriel se levantó y comenzó a andar hacia el exterior del castillo. Ahora, aunque todavía acompañada de Marc, se encontraba libre y seguramente su nombramiento oficial como miembro de la Guardia Real se llevaría a cabo en los días siguientes.


- ¿Y donde se encuentra el Príncipe? -. Preguntó Luriel asegurándose de que no había nadie por el pasillo por donde iban.

Fred sonrió aunque Luriel no supo distinguir si su sonrisa era sincera o sarcástica.

- ¿Sabes, Luriel? A pesar de tan directa pregunta se que es imposible que seas el traidor al que estoy buscando.

- ¿Y por qué no podría serlo?

- Es una pregunta fácil de responder. Tú nunca habrías permitido la muerte de Sofía Óster.

- Asumes por tanto que el traidor está aliado con los Usk y los Óster...

- Es lo más posible, teniendo en cuenta que ambos quieren destruir el sistema actual de Taneir.

- O quizás lo sabes -. Ambos miraban al frente mientras caminaban pero esta vez Luriel miró a Fred y este le devolvió la mirada -. Es difícil no sospechar de ti a veces, Marc.

- ¿De mí? ¿De verdad crees eso?

- Vas de justiciero diciendo que vas a encontrar al traidor pero al mismo tiempo tus secretos, mentiras y decisiones hacen que sospeche más de ti que de nadie. Primero, nos ocultas la carta a nosotros y al rey. Y luego vas diciendo por ahí lo que el traidor quiere de nosotros pero al mismo tiempo efectúas los movimientos que dices que es lo que querría él. Como lo de separarnos... Sacas a Salastra de aquí y ahora también a Goldhiber. Marc, has dicho que sabes que es imposible que el traidor sea yo pero no puedo decir lo mismo yo de ti. Por ello necesito que me digas donde está el Príncipe.

Fred se detuvo y miró a ambos lados, cogió de los hombros a Luriel y dijo:

- ¿Entonces soy tu principal sospechoso? ¿No crees que eso es lo que querría el auténtico traidor? Si fuera yo, el Príncipe ya estaría muerto-. Luriel se quedó callada... Tenía razón en eso -. Fui yo quien le puso a salvo lejos de aquí. Fui yo quien investigué la muerte de tu tía ¿De verdad me ves como el que más posibilidades tiene?

- Yo... No se... Solo se que... No voy a confiar en nadie.

- Y haces bien al no hacerlo, pero te pediré un favor, Luriel... Confía en mí, Luriel Fiert. Si algo se es que no eres el enemigo y también se que no lo soy. Como muestra de confianza te diré donde se encuentra el Príncipe -. Sacó un trozo de pergamino y se lo escribió para que se asegurara de que nadie se enterara.

Luriel no dijo nada más. Se guardó el documento tras echarle un vistazo, ponía "Fuerte Cala, al Sureste de Vaile". Continuaron andado hasta salir del castillo. Fred le preguntó hacia donde se dirigía y ella mintió diciendo que iba a la taberna MEH Por mucho que dijera Fred, ella seguiría en su camino de no confiar en nadie. Afortunadamente para la paladina, allí no era hacia donde se dirigía el Consejero. El paisaje que mostraba la ciudad seguía siendo gris de los nubarrones que habían en el cielo, pero al menos la lluvia había escaseado y ahora solo había un débil llovizna. Continuaron andando hasta que pasaron por una plaza y ambos notaron la mayoría de gente que se encontraba allí. Poco después empezaron a escuchar voces, de alguien hablando en voz bastante alta, casi en gritos.

- Reconozco esa voz.. -. Dijo Fred Marc.

Se acercaron más para distinguir que era lo que decía esa voz.

- ¿Vais a dejar entonces que Kengrey siga en el trono? Si lo hace, no solo perderéis el Este, cosa que ahora no os importa del todo... Si no que perderemos EL REINO ENTERO. Un rey sumido en el dolor es un rey que no puede mandar. Sin embargo, yo se que SI PUEDO HACERLO. Realmente no quiero el poder de un rey, sino el liderato para comandar a un ejército y salvar a Taneir. El coraje, la voluntad, las armas... Ya las tengo. Solo me falta vuestro apoyo ¿Qué me decís?

En lo alto de una fuente se encontraba un hombre adulto que tenía el pelo largo y de un color plateado reluciente. Su rostro palido hacia que junto con el color del pelo pareciese más un fantasma que una persona normal. Portaba una armadura cuyo grabado se asemejaba a la de una espada con alas a los lados. El símbolo de los Maran.

- Vaya, vaya. El mayor de los hijos de Ernest Maran, Lord Godey Maran... Y pensar que lo nombramos en la reunión como posible adquisición para la Guardia Real. En fin... Continuemos, Luriel. Aquí no tenemos nada que hacer.

- ¿Por qué la guardia no lo detiene? . Preguntó Luriel que  Está intentando hacerse con el control de todo y de una forma poco discreta...

- Son solo palabras, Luriel. Además es un Lord de un abanderado del rey. Y apostaría lo que fuese a que estoy seguro que muchos otros andan pregonando por otras ciudades discursos parecidos. Solo que Godey se encuentra aquí. En tiempos de crisis... Cualquiera cree que sabe controlar la situación y quieren hacerse con el poder para buscar la estabilidad. Pasa con el estado de un pueblo, de un reino como es nuestro caso o con el mundo entero como es el caso de los Protectores del Ojo. En fin, aquí se separan nuestros caminos, Luriel. Disfruta de tu descanso en la taberna MEH.

