9 jul 2015

El hogar del Protector




- ¡¡Señor!! ¡¡Señoooooooor!!

- ¿Quéeeeeee? ¿Qué.... pasaaaaaaaaaa?

- Ya estamos llegando, señor.

- ¿Yaaaa? Pfff... voy...

Bartolomeo tenía una voz de dormido que no era ni medio normal. La noche anterior se quedó en cubierta bastantes horas jugando con sus hombres a las cartas y demás retos relacionados con alcohol, peleas, carreras, etc. Una suerte para él que su superior, Kizaru, no andará cerca y pudiera organizar algo así para romper que sus hombres y él pudieran relajarse del combate que habían tenido días anteriores. Combates como el que tuvo él contra Bryan Tackle, villano de alto potencial buscado por la ley y la justicia. A pesar de la peculiar técnica de combate que poseía Bartolomeo lo cual le permitía luchar sin que su rival tuviera demasiadas oportunidades de escapar... A pesar de eso, se le escapó.


- Tú... Se quien eres -. Recordaba que le dijo Bryan -. Puede que hayáis ganado este combate pero ¿Crees que habéis ganado la guerra?

- Si sabes quien soy deberías de saber que el combate y la guerra para ti... ¡Ya ha acabadoo! -. Le respondió Bartolomeo mientras ejecutaba su técnica.

Y a pesar de eso se me escapó... Joder... Tantos años de tranquilidad han oxidado mi forma de luchar...

Bartolomeo se incorporó y un tremendo dolor de cabeza aturdió sus sentidos. Tanto que ni vio la barra de madera que mantenía la cama en su sitio en el buque y se golpeó con ella. Entre la resaca y el golpe, Bartolomeo se encontraba en una nube pero de dolor. Se levantó llevándose las manos a la cabeza y se tropezó con sus botas, cayendo al sueño. Para cuando se le pasó y estaba apunto de levantarse vio dos pies en el marco de la puerta de su camarote.

- ¿Es que no te han dicho que hay que llamar antes de abrir? -. Preguntó molesto mientras alzaba la mirada-. Coño... -. Fue lo único que pudo susurrar cuando vio de quien se trataba. Rápidamente se levantó e intentó recobrar la compostura -. Lo siento, señor Kizaru. No sabía que era usted.

- No te preocupes. Parece... -. Comentó el Almirante mientras miraba el resto del desordenado camarote de Bartolomeo-. que montasteis una buena fiesta anoche...

Bartolomeo tragó saliva, asustado. La fiesta fue espectacular y divertida, pero si hubo una razón principal por la cual la organizó fue porque el Almirante Kizaru no se encontraba en el mismo buque que él. De saber que iba a descubrir tal evento jamás lo habría hecho.

- Señor, lo sien...

- No te preocupes, Bartolomeo. Al menos hay alguien con un mínimo de ganas de vivir entre vosotros tres. Alyx no ha salido de su camarote durante todo la travesía y Dave... Ya sabes, sus hombres tendrían más miedo que ganas de organizar una fiesta con él. Así que te lo permito, Bartolmeo. Pero para la próxima procura avisar, anda.

- Si, señor -. Bartolomeo seguía bastante nervioso por el hecho de que su superior descubriese todo el percal, por mucho que lo aprobara.

- Estamos llegando a la isla y habrá una reunión de emergencia entre los almirantes y Lord Moebius. Como sabes, cada Almirante puede llevar un Exequia con él y quiero que seas tú ese hombre.

- ¿De verdad, señor? Me honráis -. Bartolomeo no podía ocultar su gesto de sorpresa e hizo una pequeña inclinación para agradecer el gesto de su superior con él. No obstante tampoco pudo ocultar un gesto de dolor cuando se inclino... Maldita resaca... Última vez que bebo, joder... 

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El desembarco fue más aburrido de lo que esperaba, así que dejó a cargo a sus tenientes del transporte de los prisioneros mientras él paseaba por la ciudad costera de Nirbhala.

Esta ciudad... Tan perfecta... Demasiado perfecta diría yo. Es hasta aburrido estar aquí.

