El cielo se estaba despejando después
de la intensa lluvia. La luna, escoltada por las pocas nubes que
quedaban, estaba completamente reflejada en el lago. Una chica estaba
a la orilla de este, la joven contemplaba el paisaje como si
estuviera hipnotizada, pensando que en ningún momento de todo lo que
llevaba vivido había visto algo tan bello. La joven comenzó a
desvestirse mientras guiaba sus pasos al interior de aquella
maravilla. Cada paso que daba lo hacía recordando el gran éxito,
que junto con sus compañeros, había logrado en las últimas horas:
la clasificación para la tercera prueba y el privilegio de entrenar
con el profesor Jizure. Sin duda eso la llenaba de felicidad; traer
de vuelta a su lado a Alexandra y tener la oportunidad de expresarle
sus sentimientos. Era lo que más deseaba.
Continuó hasta que el agua cubrió su
cintura. Al ser tan cristalina pudo ver todas las marcas que estaban
presentes en su cuerpo. Pudo recordar como todas y cada una habían
sido impuestas por la fuerza en su cuerpo. En una situación normal
se habría echado a temblar después de recordarlo, pero esta vez,
sumergiéndose en el agua y dejando en blanco su mente, cogió
impulso y comenzó a nadar. A la mitad de lago, la chica quedó
flotando y contemplando la luna.
- Creo que ya lo entiendo... -.
Flotando, estiró su brazo y rodeó el satélite con su mano -. Estos
sentimientos... son tan cálidos.
La chica no pudo evitar esbozar unas
leves carcajadas que, poco a poco, se convirtió en un deje de
llanto. Dieciséis años tuvieron que pasar para que la joven
sintiera que tenía vínculos; personas en las que confiar y personas
a las que amar, pero sobre todo personas que la quisieran a ella.
Pudo comprobarlo cuando sus compañeros y el profesor Jizure la
salvaron del esbirro de Magrid; o cuando Cleo Desmont se sacrificó
por ella y las demás chicas; o de comprobar tantas veces la
amabilidad de Maief y Jhin... El sueño que una vez tuvo, mientras
observaba a las familias de Ciudad Briedge, al fin se estaba
cumpliendo... Su sueño de ser querida.
Al cabo de unos minutos, la chica
volvió a la orilla y comenzó a vestirse. Tras eso, comenzó a
caminar junto a los demás, no sin antes echar un último vistazo a
aquel utópico paisaje.
- Una vez te traiga de vuelta, podremos
volver las tres juntas aquí.- Soltó, sacando de su yukata una foto
plastificada donde aparecía ella junto Alexandra y Elisabeth.
- Vamos, no me digas que ya estás
cansada. Si no te lo tomas mas enserio jamas podrás quitarme el
balón.
- ¡¡¡Agghhhh... ya verás!!!
En el patio de la casa de Jhin y Maief,
Mythra y Nayraief estaban entrenándose. La pequeña de la familia
Oinotna se estaba esforzando al máximo, pero era incapaz de tan
siquiera acercase al pequeño balón que tenía Mythra en sus manos,
algo que hacía que se tomara aún mas enserio el entrenamiento. Por
otro lado, Mythra, que comenzó a entrenar con Nayraief porque la
joven, al igual que su madre, poseía unas dotes atléticas
inigualables. Por el momento, era capaz de leer todos los movimientos
de la pequeña, hasta los movimientos donde esta utilizaba su cola
para sorprender. El entrenamiento se detuvo cuando Maief salió al
patio exterior de la casa.
- Chicas, ya esta listo el almuerzo.
Venid adentro.
-¿¡YA!? -. Exclamó Nayraief, que se
había impulsado a por Mythra. Su madre la había desconcentrado y
había perdido el equilibrio, hasta caer. Aunque se levantó en un
instante -. Jope, cada vez estaba más cerca de alcanzarte.
- Cada día mejoras mas y mas, ten por
seguro que me lo vas a quitar .- Soltó, poniéndole la mano sobre la
cabeza de la chica. Esas palabras hicieron que el Nayraief sonriera
-. Bueno, entonces ya seguiremos otro día. Ve a comer y recupérate
del esfuerzo.
La joven con una sonrisa fue corriendo
hacía su madre, mientras Mythra se disponía colocar la pelota sobre
la mesa y marcharse de nuevo a la Academia.
- Mythra, -. Se dirigía Maief a la
chica, que estaba guardando la pelota en el cobertizo del patio -.
¿Te apetece quedarte a comer con nosotros? -. Propuso, y en ese
momento Nayraief dio un salto de nuevo hacia fuera y gritó.
