31 jul 2019

Avalancha


La ventisca no parecía tener fin, como ya bien demostraba con la fuerza del viento haciendo tintinear las persianas y los cristales. Tampoco la nieve daba tregua. Las calles se encontraban abarrotadas del blanco manto, con poco margen durante el día para que alguien pudiese apartarla a los lados y facilitar la circulación de transeúntes o vehículos. Aunque durante aquellos días el temporal parecía la menor de las tormentas, ya que cada uno tenía su propio vendaval de problemas. Desde el exterior, Maret seguía siendo un poblado tranquilo que aguantaba como podía el insólito clima de aquella zona, pero en el interior de una de las viviendas alguien caminaba a toda prisa de un lado a otro.

- Comida, cadenas para las ruedas puestas, gasolina... ¿dónde tengo el bidón de gasolina? -. Se preguntaba, mirando de un lado a otro entre todo el montón de utensilios que había acumulado en la mesa y en el sofá y que había traído de otras habitaciones.

Rebuscó sin mucho éxito y rechistó a modo de queja. Por tercera vez aquel día se dispuso a coger su abrigo para salir de la casa debido a que el cuartillo de las herramientas se encontraba en el patio, cerca de la valla que delimitaba su propiedad. Efectivamente, no tuvo que rebuscar demasiado, allí se encontraba el bidón de gasolina. Tras asegurarse de que se encontraba lleno hasta el tope aprovechó para ir al garaje, cargarlo en el vehículo y volver al interior. Esta vez pasó de largo por el salón y fue hasta una habitación contigua a la cocina, cuya puerta había ocultado arrastrando un mueble hasta colocarlo enfrente. Después de apartarlo nuevamente y llamar un par de veces, entró.

- ¿Stille? ¿Estás lista ya?

La chica se había puesto toda la ropa de abrigo que le compró su hermana cuando llegaron desde el laboratorio abandonado de vuelta a Maret. Además, Sohn le había dado una de sus bufandas pero al ser de un hombre adulto, le estaba bastante grande a Stille, lo que provocaba que se los extremos se le cayesen hasta por debajo de la cintura, aparte de que le cubría la mitad de la cara. En cuanto Sohn "Jacketto" entró a preguntarle, se incorporó y cogió su mochila, a lo cual asintió.

- Bien. No tardaremos en salir. Va a ser un viaje largo.

En ese preciso instante, ambos escucharon el timbre de la casa. El recluta alzó las manos como gesto para tranquilizar a una sobresaltada Stille, mientras salía, cerraba la puerta y volvía a colocar el mueble tapando la entrada.

Ya era la segunda vez que llamaban en dos días, y aunque esperaba que sucediese aquella segunda llegada, no imaginaba que fuese tan pronto. Tuvo que pensar rápido mientras escondía debajo del sofá muchas de las cosas acumuladas en el salón para disimular sus verdaderas intenciones. Al final, llegó a la conclusión de una sola idea que podría ser viable para darle unos minutos.

- Señor Wallenberg, somos la guardia Lumi -. Escuchó del otro lado de la puerta decir a un hombre adulto.

- ¡Enseguida voy! -. Gritó él mientras llevaba a cabo su plan.

Un minuto más tarde y después de las continuas insistencias al timbre de la guardia Lumi, Sohn abrió. Se encontró con los dos mismos soldados que llamaron ayer a su puerta. No obstante, ellos no esperaban encontrarse al propietario en aquel estado. Sohn estaba desnudo, sólo tapado por una especie de delantal de goma gruesa, máscara de gas y una vaporeta en su mano. Además, salía un olor extraño del interior de la casa.

- Ehm... señor Wallenberg, traemos la orden judicial para registrar la casa, tal y como usted...

- Ah... -. Sohn se quitó la máscara y se hizo el soprendido, mirando la hoja que le acababan de enseñar los soldados donde se indicaba que, efectivamente, tenían el permiso otorgado por Beatrice debido a su rango de jurisdicción para poder registrar su propiedad -. ¿Esperáis a que me vista y que tape las cañerías? Es que me habéis pillado desatascando las de la cocina...

