31 may 2017

El último día


El chico comenzó a abrir los ojos a medida que los primeros rayos de sol entraban por su ventana. Se encontraba en un dormitorio pequeño de madera algo antigua, con dos pequeños baúles a los pies de cada una de las dos camas y un escritorio bastante amplio con dos sillas. Tras frotarse los ojos, se puso en pie y comenzó a desperezarse.

- Os vais a enterar, je... 

Rápidamente, el joven se dirigió hacia el escritorio y sacó una pluma de uno de sus cajones. La mojó en tinta y se dirigió a la cama que estaba a su izquierda. Descansando sobre ella se podía apreciar la figura una persona con el cabello largo. Sigilosamente, comenzó a separar los mechones, apreciándose así el rostro de una joven chica.

Con sumo cuidado, le comenzó a pintar garabatos en la cara, aunque siempre atento a los movimientos de ella para por si despertaba. Una vez con la cara pintada, volvió al escritorio y volvió a mojar la pluma. Ahora se dirigió a la derecha de la cama de la cual se había despertado.

Al lado de esta se podía apreciar un colchón en el suelo y en él otra persona dormida, esta vez se podía apreciar a un joven de cabello corto blanquecino. Este estaba dormido totalmente destapado y con la boca abierta. De la misma forma que con la chica, comenzó a pintarle el rostro. Cuando finalizo, sigilosamente volvió al escritorio y guardo su pluma

- Jejeje... Después de tantas semanas esperando, mi plan de venganza ha sido un éxito bwajajajaja.

Pero de repente se quedó totalmente estupefacto. El joven de pelo blanco comenzó a susurrar unas palabras en sueños al mismo tiempo que se removía en la cama. Su plan estaba en riesgo.

- Es mi deber...

Tras escuchar esas palabras decidió acercarse lentamente hasta él. El chico pudo ver como su rostro no expresaba la felicidad que siempre tenía, ahora parecía estar sufriendo. Este rápidamente menciono su nombre y dijo:

- Todo estará quedará en cenizas, je... 

Por lo que pudo apreciar, el joven se tranquilizó y sumergió de nuevo en un profundo y plácido sueño. Tras haber llevado a cabo su plan de venganza y habiendo rescatado a su amigo de una pesadilla el joven, con aires de victoria, abrió la puerta de la habitación para dirigirse al la habitación contigua. Pudo ver como las ventanas estaban abiertas y rayos de sol entraban por ellas, rápidamente fue deslumbrado y tapó su rostro con sus manos. Una vez sus ojos se adaptaron a la iluminación, el chico vio como en la mesa ya estaban puesto cinco platos, con sus respectivos cubiertos y vasos. Con sumo sigilo, decidió acercarse hasta la cocina.

- ¿Qué diablura has echo ahora, hijo mio? -. Escuchó desde atrás. Unos ojos de repente se clavaron en la nuca del muchacho.

- Esto... Jejeje... -. Respondió este con una risa nerviosa -. ¿Qué haces despierta tan temprano, mamá? Las mujeres jóvenes y hermosas como tú deberían descansar mientras los hombres de la casa se encargan de hacer el desayuno...

- Siempre que miras de esa forma hacia otro lado mientras hablas, es que mientes... Ayyy, al final no me hiciste caso y “te vengaste” ¿no?

- Es que mamá, ellos se aprovechan de que soy el mas pequeño para meterse conmigo.

La mujer saliendo de la penumbra donde se encontraba se acercó al muchacho.

- Tontino, ellos no lo hacen con mala intención. Además... todos sabemos que eres el que mas los chincha... Ayyyy ¿qué haré contigo? -. Acto seguido, le dio un golpe en la frente con sus dedos.- Anda, te encomiendo una misión, pequeño capitán: ve a comprar algo de pan. Al teniente Papa no le dio tiempo y no tenemos para tu subordinado.

- ¡Sí, mi señora! -. Respondió él más animado.

El chico respiró el fresco aire matutino de su pueblo y empezó a correr por el camino. El pueblo no era muy grande, tendría unos cincuenta habitantes, y prácticamente estos sobrevivían de los cultivos o de las respectivas y pequeñas tiendas, en forma de puestos de mercado. Una cosa era segura, mas que un pueblo, aquello era una familia; Si alguien no tenia suficiente para comer, los demás ponían de su parte para ayudarle.

