25 sept 2015

El corazón de la guerra, el corazón de fuego (Parte 4)

- ¿Qué... es este lugar? -. Preguntó Joseph sin perder la compostura sobre su rehén, Raphael Óster.



- Este sitio lo ideó Chris Warfield para mantener oculto todo lo que necesitáramos proteger... -. Murmuró él con un tono más tranquilo.

- Proteger ¿Eh? -. Joseph se aseguró de recordar a Raphael que tenía una daga en el cuello y lo hizo apretándola levemente -. Hablas del cadáver de Sofía como si fuese un tesoro.



Raphael prefirió no decir nada. Estaba sufriendo del dolor en su muñón quemado, indeciso y desesperado. Caminó por los pasillos de la mazmorra interna del pabellón, la cual estaba iluminada por parejas de antorchas cada diez metros, dejando paso a franjas oscuras entre cada una de ellas.

- Tu hermana... ¿Qué es? -. Preguntó él. Joseph reflexionó dicha pregunta antes de responder.

- Ni yo mismo se muy bien lo que es... Cuando era un niño, mis padres la encerraron y la aislaron de todos nosotros. Por aquel entonces no le daba mucha importancia pero ahora entiendo el por qué. La veían como una anomalía y debido a que no teníamos mucho dinero, no pudimos viajar a una ciudad a buscar opinión experta sobre sus poderes... -. Joseph siguió registrando entre sus recuerdos -. Ahora lo entiendo... Tengo una imagen de una noche...

- ¿Una imagen? -. Preguntó Raphael curioso. A pesar de que eran máximos enemigos, la charla le ayudaba a distraerse del dolor y los sudores fríos.

- Sí... No se por qué mi mente omitió todo lo que ocurrió aquel día. Solo recuerdo... Fuego...

- ¿Fuego? Desde una edad tan temprana... Son pocas las personas que nacen con poderes innatos en su sangre... Tu familia debió tener raíces ancestrales y esa energía mística surgió en tu generación... En ella.

- ¿Mi familia teniendo un enlace con poderes perdidos? -. Joseph se mostró algo incrédulo ante tal suposición. Siempre había visto a sus padres y todo lo que rodeaba su infancia dentro de la más absoluta normalidad y mediocridad, cosa no muy extraña para lo que ellos llamaban "Hijos del Barro"

- No es demasiado extraño. Los poderes pueden surgir de repente en una generación tras cientos sin mostrar signos aparentes. Además, tú también tienes un potencial increíble... Conozco al Comando Tormenta y ninguno sabe utilizar tan bien la Marca del Maldito en cuanto a aplicación, duración y precisión como tú... Aunque lo tuyo simplemente puede ser fruto del entrenamiento, lo de tu hermana es único...

- ¿Por qué te ha dado tanta curiosidad por ella? ¡Sigue caminando! -. Exigió Joseph tras recordar en la situación en la que se encontraban y recuperando la atención en la mazmorra después de que segundos antes estuviese sumergido en sus recuerdos.

- Solo digo que... Más te vale que sea fuerte... -. Comentó Raphael con un hilo de preocupación que Joseph lo interpretó como burla.

- ¿Qué quieres decir?

- Que esos tipos de ahí fuera... Son monstruos... No creo que estén al mismo nivel de Chris Warfield...

- Bueno... -. Se intentó consolar Joseph -. Si ellos son monstruos, mi hermana entonces también lo es...
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Tras conjurar esas palabras, el fuego que emanaba de Lyad se apagó y volvió a su apariencia normal. Intacta.

- ¿Qué? -. Preguntó el joven rubio algo desilusionado -. Me esperaba algún poder verdaderamente aterrador tras semejante conjuración... En fin...

- Cuidado, Valerian -. Le aconsejó la mujer -. Su técnica ya ha comenzado.

- ¿Eh? ¿Qué téc...

Pero Valerian recibió un puñetazo de lleno en su cara, un puñetazo bañado en llamas que le arrancó medio rostro de un solo impacto. La mujer y el tipo de la máscara reaccionaron impresionados ante tal demostración de velocidad que había efectuado Lyad.

- Es rápida... Je... -. Murmuró el de la máscara.

Lyad cogió el cuerpo de Valerian con una sola mano y lo bañó en fuego para calcinarlo.

