25 nov 2023

Maestro y alumna, parte 3 y final

Lo sucedido a nivel físico no figuraba entre las experiencias más adversas que Meryl había enfrentado en su vida; sin embargo, se encontraba notablemente debilitada. Finalmente, alcanzó tierra firme después de días de travesía en el bote. Al hacerlo, tropezó levemente, revelando su estado actual. La escasez de alimento y agua tras su agotamiento la habían dejado en una condición vulnerable, agravada por el estrés mental derivada de los acontecimientos en el crucero, lo cual sumía a Meryl en un estado de agotamiento y vacío. Pandora, a su lado, también manifestaba signos de debilidad, aunque su condición era considerablemente mejor que la de su dueña.

Llegó a Gran Hiullal, ya que el crucero se encontraba relativamente cerca del reino cuando ocurrió la tragedia, a unos pocos cientos de kilómetros. La costa era grisácea y pedregosa, con las olas chocando en grandes rocas que estaban salpicadas por la línea litoral y tras unos diez metros la playa se fusionaba con el continente en un ascenso abrupto, casi como de el de la pared de un pequeño acantilado. Meryl usaba su lanza de bastón para apoyar parte de su peso y aliviar la carga a la hora de caminar. Aún llevaba su indumentaria de combate equipada; aunque era la armadura ligera que aún seguía salpicada de la sangre de los infectados al principio de la lucha en el crucero, la conjuntaba con su capa de invierno para poder resistir el crudo frío del territorio sureño del reino.

Entonces Pandora se encogió y colocó en posición de guardia, alerta por algo que había avistado de uno de los lados de la costa. Meryl observó con ojos caídos que entre las rocas más grandes surgía una enorme abominación monstruosa que se acercaba a ella. Su piel en estado de descomposición estaba formada por la amalgama de varias criaturas que conformaban su cuerpo; caminaba torpe pero inexorablemente hacia ella, con enormes e irregulares brazos que agitaba para acompasar su movimiento. Escuchó como otro venía desde el lado contrario y que Pandora rugió para transformarse pero resultó en vano, pues no tenía fuerzas para ello. Meryl se dejó de apoyar en la lanza y la sostuvo temblorosa por el esfuerzo, junto con su espada que acababa de convocar.

Uno de ellos empezó atacando primero, tras una carga en la que dio un brinco para saltar hacia delante, con el brazo intentó hundir a Meryl en el suelo, aunque esta saltó para esquivarlo. No obstante, debido a su estado lo hizo de manera tan torpe que acabó tropezando y cayendo al suelo. Intentó levantarse a tiempo pero el segundo alzó el brazo como una masa de carne pesada para llevar a cabo un ataque descendente. Trató de detenerlo soltando la espada y sosteniendo la lanza con ambas manos para bloquear el ataque estando bocarriba. Pero la diferencia de fuerza era tan abrumadora que aunque logró amortiguar el golpe, la mayor parte se la llevó contra el torso, con una oleada de dolor tan grande que todo le dio vueltas. Escupió sangre e intentó zafarse para poder salir de ahí y usar su energía negativa, pero la abominación seguía aplastándola y no podía moverse en absoluto. Además, vio que el otro se acercaba para unirse a la ofensiva de su compañero.

Meryl estaba a punto de perder la conciencia, con el sabor férreo de la sangre en la boca sonrió de forma amarga debido a la frustración. Pandora intentaba morder la pierna de la abominación que mantenía en el suelo a su dueña, pero sin estar transformada no tenía fuerza suficiente para lograr nada.

- Así que este es mi fin... 

Pero antes de que empezase a pensar en su infancia, su escuadrón, sus compañeros, sus amigos, su sobrina... Antes de que pudiese asimilar su muerte un destello negro envolvió con oscuridad la costa y la presión que ejercía la abominación cesó provocando un alivio en Meryl. Pandora se tuvo que apartar porque el cuerpo inerte del monstruo cayó en el suelo, destrozado. El segundo miró de dónde venía aquel ataque hasta que clavó su ojo amarillento en lo alto de la costa. La chica intentó seguir con la mirada también para ver quién había sido el que había llevado aquel ataque, pero no pudo más. Con una visión borrosa y cada vez más apagada, vio la silueta de un hombre con armadura que avanzaba hacia la abominación. Y todo se volvió negro.

- ¿Ves? ¡Te lo dije! 

- Vaaale, vale, tú ganas... 

- Es la primera vez que vemos su rostro, capitana.

- Está bien, chicos, tan solo lo ocultaba por el protocolo de los Caballeros de la Rosa Dorada. Se podía desvelar a solo gente de confianza, así que os ha tocado.

- Y yo que pensaba que su voz era esa que tenía distorsionada.

- ¿Pero cómo quieres que esa sea mi voz natural? Jajajajaja

- Suena como los ángeles...

- ¡Tampoco es para tantooo! 