El chico corría sonriendo, y saludando a todos los vecinos que se disponían a ir a sus puestos de trabajo. Hasta que un rico olor a pan horneado entró por sus fosas nasales y le dio tanta hambre que fue corriendo hasta la puerta, llamando impaciente.

- Señor Montoro, señor Montoro, señor Montoro, señor Montoro...

Tras repetirlo un par de veces más... un hombre delgado y con perilla asomó su cabeza por una pequeña ventana que tenia la puerta, y puso un pequeño cartel en el que se podía leer “abierto”.

- Anda, anda, anda... ¿Estás preparado? Porque si quieres que te de el primer pan del día, el primer pan horneado con las nuevas llamas del horno... tendrás que escuchar la historia de cuando fui a aquel musical...

El señor Montoro siempre que iba a comprar el pan me contaba una historia, a veces se podía llevar diez minutos hablando sin parar. Pero cuando en su lugar iba su padre, se podían llevar incluso media hora o más. Sin embargo, ahora era él el que estaba ahí y debido a su edad apenas entendía la mayoría de las cosas que narraba.

- Bueno, jovencito, espero que no le cuentes a nadie la gran historia que te acabo de contar. Es secreto de panadero a hijo de granjero.

- Tranquilo seré una tumba. Hasta mañana, señor Montoro.

Rápidamente se fue corriendo a casa, debía estar presente cuando los jóvenes se despertaran con la cara pintada. Pero cuando abrió la puerta de casa, una sombra le dio un chorlito en la frente.

- Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? ¿Un graciosillo, eh?

- ¿Con que el ladrón ha vuelto a la escena del crimen, eh? Te tenemos...

El joven comenzó a retroceder, pues su hermana y su amigo estaban entre la puerta, y el destino de su misión, entregar el pan.

- Atrás, villanos... No me obliguéis a neutralizaros...-. Acto seguido comenzó a coger una barra de pan -. ¡Estoy armado y soy peligroso! -. Y con una extraña mirada, se quedó allí, desafiándolos.

- JAJAJAJAJA... ¡No puedoooo, de verdaaad!¡JAJAJAJAJA!.- Su amigo se reía a carcajada limpia, con las lágrimas deslizándose por sus ojos.

- Por favooor, no vuelvas a poner esa mirada, jijiji... -. Le advirtió su hermana, riéndose en voz baja, al contrario que su amigo.

El chico, aprovechándose del despiste, se coló entre ambos y se dirigió hacia la cocina.

- ¡Señora! Reporte de misión: he traido la mercancia y  he conseguido derrotar a dos criaturas humanoides con extrañas marcas en sus caras.

- No esperaba menos de un gran caballero como tú -. Respondió su madre con una sonrisa.

- ¡Bwajajaja! soy el mejor... ¡El que salvará el mundo!

Los tres se acercaron a la mesa. La chica había parado de reír pero el joven aun seguía con lagrimas en los ojos, mientras se reía aunque ahora con más calma.

- Bueno, hoy toca práctica de esgrima. Así de paso podré vengarme por haberme pintado ¿¡Estás preparado para ser derrotado!?

- Esta vez no pasará como la ultima vez... Esta vez te ganare -. Respondió el chico con resignación.

- Espero que esta vez me dures mas de diez segundos antes de que tu espalda toque el suelo.

- Oye ¿os enfrentaréis de nuevo a mi? -. Preguntó intrigada su hermana. Ambos jóvenes tragaron saliva a la vez y se quedaron muy tiesos, sin saber qué decir.

- Sumia, no los chinches -. Dijo su madre mientras traía una bandeja de panes tostados con unas lonchas de fiambre de cerdo y una jarra de zumo de naranja recién exprimido -. Aquí tenéis, mis niños. Con este súper desayuno que aprendí de mi bisabuela os volveréis muchísimo más fuertes.

Los jóvenes agradecieron el desayuno al unisono . Después de comer, Sumia y los chicos se pusieron a ayudar en las tareas del hogar. Tras haber terminado de recoger toda la casa y el jardín, era ya mediodía. Y su madre, debido a la gran ayuda que había recibido, pudo preparar una olla con comida para el almuerzo.

- Espero que os guste esta receta -. Dijo con mucho ánimo, echando bastante comida en cada plato -. Vamos, comed.

Los tres abrieron los ojos como platos al llevarse la primera cucharada a la boca. Se quedaron totalmente maravillados de lo rico que estaba.