- ¡¡SIIIII... QUÉDATE. VENGA
PORFI... Y ASI LUEGO TE PUEDO ENSEÑAR MI CUARTO O SEGUIR
ENTRENANDO!! -. La euforia que mostró la pequeña sorprendió
bastante a Mythra. No se imaginaba que podía causarle tantísima
emoción.
- Aaaah... yo es que... -. Dudó por
unos instantes, pero al percatarse de que el gesto de alegría de
Nayraief iba cambiando a uno algo más triste, acabó cediendo -. Si
no supongo ningún problema, acepto encantada.
- ¡¡Bieeeen!! -. Comenzó a gritar
Nayraief mientras se acercó a agarrar a Mythra de la mano para
enseñarle la casa. Sus manos pudieron conectarse gracias al
entrenamiento con Miss Andrómeda tras el ataque de Clara. Poco a
poco iba superando su gran temor -. Primero preparemos la mesa, luego
comeremos y luego... Luego, te enseñare mi cuarto y después...
¡seguiremos entrenando!
Al pasar por el lado de Maief, esta le
sonrió con mucho cariño. La casa de la familia de Jhin, era humilde
y acogedora; no tenía mucho exceso de decoración y vivían con poco
más de lo básico. Mythra ya había estado en varias ocasiones, pero
nunca se había percatado de este detalle, algo que le extraño pues
Jhin y Maief al tener un pasado tan glorioso podrían permitirse una
casa con grandes lujos. Igualmente comenzaron a poner la mesa,
mientras Maief preparaba los platos con la comida.
- Nayraief, muestra a Mythra el baño y
lavaos las manos, que la comida será servida ya -. La joven obedeció
a su madre, y guió a Mythra hasta el pequeño baño de la casa. Por
el camino pudo ver numerosas fotografiás de toda la familia junta,
de cada uno de los nenes de pequeños. Sin duda alguna, los siete
eran una familia bastante unida. Cuando las chicas volvieron, Jhin ya
estaba sentado en la mesa, sirviendo agua en todos los vasos.
- Muy buenas tardes -. Jhin se quedo
sorprendido de ver a Mythra, la cual había confundido con su hija
por unos instantes -. Vayaaa, Mythra, no sabía que estabas por aquí.
- La invité yo, que después de la
paliza que se pega para entrenar junto con Nayraief, que menos que
invitarla a comer de vez en cuando -. Dijo Maief colocando los platos
sobre la mesa.
- Claro, puedes quedarte siempre que
quieras Mythra, como si fuera tu casa. Te agradecemos mucho que te
portes así con Nayraief. Ella... bueno, su instinto la pierde de vez
en cuando -. Soltó con una mezcla jovial y desdén.
- Es que... yo ya estoy preparada para
estar en la Academia .- De pronto, su semblante había cambiado y
habló con total seriedad.
- Lo sé, cariño, pero no cumples la
edad hasta este año entrante -. Jhin juntó sus manos y adquirió
una pose semblante. Cambiando su voz a una mas seria, miró a
Nayraief y Mythra -. Aunque ahora que caigo, estas haciendo trampas,
Nayraief. Debo informar al personal de la Academia de que estas
recibiendo clases de Mythra. Ella podría estar dándote información
privilegiada de la escuela, ¿y sabes lo que eso significa, no?
- Jhin... no me digas que lo harás -.
Maief, que terminaba de traer lo que faltaba de la cocina, se quedó
paralizada en el sitio.
- Maief, ella es nuestra hija pero soy
profesor de la Academia. Debo informar sobre esto.
- Mamá... papá me esta asustando.
My... Mythra, ¿a que no pasa nada porque entrenemos?.- Se podía
notar cómo crecía el temor en sus palabras.
- Pues no sé... yo pensaba que no -.
Contesto confundida Mythra.
- Que no... papá... que yo no he hecho
nada malo. No digas nada, ¿vale? Mythra no me ha dicho nada de la
academia, ¿verdad? ¿¡verdad!?
- ¡ES BROMAAAA! -. Gritó de repente,
entre todo el silencio y tensión. Nayraief se sobresaltó tanto que
su silla se balanceó ligeramente hacia atrás. Sin embargo, Mythra
suspiró aliviada e incluso sonrió por las quejas de la niña y las
risas de los padres -. Jajajaja, anda, anda, que ya solo te queda un
verano de por medio para entrar. Bueno, ¿qué tenemos hoy para
degustar nuestro paladar?
- Pues hoy tenemos sopa de verduras y
de segundo, tartar de buey.