Nirbhala era el prototipo de ciudad que detestaba Bartolomeo. Una ciudad costera de maravillosos edificios de marmol que desprendían destellos de esplendor  Se trataba de la única ciudad de habitantes que habían en las islas de los Protectores y al mismo tiempo, el lugar donde debían atracar para dirigirse al edificio general de los Protectores.

Decenas de edificios de los Protectores y para ir al principal hay que pasar por esta abominación.

La razón por la que Bartolomeo detestaba esa ciudad no era por sus lujosas calles, limpias e impecables; ni por sus parques perfectos cuya vegetación era variada, tanto en especie como en color; ni por el riachuelo que atravesaba el centro de la urbanización, de aguas claras y puentes de cristal que la sobrepasaban; No, lo que Bartolomeo no aguantaba era a las personas de allí.

- Buenos días, señor... ¿Qué tal se encuentra, señor?... ¿Todo bien, señor?... ¿Le puedo ayudar en algo, señor?... -. Imitó para sí mismo a los aldeanos de la ciudad.

Repelentes. Era la palabra con la que lo definiría él si le pidieran que describiera la población de Nirbhala con una sola palabra. Una población simpática, agradable, amable, tolerante, generosa, donde no había ni un solo crimen, ni una sola falta de respeto, ni una mala mirada... Bartolomeo agradecía todo eso pero para él, todo eso se llevaba a un extremo que le causaba tirria. El claro ejemplo sería aquella vez que fue a la taberna de la ciudad. Jamás había visto taberna más muerta en alma que aquella: Nadie daba voces, nadie gritaba de alegría, nadie jugaba siquiera a las cartas... Nada. Todo estaba muerto, Y esa era la razón, Nirbhala será para muchos la ciudad perfecta pero sus habitantes carecían de sentido de la diversión. Cualquier juego lo consideraban una competición que podrían alterar la empatía que sentían los unos por los otros. Por eso no jugaban, no tenían deportes, no se emborrachaban tampoco, no gritaban...

Vomitivo... 

Y sin embargo, allí estaba lo único que le encantaba de esa ciudad. En una plaza cercana al muelle había un enorme pedestal donde se alzaban las estatuas de tres guerreros. Tres legendarios soldados que prestaron sus servicio y sus vidas por el prosperar de los reinos, de los Protectores, de todos.

- ¿Observando a Los Tres? -. Preguntó alguien que devolvió a Bartolomeo a la realidad, pues estaba bastante absorto en sus cosas.

- ¡Alyx! Qué raro verte por aquí. Es más, es la primera vez que te veo en las calles de Nirbhala.

- Me apetecía ver también lo que tu. A veces... -. Miró a uno de Los Tres -. Ver el pasado nos ayuda a saber quienes somos ¿Verdad?

Bartolomeo se quedó mirándola, con cara de extrañado. No es que Alyx le cayera bien o mal, era directamente que no le caía. Era muy introvertida y para lo poco que se le veía era para tareas relacionadas con las misiones que les encomendaban. Así que únicamente la conocía en el ámbito profesional y por tanto, que le dijese eso de repente le descolocó bastante.

- Eeeeeeehm... Sí... El pasado también ayuda... -. Dijo casi sin pensar. Y ya luego cuando volvió a mirar él también las estatuas se pensó las palabras antes de soltarlas -. Pero también hay que diferenciar y no dejar que este te impida avanzar en quien eres.

- ¿Y quienes eran ellos? ¿Qué infancia tuvieron acaso? ¿Qué seres eran queridos para ellos?

- No se... -. Bartolomeo había librado bastantes batallas y aún así, se sentía más incomodo en ese momento que en el peor de los combates que haya estado presente.

- Y sin embargo -. Prosiguió Alyx -. Solo lo conocemos por lo que son, héroes...

- ¿Héroes? -. Por fin había algo en lo que podía hablar él sin que se le liasen las palabras-. Los héroes no existen...

- ¿En serio lo crees?