- Dios mio... -. Su amigo estaba casi sin palabras. Cuando por fin pudo articular, preguntó -. ¿Cuál es tu plan, que nunca vuelva a mi casa?

- Mamá, está riquísimo... -. Agradeció Sumia.

- Totalmente. Está de muerte, señora mía -. Agradeció el chico con una inclinación.

- Anda, anda... No me hagáis la pelota y comed, que se os va a enfriar -. Comentó ella, modesta.

Cuando ya acabaron de comer, dejaron reposar tal buen manjar y tras eso, los dos chicos fueron hacía la salida de la casa. Su siguiente plan era salir hasta las afueras del poblado.

- Sumia, te esperamos donde siempre -. Dijeron mientras se disponían a comenzar una carrera entre ambos.

- Hoy iré un poco mas tarde. Os doy mas tiempo para que vayáis calentando, que os hará falta -. Se burló ella.

Al escuchar eso, los dos chicos habían caído en provocación e iniciaron la carrera inmediatamente. Sumia se quedó para ayudar a su madre a recoger la mesa y fregar. Pero cuando llevó los cacharros para la cocina, se dio cuenta de que su madre tenía lagrimas en los ojos mientras miraba por una de las ventanas.

- Mamá ¿Ocurre algo?

- Ah no, no... no es nada -. Rápidamente, intentó disimular lo que su hija acababa de ver, así que se fue corriendo a lavar los platos -. Solo se me ha metido algo en el ojo. Hija, si tienes cosas que hacer márchate, yo puedo recogerlo todo.

- No te preocupes, mamá. Tengo tiempo de sobra.

- Gracias, mi niña -. Agradeció ella con una gran sonrisa -. Recuerda que mañana tenéis que madrugar tu hermano y tú. Ve a buscarle, que no quiero que se acueste muy tarde.

- No te preocupes, lo traeré temprano.

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- Algún día le ganaremos a tu hermana... No puede ser que entre los dos llevemos treinta y dos derrotas y cero victorias.

- Lo veo muy complicado, Lonzu... -. Meditó el joven, mientras miraba hacía arriba para hacer memoria -. Ella es un genio. De hecho, aún no me puedo creer que haya conseguido pintarla...

- Ahora lo entiendo todo -. Lonzu se había dado cuenta de algo y se detuvo en el entrenamiento.

- Oye ¿¡Por qué paras!? ¡Debemos seguir entrenando!

- ¿Es que acaso no te das cuenta de que tu hermana se ha dejado pintar?

- No puede ser -. Respondió él aunque sin estar convencido del todo -. Ella estaba profundamente dormida... ¡Es imposible! Fui super cuidadoso... No, no puede ser... 

Tras unos segundos de momentos dramáticos... ambos chicos dijeron al unisono.

- Es terrorífica.

- Es increíble.

Tras estas palabras. ambos chicos se miraron.

- ¿Sabes? Algún día seré un gran caballero como fueron mis padres -. Lonzu había confesado su gran sueño -.  Con mis increíbles habilidades eliminaré toda la oscuridad de este mundo.

- Entonces, yo te ayudaré y me convertiré en un guerrero muy poderoso. Y juntos, salvaremos a personas inocentes.

Ambos sonrieron y prosiguieron con su entrenamiento. Pasaron un par de horas cuando los chicos se dieron cuenta de que Sumia se acercaba.

- Chicos venga, es hora de cenar.

Ambos estaban tumbados en el cesped, con sus ropas llenas de suciedad.

- Co... co... mi... da...

- Ayu...da... her... ma... na...

Ambos comenzaron a arrastrarse hacia ella. Como si de soldados moribundos y muertos de hambre se tratase.

- Otra vez ¿Es que acaso no aprendéis?

Acto seguido. los dos se lanzaron contra ella. Era todo parte de su plan, despistarla para vencerla en ese momento, aunque fuese con una sucia artimaña. Pero Sumia, con un solo movimiento, esquivó ambas cargas y les puso la zancadilla a los dos para derribarlos.

- Sois demasiado previsibles... Bueno, supongo que treinta y cuatro a cero, je. Anda, vayamos, que mamá nos esta esperando.

- Y me tengo que despedir ya -. Comentó Lonzu, como si se hubiese acordado de algo -. Tengo que volver con mis padres y esas cosas ¡Que parece que soy vuestro hermano de todas las veces que me quedo en vuestra casa, jajajajaja!