- Lo siento, tenemos prisa -. Insistió el que parecía el mayor de los dos, con una mirada agria y un tono áspero. Puso un pie en el umbral de la puerta pero entonces el olor se intensificó y tuvo que taparse la nariz -. Joder, ¿pero qué tiene ahí?

- Estoy en el proceso de identificación. Yo creo que se trata de los restos de lasaña de cuando me puse a fregar...

- ¿¡Y tiene que hacerlo desnudo!?

- Es que entre que así no mancho la ropa y que me he pasado con la calefacción, pues ya ve usted...

- ¡Va, va, va...! ¡Tape ese olor, eche ambientador y vístase! Le damos tres minutos.

- Claro, oficiales. Vuelvo de inmediato.

Y con aquello, cerró la puerta e instantáneamente volvió a vestirse. Cogió lo que pudo de toda la masa de utensilios que había amontonado en el salón y lo metió en la mochila hasta que ya no cabía más. No había mucho tiempo para seguir diciendo así que volvió a la habitación donde estaba Stille y, tranquilizando a la chica, la agarró de la mano para sacarla de allí. Fueron hasta el garaje y empezaron a amontonar cosas en el remolque del vehículo, mientras que Stille esperaba con los dedos entrecruzados en el asiento del copiloto. Sohn se subió finalmente y se dispuso a arrancar el coche, pero no lo consiguió debido al frío.

- Pero si el puto vehículo es casi nuevo, joder...

- ¿¡Señor Wallenberg!? -. Escuchó gritar de fondo al soldado de la guardia Lumi. Sin duda, se habían enterado del sonido del motor.

Lo intentó un par de veces más sin que hubiese novedad, hasta que escuchó el estruendoso ruido de la puerta principal de la casa siendo derribada.

- Joder...

Sohn salió del coche, cogió su lanza y abrió la puerta del garaje que daba al pasillo de la planta baja de la casa. Por ahí llegaban corriendo ambos miembros, que se detuvieron ipso facto cuando, desde el ángulo de visión que tenían desde el pasillo hacia el garaje, vieron a la chica que estaban buscando. Uno de ellos dio un par de pasos hacia atrás mientras sacaba un walkie-talkie.

- ¡Necesitamos refuerzos en el domicilio de Sohndij Wallenberg! ¡Hemos localizado a Stille! ¡Repito, hemos localizado a Stille!

Mientras solicitaba la ayuda, el compañero del soldado de la guardia Lumi se encontraba en combate contra Sohn. El espacio era reducido como para manejar una lanza, a diferencia de la espada larga que empuñaba su rival. No obstante, Sohn se las ingenió para propinar un par de patadas y terminar de entrar al pasillo. Con un golpe certero con la madera de la lanza en la cabeza de su rival le dejó grogui y se dispuso a enfrentarse al otro. Este se había anticipado, dejando caer el walkie-talkie para agarrar el manga de la lanza e intentar desarmarle. Pero el chico soltó su arma, y con la inercia, el guardia Lumi se tambaleó hacia atrás, perdiendo el equilibrio. Cosa que aprovechó Sohn para poder agarrarle de la cintura y tirarle encima de la mesa, que se rompió en dos con el cuerpo del soldado atravesándolo.

Recuperó su lanza y volvió rápidamente hasta el vehículo. Stille seguía nerviosa pero no se había movido ni un centímetro de su asiento. Empezó de nuevo a intentar arrancar el vehículo.

- Venga... venga... ¡venga, joder! -. Perdió la paciencia, golpeando el volante. Su casa no estaba demasiado lejos del cuartel, así que los refuerzos de la guardia Lumi estaban al llegar.

Entonces, tras otros tantos intentos, lo consiguió. Al mismo tiempo, escuchó el ruido de vehículos que llegaban desde el otro lado de la calle. Iban a por él. Los miembros de la guardia Lumi estaban llegando al domicilio y estaban preparados para acorralar a Sohn. Pero la puerta del garaje se hizo añicos y el vehículo salió a toda prisa de allí, con un derrape se incorporó al sendero de nieve y se alejaba a toda velocidad.

Pero la guardia Lumi no se rindió. Pisaron el acelerador, dispuestos a seguirles.

