19 oct 2015

La calma antes de la tempestad

Poco a poco y casi sin notarse, las mañanas torrenciales y húmedas propias de la primavera en los valles de Taneir se transformaban en amaneceres cálidos con una leve brisa que acariciaba las hojas de los árboles, que se mecían emitiendo un sonido suave propio del buen tiempo . El verano estaba a la vuelta de la esquina. Durante las primeras semanas, aquellas personas no pudieron disfrutar de tal cambio del clima debido a que estaban encerrados. Pero gracias a los hombres de Fred Marc, levantaron una cúpula ilusoria alrededor de la casa nº 4 de la calle de La Hilandera; Una cúpula con la cual las personas de fuera no verían nada del interior de los dominios de la casa de la señora Magdalena.

- Podría ser un problema si los Capucha Negra rastrearan la zona en busca de anomalías -. Puntualizó uno de los hombres de Fred Marc durante una reunión que se llevó a cabo en el sótano antes de efectuar la barrera.

- Eso sería si tienen una ligera sospecha de que podrían estar por aquí -. Dijo otro de sus hombres -. Dudo que los capuchas negras vayan de calle en calle rastreándolo todo.

- En cualquier caso lo necesito -. Afirmó el propio Fred -. Además... Suther Swan y Enrik Tiver fueron a destruir uno de los focos cerca de aquí. En breve volverán a la capital informando de su victoria.


Fred Marc se enteraba de cada acto importante que ocurría en la capital. Quizás no se podría enterar de los detalles mejores guardados durante las reuniones de los consejeros y el rey; Pero eso no le impedía estar al tanto de, por ejemplo, los movimientos de la Guardia Real. Todo ello gracias a sus hombres más fieles que conocen el secreto de que Fred Marc no murió realmente, al igual que Raenia y Akshael. En total, contando también a Alanne, Luriel y Magdalena, son 11 personas las que conocen su secreto. Pero incluso con ese movimiento que optó por hacer para zafarse de la presión del traidor, no podía quitar un ojo de cualquier posible acontecimiento que ocurriera en Tydoras.

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Pero el clima no acompañó la situación en la que se encontraban actualmente, la cual era ciertamente delicada. Fred Marc empezó a preocuparse en pequeños detalles que antes había pasado por alto debido a la presión que sufría como consejero teniendo al traidor al acecho.

- Princesa Alanne ¿Se encuentra bien? -. Preguntó Marc cuando salió al patio trasero. Desde un primer momento pensó que la princesa simplemente se encontraba recostada en la hierba disfrutando de la brisa al atardecer pero rápidamente se dio cuenta que temblaba ligeramente. Corrió rápidamente hasta ella tras percatarse de que algo extraño ocurría -. ¡Princesa!


Cuando llegó hasta su lado vio que la piel de la princesa era ligeramente pálida y que sus manos emitían un tenue brillo. Entonces una gota cayó sobre sus manos y Fred alzó la mirada para ver su origen. Unas solitarias lágrimas recorrían las mejillas de la princesa hasta que caían sobre sus manos brillantes. Fred se percató de que dichas lágrimas también eran levemente brillantes.

- ¿¡Qué ocurre, princesa!? -. Fred la sujetó de sus hombros al ver que esta no reaccionaba ante su pregunta. Parecía como si estuviese en estado de shock -. ¡Magdalena! ¡Magdalena, necesito ayuda!

Magdalena fue al patio lo más rápidamente que pudo pero cuando ella y Fred sujetaron a Alanne para llevarla hacia dentro, hubo un pequeño estallido. Ambos fueron empujados por una fuerza invisible que surgió de la princesa y cayeron al suelo llevándose un gran golpe. Para Marc no fue demasiado pero Magdalena quedó inconscientemente de manera inmediata. Afortunadamente, pudo resolver aquel problema.

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- ¿Dónde estoy? -. Preguntaba una somnolienta Alanne, que se despertaba llevándose una mano a la cabeza, como si le doliese sin parar -. ¿Qué ha pasado?

- Has estado un día entero inconsciente -. Le respondió Fred Marc desde la mesa donde llevaba a cabo sus investigaciones y reuniones -. He cometido un terrible error al no darme cuenta de esto, Alanne.

- ¿Darte cuenta... Argh, mi cabeza -. Alanne se incorporó levemente.