- Jo, Lonzu, siempre que vuelves con tus padres desapareces por tres días mínimo... Intenta quedarte un poco más -. Comentó el chico con tristeza.

- Lo siento, pero debo marchar... ¡Por la senda del bien, bwajajajaja! ¡Los héroes somos así! -.Tras esto, se dio media vuelta y quedó mirando al sendero qu salía del pueblo -. Por cierto, antes de nada ¡Thaine, pilla esta! -. Con esas palabras, Lonzu hizo un corte de manga al otro chico.

- ¿Qué se supone que significa eso, tío?

- No se... De algunos he escuchado que es para insultar. Pero de otros he escuchado que es un bonito gesto para la gente que te cae bien, por lo del dedo corazón y eso... ¡Jajajaja, bueno, me voy! ¡Cuidaos!

- A veces tengo la sensación de que Lonzu está como una cabra, espero que no se te pegue eso de él.

- Jejeje...  Es el mejor ¡Además, él y yo ganaremos el famoso torneo de lucha formando un gran equipo!

- Vaya dos... 

Al llegar a casa, su madre esperaba a ambos en la puerta con una sonrisa. Los chicos corrieron hacia ella y entraron en casa, para cenar los ricos manjares. Después de comer, la puerta se abrió, apareciendo un hombre de unos cuarenta años de edad, bastante alto aunque algo flaco.

- ¿Cómo está mi querida familiaaa? -. Preguntó él, anunciando su llegada. Rápidamente, Thaine fue a abrazar a su padre -. ¡Vaya! Si que tienes energía hoy, mi pequeño gigante.

- Siempre tengo fuerza, bwajajajaja.

- ¡Ese es el espíritu, bwajajajaja! -. Le animó su padre.

- Bienvenido a casa, padre -. Saludó Sumia, aunque sin saltar sobre él como había hecho su hermano.

- ¿Cómo le ha ido el día a mi princesa? ¿Ha intentado hacerle algo este guerrero?

- Intentar lo ha intentado, pero sin éxito, como siempre... -. Se volvió a burlar Sumia de su superioridad con respecto a su hermano.

- ¡Qué granuja estas hecho,Thaine!

- Después dices que no me das motivos para ponerme celosa -. Mencionó la madre con sarcasmo, que había aparecido por el pasillo del recibidor.

-  Perdoname, reina de mi vida -. Se disculpó su padre que dejó a Thaine en el suelo, mientras este sonreía y miraba con admiración a sus padres -. La luz que guía mi senda, la mujer de mi vida, la que tiene la llave de mi corazón.

- ¡Qué cursi! -. Exclamó ella pero lo cierto era que se había sonrojado -. Espero que los niños no saquen esa faceta tuya.

Tras un rato, todos se reunieron en el salón para hablar de cómo les había ido el día.

- Bueno, Sumia y Thaine...  ¡Mañana he conseguido que os lleven de excursión! Tendréis que entregar una carta a los guardias del Fuerte Barón Idolaz. Y tendréis el privilegio de ir con Simón, un veterano y reconocido explorador. Así que descansad bien, si queréis ser grandes guerreros estos momentos debéis aprovecharlos al máximo.

Tras esto y con mucha motivación por la noticia que acababan de recibir, los chicos se despidieron de sus padres y marcharon al dormitorio para descansar.

- Oye Thaine ¿Qué harás cuando te vuelvas más fuerte? -. Escuchó preguntar a su hermana cuando la habitación ya estaba a oscuras.

- Pues...  Protegeré a los inocentes y ayudaré a los necesitados.

- Ya veo. Entonces puedo contar contigo en el futuro.

- ¿Cómo?

- Nada, nada...  Descansa, anda, que mañana madrugamos. Ya te lo contare en otra ocasión.

- Que descanses, hermana.

El corazón de Thaine estaba lleno de vigor y felicidad. Tenía muchas ganas de demostrarles a todos que su sueño iba totalmente en serio, por eso practicaba para convertirse en el mejor espadachín. De la misma forma, mañana intentaría impresionar a Simon haciendo un trabajo impecable y así poder regresar a la aldea triunfante y escuchar de sus padres que había hecho un gran trabajo.

Lamentablemente, cuando volviese de aquel viaje, su vida ya no sería la misma. 

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