Luriel se despidió del Consejero y continuó andando. Pasó enfrente de la taberna pero pasó de largo. Su plan comenzaba ahora. Sin nadie que supiese de sus movimientos, ni siquiera sus hombres. Si nadie se enteraba de lo que iba a hacer, menos posibilidad había de que el traidor lo supiese... Además, lo tenía todo planeado para evadir también a posibles perseguidores que la estuvieran espiando. Continuó andando hasta casi las afueras de la ciudad hasta que paró enfrente de un edificio cuyo rotulo anunciaba "El gran deseo". Se trataba de una casa de alterne y eso dejaría a cualquiera que la estuviese persiguiendo perplejo por la decisión de que alguien como Luriel la llevase a entrar allí. Pero ella no pretendía hacer nada en un lugar como ese, fue hasta la parte trasera del lugar y salió al callejón que conectaba esa calle con la siguiente. Caminó por el callejón hasta llegar a una sastrería calle abajo. Antes de entrar ocultó su armadura y arma con un conjuro y soltando la gomilla que mantenía su pelo recogido, entró. Allí compró ropa y se deshizo de la que llevaba antes, no tirándola a la basura donde cualquiera que la persiguiese y saliera al callejón pudiera verla, sino ocultándola bajo un traje de chaqueta, en la sección de hombres, asegurándose antes de que arrancaba cualquier sello o signo con el cual se supiera que dicha ropa pertenecía a ella. Con su nuevo atuendo solo quedó salir de allí por la puerta frontal, mientras se ponía su nueva capucha. Si con eso no había conseguido quedarse libre de la mirada de alguien no deseado entonces Luriel no sabía qué podría hacerlo.

Caminó hasta los establos y dando un falso nombre a su vendedor, compró un caballo no demasiado bueno para no levantar posibles sospechas. Tras eso se aseguró de comprar algo de provisiones en el mercado más cercano y, finalmente, montó y cabalgó alejándose cada vez más de Tydoras, sin que nadie supiese hacia donde iba.

No te fíes de nadie más de los que han sido los más cercanos para ti, Luriel. De nadie más...

Tan solo estuviste con tu tía, la reina... con Sofía, con Suther... También con Akshael, Raenia e Ike... Incluso podría fiarme del Príncipe también...  Fíate de ellos, tan solo de ellos y de nadie más... 

Buscaré yo misma a Suther Swan, no esperaré a escuchar el reporte de gente de quien no me fío... Fred Marc... Alesia Salastra... Si alguno de vosotros dos fuerais los traidores os aseguraríais de que Suther Swan siguiera en paradero desconocido... Ya fuese mintiendo o impidiendo que volviese... Yo misma veré que ha ocurrido con él...



Viajó, durante días. Se paró a descansar en sitios que quedaban lejos de las poblaciones y ciudades. Tan solo visitaba esos lugares para reabastecerse de alimentos y lo hacía de cualquier forma que impidiera que nadie la viera. Incluso en una ocasión le ofreció tres piezas de plata a un niño para que comprara pan para ella y se quedara con el resto. Pasó más de una semana hasta que llegó al Bosque Denso. A partir de ahí su travesía se llevaría a cabo más lentamente que antes.

La cueva de la expedición, está en la zona sur del bosque... Primero iré allí...

Pasaron cuatro días más hasta que consiguió llegar al lugar designado. El viaje por el bosque fue tranquilo, sin ningún peligro que le advirtiese de que ese lugar hubiese sido una trampa mortal para alguien como Suther Swan, al menos no de parte de animales o bestias salvajes...

Pero sí de personas... 

La última parte de la travesía transcurría en terreno inclinado. El lugar se volvía más empinado y rocoso cuanto más cerca de la costa se encontraba. Al fin y al cabo la cueva que ella estaba buscando se encontraba en una pequeña colina aún dentro del bosque. Caminó y caminó hasta que por fin dio con ella...

Este seria el lugar al que yo vendría con ellos. Dentro de esta cueva lo más peligroso que podríamos hallar sería un oso lechuza... Una bestia que no es rival para mi poder o el de Suther Swan... 

Sin embargo, Luriel no se fiaba y liberó su armadura y espada para equipárselas. Entró arma en mano en aquel lugar mientras ejecutaba un sencillo sortilegio de luz sobre ella. Comenzó a explorar y ante sí, por mucho que se adentrará, no veía ni rastro de los chicos, ni de Suther, ni de una bestia, ni siquiera rastro de una pasada batalla. Se aseguró de haber examinado bien el laberíntico sistema subterráneo revisándolo dos veces antes de salir. Lo más que encontró fueron restos de lo que en su día fue la madriguera de crías de Terrarones.

Aquí no hay nada... ¿Quizás atacaron a Suther y a los demás antes de que llegaran? ¿O quizás después, cuando ya estaban de vuelta?

Intentó comprobar cual de las dos preguntas que se formuló era la correcta. Rastreó cerca de la cueva y alrededores en busca de huellas pero lamentablemente Luriel no era tan buena como lo era su amiga Sofía a la hora de buscar rastros... No logró identificar nada.

¿Qué puedo hacer ahora? Esperaba al menos encontrar una pista que me permitiera descubrir qué había pasado con todos ellos... 

Luriel se pasó casi una hora investigando todo el área mientras le daba vueltas una y otra vez a sus pensamientos para intentar acercarse a lo que había ocurrido con Suther...

Intenta pensar como Suther, Luriel ¿Qué camino habrías escogido para venir hasta aquí? ¿Qué habrías hecho? A ver... Soy Suther Swan. Me encanta ser un machista, presumido, orgulloso y probablemente... probablemente...  me pondría a hablar de situaciones pasadas que he vivido en este bosque... 

Luriel se quedó parada, con la mirada perdida... Eso es... Hablar de historias que haya vivido para motivar a los alumnos... Suther Swan probablemente tomó un camino menos directo desde Sertipol, al contrario que hizo ella. Seguramente dio un rodeo por el sur, cerca de la costa, para contar a los alumnos una de sus vivencias personales. Una anécdota en la que Luriel y Sofía también estaban presentes... Fue cuando Suther perdió la apuesta en un combate contra ella... Tuvo que ser su mayordomo durante todo un mes, incluido durante la misión que llevaban a cabo entonces. Buscaban una banda de secuestradores cuya información les llevó a viajar hasta el Bosque Denso donde según los reportes, allí era donde encontraba su guarida. Sofía no paraba de picar y abusar de Suther mediante ordenes "Llévame la mochila, pesa demasiado" "Dale de comer a mi caballo, está hambriento" "Masajeame la espalda, me duele de tanto llevar la armadura".