- Uno menos ¿Quién sigue? -. Amenazó mirando al resto.

- ¿Te encargas tú entonces... -. Preguntó la mujer sin dejar de mirar a los ojos a Lyad-. ...Valerian?

- ¿Qué... -. Preguntó ella mirando al cuerpo en llamas. Rápidamente intentó analizar la situación formando un sello con una sola mano para conjurar una cúpula de unos diez metros alrededor suya.

No es una ilusión... Es un cuerpo real... 
No pierdas la calma, Lyad. Esta cúpula también detecta a cualquier individuo que entre en su rango, no podrá sorprenderme.

Pero de pronto una voz suya apareció de la nada, en su espalda.

- Qué remedio...

Se trataba de la voz de Valerian. Lyad se giró intentando reaccionar a ese suceso inexplicable pero era demasiado tarde.

- ¡Te la devuelvo! -. Valerian le propinó un puñetazo que aunque Lyad bloqueó con su brazo, la fuerza del impacto la hizo volver al lugar donde conjuró su hechizo de Sulfuras, en la puerta del pabellón -. Eso ha dolido ¿Sabes? Y quemado...

Lyad se incorporó rápidamente y analizó la situación con la mirada. Allí estaba él, intacto enfrente suya. Miró más allá y vio el cuerpo, todavía seguía ardiendo, ya casi era cenizas.

- Oh, esto... No te preocupes. Lo disipo -. Valerian chasqueó los dedos y el cuerpo en llamas desapareció.

¿Qué... 
Estoy segura que no era una ilusión... ¿Qué tipo de técnica usa entonces? 
No parece que los otros dos estén interesados en luchar. Solo me tengo que concentrar en un solo objetivo.
Ha dicho que le ha dolido mi puñetazo... Pero ha salido de la nada en mi espalda... 

- Bueno ¿Vamos a seguir con la pelea o solo quieres quedarte ahí pensativa? -. Interrumpió Valerian su análisis -. Oye, Aleindra, Riddle...  Seguid a Raphael ¿No?

- Yo iré -. Se ofreció Riddle. Saltó de la tienda desde la cual observaba todo el espectáculo y fue tranquilamente a la entrada.

Intentará atacarme Valerian para que Riddle pueda entrar. En ese caso... 

- ¡Técnica ígnea! ¡Abrazo del Fuego! -. Conjuró en un instante y el pabellón fue rodeado en una esfera de fuego perfecta -. Si queréis entrar, vais a tener que esforzaros más.

- Vaya... -. Suspiró Riddle resignado -. En fin, Valerian. No tardes demasiado -. Y volvió a subirse a la misma tienda donde estaba hace unos segundos.

- Pues bueno, vamos a empezar a pelear de verdad ¿No? -. Propuso Valerian mientras ejercitaba su brazo derecho en círculos. Lyad lo miraba con impasibilidad -. ¿Qué me dices? ¿Le damos caña? Hacía tiempo que no luchaba en... ¿Eh?

Lyad de repente desapareció. Con una velocidad sorprendente se colocó en la espalda de su contrincante preparada para asestar otro golpe bañado en fuego. Esta vez Valerian reaccionó a tiempo esquivándolo con un movimiento parecido a una acrobacia de circo. Parecía casi como si fuese capaz de esquivar a Lyad con tanta facilidad que lo hacía burlándose de ella. Valerian se giró y colocó su mano de manera que la apuntaba con los dedos índice, corazón y pulgar. Lyad se preparó para cargar nuevamente, sin embargo tuvo que esquivar finalmente la acometida de su enemigo. Este le lanzó unos proyectiles translucidos que no llegaron a impactar en su objetivo gracias a la gran velocidad de la sacerdotisa.


¿Proyectiles mágicos? ¿Me está subestimando?

- ¿Ha sido capaz de esquivar los proyectiles de Valerian? Impresionante -. Puntualizó Aleindra.

Lyad reculó hasta asegurarse de que había esquivado del todo el ataque de su enemigo. Tras eso llegaba el momento de su contraataque. Ahora fue ella la que apuntó a Valerian con su mano, como si fuese una pistola. De la punta de su dedo índice surgió una pequeña llama, pero ella esperó. Se concentró para que amplificar el poder de su técnica y la llama se condensó hasta que simplemente era una extraña esfera de color naranja. Entonces disparó, varias veces. Valerian demostró que también tenía un gran nivel de velocidad esquivando todas y cada una. Pero Lyad contaba con eso para su siguiente movimiento.

