6 nov 2018

La segunda prueba


- ¡Bienvenidos, señores y señoras, a la segunda prueba del Festival Deportivo de la Academia de Héroes de El Reposo de Taliyah!

El público ovacionó, metido de lleno en la intensidad que Bartemius imprimía a cada palabra que soltaba. Al ser a una hora más tardía, el estadio se encontraba más lleno que el día de la presentación. El cielo se volvía anaranjado y oscuro a medida que los asientos se fueron llenando y preparando para el espectáculo. En el escenario, aparte del monitor de cooperación, se encontraban también los protagonistas de cada curso que participarían en la prueba, desde los cinco de primer curso hasta la solitaria Lucrecia, de 2ºPP. Pero todos ellos estaban más atentos de lo que les rodeaba: cada equipo tenía enfrente de sí algo de forma cúbica cubierto por lonas de tela lisa negra; además, también cada uno de los equipos tenían una plataforma circular de metal, colocadas justo detrás, cada una con una simbología rúnica diferente entre sí; y por último, encima del escenario principal habían colocadas varias pantallas que mostraban lo que los cámaras capturaban con sus dispositivos. En ese momento, el enfocado era Bartemius, que alzó nuevamente el micrófono para hablar.


- Y ahora, llegó la hora de desvelar los últimos detalles de la prueba. Tal y como podéis ver, participantes, cada uno de vuestros equipos tiene frente a sí algo aún por descubrir. Pues bien, es el momento de mostrarlo ya que será un objeto muy importante para la prueba -. Anunció, alzando la mano libre, y con ello las lonas se alzaron mágicamente, desvelando lo que había debajo -. ¡Así es, son cofres! Cada uno de los equipos deberá cargar con él hasta la meta de la prueba. Además, como podéis observar, en lugar de cerradura tienen unos engarces. Completar los puntos de control de vuestro recorrido hará que consigáis el objeto necesario para introducir en los huecos, ¡pero tened cuidado, porque hasta que no estén puestos no están del todo asegurados! Ahora, si sois tan amables, coged el cofre y colocaos encima de las balizas que cada uno de vuestros equipos tiene justo detrás. Sí, así está bien... ¡Bien, las balizas os llevarán al lugar del a prueba! ¡A partir de ahí, tendréis un límite máximo de dos horas para completar el recorrido! ¡Buena suerte!

Andrei, Lucia, Salazar, Samuel y Roman, después de que la baliza hiciese su trabajo, aparecieron en la costa pedregosa y angosta, ligeramente empinada tierra dentro y con la silueta de numerosos montes al noroeste. Aunque aún estaba atardeciendo y disponían de algo de luz, en su mayor parte se encontraban en penumbra, todo debido a que estaban situados en la parte oeste de la isla y esta misma les tapaba la iluminación del sol.

- Bien, lo del cofre cambia ligeramente el plan, pero podemos seguirlo casi en su totalidad -. Confirmó Samuel, acercándose y comprobando los engarces que disponía este -. Esperaremos al momento adecuado y entonces, Lucia usará su forma dracónica para conseguir la ventaja. El resto la apoyaremos, evitando que los enemigos que salgan al paso puedan interceptarla.

- Esto... -. Comentó Roman, queriendo añadir algo -. El cofre no solo es bastante pesado, sino que por lo grande que es, es difícil de transportar. No dispone de asas ni nada parecido.

- Yo no tendría problema para llevarlo -. Aclaró Salazar, y les tendió la mano para que cogiesen unos pequeños cristales de forma plana y romboide. Cuando todos lo cogieron, algunos se quedaron perplejos, especialmente Lucia, pero Andrei se mantuvo firme, pues no era la primera vez que veía a ese ente. Posteriormente, Salazar pasó a explicar en qué consistía su poder.

Siempre te has mantenido tan reservado y secretista con lo tuyo, pero ahora nos lo explicas abiertamente. Realmente tienes ganas de conseguir tu objetivo, ¿eh, Salazar? -. Pensó Samuel con neutralidad, antes de hablar.

- Si nuestros contrincantes viesen el cofre flotando, es cierto que recularían y no actuarían de inmediato. O puede que incluso hagan lo contrario, confiándose en que la telequinesis no es un método seguro de transportarlo, o eso es lo que pensarían. Pero hay muchos de cursos superiores, no debemos subestimarlos. Si ven que el cofre sigue tus movimientos a la par, pensarán que algo extraño ocurre y eso sería una pista más para ellos sobre tu poder.

- Entonces, ¿qué propones? -.A pesar de que habló con tranquilidad, la pregunta de inmediato dejó entrever que Salazar estaba ligeramente perdiendo la paciencia.

- Lo llevaremos con normalidad -. Respondió con simpleza -. Andrei.

- ¡Claro! -. Andrei sacó una larga cuerda de su mochila, y con ayuda de Roman y Samuel, le echaron el cofre a la espalda y lo ataron en torno a su torso -. Bien, ¿empezamos?

- ¿Podrás aguantar con algo tan pesado en tu espalda mientras vamos a la carrera? -. Preguntó Lucia, inquieta.

- Je... quizás lo de 1ºA no podáis ni sostenerlo más de cinco minutos, ¡pero la fortaleza de 1ºB es implacable! -. Exclamando aquello último, empezó la marcha y el resto les siguieron.


El primer tramo fue bastante tranquilo y a pesar de que Samuel insistió en que agudizaran sus sentidos, no solo para escuchar un peligro cercano sino también por si podían localizar a los demás contrincantes, apenas lograron advertir algo más que el ulular de los búhos conforme seguía oscureciéndose el entorno.

- Tarde o temprano tendremos que ir con algo de iluminación, pero ¿podéis aguantar hasta entonces?

- Yo no tengo ningún problema con la oscuridad -. Comentó Salazar.

- ¡Yo tampoco! -. Exclamó Lucia.

Sin embargo, Andrei y especialmente, Roman, no tenían la misma facilidad. El chico de 1ºD tropezaba de vez en cuando con algún desperfecto del sendero que recorrían hacia el este. No obstante, quizás por incomodidad, no dijo nada al respecto.