- Sí... Míranos a nosotros. Somos en teoría los héroes que mantienen la paz en los reinos y ¿Cuántas personas crees que nos consideran así? Puede que existieran hace mucho tiempo-. Comentó refiriéndose a Los Tres -. Pero ya no. En el momento en el que la justicia implica abandonar la misericordia y que sea tan ciega que se inunde en la crueldad, en ese momento no hay acto heroico reconocible.

- La justicia... Es justicia. No es generosa, ni piadosa, ni cruel. Por eso se llama justicia.

Alyx, no lo entiendes. Nadie de aquí lo entiende.

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Estaba ya atardeciendo cuando por fin se iba a llevar a cabo la reunión de los Almirantes con Lord Moebius. Después de cada misión de considerable importancia, se llevaba a cabo un evento así para determinar si la catástrofe ha sido solucionada del todo y si ha tenido repercusiones para el bien de los reinos. Bartolomeo estaba esperando a que llegara su superior, Kizaru. Estaba apoyado en el alfeizar de un ventanal que daba al patio interior y para hacerle más amena la espera, había llamado a su amigo para que le ayudase con sus nervios, el Protector Gutierrez.

- Venga no te ralle' que no va a ze' pa' tanto kiyo -. Decía con el extraño acento que le caracterizaba.

- ¿Y cómo lo sabes? -. Preguntaba asustado Bartolomeo mientras miraba al interior del patio. Se había fijado en dos cabos que habían empezado su labor como Protectores hacía pocos días, o eso creía porque notó que estaban casi o más nerviosos que él.

- Joe pue' porque si te ha zeleccionao' zerá' por algo ¿No?

- Siempre llevaba a Dave ¿Por qué a mí ahora? -. Se lamentó llevándose ambas manos a la cabeza -. Voy a estar en una misma habitación con las personas más fuertes e importantes de la actualidad ¿Tú sabes lo que es eso?

- Pero coño, po' eso kiyo. Si va' a esta' allí zerá que tú también ere' importante.

- Eso es lo que Kizaru piensa ¿Y si la cago? Omg...

- ¿Omg? Kiyo que raro habla' joe'. Deate' ya de tanto llorar y échale huevo' cohone'

Bartolomeo no tuvo ni tiempo para que las palabras de Gutierrez le subieran la moral. Justo cuando acabó de hablar le llamaron desde el final del pasillo indicándole que ya se encontraba todo listo para empezara la reunión. Lo único que pudo hacer fue despedirse con un débil "Adios. Si no me vuelves a ver espero que me recuerdes..." y tragar saliva.


La sala de reuniones consistía en una habitación amplia con una enorme mesa cuya madera, al igual que el de las sillas, era negra. En el techo había una bóveda de cristal translucido que permitía que entrara la luz del sol lo suficiente para que tuviera su propia iluminación natural. Bartolomeo esperó a que su señor se sentase para sentarse él a su derecha y observar a los demás. Para su sorpresa, habían menos de los que esperaba. Tan solo tres personas aparte de Kizaru y él.

La primera de ellas era Lord Moebius, que caminaba cojeando levemente hasta sentarse en la silla cuyos adornados se imponía a las otras. La otra se trataba del Almirante...

Qué diferencia de aspecto con respecto a la de Kizaru... 

Bartolomeo jamás había visto a los otros dos Almirantes. Y el que se encontraba allí no llevaba la gabardina que llevaba Kizaru, ni un traje que se le acercara al que llevaba su superior. En su lugar, portaba una larga túnica de color morado oscuro adornada con runas y extraño símbolos cuyo significado ignoraba él. Dichas runas y símbolos brillaban con tonos azuleos y hacían que toda la parte central de la ropa tuviera su propia iluminación. El Almirante iba encapuchado y ocultaba gran parte de su rostro pero Bartolomeo alcanzó a ver una larga barba castaña. La tercera persona era, sin duda, el Exequia que acompañaba a su señor al igual que hacía él. Se trataba de una mujer algo entrada en años, vestida con el habitual uniforme de los Exequias (al contrario que Bartolomeo o Dave, que van con sus propias indumentarias). Su pelo era mitad color rubio dorado y mitad color blanquecino ceniza. En su rostro se apreciaban algunas arrugas productos de la madurez pero la tía se mantenía todavía de muy bien ver según su opinión.