- Estúpido... Has caído en su trampa -. Se fijó Aleindra.

De todos los impactos fallidos de Lyad, de todas las pequeñas explosiones que provocaban esas extrañas esferas naranjas, surgía un buen bloque de humo de los restos quemados del suelo. Lyad se aseguró de disparar estratégicamente de manera que Valerian quedase en el centro del humo. Y antes de que saliera, ella fue a por él. Con su cúpula aún activa podría detectarlo con facilidad y golpearle de lleno. Se acercaba... Estaba a punto de golpearle... Esta vez sí...

Pero Valerian la esquivó sin problemas.

Lyad se quedó atónita y sin respuesta posible. Valerian agarró su brazo que estaba destinado a darle el golpe de gracia y tiró hacía él para desequilibrarla. Tras eso la cogió del cuello y la alzó con una fuerza impresionante. El humo empezaba a disiparse.

- Eso ha sido divertido. Pero sigo decepcionado si esto es todo lo que tienes... -. Sentenció él.

Y aunque Lyad intentó apartarse, Valerian atravesó de una estocada con su mano derecha el pulmón derecho de la sacerdotisa.

- Eres buena -. Reconoció su enemigo -. Te has movido lo suficiente para evitar un punto vital -. Pero dicha mano derecha se sumergió en un dolor abrasador -. ¿Qué...

De la herida en el pecho que tenía Lyad no surgía sangre, sino fuego. Valerian la soltó rápidamente y observó estupefacto mientras sujetaba férreamente su mano herida como el agujero del pecho de Lyad era un cúmulo de fuego que se cerraba poco a poco. Parecía como si el fuego en lugar de consumirla, la estuviera regenerando.

- ¿Qué poder es ese...? -. Preguntó sorprendido por su desconocimiento.

- Es el poder que conjuró al principio -. Se anticipó Aleindra antes que nadie -. No debes confiarte, Valerian. No se que clase de hechizo está usando pero desde luego no es alguien normal.

- ¿Necesitas ayuda? -. Se burló Riddle.

- Estoy bien -. Aseguró él. Respiró hondo para calmarse y mantenerse sereno en el combate -. Parece que los dos escondemos ases en la manga. Esto empieza a parecer más un combate de verdad... -. Sonrió hasta el extremo -. Un combate entre monstruos...

Lyad prefirió no comentar, se lanzó de lleno a por su enemigo con otra gran carga. Valerian conjuró nuevos proyectiles mágicos pero la sacerdotisa no se molestó esta vez en esquivarlos. Cada uno de ellos atravesaron su cuerpo como si toda ella fuese una gran acumulación de fuego, imposible de cortar, atravesar o impactar. Valerian retrocedió pero Lyad fue más rápida. La sacerdotisa transformó su brazo derecho en una gran bola de fuego, que separó de su cuerpo y lanzó hacia su objetivo. El ataque pilló a su enemigo en mitad de un medio salto así que no podía maniobrar para esquivarlo.

- Solo puedes intentar bloquearlo -. Susurró Lyad.

Valerian cruzó sus brazos para protegerse y la bola impactó generando una gran explosión que se llevó por delante varias tiendas alrededor. El cráter que generó fue bastante considerable para una simple bola de fuego y en él aún seguía ardiendo restos de los materiales de las tiendas de campaña y sus alrededores. Lyad observó su brazo derecho, tenía ardiendo el muñón de su brazo al comienzo de su hombro y se regeneraba, pero lentamente.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? -. Se escuchó decir a Valerian desde el interior de la ahumadera, en el centro del cráter. Poco a poco se veía su silueta saliendo de él, caminando tranquilamente y sin ninguna herida -. ¿Por qué esquivaste mis proyectiles si no tienen efecto en ti?

- Pues... -.Lyad sonrió -. Por la misma razón por la que tu esquivaste mi puñetazo cuando... -. Le miró de arriba a abajo, se encontraba perfectamente. Ni siquiera su ropa estaba chamuscada -. Tampoco tenía efecto en ti.


- Interesante... Esto se ha vuelto muy interesante -. Alabó Valerian -. Parece que los dos tenemos una gran capacidad para evitar la muerte. Este combate promete... Voy a tener que usar mi verdadera capacidad ofensiva.