No pudo evitar esbozar una sonrisa melancólica al acordarse de aquello... Pero seguramente Suther no contaría nada de eso a sus alumnos, contaría lo que vino después. Tanto Luriel como Sofía y Suther bajaron la guardia al ponerse a descansar en un claro mientras continuaban con las bromas por la apuesta. Eso provocó que la banda actuase primero y rodearan a los tres en una emboscada donde parecía que era el fin. Sin embargo, Sofía y Suther sacaron a relucir el poder de la Guardia Real que fluía por ellos. Esos dos se odiaban y picaban mucho pero a la hora de la verdad luchaban como verdaderos compañeros. Ella también luchó pero era opacada por el espectáculo de sangre que dieron los dos... Una batalla que jamás olvidarían y cuya victoria conduciría a un premio y condecoración por la liberación de dicha banda en la ribera sur del territorio Goldhiber.

Montó a toda prisa en su caballo y fue en dirección hacia ese claro... Si alguna vez fue lugar de una emboscada perfecta, podía volver a serlo... El claro se encontraba al sur del bosque, cerca de terreno abierto en la costa. Desde el exterior sería fácil distinguir la columna de humo de una hoguera. Si Suther quiso impresionar a los alumnos seguramente pararía allí mientras descansaban, comían y contaban la historia a su manera de lo que ocurrió... Tenía que ser allí, si no, no sabría qué más hacer para seguirle la pista.

Pero no necesitó preocuparse por pensar en otra opción... Horas después de que empezara a cabalgar desde la cueva, llegó hasta el claro que estaba buscando, un claro adornado con pequeños cráteres en el suelo, árboles destruidos, chamuscados cadáveres amontonados en un rincón, una hoguera destrozada y zonas de tierra ligeramente rojizas...

Es aquí... Aquí sucedió... 

Primero miró, dolorida, al montón de cadáveres que habían quemado sean quienes sean los que atacaran. Esos chavales no merecían morir de una forma tan cruel como lo hicieron... Luego miró a los pequeños cráteres y árboles tumbados y los examinó con cuidado. Los árboles habían sido arrancados de cuajo, no cortados. Un impacto indirecto fue lo que arrancó esos árboles, como por ejemplo una onda expansiva... Por último buscó algo que le indicara saber por donde se fueron. Por muchos días que hubieran pasado y lo mala que fuera rastreando, seguramente se requirió un gran número de efectivos para capturar a Suther... Porque Luriel estaba segura de que fue capturado, no asesinado... No quería creer otra cosa. Y finalmente lo halló, un gran cúmulo de hoyuelos que avanzaban en columna hacia el sur, hacia la costa.

Entonces avistaron a Suther desde la costa, tal y como pensaba... Desde allí podía verse fácilmente la hoguera... 

Continuó andando siguiendo el rastro y sus conjeturas empezaron a formarse en la cabeza.

Le siguieron... Desde un principio... Estoy segura. Aprovecharon que ya se encontraba en el bosque, en un sitio donde los enemgos eran totalmente conscientes de su presencia pero él no y entonces atacaron...

Luriel caminó y caminó hasta casi llegar a la costa, pero algo imprevisto ocurrió. Un grito, de un hombre, agonizando de dolor. Lo escuchó que provenía del lugar hacia donde se dirigía. Apretó aún más la espada, firme y decidida. Continuó hasta la linde del bosque, cuando le vio. Luriel abrió muchos los ojos, de la impresión e incluso no pudo refrenar sus sentimientos y lloró mientras se abalanzaba... Pero no de tristeza, sino de felicidad.



- ¡Sutheeer! -. Gritó Luriel mientras abrazaba a un malherido Suther. Tenía su brazo inmóvil, seguramente estuviese fracturado; Sus ropajes estaban sucios y raídos; Y tenía numerosas heridas en el torso... laceraciones, contusiones, cortes... Productos de una posible tortura. A pocos metros de él se encontraba un soldado muerto que portaba una espada en una mano y un cetro en la otra. Dicho soldado vestía con ropajes negros y sin ningún blasón que les distinguiera.

Suther se quejó dolorido del abrazo de Luriel pero esta no pudo contenerse.

- ¿Luriel? ¿Eres tu? Joder... -. Y por primera vez, Luriel vio unas lágrimas surgir de los ojos de Suther. Lágrimas de felicidad que no pudo reprimir. Finalmente y a pesar del dolor, la abrazó -. No me lo puedo creer... Pensé que ya era hombre muerto... Gracias.

- ¿Qué te ha pasado? ¿Quiénes os atacaron? -. Preguntaba nerviosa Luriel mientras examinaba y curaba con su imposición el cuerpo de Suther pero al mismo tiempo miraba inquieta a los alrededores, por si alguien más como ese soldado se acercaba.

- No lo se... Hombres vestidos como este... Mataron a todos los chavales, no pude hacer nada.. Eran demasiados y no pude defenderlos de todos... Me llevé a varias decenas pero... Sin la posibilidad de liberar mi poder... No pude más... Me raptaron... Me llevaron a un campamento... En la costa... A varios kilómetros de aquí... Pero... Días después... Pude escapar...

- Tus heridas no son graves y gracias a mi curación no existe posibilidad de que infecten...

- Gracias, Luriel -. Agradeció Suther que ya había recuperado el aliento gracias a la sanación de la paladina -. No tenía apenas fuerzas para continuar y como ves... -. Señaló al cadáver del soldado que acaba de matar -. Me andan siguiendo y casi no iba a poder luchar si llegaran más... Me has salvado... ¿Donde está tu guardia?

- Solo he venido yo... -. Respondió Luriel mientras terminaba de sanar a Suther pero sin apartar la mirada de los alrededores por si alguien más se acercaba.

- ¿Solo tú? ¿Qué coñ... En fin... -. Suspiró mientras se levantó y sonrió finalmente -. Ya verás como se pone Sofia cuando le cuentes que me has salvado... jajaja.


Luriel recibió aquellas palabras como si le hubieran echado un jarro de agua fría. Aunque nerviosa, se encontraba feliz por haber hallado a Suther... Pero la ignorancia que tenía este de lo que había ocurrido mientras se encontraba secuestrado la pilló desprevenida. Ante la extraña mirada de Suther por la expresión que Luriel había tomado después de escuchar esas palabras, la paladina solo pudo tragar saliva y decir la verdad.

