7 sept 2019

Las sombras de Vivi, parte 3 y final


Nada más y nada menos que cuarenta días hacía desde que recibió la noticia de que todavía habría esperanza para la región, para sus ciudadanos y para la propia Vivi. Desde entonces, habían investigado más de un centenar de localizaciones, donde hallaron multitud de pistas en guaridas de personas que había poseído Vivi para sus fines. Además, la actividad del enemigo había aumentado, indicativo de que la conciencia demoníaca estaba perdiendo la paciencia y ya no encubría sus actos con la sutilidad de antes. El progreso también se hacía notorio en las comunicaciones, gracias a las líneas internas que habían establecido para poder mantenerse comunicados y al margen de terceros, de manera que podían coordinar las operaciones sin temor a que se filtrase información de ningún tipo. Sus efectivos habían aumentado también, ya que a Tristán, Melina y ella, se le habían sumado un par de los capitanes de Fernach, pues ya estaban confirmados a través de lo que dijo Clifford que no eran traidores ni estaban controlados; también el capitán Odfor y algunos de sus hombres de confianza, que tras asegurar las rutas de la zona afectada hacia el resto de la zona Brell y otras regiones cercanas, se había incorporado a la investigación.

En cuanto a la runa, en cambio, no había mucho avance. Habían estado buscando su origen en diferentes localizaciones, tratando de entender su significado consultando distintas fuentes e incluso preguntando a algún que otro hechicero, siempre teniendo cuidado de que no fuese alguien de quien pudiesen sospechar como posible enemigo. A pesar de la inquietud de la runa, no podían movilizar a la población. Ante un desalojo masivo, Vivi alteraría sus planes y de nuevo costaría encontrarla, como al principio cuando buscaban una aguja en un pajar. Debían dejarlo todo como estaba para hacer creer a la conciencia vil que no habían descubierto su secreto más grande.

Tras desbaratar algunos focos de poseídos y reducir los efectivos de Vivi, al mismo tiempo que se vigilaban muchas otras zonas, entre ellas las que creía Tristán en la que iba a actuar la chica, todo se calmó, vuelta a una brisa que presagiaba una oscura tormenta. Melina y Meryl siguieron en Fernach para vigilar aquel poblado, ya que era una de las localizaciones más importantes dentro de la zona cero donde había actuado el enemigo. Por ahora, permanecían en la casa de la plaza que Melina le enseñó a la ex-caballero hacía más de un mes, pero ahora no estaban solas.

En una mañana fría de diciembre, la chica despertó con un largo bostezo, indicativo de que quería seguir durmiendo, pero la vigilancia era la vigilancia. Apartó las mantas y sintió el frío acariciar su cuerpo desnudo, ahora ya sin vendaje alguno, pues las heridas habían sanado. No obstante, cuando Meryl se encontraba sentada y se rascaba su despeinado pelo, un brazo surgió desde atrás y le rodeó la cintura para intentar devolverla a la cama.

- ¿Ya sales? -. Era la voz de Charles Flynn, uno de los capitanes del cuartel del escuadrón. En concreto, el que ya venía buscando a ambas cuando estas estaban efectuando el plan.

- Hay que vigilar... -. Musitó ella sin voltear la mirada, pues intentaba afinar su dormida vista para poder ver donde dejó las zapatillas.

- Quédate conmigo unos minutos más, venga -. Le pidió con un tono dulce y cariñoso.

En cuanto escuchó aquello, Meryl apartó el brazo de Charles de manera brusca y se levantó de inmediato.

- El caso es más importante -. Atajó cortante, se puso la bata y salió.

Era mentira, en parte. Realmente consideraba el caso como algo muy importante, pero su vigilancia no empezaba hasta dentro de media hora. Que se divirtiesen la pasada noche o las anteriores no quitaba lo evidente, pero al parecer Charles no quería darse cuenta. Meryl no quería una pareja, sólo quería disfrutar, al igual que cuando se drogaba. El sexo no era más que una vía de escape para olvidar y para eso había estado en la cama con aquel hombre. Pero a pesar de que se lo había dejado claro, o eso pensaba, antes de la primera noche con él, parecía que este se estaba haciendo falsas ilusiones de que ahora iban a ser pareja o algo parecido. Meryl había cambiado. Ahora se drogaba menos y de nuevo volvía a estar implicada en algo desde hacía años. Lo que antes se hubiese convertido en un mensaje claro y sin tapujos, aunque doloroso para Charles, anunciando que no se hiciese ilusiones y que no iban a ser pareja nunca, ahora eran amagos y actos de recular, pues le daba cosa romperle las ilusiones.

Se quitó la bata y las zapatillas cuando entró al baño y entró desnuda a la ducha, abriendo el grifo caliente. Se quedó mirando hacia arriba, con los ojos cerrados, dejando que el agua cayese por su cuerpo, relajándose o al menos, intentándolo. Cuando se dio cuenta, se llevó la mano derecha a la muñeca izquierda, que estaba temblando. El mono por haber reducido las dosis de droga que se tomaba estaba afectándola como nunca y sus nervios estaban a flor de piel. Suspiró y se forzó a relajarse lo máximo posible, antes de iniciar la limpieza de su cuerpo. Entonces, cuando iba por la mitad, ya estaba enjabonada y se estaba centrando en su blanquecina cabellera, escuchó la puerta del baño abrirse.

- ¿Melina? -. Preguntó confusa, ya que la chica debía estar todavía en su turno de vigilancia, así que no podía ser.

- Podríamos habernos duchado juntos... y aprovechar, ¿no?

Era la voz de Charles, que había entrado y apartado la cortina de la ducha para contemplar con vista lujuriosa el cuerpo húmedo y reluciente de Meryl. Todos los nervios que había intentado calmar la chica hacía unos minutos acababan de volver. De nuevo, aquel hombre creía que aquello podría ser el inicio de una situación romántica de pareja, duchándose juntos, pero ella no quería nada de eso, en absoluto. No obstante, su corazón estaba a mil y sólo habían dos formas de remediarlo: o se drogaba o...

Meryl agarró la mano de Charles y le tiró hacia dentro. El grifo había estado echando agua durante más de veinte minutos hasta que por fin se cerró. Ambos tenían la respiración irregular hasta que se calmaron y salieron para vestirse. Mientras que Meryl no apartaba su vista de sus prendas de vestir, Charles alternaba entre su indumentaria y el cuerpo de la chica.

- ¿Quieres que vigilemos juntos? Podemos aprovechar y desayunar los dos.

- No... Hay que racionar bien los turnos de los tres -. Evadió ella, acelerando por terminar de vestirse.

- Por ti no me importaría tener un turno de dieciséis horas... -. Soltó con una voz melosa.

- Que no... -. Cortó ella, disponiéndose a salir de allí a pesar de que no había terminado de vestirse. Necesitaba tomar el aire fresco, ya que el baño se había llenado de vapor de agua.

- Oye, venga... -. Insistió, cogiéndole de la muñeca justo antes de que saliese.

- ¡He dicho que no!


Zarandeó la mano para librarse del contacto de Charles, pero fue tan brusca y el hombre no se lo esperó en absoluto, que acabó resbalando y cayendo al suelo. Meryl se quedó mirándole con los ojos desencajados, marchándose antes de que el capitán de Fernach pudiese hablar de nuevo o hacer el movimiento de levantarse.

- ¡Te lo dejé muy claro al principio! -. Le gritó ella mientras iba a su habitación -. ¡Que nada de pareja! ¡Sólo sexo y nada más!

- ¡Pero Meryl...! -. Le siguió Charles pero se topó con la puerta del dormitorio cerrada y con pestillo-. ¡No puedo evitarlo! ¡Me he enamorado de ti!

- ¡Pues has sido un estúpido! ¡Esto se acabó!

- ¡Tan sólo dame una oportunidad!

- ¡No te quiero como pareja!

- Pues... pues... ¡no pareces decir lo mismo cuando me la estás...

PAM

La puerta salió despedida del marco con tanta fuerza, que embistió a Charles, provocando que su espalda chocase con la pared de enfrente. Tosió debido a la falta de aliento por el golpe de la madera de la puerta en el pecho y, de nuevo, volvió a quedar desparramado en el suelo. Del marco del dormitorio salió Meryl con su indumentaria de combate pero sin arma alguna. Se acercó para coger del cuello a Charles y levantarlo. Con una voz temblorosa y unos jadeos de los nervios, clavó sus ojos en los suyos.

- No sé quién te has creído que eres, pero vuelve a intentar decir algo así y te arranco la lengua... ¿Te queda claro? -. Lo único que sacó de Charles fueron unos tosidos más y que desviase la mirada. Le agitó para forzarle a mirarla a los ojos -. He dicho que si está claro...

- Está claro... -. Dijo él con seriedad pero con un deje de tristeza en su tono.

Meryl le soltó y entró de nuevo en la habitación, esta vez para sacar las pertenencias de Charles, tirándolas hacia el pasillo. Este las recogió, se terminó de vestir y bajó las escaleras, todo en silencio. Meryl desvió su mirada para comprobar que, efectivamente, no se encontraba ahí. Entonces, invocó a través de su anillo una bolsa de cuero que abrió mediante la cremallera. Se quedó mirando el contenido, las pequeñas bolsas de cocaína que se había traído de su casa. Con eso... podría volver a calmarse y sentirse en el paraíso. La tentación era muy grande, pues a pesar de que se acababa de duchar, todo el altercado con Charles había provocado que los efectos del síndrome de abstinencia volviesen a surgir, con sudores fríos en su frente. Meryl se mordió los labios y empezó a abrir una de las bolsas, pero en el momento en el que empezaba a formar la raya en la mesita, se detuvo. El maullido de Pandora la alertó. La Nekuromasu se encontraba en el marco de la puerta y la miraba a la vez que se estiraba. Meryl tragó saliva y detuvo lo que estaba a punto de hacer, aunque cogió la raya de cocaína y la volvió a guardar en su sitio, antes de volver a guardar la bolsa de cuero de nuevo en el anillo. Acarició a su niña y le dio las gracias, no sólo por ella sino por lo que le había hecho recordar al verla. Al acariciarla, se calmó un poco más y tan sólo pedía que aquella tortura se pasase cuanto antes.