- Jamás había visto un cabello tan rubio y brillante, ¿cuál es su secreto, capitana?

- A ver si te crees que llevo champú y acondicionador en mi mochila o algo.

- Jajajajaja

- Pues yo de mayor quiero ser como usted...

- Lo dices como si fuese una vieja. Vamos, ¡que creo que te saco unos tres años nada más! 

- Jajajajaja

- Pero no os riais, que me refiero a ser como ella en cuanto a poder, capacidad de liderazgo e incluso a pesar de que estaba tras un yelmo, con la voz distorsionada y sin mostrar quién es... ha sabido preocuparse por los problemas de cada uno de los suyos.

- Si sigues diciendo esas cosas voy a tener que degradarte, que de la vergüenza no voy a poder aguantar más palabras así.

- Jajajajaja

- Oye, que se nos olvidaba, ¿cuál es tu nombre? Que tú te sabes los nuestros pero nosotros solo te conocemos como Ébano.

- Así que ya queréis saberlo todo de mí... Vale, está bien. Me llamo Meryl.

- ¡Bonito nombre! Lo pienso decir todo el día. 

- Bueno, no es para tanto y ni se te ocurra llamarme así delante de los reclutas.

- ¿Te apuntas a unas cartas, capitana Meryl?

- ¡Eso, eso!

- Que juegueee, que juegueeee...

- ¿Qué hora es? Mmmm... Va, todavía tengo casi una hora antes de tener que planear las patrullas de avance. Venga, juguemos.

- ¡BIEEEEEN!

Meryl despertó entre una oleada de alivio y placer, en comparación a cómo se quedó inconsciente. Ya no sentía dolor, ni mareo, ni se sentía débil por la falta de alimento o agua. Tampoco portaba su armadura manchada de sangre sino una camiseta blanca de algodón con un pantalón de franela. El viento frío le daba en la cara y podía ver el cielo nublado justo encima de ella. Para protegerla del clima estaba sobre un manto de piel peluda de algún tipo de bestia como mamut o equivalente, así como también tapada de una gruesa manta. Sintió que se sentía en movimiento y al mirar a los lados vio los tablones laterales de un carro que estaba siendo tirado por caballos, por el sonido animal que escuchó. 

- Por fin despiertas, dormilona.

- Esa voz...

Al escucharle hablar, Meryl se incorporó rápidamente, aunque eso sacudió su cabeza que dio un par de vueltas.

- Quédate echada.

- Maestro... 

Un hombre desgastado, no por la edad sino por los restos de una maldición, se encontraba manejando las riendas del carro desde la parte posterior de este. Portaba un abrigo largo sobre una armadura negra, tan desgastada como su portador y con tantos desperfectos que algunas partes han perdido su tonalidad negra, revelando el acero gris habitual que subyace en esta. A su lado llevaba una mochila y varias armas enfundadas, entre ellas una que Meryl conocía muy bien, una espada larga y ancha, negra como la noche y sin ningún tipo de adorno. En cuanto a la apariencia del hombre, este estaba algo más delgado de la última vez que lo vio, pero también se había arreglado más el cabello de aquel peinado completamente irregular debido a la mutilación de su piel. Ahora tenía una media melena más o menos presentable en uno de los laterales, mientras que en la otra parte estaba totalmente rapada, denotándose las cicatrices y los hoyos en la piel pálida y marcada. En su rostro se marcaba los huesos del pómulo y no había forma de disimular la horrible cicatriz que surcaba su cara, pasando por su boca casi carente de labios. Kpim sostuvo las riendas con una sola mano para girarse y con la mano libre colocarla en el hombro de Meryl para empujarla suavemente y obligarla a que se mantuviese echada. Esta hizo caso y volvió a la misma posición en la que había despertado, bocarriba. Escuchó a Pandora que se acercó a ella y maulló cariñosamente mientras se echaba en su brazo, recibiendo las caricias de su ama.

- ¿Cómo me has encontrado? 

- Por el mismo motivo que estamos aquí, por el fragmento que llevas.

Meryl se quedó en silencio, acariciando a Pandora. Todavía le costaba asimilar todo lo que había ocurrido en los últimos días, la mezcla de sensaciones. Desde encontrarse a Chris en Tilos, escuchar a Rufus en Punta Lanz, creer que no iba a poder encontrar a su maestro, disfrutar del crucero los primeros días, la catástrofe de los infectados, el quedarse sola y con alimento limitado en el bote, la llegada a Gran Hiullal y ser atacada y creer que estuvo a punto de morir... 

- Cuando me enteré de las noticias del crucero vi tu nombre entre la lista de pasajeros. Por un momento pensé que habías muerto pero pude detectarte en movimiento acercarte a la costa. Estabas lejos de mí pero para cuando pasaron días coincidimos en el punto en el que desembarcaste, con ese ataque de abominaciones sobre ti.