- Suther... Sofía Suther... ha sido asesinada. Los Óster y los Usk la traicionaron.

Al igual que Luriel jamás había visto llorar a Suther aunque fuese de felicidad, pudo decir también que jamás había visto la reacción que tuvo entonces. Al principio su expresión fue de incredulidad, de que quizás estaba soñando. Pero ante la confirmación de Luriel... Suther explotó. Se dio media vuelta y reventó el árbol donde se apoyaba... Puñetazo tras puñetazo, siguió golpeando hasta que lo destrozó y el resto del troncó cayó hacia un lado... Después de eso se acercó al cadáver del hombre y empezó a darle una paliza hasta que ya no se reconocía si era una persona o un montón de casqueria de un animal salvaje... Suther acabó jadeando de la furia, lleno de sangre del cuerpo que había reventado y cabizbajo...

- No puede ser... Sofía... Eras... Eras mi rival -. Sonrió tristemente y Luriel pudo advertir un par de lágrimas que se resbalaban lentamente por sus ojos -. Pero... Todo era broma... Siempre... Siempre te he considerado... Una hermana... Una hermana con la que competía... a la que picaba... Enfurecía... Pero siempre protegiéndote... Y protegiéndome tú a mí... -. Su respiración se calmó ligeramente pero siguió hablando hacia la nada -. Los mataré... A todos... Los Óster... Los Usk... Cualquiera que haya participado en tu muerte... Acabará destruido bajo el poder de mis puños -. Señaló a los restos del soldado que segundos antes había masacrado -. Los dejaré a todos así... Te... Lo... Prometo...

Luriel pensó que era mejor contarle todo en ese momento y que se enterara cuanto antes para que pudiese asimilarlo lo más pronto posible. Le contó la muerte de la reina... Lo que Fred Marc había deducido... El traidor en el reino... Que Fred pensó que se encontraba en el Consejo... La alianza de los Óster y Usk con los piratas... Todo. Suther no se lo podía creer. Nada de eso. Pero ya habría tiempo para que se recompusiera. Luriel convocó su fiel montura, Gresella, un caballo plateado de crin albina. Le cedió el que llevaba al monje y cabalgaron los dos hacia el exterior del bosque. Ya tendría también tiempo para que él pudiera descansar, lamentarse y vengarse. Ahora por fin podía preguntarle...

- Suther... ¿Por qué accediste a llevar tú a los alumnos? ¿Alguien te incitó? Recuerda bien, Suther... ¿Hablaste con alguien antes de proponerme que tu serías quien hiciera la expedición? -. Luriel cabalgaba pero estaba tan impaciente por escuchar la respuesta que no quitaba ojo de encima a Suther...

Y... Finalmente... Dijo lo que quería escuchar...

- ¿Incitarme? Más o menos se podría decir así... El mismo día que te lo pedí, por la mañana, muy temprano... El tío me recordó lo que ocurrió en el bosque... Ya sabes, cuando perdí la apuesta y no paraba de picarme a la hora de mandarme. Todo eso en mitad de la taberna MEH, joder... Algunos escucharon que perdí ante Sofía -. Suther reprimió un gesto de dolor al recordar a Sofía-.  Entonces me comentó que tu ibas a visitar el bosque con tus alumnos y me dijo que seguramente les acabases contando la verdad. Eso me enfureció... Dije que no dejaría que unos chavales se llevaran una idea equivocada de mí... Así que cogí, me fui hasta donde estabas para preguntarte si podía ir yo...

ESO... ESO ES... ESE ERA EL TRAIDOR... 

- ¿¡Quién!? ¿¡¡¡QUIÉN ERA!!!?

A Luriel se le hizo una auténtica eternidad la respuesta de Suther. Pareció como si de repente le molestase cualquier otra cosa, el ruido de las pisadas de caballo que provocaban que escuchase peor, el aire que cogía Suther para responder. Cada milésima de segundo que pasaba era una tortura. Tenía el corazón a mil...

- Ese tío... Nunca le había visto en una taberna pero me lo encontré allí cuando me llegué temprano a la taberna para tomarme algo antes de mi entrenamiento... Era Fred... Fred Marc.


Quizás ese fue el momento en la vida de Luriel que más estupefacta se quedó en el sentido de sorpresa. En los momentos que se enteró de la muerte de su tía y de Sofía su reacción fue de derrumbamiento interior con llantos, mareos y desmayos. Pero en esta ocasión, se quedó de piedra, parecía una estatua. Incluso Suther preguntó si se encontraba bien... No hubo reacción. Simplemente, miró al frente...

El... Príncipe...

- Suther... Debo... dejarte en Sertipol... Desde allí podrás descansar, avisar a la capital y viajar hasta allí cuando hayas recuperado todas las fuerzas...

- ¿Qué vas a hacer, Luriel? -. Preguntó con un ligero tono de preocupamiento al escuchar el tono de Luriel.

- Avisa a mis hombres en cuanto llegues a la capital. No hables con nadie más. Simplemente avisa a mi teniente, el soldado Reinst. Que sus mejores hombres y él cabalguen a toda prisa hasta Vaile. Y diles que cuando lleguen allí, tomen el camino que vaya dirección sureste, hacia un fuerte llamado Fuerte Cala...

- Luriel... ¿¡Qué te pasa!?

Pero Luriel no dijo nada más... Ordenó a Gresella que cabalgara a toda velocidad... Dejando atrás a Suther...

- LURIEEEL...

Lo siento, Suther... No puedo pedirte más... No después de lo que has pasado y has descubierto en tan poco tiempo... Descansa... Yo me encargo del resto... 

Cabalgó...

Cabalgó...

Y cabalgó...

