28 oct 2018

Frío y calidez. Pasado y presente.



El cielo se estaba despejando después de la intensa lluvia. La luna, escoltada por las pocas nubes que quedaban, estaba completamente reflejada en el lago. Una chica estaba a la orilla de este, la joven contemplaba el paisaje como si estuviera hipnotizada, pensando que en ningún momento de todo lo que llevaba vivido había visto algo tan bello. La joven comenzó a desvestirse mientras guiaba sus pasos al interior de aquella maravilla. Cada paso que daba lo hacía recordando el gran éxito, que junto con sus compañeros, había logrado en las últimas horas: la clasificación para la tercera prueba y el privilegio de entrenar con el profesor Jizure. Sin duda eso la llenaba de felicidad; traer de vuelta a su lado a Alexandra y tener la oportunidad de expresarle sus sentimientos. Era lo que más deseaba.


Continuó hasta que el agua cubrió su cintura. Al ser tan cristalina pudo ver todas las marcas que estaban presentes en su cuerpo. Pudo recordar como todas y cada una habían sido impuestas por la fuerza en su cuerpo. En una situación normal se habría echado a temblar después de recordarlo, pero esta vez, sumergiéndose en el agua y dejando en blanco su mente, cogió impulso y comenzó a nadar. A la mitad de lago, la chica quedó flotando y contemplando la luna.

- Creo que ya lo entiendo... -. Flotando, estiró su brazo y rodeó el satélite con su mano -. Estos sentimientos... son tan cálidos.

La chica no pudo evitar esbozar unas leves carcajadas que, poco a poco, se convirtió en un deje de llanto. Dieciséis años tuvieron que pasar para que la joven sintiera que tenía vínculos; personas en las que confiar y personas a las que amar, pero sobre todo personas que la quisieran a ella. Pudo comprobarlo cuando sus compañeros y el profesor Jizure la salvaron del esbirro de Magrid; o cuando Cleo Desmont se sacrificó por ella y las demás chicas; o de comprobar tantas veces la amabilidad de Maief y Jhin... El sueño que una vez tuvo, mientras observaba a las familias de Ciudad Briedge, al fin se estaba cumpliendo... Su sueño de ser querida.

Al cabo de unos minutos, la chica volvió a la orilla y comenzó a vestirse. Tras eso, comenzó a caminar junto a los demás, no sin antes echar un último vistazo a aquel utópico paisaje.

- Una vez te traiga de vuelta, podremos volver las tres juntas aquí.- Soltó, sacando de su yukata una foto plastificada donde aparecía ella junto Alexandra y Elisabeth.




- Vamos, no me digas que ya estás cansada. Si no te lo tomas mas enserio jamas podrás quitarme el balón.

- ¡¡¡Agghhhh... ya verás!!!

En el patio de la casa de Jhin y Maief, Mythra y Nayraief estaban entrenándose. La pequeña de la familia Oinotna se estaba esforzando al máximo, pero era incapaz de tan siquiera acercase al pequeño balón que tenía Mythra en sus manos, algo que hacía que se tomara aún mas enserio el entrenamiento. Por otro lado, Mythra, que comenzó a entrenar con Nayraief porque la joven, al igual que su madre, poseía unas dotes atléticas inigualables. Por el momento, era capaz de leer todos los movimientos de la pequeña, hasta los movimientos donde esta utilizaba su cola para sorprender. El entrenamiento se detuvo cuando Maief salió al patio exterior de la casa.

- Chicas, ya esta listo el almuerzo. Venid adentro.

-¿¡YA!? -. Exclamó Nayraief, que se había impulsado a por Mythra. Su madre la había desconcentrado y había perdido el equilibrio, hasta caer. Aunque se levantó en un instante -. Jope, cada vez estaba más cerca de alcanzarte.

- Cada día mejoras mas y mas, ten por seguro que me lo vas a quitar .- Soltó, poniéndole la mano sobre la cabeza de la chica. Esas palabras hicieron que el Nayraief sonriera -. Bueno, entonces ya seguiremos otro día. Ve a comer y recupérate del esfuerzo.

La joven con una sonrisa fue corriendo hacía su madre, mientras Mythra se disponía colocar la pelota sobre la mesa y marcharse de nuevo a la Academia.


- Mythra, -. Se dirigía Maief a la chica, que estaba guardando la pelota en el cobertizo del patio -. ¿Te apetece quedarte a comer con nosotros? -. Propuso, y en ese momento Nayraief dio un salto de nuevo hacia fuera y gritó.