- Bien, pero a partir de ahora evitemos hablar más alto de lo necesario -. Soltó Samuel, mirando a Lucia. La chica no solo se ruborizó al darse cuenta de su fallo, sino que se llevó las manos a la boca, como si hubiese estado a punto de soltar nuevamente algo en voz alta.

Poco a poco, el terreno empezó a ser impracticable, e incluso Samuel tuvo que reconocer que necesitaban algo de iluminación. Con un par de antorchas encendidas, observaron que ya no era del todo seco, sino que el barro y las charcas empezaban a predominar por la zona.

- ¿No podemos dar un rodeo? -. Preguntó Roman, asqueado porque el agua de alguna que otra charca que pisaba le calaba por el interior de la zona inferior del pantalón.

- No podemos -. Se negó Samuel, que estaba revisando el mapa -. Nuestro primer punto se encuentra justo hacia el frente. No debe de faltar mucho.

- Esto es... una ciénaga... -. Andrei, que era el que iba primero, fue el primero en darse cuenta.

El equipo apagó las antorchas, pues en aquella zona no necesitaban de iluminación extra. Las charcas se unificaban en un solo y amplio estanque del que solo se veía sobresalir los troncos de los árboles cuya superficie estaba repleta de verdina y setas. Algunas de dichos hongos brillaban de un verde azulado, llenando la zona de una iluminación tenue. Siguiendo el mapa, determinaron que el primer punto de control estaba a unos cien metros, así que debían internarse en el agua. No obstante, Salazar encaminó a partir de entonces. Allá por donde pasaba, el resto del equipo veía como el ente que le rodeaba soltaba un aliento, que lentamente bajaba hasta tocar las aguas y quedaban tan quietas que se podía caminar por encima.

- El agua no es el único problema... -. Alertó Andrei, aunque en voz baja y con calma -. Mirad allí arriba.

Numerosos insectos, parecidos a enormes y alargados zapateros, surgieron de entre las ramas de los árboles y se arremolinaban amenazantes para abalanzarse sobre el equipo si es que este seguía avanzando. Como igualmente continuaron, la plaga se puso de acuerdo, y con un enorme murmullo producto de las alas, se lanzó en picado. A medida que se acercaban, el grupo pudo ver que a diferencia de un zapatero normal, aquellos insectos tenían en el extremo de su abdomen un afilado aguijón reluciente. Samuel fue el primero en reaccionar, manipulando el agua del estanque y usándolo de pantalla para empapar las alas de los insectos y que cayesen por su propio peso, pero no fue el único; el ente de Salazar agitó sus brazos y, con cada caricia, los insectos eran desintegrados; de la misma forma sucedía con Lucia, que apuntó con su bastón y soltó ráfagas de fuego. Fueron abriéndose paso hasta pisar tierra en un montículo alejado de los árboles, que sobresalía por encima del agua.

- ¿Estáis todos bien? ¿Os ha alcanzado alguno? -. Se interesó Samuel.

- No... no... -. Jadeaba levemente Roman, que confirmó que todos estaban perfectamente.

- Bien, ahora tenemos que... -. Entonces, todos miraron hacia el interior del montículo. Cuesta arriba, se alzaba una vieja y desgastada estructura amurallada de piedra gris y húmeda, que cerraba el cerco de algo que resguardaba con un marco que contenía una puerta de madera lisa y limpia -. "La osadía del más rápido, la perdición del más rezagado" -. Citó Samuel al leer la inscripción que había grabada en esta.

- ¿Qué quiere decir esto? -. Preguntó inquieta Lucia.

- Que hemos llegado al primer punto de control. El primero objeto que podemos conseguir está tras esa puerta, pero es una prueba.

Se quedaron examinando y conjeturando en torno a lo que podría ser exactamente lo que se refería el grabado. Finalmente, en tan solo unos minutos, hallaron la respuesta. La puerta emitía un chirrido cada vez que se intentaba empujar o tirar del picaporte de metal que tenía, como si algo todavía no estuviese listo. Buscando en los alrededores, hallaron diversas piedras con formas cúbicas, que encajaban en muchos de los lugares desgastados y que presentaban desperfectos. Y la clave de todo estaba en la velocidad, pues ninguno era capaz de levantar dichas piedras por si solo, como si fuesen sumamente pesadas; en cambio, cuando lo hicieron con todos a la vez, cada uno con una distinta en cada punto del montículo, estas brillaron y pasaron a tener su masa normal. Uno a uno, se apresuraron para colocarlas y entonces la puerta, dejó de brillar.

- ¿Pero a qué se referían con eso de "la osadía" entonces? -. Quiso saber Roman, de nuevo entre jadeos. Pronto lo averiguarían.

- Esta puerta, cuesta moverla -. Comprobó Samuel, que empujaba y empujaba y apenas podía desplazarla unos centímetros -. Ayudadme.


Pero al mismo tiempo, las aguas se agitaron. Cuando el equipo se dio cuenta de ello ya era demasiado tarde. Un gigantesco crustáceo, parecido a un cangrejo, surgió repentinamente en la costa del islote e intentó atrapar con su pinza derecha a Lucia. La chica pudo reaccionar y esquivar a tiempo, pero aún así la pinza atrapó la túnica de la chica, y esta quedó bocabajo al ser alzada.

- ¡AAAAAAAAAAAAAH! -. Gritó ella.

- ¡Lucia, tranquila, te bajaremos de... -. Fue a decir Samuel, pero comprobó que la chica no gritaba por ayuda.

- ¡Mi ropaaaaaaaa... NOOO! -. Al quedar bocaabajo colgando de la túnica, Lucia intentaba taparse, pues la túnica se le volteaba. Efectivamente, sus gritos eran por la vergüenza.

- ¡Roman, ponte con la puerta! ¡Andrei, ayúdame! -. Pero la pinza del cangrejo se resquebrajó a la vez que emitía un chirrido agudo de dolor. Salazar había actuado por su cuenta, rápidamente. Lucia, en lugar de caer desde la altura, fue recogida por el ente y colocada en el suelo.

- ¡La puerta ya se abre!

- Id dentro -. Atajó Salazar. En cuanto se giraron para decirle al chico que iban todos juntos, se percataron de la realidad. Aquel cangrejo gigante no era el único. Una enorme manada se sintió atraída hasta ese lugar en cuanto se completó el enigma.

Pero las malas noticias no acabaron ahí.