- Iré directo al grano, princesa. Estuviste en la conversación que tuvimos el rey y yo con Akshael y Raenia ¿Recuerdas? -. Alanne asintió levemente -. Lógicamente, tu amor por Akshael y tu amistad con Raenia es tan grande que no te preocupó en absoluto. Daba igual el origen que tuviesen esos dos, lo importante es lo que son ahora... Y me alegro por ello. Pero no se puede obviar el hecho de que son lo que son, al menos a la hora de la verdad -. Fred alzó su brazo derecho para señalar directamente al vientre de la princesa, en el que cada vez se notaba más su embarazo -. Vais a tener un hijo pero su esencia no es completamente natural.

Alanne se asustó ligeramente, inclinó su mirada para fijarse en su propio vientre, el cual también acarició.

- ¿Entiendes lo que significa? -. Preguntó Fred -. No se todavía si en pequeña o gran medida pero parte de tu futuro primogénito es artificial y mágico, por eso te pasó lo que te pasó el otro día. El control que tienes sobre tu propio poder no es suficiente para contener el poder original de tu hijo.

- ¿Es... Es peligroso?

- Tampoco lo se. Podría haber afectado ya al proceso del embarazo e incluso te podría afectar a ti más de lo que lo ha hecho ya, más allá de cuando des a luz. Pero no te preocupes, afortunadamente estás aquí conmigo -. Fred Marc se levantó de su silla -. Bajo mi instrucción aprenderás a controlar "eso" para que no ocurra ninguna desgracia más. Y de paso, nos enfocaremos en tu faceta mágica.

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Los días volvieron a transcurrir tranquilamente. La única diferencia radicaba en que habían dos personas en el  patio de la casa nº 4 de La Hilandera que salían de la casa antes del amanecer y pasaban toda la mañana allí hasta la hora de comer. El primer día de entrenamiento fue el más duro para Alanne. Fred Marc no iba a contenerse en su instrucción por el hecho de que fuese la princesa, al fin y al cabo la situación así lo requería. El consejero había pedido a sus hombres ciertos materiales necesarios para el entrenamiento; Materiales que dispuso desde el primer día. Le dio a Alanne dos pequeños brazaletes negros para que se los pusiese para entrenar y a su alrededor habían cuatro cetros clavados en la hierba que formaban un cuadrado imaginario en torno a ella.

Después de tan solo media hora, Alanne se encontraba jadeando en el suelo sin parar de sudar ante el esfuerzo que había realizado. Fred Marc le pidió que se levantase para proseguir, no había descanso posible.

- Si ya de por si... Me cuesta... Conjurar mi propia magia... No puedo, Fred... -. Comentaba ella mientras jadeaba derrotada por el cansancio.

- Por supuesto que te cuesta, princesa. Esos brazaletes inhiben parcialmente el control sobre la magia de aquel que se los ponen. Eso hará que en algún momento seas desbordada por la esencia de tu hijo pero necesitaremos que para entonces, sepas retenerlo mejor que el otro día. En un principio quiero que seas capaz de no perder el control sobre tus actos.

- ¿Y si... Y si pasa como entonces?

- No pasará. Para eso están estos cetros. Nada mágico puede entrar o salir del área que forman. Ahora en pie, nos quedan muchas horas por delante -. Insistió Fred.

- No... No puedo... -. Alanne se intentaba levantar y conjurar pero las piernas y brazos le fallaban. Fred suspiró y dijo tranquilamente.

- Esto será muy duro y es por mi culpa. Si me hubiese dado cuenta de lo obvio que era la situación habríamos empezado desde un punto más fácil. Mis disculpas, princesa Alanne. Supongo que le debo también una disculpa a Akshael. Pero... Si te rindes ahora, quién sabe si estos cetros serán suficiente para frenar el poder que desatarías; Quién sabe si podrías llegar a perder el sentido común del todo y actuar como hiciste el otro día, hiriendo en un futuro a las personas que te quieren; Quién sabe si podrías dar a luz a tu hijo o si moriría por la presión mágica que no eres capaz de contener...


Esas palabras de Fred Marc, aunque duras, fueron lo que Alanne necesitó para que centrara su mirada en el suelo, apoyara su mano y casi gritando del cansancio físico, lograra incorporarse y juntar sus manos para comenzar a conjurar bajo la instrucción del consejero.

- ¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH! -. Gritó con una energía que sacó de su recién adquirida motivación. Fred sonrió ante esa determinación pero su sonrisa duró poco por la sorpresa que recibió el consejero.

De la propia princesa surgió un brillo dorado que iluminó todo el patio y parte de la calle y casas adyacentes. Incluso los cetros comenzaron a temblar ligeramente, señal de que no podían aguantar demasiado la presión del interior. Fred se preparó para conjurar un hechizo de abjuración que ayudara a retener aquello. Pero no hizo falta, la luz brillante se detuvo y volvió todo a la normalidad. Alanne se encontraba allí, con ambas manos formando un sello mágico y con los ojos cerrados.

- ¿Qué ha sido eso? -. Preguntó Fred Marc incrédulo de lo que había pasado. Pero Alanne abrió los ojos y sonrió, aguantaba de pie sin mostrar demasiados síntomas de fatiga. Fred volvió a sonreir -. Parece que este entrenamiento va a durar poco.

Dos días después Alanne, aún con los brazaletes puestos, ya era capaz de volver a conjurar sus hechizos como hacia normalmente. También fue capaz de retener el espasmo sobrenatural de su interior lo suficiente como para que todavía pudiese seguir siendo ella y controlar sus actos. Fred calculó que si seguía así durante una semana más podría llegar a retener tanto dicho espasmo que incluso ni se notaría en la princesa. No, no solamente eso: Sino que también Alanne habría ganado un gran control sobre la magia, superior al que poseía antes. Así que Fred decidió probar a la princesa.

- Este entrenamiento se ha vuelto fácil y aburrido -. Bromeaba ella ya tras tres horas de concentración ininterrumpidas.

- Me alegro por eso, es una gran noticia y estoy seguro de que a Akshael le gustará saber qué vuestro hijo está a salvo gracias a tu esfuerzo. Como recompensa... -. Fred consultó su reloj para comprobar la hora -. Dentro de una media hora aproximadamente te llevarás una agradable sorpresa, princesa Alanne. Pero hasta entonces, comprobemos algo... Quítate los brazales y conjura.

Alanne obedeció y el resultado fue impresionante. Lo que antes conjuraba normalmente ahora le costaba diez veces menos en cuanto a esfuerzo y concentración. Pero no solo eso, empezó a maravillarse sobre todas las posibilidades que se habían abierto ante ella en cuanto a lo que podía hacer. La princesa no paraba de conjurar como quien coge una espada sabiendo usarla y empieza a blandirla.

- Tiempo al tiempo, princesa Alanne. Tu control de la magia ha mejorado y nos centraremos en eso a partir de ahora pero no te voy a mentir... Tú misma te has acostumbrado a la presencia, antes peligrosa, de tu propio hijo. Parte de esa presencia se ha adherido a ti y ahora forma parte de tu propio ser -. Comentó Fred y Alanne se detuvo y su sonrisa se transformó rápidamente en una mirada seria con algo de preocupación -. Es lógico que no te guste pero es lo que hay. Considéralo como algo que debes de usar para protegerle.

Quién sabe si en un futuro podría ser peligroso para ella. Por ahora esto es todo lo que puedo hacer... 

La media hora transcurrió más rápidamente de lo que cabría esperar. Pilló a Alanne en una pose extrema sobre la que debía concentrarse. Consistía en alzarse en una posición totalmente vertical sobre una sola mano y seguir aplicando el ejercicio previo. Como era de esperar, el esfuerzo físico dificultaba el entrenamiento y ahí radicaba el énfasis del ejercicio. Pero entonces Fred Marc fue interrumpido por una serie de personas que llegaban a la casa, entre ellas hombres que estaban a su cargo. Alanne en cambio, no desvío su atención sobre el entrenamiento. Había hecho grandes progresos después tanto cansancio y sudor para serenarse en esa postura y mentalizarse como para distraerse y empezar de nuevo. Así que continuó con los ojos cerrados intentando que su brazo derecho, sobre el que se apoyaba, no temblara más de lo necesario para que le permitiese concentrarse en su poder mágico.



- Después de tanto tiempo nunca me hubiese imaginado que te iba a encontrar así, Alanne -. Dijo una voz tan familiar que Alanne perdió la concentración mental y físicamente de manera instantánea y cayó al suelo de culo. Esa voz caló tanto en ella que antes de que se diese cuenta de quien era ya se le habían saltado unas pocas lágrimas. Alzó la mirada esperando que no fuese un sueño o una ilusión.