Al bajar las escaleras estaba desayunando allí Charles, con sus pertenencias al lado en el sofá. No le dirigió la palabra, tan sólo se fue a la cocina para coger algo para desayunar. El silencio que únicamente era cortado por los sonidos de la cubertería de la cocina mientras se preparaba el desayuno la estaba matando de la irritación, pero en parte también se sentía mal por lo que le acababa de decir a Charles, a pesar de que era culpa suya por haberse creído algo que no era. Igualmente aguantó su orgullo y no le dijo absolutamente nada en ningún momento. Se sentó para desayunar y lo hizo en silencio, mientras acariciaba a Pandora y de vez en cuando le daba algo de comer también a ella. Entonces, escuchó el ruido de la puerta trasera abriéndose, algo que agradeció.

- Buenos días... chicos -. Entró con una cara de cansancio y efectuando un largo bostezo entre medias.

- Buenos días -. Dijeron los dos, aunque cada uno con un tono muy distinto. El de Charles fue seco y distante, mientras que Meryl lo hizo con un tono amable y cercano, como el trato que tenía hacia la chica últimamente.

- ¿Ha ido bien la guardia? -. Se interesó Meryl.

- Todo bien, nada destacable. Por cierto, Meryl, ¿no has echado cuenta del teléfono, verdad?

Meryl se quedó a medio camino de darle un nuevo bocado a su tostada, totalmente quieta. Con todo lo que había pasado antes, lo único que se le habría pasado por la cabeza era mirar su teléfono por si acaso había pasado algo.

- ¿Ocurre algo? -. Preguntó, desviando el tema de su imprudencia por no mirar su móvil.

- No vas a hacer la siguiente patrulla. Nos reunimos a mediodía, aquí, en el piso. Tristán ha descubierto algo y puede que actuemos.

- Bien... Habrá que recoger un poco -. Sugirió mirando los alrededores, acordándose en ese momento de que tendría que arreglar también la puerta. Eso o rezar para que Tristán no subiese y lo viese así.

- ¿Pasa algo? -. Se percató Melina -. Os noto muy serios.

- No pasa nada.

- Ah, vale, vale... Pues con vuestro permiso -. Se estiró y bostezó de nuevo -. Voy a dormir una cuantas horas hasta que llegue el momento de la reunión.

- Descansa.

- ¿Estáis seguros de que no pasa nada? -. Preguntó Melina desde la planta de arriba. Probablemente justo en el momento de que vio la puerta fuera del marco destrozado.

- Que no pasa nadaaa... -. Repitió Meryl arrastrando el tono -. Duerme, anda.

Las horas pasaron más rápido de lo que creía, gracias a la radio que se puso a escuchar mientras seguía acariciando a Pandora, o de leer el periódico local donde, como era habitual, no había ninguna noticia destacable sobre el caso Vivi. También volvió a subir a su habitación para arreglar la puerta, aunque el resultado final fue un poco desastroso. Cada vez que se abría la puerta una de las bisagras se quedaba desencajada, pero pensó satisfecha que daría el pego para la reunión, ya que nadie iba a entrar en su cuarto. Aprovechó también para volver a echarse en la cama, aunque no empleó el tiempo en dormir. Y cuando ya eran cerca de las doce y media, llamaron a la puerta.


Unos minutos más tarde, ya estaban todos en el salón con un montón de carpetas y demás documentos sobre la mesa. Tristán, junto la recién despierta y aún con sueño Melina, Charles Flynn, Damon McFarland, el capitán Odfor y sus ayudantes, dos jóvenes llamados Jeres y Treeran. Jeres tenía el pelo largo disimulado en una coleta que ocultaba bajo el cuello de la camisa, además de que por la presencia de perforaciones en los lóbulos de sus orejas seguramente le gustaba portar pendientes y demás accesorios "para hacerse el guay". El pelo de Treeran, castaño claro, estaba rapado casi al cero; portaba un semblante de seriedad en su tez llena de pecas. Meryl se acercó a todos haciendo un saludo en general, pero se paró para recibir el abrazo que quiso darle Tristán.

- Muy bien, tenemos noticias -. Anunció Tristán, volviéndose a sentar. Meryl se sentó en la silla de al lado.

- Sabemos por donde se están moviendo las huestes de Vivi -. Prosiguió Odfor, mirando a cada uno de los encargados de vigilar Fernach, tales como Charles, Melina y Meryl.

- Pero debemos hacerlo con precaución -. Avisó Tristán -. El líder Joffridus Hawk ya se ha asentado por completo en Puerto Esp y tiene el control de los escuadrones de la región. Si descubre que estamos actuando a sus espaldas podría considerarlo un acto de traición.

- Se supone que eres Esc... -. Fue a decir Meryl.

- Se supone que soy Tristán, a secas -. Le paró él, alzando la mano para pedir calma -. Joffridus es tan orgulloso que cree que es capaz de atrapar a Vivi en su propio campo, cuando esta controla las redes de información y movimiento del ejército. El líder solicita la presencia de Escorpio, no la de Tristán.

- ¿Va a arriesgarse a tanto, señor? -. Preguntó Melina con educación.

- A veces uno tiene que hacer este tipo de cosas para poder salvar a los demás. El castigo que tenga que afrontar posteriormente lo aceptaré, pero lo haré después de haber salvado a toda esta gente.

- Pues vamos a ello entonces -. Apremió Damon -. ¿Por dónde actúan las fuerzas de Vivi?

- Debajo nuestra -. Ante tal afirmación, los pocos que tenían centrada su vista en los documentos de la mesa desviaron por completo su atención hacia Tristán -. Así es. Vivi, al ver que no puede moverse por la superficie con tanta eficacia como antes, ha empezado a movilizarse por cavernas y minas. Por esta zona de aquí -. Mostró un mapa topográfico de la región y señaló con el dedo unas áreas marcadas por rotulador -. Las actividades van desde el fiordo de Enorian hasta los Montes Cuarzo.

- ¿Y si es...

- ¿Una distracción? -. Terminó la pregunta Tristán, a lo que el que había hecho la pregunta asintió, que fue uno de los ayudantes de Odfor, Treeran -. Sí, eso mismo pensé yo también. Por eso nos infiltraremos en la zona, pero sin levantar la vigilancia de los puntos donde podría actuar para seguir completando su sello.

- ¿Y por qué no acabamos con los sellos y ponemos a salvo de una vez a la población? -. Preguntó Charles de mala gana, como un niño que quiere terminar un juego que ya no es divertido.

- Ya se ha comentado que poner a salvo esta región con esa medida tan drástica tan sólo haría que Vivi fuese a otro lado y comenzase todo de nuevo -. Explicó Melina con educación y paciencia.

- Estamos jugando con la vida de miles de personas... -. Siguió él, refunfuñando.

- En caso de que cometamos un error aquí, por ser demasiado cautos o demasiado arriesgados, no estarán en juego miles de personas, sino de millones -. Explicó Tristán con decisión.

- No se hable más entonces -. Meryl se había puesto de mal humor. Sabía que la conducta de Charles estaba condicionada por lo de esta mañana así que quería acabar esa reunión y ponerse en marcha cuanto antes -. ¿Cuándo nos vamos?

- En unas horas, pero antes decidiremos los grupos y el plan de actuación.

Durante la próxima hora se dedicaron a estudiar mapas, vías de escape y puntos donde eran más factibles recibir una emboscada. Iban a investigar cavernas que en registros oficiales llevaban sin ser recorridas durante más de una década. Peor pasaba con las minas, que llevaban abandonadas casi treinta años. Luego, mientras todos comían y Melina se recostaba lo que podía en el sofá pues aún tenía sueño, decidieron los grupos. Meryl agradeció dos cosas: la primera, ir en el grupo que iban a investigar las cavernas y las minas; la segunda, no ir con Charles. Es más, ella iba a ir con Tristán y Melina, hecho que agradeció bastante en su interior.

Cuando ya estaba bien entrada la tarde, los primeros en salir fueron los del grupo de exploración. Melina, Meryl y Tristán se montaron en el coche de este último y se pusieron rumbo de inmediato tras asegurar de que estaba todo el equipamiento necesario (y de que Melina descansase unas pocas horas más). Meryl insistió en llevar a Pandora, ya que no sabían cuánto tiempo iban a estar fuera y, como ya había avisado una y otra vez, si la Nekuromasu dejaba de ver a su querida dueña durante mucho tiempo, su tristeza se marcaba de tal forma que perdía el apetito y el brillo en sus marcas. Tristán no rechistó, ya que sabía lo que consiguió la criatura un par de meses atrás. Posteriormente saldrían los del grupo de vigilancia, que se encargarían de poner a la orden del día a los soldados a cargo de Odfor que ya se encontraban en varios puntos de la superficie, entre ellos, en el que creyó Tristán que actuaría Vivi.


- Repasemos entonces... -. Empezó a hablar Meryl, desde el asiento del copiloto, mientras que Melina estaba atrás acariciando a Pandora, que se había estirado ocupando casi dos asientos -. Descubro quién es el controlado de Vivi en Fernach, le saco toda la información, viene el colaborador de Vivi a matarle e intentar hacer lo mismo con nosotras, pero no lo consigue y se va con una herida maldita de mi parte, dejando a nuestro libre albedrío que investiguemos el lugar del crimen de Vivi. Entonces, descubrimos que el asesinato no es más que una tapadera para implantar un vértice de la runa...

- Y como ya dije -. Prosiguió Tristán -. No podía poner simplemente la runa sin el asesinato ya que cada vértice debe requerir un ritual de algún tipo, como es el sacrificio de sangre y el juego de palabras.

- También hemos descubierto desde entonces que la runa no está completada -. Fue ahora Melina quien habló -. Ya que hemos marcados los puntos de los vértices en orden según la nomeclantura de la runa y falta para formar el círculo rúnico.

- Tarde o temprano, ya sea usando las minas o el exterior de ellas, tendrá que llevar a cabo su plan. Sabe que estamos demasiado encima de ella, que la estamos presionando -. Meryl quería comentar todo aquello como un signo de esperanza. Que esta vez una misión suya saldría bien, no como lo del tren... -. Si sigue esperando como ha estado haciendo durante este último mes, no tendrá posibilidad.

- ¿Y si... -. Fue a preguntar Melina, pero ella misma se quedó pensativa, en silencio. Ese silencio no le gustó nada a Meryl.

- ¿Y si qué?

- ¿Y si... ha formado el resto de vértices ya? -. Tanto Tristán como Meryl desviaron su vista hacia Melina, aunque el conductor lo hizo a través del espejo retrovisor interno del vehículo.

- ¿Cómo va a ser eso posible?