- Gracias por ofreceros de cebo -. La voz incisiva de un chico que aparecía bajando de una de las ramas de las espesas copas de los árboles surgió entre todos el ruido de los crustáceos. De alguna forma, cayó encima del caparazón de aquel al que Salazar había atacado para ayudar a Lucia, y lo hizo sin ninguna repercusión. El animal parecía ignorarle por completo -. Al menos no está la "otra" entre vosotros...

- Tú eres... -. Samuel se mostraba cada vez más preocupado, entre que estaban acorralados por aquellas criaturas y que había aparecido ya alguien de otro equipo. Con orejas felinas, un pelo azulado y unos ojos rojizos, Elryk, de 2ºC, hacía acto de aparición.

- Ahora, por favor, apartaos y dejad que nosotros obtengamos el objeto -. Añadió él, chasqueando los dedos. En cuanto lo hizo, cada uno de los crustáceos alzó su enorme pinza, amenazantes.

¿Puede controlar la fauna? Estamos en un aprieto.

- Pensad en la prueba -. El comentario de Salazar, dándoles la espalda, despertó a Samuel de sus pensamientos -. Os daré el tiempo que necesitéis, rápido.

Es posible que una vez dentro, no volvamos a salir en el mismo sitio... Perder a Salazar tan pronto... 

Para más inri, Elryk no fue el único en aparecer. Se juntaron con él sus otros dos compañeros, Felix y Arrow.

- ¡Pase lo que pase, no pierdas! ¡Acuérdate del mapa y continúa el recorrido!

Y entonces, todos menos Salazar entraron, y de pronto ya no estaban en el húmedo islote, sino en amplio y tranquilo valle salpicado por la luz de la luna menguante. Frente de ellos tenían un cristal rojo con forma de prisma, Roman lo cogió y lo encajó en la primera ranura.

- Si tan solo era entrar y obtener la recompensa, ¿por qué no ha entrado Salazar también? -. Preguntó Lucia, mirando hacia atrás desde el punto en el que habían aparecido, pero el manto de la oscuridad no dejaba discernir con certeza si era un bosque, un pantano u otra cosa parecida.

- Porque la puerta se cerraba lentamente... -. Se dio cuenta Samuel -. Los organizadores lo habían hecho así para que, de no ser que alguien hiciese de escudo, todos los equipos pudiesen obtener ese cristal. Salazar está haciendo tiempo hasta que se cierre, y así 2ºC se quede sin el cristal, porque la prueba ya está completada.

Nadie dijo nada más, ni siquiera Samuel, que tenía un vórtice de pensamientos azotándole, pues no estaba en sus planes dejar atrás a alguien tan fuerte tras el primer punto de control. Encima de todo, ya fuese por los demás cursos o por los obstáculos implicados en la prueba, todo se volvería aún más complicado.


Llegaron al lugar del siguiente punto de control. Afortunadamente, no parecía conectar con la ruta de otros cursos, o al menos no parecía haber nadie por allí en ese momento. El terreno se volvió más empinado, casi vertical, pasando del valle previo a unas paredes barrancosas cerca de los montes que vieron al principio. El lugar del punto de control obligaba al grupo a escalar la húmeda superficie rocosa. Aunque no contaban con equipo de escalada y la subida era vertiginosa, Samuel pudo alterar el agua de la superficie para secarla y que así fuese más firme. Muy lentamente, fueron ascendiendo en fila vertical; cada uno agarraba y pisaba el mismo lugar por el que otro había pasado previamente, para asegurarse de que no caían en falsos filones o rocas sueltas. A pesar de que se presentó una amenaza inesperada, en forma de unas enormes aves que se abalanzaron sobre sus suculentas presas arrinconadas pues no podían maniobrar al estar escalando, Roman fue el encargado de apaciguarlas y adormilarlas para que se fuesen de nuevo a sus nidos, a descansar. Al acabar la escalada y llegar arriba, Samuel comprobó que Roman estaba bastante agotado; su punto fuerte no era correr, escalar y conjurar al mismo tiempo, incluso a pesar del entrenamiento que recibió de Jizure. Pero aún peor estaba Andrei. Aunque intentaba ocultarlo, haber cargado el pesado cofre en una subida vertical de varios minutos había hecho aún más mella en su resistencia. El cristal que engarzaba en la segunda ranura estaba sobre un altar de piedra robusta, sin protección. Aunque sopesaron la idea de que pudiese haber algún tipo de trampa por parte de los organizadores o de otros cursos, tras haber asegurado la zona cuidadosamente, se dispusieron a cogerlo. Al parecer, pudieron obtener su recompensa sin mayores complicaciones, además de que la vigilancia previa había servido para que todos cogiesen aire de nuevo, especialmente los más agotados, aunque Samuel sabía que Andrei y Roman no podrían seguir así para siempre.

Adicionalmente, ese punto de control no parecía transportar al equipo a otro lugar, a diferencia del primero. Por tanto, tenían dos opciones: o volver a bajar por el mismo lugar del que habían llegado o seguir adentrándose cada vez más en lo alto de aquel risco. Como iban bastante bien de tiempo, Samuel optó por dejar al grupo descansar todavía más y explorar por su cuenta la zona. Tras un reconocimiento rápido, encontró al subir una cuesta ocho ala delta. Ahí fue cuando comprendió la herramienta que dejaba este punto de control para acortar terreno. En cuanto llamó al resto de sus compañeros y todos estaban preparándose para lanzarse, Roman dejó entrever sus dudas.

- Oye.. yo no soy capaz de hacerlo...

- ¿Cómo que no? -. Preguntó Lucia con brillo en sus ojos mientras miraba el suyo -. ¡Será como volar!

- Como si tú tuvieses problemas para ello -. Le recordó Samuel, que a continuación se dirigió a Roman -. ¿Qué ocurre?

- Ah, es verdad... -. Recordó Andrei -. Tienes miedo a las alturas.

- No me costó escalar porque con la oscuridad de la noche se hacía todo más fácil -. Corroboró él -. Pero saltar al vacío es totalmente diferente. Yo... me quedo aquí.

- No digas tonterías, te necesitamos -. Confesó Samuel -. Eres el miembro de apoyo del grupo, la piedra angular. Sin ti, no podríam...