- El crucero... 

Kpim era una de las pocas personas de su vida con la que podía sentirse casi como fue siempre y no avergonzarse por ello. Así que al recordar lo que pasó, tras pensar que estuvo a punto de morir por las abominaciones, rompió a llorar en silencio pero sin tratar de disimularlo de ninguna forma. Kpim fue consciente de ello así que se mantuvo en silencio también unos minutos para darle espacio a su alumna a que se desahogase. 

- Toda esa gente... muerta... 

- Eso ya no puede deshacerse. Pero sí que podemos evitar que ocurran más matanzas así y necesitaré tu ayuda para ello. Aquel que hizo lo del crucero iba detrás tuya.

- ¿Detrás mía? 

- Cuando la Noche Eterna fue fragmentada lo hizo en tres trozos. Tú tienes uno de ellos, con parte del núcleo. Yo tengo otro, siendo gran parte de la hoja y él tiene el tercero, el más grande de los tres. Al igual que yo pudo detectarte, quizás incluso con mayor precisión -. Se detuvo para toser y recuperar el aliento, antes de continuar -. Te detectó antes que yo en ese crucero, que yo no sabía que ibas en él, ya que el plan inicial era que te montases en el barco que perdiste. Y al hacerlo, mandó a su lugarteniente a ejecutar el ataque. Ya viste que no tuvo reparos en provocar aquel desastre por tal de quitarte de en medio y poder conseguir el fragmento. Incluso con el crucero hundido, llevó a sus abominaciones a la costa para interceptarte.

- ¿Quién es?

- No lo sé, pero lleva tiempo moviéndose, haciéndose fuerte. No sé tampoco cuánto, pero al menos décadas, desde que acabó la Batalla de las Islas Verdes. 

- ¿Para esto me llamaste, para acabar con él?

- Más que para acabar con él... para conseguir el tercer fragmento. Él bien podría ser alguien que ha sucumbido a la maldición del fragmento del artefacto y pretende seguir por el camino que una vez yo recorrí.

Meryl se arrepintió de aquella pregunta en cuanto escuchó la respuesta. Cuánta gente habría pensado en matar a su maestro cuando este estuvo bajo la maldición en lugar de intentar salvarle. Es igual que con Vivi y la energía negativa que la atormentó y se condensó en su ser para formar una conciencia que la controlase.

- Maestro, yo... 

- Sé lo que vas a decir -. Interrumpió este -. No importa.

- Vale, vale, está bien. Pero igualmente quería decir tantas cosas... 

- Con solo verte ya me imagino por todo lo que has pasado, no solamente en estos últimos días sino en general. 

- Me advertiste sobre ello... y aún así... yo... -. Meryl notaba que se le tomaba la voz de nuevo, pero se sentía en su zona de confort. No trató de disimularlo sino que de nuevo se bañó en lágrimas.

- Aún así tú no cumpliste las tres peticiones que te hice -. Completó la frase Kpim, sin parecer darle importancia -. Lo importante es, ¿intentaste cumplirlas al cien por cien?

- S... s... sí... -. Apenas podía pronunciar ni entendérsele una sola palabra a la chica, que estaba frotándose los ojos con las manos para secarse las lágrimas.

- Entonces eso es lo que llena de orgullo este vacío cascarón que tengo por corazón. Pero la próxima vez no desaparezcas durante años.

Hubo otro momento de silencio, tan solo empañado por el sollozo de Meryl, el sonido de los caballos y de las ruedas del carro. Cuando ya por fin pudo recuperar el habla, fue Kpim el que habló en primer lugar.

- Antes de que te cuente lo que vamos a hacer. Cuéntame tú, ¿qué tal te ha ido? Escuché que viviste con tu sobrina en Reposo.

- Sí, hacía tanto tiempo que no la veía. Se ha vuelto muy fuerte.

- Y que te has echado nuevos amigos.

- Sí -. Admitió ella, al contrario que hacía normalmente -. Son buenos chicos. Aunque tozudos, se esfuerzan mucho e intentan ayudar a quien sea.

Meryl dedicó los siguientes minutos a describir todo lo que había ocurrido desde que decidió salir del agujero en el que se ocultó durante años en Aldea Roja hasta su llegada en Reposo y lo que vivió allí durante los pocos meses que estuvo.

- Veo que has disfrutado entonces -. Soltó Kpim -. Bien, porque quiero que me prometas una cosa.

- ¿El qué?

- Que cuando vuelvas contarás a esos chicos todo lo que te ha ocurrido.

- ¿¡Qué!? -. Meryl se volvió a incorporar, esta vez con mayor éxito que antes, sin ya sentir nada de mareo -. ¿A qué te refieres con todo? 

- Todo. Todo lo que te acuerdes. Desde que saliste en tren desde Reposo hasta que vuelvas.

- ¿Por qué me haces prometer eso? Sabes que me da verg...