- Estamos sospechando que las cuevas y las minas son la localización perfecta para desviar nuestra atención y que pueda realizarlas donde quería... o para atraernos a su interior y llevar a cabo el ritual con nuestros hombres. Pero, ¿y si la actividad de los poseídos en las cuevas es porque está sacrificando sus propios efectivos para los rituales?

- Si eso es cierto... -. Meryl tuvo un escalofrío, pero no quería creérselo -. ¿Por qué esperar más de un mes?

- Para hacerlos todos a la vez... -. Fue Tristán el que respondió, dándose cuenta -. Claro, sabe que ya hemos indagado demasiado. También sabe que vigilamos los puntos donde el círculo rúnico podría llegar a formarse. Viviendas, establecimientos... Con tanta presión, ¿por qué no hacer tal jugada desesperada? Al fin y al cabo lo dijiste tú, Meryl. Es una conciencia demoníaca. No creo que tenga problema alguno en debilitar sus efectivos para poder completar su plan de una vez.

- Primero ha estado haciendo los preparativos para el ritual durante días, semanas... Y ayer ya empezó a movilizar a sus poseídos para poder sacrificarlos -. Meryl seguía sin querer creerlo, pero las piezas encajaban -. Joder, hay que avisar al resto.

- No, no lo hagas -. La detuvo Tristán con contundencia -. Si todo esto es cierto, menos razón para fiarnos de cualquiera. Además, si ven que cambiamos nuestros planes podrían sospechar y cambiar el enemigo los suyos.

- Vale, está bien... ¿Cómo lo has deducido? -. Se giró en su asiento para mirar más fijamente a Melina.

- Vivi siempre ha ido varios pasos por delante nuestra -. Melina sonrió con modestia -. Durante este mes he tenido tiempo suficiente para investigar sobre comportamiento demoníaco, con tanta vigilancia aburrida...

- Buen trabajo, Melina. Si todo esto sale bien, te habrás ganado un ascenso -. Sonrió Tristán.

- Sí, muy bien hecho -. Apreció también Meryl, sólo que esta no sonrió porque seguía demasiado afectada por todo lo que aquello significaba.

Estaba anocheciendo cuando Tristán detuvo el coche en un camino en pendiente en la zona pedregosa de los Montes Cuarzo. La presencia de vegetación era muy escasa, aunque había algún que otro arbusto. Pero lo peor de todo era el frío, ya que se habían alejado de la cobertura de los edificios de Fernach y ahora estaban a la intemperie, más aún cuando era una zona de altitud. Tanto Tristán como Meryl no tuvieron problema alguno, ya que invocaron a través de sus anillos las gruesas capas para resguardarse del frío. La de Tristán era roja escarlata, como los colores de Aldmet y también como el color de su pelirrojo cabello; mientras que la de Meryl era negra con pelitos también del mismo color en torno a la zona del cuello. La chica invocó una capa adicional y se la echó por encima a Melina, que tiritaba porque debido a la siesta que había echado y del sueño con el que se despertó, no había previsto algo como aquello.

- Muchas gracias, Meryl -. Soltó con una sonrisa, abrazando aquella capa negra que le daba un calorcito muy agradable.

- No es nada -. Comentó algo sonrojada. No estaba acostumbrada ni a dar las gracias ni responder a ellas, así que lo que hizo fue girarse para mirar a Tristán, así Melina no podía ver su rostro -. ¿Ocurre algo?

El caballero de la Rosa Dorada se encontraba agachado, palpando el terreno. Entonces, ante la pregunta de Meryl, pegó un sonoro silbido con el que vino de arriba, del manto de oscuridad de la noche, un gran águila de plumas pardas salvo en la cabeza, en la que había presencia de blancas. Se posó en el hombro de su dueño, batiendo las alas y mirando a ambas chicas con curiosidad.

- Herrond... ¿Lo ves? -. En cuanto Tristán le dijo aquello a su mascota, esta pasó sus grandes ojos amarillos de las chicas al mismo lugar que veía su dueño, el suelo. Tras unos segundos, el águila graznó varias veces antes de volver a fijar la vista en las chicas y en los alrededores -. Como supuse...

- ¿Huellas?

- Borradas -. Puntualizó él -. La tierra ha sido removida recientemente.

- ¿Por qué pasar por aquí? -. Se extrañó Melina, mirando al alrededor pero sin sacar los brazos de la capa de Meryl, que agarraba para no dejar escapar el calor -. En vez de usar los acceso de las minas o las del río.

- Van al aire libre sin que les importe pero borran las huellas. Son idiotas -. Chasqueó la lengua Meryl después de soltar aquello.

- No importa. Tan sólo avancemos con precaución -. Sugirió Tristán.

Ascendieron por el camino, con Herrond volando por encima de ellos por si avistaba a algún enemigo en las inmediaciones. Llegaron hasta casi el punto más alto del monte y ahí vieron lo que era un antiguo campamento abandonado, perteneciente a la base de capitanía de los mineros de la zona, que gracias a la altitud coordinaban mejor los esfuerzos de sus trabajadores y transportistas. Junto al campamento estaba lo que más les interesaba, la entrada al subterráneo, con tablones desparramados por el suelo enfrente del acceso. Su función debía de ser la de mantener la entrada sellada, pero a saber desde cuándo habían roto las medidas de contención para evitar que curiosos entrasen en el pasado. En cuanto entraron y dejaron de sentir las frías caricias heladas del invierno, Melina ya pudo liberar sus brazos echando la capa más hacía la espalda y conjuró unas luces danzantes que se mantuvieron rodeando al grupo. Tristán se preparó con su armadura y su arco, además de que metería a Herrond con él, ya que aunque el espacio era reducido, su visión era una gran ventaja en aquellos rincones oscuros a los que no llegaba la luz del sortilegio. Meryl se sentía cómoda con el silencio y la oscuridad, invocó una espada alternativa para sostenerla y usarla rápidamente en caso de emergencia, pero también ocultó a Pandora en un sortilegio protector para la mascota. Avanzaron en silencio, mientras que Melina controlaba las luces danzantes que seguían en todo momento alrededor de Tristán y de Meryl, pero de vez en cuando las movía para colocarlas en su espalda o en su frente según si querían emitir luz u ocultarla para evitar alertar a posibles intrusos. No tardaron mucho en llegar hasta una zona en la que la cueva terminó en lo que a avance horizontal se refería, pero en la que había un gran agujero para descender en vertical. Rodeando el agujero habían tablones de madera, además de un sistema de poleas en la parte superior.

- En caso de haber varias plantas... el ascensor debe estar en la última de todas -. Supuso Meryl, mirando a las cuerdas y hacia abajo.

- No usaremos la palanca para subirlo, podría hacer mucho ruido. Bajaremos por nuestra cuenta -. Diciendo aquello, Tristán se giró para mirar a Melina y esta asintió, entendiendo de inmediato.

Con un sencillo sortilegio, los tres empezaron a descender lentamente. Primero Meryl, luego Tristán, y por último Melina, que seguía concentrándose en las luces danzantes para iluminar las paredes del conducto descendente y de las diferentes paradas del ascensor, que seguía sin dar señales de aparecer. De repente, Tristán alzó el arco y tensó la cuerda, surgiendo una flecha de inmediato que disparó. Meryl se quedó estupefacta; de no ser por la agudeza visual y auditiva de su compañero, la víctima del disparo de Tristán se le habría echado encima y habría provocado que la caída de pluma se anulase por el peso. Los tres recularon para colocarse apoyándose en rocas, aún sintiendo su cuerpo ligero por el sortilegio de Melina.


- ¿Qué ha sido eso? -. Fue a preguntar Meryl alarmada, mediante un grito, pero al final forzó su alarmismo para soltarlo en voz baja.

- Problemas -. Fue la respuesta de Tristán, que se aferró a la roca pasando la pierna por encima y así poder tener libres sus dos brazos para volver a usar el arco.

Melina guió las luces hacia abajo para iluminar el área. Sin duda alguna, eran los poseídos de Vivi, pero estaban cambiados. Ya no eran personas que sufrían debido a la carga de la tensión muscular que eran sometidos para tener un aumento en sus capacidades físicas.

- Hija de puta... -. Soltó Meryl, agarrando con fuerza su espada.

- No podemos hacer nada por ellos salvo una cosa, Meryl, ¿lo sabes, verdad?

- Lo sé...

Los poseídos ahora eran humanoides deformes, donde su carne y músculos habían sido desgarrados para poder adquirir la forma de monstruos, aún siendo personas en apariencia. El que acababa de ser disparado por Tristán había caído en lo alto de una roca saliente y se retorcía de dolor, ahora sí, rugiendo cuando antes estaba en completo silencio, acechando. Su cuerpo era el de un hombre adulto, pero las falanges de sus manos estaban estiradas y separadas para poder asemejarse a garras. Cuando se giró por el dolor, vieron su rostro y los tres quedaron aún más impactados. El rostro del hombre, rechoncho y con barba, parecía una máscara de algo que se le removía por dentro, como bultos. Pero no era el único que había allí. Pronto se dieron cuenta de que todo el acceso hacia abajo estaba infestado de dichas criaturas, cada una de ellas diferentes. Cuando ya el sigilo no era una opción, fue cuando empezaron a gritar.

- ¡Herrond, coge a Melina y gana altitud! -. La mascota obedeció de inmediato, mientras que Escorpio volvió a tensar el arco. Esta vez surgieron varias flechas al mismo tiempo, que disparó en diferentes direcciones.

Un grupo de poseídos se habían coordinado para saltar a la vez. Eran cuatro que iban directamente a por la más alejada, Melina, que debieron ver que era la más indefensa por la ausencia de armas en ella. No obstante, una de las flechas de Tristán iba hacia dicho grupo y emitió un destello cegador antes de estallar en un campo de fuerza que los repelió a las paredes del conducto antes de que cayesen. Meryl también hizo lo propio, extendiendo su sombra para atravesar a los que avanzaban hasta ella escalando las paredes. Los poseídos morían al instante, tanto con el poder de su sombra como por su propia espada. La lluvia de flechas de Tristán caía también alrededor de ella, con una precisión implacable.

- ¡No hagas nada, Melina! -. Detuvo Tristán a la chica, que estaba a punto de conjurar un hechizo para acompañar en la defensa de los dos que luchaban actualmente -. ¡Tú cubre la retaguardia!