- Eh, eh... mirad -. Interrumpió Lucia, señalando más allá del barranco. Todos vieron que un par de motas anaranjadas se acercaban a la zona.


- Viene otro equipo -. Samuel volvió a clavar la mirada en Roman -. No tenemos tiempo que perder.

- Yo... yo...

- Vamos, Roman, los miedos hay que vencerlos -. Explicó Lucia.

- Pero...

- Están subiendo, Samuel -. Comentó Andrei, que se había acercado al borde del precipicio -. Y van bastante rápido...

- De verdad, que no puedo...

- Roman -. Fue el propio Andrei, que apartándose del borde, se acercó de nuevo al grupo -. Perdón por esto -. De un golpe seco en la nuca, el chico cayó inconsciente -. No tenemos tiempo que perder. Lucia, quema los ala delta restantes.

- Buena idea, ¿podrás con el cofre y con Roman a la vez? -. Se preocupó Samuel, mientras la chica apuntaba con su cetro y emitía unas leves ascua que empezó a quemar el tejido de las alas.

- Je... repito que no deberíais subestimar el poder de 1ºB.

Y los tres, con Roman asegurado encima del cofre de Andrei, saltaron y planearon hacia la dirección que continuaba su recorrido en el mapa. Samuel lamentó el extremo recurso que Andrei tuvo que emplear sobre Roman, pero el tiempo se les echaba encima y, al menos, pudieron asegurar que el equipo que llegase no pudiese recortar la distancia como ya lo estaban haciendo ellos. Cuando pisaron tierra, despertaron a Roman. El chico estaba bastante alterado, pero el propio Andrei fue el que lo tranquilizó, haciéndose responsable de su acto. Al final, las palabras del de 1ºB sirvieron para que el chico volviese a la normalidad y se le pasase el miedo de haber pasado por lo que ha pasado estando inconsciente. Con dos de los cinco cristales obtenidos, continuaron su viaje.


Aunque se alejaron de la zona del risco del segundo punto de control, el tercer punto de control quedaba igualmente cerca de la misma cordillera, siguiendo hacia el norte. Llegar hasta el lugar marcado no fue nada complicado, ni habían monstruos o temibles bestias resguardando el lugar.

- Es ahí, en lo alto de ese zigurat -. Señalaba Samuel a la enorme estructura de piedra que podían ver recortada en la oscuridad, bañada ligeramente por la luz plateada de la luna.

 Parecida a una pequeña pirámide, la enorme estructura no tenía entrada ninguna, tan solo una empinada escalera que llevaba a la parte superior. Sin más, subieron y se quedaron observando en la parte superior, parecida a una azotea. Nuevamente había un altar, esta vez con el cristal que encajaba en el tercer lugar, pero en esta ocasión no era el único elemento presente. Hasta cuatro estatuas de piedra, de grandes colosos tallados, miraban desde cada esquina hacia el centro, el lugar del altar. Con un rápido vistazo, pudieron observar una serie de losas con grabados crípticos, cada uno en la base de cada estatua.

- Es obvio, ¿no? -. Preguntó Samuel para confirmar que todos sus compañeros habían comprendido el significado de aquel punto de control. Comprobó que todos asintieron con mayor o menor presteza -. Si intentamos coger el cristal simplemente, esas "estatuas" se aseguraran de que no sigamos con la prueba. En cada losa hay extraños grabados, seguramente si lo resolvemos hallaremos la pista necesaria para salir indemnes.

Dedicaron los siguientes minutos a vigilar el lugar mientras que Samuel, con ayuda de Lucia, iba de losa en losa. Minimizaron la presencia de luz para evitar que otro equipo pudiese localizarles desde la lejanía en la noche; Roman se quedó en el centro, resguardando el cofre y Andrei aprovechó para relajar los hombros y la tensión de la espalda, aunque vigilaba por los alrededores en ligeras patrullas.

- Bien, lo he hallado -. Dijo Samuel al cabo de unos minutos -. Obviando el lugar al que están mirando, la posición de cada estatua señala una dirección. Debe haber algo que sirva para apaciguar las estatuas, que efectivamente son amenazas en caso de que simplemente cojamos el cristal.

- Anda, y encima somos cuatro. Podremos separarnos y completar cada una en un instante -. Sugirió Lucia, mirando con rapidez a cada uno de sus compañeros.

- Mmm... -. Samuel se llevó la mano a la barbilla, pensativo -. No sabemos qué tipo de obstáculo tendremos que superar para desactivarlos, además de que si vamos los cuatro, el cristal se quedaría desprotegido para otro que pudiese llegar y cogerlo.

- Alguien se tendrá que quedar aquí entonces, mientras que los demás vamos a esos lugares. Uno se tendría que encargar de dos -. Propuso sagaz Andrei.

- Sí, me parece lo más óptimo. El cofre lo esconderemos, de esa forma lo mantendremos resguardado, ¿algún voluntario para quedarse aquí?

- Va... -. Tras el silencio que se había formado en el que todos se miraban entre sí, Roman se levantó -. Me quedaré yo, para compensar el estorbo que he sido antes.

- Yo seré quien vaya a dos de ellos -. Se ofreció Andrei -. Sur y oeste, por ejemplo.

- Bien. Si ocurre alguna desgracia, no gritéis para alertar a los demás. Eso podría atraer a todavía más compañía de mal gusto. Tan solo huid en dirección a Roman y él será el encargado de hacer de unión para todos nosotros -. Con esa explicación final, se separaron.

Samuel caminó hacia el norte en la quietud de la oscuridad, tan solo perturbado por el sonido de la fresca brisa y, posteriormente, por el sonido de un riachuelo. Pudo observar las aguas rápidas del canal con el reflejo de la silueta de la luna en su superficie, pero se fijó especialmente en el pilar que había al lado, en la costa.


- Irónico -. Sonrió con sarcasmo Samuel, que vio que en la base de esta había un pequeño poyete en el que había una vela nueva, esperando a ser encendida. Por un momento, miró sus manos, a a la vez que le sacudió una tormenta de recuerdos.

Así que, rechazo... Eso explica muchas cosas... 

Se quedó ahí unos segundos más, como en un conflicto eterno. Pero al final, siguiendo el consejo de sus dos amigas, sacó una caja de cerillas y encendió la vela. Al hacerlo, las aristas del pilar brillaron tenuemente antes de volver a apagarse.

