30 may 2017

El renacer de un nuevo Akshael


Había llegado al fin el día, Evolution lideraba el asalto final a Aldmet y ya se encontraban en Tilos, concretamente cercando el castillo de la capital. Akshael y algunos compañeros más habían decidido avanzar por detrás, la antigua y secreta entrada trasera del castillo que ya les fue útil en el pasado volvería a ser usada.

- Hay mucha resistencia incluso aquí. Se lo esperaban, hombretón. -. Dijo Rudolph a Akshael, que lideraba el grupo.

Pero no estaban solos. Tras ellos habían algunos compañeros más de Evolution y cientos de soldados con el tabardo del grupo. No estaban contratados, no estaban siendo controlados; los ideales de Evolution habían calado hondo en el alma de estos hombres y mujeres, y ahora todos ellos eran también miembros. La idea de Candy de poner rangos había resultado perfecta para la organización del grupo.

Akshael portaba un aspecto innovador, había dejado atrás la armadura que tenía prestada por Ryan Fordreigon y estrenaba una nueva: Formada por enormes placas color platino adornadas con detalles haciendo referencia a Thor, a su religión, y rematada con el símbolo de Evolution en el pecho. Estaba creada para él, el hombro izquierdo no tenía hombrera pero sí el derecho, una enorme que le servía para cubrirse si ese flanco quedaba al descubierto. La izquierda la tenía libre para dejar hueco a un enorme escudo plateado que tenía, también con un rayo en el centro, del que se desprendían pequeños rayos reales cuando Akshael lo portaba para defenderse.

Ante ellos el castillo, la entrada anteriormente mencionada y ante esta, muchísimos soldados de los Protectores preparados para defenderla. Akshael sonreía mirándolos aún a cierta distancia mientras se colocaba el yelmo, que no le cubría toda la cara para que pudiese ver mejor, aunque así se le pudiese reconocer. Todos comenzaron a acercarse, quedando a la vista de los Protectores, tras comprobar que las defensas mágicas cercanas eran nimias Lucilia, gracias a un objeto mágico, las había chafado.

Akshael dio un paso adelante cuando el grupo se puso en formación, dispuesto a cargar. Se quitó el yelmo y dejó ver, además de un gesto en la cara de convicción mezclada con locas ganas de luchar, su nuevo corte de pelo. Se había cortado no solo la barba, sino el pelo largo que tenía desde que salieron de Tydoras muchos años atrás, siendo unos niños en comparación a lo que eran actualmente. Ahora tenía el pelo corto, prácticamente rapado por los laterales dejando la parte de arriba más larga, con un flequillo corto, pero que el viento mecía en su dirección.

Miró hacía atrás y soltó algunas palabras de motivación y de hermanamiento no demasiado largo, pues estaba ansioso y los Protectores no parecían dispuestos a esperar eternamente. Cuando acabó. se giró hacia precisamente ellos, frunciendo el ceño y colocándose el yelmo de nuevo en su sitio, preparó su escudo en dirección a los soldados y alzó su martillo con su mano derecha, ayudándose de unos enganches que aparecieron en su brazo robótico derecho para ayudarlo a manejarlo con una sola mano pese al tamaño.

Los pies de los miembros de Evolution comenzaron a avanzar, la carga estaba empezando y la batalla se avecinaba, la primera batalla del fin de la reconquista de Tilos. Akshael hizo brotar una tormenta que no tardó en aparecer para acompañar a la música épica que tan solo sonaba en su cabeza, al son de los rayos. Los hechizos de los protectores brotaron, chocando contra los sortilegios propios de los miembros de Evolution, contrarrestándose unos con otros hasta que los luchadores cuerpo a cuerpo llegaron para chocar su armas...

Y la batalla acabó, apenas unos minutos después Evolution se encontraba triunfante y celebrándolo mientras algunos de los miembros especializados ya trabajaban en dejar atrás la puerta con sus protecciones mundanas y mágicas. Akshael, tras unos segundos de celebración recordó dónde estaba su objetivo. Miró hacia el castillo y pese a los muros podía verlo: el salón del trono, donde se sentaría junto a su amada Alanne, donde por fin tendría el lugar que se merece, donde por fin podría dejar de luchar y preocuparse por los Protectores. Lo estaba viendo como si fuese una alucinación, el salón del trono más radiante que nunca, iluminado y en perfectas condiciones, próximo a ser adornado con emblemas de la familia Oinotna Barlis, de Thor, de Evolution...

