2 oct 2015

Lo oculto bajo Der'go (Parte I: La alteración perfecta)


- ¿Qué ha sido eso? -. Preguntó con esfuerzo Wyrth que estaba tendido en el suelo justo cuando se despertó. Había estado inconsciente pero no sabía cuánto tiempo había pasado. Se levantó lentamente y se dio cuenta de que no tenía visión de su alrededor, todo estaba oscuro pero no estaba solo.

- Has pasado casi dos horas desmayado, Wyrth. He tenido que salir para cuidar la zona -. Respondió la voz de Kelmor, el dragón negro de su interior. Wyrth sintió sus escamas tras levantarse, estaba en el centro del dragón, que se había enrollado en torno a él.


- Aún sin mi permiso para salir, debo agradecerte esto, Kelmor -. Apreció Wyrth. Acto seguido invocó una fuente de luz para iluminar la zona. Kelmor y él se hallaban en mitad de una sinuosa pero enorme cueva. Incluso con el tamaño de Kelmor este no ocupaba ni la mitad del ancho de donde se encontraban -. Este lugar... ¿Estamos en las minas? -. Su pregunta no tuvo mucha validez porque él mismo se respondió tras fijarse en unas vías que se encontraban a su derecha.


- En uno de los conductos principales que se ramifica en numerosos y estrechos senderos para la mineria, ahí estamos...

- Hemos pasado directamente de la ciudad hasta aquí... -. Wyrth, con la mente mucho más despejada se puso a meditar sobre qué había sucedido. Varias posibilidades atravesaban sus pensamientos y comentó la que parecía la más probable -. Seguramente... Seguramente fuimos arrastrados hasta aquí debido a la presión mágica que sufría toda la zona subterránea. Cuando abrí la puerta esa magia contenida se liberó y diluyó en la atmósfera, fue como si se abriera de repente una olla al máximo de presión.

- Y te ha afectado porque recibiste toda esa magia de lleno al abrir tu mismo la puerta -. Añadió Kelmor.

- Sí... Al menos eso añade una buena noticia, aunque otra mala. La buena es que si la presión se ha diluido, no podrá afectar a los aventureros que nos encontramos en la entrada si deciden aventurarse al interior. La mala es que parece que no podré acompañarlos en compensación por el daño que les ocasioné... -. Se lamentó.

- No hay tiempo para lamentaciones, Wyrth. Estamos en una zona muy peligrosa. No estamos solos...

- Está bien -. Se decidió finalmente el Almirante -. Hora de avanzar así que vuelve a mi interior, Kelmor -. Wyrth puso la palma de su mano sobre una de las patas del dragón negro y este fue absorbido en menos de un segundo hacia el interior del cuerpo del Protector como estuviese hecho de aire.

Wyrth comenzó caminar por la cueva artificial. Recorriendo las minas directamente no sabía si estaba al mismo nivel que la Red de túneles Der'go o ya se encontraba a un escalón mayor de profundidad. Para una persona normal aparecer de repente así en un sistema laberíntico de túneles sin ningún mapa ni referencia podría haber sido su final pero para Wyrth no. El Almirante, al igual que otros muchos de sus compañeros dentro de la organización de los Protectores, poseía un sentido excepcional para detectar lo sobrenatural. Podía analizar las auras mágicas incluyendo sus cualidades y características a varios cientos de metros de distancia, incluso a través de obstáculos sólidos como la piedra. Tan solo tenía que avanzar en línea recta, si hacia falta haciendo él mismo su propio camino, hacia el lugar donde detectaba mayor concentración sobrenatural... Hacia el origen de todo esto.

Con sus hechizos no tuvo ningún problema para fabricar él su propio camino, pero eso alteró a unas criaturas que estaban en el conducto al que accedió tras avanzar varios cientos de metros. Dichas criaturas eran Terrarones, una especie de tiburón de la piedra. Pero había algo extraño en ellos...

- Normalmente los Terrarones no se agrupan en manadas... Es un animal solitario, como mucho viven en pareja -. Comentó Wyrth iluminando a todos y cada uno de ellos que le rodeaban lentamente, acechándole -. Además... ¿Qué es eso? -. Wyrth alzó su bastón para iluminar al que tenía más cerca de él.