- Bien, señores. Vamos a empezar.

¿WTF? ¿Y el tercer Almirante? -. Se preguntó Bartolomeo, extrañado. Sin embargo estaba tan nervioso y asustado que ni se atrevía a preguntar. Afortunadamente su superior lo hizo por él.

- ¿Y Lionheart?

- Lejos -. Dijo el Almirante encapuchado con una voz grave y contundente -. Parece que otra vez ha vuelto a desaparecer sin dar señales de vida.

- Muy propio de él. Pero no me explico como alguien de su rango puede llevar a cabo tales faltas de responsabilidad y tan continuas sin que sea castigado, Lord Moebius -. Comentó Kizaru con una medio-sonrisa después de haber soltado la indirecta. Bartolomeo tragó saliva una vez más. No sabía que Kizaru pudiese hacer tal comentario al mandamás de allí así por las buenas.

- No importa -. La voz de Lord Moebius se alzó por encima del resto -. El Almirante Lionheart ya será notificado a su debido tiempo pero ahora lo importante es comenzar ¿Entendido? -. Nadie dijo nada, en señal de aprobación-. Bien. A ver, Kizaru ¿Me puedes explicar por qué se supone que buscábamos a los responsables de las revueltas piratas en Aldmet: Xcutor y Bryan Tackle; Y a los criminales buscados por el rey Barlis: Akshael Ointona, Raenia Jaeger, Ike Bluefire, etcetera etcetera; Y vuelves aquí sin ninguno de ellos y en cambio me encuentro con que habéis traído a Wartor Brav?

La forma de hablar que tenía Moebius intimidaba mucho a Bartolomeo.

Si ya de por sí Kizaru me parecía demasiado estricto... Joder...


- Si, señor. Cuando llegamos Xcutor ya había caído asesinado a manos de los que usted acaba de mencionar. Al parecer Akshael y sus compañeros han ido más de héroes por el reino que de villanos tal y como acusaba el rey Barlis.

- ¿Xcutor eliminado por novatos? -. Preguntó interesado el Almirante encapuchado.

- Así es, Almirante Trenler. O Xcutor se confió demasiado o esos chavales son realmente buenos peleando.

- ¿Buenos peleando? -, Preguntó de nuevo pero esta vez con un tono irónico -. Hace falta más que saber pelear bien para derrotar a Xcutor. Fue uno de mis hombres y no conocí tal clase de poder nunca antes.

- Entonces debería expandir más sus fuentes de poder, Almirante Trenler -. Comentó Kizaru volviendo a soltar una indirecta. El Almirante Trenler se le quedó callado, mirándole.

- Suficiente. Bien, Kizaru, ya me has explicado por qué Xcutor no está aquí ¿Y los demás?

- Señor... -. Habló por primera vez él, sufriendo por el temor de no saber articular bien las palabras -. Con respecto a que no pudiésemos capturar a Bryan Tackle... Yo le encaré, señor. Intenté capturarle vivo pero no pude, se escapó.

- Está bien, Exequia Kurabu -. Moebius volvió a girarse hacia Kizaru y preguntó de nuevo, impaciente -. ¿Y los demás?

- No los capturé, señor. Tuve la oportunidad pero no lo hice.

- Explíquese.

- Wartor Brav acudió a su pasado como Protector del Ojo y asumió toda la responsabilidad de los actos de aquellos chavales. Lo hizo después de leer un pergamino que ellos mismos le entregaron.

- ¿Qué? ¿Me estás diciendo que Wartor Brav ha asumido la culpa de todos ellos en él mismo? -. Kizaru asintió -. ¿Y no se te ocurrió ver lo que ponía en ese pergamino?

- No soy de leer correspondencia ajena, mi señor -. Comentó Kizaru totalmente relajado. Bartolomeo en cambio tenía un gran peso de culpa en su interior, como si al no afectarle a su superior todo le estuviese afectando a él.