- Ohhh seguro que todo está delicioso,
que aproveche -. Jhin comenzó a comer.
- Papa... ya te vale -. Se quejó una
última vez la hija y Jhin le sacó la lengua antes de dar otra
cucharada a la sopa. Tras eso, cogió los cubiertos y se dispuso a
comer.- Que aproveche.
- Que aproveche -. Añadió también
Maief antes de comenzar con su plato.
Mythra por su lado estaba algo
confundida todavía. Ella jamás había tenido la oportunidad de
presenciar un momento familiar así, y también nunca había visto
actuar al profesor Jhin de esa manera tan paternal. Fue en ese
preciso instante cuando algunos recuerdos, que ella pensaba que
habían sido borrados, volvieron a reproducirse en su mente.
La nevada estaba siendo bastante fuerte
y los vientos tenían muchísima fuerza. Toda la casa temblaba cada
vez que el viento azotaba las paredes con brutalidad, y dentro de
esta, algunos copos de nieve se filtraban por los agujeros del techo.
Uno de esos copos fue a caer sobre la nariz de una joven niña, que
estaba abrazándose a sí misma para mantener el poco calor que
tenía.
- Achis...
La pequeña tenía la nariz y sus
mofletes totalmente rojas. Hizo el intento de levantarse varias veces
hasta conseguirlo, con dificultad y apoyándose en la pared, se
dirigió a otra habitación de la casa, la cocina. Fue sin hacer
ruido hasta llegar a un cubo que estaba colocado en la esquina de la
casa, puesto justo debajo de una tubería que llegaba hasta el techo
de la casa. De el extremo inferior de la tubería goteaba algo de
agua. Sedienta, cogió una cuchara, la pasó por el interior del cubo
y se la llevó directamente a la boca. Repitió el proceso un par de
veces más.
- ¿Pero quién coño te ha dado
permiso para coger ese agua, niñata? -. Una voz grave sonó a sus
espaldas, y golpeándola con una patada, la echó de vuelta a la
habitación -. Es que me voy a cagar en toda tu puta vida, niñata
¿Así agradeces que tengas un techo donde poder vivir? Con ese
constipado, bebiendo de nuestra misma agua ¡SIN DUDA ALGUNA, ERES
UNA JODIDA ESTUPIDA, AL IGUAL QUE TU MADRE!
El hombre salió de la casa dando un
portazo que hizo temblar aún más la pared del hogar. La niña, con
lagrimas en los ojos, lloraba mientras tapaba su boca para no hacer
ruido, pues sabía que si hacia mucho ruido, volverían a golpearla.
Cuando el dolor físico pasó, se acercó a la esquina de la
habitación y se tumbó, abrazándose a si misma nuevamente.
Entonces vio que una mujer entraba en
la habitación. Caminó con dificultad hasta poder lograr apoyarse
también en la pared. Para sorpresa de la niña, la mujer se
arrodilló en frente a ella. Era una mujer joven, de menos de treinta
años, pero por su ropas y la suciedad aparentaba más, además del
aspecto de pordiosea. Su cabello era negro, al igual que sus ojos.
- Ma... má... Yo... lo siento... pero
tenía sed... -. La niña miraba al suelo en todo momento -. Pe...
perdón... por comportarme así...
Las lagrimas nublaron su visión, pero
notó entonces el cálido tacto del abrazo de su madre.
- Perdóname, Lilith. Yo no soy como
él. No puedo... no puedo, yo sola no puedo. Lo siento -. La mujer
cogió a su hija sobre sus brazos y se recostó con ella -. Tienes mi
cabello y su color de pelo...
La mujer comenzó a llorar, hasta que
quedo dormida. La niña no recordaba haber estado tan cerca de ella
como en esa ocasión. Esa noche fue la más feliz que había tenido
en su memoria; sintió el calor y amor de su madre. Una persona que
siempre le estaba mandando fuera de casa a por algo de dinero o
comida, alguien que si no traía nada, la golpeaba y la llamaba
inútil. Esta vez era la primera vez y la última que sentiría amor
de esta persona. Al día siguiente, coincidiendo con el comienzo de
mes, la pesadilla volvió y todo comenzó a ser como siempre.
- Mythra, ¿no te gusta la comida? -.
Maief observó como la chica estaba con la mirada baja, donde tan
solo se podía ver la mitad inferior de su cara. No fue hasta que
notó que dos lágrimas caían del rostro de la chica que se levantó
y se acercó a ella -. ¿Estás bien? ¿te pasa algo?