- Lo siento, pero... No te voy a dejar contraatacar.

Valerian no tuvo tiempo ni para asimilar la frase de Lyad. La sacerdotisa movió su muñón como si aún tuviese brazo derecho y una de las llamas que había en el suelo del cráter se extendió hacia su enemigo, el cual pudo esquivarlo justo en el último momento. Lo que no se esperó es que del propio fuego surgiese el brazo derecho de Lyad para intentar golpearle. La mano de la sacerdotisa, una vez más imbuida en fuego, se acercaba al rostro de Valerian para acertarle y entonces... Sin efectuar ningún sello ni nada parecido, este desapareció y apareció al instante unos metros atrás, suficiente para que el puñetazo no le alcanzara y el fuego volviera a su lugar.

- ¡No es suficiente! -. Gritó Lyad sin rendirse.

Separando su mano del brazo como hizo anteriormente, la lanzó velozmente como un proyectil que esta vez, Valerian si que no pudo esquivar y le impactó en el pecho de la túnica de gala, prendiéndole. Este se dedicó a intentar apagar el fuego de su vestimenta pero comprobó que era inutil.

- No conseguirás apagar las llamas de mi señor fácilmente.

Valerian no tuvo más remedio, tuvo que quitarse la parte superior de la ropa para evitar que le consumiese entero. Parecía bastante enfadado, sin embargo analizó en voz alta mirando a cada una de las llamas que tenía a su alrededor.

- "Sulfuras: Mano Extinta" -. Citó él recordando la conjuración de Lyad -. Por lo que puedo deducir, tu cuerpo entero se transforma en una gran concentración mágica de fuego, por eso las llamas alrededor tuya desaparecieron cuando lo conjuraste. Puedes usar ese fuego tanto defensivamente para evitar mis ataques... Ya que sería como si intentase cortar el propio fuego... Como ofensivamente, transformando tus extremidades en bombas de gran poder.

- Un gran análisis, pero...

- No he terminado -. Interrumpió él -. El fuego a tu alrededor actúa como extensión de tu propio cuerpo, pudiendo "teletransportar" tus extremidades a las llamas que estén cerca mía para abrir una brecha en mi defensa...

- Desde luego -. Susurró Aleindra para que solo la escuchase Riddle -. Es un conjuro muy extraño... Casi pareciera como si...

- Todas estas características -. Continuó Valerian -. Coinciden con uno de los pilares de los Eternos... Rojo Incandescente... ¿De ahí viene tu poder?

- Te equivocas -. Corrigió ella -. Este poder no tiene nada que ver con los Eternos... Este poder me lo da mi propio señor, Ragnaros... -. Lyad hablaba al mismo tiempo que meditaba su propio análisis en silencio, al contrario de Valerian.

Tiene un poder que le permite escaparse de los golpes fatales que le doy... 
Mi puñetazo de fuego inicial y mi bola de fuego de antes le habrían dejado en muy mal estado, pero siempre ha salido ileso con "algo" que él usa.
Sin embargo, el puñetazo que le intenté dar cuando le bloquee su visión lo esquivó ¿No era mejor que usase de nuevo su poder para sorprenderme? 
Además, este último impacto le ha obligado a que pierda la parte superior de su ropa en vez de aparecer de la nada como hizo al principio... 
Puedo deducir entonces que "ese" poder no puede utilizarlo siempre que quiera...

- Sin embargo -. Valerian se lanzó al ataque mientras pronunciaba esas palabras. Iba corriendo pendiente arriba para salir del cráter. Lyad saltó hacia atrás para rehacer las distancias pero este usó su velocidad para recortar espacio y así efectuar una patada. La sacerdotisa la esquivó sin problemas agachándose, pero justo cuando evitó el golpe algo impactó en su cara y la derribó en el suelo arrastrándola varios metros hacia atrás. Valerian se recompuso y continuó hablando -. Dejas muy claro cuál es tu punto débil, Lyad. Eso de ahí es sangre ¿Me equivoco?

Valerian no se equivocaba. Lyad se reincorporó y de su boca salía un hilo de sangre que intentó limpiarse con su mano izquierda. Por alguna razón el fuego no absorbió el impacto, alguna razón que Valerian había comprendido al instante.