Una mano en el hombro le devolvió a la realidad, era Tommy, que le avisaba de que estaban listos y que en cuanto diese la orden estarían dentro. Y eso fue lo que sucedió, el grupo avanzó y dentro encontraron más resistencia, pero los miembros de Evolution se fueron separando para subsanar las defensas que se encontraban y dejar que los demás avanzasen. Akshael iba machacando rivales y avanzando sin esperar a que estos cayesen, dejando que los que venían detrás los rematasen para no perder más tiempo.

Y por fin, ante él, la puerta de la sala del trono. No había nadie defendiéndola así que estaba todo hecho. Junto a Akshael, tan solo había llegado The Miz, que con unas palabras de satisfacción y atusándose su título de campeón de las Artes de Sangre 23 celebraba el haber llegado allí.

Un paso, otro... y ya estaba empujando la puerta, con calma. En su mente se encontró una sala como se había estado imaginando, grandiosa y magnánima pero en cuanto salió su mente de su imaginación para volver a la realidad se encontró ante una sala apagada, con la suficiente iluminación como para ver pero no era ni parecido a lo que esperaba.

Algo peor que el estado de la estancia, pues esta aún era reparable, le asustó. Alanne se encontraba sentada en el asiento contiguo al trono, inconsciente al parecer. Nada más verla y tras gritar su nombre, comenzó a correr hacia ella alertado y con temor a que le hubiese pasado algo, pero cuando estaba a mitad de camino algo demasiado veloz como para verlo bien le embistió y le hizo hincar la rodilla al desequilibrarlo. Cuando giró la cabeza, vislumbró una figura de un lobo que le gruñía y acechaba pero no podía ver los detalles, tan solo la figura oscura y unos ojos dorados brillando. Se levantó e ignorando al lobo pues le parecía una perdida de tiempo, volvió a correr.

Unos segundos después volvió a caer, esta vez haciéndose daño, y al levantarse tuvo que alzar su martillo en contra de la criatura que pese a verla de cerca, seguía sin poder ver mejor. Tras unos momentos intensos de forcejeo apareció The Miz, que comenzó a golpear a la bestia para distraerla y provocar el enfrentamiento entre ellos dos, dejando a Akshael libre. El paladín de Thor aprovechó el momento y volvió a avanzar hacia su amada.

De nuevo un obstáculo: una figura enorme, del doble del tamaño de Akshael, se levantó del trono. Akshael no llegó ni a fijarse en ella antes pues tenía la vista centrada en Alanne. La figura avanzó hacia Akshael. Esta tenía en común las características que se destacaban del lobo que le había atacado, era una figura oscura, a esta algunos detalles sí se le intuían, partes de una armadura y un casco, además de un arma en su espalda y una espada en su funda colgando del cinturón. También tenían iguales la marca de sus ojos, un brillo dorado.

Akshael intentó enfrentarse a ella pero la figura lo tomó muy fácilmente del cuello, y este dejó caer su martillo y su escudo ante la presión del agarre.

- Estúpido niño... Me estás llevando a la ruina con tus decisiones y... -. La figura golpeó directamente la cara de Akshael, destrozándole el yelmo y haciéndole una herida muy grave en el rostro -. Provocando que mis sueños desaparezcan. No puedes pretender liderar a gente sin dar... -. Un nuevo golpe volvió a impactar en el paladín -. Al menos buen ejemplo. No se puede ser rey sin... -. Un tercer golpe -. Un mínimo de dignidad. No puedes pretender defenderlos a todos si no paras de... -. De nuevo un golpe, pero este despertó un descubrimiento en Akshael: la criatura que le agarraba se hacía cada vez más pequeña con cada golpe que daba -. ¡EXPONER A LOS MÍOS! -. Terminó por decretar la figura.

Akshael ya cayó al suelo tras la figura soltarlo, esta le cogió la cabeza y lo obligó a mirar atrás, donde The Miz y el lobo luchaban. La figura avanzó hacia la parte donde ocurría este enfrentamiento y desenfundó su arma.