- Me tendrías que haber llevado a mí, Lord Moebius -. Volvió a hablar el Almirante Trenler -. Me habría asegurado de que no se escapase nadie -. Dijo mientras hechó una mirada rápida a Bartolomeo que lo puso aún más nervioso -. Y por supuesto habría traído a quienes se me ordenaron, incluso a Wartor Brav si tantas ganas de venir tenía.

- Menos mal que no fue así entonces -. Saltó Kizaru -. Una cosa es cumplir las ordenes y otra ignorar le honor de alguien que tanta importancia le ha dado a los Protectores como fue Wartor Brav. Él es, o mejor dicho, era representante del Ojo en Aldmet y por tanto. sus acciones y decisiones debemos respetarlas y acatarlas como decreta nuestra ley.

- ¿Aunque eso conlleve a dejar libres a aquellos seres que alteran la paz de Aldmet, Kizaru? -. Cada vez se dejaba notar más el tono de odio que imprimía el Almirante Trenler en sus palabras.

¿Alteran la paz? A esto es lo que me refería en la plaza de Nirbhula... Ellos no eran villanos a los que debieran perseguir... Eran buenos chavales y no alteran la paz de nadie, salvo la de un rey loco al que se le encapricha algo y al que debemos de tener en cuenta, solo porque tiene el poder de iniciar una guerra si no tiene lo que quiere...

- ¡Silencio los dos! -. Gritó Moebius, tras lo cual suspiró -. Está bien, Kizaru. Te lo permito porque llevas razón con respecto al código. Pero Wartor Brav deberá confesar el contenido de ese documento o si no le acusaré por retención de información crucial para los Protectores y le condenaré a muerte.

- Me parece bien -. Aceptó Kizaru.

- ¿Y con respecto a los prisioneros? -. Habló por primera vez la mujer formulando la pregunta -. Son cientos y cientos de bandidos, de piratas, de agentes que atacaron la paz, mi señor ¿Se le interrogarán uno por uno? ¿Se le juzgarán por separado?

- No tuvimos tiempo para hacer la limpieza pirata completa en la península de Aldmet y Taneir... Y tampoco tenemos tiempo para esto... Los Protectores debemos actuar. Quienes sean los que quieran atentar contra nuestro sistema de paz están burlándose de nosotros y llevando a cabo sus ataques por todo el mundo. No pienso quedarme de brazos cruzados viendo como destruyen los pilares que tanto tiempo nos ha costado alzar y tanto esfuerzo nos cuesta mantener. Vamos a actuar.

- Entonces, mi señor ¿Qué dice que hagamos con los prisioneros? -. Preguntó esta vez el Almirante Trenler.

- Ejecutadlos. A todos y cada uno de ellos.

¿¡QUÉ!?

- Así se ha... -. Fue a responder Trenler.

- ¡Mi señor! -. Saltó Bartolomeo, no podía permitir dicha sentencia -.  Parte de los prisioneros no son piratas que participaron en el ataque a las costas. Parte de ellos son simplemente prisioneros que capturamos por malentendidos. Ellos pensaban que eramos Protectores traidores que luchaban de lado de Xcutor. Nuestros hombres lo capturaron por eso, pero no había maldad en sus actos.

- Está hecho, Exequia -. Moebius le soltó la mirada más inquisitiva que jamás había visto Bartolomeo en una persona. Casi podía leer su mirada, que le decía que mejor que se callase si no quería perder su puesto. No tuvo más remedio que tragar saliva de nuevo, pero esta vez no por los nervios, sino por la impotencia.

Esta es la justicia que tanto defiendes ¿Alyx? ¿Que la justicia no entiende de crueldad? La justicia se contamina cuando a alguien se cree que tiene el poder para decidir todo... Pasa de ser una justicia universal a ser la suya propia, la cual nadie puede decir que es en realidad injusta porque es él quien mueve los cables... 

Cuan equivocado estaba Bartolomeo.

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