Melina miró hacia arriba, consciente en ese entonces de que si hubiesen sido atacados desde aquel punto, ella no habría tenido ninguna oportunidad. Agradeció entonces la diferencia de experiencia en combate que había entre ella y los dos de más abajo, ya que gracias a sus avisos podía aprender y seguir el curso del combate sin mayores incidentes. Pero había otra razón más por la que agradeció tener que mirar hacia arriba...


Meryl tragó saliva, dolorida por lo que tenía que hacer, pero como había dicho Tristán, era la única forma. Debido a la deformidad de los poseídos estos podían escalar y saltar como acechadores, pero habían perdido a cambio mucha fuerza en sus ataques, como cuando se enfrentaron a ellos en el acceso norte de Fernach. Las paredes de roca iluminadas de diferentes colores por las luces danzantes reflejaban con distintas tonalidades la sangre que había salpicado por la matanza que habían tenido que llevar a cabo. Eso fue lo que agradeció Melina, no tener que contemplar la masacre, a la que Tristán y Meryl, desgraciadamente, ya estaban familiarizados en cierta medida.

- ¿Una avanzadilla? -. Sopesó Tristán.

- Ya saben que estamos aquí. Melina, ¿puedes hacernos descender más rápidamente? -. Dirigió la vista hacia arriba Meryl, quien tampoco quería ver todo aquello.

- S... sí... -. Tartamudeó esta.

- Melina, si quieres volver ahora es un buen momento para decidirte en caso de que no estés preparada -. Le aconsejó Tristán, sabiendo el estado en el que estaba la chica.

- No... no. Quiero continuar.

Melina tragó saliva y se enfocó en la concentración de sus sortilegios, provocando que descendiesen a mayor velocidad. Meryl notó que hasta que pasaron toda la zona del combate anterior, Melina se mantuvo con los ojos cerrados. La ex-caballero de la Rosa Dorada suspiró; ella también fue así en el pasado, pero ahora ya no tenía lugar para sentimientos así en combate. Clavar la espada en la carne no era tan difícil como lo era antes. Sus enemigos seguían siendo personas inocentes, presas y víctimas de algo aterrador, pero si ellos no llevaban a cabo esas decisiones, ¿quién lo haría? Ya habría tiempo para lamentarse y olvidar esos recuerdos con cualquier método que sirviese como disociación.

En cuanto pisaron terreno firme resultó ser la madera del ascensor. Meryl aprovechó para sacar de uno de los compartimentos de su anillo a Pandora para que esta se pasease libre entre ellos. Herrond volvió a colocarse en el hombro de Tristán y Melina volvió a mover las partículas brillantes de su conjuro para iluminar el lugar. Por el pasaje vertical continuaban tan sólo un par de vigas para mantener encarrilado el ascensor en caso de ascender o descender, porque lo que era la pared natural se ensanchaba para dar lugar a una gran caverna cuyos límites las luces danzantes no eran capaces de iluminar. La zona del ascensor estaba acompañada de unas cuantas cajas, casetas y una mesa con un viejo mapa del lugar. Afortunadamente para ellos, no les hacía falta, ya habían estudiado los pasadizos durante toda la tarde.

- Estamos en el sector A15 de la red de las minas -. Comentó Tristán a lo que Melina y Meryl asintieron como señal de que no se les había olvidado -. Avancemos según lo planeado.

Lo planeado a lo que se refería Tristán eran recorrer los accesos para llegar a localizaciones de la mina y cavernas equivalentes a los puntos que vigilaban en la superficie. Eran un total de veintidós, de manera que hasta que no pudiesen delimitar los que le faltaban a Vivi, no podrían terminar de trazar los vértices restantes de la runa en el mapa para calcular el lugar principal de esta, que normalmente sería en el centro de esta.

El avance no se produjo sin incidentes, ya que habían poseídos rondando a cada cruce y en cada tramo. Los que no estaban deformados podían ser salvados todavía, aún con todo el daño físico recibido por ser forzados a pelear en sus límites corporales. Sus golpes contra ellos fueron certeros y tras dejarlos K.O., los sentaban con grilletes o cuerdas, preparados para ser recogidos más tarde. Otro caso distinto eran los deformes, que tenían que eliminarlos y el problema venía de que se movilizaban de un lado a otro rápidamente, en grandes patrullas. Así que tenían que asegurarse de que ninguno se libraba de escapar para que así no pudiesen actualizar a Vivi la localización de dónde estaban los tres.

- ¿Y si su visión y demás sentidos está conectada a Vivi? -. A Tristán se le acababa de ocurrir aquella posibilidad, pero Meryl le calmó de inmediato.

- No te preocupes, en caso de que así sea detectaría el vínculo enseguida. Vivi se metería a sí misma en una trampa ya que el hilo del vínculo podría seguirlo como cuando seguí el del viejo de la máscara de hueso. Además, Melina se está encargando de aislar sensorialmente a las patrullas.

- Espléndido trabajo -. Halagó a ambas y volviendo a sentirse seguro, reanudando la marcha.

Mientras caminaban, Meryl dejó a Pandora junto a Tristán para retrasarse queriendo, así se puso a la altura de Melina para hablar con ella.


- ¿Estás... estás bien? -. Preguntó sin mirarla directamente.

- Oh... qué extraño es que me preguntes si me encuentro bien... -. Ante aquella respuesta, Meryl desvió aún más la mirada, soltando un "calla, tonta" enfadada -. La verdad es que estoy bastante nerviosa porque no me termino de acostumbrar a tanta sangre y vísceras. Pero ahora me encuentro mucho mejor. Muchas gracias.

Cuando Melina soltó el "ahora" del final, Meryl se quedó aún más ruborizada. No quiso preguntarle si se refería a que se encontraba mejor desde el momento en el que se había preocupado por ella, así que decidió ignorar aquello, zarandeando la cabeza de un lado a otro, y cambiar de tema.

- ¿Tienes preparado el plan B? Podría venir muy bien en caso de que tu teoría sea cierta...

- Lo tengo todo listo.

- Asegúrate de mantenerte en la retaguardia, de no sufrir heridas innecesarias y de no agotarte en exceso. Puede que lo necesitemos como plan A incluso.

- Sí... no fallaré. Gracias por preocuparte.

En cuanto Melina dio las gracias, Meryl apresuró el paso de inmediato para volver a su puesto al frente junto con Tristán. Como ya era habitual, no soportaba los gestos bonitos de la gente, porque a ella no le salía decir las cosas igual. ¿Por qué no le salía? El motivo era muy sencillo. Después de todo lo que había vivido, era más fácil perder a alguien a que no le tenía cariño que ver siquiera como una persona con la que ya habías creado un vínculo sufriese, aunque fuese, una leve herida. Todas las malas experiencias que habían llevado hasta donde está Meryl a día de hoy habían generado en ella una capa de rudeza e irritación ante todo lo que fuese sacarla de su entorno de confort. Debía seguir manteniendo aquella máscara a toda costa. Si no, volverían los sentimientos al terreno de combate, algo que podría lastrarla en muchos aspectos.

No obstante, cuando pensó que ya se había librado de todo y podía volver a centrarse en avanzar, Tristán se dirigió a ella.

- ¿Todo bien?

- No lo sé, tú ibas delante, ¿ha detectado Herrond algo?

- No me refiero a eso -. Tristán soltó una pequeña risita. Meryl se quedó con un tic en el párpado inferior -. Has cambiado mucho en estos dos meses, Meryl.

- ¿¡Q... -. Meryl casi exclama en voz alta, pero al final se contuvo a tiempo y apretó el puño mientras cerraba los ojos con fuerza -. Porque estamos en mitad de una operación, que si no, te hacía un chichón en la cabeza.

- Ja, ja, ja, ja, ja... Me alegro de que estés mejor.

- Que te calles... -. Pronunció ella con un falso grito dado que no podía levantar la voz. Al final, desviando la mirada y con la cabeza levemente inclinada hacia delante, dijo casi en susurro -. Y a ti... ¿cómo te va? no te he preguntado todavía...

- ¿Cómo? No te he escuchado bien -. Sin apartar la mirada del frente para vigilar, Tristán se hizo el sordo a pesar de que Meryl sabía lo que estaba intentando. En el cuello de la chica se marcó la vena notablemente y empezó a avanzar por su cuenta -. Que no, que no... que me va bien.

- Calla...

- No te enfades. mira, te cuento...

- Shhh -. Meryl no estaba mandándole a callar por el cabreo, sino porque había sentido algo. Alzó la mano alarmada y Melina volvió a mover las partículas para que no iluminase demasiado y así no alertase al enemigo.


- ¿Otra patrulla? -. Preguntó Tristán, agachándose y avanzando al lado de la pared de la cueva.

- No es eso... He detectado algo, como una vibración mágica...

- Espera... escucho algo -. Avisó Tristán -. Una... ¿conversación?

Meryl tuvo que pegar la oreja a la roca para percatarse de que sí, escuchaba una voz... ¿Sería posible qué...? Con los conocimientos que tenía sobre la energía negativa, se concentró en dilatar su campo de detección mágica para poder detectar un flujo de esta cercana. No detectó algo sutil o difícil de sentir, sino todo un torrente. Quizás ya no es que ni siquiera estuviese intentando disimular algo como eso.

- Es ahí... del lugar donde viene el sonido y las vibraciones mágicas... -. Soltó con la respiración agitada, como asustada.

- ¿Es ahí qué? ¿Qué ocurre, Meryl? -. Tristán trató de tranquilizarla poniendo sus manos en los hombros de la chica.

- Melina tenía razón, ya está haciendo los vértices de la runa... si es que no están hechos todos ya...

- ¿Cuántos has detectado? -. Tristán trató de mantener la calma en medio de la marea de nervios de su compañera y amiga.

- Sólo uno.

- Tienen que haber más. Tenemos que saber dónde están el resto... O dónde se van a hacer...

- No nos queda más remedio que separarnos, ¿no? -. Propuso Melina, a pesar de que la idea no le convencía nada.

Entonces, escucharon el grito de dolor de un hombre entrado en años. Los tres reaccionaron por instinto, avanzando de inmediato para socorrerlo. Sin embargo, no lo hicieron desbocados y de frente, sino que avanzaron en orden y con cautela, para evitar cualquier trampa que pudieran tenderles. El acceso donde se encontraban daba a lo que parecía un cruce de varias cavernas más, con vías de tren para conectar ese sector de las minas. Ese punto intermedio daba también a una zona ancha, con varios edificios construidos en el subterráneo. Y del espacio entre ellos emanaba una luz violeta, que delimitaba las siluetas de decenas de poseídos. Pero lo más destacable fue que cuando los gritos de agonía cesaron, se volvía a escuchar una voz con claridad.