Día y noche... Sin apenas descanso... Sin apenas comer... Si no llega a ser porque Gresella era una montura especial, con una aptitud superior a la de los caballos comunes... Su montura ya habría muerto reventada por el cansancio. Ya no le importaba que la vieran... Ya no importaba que supiesen que Luriel Fiert atravesaba todo el valle de la Corriente Menor Kengrey hasta llegar a Vaile. Ya no se ocultaba en harapos para que su aspecto pasase desapercibido. Portaba su armadura y su arma... Viajaba en su montura... No le importaba... Solo tenía un objetivo... Llegar hasta Fuerte Cala...

Llegó al Fuerte en plena medianoche, cuando terminó de ascender el monte más cercano a Vaile, desde allí se veía aún las luces de la población. Miro hacia el Fuerte... Se trataba de una estructura parecida más a una mansión de varios pisos que a un castillo. Lo único que tenía en común con los fuertes que ella conocía era la muralla que rodeaba el complejo. Pensó que quizás tuviera que usar un conjuro para superar la muralla, pero para su terrible asombro, no hizo falta... Las puertas estaban abiertas y los soldados que hacían guardia allí... muertos.

No tenia tiempo para tonterías como para examinar lo que les había ocurrido. Se desmontó en pleno galope e imbuyó su espada con el poder del rayo... Desinvocó a Gresella y observó el patio frontal del fuerte... Habían más cadáveres. Soldados muertos en los setos, cerca de la fuente, sobre los bancos... Las puertas de la "mansión" estaban abiertas. A Luriel le dio un vuelco el corazón y fue corriendo hacia el interior. Dentro, no examinaba cada habitación que atravesaba ni a los guardias muertos ni las heridas que tenían... Simplemente le buscaba a él... Al Príncipe.

Leonar... ¿Dónde estás?

Y por fin le halló...

Y a Luriel le dio otro vuelco al corazón...

El Príncipe, su cuerpo, se encontraba tendido en el patio interior de la mansión. Rápidamente fue hasta él...

Por favor no estés muerto... Por favor... 

Tenía pulso... Por alguna razón su cuerpo se encontraba inconsciente, pues Leonar no presentaba ninguna herida visible. Luriel se encontraba demasiado distraída en el Príncipe que tardó en avistar que había alguien más allí, en el patio. La silueta de una persona encapuchada al que la luna iluminaba tenuemente se alzaba por encima del techo del edificio. Se encontraba mirando hacia el interior, hacia ella...

Luriel cogió su arma y corrió hacia él mientras conjuraba para poder escalar pero él fue más rápido y escapó sin que la paladina pudiese interceptarlo. Se maldijo por no haber sido lo suficientemente rápida y volvió junto al Príncipe Leonar. Le sanó lo suficiente para que despertara y así lo hizo, para el alivio de Luriel.

- ¡Príncipe Leonar! ¿Os encontráis bien? -.Preguntó Luriel mientras le incorporaba levemente.

- Luz.. Luz... No veo nada...

Luriel conjuró su espada para que iluminara a sus alrededores... Y entonces... Lo vio... No se había dado cuenta antes por la oscuridad que rodeaba el entorno. Pero ahora con su luz podía verlo... No había ninguna duda...


Mientras examinaba aquello que avistó.. Llegaron sus hombres. Suther había sido rápido y audaz y mandó un cuervo desde Sertipol para que ellos pudiesen venir cuanto antes a apoyarla. Sus hombres preguntó qué estaba ocurriendo y ella le contó todo. Dejó al Príncipe Leonar a cargo de cinco de ellos y les ordenó que le ocultaran mientras volvían a la capital dando un rodeo para evitar sorpresas. Ella volvería con el resto de sus hombres, los más experimentados en combate, para volver directamente hasta Tydoras. Ya no necesitaba seguir al sujeto que se encontraba en el techo... Fuera un enviado o él directamente, ya sabía a por quien tenía que ir...

Pasaron días hasta que Luriel y sus hombres volvieron a la capital. Por el camino no habló absolutamente de nada con nadie y ellos por tanto, respetaron la decisión de su capitana. Simplemente viajaron, lo más rápidamente posible hasta llegar a Tydoras; Y allí, en plena noche lluviosa, cabalgaron por las calles desiertas en dirección al castillo...

A Luriel no le importaba los borrachos que salían de la taberna para pelearse en la calle. No le interesaba las risas que se escuchaban tras las casas, seguramente de personas que estaban teniendo una buena en plena noche lluviosa. Nada le importaba... Llegó al castillo, bajó del caballo e ignoró a los soldados que habían allí haciendo guardia. Entro.

- Soldados míos. Os ordeno capturar vivo o muerto al Consejero Fred Marc, acusado por mí de alta traición al reino de Taneir. No quiero vacilaciones ni dudas. Esto es una orden directa de mí, Luriel Fiert, Consejera del Tydoras y del reino, instructora, soldado, capitana y miembro de la Guardia Real.

Ninguno dudó, ninguno preguntó.

- Si, mi señora -. El sonido del metal desenvainándose de sus fundas a la vez fue la señal para avanzar. Luriel, su teniente y cuatro de sus mejores espadas la acompañaban por los pasillos de los castillos. Por el camino les salieron al paso varios guardias que preguntó que estaba pasando pero al mirar los ojos llenos de odio de Luriel Fiert se apartaron asustados. Subieron escaleras, atravesaron corredores... Hasta llegar a su puerta.

Luriel se detuvo frente a ella y se quedó observando. Su teniente la miró y ante la pasividad de esta fue a llamar pero la paladina reaccionó, le hizo un gesto para que se detuviera e imbuyendo su espada con su propia tormenta de rayos, cortó la puerta con los tajos del relámpago...

En el interior de su despacho se encontraba él, Fred Marc, vestido con una ropa poco habitual en él. En lugar del tradicional traje negro que llevaba siempre, iba con unas ropas de cuerpo del mismo color con una capa que le cubría todo el cuerpo y la capucha su cabeza. Luriel entró sin más y empezó a hablar.

- Interesante vestimenta, Fred Marc ¿Tan pronto he llegado que no te ha dado tiempo a cambiarte?

- Luriel... -. Fred Marc estaba sorprendido o al menos eso pretendía mostrar-. Llevabas semanas desaparecida...

- Si... Supongo que te habrá sido difícil actuar sin que tus espías supieran donde me había ocultado...