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- Señor, ¿se encuentra bien?

- Sí. No se preocupe, recluta.

- Pero sus heridas... ¿Necesita...

- He dicho que me encuentro perfectamente bien -. Atajó con autoridad, a lo que su ayudante tragó saliva y llevó a cabo una inclinación antes de retirarse.

Se encontraban en un campamento que habían formado de manera improvisada debido a los últimos acontecimientos. Cerca del camino real, con varios vehículos cerrando el cerco para frenar el viento y disponer de cobertura en caso de ataque, junto con varias carpas levantadas para disponer de una zona de descanso, también una con una mesa plegable desde la cual discutían los siguientes movimientos a llevar a cabo. Pero mientras sus hombres estaban discutiendo sobre los movimientos del enemigo y de sus objetivos, él se encontraba sentado en un banco de madera, con un cigarro que acababa de encender mientras veía como la sangre de sus heridas goteaba desde sus brazos hasta caer en la nieve.

- ¿Quién iba a imaginar que serían dos? -. Se quejó con una sonrisa amarga, mientras le daba otra calada al cigarro. A partir de entonces se quedó en silencio, tan sólo escuchando a sus subalternos debatir desde unos metros más allá.

- Los últimos informes datan que vehículos de los Evo Raiders han pasado por la ruta secundaria de las Colinas Volta.

- ¿Estás diciendo que han campado por sus anchas por dónde según nos consta, están los alumnos que tenemos localizados?

- Quizás los alumnos se han retirado...

- Eso o... han sido atrapados por los Evo Raiders.

- ¿¡Qué!? Si eso es cierto... entonces hemos fracasado.

- Aún no. Tenemos que rescatar a esos alumnos, hayan sido atrapados o no. Nos internaremos en las Colinas Volta por este sendero de aquí, y avanzaremos por este sendero para explorar la zona.

- Sí, señor Isac.

- ¡Señor! -. Llegaba un nuevo recluta, con el que incluso él dejó de mirar su cigarro y se giró para mirar a Isac y los demás -. ¡Último reporte! ¡Se ha avistado una criatura voladora no identificada dirigiéndose hacia el sur de las Colinas Volta!

- ¿Qué cojones?

De nuevo, volvió a centrar la atención en él. Es más, se levantó y se alejó del campamento para tomar el aire un poco. Estaba algo ofuscado por su derrota reciente, a pesar de que técnicamente fue un empate. Tras un par de preguntas de sus reclutas sobre adónde se dirigía, las cuales ignoró, se adentró un poco en el espesura del manto blanco que cubría tanto el suelo como los árboles.

Pero ni siquiera tuvo tiempo para disfrutar del silencio o indagar en sus pensamientos para reordenar las ideas. Tranquilamente, como quien anuncia un duelo inminente, apareció entre los árboles alguien a quien él consideró inmediatamente un intruso.

- ¿Qué quieres? -. Preguntó directamente tras coger el cigarro de entre sus labios.

Consideró innecesario preguntar quién era, ya que el sujeto iba cubierto de pies a cabeza con una indumentaria de cuero negro en conjunto a varias piezas metálicas que conformaban su coraza. En su cabeza había un yelmo por encima de esa indumentaria que continuaba desde el torso cubriendo su cuello y la parte inferior de la cabeza. No obstante, el yelmo no tenía ningún tipo de visera sino que era totalmente opaco. La única apertura que disponía la tenía en la parte posterior de la cabeza, de la que surgía una melena larga, lisa y rubia. Además, portaba una larga katana cuyo filo rozaba la nieve.

- Que te mantengas al margen -. Respondió, con una voz alterada enormemente, como si su timbre estuviese distorsionado sobre lo distorsionado varias veces.

Dante se preparó para combatir, alzando los puños y preparándose para dar un par de pasos hacia el frente, como seña de inicio de una carga impetuosa antes de que su enemigo estuviese listo. Sin embargo, su enigmático rival no solamente estaba más que preparado, sino que alzó su katana con un movimiento vertical ascendente. Metros más allá, como por arte de magia, el brazo de Dante fue cercenado de su hombro con una limpieza perfecta en su corte. La sangre brotó como un manantial, tiñendo la nieve de escarlata. El hombre más cercano de Beatrice en rango, Dante, se agarró su hombro en seña de protesta por el dolor.