- Tu voluntad es firme, capitán... ¿Pero cuánto tiempo más podrá resistir antes de doblegarse ante mi?

Era una voz distorsionada y potente, pero con una procedencia aguda, del timbre de voz de una niña. Melina, Meryl y Tristán se miraron cuando se escondieron en las zonas de las sombras que proyectaba esa luz, ¿acaso era posible? La ex-caballero se asomó para corroborar lo que creía que estaba a punto de ver, pero en apariencia cualquiera habría pensado que se había equivocado. En la ficha del caso, la propia Vivi era una niña de ojos azules, pelo castaño, con una tez morenita y una cara redondeada. Sin embargo, la chica que hablaba allí era totalmente diferente: Tenía el pelo ennegrecido y las puntas sucias y abiertas, como si llevara tiempo sin lavarse; además, sus ojos eran de una tonalidad lila resplandeciente; su piel ya no era morena sino pálida y marcada por los huesos de los pómulos o de la clavícula.

- ¿Tanto puede hacerte cambiar la energía negativa? -. Preguntó en voz baja Tristán, que también se había asomado y había contemplado la apariencia de la supuesta Vivi.

- Sí... Puede hacerte parecer incluso una persona completamente diferente de quien eres en realidad... -. Respondió ella.

- Mirad -. Avisó Melina.

Meryl estaba tan absorta en observar a la niña que no se había dado cuenta de lo que había junto a ella. Un hombre que portaba una armadura reluciente y ropajes rojizos escarlata, de pelo, cejas y barba canosas. Se encontraba a unos centímetros del aire y sudaba en exceso, con un gesto en su rostro de sufrimiento.


- Es Joffridus... -. Se percató Meryl.

- ¿Qué hace aquí? -. Tristán estaba demasiado confuso. Pero no dio la orden de ataque para rescatarle -. Averigüemos antes hasta dónde llega todo esto.

- Vamos, capitán... Todos tus hombres ya han sucumbido y unido a mis fuerzas... ¿por qué no me ahorras tiempo y te unes? Así podrás ver sin sufrimiento como ellos mismos se ofrecen como sacrificios para mi último punto de conjuración.

Cuando Vivi dijo "último punto", a Meryl se le encogió el corazón. Ya estaban todos listos, aquel era el último. La chica miró a Tristán con urgencia y este se quedó pensativo. Si esperaban más quizás podrían sacar más información, pero...

- Fue muy valiente venir hasta mi guarida borrando y todo las huellas, pero a mi no se me escapa información alguna. Dentro de poco vendrán ciertos invitados y me gustaría que para entonces, usted mismo les frenase. Así que por favor, colabore... o tendré que entrar en su mente... y descubrir los rostros de los miembros de su familia, ¿no querrá que ellos sufran también, no?

Ante aquella amenaza, los ojos de Joffridus se ensancharon inundados por el horror. Tras unos segundos, los entrecerró levemente, quizás dándose por vencido por tal de proteger a su familia. Vivi sonrió y estiró la mano, dispuesto a terminar la faena, pero entonces una flecha silbó y rozó su mano, deteniendo el acto que estuvo a punto de hacer ella. Tristán saltó la roca donde estaba escondido y avanzó disparando flechas a los poseídos, que eran tan lentos de reacción que no podían siquiera percatarse qué sucedía. Uno a uno, caían noqueados para ser liberados posteriormente, mientras que Meryl se encargaba de derribar a toda una fila de ellos a la vez, tras invocar un gran brazo esquelético que los barrió como polvo. Melina se encargó del otro flanco, encerrándolos con muros espirituales que ellos no pudieron atravesar debido a su muy limitada fuerza de voluntad.

- Vaya, ya han llegado los invitados -. Mencionó Vivi con despreocupación -. Creo que debería acelerar mi último punto y acabar con est...

- ¡¡A3 y 26, y B4!! -. Gritó Joffridus con esfuerzo.


La información que acababa de gritar la recibieron como un halo que les recorrió el cuerpo en forma de electrizante escalofrío.

- Pagarás por ese error... -. De pronto, Vivi había perdido por completo su tono. Con un arranque de ira, se giró para acabar con la vida de Joffridus.

Pero una vez más, su intento fue detenido. Esta vez, la mano de Vivi que iba a ser la ejecutora de Joffridus fue desviada por el movimiento de mano de Meryl en el brazo de la niña. Durante un leve instante todo pareció ir a cámara lenta; los ojos lilas de la niña poseída se cruzaron con los ámbar de la ex-caballero de la Rosa Dorada, que formaban una mirada de decisión en el rostro. Las dos se miraron entre sí, siendo la primera vez que lo hacían.

- Se acabó, Vivi..

- Meryl Curie...

La niña fue a saltar, pero el agarrón de Meryl en su brazo no cedió ni un centímetro. Llevó a cabo un ataque con su espada para poder alcanzarla, pero debido al salto que había dado para alejarse del ataque, a lo que llegó fue a la propia extremidad que estaba sosteniendo, cercenándola sin problema alguno. Meryl arrojó el brazo al suelo y emprendió una carga contra Vivi antes de que cayese al suelo, pero entonces esta gritó con tanta fuerza que emitió una onda de choque que frenó la inercia del movimiento de la ex-caballero. Alzó los brazos para protegerse y sus pies se quedaron deslizando por la lisa piedra de la caverna.

- ¡Tristán! -. Avisó con un grito.

- ¡Lo sé! -. Se adelantó él, con su mano derecha cerrada en un puño que emitía luz, como si tuviese algo en su interior. La abrió y de ella surgió lo que brillaba, que salió volando hasta Herrond: un pajarito pequeño y brillante que al tocar las plumas de la mascota de Tristán desapareció, imbuyéndolo de un brillo tenue -. ¡Ve, transmite esta información a todos!

- No lo permitiré -. Vivi pronunció aquellas palabras con tranquilidad pero acompañadas de retumbante poder.

El suelo vibró con intensidad en el momento en el que Herrond empezó a batir las alas para salir volando. Entonces, tanto Melina como Tristán, que habían inmovilizado con facilidad a los poseídos en ese área, miraron hacia el origen de aquella vibración. Del lugar donde se cruzaban los accesos en la vía central aparecieron decenas sino cientos de poseídos, y lo que era peor, muchos de ellos lo hacían envueltos en espléndidas armaduras, indicativo de que debían de pertenecer al escuadrón de Joffridus. Como bestias hambrientas, se abalanzaron a por el ave en toscos saltos que no llegaron a alcanzarle. Pero en el momento del giro para tomar el acceso por el que vinieron los tres antes, fue el punto donde fue rodeado y acorralado. Entonces, todos ellos fueron devastados por algo enorme que les azotó y llevó a que fuesen derribadas varias filas de los poseídos tras ellos.

- He dicho que se acabó, Vivi -. Volvió a repetir Meryl, esta vez haciendo desaparecer su espada estándar para invocar y sostener con firmeza el Amanecer Ébano -. Pandora, encárgate de proteger la entrada al lugar mientras acabamos con esto.

Pandora ahora rugía con una fuerza atronadora en su forma liberada. Tanto Tristán como Melina se quedaron perplejos al ver la forma que había adquirido la mascota, pero aliviados al comprobar que su transformación y posterior ataque había servido para que Herrond pudiese huir sin problemas. Una vez la información llegase al exterior, los hombres de Odfor sabrían dónde se encuentran los otros vértices de la runa y así podrían trazar el área para saber el lugar donde Vivi la iba a activar.

- Es curioso... -. Empezó a hablar la niña mientras alzaba el muñón sangrante de su brazo -. Creéis que ya habéis ganado, que me tenéis acorralada. Pero incluso ahora, seguís en mis redes -. El muñón empezó a arder con un fuego negro, pero en lugar de consumirle el brazo lo que hacía era extenderlo, como si este sirviese para forjar uno completamente nuevo.

- Tenemos la información de tus vértices restantes. Esa información se dirige al exterior. Y además, con nosotros aquí, no podrás activar la última -. Aclaró Meryl, espada en alto.

- ¿Ah, no? Es en estos momentos donde sale a relucir... vuestra debilidad.

Vivi alzó su mano y Meryl fue a detenerla. Pero entonces, como si hubiese disparado por un cañón, varios cuerpos de los poseídos se interpusieron entre ambas, a modo de barrera. Tristán y Melina luchaban junto con Pandora contra los refuerzos que acababan de llegar cuando de pronto vieron que muchos de los noqueados entre Vivi y ellos se alzaban, envueltos en una capa vaporosa de color negro con sutiles trazos morados resplandecientes. La bruma negra se condensaba como cuchillas que se clavaron en la piel de los poseídos y estos empezaron a ganar masa muscular hasta puntos completamente sobrehumanos, pareciéndose más a moles andantes que a personas. Uno de ellos golpeó el suelo y provocó una grieta que se abría vertiginosamente hacia la dirección de Tristán. Este tuvo que saltar dando una voltereta pero para cuando lo hizo ya había otro más que se le intentaba echar encima, en plancha, para aplastarlo con su propio cuerpo. Con Melina intentaban lo mismo, y Meryl profirió un grito de horror cuando uno de ellos le rozó el torso y esta casi cayó desplomada al suelo, pero se resistió entre tosidos de flemas de sangre. Con aquellos seres siendo un problema, el grupo de avance que intentaban detener de los accesos comenzaban a desbordar a Pandora, tanto para subirse a ella, y morderla y arañarla en manada, como para pasar de largo y sumarse al plató principal.

- ¡Venid, mis marionetas! -. Exclamó Vivi, mientras disfrutaba del espectáculo -. ¡A ver quién de vosotros tiene el honor de formar parte de mi ritual!

Con un chasquido de dedos, las puertas de uno de los almacenes del lugar se abrieron y se desveló frases de sangre que en ese momento a Meryl no le interesó en absoluto. Los poseídos avanzaban cegados para matarse ellos mismos y completar el vértice de la runa, y aquello no podía permitirlo bajo ningún concepto. Invocó a través de su anillo la bandera y extendió su propia sombra de energía negativa. Los poseídos se toparon con una barrera compuesta por el ejército de muertos vivientes que había invocado la nigromante.