- ¿Qué... Qué? Luriel... Te he estado buscando por todas partes. He estado enviando cuervos a los señores nobles para que te localizaran...

- Halago tu preocupación, Fred. Pero se acabaron las tonterías...

- ¿Qué te ocurre, Luriel? No pareces tú misma -. Fred Marc empezaba a notarse serio y a la vez, asustado-. No cometas ningún error...

- ¿Error? Suther Swan... Fred... Suther Swan... FUI A BUSCAR A SUTHER SWAN Y LE ENCONTRÉ...

- ¿Qué...

- Si, si ¿Ya no te gusta tanto lo que oyes eh, cabrón? Le encontré. Fue atacado, él y su expedición. Los chavales estaban todos muertos, él consiguió huir de sus captores... Entonces le pregunté lo que tu mismo propusiste en una reunión... Si alguien le había incitado para que fuese él el que se fuera y no yo, para separar a la Guardia Real... Adivina quién me dijo que fue...

- Ya veo... Ya veo, Luriel. Esto es una trampa, del verd...

- Del verdadero traidor... Claro, supuse que dirías eso. Tu siempre has ido de sheriff buscando al culpable y con eso garantizabas que los demás pensasen que tu no eras el enemigo, Fred...

- No... De verdad... Luriel... ¡Te equivocas!

- ¡¡CLARO QUE ME EQUIVOCO SI VINIESE A POR TI SOLO POR ESTO!! Pero no creas que no pensé en lo mismo que estás pensando tú. Que fuera una ilusión... Alguien que se disfrazase de ti, todo encajaría para que te culpasen a ti... Sería una trampa perfecta...

- Exacto, Luriel... Es eso... Cálmate...

- Claro... Es eso.. Entonces... Dime... -. Luriel alzó su mano libre y señaló a Fred Marc, al sitio en la túnica donde guardaba sus puros -. ¿Qué hacía entonces tu puto humo negro en Fuerte Cala? -. Fred Marc quedó sorprendido, sin saber qué decir-. Si.. Fred... Lo vi... Al lado del cuerpo del Príncipe, el cual se encontraba malherido... Estaba allí... El puto humo que usas para combatir... ¿O acaso crees que no se como luchas?

- Ya... Ya veo... -. Dijo Fred cuando por fin pudo articular palabra -. Ya veo... Es increíble... No se como habrás sido capaz de descubrir algo como eso... Pero es increíble que hayas sido tú la que haya venido hasta aquí, así...

Luriel no se lo podía creer. Sabía que era él... Sin embargo, que el astuto Fred Marc no tuviese una brillante idea para excusar su comportamiento, un razonamiento para exculparse... Simplemente estaba allí, parado... Aceptando lo que ella vio. Alrededor del cuerpo de Leonar había pequeños residuos de humo negro, flotando en el aire. Rápidamente lo examinó mágicamente y coincidía con las partículas mágicas de Fred Marc...

- Entonces... ¿Confesarás tu crimen antes de que te capture?

- ¿Confesar? No te confundas, niñata... -. Fred Marc se llevó la mano a la túnica para sacar un puro de color negro con una banda dorada. Luriel jamás había visto al Consejero fumar un puro así. Fred lo encendió y continuó -. No tengo nada que confesar ante alguien como tú... Tú no entiendes lo que significa el Ojo...

Luriel enfureció ante tales palabras...

- Soldados, rodeadle y capturadle...

Sus hombres rodearon el despacho circular de Fred Marc. El Consejero quedó en el centro mientras que los soldados cargaban espadas en alto hasta él. Fred solo exhalo un poco del humo más negro que Luriel jamás ha visto usar el Consejero... Rápidamente el humo tomó una forma alargada y empezó a moverse ágilmente como si de una serpiente se tratase, rodeando al Consejero y deteniendo el ataque de los soldados. No fue de repente, sus espadas dejaron de moverse como si se estuvieran petrificando poco a poco. Tras eso, Fred dio una calada más y todos se quedaron quietos, como estatuas... Comenzó a andar hacia la paladina...

- No puedo permitir que alguien como tú, cegada por la ira, por el ansía de venganza, por una rectitud falsa; Se entrometa en mi camino... Tengo algo que llevar a cabo... Por el bien del Ojo... Y tú... Tú no puedes detenerme...

Luriel dio un golpe con su espada de rayos al suelo, cuyo estruendo resonó en todo el despachó. Fred se detuvo.

- No me subestimes... Consejero ponzoñoso... Voy a detenerte, cueste lo que cueste...

- Lo intentarás...

Luriel cargo y Fred volvió a exhalar humo. Pero la paladina ya sabía a lo que se enfrentaba. Esquivó la serpiente negra que había convocado con un salto e hizo un giro en el aire para atacar al Consejero. Fred volvió a exhalar rápidamente para interceptar el ataque de Luriel y esta se vio obligada a de tener su ataque antes de que su espada tocara el humo.

- ¿No intentas cortar mi humo con tu espada? ¿Acaso crees que estás a la altura de la basura como eran tus hombres?

Ella no contestó. Sabía lo que estaba intentando Fred y no iba a caer. Retrocedió hasta que pasó al lado de uno de sus hombres petrificados y cogió rápidamente el odre de agua que llevaba él en su cinturón. Fred se quedó observando mientras sus dos sombras oscilaban a su alrededor. Luriel tiró el contenido del odre, vertiendo todo el agua sobre el Consejero, o eso intentó. Porque con un leve gesto de su mano cambió la forma de sus sombras para que formasen una pantalla entre él y Luriel y que así interceptasen todo el agua. Sin embargo Luriel cantó victoria para sí misma, también pensó que algo así podría llegar a ocurrir y Fred no sabía que la anticipación de la paladina ocasionaría una brecha en su defensa. Comenzó una nueva carga hacia él y cuando se encontraba apunto de realizar el ataque, apunto de que las sombras volvieran a interceptar su estocada... Llevó la espada al suelo mientras saltaba. Electrocutó el agua que cubría parte del despacho, lo suficiente para que Fred estuviera en contacto con ella. Ni siquiera sus botas de cuerpo le librarían de tal carga eléctrica... Pero el Consejero reaccionó a tiempo y saltó también, esquivando el ataque indirecto de la paladina... No obstante, eso también se lo esperaba Luriel. Mientras seguía en el aire, aumentó la carga de la espada para poder clavarla en la piedra del suelo, fundiendo la roca, y que eso le sirviera como punto de apoyo para efectuar si siguiente movimiento. Con Fred en el aire sin que pudiese maniobrar ni controlar sus sombras de humo... Le propinó una patada, con toda su fuerza, que provocó que el Consejero se estrellase con su propia mesa y acabara todo desparramado. Luriel disminuyó la carga de su arma para que no cayese herida en el agua que ella misma había electrificado. Fred se levantó y la observo, mientras se limpiaba la sangre de la boca.