- Por eso mismo. Para que superes la capa de vergüenza que no solamente has tenido siempre sino que se acentuó enormemente tras el conflicto de Aldmet, cuando te aislaste. Y lo más importante... para que no cargues tú sola con todo lo que has tenido que soportar últimamente. Has debido de sentirte al límite después de lo que has pasado durante años y no quiero que otro golpe así suponga que te aísles de nuevo en la droga, el alcohol y el abandono.

- Yo... 

- Prométemelo. 

- Bueno... Vale, pero solo si vuelves de una pieza -. De los nervios por aquel tipo de promesa, a Meryl solo se le ocurrió bromear -. Que estás en lo huesos, viejete.

- No soy viejo, aunque no negaré que estoy algo más deteriorado. Pero lo que ves son los estragos de la guerra.

- Pues vuelves a Aldmet y te vienes a Reposo conmigo.

- Volver a Aldmet sí, pero a Reposo no sé si podré... 

- Mmmm... 

- Voy a detallarte... -. Se detuvo para toser nuevamente -. Lo que vamos a hacer a partir de ahora.

- ¿Podrás hacerlo con esa tos?

- Es un resfriado -. Atajó él, sin darle importancia -. Bien veamos. Estamos al suroeste de Gran Hiullal; actualmente nos estamos dirigiendo a la aldea de Kirov, para la cual nos queda aún todo el día de hoy. Mi intención es pasar allí la noche y conseguir unas pociones para poder buscar al portador del tercer fragmento. Entonces, usaremos nuestros dos fragmentos a la vez para hallar al tercero. Sospecho que de alguna forma se encontrará cerca nuestra, ya que seguirá con la intención de conseguir su objetivo y, por tanto, nos estará siguiendo desde la lejanía para poder llevar a cabo su siguiente ataque.

- En la aldea... 

- Efectivamente. Si quiere buscar una situación de ventaja como la del crucero se aproximará a Kirov y pretenderá infectar a los aldeanos de allí para rodearnos y así doblegarnos. Pero por eso mismo usaremos eso en su contra y antes de que lleve a cabo nada le hallaremos y atacaremos.

- En el crucero tenía toda la ventaja del mundo. No tenía energía negativa que usar ya que estaba en mitad del mar y toda estaba canalizada en los muertos vivientes que se estaban transformando. Ahora estamos en un continente, podemos usarlo en su contra.

- Sí, el aprendizaje de todo manipulador de energía negativa: allá donde haya habido muerte, masacre, guerra, profanación... Siempre habrá energía negativa en su tierra y construcciones. Pero recuerda, él también podrá usarlo a su favor.

Meryl escuchó algunos detalles más que dio su maestro sobre el plan, la manera de actuar en caso de que se viesen en problemas y cómo poder intentar aplacarle sin matarle. Lo hizo mientras se sentaba en el carro en lugar de quedarse echada, con la manta envolviéndola tanto a ella como a Pandora y cogiendo comida y agua que le dio su maestro. 

El camino, marcado por piedras desgastadas y flanqueado por escasos arbustos retorcidos se abría paso entre campos vírgenes interminables. En las distancias lejanas Meryl vislumbró la silueta de extensas llanuras que tenían una gran alfombra de hierba alta que se mecía suavemente con la brisa fría e invernal. A lo lejos, vio unas colinas se elevaban como olas congeladas, cubiertas por un manto de pequeños oscuros que se perfilaban contra el cielo nublado, amenazante de lluvia o nieve.

Al atardecer llegaron a una zona alta entre colinas sobre la que se situaba, con motas anaranjadas de la iluminación que empezaba a encenderse, la aldea que le mencionó Kpim horas antes: Kirov. Un poblado que por su tamaño debía tener unos pocos miles de habitantes, con edificios en su mayoría de madera con techo a dos aguas provisto de tejas de colores grisáceos. El lugar evocaba una estampa antigua, como el de un emplazamiento de décadas atrás, de no ser porque se había adaptado a ciertas modernidades del presente. Las calles adoquinadas tenían iluminación eléctrica con pequeños faros anclados a las paredes de los edificios; entre la gente que paseaba se podían ver carros tirados por caballo, pero también unos pocos vehículos, que recorrían las calles o salían del poblado para adherirse a los caminos que conectaban la aldea con otras ciudades hacia el norte y el este. También lo hacía una vía de tren que tenía su estación en una zona lateral del pueblo, siendo un emplazamiento pequeño pero funcional. Por el resto del paisaje se podía vislumbrar algunos molinos entre los campos de cultivo en las afueras y una torre de agua en el centro de Kirov. 