- ¡¡SIIIII... QUÉDATE. VENGA PORFI... Y ASI LUEGO TE PUEDO ENSEÑAR MI CUARTO O SEGUIR ENTRENANDO!! -. La euforia que mostró la pequeña sorprendió bastante a Mythra. No se imaginaba que podía causarle tantísima emoción.

- Aaaah... yo es que... -. Dudó por unos instantes, pero al percatarse de que el gesto de alegría de Nayraief iba cambiando a uno algo más triste, acabó cediendo -. Si no supongo ningún problema, acepto encantada.

- ¡¡Bieeeen!! -. Comenzó a gritar Nayraief mientras se acercó a agarrar a Mythra de la mano para enseñarle la casa. Sus manos pudieron conectarse gracias al entrenamiento con Miss Andrómeda tras el ataque de Clara. Poco a poco iba superando su gran temor -. Primero preparemos la mesa, luego comeremos y luego... Luego, te enseñare mi cuarto y después... ¡seguiremos entrenando!

Al pasar por el lado de Maief, esta le sonrió con mucho cariño. La casa de la familia de Jhin, era humilde y acogedora; no tenía mucho exceso de decoración y vivían con poco más de lo básico. Mythra ya había estado en varias ocasiones, pero nunca se había percatado de este detalle, algo que le extraño pues Jhin y Maief al tener un pasado tan glorioso podrían permitirse una casa con grandes lujos. Igualmente comenzaron a poner la mesa, mientras Maief preparaba los platos con la comida.

- Nayraief, muestra a Mythra el baño y lavaos las manos, que la comida será servida ya -. La joven obedeció a su madre, y guió a Mythra hasta el pequeño baño de la casa. Por el camino pudo ver numerosas fotografiás de toda la familia junta, de cada uno de los nenes de pequeños. Sin duda alguna, los siete eran una familia bastante unida. Cuando las chicas volvieron, Jhin ya estaba sentado en la mesa, sirviendo agua en todos los vasos.

- Muy buenas tardes -. Jhin se quedo sorprendido de ver a Mythra, la cual había confundido con su hija por unos instantes -. Vayaaa, Mythra, no sabía que estabas por aquí.

- La invité yo, que después de la paliza que se pega para entrenar junto con Nayraief, que menos que invitarla a comer de vez en cuando -. Dijo Maief colocando los platos sobre la mesa.

- Claro, puedes quedarte siempre que quieras Mythra, como si fuera tu casa. Te agradecemos mucho que te portes así con Nayraief. Ella... bueno, su instinto la pierde de vez en cuando -. Soltó con una mezcla jovial y desdén.

- Es que... yo ya estoy preparada para estar en la Academia .- De pronto, su semblante había cambiado y habló con total seriedad.


- Lo sé, cariño, pero no cumples la edad hasta este año entrante -. Jhin juntó sus manos y adquirió una pose semblante. Cambiando su voz a una mas seria, miró a Nayraief y Mythra -. Aunque ahora que caigo, estas haciendo trampas, Nayraief. Debo informar al personal de la Academia de que estas recibiendo clases de Mythra. Ella podría estar dándote información privilegiada de la escuela, ¿y sabes lo que eso significa, no?

- Jhin... no me digas que lo harás -. Maief, que terminaba de traer lo que faltaba de la cocina, se quedó paralizada en el sitio.

- Maief, ella es nuestra hija pero soy profesor de la Academia. Debo informar sobre esto.

- Mamá... papá me esta asustando. My... Mythra, ¿a que no pasa nada porque entrenemos?.- Se podía notar cómo crecía el temor en sus palabras.

- Pues no sé... yo pensaba que no -. Contesto confundida Mythra.

- Que no... papá... que yo no he hecho nada malo. No digas nada, ¿vale? Mythra no me ha dicho nada de la academia, ¿verdad? ¿¡verdad!?


- ¡ES BROMAAAA! -. Gritó de repente, entre todo el silencio y tensión. Nayraief se sobresaltó tanto que su silla se balanceó ligeramente hacia atrás. Sin embargo, Mythra suspiró aliviada e incluso sonrió por las quejas de la niña y las risas de los padres -. Jajajaja, anda, anda, que ya solo te queda un verano de por medio para entrar. Bueno, ¿qué tenemos hoy para degustar nuestro paladar?

- Pues hoy tenemos sopa de verduras y de segundo, tartar de buey.