- No está nada mal. Tu habilidad singular para combatir... Se nota que aprendiste de Sofía Óster. Tu amiga te enseñó mucho y muy bien... Pero aquí se acaban las tonterías, niñata -. Dijo mientras exhalaba un humo más amplio y más espeso que empezó a cubrir su cuerpo como si de una armadura se tratase. Le cubrió entero, incluso la cara, aquel ya no parecía Fred Marc. Luriel tenía ante sí un ser hecho de oscuridad. Sin embargo ella bajó la mirada y empezó a pasar la mano por su espada.

- Delante mía... No te atrevas a pronunciar el nombre de Sofía Óster... Nunca más... -. Terminó de acariciar la hoja de su espada bastarda y tras eso, lo que Luriel Fiert portaba no era una espada de acero, sino una espada de energía pura... Tan reluciente y blanca que no sabía si su arma estaba imbuida en el poder del rayo o de la luz.

- Bien... -. Decía el ser hecho de oscuridad con una voz potente y grave-. Bien... ¿Podrá tu rayo cortarme, niñata?

Fred Marc atacó primero, de sus brazos hechos de oscuridad surgieron decenas de tentáculos que terminaban con una púa afilada. Todos esos tentáculos apuntaron a Luriel y se lanzaron a por ella. La paladina estaba esperando el ataque con su espada en guardia, y contestó cortando todos y cada uno de ellos con un simple tajo resplandeciente.

Ahora puedo hacerlo, puedo cortar su técnica... 

- Soy la guerrera del rayo, Luriel Fiert. No me subestimes, monstruo. El rayo porta luz para acabar con los seres como tu... Y destrucción para asegurarse de que nunca más vuelvan a este mundo.

- Increible... Ven...

Luriel se lanzó a la carga pero Fred Marc la estaba esperando. De su cuerpo surgieron más sombras, pero esta vez no con forma de tentáculos sino con la forma de pequeños "seres vivos" que caminaban a cuatro patas y se lanzaban a por ella. Luriel interceptó a sus nuevos enemigos y luchaba contra ellos pero eso le daba la ventaja a Fred Marc para atacar desde la distancia sin que esta pudiese hacer nada. La paladina acabó con varios de ellos, pero poco a poco la rodeaban y estaba acorralada. Esquivó por los pelos a uno de ellos que la atacó por la espalda y se giró para hacer un ataque de barrido cuyo resplandor del rayo acabo con varios a la vez, pero no vio venir el nuevo ataque de Fred Marc. Mientras ella se ocupaba de esos seres de sombras, Fred llevó un tentáculo por el suelo y cuando ella quiso darse cuenta, ya la atravesó. Afortunadamente fue lo suficientemente ágil para evitar que le diese en un putno vital y la sombra le atravesó el hombro izquierdo. Luriel acabó por los aires y cayendo varios metros atrás mientras gritaba del dolor. La sombra no solo había perforado su hombro sino que también tenía efectos secundarios, una capa de color blanco ceniza se empezaba a expandir desde el centro de la herida. Luriel cambió su espada de mano y empezó a curar la herida rápidamente para detener la expansión de lo que fuera aquello, o al menos ralentizarlo. Pero no pudo curarse demasiado cuando otros dos seres hechos de sombra saltaron a por ella. Luriel tuvo que interrumpir su sanación para acabar con ellas y de nuevo reanudarla. Jadeaba por el dolor y por el esfuerzo que tenía que llevar a cabo para concentrarse en pelear y en curarse al mismo tiempo.

- Con que gastando tu poder divino en sanarte ¿Eh? Me pregunto cuánto tiempo más podrás estar sanándote mis heridas, cuando tengas más y más por el resto de tu cuerpo... -. Comentó una vez más la figura hecha de sombras que era ahora Fred Marc con su voz de ultratumba de antes.

- Ríndete, monstruo. Aunque me mates llegarán los refuerzos. El castillo se hará eco de lo que está ocurriendo aquí. Estás atrapado hagas lo que hagas.

- Oh... ¿Ya hablas de esa forma? Qué forma tan dulce de darte por vencida, niñata...

Luriel terminó de sanar su herida del hombro. Se tranquilizó al ver que aquello blanco ya no se extendía más.

Varios ataques como esos y no lo cuento... 

Observó el entorno. Más de una decena de esos bichos de sombras se interponían entre Fred y ella. Él usaría esos seres para detener su avance y mientras atacar desde la distancia.

Sabe que mi ataque puede herirle y lucha como un cobarde....

Tendría que cambiar su estrategia si pretendía derrotar a Fred. Se lanzó de nuevo a la carga y nuevamente los seres fueron a interponerse en su camino. Empezó a pelear pero esta vez lo hizo mientras se acercaba lentamente a la mesa tumbada de Fred Marc. Él, lógicamente, fue moviéndose hasta quedar lejos del alcance de Luriel pero eso a ella le daba igual en ese momento. Volvió a hacer un ataque de barrido pero esta vez centrándose en impactar también la mesa. Provocando un pequeño estallido de astillas y polvo seguido de un incendio en la madera. Con la ahumadera que se formó Fred Marc perdió la visión de la paladina y por tanto, cegado y desconcertado sobre la posición de su enemigo, fue a ponerse en la otra punta del despacho. Y con el fuego, las sombras no se acercaban al lugar donde instantes antes se encontraba Luriel.