- Esta es tu sorpresa, princesa Alanne -. Escuchó decir a Fred Marc.

Delante suya se encontraba un hombre alto y más ancho de lo que recordaba. Vestía unas ropas algo maltrechas de tela y cuero debajo de una gran capa azul oscura. Su rostro mostraba una gran sonrisa rodeada de una perilla y barba.

- ¡RAERIC! -. Gritó ella levantándose lo más rápidamente que pudo y abrazándole sin contener más lágrimas. Raeric le devolvió el abrazo también sin poder contener la felicidad que desbordaba por él.

- Ha pasado mucho tiempo, princesa -. Escuchó decir Alanne a otra persona detrás de Raeric. Dicha voz también le resultaba muy familiar. Raeric se quitó de en medio para que pudiese ver de quien se trataba: Se trataba de un hombre de la misma altura que Raeric que portaba su armadura brillante levemnte azulada y una gran capa azul intenso representando la casa Brell. Sobre su hombro colgaba el cinturón que indicaba que esa persona era el campeón de las Artes de Sangre 23.

- ¡THE MIZ! -. Volvió a gritar y repitió lo mismo que con Raeric, se abalanzó sobre él para abrazarle.

Fred Marc ya sabía que ambos estaban en la capital y querían encontrar a Alanne, Akshael y Raenia. Mediante una discreta carta pudo contactar con ellos y gracias a sus hombres pudieron venir hacia aquí en la más profunda intimidad ante los ojos que habían en Tydoras. Decidió no decirle nada a la princesa para darle tal sorpresa.

Los tres estuvieron un buen rato abrazándose después de tanto tiempo y sobretodo, después de no saber qué había pasado con cada uno cuando Xcutor usó su poder sobre ellos.

- Qué bien sienta estar de vuelta -. Admitió Raeric estirando los brazos. Los tres se habían sentado sobre la hierba para hablar tranquilamente -. Aunque creo que debo de estar en otro mundo -. Comentó mirando a Alanne de arriba a abajo,  fijándose en la indumentaria que ella había estado usando para su entrenamiento-. Alanne haciendo ejercicio, esto es el fin .

- ¡Callaaa! -. Alanne le propinó un leve puñetazo sobre el hombro mientras se echaba a reír -. Decidme que os vais a quedar aquí un tiempo por favor, por favor, por favor.

- Un tiempo estaremos, sí -. Comentó The Miz -. Después de tanto no queremos separarnos los unos de los otros así como así. Por cierto, veo que todo va bien -. Dijo refiriéndose a la amplia barriga de Alanne, que era imposible de ocultar el hecho de que estaba embarazada.

- Sí, todo va perfecto -. Alanne prefería ocultar por ahora todo lo que Fred le había dicho acerca de su hijo. Ya llegaría el momento de contarlo, por ahora solo quería disfrutar de la compañía de aquellos dos -. Raeric, debes de echar mucho de menos a Raenia. Le encantará saber que estás aquí, sano y salvo.

- Sí... -. Comentó él con una media-sonrisa entre alegría y tristeza -. Realmente, tenemos la intención de ir hacía donde están ellos. Tranquila, tranquila, iremos más adelante. Primero estamos aquí contigo -. Dijo al ver la reacción de Alanne.

- Después de todo lo que ocurrió, todos los que quedan por volver... -. Alanne tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar de alegría, aunque esta vez no pudo evitar ponerse triste de nuevo al pensar en los que quedan todavía por volver -. Es un gran alivio saber que no os ha pasado nada. Espero que poco a poco podamos volver a reunirnos y que todo sea como fuese antes.

- Bueno, no todo será como antes... -. Sonrió Raeric.

- ¿De verdad vas a hacer eso? -. Preguntó The Miz. Al parecer no era la primera vez que le hacía esa pregunta.

- Sep, lo voy a hacer.

- ¿Qué? -. Se extrañaba Alanne al no saber a qué se referían.

- Raeric sigue obsesionado en su combate contra Raenia -. Respondió The Miz.

- ¿De verdad? -. Preguntó incrédula ella -. ¿Llevas meses sin verla y eso es en lo primero que piensas?