- Una menos... -. En cuanto acabó de hablar, se agachó estirando una pierna y flexionando la otra. Afortunadamente, pudo reaccionar y esquivar el ataque enemigo que vino desde atrás y que se había clavado en la piedra del pilar. Rodando y encarándose con el lugar del que vino el ataque, se incorporó.

- Vaya, vaya... y eso que he sido de lo más cuuuuuidadosa... -. De entre las rocas, surgió la chica de tercer curso, Clara Madyson. Lo hacía recogiendo una cinta de tela a la que había atado un enorme machete, que había sido el que había arrojado directo a Samuel.

- Tú participabas en solitario, me pregunto dónde estará tu cofre.

- Oh, está por ahí atrás, tirado...

- Será difícil para ti defenderlo al mismo tiempo que me atacas.

- ¿Difícil? No digas tonterías, no podrás ni acercarte a él -. El rostro de la chica se tensó, mostrando una mirada totalmente diferente -. No me gustas, chico. Tu mirada está tan vacía, tan carente de ambición y deseo... Con ese conformismo, ¡me enfermas!


Sin previo aviso, Clara pasó de una posición relajada a empezar a correr hacia Samuel, en una carga con una desagradable sonrisa. No obstante, el chico ya estaba preparado para ello, había recogido una enorme cantidad de agua del riachuelo cercano y la usó para interponerla entre él y el ataque descendente del machete de la chica. Debido a la tensión superficial del líquido, el rápido ataque impactó como si se hubiese chocado en una pared de cemento, haciéndolo rebotar levemente hacía atrás. Samuel alzó las manos y movió los brazos sumido en la concentración, preparándose para el siguiente movimiento; moldeó el agua en una forma alargada e intentó atrapar el pie de su contrincante para derribarla, pero ni siquiera llegó a rozarla, pues esta saltó con suma agilidad y, desde el aire, sostuvo la tela atada al machete, lo agitó y lo lanzó como un proyectil. Nuevamente, con un rápido movimiento de sus brazos, Samuel movió el agua y el machete quedó flotando en la masa de agua, antes de que Clara tirase para volver a recuperarlo.

- Aaaaah... -. Soltó ella, entre una muestra de falsa sorpresa y un bostezo -. Agua...

Samuel no dejó ni que siguiese hablando. Concentró el agua en sus pies y se propulsó hacia el riachuelo, siguiendo la advertencia que él mismo había dado al resto del equipo. Pero como si fuese un relámpago, Clara surgió en su frente de improvisto, de nuevo con un golpe que el agua amortiguó, pero que la inercia de la fuerza impresa en él provocó que el chico saliese despedido hacía atrás, cayendo al suelo, muy cerca del canal de agua. Fue a levantarse, pero entonces escuchó un silbido ahogado y descendiente en el viento, indicando que algo se aproximaba. Prácticamente por instinto, colocó el agua encima de él y rodó para ponerse a salvo de lo que, efectivamente, era un nuevo ataque de la chica. Una lluvia de cuchillas se cernió sobre el punto en el que había caído previamente. Pudo bloquear muchas de ellas pero debido a la amplitud del arco, tuvo que esparcir el agua en torno a su cuerpo, reduciendo por tanto el grosor de esta y haciendo más difícil que pudiese amortiguarlos todos. De hecho, se levantó con un ligero corte en la pierna, aunque era bastante superficial.

- Ya veo, ya veo... Ya estoy empezando a entender... -. Clara tenía el dedo índice en sus labios, sonriendo con satisfacción -. ¿Probamos de nue...

Tuvo que dejar de hablar para esquivar, por poco, la espada corta de Samuel, que había lanzado imitando el concepto del machete de ella, pero en lugar de tela atada, usando el agua como si fuese un apéndice movible. A continuación, intentó atrapar su cabeza con el agua para ahogarla, pero en otro alarde de agilidad, Clara rodó con gracia y arrojo un montón de dagas al aire, a la vez que de nuevo se sumaba a la carga. Samuel se preparó para moldear el agua, nuevamente haciendo movimientos con los brazos, sin dejar de prestar atención a las dagas. Le sorprendió ver que las dagas parecían moverse por sí solas, colocándose en un amplio arco a unos metros por encima del suelo, rodeándole. Repartió el agua para defenderse, mientras daba pasos atrás para alejarse de Clara. Las dagas salieron disparadas en diferentes andanadas. Samuel bloqueó algunas, esquivó otras, pero Clara cada vez estaba más cerca con su ataque inminente. Una vez más, movió sus manos para enfocar el agua en su ataque, pero entonces hubo un destello de astucia en los ojos de la chica.

No puede ser... 

Entonces, sintió varias de las dagas clavarse muy superficialmente en su cuerpo, pues aunque la capa de agua era insuficientes para detenerlas, sí que lograban amortiguar gran parte del impacto. Pero lo peor vino cuando Clara esquivó por completo el método de defensa que usaba el chico y clavó su machete en el hombro derecho de este, con tanta fuerza, que le derribó con un sonoro estruendo en el sólido campo pedregoso.

- Vaya, vaya... -. Clara había cambiado su expresión por completo desde el inicio de la charla, de una mirada seria y penetrante a una sádica sonrisa de satisfacción -. Esa capa de agua era muy molesta, pero los movimientos que haces con los brazos para manipularla no fueron muy difíciles de descifrar...

Inevitablemente, Samuel gritó de dolor. Clara se había apoyado con su rodilla en el torso del chico, al mismo tiempo que con su otra pierna pisaba el brazo sano de este. Mientras hablaba con esa lenta melosidad, movía la hoja clavada del machete de izquierda a derecha.

- Además, empezaste usando la máxima cantidad de elemento que podías manejar... -. De nuevo, agitó levemente su machete, para imprimir más dolor -. A la hora de defenderte de un ataque desde varias direcciones, el área de agua se agranda, por tanto su grosor disminuye, haciendo que hayan zonas en las que mis niñas podían llegar a alcanzarte.

¿Esta tía... ha analizado... mi poder... en tan solo unos segundos... ? 

- Me gusta esto... Ver como tus ojos pasan de estar vacíos a llenarse de impotencia... Qué agradable vista...