- ¿Ocultándote, niñata? ¿Crees que así me vas a capturar? No seas estúpida...

Por primera vez en todo el combate, Luriel, entre todo el humo sonrió. No pretendía usar el humo como distracción para acercarse al Consejero... Sino para preparar su mejor ataque. Sin que él tuviese la visión de donde se encontraba y sin que las sombras pudiesen acercarse, tuvo todo el tiempo necesario para conjurarlo.

- Luz de Thor...

Un enorme rayo cayó desde el cielo hasta la torre donde se encontraba. El impacto fue tan fuerte que la explosión destrozó todo el despacho. La sala donde se encontraban ahora quedaba al aire libre, entre una multitud de escombros. Ya no habían sombras ni rastro de Fred Marc.

- Mi mejor ataque -. Dijo entre jadeos -. Un rayo que cae desde el cielo y lo destroza todo. Convocarlo no es difícil y no me llevaría tanto tiempo. Me lleva todo este tiempo porque su poder es tan fuerte que necesito crear una barrera para que no me afecte... Sal de donde estés, Fred. Se que no he acabado contigo.

Una sinuosa sombra surgió del suelo, plana, como si fuese una sombra de verdad.

Así que realmente eres un monstruo...

Sin embargo Luriel si que había conseguido hacerle daño de verdad. Parte de esa sombra se había evaporizado y se veía el propio cuerpo de Fred Marc. La mitad de su cara para ser exactos. Y para sorpresa de Luriel, él se encontraba más herido de lo que creía. Se tambaleaba y jadeaba a través de su caparazón de humo.

- Te duele... He conseguido que te duela, cabrón ¡Aquí acaban tus engaños! -. Y cargó nuevamente hacia él.

Pero Fred Marc rió. Alzó sus manos y Luriel detuvo la carga cuando varias sombras surgieron de entre los escombros y la atravesaron. Una por su brazo, otra cerca del riñón, otra en la pierna, otra en el pie...

- Idiota... Me has dado la ventaja... Ahora no puedes ver de dónde vienen mis ataques. De cualquier resquicio puedo lanzar mis sombras y no las verías venir hasta que ya te impacten. Es el fin... Ninguna persona que esté cegada me detendrá en mi ambición de mejorar el reino.

- ¿A esto llamas... Mejorar? -. Preguntaba Luriel mientras cortaba las sombras que la habían atravesado -. Las muertes de la reina... De Sofía... El ataque al Príncipe... ¿Acaso crees que con eso consigues mejorar el reino?

- No necesito dar explicaciones a alguien como tú... A alguien que lleva encerrada en su paraíso de amistad muchos años... A alguien que cree conocer el dolor pero no sabe nada de lo que significa realmente el concepto de sufrimiento...


Esta vez si lo consiguió. Fred Marc provocó a Luriel. Gritando se lanzó a la carga del Consejero pero este chasqueó los dedos y dos nuevas sombras atravesaron las piernas de la paladina derribándola en el acto. Fred se encontraba muy malherido por el rayo que había recibido pero con la ventaja que disponía ahora mismo, Luriel no tenía nada que hacer. Chasqueó los dedos una vez más y una sombra atravesó la mano izquierda que sujetaba la espada en ese momento y provocó que ella se quedase desarmada y muy malherida, con la infección blanca extendiéndose por todas partes. Fred usó sus sombras para levantar a Luriel y dejarla de pie.

- Estás acabada... Cuando mueras... Diré que actuabas bajo la influencia del traidor... -. Fred Marc caminó y caminó hasta situarse detrás de ella, puso un dedo en el cuello de Luriel -, No me culpes, todo es por el Ojo.

Luriel vio su arma, en el suelo. No podía moverse, su cuerpo se entumecía más y más... Ya no podía defenderse, ni levantarse, ni atacar...

- Al final, Luriel... Tu rayo nunca me cortó -. Dijo justo antes de rematarla.

Todo se puso a cámara lenta... Fred tenía razón... Su espada jamás le cortó... Luriel no podía creer que fuese a fallarles a todo el mundo... El dedo de Fred empezaba a acercarse milímetro a milímetro hasta su cuello... Luriel no tenía ni tiempo para lamentarse... No tenía tiempo para recordar a nadie...... No tuvo tiempo para recordar sus caras... Solo tuvo tiempo para... Pensar que falló en su promesa...

Y entonces, hubo un destello.

- ¿Qué...

Un rayo... Un rayo atravesó el cuerpo de Fred Marc. Un rayo que había conjurado Luriel por instinto, absorbiendo los poderes de su cercana espada. Dicho rayo surgía de su mano, atravesó su pecho para impactar también en Fred. El Consejero acabó con su conjuro de sombra disipado, tosiendo y sangrando por la boca y pecho... Luriel también tosía, muy malherida, pero no tenía más tiempo que perder... Usó lo poco que le quedaba de imposición.

- ¿Estás... loca? ¿Qué haces... sanándote...?  Tú también estás muerta...

Luriel lo sabía. Por eso... No sanaba su perforado pecho... Sino sus piernas...

- Mi espada... Nunca te cortó... Por eso... Este es... Mi último ataque... Conseguiré cortarte... Fred...

Con sus piernas sanadas, podía volver a correr. Cogió su espada con firmeza a pesar de lo débil que estaba, un representante del rayo jamás sostenía su arma con debilidad ante su enemigo. Fred exhaló un último halo de sombras que se enrolló alrededor de su brazo como si tuviese una espada negra que surgía de su mano... Este iba a ser también el último ataque del Consejero...

Fred Marc cargó...

Luriel Fiert cargó...

Los dos, heridos, sangrando, en las últimas. Llevaron acabo su último ataque...

Sofía...

Suther...

Leonar...

Tía Illeosa... 

Akshael...

Ike... 

Raenia... 

Cumplí... Mi... Promesa... 

Justo antes del impacto, Luriel cerró los ojos, sonriendo. Feliz, al observar que por fin había estado a la altura de cada uno de ellos...

Observarme bien... chicos... 

Y la sombra y la luz chocaron, con un contundente estruendo final. El rayo... finalmente... azotó... la oscuridad.

Pero ¿A qué precio?

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