- ¿¡Mythra!? -. Nayraief también se
levantó, pero lo hizo bruscamente y alarmada -. ¿¡Estás bien!?
¿¡ESTÁS BIEN!?
- Parad, parad, no la atosiguéis... -.
Jhin dejó su silla también y se acercó pero para alejar a su hija,
que casi parecía zarandear a la joven. El profesor se quedó
mirándola, consciente de esta no había sido totalmente sincera con
él.
- No es... nada.. jeje que tonta soy,
me he acordado de algo y bueno, se me han saltado las lagrimas -.
Contestó mientras trataba de limpiar sus lagrimas sin éxito, pues
seguían saliendo más. Al sentirse el centro de atención, se separó
un poco de la mesa y se puso en pie -. Mi familia... no estaba muy
unida... y jamás compartimos mesa así. No tengo muchas vivencias
como esta.
Sin decir ninguna palabra, Maief y Jhin
se miraron. Seguidamente, la madre de familia se acercó a la chica y
la abrazó. En ese momento, Mythra comenzó a temblar levemente e
intentar quitarse con sutileza, pues su fobia aun estaba presente.
- No te preocupes Mythra. Ahora tú
eres, por así decirlo, de la familia -. Dijo ella con dulzura. Fue a
quitarse al notar que la chica estaba incomoda con el abrazo, pero
ocurrió algo que sorprendió a ambas; con aquellas palabras, la
chica se quedó quieta y calmada.
- Así es, todos somos una familia
ahora -. Continuó Jhin, acercándose un poco más -. No solo
nosotros, sino también tus compañeros de Academia, los demás
profesores... No sé exactamente lo mal que has tenido que pasarlo,
pero ahora estás en un lugar donde todos esos lazos de unión... te
harán más fuerte -. De alguna forma, se pudo notar en la voz del
profesor que hablaba con un significado más profundo de lo que
decía, como si estuviese rebuscando también en sus recuerdos al
decir esas palabras.
- Lo siento, yo no debería... no
debería haber...
- No te preocupes -. Dijo de nuevo
Maief.
A pesar del momento de amor que sintió
con su madre aquella vez, esas palabras de Maief, tan cálidas y
reconfortantes, ¿acaso podría llegar a verla como una nueva figura
materna? Mythra no estaba seguro de ello, pero lo que sí que hizo
fue secarse, esta vez con éxito, las lágrimas y sentarse.
- Bueno, bueno, sentémonos que nos
enfría la sopa -. Soltó Jhin para romper el hielo y que todo
volviese a la normalidad, cosa que consiguió con el paso de los
minutos.
Tras la comida, Mythra pasó la tarde
junto con Nayraief y su familia. Le enseñaron diversas de la familia
y los lugares que habían estado. Jugaron juntos a un juego de
mesa... Verdaderamente, sintió y vivió por primera vez lo que era
estar en familia. El tiempo había pasado volando, la luna reinaba en
el cielo estrellado.
- Ve con cuidado de vuelta -. Comentó
Nayraief, que miraba desde el umbral de la puerta junto con su madre
-. Y vuelve mañana, ¡que debemos seguir entrenando!
- Claro.. muchas gracias por todo el
día de hoy.. ha sido increible.- La joven sonrió y Maief hizo lo
propio como respuesta a la chica.
- Puedes volver siempre que quieras,
esta es tu casa.- Aclaro con una sonrisa.
La joven se despidió de ambas y puso
rumbo a la Academia.
Mientras caminaba rumbo a la Academia,
inevitablemente comenzó a contrastar su pasado con el presente; como
su realidad había cambiado, como ahora vivía en un constante ciclo
de felicidad. Con cada paso que daba revivía los momentos con los
seres queridos que en tan poco tiempo le habían echo olvidar el
sufrimiento de su padrastro y su madre, de la droga... y,
posteriormente, el infierno con Thomas Hook. La joven recordó cada
momento que la habían cambiado y la habían traído hasta este
punto. Había acabado de subir el ultimo escalón y estaba frente a
las puertas de la Academia de Reposo de Taliyah.
- Estoy en casa...
- Llegas tarde, muy tarde -. En la
entrada del recinto, apoyada en el marco de piedra, se encontraba
Alexandra. La miró con su deje de superioridad en principio, pero
seguidamente destensó su rostro y, en lugar de mirarla directamente,
lo hizo hacia un lado -. Podrías avisar de que vas a desaparecer...
Mythra, decidida, se acerco a la chica,
agarró sus manos y la miró a los ojos. Alexandra se sonrojó pero
Mythra la obligó a mirarla a los ojos.
- Gracias por todo.
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