Clara fue a hacer a algo que Samuel no pudo distinguir, pero no pudo llegar ni a empezarlo. Cerró los ojos ante una nueva oleada de dolor que provocó con el machete, y entonces sintió una oleada de calor abrasante. Incluso con los ojos cerrados, pudo distinguir la luminosidad del fuego que pasaba justo por encima suya, provocando que Clara tuviese que quitarse del medio. Lucia, Roman y Andrei aparecieron del mismo lugar por el que llegó Samuel y desde donde Clara efectuó el primer ataque.

- Roman, ve a curarle, ¡yo la apartaré de él! -. Propuso Andrei, con un sonoro grito de guerra.

- ¡Andrei... no! -. Intentó detenerle Samuel, pero ya era demasiado tarde.

Andrei se lanzó de cabeza, y Clara sonrió.

- ¡Esa actitud me gusta! -. Devolvió el grito ella.

Con otro alarde de agilidad, la chica esperó al último segundo para esquivarle. Sin embargo...

- ¡NO ESCAPARÁS! ¡STEEL CAGE... PRESS! -. Con un cambio de ritmo, Andrei adivinó las intenciones de Clara y varió su carga. Sorprendida, esta comprobó que Andrei acababa de cargar con ella, la apresó y corría lejos, alejándola de Samuel.

- ¿Estás bien? -. Preguntaron casi a la vez Lucia y Roman, con este último agachándose para aplicar su magia curativa.

- S... sí...

Se escuchó un golpe seco, Andrei había cargado hasta chocar la espalda de Clara con el tronco de un árbol. Y aún así, mantenía la presa realizada sobre ella.

- ¡Buena esa, Andrei, eres fuerte! -. Felicitó Lucia.

- ¡Ayudadme a atarl... -. Fue a gritar este, pero entonces, para el horror de sus compañeros, Andrei cayó de rodillas.

- ¿Atarme? Jijiji... en otras circunstancias no me negaría, pero...


- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!

La escena se volvió horrible. Sin saber cómo, Clara había zafado sus brazos de la presa y, sosteniendo una daga en cada mano, apuñaló varias veces la espalda de Andrei. Luego, como si la piel de este fuese un mero tejido, pasó la hoja de ambas cuchillas, rajando la carne en línea recta descendente. El robusto chico cayó de espaldas, soltándola por la perdida de fuerzas. Lucia fue a socorrer a su amigo, pero Clara fue más rápida, pasó de largo a su lado y fue directa hacia Roman. Samuel aún no podía moverse del todo bien, pero hizo el esfuerzo para empujar al chico y recibir él el ataque. La daga atravesó de lleno la palma de su mano derecha.

- ¡Para! ¡para, por favor! -. Imploró Roman -. ¡Te daremos el cristal si nos dejas, por favor!

Clara inmovilizó una vez más a Samuel y miró a su alrededor. Lo primero de todo, todos comprobaron que Andrei desaparecía del lugar, conscientes de que debido a su condición no había forma de que pudiese seguir en la prueba. Luego, se fijó en los rostros de cada uno, que demostraban que habían sido totalmente superados. Todos salvo uno, Lucia. La chica estaba rabiando, apretando con mucha fuerza su cetro. Samuel, que sabía lo que eso significaba, le siguió la corriente a Roman.

- Nos rendimos... te dejaremos el cristal... si nos dejas seguir en la prueba...

Esa declaración de su líder sirvió como sedante para la ira de la chica, que se recuperó y pasó nuevamente a estar preocupada por lo que acababa de ocurrir.

- El cristal, ¿eh? -. Meditó Clara -. Eso no me daría tanta satisfacción como seguir con esto, pero... -. Se levantó y recogió sus armas -. No sois los platos principales que quiero probar de vuestro equipo, así que... -. Relajando por completo su rostro y cambiando su gesto a uno donde sonreía inocentemente -. Supongo que aceptaré.

Roman le dio el cristal y Clara cumplió su parte del trato. Se fue, aunque lo hizo soltando un beso con la mano a los tres de primer curso. La situación ahora era crítica, sin Salazar ni Andrei, y con Roman aún más agotado por el uso de sus poderes mágicos. El chico de 1ºD insistió en sanar las heridas de Samuel, aunque el resto transcurrió en silencio, marcado por la gravedad y la impresión de lo que acababan de ver.


- ¿Visteis... como hizo eso... a Andrei? -. Preguntó Lucia, muy preocupada.

- Sí... -. Samuel respondió pero no quería hablar más de ese tema. Sentía que cuánto antes se alejasen de todo aquello, antes podrían reanudar su objetivo. Y que si seguían hablando de ello, era prácticamente como dejarse vencer -. Yo cargaré con el cofre a partir de ahora, con mi agua. Debido a la situación en la que estamos, no nos quedará más remedio que pasar del resto de puntos de control e ir directamente a la meta. Aún con el tiempo que hemos perdido, todavía podemos quedar entre los tres primeros, lo cual sigue siendo muy positivo. Iremos lo más cautelosamente posible, evitaremos cualquier tipo de conflicto, y cuando tengamos localizada a Lucrecia y sepamos que está fuera de su posibilidad el interceptarte, será tu turno, ¿vale, Lucia?

La chica asintió, algo más calmada tras las palabras de Samuel. Este cogió el cofre y lo mantuvo flotando con su agua. Notó entonces el esfuerzo que le suponía transportarlo, que aunque no fuese una pesada roca, era bastante difícil de transportar a medida que caminaban cada vez más. Le añadió mérito a lo que había estado soportando Andrei, pues él lo había llevado incluso en escalada, sin mostrar más símbolo de flaqueza salvo el de los jadeos. Sin duda alguna, sin el entrenamiento del profesor Jizure, Samuel no habría podido plantarle ni lo más mínimo a Clara, y mucho menos transportar el cofre.