- Nop, no es en lo único que pienso -. Raeric buscó entre sus bolsillos hasta que sacó una nota plegada pero muy bien cuidada -. Esto fue una promesa que me hice a mí mismo. No pensaba enseñársela a nadie pero ya que me miráis así... -. Y se la dio a Alanne para que The Miz y ella pudiesen leer lo que ponía. Ambos se quedaron a cuadros tras leerlo y miraron a Raeric boquiabiertos.

- ¿¡En serio!? -. Preguntaron a la vez alzando la voz.

- En serio -. Sonrió Raeric -. ¿Ahora lo entendéis, eh? Sobra decir que es un secreto, por supuesto -. Y recogió la nota de vuelta.

- Pero ¿Estás seguro de que podrías luchar contra Raenia? -. Alanne miró a Raeric de arriba a abajo -. Parece que has engordado...

- Otra con que he engordado...

- Que va, que va -. Le susurró The Miz a la princesa -. Se ha puesto fuerte el cabrón.

- ¡Jajajajaja no te pega nada estar así! -.  Bromeó ella.

- No, no... Si yo he engordado, anda que tu JAJA -. Se la devolvió Raeric que tuvo que levantarse para impedir llevarse la hostia de Alanne mientras The Miz reía por la armonía que se respiraba en el grupo.

Los tres continuaron hablando de todo lo que había pasado últimamente durante varios minutos. La felicidad se apoderó por completo de Alanne, Raeric y The Miz. Hasta que...

- Señor Fred, tenemos malas noticias -. Comentó uno de sus hombres. Fred Marc y ellos se habían separado de Alanne para que tuviesen la intimidad necesaria y disfrutasen del momento mientras él se encargaría de escuchar el nuevo reporte de lo que ocurría en la ciudad. Por ahora todo era bastante normal pero algo inesperado había ocurrido. El hombre comentó acerca de un informe que llegó al Padre Karzkart sobre su hijo y el encuentro con Kpim.

En cuanto la palabra "Kpim" salió al aire, la conversación que tenía Raeric con The Miz y Alanne se detuvo y se giró rápidamente hacia Fred Marc. Al parecer ni The Miz ni Alanne se percataron de lo que hablaban Fred Marc y sus hombres pero él sí.

- ¿Qué pasa con Kpim? -. Preguntó en voz alta al mismo tiempo que se levantaba y se acercaba a ellos. Alanne y The Miz hicieron lo mismo al enterarse de la pregunta de Raeric.

Fred Marc no quería que algo así afectase al comportamiento de la princesa, echó una mirada fulminante a su hombre por no ser más discreto pero ya no había nada que hacer. Decidió contarlo todo.


- Vuestro amigo Kpim se ha hecho con un artefacto muy peligroso que andaba buscando la orden de Heironeous para evitar esta situación. Ahora ha caído en sus manos y pretende usarlo con algún fin... Y su objetivo parecer ser que está aquí, en Taneir -. Los tres se sorprendieron bastante por aquellas palabras -. Si, anda viajando hacia el sur. Así lo ha declarado Kael y Braria Karzkart, miembros de la orden de la Luz. Ellos dos fueron enviados con la intención de hallar a Christian, el paladín de Heironeous que andaba tras el artefacto y detener a Kpim. Pero no entraron en sus cálculos el inmenso poder que él había logrado conseguir... Una energía vil dotada de poderes arcanos y divinos fusionados en un mismo ser...

La situación había dado un vuelco completamente inesperado. Fred, que pensó que el plan que había llevado a cabo era perfecto, ahora no paraba de ver fisuras en él ante este hecho inesperado. En las condiciones en la que estaban lo más correcto era que fuese Luriel la que acompañara a Akshael y Raenia por la Cordillera Central; Que Goldhiber protegiese el Fuerte Águila... Pero con una nueva amenaza desde el norte... Estaban en peligro. No era lo mismo ser atacado por un ejercito, como los Barlis, al que podías poner otro ejercito delante para frenarlo, que por un ser de gran poder. Si se le enviaba un ejercito a por él no necesitaría mucho para usar su poder vil y ponerlos bajo su favor... Fred necesitaba pensar en una solución rápidamente. Solo él podía pensar una solución que fuese viable, ni siquiera se podría fiar de lo que hiciera el rey ya que podría estar aconsejado por el propio traidor, que podría sacar mucha ventaja de este movimiento. Pero por más que pensaba, todas las opciones eran arriesgadas y peligrosas...