- Ohhh seguro que todo está delicioso, que aproveche -. Jhin comenzó a comer.

- Papa... ya te vale -. Se quejó una última vez la hija y Jhin le sacó la lengua antes de dar otra cucharada a la sopa. Tras eso, cogió los cubiertos y se dispuso a comer.- Que aproveche.

- Que aproveche -. Añadió también Maief antes de comenzar con su plato.

Mythra por su lado estaba algo confundida todavía. Ella jamás había tenido la oportunidad de presenciar un momento familiar así, y también nunca había visto actuar al profesor Jhin de esa manera tan paternal. Fue en ese preciso instante cuando algunos recuerdos, que ella pensaba que habían sido borrados, volvieron a reproducirse en su mente.


La nevada estaba siendo bastante fuerte y los vientos tenían muchísima fuerza. Toda la casa temblaba cada vez que el viento azotaba las paredes con brutalidad, y dentro de esta, algunos copos de nieve se filtraban por los agujeros del techo. Uno de esos copos fue a caer sobre la nariz de una joven niña, que estaba abrazándose a sí misma para mantener el poco calor que tenía.

- Achis...

La pequeña tenía la nariz y sus mofletes totalmente rojas. Hizo el intento de levantarse varias veces hasta conseguirlo, con dificultad y apoyándose en la pared, se dirigió a otra habitación de la casa, la cocina. Fue sin hacer ruido hasta llegar a un cubo que estaba colocado en la esquina de la casa, puesto justo debajo de una tubería que llegaba hasta el techo de la casa. De el extremo inferior de la tubería goteaba algo de agua. Sedienta, cogió una cuchara, la pasó por el interior del cubo y se la llevó directamente a la boca. Repitió el proceso un par de veces más.

- ¿Pero quién coño te ha dado permiso para coger ese agua, niñata? -. Una voz grave sonó a sus espaldas, y golpeándola con una patada, la echó de vuelta a la habitación -. Es que me voy a cagar en toda tu puta vida, niñata ¿Así agradeces que tengas un techo donde poder vivir? Con ese constipado, bebiendo de nuestra misma agua ¡SIN DUDA ALGUNA, ERES UNA JODIDA ESTUPIDA, AL IGUAL QUE TU MADRE!

El hombre salió de la casa dando un portazo que hizo temblar aún más la pared del hogar. La niña, con lagrimas en los ojos, lloraba mientras tapaba su boca para no hacer ruido, pues sabía que si hacia mucho ruido, volverían a golpearla. Cuando el dolor físico pasó, se acercó a la esquina de la habitación y se tumbó, abrazándose a si misma nuevamente.


Entonces vio que una mujer entraba en la habitación. Caminó con dificultad hasta poder lograr apoyarse también en la pared. Para sorpresa de la niña, la mujer se arrodilló en frente a ella. Era una mujer joven, de menos de treinta años, pero por su ropas y la suciedad aparentaba más, además del aspecto de pordiosea. Su cabello era negro, al igual que sus ojos.

- Ma... má... Yo... lo siento... pero tenía sed... -. La niña miraba al suelo en todo momento -. Pe... perdón... por comportarme así...

Las lagrimas nublaron su visión, pero notó entonces el cálido tacto del abrazo de su madre.

- Perdóname, Lilith. Yo no soy como él. No puedo... no puedo, yo sola no puedo. Lo siento -. La mujer cogió a su hija sobre sus brazos y se recostó con ella -. Tienes mi cabello y su color de pelo...

La mujer comenzó a llorar, hasta que quedo dormida. La niña no recordaba haber estado tan cerca de ella como en esa ocasión. Esa noche fue la más feliz que había tenido en su memoria; sintió el calor y amor de su madre. Una persona que siempre le estaba mandando fuera de casa a por algo de dinero o comida, alguien que si no traía nada, la golpeaba y la llamaba inútil. Esta vez era la primera vez y la última que sentiría amor de esta persona. Al día siguiente, coincidiendo con el comienzo de mes, la pesadilla volvió y todo comenzó a ser como siempre.


- Mythra, ¿no te gusta la comida? -. Maief observó como la chica estaba con la mirada baja, donde tan solo se podía ver la mitad inferior de su cara. No fue hasta que notó que dos lágrimas caían del rostro de la chica que se levantó y se acercó a ella -. ¿Estás bien? ¿te pasa algo?