Por encima del blindaje del Terrarón había una serie de tumoraciones que segregaban una extraña sustancia que se resbala por la criatura hasta caer al suelo. El druida se fijó en que cuando ese líquido hacía contacto con la piedra, esta se disolvía lentamente emanando un pequeño vapor.

- ¿Ácido? -. Wyrth esquivó el primero de los ataques de la manada de Terrarones de un salto. El resto se preparaban para atacar -. Estas criaturas han sufrido alguna tipo de mutación, seguramente provocado por la anomalía del lugar. Pero... Eso también ha provocado que cambiaran su modus operandis. En cualquier caso... Hora de llevárselos.

 Wyrth agarró firmemente su brazo derecho y de él salió dos enormes brazos peludos seguido de "algo" parecido a una gran boca con dientes afilados. Esa boca se ensanchó hasta volverse varias veces más grande que el resto del cuerpo que había surgido del brazo del druida. Y entonces, se abalanzó a por los Terrarones que no pudieron hacer nada. Todos acabaron engullidos dentro de esa extraña criatura que el druida poseía dentro de él.

- ¿Te los llevas vivos, eh? -. Esa pregunta no llegó desde su interior, no lo preguntó Kelmor.

 Esa pregunta llegó desde su derecha. Wyrth había estado prestando tanta atención a la manada de Terrarones que no había detectado al enemigo que le estaba vigilando. Apareció de entre la oscuridad una figura bípeda cuyas patas acababan en afiladas garras pétreas. Todo su cuerpo estaba protegido por un caparazón rojizo que imitaba a la perfección la fisonomía humana (musculatura, proporciones...). Su rostro tenía facciones afiladas, ayudándole así a que su mirada fuese fría y penetrante.

- Se supone que tu eres un Merodeador de las profundidades -. Analizó Wyrth tras fijarse en sus patas -. Pero has sufrido una alteración casi completa... El color de tu caparazón, la similitud en cuanto a musculatura humana, las características de tu cara...

- Una bendición ¿No cree usted? Me llamo Ethnas -. El merodeador hizo una pequeña reverencia al presentarse -. Y no puedo permitir que sigas acercándote a nuestro santuario.

- ¿Ethnas? ¿Te has puesto un nombre? -. El protector no podía decidir que sensación le abordaba más, si el asombro por presenciar tal nivel de evolución en ese ser o el de terror al imaginar qué misterios se hallaban más adelante -. Increíble... Esto está en el rango B de protocolo de actuación en los Protectores... No, quizás sobrepase la A según lo que vea cuando llegue...

- Vas a tener que abrirte paso a la fuerza -. Comentó Kelmor desde su interior.

- Está bien -. Admitió Wyrth aunque no le gustaba demasiado luchar con criaturas inocentes. Al fin y al cabo el druida consideraba al Merodeador como una terrible víctima en todo esto. Comenzó a caminar lentamente.

- ¡Ni un paso más! -. Saltó Ethnas que comenzó a correr hacia el druida.

A pesar de que el Merodeador no era muy rápido si que demostró una gran capacidad de fuerza bruta al golpear el suelo con su puño rojizo poco antes de llegar hasta él, provocando un pequeño temblor que cambió la morfología del suelo que pisaban ambos. Wyrth se vio obligado a saltar si no quería perder el equilibrio y la visión de su rival debido a la inestabilidad de la superficie, que se empezó a llenar de grandes guijarros que obstaculizarían el combate en tierra.

- Si llevo la lucha a su terreno, tardaré más de lo previsto... -. Dijo él en el punto más alto de su salto. Ethnas le esperaba en el suelo para aprovecharse de la ventaja que poseía allí. Wyrth suspiró y soltó su bastón, el cual se quedó flotando en el aire. Desplegó las alas de Kelmor para mantenerse en el aire y conjurando sellos a un ritmo impresionante, gritó -. ¡Descarga flamígera!