Al entrar en sus calles algunas personas se quedaron viendo el carro, quizás por la apariencia de Kpim o quizás porque Meryl iba en la zona de carga envuelta aún en la manta, ya que debajo de esta no tenía aún ninguna ropa de abrigo puesta. Kpim tuvo que detenerse cuando un par de guardias fueron a hacerle unas cuantas preguntas. Este no mintió en ninguna de las respuestas que dio, como la procedencia, si iban armados o cuál era su propósito en la aldea, a lo cual respondió que estaba de paso y querían descansar durante la noche. Sin embargo, evitó decir más de la cuenta y ocultó por motivos obvios la verdadera razón por la que habían venido allí. Meryl se quedó observando a algunos ciudadanos, que por lo general estaban terminando sus tareas o recogiéndose ya para ocultarse de la fría noche, a excepción de algunos niños que todavía estaban jugando a la pelota o algunas parejas que salían para tener una cita. Esas personas tendrían que poner su vida en juego, sin saberlo siquiera, ya que existía la posibilidad de que el portador del tercer fragmento los transformasen en muertos vivientes. Si el plan de su maestro tenía éxito, el riesgo estaría ahí pero jamás llegaría a darse un caso así, ya que lo interceptarían por sorpresa, pero Meryl no pudo evitar acordarse de Branson y Colt. El dolor de una herida que no estaba cicatrizada volvió a atormentarla, teniendo que apretar el puño y la mandíbula para poder soportarlo. 

Llegaron a la plaza central, en el punto más alto del pueblo. Allí se situaba el ayuntamiento, la posada y algunas tiendas y restaurantes. Meryl recogió sus cosas y con el anillo convocó un conjunto de ropa de abrigo con una chaqueta lila alargada y una bufanda que se envolvió para ocultar sus mejillas sonrojadas por el frío que la sacudió tras salir de la manta. Al bajarse y fijarse más en la plaza pensó que era una de las más feas que había visto en su vida, ya que en lugar de una fuente, estatua o un pequeño parque en el centro, tenía la torre de agua que afeaba todo el encanto que tenía el resto del pueblo. Kpim se encargó de darle unas monedas a un joven trabajador de la posada para que cuidase los caballos y el carro, y tras coger sus cosas, se acercó a Meryl para entrar juntos en la posada.

- ¡Clientes! -. Exclamó el anciano de larga barba cuando entraron a la pequeñísima sala de recepción, que consistía en un sofá, un par de sillas con una mesita, las escaleras hacia el piso de arriba y el mostrador con el habitáculo del posadero detrás. Este se ajustó sus gafas de media luna tras frotarse los ojos y agarró un cuaderno y un bolígrafo para escribir.

- Dos habitaciones individuales, por favor -. Atajó Kpim, sin contemplaciones.

- Por supuesto, por supuesto -. Carraspeó el anciano, aclarándose la garganta y escribiendo -. ¿A nombre de quién? 

- Eladio.

- ¿Y usted? 

El anciano miró a Meryl, que se encontraba con la mirada perdida en algunos detalles de decoración de la recepción, como los cuadros o las plantas. Al escuchar que su maestro había dado un nombre falso y ahora le preguntaba el posadero a ella, se quedó en blanco y dijo lo primero que se le ocurrió.

- Ellie.

- Bien, señor Eladio, señorita Ellie, aquí están vuestras llaves. Son diez piezas de plata la noche, ¡e incluye desayuno!

- Yo pagaré -. Propuso Kpim.

- No me dijiste nada de nombres falsos -. Mencionó Meryl cuando ya estuvo lo suficientemente lejos, subiendo las escaleras junto a su maestro.

- Debes mejorar tu capacidad de improvisación.

- Mmmmm... 

Llegaron a un descansillo de la única planta con habitaciones de la posada, siendo un total de seis. 

- Mañana por la mañana a primera hora iré a llamarte, deberás estar lista ya cuando lo haga. Saldremos antes de que amanezca.

- Okay... Buenas noches -. Se despidió Meryl.

Entró en su habitación, un simple dormitorio estrecho con una cama, mesita de noche, ventana y armario. Tenía también un pequeño baño con retrete y lavabo. Pandora se colocó en la cama, estirándose y metiéndose entre las mantas. Meryl no quiso holgazanear ni un segundo y convocó las piezas de armadura y armas que estaban sucias de todo lo ocurrido en el crucero. Dedicó los siguientes minutos a lavarlas para quitarles la sangre y la mugre, tras lo cual se metió en la cama, cargada de mantas mullidas que la mantuvieron calentita ante el frío invernal de Gran Hiullal. Antes de dormir se dio cuenta de que era la primera vez que pisaba el reino norteño y tenía que hacerlo en las circunstancias que se encontraba, visitando incluso una aldea que si bien no era horrible, estaba muy alejada de las maravillas naturales y arquitectónicas del reino que había visto en libros.  Quizás cuando se acabase todo aquello y volviese a Aldmet podría planear unas vacaciones en condiciones. 