- ¿¡Mythra!? -. Nayraief también se levantó, pero lo hizo bruscamente y alarmada -. ¿¡Estás bien!? ¿¡ESTÁS BIEN!?

- Parad, parad, no la atosiguéis... -. Jhin dejó su silla también y se acercó pero para alejar a su hija, que casi parecía zarandear a la joven. El profesor se quedó mirándola, consciente de esta no había sido totalmente sincera con él.

- No es... nada.. jeje que tonta soy, me he acordado de algo y bueno, se me han saltado las lagrimas -. Contestó mientras trataba de limpiar sus lagrimas sin éxito, pues seguían saliendo más. Al sentirse el centro de atención, se separó un poco de la mesa y se puso en pie -. Mi familia... no estaba muy unida... y jamás compartimos mesa así. No tengo muchas vivencias como esta.

Sin decir ninguna palabra, Maief y Jhin se miraron. Seguidamente, la madre de familia se acercó a la chica y la abrazó. En ese momento, Mythra comenzó a temblar levemente e intentar quitarse con sutileza, pues su fobia aun estaba presente.

- No te preocupes Mythra. Ahora tú eres, por así decirlo, de la familia -. Dijo ella con dulzura. Fue a quitarse al notar que la chica estaba incomoda con el abrazo, pero ocurrió algo que sorprendió a ambas; con aquellas palabras, la chica se quedó quieta y calmada.

- Así es, todos somos una familia ahora -. Continuó Jhin, acercándose un poco más -. No solo nosotros, sino también tus compañeros de Academia, los demás profesores... No sé exactamente lo mal que has tenido que pasarlo, pero ahora estás en un lugar donde todos esos lazos de unión... te harán más fuerte -. De alguna forma, se pudo notar en la voz del profesor que hablaba con un significado más profundo de lo que decía, como si estuviese rebuscando también en sus recuerdos al decir esas palabras.

- Lo siento, yo no debería... no debería haber...

- No te preocupes -. Dijo de nuevo Maief.

A pesar del momento de amor que sintió con su madre aquella vez, esas palabras de Maief, tan cálidas y reconfortantes, ¿acaso podría llegar a verla como una nueva figura materna? Mythra no estaba seguro de ello, pero lo que sí que hizo fue secarse, esta vez con éxito, las lágrimas y sentarse.

- Bueno, bueno, sentémonos que nos enfría la sopa -. Soltó Jhin para romper el hielo y que todo volviese a la normalidad, cosa que consiguió con el paso de los minutos.


Tras la comida, Mythra pasó la tarde junto con Nayraief y su familia. Le enseñaron diversas de la familia y los lugares que habían estado. Jugaron juntos a un juego de mesa... Verdaderamente, sintió y vivió por primera vez lo que era estar en familia. El tiempo había pasado volando, la luna reinaba en el cielo estrellado.

- Ve con cuidado de vuelta -. Comentó Nayraief, que miraba desde el umbral de la puerta junto con su madre -. Y vuelve mañana, ¡que debemos seguir entrenando!

- Claro.. muchas gracias por todo el día de hoy.. ha sido increible.- La joven sonrió y Maief hizo lo propio como respuesta a la chica.

- Puedes volver siempre que quieras, esta es tu casa.- Aclaro con una sonrisa.

La joven se despidió de ambas y puso rumbo a la Academia.

Mientras caminaba rumbo a la Academia, inevitablemente comenzó a contrastar su pasado con el presente; como su realidad había cambiado, como ahora vivía en un constante ciclo de felicidad. Con cada paso que daba revivía los momentos con los seres queridos que en tan poco tiempo le habían echo olvidar el sufrimiento de su padrastro y su madre, de la droga... y, posteriormente, el infierno con Thomas Hook. La joven recordó cada momento que la habían cambiado y la habían traído hasta este punto. Había acabado de subir el ultimo escalón y estaba frente a las puertas de la Academia de Reposo de Taliyah.

- Estoy en casa...

- Llegas tarde, muy tarde -. En la entrada del recinto, apoyada en el marco de piedra, se encontraba Alexandra. La miró con su deje de superioridad en principio, pero seguidamente destensó su rostro y, en lugar de mirarla directamente, lo hizo hacia un lado -. Podrías avisar de que vas a desaparecer...

Mythra, decidida, se acerco a la chica, agarró sus manos y la miró a los ojos. Alexandra se sonrojó pero Mythra la obligó a mirarla a los ojos.

- Gracias por todo.

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