Como si de un dragón se tratase, exhaló amplia mente y toda la zona se inundó de unas llamas rojizas con pequeños destellos que recorrieron el suelo como si fuese un mar de destrucción. Wyrth tan solo podía ver los guijarros que sobresalían por encima de la capa de fuego que había creado. No obstante detuvo su hechizo de inmediato y comenzó a descender.

- No quiero que muera... También me lo llevaré -. Comentó cuando aterrizó al lado del cuerpo casi calcinado -. Gracias a su caparazón sobrevivirá, tan solo está inconsciente -. De nuevo surgió una gran boca del brazo del druida que engulló al Merodeador sin dañarle.


- ¡Bravo¡ ¡Bravo! -. Escuchó decir entonces a una mujer, que también aplaudía, del mismo lugar de donde provino Ethnas.

Wyrth se sumergió en una maraña de pensamientos sobre lo extraño de que sucediera algo así por segunda vez.

- Otra vez alguien que se acerca y no he podido detectar nada... -. Pensó él intrigado al mismo tiempo que preocupado.

- Es por la presencia de magia en el aire, inhibe tus sentidos -. Respondió entonces Kelmor en su cabeza.

De la oscuridad volvía a surgir una nueva criatura humanoide. Wyrth atrajo telequinéticamente su bastón que seguía flotando en el aire para iluminarla mejor y entonces fue cuando se sorprendió de verdad. Se trataba de una mujer delgada y algo baja, con el pelo corto y ondulado, de un color blanco ceniza y unos ojos escarlata-violeta. Su mirada era amplia y junto con su media sonrisa parecía que expresara locura. Pero Wyrth estaba impresionado aún más por el resto de detalles: Esa mujer tenía rasgos de felino; Grandes orejas triangulares sobre su cabeza, una larga cola que surgía desde la parte anterior de su cintura, afiladas garras en la punta de sus dedos... También iba vestida con un abrigo estrecho de color azul y unos pantalones cortos naranja oscuro. El druida estaba atónito por el nivel de alteración de ese sujeto; No podía distinguir si era una humana que había sufrido una alteración felina o lo contrario... Y en el caso de ser lo contrario, no podía distinguir cuál era la criatura original.

- ¿Qué está pasando aquí...? ¿Qué es eso? -. Se preguntó.

- No es solo su apariencia... -. Kelmor también parecía bastante impresionado -. Ahora que me he concentrado en ella puedo visualizar su esencia mágica y... 

Wyrth se apresuró a imitar a Kelmor para ver de qué se trataba. Por encima de toda la bruma que invadía la cueva y el subterráneo de las montañas, por encima de tal nivel de saturación mágica surgía un aura aterrador... Pocas veces Wyrth había visto tal nivel de presencia mágica en su vida. Incluso Kelmor parecía sorprendido.

- Tu alteración... Es perfecta -. Admitió él.

- Graciaaas -. Sonrió un poco más de lo que venía haciendo -. Pero debo pedirte un favor. No puedes seguir avanzando... No debes alcanzar el Santuario.. No, no... -. Se llevó el índice al labio inferior y continuó hablando mirando el techo -. Si alguien como tu se acerca allí, sería peligroso...

- ¿También intentarás detenerme como intentó él? -. A pesar del asombro que invadió su cuerpo, Wyrth era lo suficientemente profesional como para no perder de vista su cometido a pesar de los imprevistos en su camino.

- No... Eres más fuerte que yo, por el momento... -. Respondió ella volviendo a clavar sus ojos carmesí en el druida -. Lo se por tu aura.

¿Mi... Aura?

Fui entrenado para suprimir mi presencia mágica hace décadas. No... No solamente eso, también la de mis pertenencias e incluso la de las criaturas en mi interior... 

¿Está bromeando?

¿Qué ha pasado ahí dentro?  Si tan solo lo que llevo descubierto saliera a la luz, esto se convertiría en prioridad de máximo nivel.

- ¿Entonces solo has venido a advertirme amablemente? -. Wyrth no perdería la calma así como así.

La mujer sonrió aún más, esta vez como si disfrutara realmente de la escena donde se encontraba... Como si quisiera hacer sentir verdadero dolor al intruso que tenía enfrente.

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