Cuando quiso darse cuenta, Pandora ya estaba maullando para despertarla. Se le había olvidado poner algún tipo de despertador, pero su mascota le avisó a tiempo para levantarse, aun con el azote de frío que recibió tras quitarse del resguardo de las calentitas mantas. Se vistió, lavó la cara y desayunó un poco de lo que le cogió de las provisiones de Kpim el día anterior. Para cuando su maestro llamó a la puerta, esta la abrió completamente lista para partir, orgullosa en su interior de no haber fallado a la orden de su maestro. 

En Kirov era demasiado temprano incluso para la gente de allí. Ni siquiera en las afueras los granjeros o los animales habían despertado aún. Cuando ya abandonaron la iluminación eléctrica de las calles y las afueras, Kpim le extendió un vial acorchado con un contenido líquido gris.

- Para ver en la oscuridad.

- ¿Cuándo has... 

- Cuando dejé mis cosas en la habitación, bajé y fui a por ello -. Respondió él, antes de que Meryl terminase la pregunta.

Del ambiente lúgubre y amarillento de la iluminación de las farolas en las calles y el ambiente sombrío tras salir, Meryl pasó a la visión en blanco y negro de los pastos y arbustos a ambos lados del camino pedregoso. Salieron por un camino nuevo, que llevaba hacia el noreste, aunque era idéntico en apariencia que el que habían usado para llegar a Kirov. La única diferencia radicaba en que este ascendía hasta una de las colinas cercanas y que pasaron, después de unos minutos, por edificios antiquísimos como viejos almacenes y torreones abandonados. 

- Vale, aquí está bien -. Se detuvo Kpim, que de nuevo empezó a tener un ataque de tos, entre los jadeos leves que tenía por llevar a cabo tal ascenso -. ¿Lista? 

- Un momento, ¿qué te parece esto? -. Meryl recurrió a su energía negativa, concentrándola en la mano para liberarla en la tierra. Convocó un par de grifos esqueléticos alados que se quedaron inmóviles a su lado, esperando órdenes -. En cuanto lo hallemos, iremos directo hacia él rápidamente.

- Buena idea -. Admitió Kpim, acercándose a uno de ellos -.Y lo mejor será que dejes a Pandora aquí. Tanta energía negativa en combate puede hacerle más mal que bien.

- Pandora, espérame aquí, ¿vale? -. Le ordenó esta, agachándose levemente para acariciarla. La Nekuromasu maulló cariñosamente y se sentó en el suelo, como gesto afirmativo.

- Bien. Entonces... 

Ambos empuñaron sus espadas de hoja negra, fragmentos de la Noche Eterna. Las juntaron y durante unos viente minutos canalizaron el poder a modo de resonancia para intentar hallar el tercer fragmento. Estas brillaron de un color oscuro y emitieron pulsos que recorrió kilómetros a la redonda, hasta que por fin sintieron el elemento en común. Como si su mente hubiese viajado a toda velocidad, sintieron un viaje rápido por el que vieron el terreno entre colinas pasar a ritmo vertiginoso hasta llegar junto a un riachuelo, en la entrada ancha a una caverna no tan profunda. Lo que se iluminó en su interior, también de color oscuro, fue un único elemento; una guadaña de hoja negra.

- ¡Vamos! -. Apremió Meryl tras saber la ubicación. 

Ambos montaron en los grifos esqueléticos y volaron con los primeros rayos de sol que se podían vislumbrar tras el cielo nublado, permitiendo ver levemente el terreno que Meryl ya conocía por la visión que había tenido. Tras un recorrido breve aterrizaron junto al riachuelo, cuyas aguas se escuchaban fluir a un ritmo rápido. Frente a ellos tenían la enorme caverna, con ambos armas en mano listos para la confrontación.

- Recuerda lo que hablamos.

- Sí, maestro.

Unas llamas lilas alumbraron el lugar de una iluminación pobre pero efectiva, bañando por completo el extenso área de la cueva, que era más grande que el rango que le proporcionaba la visión en la oscuridad. El entorno subterráneo era tan profundo y tan ancho como un campo de fútbol, con elementos naturales como algunas columnas de piedra robusta, como elementos artificiales como pequeños emplazamientos y herramientas antiguas junto a un ascensor y conductos más pequeños, indicativo de que se usó como mina. Kpim le pasó un par de pociones que Meryl guardó sin prestar mucha atención, pues su mirada estaba clavada en el tipo que estaba al fondo, sentado sobre una roca, con la guadaña posada en su hombro. Se trataba de un joven muscularmente esbelto y atlético, de cabello largo trenzado y que vestía una armadura oscura y desgastada, que dejaba libre la mitad de su torso desnudo para el correcto manejo de un arma de tal envergadura. 

- Os habéis adelantado a mí... -. Con una voz tenue y cautelosa, el joven habló, observando a ambos que se acercaban hasta él, así como también a llamas lilas que iluminaban la zona. 

- El tercer fragmento. Debes devolverlo inmediatamente -. Sentenció Kpim con contundencia.