- ¡No dejaré que lo hagas! -. Gritó ella con fuerza, dando el cien por cien de su poder.

Del mar negro que se había extendido por el suelo surgían más y más seres, de todos los tamaños. Desde ogros hasta gigantes, como serpientes y dinosaurios, todos ellos hechos de sólo huesos, que empezaron a frenar a los poseídos en una batalla campal. Vivi saltó y extendió la palma de la mano apuntando hacia Meryl desde lejos. La chica adivinó las intenciones de la conciencia demoníaca y pudo evitar a tiempo el ataque, echándose hacía un lado. La niña había controlado la propia sombra de Meryl para convertirla en estacas que ascendieron desde el suelo e intentar atravesarla desde todas las direcciones. Con el salto, Vivi acabó en otro de los edificios de madera, distinto de donde era el ritual. Meryl avanzó con su espada, dispuesta a reventar el complejo entero, pero la puerta del lugar se abrió e intentó... engullirla. Mediante energía negativa, Vivi había dotado de conciencia al edificio entero y ahora este era un ser monstruoso que intentaba atrapar a Meryl entre sus fauces, que eran las propias puertas, ahora deformadas y afiladas como cuchillas.

- No me tomes... ¡a la ligera! -. Meryl dejó que el edificio atrapase su bandera, pero entonces liberó a través de ella un torrente de la misma energía que ella también sabía controlar.

Vivi se quedó en lo alto, esperando sonriente a ver qué había hecho la nigromante, pero no le agradó descubrir que ahora el edificio estaba tratando de atraparla a ella. Los tablones del techo se ondularon y estiraron como tentáculos flexibles para poder hacerla su presa. Pero Vivi liberó un chorro de su mano que bañó la estructura de una sustancia negra y densa, y entonces dejó de moverse como si acabase de quedar paralizada. Aunque para cuando se mostró conforme de su trabajo, vio que la hoja negra de la espada le había atravesado el torso desde atrás. No sintió dolor, como era obvio, pero entonces se vio el terror en ella al ver lo que Meryl trataba de conjurar.

- ¡Liberación!

El terror dio lugar al dolor. Toda la agonía que una persona habría sentido por tener atravesado un objeto tan afilado y maldito como aquella espada, lo exhalaba la niña ahora con la tortura que era el intentar soportar el efecto que le estaba aplicando Meryl para forzarla a abandonar ese cuerpo. Un par de segundos después, Meryl podía ver una figura ectoplasmática que salía por la boca y los ojos de la niña y se empezaba a condensar en un humanoide adulto y monstruoso, al mismo tiempo que el pelo de la niña recuperaba su color original, así como su piel dejaba de estar pálida.

- ¡Se acabó tu juego, conciencia demoníaca!

- ¡NOOOOOO! -. Gritó la conciencia con un tono diferente pues su grito era proferido desde la esencia translucida en lugar desde el cuerpo de la niña.

Pero entonces Meryl recibió un par de golpes, uno en el brazo y otro en las piernas. Cayó al suelo hincando una rodilla y perdió la concentración de su sortilegio, cosa que aprovechó Vivi para recuperar el control y sacarse la espada del torso. La materia ectoplasmática que formaba la conciencia demoniaca se volvió a introducir en su interior, pero no lo hizo del todo. Parte de él se quedó cerca de su rostro, cubriendo la mitad derecha de su cara.

- Casi lo consigues... -. Vivi hablaba ahora como si tuviese dos voces, la de su yo de niña y la del ser que le cubría la mitad de su cara.

Meryl comprobó que había sido interrumpida por dos poseídos y cuando se volvió a levantar soltó un par de insultos hacia ellos. En cuanto Vivi declaró su victoria, Meryl alzó la vista y comprobó como, a pesar de que sus muertos vivientes no perdían contra los poseídos, estos eran tantos que pasaban a tropel entre ellos y algunos ya habían llegado hasta aquel punto, como los dos que habían subido al techo del edificio para interrumpir lo que ya casi tenía hecho. Comprobó horrorizada como algunos estaban masticando la carne de Joffridus, que no podía moverse debido a todo el dolor que había debido de sentir, pero todavía estaba vivo. Meryl saltó encima de ellos y con mucha urgencia detuvo el ataque para salvar la vida del capitán del primer escuadrón, pero al hacerlo ya cayó en la trampa de Vivi.

- La debilidad humana... salvar al uno para perder el todo... ¡Al final, gano yo!

Al salvar a Joffridus ya fue demasiado tarde, Vivi señaló al punto de su ritual y los poseídos saltaron de cabeza hacia la localización. Hubo un destello cegador seguido de un enorme temblor que debió estremecer la pared de la caverna, por las rocas que caían. Meryl no era consciente de lo que había a su alrededor, entre el estallido y el polvo. Echó su brazo por encima de Joffridus y lo puso a salvo debajo de uno de los techos de los edificios. Cuando todo cesó y volvió a la normalidad, se había disipado hasta el ruido del combate. Meryl abrió los ojos y miró hacia donde estaba Vivi, pero no había nadie. Entonces miró a los poseídos más cercanos y comprobó que estaban quietos y mirando al suelo, como si hubiesen perdido la voluntad de actuar. Lo mismo pasaba con todos los que habían en todo el ancho de la caverna. Por último, miró asustada hacia el lugar del ritual, cuyo brillo y grabado indicaba que había sido realizado con éxito.


- ¡Tristán! ¡Melina! ¡Pandora!

En el instante que tardaron en contestar se le encogió el corazón, pero los tres se encontraban bien, dentro de lo que cabía. Melina aún se resentía del golpe en el torso y echaba sangre por la boca, además de cojear; Tristán tenía un ojo cerrado debido a una herida grave a la altura de la frente más otra a la altura del abdomen, aunque esta había parado de sangrar; Pandora estaba llena de distintos tipos de heridas por todo su pelaje, que estaba rojizo por su propia sangre.

- ¿Qué ha pasado? -. Preguntó Tristán, ayudando a Melina a sentarse.

- Lo ha conseguido... -. Se lamentó Meryl, derrotista -. Ya los tiene todos.

- Aún no, aún no hemos perdido... -. Se quiso convencer Tristán, dando un puñetazo en el suelo.

- No está por aquí, así que debe de estar en el centro, a punto de comenzar lo que sea que vaya a hacer. Nuestras tropas no llegarían a tiempo -. Explicó Meryl.

- Pero tú sí, Meryl -. Soltó Melina, haciendo el esfuerzo por hablar -. Tú sí puedes llegar y, al contrario de nosotros, puedes seguir luchando, ¿verdad?

- Melina...

- Mis runas están puestas, puedo llevarte hasta dónde sea... Calculemos el centro del círculo con la información de Joffridus, ¡vamos! -. Apremió ella, intentando omitir el dolor de su torso.

Sacaron un mapa y empezaron a terminar de trazar las coordenadas de la mina para poder formar finalmente el círculo rúnico. Mientras tanto, Meryl trató las heridas de Joffridus y este por fin quedó desmayado pero en calma porque su dolor ya había pasado. No sabía por qué el capitán del primer escuadrón había conseguido llegar hasta allí pero si hubiesen colaborado juntos quizás sí que hubiesen podido detener a Vivi. Al menos, la información que les había dado quizás podía suponer un último hálito de esperanza. Melina había colocado runas de teletransporte por distintas localizaciones de la región, al igual que hizo hace más de un mes en Fernach para la operación que se le ocurrió a Meryl. Gracias a ese recurso, podía ser teletransportada para intentar detenerla ella misma.

- ¡Aquí es, el punto central es la plaza de Jaycent! -. Exclamó como si alguien que se ahogaba hubiese cogido una bocanada de aire -. ¡Dejé una runa muy cerca de allí!

- Meryl... tienes que ir... eres nuestra última esperanza -. Comentó Tristán.

- ¿Y si fracaso? ¿Y si por mi culpa mueren...

- Entonces... -. Tristán la interrumpió. Sabía muy bien a qué referenciaba el comentario de Meryl -. Habremos hecho todo lo que ha estado en nuestras manos. Luchar y perder o perder directamente, ¿qué prefieres? Yo creo que al menos merece la pena darlo todo, ¿no? ¿No es lo que hubiese querido tu hermana?

Meryl le estaba dando la espalda a Tristán mientras escuchaba cada una de las palabras. Sin que lo viese nadie, dos lágrimas se resbalaron por sus mejillas, pero se las limpió y suspiró.

- Teletranspórtame, Melina -. Dijo finalmente, poniendo la mano en el hombro de la chica.

- Buena suerte, Meryl. Todo está en tus manos -. Le deseó Melina, mientras empezaba a concentrarse.

Tristán, en cambio, no le dijo nada más, su rostro en el cruce de miradas que echaron durante un segundo lo decía todo más que de sobra. También echó un vistazo a Pandora, ya en su tamaño normal, y esta maulló. Meryl interpretó eso también como un gesto de buena suerte, pues sabía que su niña era muy lista y entendía la situación.


Y entonces, ya no se encontraba en mitad de un entorno subterráneo, con olor a humedad y polvo. Ahora la oscuridad estaba salpicada por la iluminación de las farolas eléctricas de unas calles solitarias, en mitad de lo que debía de ser la medianoche. La plaza no estaba muy lejos de allí y de camino hacia ella, donde sus pasos retumbaban casi con eco en la fría piedra, comenzó a llover. Meryl miró a las ventanas de algunas casas, que estaban iluminadas. Seguramente muchas familias cenaban o estaban dispuestas a irse a la cama ya, ignorantes de la situación en la que se encontraban. No obstante ella, a pesar de toda la carga que tenía encima de ella, el sonido de la lluvia y el caminar en la calle silenciosa le sirvió para coger una bocanada de aire fresco y llenarse confianza. Estaba en su mejor estado físico en mucho tiempo, sin drogarse, con las heridas de las que salió del hospital ya totalmente curadas. Con su mano derecha apretó el Amanecer Ébano, y aquel gesto provocó que se acordase de su maestro, de la primera vez que la empuñó, de la primera vez que gracias a su uso su vida fue salvada... Con su mano izquierda sostuvo con mayor firmeza su bandera, y también recordó lo asustada que se sintió al invocar muertos vivientes por primera vez, al igual que cuando a través de la energía negativa podía ver los espectros de una zona, como fantasmas. Qué idiota se sentía al acordarse de todo ello ahora, que a su vez le habían provocado ganas de decirle un montón de cosas a Tristán y Melina, a los que había dejado allí en la mina. Tragó saliva y siguió avanzando. Ya habría tiempo para decírselo cuando aquello acabase.