Pasaron los minutos, nuevo en el silencio de la noche, y los tres continuaban su ruta hasta la meta. Dieron varios rodeos para esquivar los puntos de control, aunque Samuel notó que Lucia de vez en cuando miraba en la dirección donde se encontraban. Supuso que la chica se sentía frustrada de no poder abarcar más cristales para una puntuación mayor. A medida que se acercaban a la meta, escucharon un par de veces la sonora voz de Bartemius, indicando que ya había llegado los dos primero a la meta. Ascendieron por un terraplén para finalizar el sendero y tener vista de lo que tenían ante ellos, Samuel lo hizo con bastante esfuerzo. Desde que partieron del tercer punto de control lo notó; no era solamente cansancio físico por el esfuerzo del combate más el transporte del cofre.

- Chicos... -. Dijo él. Lucia y Roman se encontraban mirando al horizonte. En una zona iluminada por antorchas y lámparas de aceite de pie, había un amplio y alargado pueblo abandonado que marcaba el camino al embarcadero donde estaba la meta. Faltaba poco ya -. Chicos... vais a tener que continuar vosotros...

- ¿Qué dices? -. Preguntó Lucia, extrañada.

- Las dagas de Clara... aunque solo me rozaron las que me dieron en las piernas... estaban envenenadas... Tengo los músculos de las piernas entumecidos, al borde de la parálisis.

- No se hable más -. Roman actuó por sí solo, pero no adelantándose, sino acercándose a Samuel y cargando con él -. Si solo son tus piernas, lleva el cofre con tu agua, yo me encargaré de llevarte a ti.

- Pero así no podrás conjurar...

- ¿Te estás poniendo por debajo de uno de mis sortilegios? -. Le espetó amistosamente él.

- Está bien... -. Se conformó al final -. Vamos.

Los tres bajaron de la pequeña colina y se acercaron al pueblo con sumo cuidado. A cada paso que daban, más cerca veía Samuel la posibilidad de usar a Lucia para el sprint final. La meta debía de estar a menos de un kilómetro, pero todavía era una distancia difícil de superar si los organizadores habían puesto algún tipo de obstáculo en aquel segmento final.

- Lucia... prepárate... -. Le indicó él y la chica asintió, preparándose para transformarse.

- ¡No, para! -. La detuvo Roman -. ¡Mirad!


Parecía casi como si ella les estuviese esperando. En lo alto del techo de madera de una de las casas estaba sentada Lucrecia, con su cofre al lado. Se incorporó en cuanto Roman la pudo ver.

- Maldita sea... ¿por qué no va hacia la meta? -. Preguntó Samuel, consciente de que la situación se había puesto muy cuesta arriba.

- No he podido llegar la primera -. Empezó a hablar ella con un tono autoritario, como si lo tuviese todo bajo control -. Pero... si puedo dejar fuera de combate al resto de equipos, estos tan solo puntuarán por los cristales.

- Así que ese era tu plan desde el principio, ¿eh? -. De cierta forma, Samuel se alegró de que dos equipos pudiesen escapar del subyugo del plan de la chica de 2ºPP. A continuación, el chico recurrió al único plan posible. Se bajó de Roman y susurró a ambos -. Lucia, Roman y yo te proporcionaremos una abertura para que puedas transformarte. Lleva el cofre hasta el final, por favor...

- Pero estáis agotados y heridos, ¿qué vais a poder hacer...

- Es la única alternativa -. Aceptó Roman. Ambos chicos se pusieron en guardia, con su ropa sucia de tierra y sangre, jadeantes, y con Lucia detrás -. ¿Listo, Samuel?

- Solo tenemos una oportunidad... nos vencerá de inmediato... así que tenemos que intentar sorprenderla de alguna forma...

- ¿Vais a confrontarme? Eso es digno de elogio para ser chicos de primer curso. Tenéis el mismo espíritu que nosotros tuvimos en el último Festival Deportivo, pero... -. Lucrecia alzó su mano derecha. De pronto, un torbellino de fuego surgió de ella, hasta que este tomó la forma de dos enormes ala ígneas en su espalda -. No será suficiente.

- Tres... dos... uno... -. Indicaba Samuel, aún susurrando.


- ¡YAAAAAAA!

Los tres se quedaron perplejos. Aquel último grito no surgió de ninguno de ellos, ni tampoco de Lucrecia. Saltando por encima de los tres, aparecía la silueta de un tipo corpulento que se abalanzaba a por Lucrecia, impactando con su enorme brazo en las alas que esta había replegado para defenderse del golpe.

- ¡YEEEIHEEEEEEEI! -. Gritó jovialmente el chico.

- El alumno de intercambio... -. Soltó Samuel.

- Yurey Paskovic -. Terminó Lucrecia -. ¿Qué se supone que estás haciendo?

- ¡ESCUCHÉ TU PLAN DESDE LO LEJOS! ¿¡SABES!? ¡NO PERMITIRÉ QUE ROMPAS LA VOLUNTAD DE AQUELLOS QUE QUIEREN ENCENDER LA LLAMA DE SUS ESPÍRITUS!

- ¿Qué cojones... -. Balbuceaba Roman.

- ¿Y qué vas a hacer para evitarlo? ¿Usar este brazo robótico? -. Le desafío ella.

- ¡JA! ¡Esto no es un brazo robótico, pelirroja! -. Yurey hizo fuerza con el enorme brazo y Lucrecia se quedó pasmada y sorprendida. El suelo de la azotea bajo ellos empezaba a resquebrajarse del peso que estaba imprimiendo el chico de cuarto curso -. ¡Este es el brazo... -. Lucrecia intentaba recular, pero no podía hacer nada salvo inclinarse por el poder físico de su rival -. ¡DE UN GIGANTE!

- ¿QUÉ COÑO ES ESO? -. Fue la sorpresa de Roman.

- Me estás tomando el pelo, ¿verdad? -. Dijo Lucrecia con aprensión.

Yurey se apartó en el último momento y detrás suya se dibujó un círculo rúnico en el aire. De este surgió, como si el circulo fuese en realidad una ventana de otro lugar, un enorme brazo de hierro negro que impactó de lleno en el techo del edificio. El gigantesco golpe no solo destrozó la edificación sino que provocó un enorme boquete en el suelo, hundiéndolo todo en un enorme cráter. La impresión de los tres chicos de primero pareció durar una eternidad, no solo por la sorpresa del poder de aquel chico de intercambio, sino porque si Lucrecia acababa de ser derribada... eso significaba que...

- ¡LUCIA, AHORA! -. Gritaron Samuel y Roman a la vez.