- Es demasiado...

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Sakurako saltó del coche de inmediato y sin pensárselo dos veces. A pesar de los gritos de Summer, se dio media vuelta y se internó en el bosque, con su objetivo muy claro. Todo era un trabajo en equipo, que el grupo siguiese hacia la industria, que Samuel frenase a las patrullas que ascendían por el monte... y que ella llegase antes de que fuese acorralado por aquella patrulla sorpresa por la retaguardia.

El jeep blanco de los Evo Raiders tuvo que coger una curva y con ello redujo su velocidad, así que era su oportunidad. Sacó el rifle de la casa del cazador, se puso de rodillas y se colocó en posición de disparo. Las armas de fuego nunca habían sido de su agrado pero en ese momento le vino muy bien el haber usado algunas en el pasado, en el campo de entrenamiento de donde vivió la mayor parte de su vida. Cerró un ojo y afinó el otro mientras movía lentamente el arma a la par que el movimiento del coche, cuando tuvo el blanco perfecto fue cuando disparó. El impacto sobre la rueda fue impecable y el conductor perdió el control del vehículo, que salió del camino y debido al terraplén más allá de este, volcó dando varias vueltas de campana.

Sakurako no esperó para darles tiempo a que saliesen y se preparasen con sus armas de fuego, se echó su propio rifle a la espalda y empuñó un kunai en cada mano. Pasó de un lado del camino al otro y con un salto acabó encima del coche volcado. De una de las ventanillas traseras se asomaba el cuerpo de uno de ellos, bocaabajo e inmóvil. El impacto debió dejarle inconsciente, o eso esperaba Sakurako. Pero no podía entretenerse, así que se centró en los dos que estaba saliendo por la parte delantera.

- Quietos... -. Amenazó desde su posición ventajosa. Los chicos de los Evo Raiders aceptaron de inmediato la condición en la que se encontraban.

No obstante, la chica se dio cuenta enseguida de que algo fallaba. Miró la cuarta ventanilla, por la que no se asomaba nadie.

- ¿Dónde está el cuarto? Siempre vais en patrullas de cuatro...

Recibió su respuesta, pero no de la forma en la que se lo esperaba. Una ráfaga de alargadas agujas que provenían desde arriba se clavaron en el coche, justo en el lugar donde se encontraba Sakurako antes de que esta rodase y cogiese distancia. De las ramas de los árboles descendió hasta caer al suelo el cuarto integrante del vehículo, que lo primero que hizo fue agacharse hasta ponerse de cuchillas y ponerse a jugar con la nieve.

- Anyssa... -. Sakurako sólo la había visto en una ocasión, que fue precisamente cuando esta desveló su identidad ante Kiritos.

- No me gusta que nadie me mire fijamente... -. Divagó Anyssa, bajando la mirada. Al hacerlo, Sakurako pudo advertir que ella llevaba el lazo negro de Summer en su pelo. Los Evo Raiders conscientes salieron del vehículo y se pusieron en pie -. Id tras él, yo me encargaré de ella.

- ¡Ni lo sueñes!

Con aquel grito, Sakurako lanzó sus dos kunais certeros a los pechos de los chicos Evo Raiders, pero ambos fueron bloqueados por algo que frustró el intento de ataque de la chica.

- Si una idea es el veneno más potente, seguido del miedo... el tercer veneno más fuerte que puede sufrir una persona es, sin duda, el amor -. Explicó Anyssa, regodeándose. Los Evo Raiders se fueron al mismo tiempo que Sakurako observó qué era lo que había bloqueado su ataque, una lanza -. Y yo puedo alterar esos niveles de "amor".

La persona que Sakurako creyó que se encontraba inconsciente resultó ser Damián Gómez, que sostuvo su lanza en alto.

- No estás en posición de evitar que nadie se vaya o se deje de ir, happakiana.

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El ascenso estaba siendo duro, muy duro; y más cuando cada uno venía de lo que había pasado recientemente. Sin embargo, por encima de todos los demás, había alguien que, aunque exhausto, no paraba ni un segundo.