- ¡Yo iré! -. Alzó de nuevo la voz Raeric y todos se giraron sorprendidos. Todos menos Fred que se llevaba los dedos a sus ojos para masajearselos y pensar con más calma. También había pensado en eso y también era una opción peligrosa por lo que estaba a punto de pasar... -. Kpim es amigo mío... Nuestro. No se qué clase de poder tendrá pero estoy seguro de que mínimo podré hablar con él sin que me ataque. Y si lo hace, también estoy seguro de que podré detenerlo lo suficiente como para que no avance más -. Afirmó apretando el puño derecho en el cual llevaba atado un pequeño pañuelo rojo que para él significaba mucho en la temporada que pasó fuera -. Y no me podréis retener ya que no soy de este reino...

- Yo también voy... -. Dijo también The Miz dando un paso al frente.

- Y yo -. Alanne había adquirido un tono totalmente serio y había dado otro paso al frente. Raeric y The Miz se negaron rotundamente haciendo hincapié en el embarazo -. No me digáis que puedo y qué no puedo hacer después del discurso que acabas de soltar, Raeric.

A esto es lo que Fred Marc se refería con "lo que estaba a punto de pasar". Él seguía pensando mientras sus hombres y Raeric, The Miz y Alanne discutían entre ellos sobre lo peligroso que era hacer lo que querían hacer. Cualquier movimiento que diese él le pondría en peligro pero no había más remedio, llegó a una conclusión final. Interrumpió la disputa y dijo rotundamente.


- Preparad los caballos, voy a la capital -. Todos se quedaron de piedra (menos Raeric y The Miz) al escuchar lo que dijo Fred -. Sí, el rey y los consejeros sabrán lo que me ha pasado. Voy a necesitar de tu testimonio, Alanne. Ya que Akshael y Raenia no están aquí para respaldarme.

Fred clavó su mirada seria pero decisiva en el rostro de Alanne y esta le devolvió la mirada. Fred sabía que la princesa se moría de ganas de acompañar a sus compañeros que por tanto tiempo no había sabido de ellos; Que se moría de ganas de ayudar y detener a Kpim. Y también... Qué se moría de ganas de ver adonde podía llegar después del entrenamiento.

Pero Fred le prometió a Akshael que protegería a Alanne de cualquier peligro así que no podía permitir que eso pasase. No podía impedir directamente que los otros se fueran pero si indirectamente. Ambos se seguían mirando y ambos sabían que si Alanne se negaba a ir con Fred, él era hombre muerto en cuanto pusiese un pie en la capital. El consejero necesitaba a la princesa para escudarse y que el rey escuchase lo que pasó de verdad. Aunque eso le diese ventaja al traidor, el siguiente paso en cuanto Fred recuperara la confianza del rey le afectaría directamente. Quizás su vida estuviese en peligro pero así se aseguraría de que la del traidor también y que pudiese existir una oportunidad para detener a Kpim.

- Está bien -. Suspiró levemente Alanne dando su consentimiento.

Si lo he hecho bien, también podré evitar que esos dos hagan ninguna locura.

- Raeric, The Miz. Por favor, venid conmigo... En cuanto apoye el testimonio de Fred, iremos los tres a por Kpim -. Imploró Alanne.

Bingo.

Pero antes de que estos respondieran, Fred habló. No quería esperar a su respuesta para que no pareciese que todo era el plan del consejero para evitar que hiciesen ninguna locura. Refiriéndose a uno de sus hombres, le ordenó:

- Escribe una carta a Aleisa Salastra. Quiero que vuelva a la capital de inmediato y que deje las tropas a cargo de Lady Malisa Salerton para evitar un posible avance de los Barlis. Si hace falta falsifica la firma del rey, pero la quiero allí antes de que yo llegue a la ciudad. Es de vital importancia que estemos todos los consejeros.

Voy a necesitarla para lo que voy a proponer... Voy a necesitar a todos los consejeros. Esta será... La peligrosa y posible última propuesta de Fred Marc.

Durante estos últimos días, el sol, el cielo despejado y la agradable brisa han sido protagonistas en el valle oeste de Taneir. Pero unas nubes empezaron a aparecer disimuladamente hasta tapar todo el cielo. Se avecinaba tormenta.

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