- Ya veo -. Habló en voz baja Aleindra conversando con Riddle -. Así que ese es su punto débil...

- No entiendo nada -. Admitió Riddle llevándose una mano a su enorme mata de pelo en la cabeza -. ¿Qué ha pasado?

- Valerian ha analizado el poder de Lyad tras observar sus movimientos, por eso ella no esquivó los misiles arcanos al principio. Quería ocultar su poder todo lo que podía -. Explicó Aleindra. Esta observó que Riddle seguía sin entender nada haciéndose notar que las artes arcanas no eran lo suyo -. Cuando alguien usa un poder que va a usar como columna en el combate, intenta siempre ocultar su punto débil para así seguir manteniendo la ventaja. La habilidad de Lyad es impresionante pero tiene un gran fallo...

- ¿Qué fallo?

- Que nosotros, al menos Valerian y yo, somos grandes observadores de la materia arcana. La principal diferencia entre un maestro y un alumno que tienen el mismo potencial es la diferencia de experiencia en combate. Igual pasa aquí. Y a diferencia de Valerian, Lyad no ha descubierto aún cuál es su punto débil.

- ¿Pero por qué le ha conseguido herir? -. Riddle se estaba poniendo de mal humor consigo mismo porque seguía sin entenderlo.

- Es sencillo. Cuerpo de Fuego y Uso del Fuego. Así podríamos definir las dos habilidades principales del conjuro que realizó antes Lyad, al menos las dos que ha mostrado por el momento. Cuando usa la primera, puede evitar que la hieran transformando su propio cuerpo en llamas, que se regeneran rápidamente; Cuando efectúa el Uso del Fuego, Lyad puede usar ofensivamente sus extremidades para generar una gran capacidad ofensiva, pero... Mientras hace eso no puede usar el Cuerpo del Fuego. Valerian lo notó al observar que su brazo derecho se regeneraba muy lentamente, al contrario que cuando la atacó y fue atravesada por sus proyectiles mágicos y Estocada Arcana...

Lyad estaba desconcertada y algo nerviosa. Su enemigo no solo había descubierto el punto débil de Sulfuras sino que también pudo llegar a impactarle de una forma muy extraña.

Esquivé su golpe y sin embargo recibí un impacto de lleno en el rostro... ¿Cómo es posible? ¿Qué ha hecho? No he visto que conjurase nada, ningún sello. 
Al igual que cuando se teletransportó antes unos metros hacia atrás... Tampoco hizo sellos... Ni pronunció palabra alguna... 

Odiaba admitirlo pero estaba contra las cuerdas y lo peor de todo es que no sabía si los dos enemigos restantes tendrían la misma fuerza que Valerian... O podrían ser incluso más poderosos. Tenía que reservar sus fuerzas para poder luchar contra todos, para darle tiempo a su hermano y que cumpla el cometido que le ordenó su señor. Cuanto más poder mostrara, más difícil sería después luchar contra los demás si estos sabían a que se enfrentaban...


- Hombre, hermano... Por fin has llegado -. Dijo Valerian a alguien que se encontraba detrás de Lyad. Esta se giró y vio como un hombre joven, con la piel azulada y el brazo derecho "atrapado" en un gran caparazón metálico andaba lentamente hacia el pabellón donde había entrado Joseph.

¿Qué intenta hacer? Mi fuego no se puede disipar a menos que muera... Y si consigue pasar no parará de arder hasta que le consuma. 

Sin embargo y para aumentar los problemas de Lyad, esta vio como dicho sujeto atravesó la barrera sin disiparla pero tampoco sin ser prendido por las llamas. La sacerdotisa perdió del todo los nervios y la concentración en su pelea, porque fue a una gran velocidad a por él antes de que consiguiera entrar.

- No tienes tiempo para mirar a otro lado -. Escuchó decir a Valerian desde su izquierda. Este la había perseguido y le propinó una tremenda patada que a pesar de que Lyad la bloqueó con su brazo, no pudo hacer mucho más para que saliera despedida varias decenas de metros atrás arrasando con numerosas tiendas de campaña y dejando un surco de destrucción en el suelo. Valerian miró de nuevo a su hermano y le dijo -. Se sienten bien tus nuevos poderes ¿Eh, Bryan? Ninguno de nosotros podríamos atravesar eso.