La calle se ensanchó para dar paso a la gran plaza de Jaycent, una ciudad en la que nunca había estado, pero nada de eso importaba ahora. El lugar no tenía un parque o una fuente como era habitual, sino que estaba pavimentado por completo y en su centro habían unos peldaños que llevaban a una parte superior, donde habían unos bancos y un monumento en forma de pilar grabado que Meryl desconocía por completo. Frente a dicho pilar se encontraba Vivi, sentada en el suelo con las piernas cruzadas. Aún tenía la materia ectoplasmática cubriendo la mitad derecha de su cara.

- Aquí es donde todo empieza -. Mencionó ella, levantándose despacio.

- No, aquí es donde todo acaba... -. Meryl habló con una convicción como hacía tiempo que no tenía. No tenía miedo, ni estaba alterada, ni tenía dudas... Sus respiración estaba tranquila, como quien se acostumbra a hacer lo que ella estaba a punto de hacer. No tenía otra, ya que cargaba con las vidas de muchas miles de personas... y con los deseos de Melina y Tristán.

- ¿Sabes... lo que soy?

- No eres más que un monstruo.

- No... esa no es la respuesta que buscaba -. Vivi llevó sus manos a su espalda y entrelazó los dedos. Incluso con conciencia demoníaca, se movió de un lado con movimientos gráciles típicos de una niña -. Intento encontrar la respuesta, pero es como si me faltase algo... ¿Cómo puedo saber lo que soy si me falta parte de lo que soy? Entonces vosotros mismos me distéis la respuesta... Si soy tan monstruo, ¿por qué no alimentarme de más monstruos como son los humanos para poder fortalecerme? Oh, no me malinterpretes -. Mencionó, sacando la lengua como burla, ante la mirada de Meryl -. No busco poder, no es ese mi objetivo. Quiero alimentarme para ser más consciente... para estar más despierto... para poder recordar... mi identidad.

- Yo te diré lo que eres... -. Fue a explicar Meryl mientras alzaba la espada y colocaba su bandera, todo para ponerse en posición de combate -. No eres más que un vórtice de energía negativa que cree que ha cobrado vida propia, pero tu vida ha sido formada a través de la conciencia de esa niña. No vamos a permitir que sigas haciendo daño a más gente. Por eso, como te he dicho, todo acaba aquí.

- Pues.. ya es demasiado tarde -. Vivi dejó de tener las manos en la espalda -. Con la runa formada, toda esta de su interior es como si fuese mi mundo. Te lo demostraré.


La niña alzó las manos y Meryl notó una presión mágica sobrenatural. A su alrededor todo vibraba, aunque no era la tierra así que no podía tratarse de un terremoto. Las luces de las casas que estaban encendidas parpadeaban, pero lo peor estaba aún por verse. De todas ellas surgieron pequeños cúmulos de una bruma azulada que acudieron todos al centro de la plaza y empezaron a arremolinarse y fusionarse.

- Esas cosas son...

- ¡Efectivamente, las almas de todos los aldeanos de Jaycent! ¿¡Por qué no te enfrentas a ellos mientras acabo mi cometido!?

La sustancia azul se acumulaba en un sólo punto, agrandándose conseguir el tamaño suficiente. Entonces, empezó a tomar forma. Era como contemplar un gólem gigante hecho de una materia tan insustancial como la ectoplasmática que surgía de la cara de Vivi. El enorme ser se interpuso entre ambos y apretó su puño para poder alcanzar a Meryl. Esta retrocedió e invocó un cúmulo de huesos que se juntaron para formar un muro entre ella y su enemigo. Pero este atravesó el muro sin importarle la materia en absoluto. Rozó a la ex-caballero de la Rosa Dorada, que no se llevó una gran contusión ni salió despedida volando. Con solo rozar la piel experimentó un frío interno que casi la deja sin respiración, a la vez que veía decenas sino cientos de recuerdos alterados. Sus compañeros de la Rosa Dorada muertos, Melina decapitada, su sobrina Maryse degollada, Lilith y Summer con un gran agujero en sus pechos. Cuando aterrizó en el suelo, se tambaleó mareada. Si ya se preguntaba cómo podía un ser de ese tipo extraer almas con tanta facilidad, por mucho que hubiese implementado una runa, ni siquiera se podía hacer la idea de cómo era posible que a través de una condensación de esas almas pudiesen transmitir tales sentimientos negativos.

- ¿Te das cuenta, verdad? Estás perdida.

Pero Meryl sonrió, levantándose. Si se hubiese tratado de cualquier otra persona en su lugar seguramente ahora estaría abrazándose a sí misma, en posición fetal en el suelo, inundada por el terror. Pero para alguien que había aprendido por las malas lo que era sentirse de esa forma, responsable de las muertes de los que la rodean, de la gente que llena las ciudades, aquello no era más que un pequeño aperitivo en comparación a todo el banquete que le había servido la vida anteriormente.

- No pienses en ella como una niña... Sólo es un cúmulo de energía negativa. Son simples matemáticas metamágicas... como resolver una ecuación -. Se dijo a si misma para volver a la calma -. Eres mejor que ella. Tienes mucho más conocimiento de lo que podría tener ella en tan poco tiempo de vida que tiene. Demuéstraselo.

Clavó su bandera ante el inicio del segundo ataque del gólem de almas, los huesos que surgieron se volvieron a unir para formar algo más grande que un simple muro. Calaveras, fémures, costillas... todo tipo de huesos de criaturas humanoides se juntaban para formar un ala, y otra ala más, seguidas de una garra y una cabeza alargada con cuernos a sus lados. Un gigantesco dragón de hueso surgió y este, a diferencia del muro de antes y para sorpresa de Vivi, sí que pudo bloquear el golpe.

- ¿Qué? ¿Cómo...

- Fíjate bien...

Vivi observó que el dragón de hueso tenía una capa que le rodeaba. La misma capa de energía negativa con la que ella reforzaba a sus poseídos. El gólem no se había estrellado contra los huesos del dragón, sino contra aquella capa que lo recubría como si fuesen sus músculos.

- ¿Crees que un ataque de eteriedad podría surtir algún efecto en mi? Da igual que controles una región entera o todo el mundo... Soy mejor que tú en lo que tú dominas.

Al mismo tiempo que el dragón contraatacaba al gólem por encima de ellas, Meryl avanzó en carrera contra la niña. Esta alzó su mano y varios haces de energía negra salieron disparados hacia la ex-caballero, que los repelió sin problema alguno. Vivi fue a esquivar el golpe, pero de nuevo Meryl se llevó una parte de la niña, en concreto su pierna. A pesar de la perdida de su extremidad, la conciencia sonrió y pensó que ya había ganado. Los cúmulos de energía que había disparado anteriormente y habían quedado adheridos al pilar de la plaza, los bancos o el suelo, se deformaron como lanzas hacia el punto ciego de la mujer. Pero Meryl llevó a cabo un movimiento horizontal con la espada y la energía se detuvo a pocos centímetros de ella, resquebrajándose y cayendo al suelo como si fuesen cristales negros. Vivi contempló horrorizada aquello que acababa de pasar. No era posible que incluso con su runa en funcionamiento, aquella mujer fuese increíblemente superior a ella. No había forma posible de que aquello pudiese estar pasando. Conjuró un nuevo haz de energía negra, que mantuvo a modo de espada en su mano, mientras regeneró de manera vertiginosa su pierna, con el mismo fuego violeta que cuando lo hizo con su brazo en la mina. Se lanzó ella al combate cerrado, pero tampoco tenía oportunidad alguna en el cuerpo a cuerpo. El ataque inicial lo bloqueó Meryl sin problema alguno, tras lo cual contraatacó con su bandera. Aunque Vivi pudo bloquear a duras penas la vara de la bandera, Meryl avanzó y con ello la niña ya había perdido el equilibrio en la postura de combate. Fue a clavarle la espada en el torso con la misma intención que hace un rato, pero Vivi gritó con furia e impotencia. La ex-caballero saltó del lugar donde se encontraba, donde se produjo una explosión de fuego negro y surgieron demonios cuadrúpedos y de lomo astado que se lanzaron a por ella. Pero uno a uno, todos acabaron siendo sucumbidos por la hoja de ébano de Meryl.

- ¡Acaba con ella! -. Pidió con auxilio al gólem, alzando su vista. Pero Vivi comprobó horrorizada que este estaba recibiendo el aliento morado del dragón oseo directo a su cara. Y con todo el daño recibido las almas eran separadas de su cuerpo cada vez menos grande, y estas iban a parar de vuelta a sus cuerpos -. ¡No, no puedo perder después de tanto!

- No eres fuerte. Tan sólo has llegado tan lejos porque te han ayudado a mantenerte en las sombras. Pero una vez sales de tu escondrijo, no eres más que escoria.

- ¿Escoria? ¿¡Escoria!? -. De la perdida de compostura, Vivi tuvo que llevar su mano a su cara. Parecía que de un momento a otro, el ser ectoplasmático que poseía a la niña iba a salir despedido lejos -. ¡JA, JA, JA, JA! ¡Todavía no has vencido!

A Vivi debió ocurrírsele algo, pues su histeria de felicidad pareció haberla dominado por completo. Puso su mano en el suelo y de sus pies surgió la misma bruma negra que se extendía por el suelo, como cuando Meryl lo usaba para invocar los muertos vivientes. Esta, tras sacar la espada del último demonio que quedaba, cogió algo de distancia para ver cuál era el recurso que iba a usar ahora la conciencia demoníaca, aún sin perder los nervios ni la calma.

- Te he dicho que yo controlo todo... ¡TODO! ¡Hasta tus...


Meryl abrió los ojos, horrorizada. De la bruma, en lugar de surgir muertos vivientes, salieron Tristán y Melina, entre los guardias del capitán Odfor, Charles y otros tantos más. Todos parecían con la mirada perdida, e incluso algunos mecían sus cabezas de un lado a otro, absortos. Sin duda alguna, todos estaban poseídos. Y cada vez surgían más y más.

- ¡...AMIGOS! -. Acabó la frase de antes Vivi -. ¡ESO ES! ¡ENFRÉNTATE A TUS PROPIOS AMIGOS! ¡A TODOS ELLOS!