- Vosotros me tenéis que entregar los vuestros -. Mencionó él, con un semblante serio y cuidadoso -. Es por vuestro propio bien... no hay otra forma.

Meryl arqueó la ceja, perpleja. Se esperaba que el enemigo, que era capaz de asesinar a toda tripulación de un crucero por tal de quitarle la espada, fuese alguien engreído, que se jactaba de sus actos viles y tuviese total confianza en sus poderes. O al menos se esperaba a alguien como lo que le describió Kpim que fue él durante su etapa maldita, pero en su lugar aquel hombre parecía alguien reservado, desconfiado y precavido. Y eso le daba más inseguridad que si hubiese sido como esperaba, ya que se podría haber aprovechado de su exceso de confianza para pillarle con la guardia baja.

- El fragmento es lo suficiente grande como para controlarte -. Siguió hablando Kpim -.  Percibo como tu alma está siendo consumida cada segundo que pasa. Debes despertar y actuar en contra de ella.

- No... ¡NO... ME... CONTROLA! -. Exclamó, perdiendo los estribos como si a un niño se le hubiese dicho que tiene que dejar de jugar con su juguete preferido.

Acto seguido, blandió la guadaña, levantándose y preparándose para el ataque. Kpim y Meryl hicieron lo mismo, listos para responder. El enemigo llevó a cabo un corte descendente con la guadaña, creando una onda oscura semicircular que avanzó, creando un surco de destrucción por el suelo.

- ¡Meryl! -. Le indicó Kpim mientras blandió su espada.

- ¡Lo sé! -. Respondió esta, recordando lo que hablaron en el carro el día anterior sobre las técnicas de combate.

Ambos respondieron a la poderosa onda de energía con sus propias emanaciones de poder de sus armas, al unísono, creando una sola que pudo rivalizar con la del enemigo. Ambas chocaron y explotaron levantando un montón de polvo y haciendo temblar la cueva. Meryl tuvo que taparse los ojos para evitar que la ahumadera de polvo la cegase.

- ¡No bajes la guardia! -. Avisó Kpim con un tono ronco.

Meryl hizo caso y se sacudió rápidamente el polvo para poder ver. Entre la ahumadera que se había alzado no pudo distinguir al enemigo desde el lugar que había lanzado el ataque. Lo buscó por su derecha, por su izquierda, pero no lo era capaz de verlo.

- ¡Arriba! -. Exclamó Kpim.

Si no fuese por aquel aviso, Meryl posiblemente habría muerto en ese instante, pero gracias a su maestro pudo reaccionar a tiempo. El enemigo había saltado hasta ir apoyándose por las distintas columnas y sorprender a Meryl desde una posición elevada. Se arrojó a por ella con la guadaña en una posición baja, aterrizando primero y luego llevando a cabo un movimiento ascendente. La hoja negra como la noche pasó a centímetros de su cara, cortándole alguno de los cabellos. Al retroceder y su maestro acercase hacia ella, pudieron responder como otra de las alternativas que habían estudiado hacer.

- ¡El C! 

Meryl se agachó y posó su mano en la dura superficie rocosa de la cueva. De debajo del enemigo surgieron estacas óseas tan afiladas como lanzas. Este hizo girar su guadaña y rebanó un par de ellas para que no lo alcanzasen, esquivando el resto saltando de nuevo. Pero Kpim, que llegaba desde atrás, se apoyó en el hombro de su alumna y cuando lo hizo, Meryl hizo fuerza hacia arriba para impulsarlo. El plan original de aquel ataque era abrumar al enemigo con las estacas óseas y rodearle, para que Kpim ejecutase el ataque con su arma, pero en ese momento debido a cómo respondió el enemigo improvisaron para que este lo interceptase en mitad del aire. Ambos fragmentos de la Noche Eterna chocaron entre sí cuando las armas de ambos entraron en contacto para atacar y defenderse la una de la otra al mismo tiempo.

- Debes dármela -. Exclamó el hombre, con voz tomada, como si su vida dependiese de ello.

- Ataúd negro -. Fue lo único que dijo Kpim, con su mirada clavada en el enemigo. 

Este se alarmó cuando Kpim mencionó aquello, teniendo que revolverse en el aire y pegándole una patada que no llegó a impactar del todo, tan solo para usarla como impulso hacia atrás. Unas paredes de energía negra encerraron el espacio donde el enemigo se encontraba hasta hace un momento. Ambos aterrizaron en el suelo, con Kpim volviendo a cargar y Meryl apoyándole desde atrás, como también habían comentado. La ex-caballero de la Rosa Dorada invocó una oleada de muertos vivientes que acompañó a su maestro durante la carga.

- Vamos, hazlo... Son demasiados para ti -. Pensó Meryl, esperando la respuesta que quería de parte del enemigo.