Sin embargo, Bryan Tackle entró sin decir palabra. Se encontraba dentro del pabellón.

- Joder... Qué callado se ha vuelto desde entonces. En fin... -. Valerian se giró para observar el rastro de destrucción que había ocasionado su potente patada -. Creo que me he pasado... Al fin y al cabo, sigue siendo una chica.

Lo siento, hermano... No he conseguido protegerte. Sal vivo de ahí dentro, por favor...

Yo...

Yo...

Yo... Estoy acorralada... Estos tipos son más fuertes que Chris Warfield... No quería mostrar más de mi poder porque aunque consiguiera acabar con uno, los otros sabrían contrarrestarme, pero ya da igual... Han entrado... Así que... 

- ¡Técnica Ígnea! -. Se escuchó gritar a Lyad -. ¡Núcleo del Exterminio!

- ¿Otra técnica más? -. Preguntó retóricamente y aburrido. Sin embargo Valerian recobró la tensión del combate cuando vio lo que empezó a ver... -. Parece que con uno solo no voy a tener suficiente ahora... ¡Doble!

Date prisa... Hermano.


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- Hemos llegado -. Anunció por fin Raphael parándose finalmente en una puerta de las cientos que tenía esa mazmorra subterránea -. Es aquí.

- Abre la puerta y entra despacio...

Raphael giró la manivela para abrir la compuerta. Dentro estaba totalmente oscuro, así que Joseph usó su aptitud ígnea para iluminar la sala, encendiendo las dos antorchas que había a cada lado de la habitación. Ató la única mano de Raphael a uno de los candelabros de la pared. Luego se fijó en el fondo de la habitación donde la luz no llegaba bien pero generó una llama en su propia mano y apuntó hacia delante suya.

Cuando ya pudo ver lo que había allí, por primera vez en su vida Joseph perdió la fuerza en su interior. Sintió como si las piernas le fallasen; Sintió como si la lanza, que tan bien manejaba, le pesase de repente diez veces más... Cayó al suelo, de rodillas y se pegó a los barrotes de aquella mazmorra.


Allí se encontraba, todavía esposada a los grilletes de la pared, el cuerpo de Sofía Óster. Su pelo, normalmente rubio brillante estaba azotado por el polvo y la suciedad de la mazmorra. Su piel estaba ennegrecida por la mugre y la sangre seca. Tenía una enorme cicatriz que ascendía desde su torso hasta la cara. Y en lugar de estar de estar vestida con su armadura propia de un miembro de la Guardia Real, llevaba unos harapos rotos y amarillentos...  Su rostro, a veces firme y estricto pero también alegre y feliz, síntoma de que venció la oscuridad de su pasado... Ahora estaba inmóvil, inerte, inexpresivo...

Joseph no pudo evitarlo. Sabía que su hermana estaba ahí fuera juzgándose la vida, sabía que no tenía tiempo que perder, pero no pudo tener fuerzas para contener las lágrimas que resbalaron de sus ojos.

- Sofía... Lo siento... Yo... Yo... Te fallé... Los dos teníamos un gran futuro juntos... Los dos logramos salir hacia delante... Los dos logramos romper la maldición de nuestro destino... Entrené duro para estar a la altura... Para protegerte... ¡Y no pude!... ¡Fui débil!... -. La voz de Joseph se inundó en un mar de lágrimas que no le dejaba hablar más.

Y entre su profunda tristeza, el dolor interno de su corazón, el dolor aún latente de su brazo derecho, el cansancio, la fatiga del combate, su vista vidriada por las lagrimas... Entre todo eso, creyó ver como la pierna de Sofía se movía un centímetro... No... Se movía un milímetro. Joseph dejó de llorar en un instante, como si acabase de recibir un infarto... Un fuego en su interior le dio fuerzas para levantarse.

No... No puede ser... 

Agarró la puerta de la celda con una sola mano y la arrancó con una fuerza impresionante, como si la vida le fuese en ello. Se acercó al cuerpo de Sofía. Estaba tan nervioso que tuvo que intentar calmarse para intentar escuchar algo, ya que solo escuchaba en su cabeza los latidos de su corazón como si le martilleasen continuamente. Tomó aire lentamente para relajarse y le puso los dedos en su cuello...

Y entonces... Lo notó...

Sofía Óster estaba viva.

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