Tristán tensó su arco, abriendo el ojo sin que le importase la hemorragia de la frente; Melina se preparó para conjurar, sin hacer ademán de molestia por el dolor en el torso; Charles sacó su espada, curiosamente con la misma mirada indiferente que con la que Meryl le había dejado por la mañana.

- ¡Amigos míos! -. Se jactó Vivi -. ¡Protegedme mientras comienzo... el proceso de engullir toda esta región! ¡ACABAD CON ELLA!

Meryl trató de avanzar para poder detener a Vivi, pero tuvo que agacharse y agitar su espada para esquivar las primeras flecha y bloquear las otras de todas las que había disparado Tristán. Entonces se abalanzaron contra ella los guardias de Odfor, incluidos sus jóvenes ayudantes. Pudo contestar a los golpes de uno, de dos, incluso de tres, pero no podía devolver ninguno sin que tratasen de rodearla, así que tuvo que coger terreno saltando hacía atrás. Pero en el salto, pudo comprobar que Vivi había alzado sus brazos y empezaba a conjurar algo en voz alta. Si seguía cogiendo distancia para ponerse a salvo, acabaría todo mal. Pero tampoco podía convocar más muertos vivientes porque había gastado todo su poder de convocatoria en el dragón, que seguía luchando contra el gólem fantasma. Concentró su energía negativa en crear una marea de lazos que se enrollaron en torno a las muñecas y piernas de los soldados, y así los obstaculizó para poder avanzar. Pero entonces, cuando creyó que su carrera podía ser la buena para interrumpir la concentración de Vivi, recibió una bola de fuego que la derribó de lleno, al mismo tiempo que un par de flechas se clavaban en sus piernas. Rodó de inmediato para esquivar a varios de los soldados poseídos que se abalanzaron en plancha a por ella y se levantó para bloquear el ataque de Charles. Meryl le miró directamente a los ojos, sintiéndose culpable de todo lo malo que había debido sentir a lo largo del día. Pero a través del rabillo del ojo distinguió la conjuración de Melina, así que no podía detenerse ni un sólo instante más. Le hizo revolver su espada para que la bajase y así, agarrarle como si le estuviese abrazando. Entonces, dirigió su cuerpo hacia la dirección de Melina, que acababa de terminar de conjurar unos rayos abrasadores que en su lugar recibió Charles, quedando incapacitado para la pelea. Tras ocuparse de unos cuantos soldados más, el capitán Odfor apareció amenazante con su enorme mazo. Fue a esquivar el golpe vertical de este, pero la flecha de Tristán volvió a clavarse de nuevo en su pierna, esta vez alcanzando el tendón y haciendo que perdiese movilidad. El mazo se hundió en el hombro izquierdo de Meryl, sintiendo como sus huesos crujían y se fracturaban, provocando que soltase la bandera, pero no sin antes alzar su espada y dañar ambos brazos del capitán, de manera que no pudo coger con firmeza su mazo de nuevo. Se quedó allí plantado, como un estúpido intentando coger el arma en vano. Ya sólo quedaban Melina y Tristán que, a su vez, eran los más problemáticos. Y Meryl seguía herida... y Vivi seguía conjurando.

Melina y Tristán, a pesar de que ambos eran luchadores a distancia, avanzaron unos pasos para evitar que Meryl cogiese la distancia suficiente como para poder atacar a Vivi. Ambos tenían clavados sus ojos vacíos en la chica, preparados para el siguiente movimiento que pudiese hacer la ex-caballero.

- Chicos... -. Meryl clavó la espada para incorporarse, sintiendo el dolor de las flechas en su pierna -. Os prometí que ganaría... Tenéis que dejarme pasar...

Pero ninguno de los dos devolvió respuesta alguna, como era obvio. Entonces, ocurrió un temblor en la plaza y Vivi empezó a volar mientras la rodeaba un vórtice de energía. No quedaba mucho tiempo...


- Ahora que no podéis escucharme, quiero deciros algo. Tristán, me alegro que te vaya todo bien con la familia y en tu vida en general. Ojalá me pudieses contar más lo feliz que eres -. Meryl alzó su espada y cerró los ojos -. Melina... claro que me preocupo por ti. Sin tu ayuda, no habríamos llegado ni a la mitad de la investigación. Gracias por todo, amiga.

Meryl no solamente se concentraba en la técnica que estaba a punto de realizar, también estaba abriendo su corazón después de mucho tiempo. Vivi seguía conjurando, pero abrió uno de sus ojos para echarle una mirada a la chica. Se regocijó al ver que preparaba un gran ataque, aunque eso conllevase la muerte de sus amigos. Un segundo vórtice empezó a suceder en la plaza, en torno a la espada de Ébano. Melina y Tristán cerraron filas, juntando hombro con hombro para proteger con mayor esmero a Vivi. Si Meryl lanzaba aquel ataque, ambos morirían, pero no había más remedio... Vivi estaba a punto de completar su plan.

- ¿¡LOS MATARÁS!?

- Te mataré... ¡SÓLO A TI, MALDITA CONCIENCIA DEMONÍACA!

Esa fue la respuesta de Meryl, que justo antes de lanzar su ataque chasqueó los dedos de la mano de su brazo inmóvil. Ella siempre se había llamado inútil a la hora de manejar magia rúnica, pero había visto tan de cerca los de Melina en las últimas semanas, que lo que iba a hacer, lo intentaría con todo el esfuerzo de su corazón.

- ¡Activación mágica forzada, runa de teletransporte, Fernach!

Mientras que Meryl estaba preparando su ataque antes, con su mano izquierda había creado una conexión con Melina a través de su sombra por el suelo. A través de esa sombra mandó la señal y chasqueó los dedos. Como el hombro de la joven chica estaba pegado al de Tristán, ambos desaparecieron.

- ¡NO, NO PUEDE SER! -. Gritó la conciencia demoníaca con terror.

Entonces contempló con más terror en sus ojos de lo que podían albergar los ojos de una niña inocente afectada por un cruel accidente. Un tornado de energía oscura se arremolinaba en torno a la espada de Meryl.

- A pesar de que sólo sea un fragmento de la hoja, esta sigue teniendo su poder original. Concéntrala y dispárala con fuerza. Originalmente se se conocía como Puño de... 

- ¡ALDMET! -. Lanzó una onda de oscuridad que avanzó como una ola destructiva hasta chocar con el vórtice de Vivi con un estruendo ensordecedor.

- Los nombres no son lo tuyo, ¿verdad?

- ¿Pero qué dices? ¡Será un ataque con el que cargue con la voluntad del reino que me ha acogido y me ha ayudado a crecer! ¡Como usted! Será un ataque glorioso con el que salvaré miles de vidas... ¡Seré perfecta, como un símbolo de paz para todos! 

Meryl, entre lágrimas, sostuvo con firmeza su espada tan sólo con su mano derecha. ¿Por qué se acordaba de aquellas palabras justo ahora? Después de todos esos años donde había ocurrido todo lo contrario, ¿sería posible que existiese redención para ella?

El vórtice empezó a desmoronarse ante el poder de la onda negra impactando con ella, pero al mismo tiempo que lo hacía, la hoja del Amanecer Ébano vibraba con el exceso de poder liberado, haciendo que a pesar de que tuviese un guante metálico puesto, Meryl sintiese el calor aumentando por sostener la guarda.

- ¡NO! ¡NOOOO! ¡EXTINGUIRÉ TODA ESTA CIUDAD!

- ¡Aaaaaaaaaaaah! -. Meryl gritó de dolor. Su mano le ardía, pero debía aguantar hasta que rompiese el vórtice.

Vivi estuvo a punto de disparar un halo de energía contra todo el lugar, pero no pudo hacerlo a tiempo. El vórtice estalló y todos los poseídos que se volvían a levantar o se acercaban salieron volando por los aires. Pero ella no lo hizo, a pesar de que la mano le dolía como si hubiese sumergido la carne en lava, clavó su arma en la piedra del suelo y resistió la onda expansiva. Vivi se levantaba, completamente desorientada. Meryl dejó la espada y, soportando aún más dolor, empezó a correr aun con las flechas clavadas de Tristán en sus piernas. Avanzó profiriendo un grito de rabia inmenso, como si aquello le sirviese para reunir de todas las fuerzas que le quedaban.

- ¡ESPERA, NO! ¡SI LO HACES, ESTA NIÑA...!

- ¡SABRÉ DE SOBRA LO QUE LE PASARÁ A LA NIÑA! ¡AHORA, SAL DE SU CUERPO DE UNA VEEEEEEZ!

Sin la espada, el proceso sería más doloroso para Meryl, pero poco o nada le importaba en ese momento ya. Colocó su mano en la cabeza de Vivi y cerró los ojos. Intentó ignorar por completo cómo cada músculo de su cuerpo le gritaba de dolor, como cada hueso crujía y temblaba como ademán de romperse, como su mente le decía "basta" o sucumbiría al colpaso...  y concentró su poder como si fuese una garra imaginaria; una garra que tiró de la conciencia demoníaca, separándola del cuerpo como quien arranca una mala hierba de un bonito jardín. El grito de la conciencia demoniaca se vio opacado por el de Meryl, que había mezclado rabia, furia, ira, tristeza y dolor, todo en la misma y desgarradora voz.

- ¡SAL... DE UNA... PUTA... VEEEEEEEEEEZ!

- ¡NO! ¡NOOO!¡ NOOOOOOOOOooooooooooooooooo...................................

La esencia ectoplasmática terminó de salir del todo y se despegó del cuerpo de la niña, que había vuelto a su apariencia de antes. Vivi volvía a ser Vivi; la original; la chica de Toril. Con sus últimas fuerzas, Meryl selló la conciencia en un cofrecito negro que invocó a través de su anillo y entonces cayó bocarriba, respirando con dificultad pero con una sonrisa de satisfacción en su rostro como hacía tiempo que no tenía. Su cuerpo le fallaba por todos lados, desde las heridas en combate hasta por el esfuerzo imprimido en aquel último recurso. Sintiendo la lluvia en su cara, tosió sangre mientras notaba como sus pulmones se encharcaban del mismo líquido vital y como su mente estaba a punto de hacersele añicos. No sabía si saldría de aquella, o si de hacerlo lo haría con alguna grave secuela. Pero... con las últimas fuerzas quiso preguntar algo... a sus amigos... a su hermana... a su sobrina... a sus mocosas... a Ryndell... al destino...

- ¿Lo he... hecho bien? -. Tras lo cual, Meryl cerró los ojos y se quedó allí, en la silenciosa plaza.

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