27 nov 2014

Diario de Sofía Óster, día 13...


Día 13:

Atravesar Fuerte Águila no es que fuera especialmente tarea fácil. Hay que tener resistencia para combatir el frío que provenía de la Cordillera Central. Incluso estando cerca del mar, el viento gélido calaba como si estuviera a dos mil metros de altitud.

Sofía no había traspasado nunca ese paso, cuando la llevaron a Tydoras fue por vía marítima, pero eso es ahora algo incluso más peligroso. "¿Seguro que más peligroso?" Pensaba ella mientras atravesaban el paso, miraba a la izquierda y veía piedra, roca y nieve hasta donde le alcanzaba la vista; Miraba a la derecha y veía un acantilado que debía de tener la misma profundidad que lo que las montañas tenían de alto, no se veía el mar... Una capa de niebla hacía parecer que el acantilado daba a un infinito abismo.

"¿Cómo podía estar el reino dividido en dos partes, cuya unión era un lugar tan peligroso de defender?" pensaba mientras cabalgaba ya que era lo único que podía hacer para desviar la atención de su entumecido cuerpo a causa del frío. "Si el enemigo se plantase en las montañas, no tendríamos ningún tipo de cobertura ahora mismo, y nos obligarían a luchar de espaldas al acantilado..." Una sensación aún más fría que la del propio viento le recorrió el cuerpo al pensar eso.


"No... ¿Por qué piensas eso ahora, Sofía? ¿Eres estúpida?" Se dijo a sí misma. Estaba viendo gigantes donde habían molinos, vale que la zona era poco segura, pero estaba controlada. Es cierto que los enanos abandonaron Der'go sin que supiéramos por qué, pero que no contemos con el apoyo de los enanos no quiere decir que la Cordillera sea ahora un lugar salvaje y desconocido para nosotros, como lo es el Bosque de los Inquietos.

"El Bosque de los Inquietos... ¿Cómo irán ellos?" Sin duda era un lugar más peligroso, mucho más, que este... "Al menos seguro que más cálido". Sofía desde siempre había sido muy friolera, su aptitud para la batalla era singular pero su cuerpo era más frágil que el de un soldado bien formado, por no hablar de los otros capitanes de la Guardia Real. Pero ella entró duro para estar donde está ahora... Miró al frente del camino y susurró "¿Lo ves, padre? Voy hacia allí convertida en mucho más de lo que tu serás nunca"

Eso le hizo recordar tiempos pasados, cuando ella huyó de los dominios de su casa cuando su Padre le dijo que no llegaría a nada en la vida y que no tendría ningún derecho dentro de la familia. Sofía, sumida en sollozos y lamentos, decidió armarse de valor y huir de allí, hacia el Este, un poco más allá de la frontera con los Fosteb.

Allí llevó una vida muy parecida a la de un vagabundo. Al menos tenía un trabajo en los establos, en un pequeño pueblo, que le daba para dormir en una cama de paja y comer dos veces al día. Pero pronto la ropa se le desgastó y no tenía dinero para comprar nuevas indumentarias; Y la espada... con la que tanto tiempo había soñado manejar, la sustituía con una rama que fue dándole forma con un cuchillo hasta dejarla recta y manejable. Sofía recuerda como un día, entrenando con dicha "espada" de madera en el bosque cerca del pueblo, se encontró con el que sería su compañero de aventuras desde entonces, hasta que Kengrey la reclutó para llevarla Tydoras.

Era un chico del poblado, menos tosco y vulgar que la gente que habitaba allí; Ella le dijo que se largase pero él se presentó con una rama similar a la suya y la atacó sin previo aviso. Sofía, que ya había aprendido por su cuenta artes básicas de combate, a escondidas de su padre, se defendía de manera aceptable ante aquel joven. Finalmente dejó de atacar y se presentó diciendo su nombre: Joseph...

- ¡Lady Óster!

La llamada del teniente la desvió de sus recuerdos. Volvió al presente, al frío. Miró a su teniente y vio que señalaba al frente. De entre la niebla se distinguía la forma de murallas, torreones y edificios. Habían llegado a la Puerta Garra Este y con ello, comenzaba el descenso hasta las verdes praderas de los Fosteb que con tanta nostalgia recordaba.

Estaba deseando salir de esa zona helada, así que sujetó firmemente las riendas con su mano derecha y con la izquierda volvió a revistar el cartucho que contenía el pergamino con la Orden Real de Kengrey. Sofía sonrió. En el pergamino se decretaba la orden de que Lady Sofía Óster, capitana de la Guardia Real de Tydoras y líder del ejército de rescate del Este, quedaba al mando de todas las casas implicadas en el ataque de los Piratas. Eso incluían las casas Azal, Bale, Les Roses y Óster... No le gustaba la idea de pisar su tierra de nacimiento, pero en cambio, comandar a los ejércitos de su padre desde Les Roses... No podía esperar para ver su reacción.

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