Este alzó la mano y canalizó su poder de energía negativa que le brindaba la guadaña como canalizador. Los muertos vivientes dejaron de acompañar la carga de Kpim y se volvieron contra este, pero para cuando lo hicieron, otro de los planes de maestro y alumna se había activado. Tanto muertos vivientes como el propio enemigo se habían quedado paralizados, sin poder moverse.

- ¿Qué... 

- Es el fin -. Anunció Kpim, clavándole la espada en el abdomen ante la incapacidad de reaccionar del enemigo.

- ¡Arghhh! 

- Su capacidad de controlar muertos vivientes es superior a la mía, por lo que pasó en el crucero. Quizás si nos unimos podemos fortalecer el vínculo e invocar el ejército en su contra.

- Sí, es buena alternativa. Aunque también podemos aprovecharnos de que él se siente superior. 

- ¿Cómo? No entiendo... 

- Creas los muertos vivientes, les das una única orden y sueltas el control de ellos, dejando un eje de energía negativa inverso. Si el enemigo quiere inyectar su poder en ellos para controlarlos recibirá el efecto rebote, dejándole aturdido durante un instante. 

- ¿Y si no? 

- Tú sigues siendo la convocadora, aunque no puedas controlarlos sigues pudiendo llevar a cabo la desinvocación. 

- Ya veo... 

- ¡Toma ya! 

Meryl celebró, con los muertos vivientes totalmente quietos y Kpim sosteniendo su espada con ambas manos, clavada en la zona descubierta del torso de aquel tipo, con la mano libre alzada y la otra sosteniendo la guadaña. Estaba emanando sangre tanto de su torso como de su boca, tosiendo más flemas.

- Y... yo... -. Empezó a hablar este.

- ¿Eh? -. Kpim, sin echarle cuenta, miró hacia el lugar donde tenía clavada la espada. 

Lo que pasó a continuación pasó tan rápido que ni Meryl, ni Kpim, que estaba más cerca, pudieron reaccionar. El maestro de la chica intentó estirar la mano para agarrar la guadaña, pero no pudo conseguirlo a tiempo. Hubo un ruido ensordecedor, parecido a un sonido de remolino succionador. Entonces, la guadaña y el equipamiento de aquel tipo desapareció por un vórtice, junto con una energía blanquecina que surgió del propio hombre, convertida en un hilo que se arremolinó también detrás suya, desapareciendo. 

- ¿¡Qué ocurre!? -. Mencionó Meryl, acercándose hacia su maestro, al principio alarmada porque creyó que formaba parte del enemigo, pero posteriormente aliviada cuando vio que este estaba bien, observando el cuerpo que había caído al suelo, inerte, frente a sí.

- Es demasiado cuidadoso... -. Soltó este, mirando el cadáver. Entonces Meryl lo vio también. El cuerpo muerto de aquel hombre no tenía el mismo aspecto que el de antes, sino que se trataba de un hombre de mediana edad con calvicie y perilla, que vestía ropas de campesino.

- ¿Qué significa esto? 

- Que el tercer portador está lejos, muy lejos. Ha usado a este hombre como base para poseerlo y darle sus instrumentos, usándolo como una marioneta desde la lejanía mientras que él tenía un seguro para recuperar sus cosas en caso de emergencia. 

- Pues tenemos que encontrarlo, vamos -. Meryl desinvocó a sus muertos vivientes y se dispuso a salir de la cueva, pero se giró a su maestro, que permaneció inmóvil con la mirada aún fija en aquel hombre muerto.

- Está lejos, demasiado lejos. Le he visto... 

- ¿Cómo?

- Cuando clavé la espada en cuerpo sentí la conexión. Está a miles de kilómetros, en otro reino. Me ha engañado por completo.

- Pues busquémoslo, viajemos.

- No sé dónde está, pero tengo una pista de la que tirar. Esa guadaña, su apariencia, la conexión que he sentido... Sé de alguien que vio a alguien así, aunque ya no está aquí, pero podría encontrar a alguien que sepa. Tengo que buscar respuestas -. Entonces por fin se giró hacia Meryl, enfundado su espada -. Nos vamos de Gran Hiullal.

- Te acompaño -. Afirmó esta sin dudas.

- No. Ahora lo que toca es que yo pregunte a unas cuantas personas y lea unos cuantos libros. No tiene sentido que me acompañes. Creo que... -. Meryl vio sonreír a Kpim, con la extraña muesca formada en sus labios debido a la cicatriz y la mutilación de su cara  -. Va siendo hora de que cumplas tu promesa.

- ¿¡En serio!? -. Ambos caminaron hacia el exterior de la cueva, ya viendo con algo más de claridad el paisaje por el gris amanecer nublado.

- Completamente en serio. Deja que yo me encargue de la parte aburrida y aprovecha tú tu momento para recuperar la alegría por completo. Entrena, disfruta y guía la pasión de las nuevas generaciones.

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