- ¡The Miz, cuidado! -. Gritó Akshael, desesperado, pues las heridas y el agarre le habían dejado muy debilitado.

- Eres tonto... Pensando que por simplemente quererlo vas a triunfar siempre, Akshael. -. La figura hablaba mientras terminaba de acercarse. Y cuando llegó, el lobo embistió a The Miz para que, conjuntamente a la otra figura, rematarlo de una estocada. La sangre comenzó a brotar de su boca cuando la espada de la figura humana atravesó el pecho del guerrero de Evolution.


- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! -. Gritó Akshael.

- Tus decisiones y forma de actuar han hecho esto... Tu mentalidad mediocre y aún lastrada por tus influencias malignas te pesa demasiado y ha provocado que mates a The Miz. No eres digno de nada de lo que te propones y no tienes los huevos para hacer que todo esto cambie tan solo...

- ¿QUIÉN ERES? QUIERO SABER EL NOMBRE DEL ASESINO DE MI COMPAÑE... DE MI AMIGO, DE MI CAMPEÓN - Gritó Akshael, mientras sacaba las últimas fuerzas para levantarse, coger su martillo e intentar cargar contra la figura.

-Tú has matado a tu compañero, tú has acabado con todos a los que te has traído, dejando que muriesen con tal de salirte con la tuya, con tal de que tu orgullo fuese más poderoso que las intenciones sanas de los demás.

La figura soltó la última palabra justo cuando el martillo de Akshael iba a golpearle y con un movimiento rápido de su espada, paró el ataque.

- Mi pericia en combate es superior, jamás podrás golpearme...

La impotencia de Akshael le hizo arrojar su martillo directamente a la figura aunque acabó siendo un plan perfecto, quería saber a quién se estaba enfrentando antes de matarle. Era su único pensamiento en ese momento así que aprovechó la distracción del lanzamiento del arma para agarrar a su enemigo por la cabeza, directamente del casco y quitárselo le hizo que perdiese el combate, pues inmediatamente quedó impactado ante el descubrimiento que hizo, dejándose caer hacia atrás de la impresión.

Ante él se encontraba él mismo pero diferente. El rostro era reconocible al cien por cien, pero parecía un Akshael cambiado, la cara parecía marcada por la edad y la barba estaba presente, mucho más frondosa que jamás la habría tenido aún el Akshael... ¿real?

- Tú nos harás desaparecer -. Continuó la figura, sintiéndose ganadora mientras miraba a un Akshael sentado de culo en el suelo -. O cambias o jamás llegarás a ser yo, jamás ocuparás mi trono y seguirás matando a tus aliados. Somos mejor que Schwarz, somos mejor que Jace Barlis y somos mejor que Trenler... Pero tú en concreto haces que la media baje, haces que mis enemigos tengan razón al dudar de mí, de nosotros. Tú, siendo tú, jamás podrás vencer a Verithyor ni rescatar a Alleria, pues el asalto a la ciudad será un completo estropicio salvo que Revolution lo solucione...

La figura que representaba a un Akshael mayor volvió a su trono, dejando atrás a un Akshael atónito, que aún miraba el cadáver de The Miz y a sí mismo frente a él. El Akshael mayor se sentó junto a Alanne y la escena cambió, la sala se iluminó y The Miz y el lobo desaparecieron, la Alanne insconciente desapareció para dejar paso a una Alanne radiante, feliz y vestida como se merecía: con unas ropas nobles parecidas a las que llevaba en la cena en la que se conocieron.

- Levántate, llévame hasta el triunfo Akshael, despierta y...

Todo desapareció, todo se volvió oscuro y ante Akshael apareció una placa de metal. Estaba en la litera del vehículo que utilizaban y se dió cuenta que acababa de despertar. Un escalofrío le recorrió la espalda y se levantó lo justo para ver a Jhin que salía por la puerta, seguramente para hacer su turno de guardia.

El resto de la noche Akshael se quedó recapacitando ante el sueño que había tenido, ¿tendría él mismo razón?