La chica reaccionó de inmediato y empezó a transformarse en dragón. Samuel se golpeó las piernas repetidamente, sus músculos gritaban de dolor, pero igualmente empezó a correr hacia delante junto con Roman. Tenía aún el agua con el que había transportado el cofre a su alrededor. Roman y él corrían porque sabía que Lucia les sacaría ventaja con su velocidad de vuelo, así que intentarían por todos los métodos cubrir a la chica como pudiesen.

- ¡GUMPSY, NO DEJES QUE LLEGUEN ANTES QUE NOSOTROS! -. Gritó Yurey, justo después de reírse exageradamente por el ataque exitoso sobre Lucrecia.

Gumpsy... ese es... el cambiaformas canino... 

Efectivamente, pudo visualizar al perro bípedo, con el cofre atado en su espalda, preparándose para saltar. A pesar de la oscuridad, Samuel notó la silueta de Lucia pasar por encima de ellos, gracias al brillo anaranjado de las antorchas encendidas reflejarse en sus escamas.

- ¡Va a por Lucia! -. Gritó Roman, que vio como Gumpsy se encaraba y encogía sus patas -. ¿¡Puedes impulsarme!?

Sin tiempo para pensar, Samuel concentró el agua en los pies del chico e hizo fuerza para comprimir el líquido. Luego, liberándolo, sirvió de propulsor para que Roman saliese disparado al mismo tiempo que Gumpsy saltaba, chocando ambos en el aire y cayendo torpemente al suelo.

- ¿¡Estás bie...

- ¡SIGUE! -. Respondió Roman.

Tenía razón, tenía que seguir, pues 4ºA no era el único curso que apareció de la nada. Habían dos más adelante que habían conjurado una barrera flexible que estaba sirviendo para frenar a Lucia, como si se tratase de una red de pesca gigante. Samuel no tardó en distinguir de quién se trataba uno de ellos, pues le había conocido bastante bien durante los últimos meses. Le arremetió por sorpresa y derribó junto con su espada corta.

- Nosotros llegaremos antes, Lanry...

- ¡Samuel! -. Exclamó su compañero de equipo de volleyball -. Lo siento, pero... has picado...

- ¿¡Qué!?

El foco principal del hechizo no estaba dividido, sino que todo el peso de la conjuración recaía sobre su compañero, Dyke. Lanry aprovechó para, a pesar de la queja del dolor por la espada corta, mantener a raya en el suelo a Samuel.

- ¡Ve, Dyke!

Ambos chicos de 2ºB se sorprendieron al ver que la barrera no retendría eternamente a Lucia, pues su piel dracónica le daba una resistencia mágica muy superior a la de los sortilegios que podían conjurar ellos. Pero Samuel sabía que incluso así, Dyke, que acababa de empezar a correr, llegaría antes de que la chica pudiese romperlo por completo para seguir.

¿Qué puedo hacer?

Pero la respuesta no tardó en llegar. Si quería que quedasen terceros en lugar de cuartos, o peor... Debía...

No puedes seguir usando el fuego, tu hermana dijo que si lo hacías te pasarían cosas malas -. Resonó en su mente palabras que no eran suyas, sino un consejo del pasado.

No lo haré entonces. Me centraré de lleno en mi maestría elemental acuática -. Seguía recordando, esta vez las palabras eran suyas. Pero...

El agua no lo puede detener, está demasiado lejos... 

Pero si me fuerzo a usarlo... entonces... 

No había tiempo para pensar, aunque en su mente aconteció un vórtice de imágenes de recuerdos pasados. Su padre, su madre, su hermana... su familia. Sus amigos y amigas, ellos confiaron en él no solo como líder del equipo, sino para esta prueba.

Era definitivo, tenía que dar más del cien por cien si no quería fallarles.

Abrió los ojos e hizo la fuerza necesaria tan solo para apuntar con su mano en la dirección de Dyke.

Y tan solo, lo dejó fluir.

- ¡Aaaaaah! -. Gritó de dolor Dyke, que cayó al suelo y se revolvió para sacudirse las llamas.

El esfuerzo por parte de Samuel le había llevado a sus límites, y eso lo comprobó Lanry, que al ver que el chico ya ni forcejeaba porque literalmente no le quedaban fuerzas, cogió él el cofre y fue hacia el embarcadero. Pero el tiempo que le había dado con esa medida extrema, el uso de su fuego, dio sus frutos. El rugido del dragón rubí penetró en los oídos de todos los que estaban cerca, batiendo sus alas con fuerzas, la barrera se desplomó y salió disparada hasta llegar a la meta.

- ¡UN NUEVO EQUIPO HA LLEGADO A LA META, TOMANDO EL TERCER LUGAR! -. Se escuchó decir a Bartemius, mientras Samuel caía inconsciente... esbozando una sonrisa.

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- Señoras y señores, a continuación daremos la puntuación de los equipos en la segunda prueba del festival deportivo -. Indicó Bartemius, varios minutos después.

Primer puesto ---- 20 puntos -- 1ºPP -- 3 cristales -- 9 puntos extra.
Segundo puesto -- 18 puntos -- 3ºA --- 3 cristales -- 9 puntos extra.
Tercer puesto ----- 16 puntos -- 1º ----- 2 cristales -- 6 puntos extra.
Cuarto puesto ---- 14 puntos -- 4ºA ---- 3 cristales -- 9 puntos extra.
Quinto puesto ---- 12 puntos -- 2ºPP --- 4 cristales -- 12 puntos extra.
Sexto puesto ------ 10 puntos -- 2ºB ---- 2 cristales -- 6 puntos extra.
Septimo puesto ---- 8 puntos -- 2ºC ---- 3 cristales -- 9 puntos extra.
Octavo puesto ----- 6 puntos -- 4ºD ----- 4 cristales -- 12 puntos extra
Noveno puesto ----  4 puntos -- 3ºB ----- 5 cristales -- 15 puntos extra.

- De esta forma, ¡así queda la clasificación del torneo!


- Y ahora, decidiremos los enfrentamientos uno contra uno que se darán justo a continuación.


Mythra vs Elanil Deleris (2ºB)

Raukar, Rowena y Dafne vs Edelweiss Williams (1ºPP)

Summer y Sakurako vs Aya Eaglefury (4ºA)

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