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Caminaban de vuelta al vehículo Raptor, todos bastante animados salvo Thaine y él, ya que fueron los únicos que se habían quedado hasta el final en el laboratorio de los titanes. Habían pasado tres días y todavía se sentía extraño, diferente... Como si el Akshael que estaba junto a aquellos compañeros no fuese el mismo. Después de mucho tiempo supo que aquel era el camino a seguir, que justificaría que las palabras que soltó la Emperatriz Delarie fuesen totalmente ciertas. Aquellos "héroes" se alzarían como tal, y no como niños que intentaban jugar en ligas que se escapaban a su control, como pasó en la ciudad de Tydoras hace seis años.

Aquel sueño le llevó a recapacitar y, sobre todo, a reafirmar el comportamiento que estaba manteniendo las últimas semanas. Akshael, el baluarte que infundía valor, moral y que mantenía el grupo a salvo de las tinieblas de la tristeza y desesperación. Debía seguir aquel camino, era lo mejor que podía hacer para subsanar los errores del pasado y mantener la determinación de cara a lo que estaba aún por venir.... Que sin duda sería mucho más difícil.

Echó un vistazo a todos, que en ese momento ascendían la cordillera enfrente suya. Observó a Jhin, que estaba intentando debatir con Maief sobre su origen de Ointona; Por delante iba Thaine, cabizbajo y en silencio, probablemente sintiendo algo parecido a lo que sintió hace unos días en el tren; Y liderando la marcha, Jack, que mantenía una conversación en solitario sobre cómo podría combinar su poder de Vitalis con las botas que acababa de comprar.

A todos ellos....

A todos ellos les tenía un gran aprecio y quería mantener cerca, incluso a Jack que tan solo le conocía desde hace poco, pero tan fuertemente había calado en la filosofía de Evolution y sus bromas. A ellos y también a todos los demás que estaban repartidos por todas partes del mundo... A Raenia, a Candy, a Luriel, a Kpam, a Zerok... A Alanne, Annie y su futuro hijo, Jayce.. Absolutamente a todos.

Y por eso no podía permitirse cometer los mismos errores del pasado. Errores que había descubierto después de todo lo que había pasado: La guerra en la ciudad, lo que costó remontar el vuelo en Condado Cuervo, el secuestro de Alleria Karzkart, la verdad sobre Luriel Fiert y el estado en el que se encontraba actualmente en la capital del reino... Por errores como el no dejar de lado su orgullo perdió a The Miz y a muchos otros provocando una guerra. Pero aquello se acabaría ya, aunque fuese mucho más difícil... Y doloroso.


Porque el Akshael del pasado hubiese saltado a salvar a Scarlett, aunque al hacerlo hubiese muerto junto a su montura compañera. Pero tenía un deber que mantener, un duro deber... Y es que por encima del orgullo, del ego y de las temeridades, debía seguir siendo el símbolo primordial de Evolution; El estandarte de guerra que verían todos en vanguardia mientras llevaba a cabo las ordenes de la doctora Einzbern.

Estaba dolido por la perdida de Scarlett y sabía que de alguna forma, habrían más perdidas en los encuentros que estaban por venir, pero debía mantenerse fuerte. Todos los que han muerto en el pasado dieron su vida por Evolution y él se encargaría de honrar sus memorias cambiando el mundo. El espíritu de Akshael había renacido.

- ¿Scar...lett? -. Estaba sin habla, cuando vio lo que formó el rayo que cayó frente a él. Por un momento se esperaba a Thor, pero se trataba de una acumulación de energía sagrada y eléctrica que se había congregado hasta formar la figura de su compañera.

Y es que el espíritu de Akshael no fue lo único que había renacido. Quién sabe por qué, pero su compañera se encontraba allí, frente a él, justo cuando todos atravesaron la muralla del Atheneaum Real y se dirigían a la capital. Quizás se tratase de lo que quería decirle Thor cuando apareció en la capital Cuervo, o quizás era un símbolo del cambio del paladín, reflejado también en el alma de Scarlett.

No te volveré a fallar -. Pensó mientras observaba al animal con una leve sonrisa.

Scarlett se inclinó y eso ensancho aún más su sonrisa de felicidad. El interior del paladín se encontraba ardiente en deseos de conseguir una victoria.

Y por eso, cuando Scarlett desapareció y en su lugar hizo acto de presencia el Capitán General Verithyor, la sonrisa desapareció al mismo tiempo que cerraba los ojos y transformaba aquel gesto en una mirada decisiva, dispuesto a darlo todo contra cualquiera que se les opusiese.

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