- Ya queda poco.

- Hay que tener cuidado, los Evo Raiders podrían detectarnos.

- No pienso detenerme.

- No te está diciendo que lo hagas, sólo que se tenga cuidado.

- Vamos, ¡que se note el ritmo de escalada!

- ¿Cómo no puedes perder el ánimo en una situación como esta?

- ¡Eh, chicos! -. Fue el aviso de alguien del flanco derecho. A pesar de su tono de urgencia, no fue un grito sonoro.

- ¿Evo Raiders?

- No... una patrulla de.. Espera ¿Quiénes son esos?

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- ¿Los perdimos de vista?

- No estoy seguro. Con su olfato quizás nos puedan rastrear.

- Son muy resistentes. Apenas hemos podido herir a uno.

- Tenemos que seguir llevándolos hacia el oeste. Si no, se podrían topar con otras patrullas.

Llevaban ya más de un día huyendo, escondiéndose y luchando en pequeñas escaramuzas contra aquellos seres lupinos extraplanarios, los sabuesos de Thorn. Durante el encuentro en las ruinas, todo se volvió un caos y los grupos se separaron entre sí, quedándose incomunicados los unos de los otros. Valruk vio como Summer pudo huir junto con Lilith en la espesura del bosque. También pudo discernir a Gabriel y Lunia, donde uno cargaba a un Evo Raider, y la otra a Dae, el chico de 3ºD. Valruk, en cambio, sufrió heridas que afortunadamente pudo tratar como pudo. Se encontró junto con Troy en mitad de su retirada, y desde entonces habían estado siendo perseguidos por una de esas criaturas, además de uno de los grandullones, un Desgarrador Gris.

Se habían desviado en todo momento hacia el suroeste, para que al menos no se pudiesen topar con otra de las patrullas, pero a cambio tuvieron que enfrentarse varias veces contra el sabueso que les perseguía. Su fuerza era incomparable a nada de lo que se hubiesen enfrentado antes, ya que podía endurecer su pelaje hasta volverse resistentes esquirlas de hielo, que encima podía arrojar como proyectiles puntiagudos muy afilados. Por culpa de aquello, Valruk tenía el brazo derecho destrozado, con varias de esas esquirlas que no se atrevía a quitarse por temor a que no pudiese detener la hemorragia. Se lo colocó en cabestrillo con tiras que arrancó de la capa de invierno. También ayudó a Troy en todo lo que pudo, pues este también estaba algo impedido pero en una de sus piernas. Juntos, acabaron refugiados en una cabaña casi destrozada por la que se filtraba el viento y el frío entre sus tablones astillados. Desde ahí observaban en todo momento la ruta de la ladera de la colina que habían tomado, alertas por si en algún momento surgía una nueva amenaza.

Y así fue. Unos minutos después apareció corriendo el mismo Sabueso de Thorn, ya que tenía las mismas heridas que arrastraba de los combates previos. Este dio un gran salto y se abalanzó contra la maltrecha estructura de la cabaña, provocando que cayese la viga que sostenía los tablones del techo.

- ¡Hay que salir de aquí! -. Gritó Troy, pero en cuanto se giró vio que Valruk había quedado atrapado por la propia viga.

- ¡No puedo sacar la pierna! -. El chico extraplanario probaba a tirar de su pierna y también a intentar levantar la pesada madera, pero nada de ello servía.

Troy se acercó para ayudarle, pero recibió inmediatamente la replica de la criatura, que le golpeó con su cola como si esta tuviese la forma de una enorme maza. El chico de 3ºB acabó golpeando su cabeza contra la madera y casi perdiendo el conocimiento, sin poder moverse apenas. El Sabueso desvió su mirada hacia Valruk, completamente inmóvil por culpa de la viga, y abrió las fauces dispuesto a devorarlo. Se intentó resistir agarrando el hocico del depredador, pero su fuerza era banal en comparación, encima si a eso se le sumaba que tenía un brazo muy dañado. No pudo impedir que los dientes afilados se clavasen en su abdomen y en su hombro, no con toda la profundidad que el animal deseaba, ya que Valruk seguía ofreciendo resistencia. Para acabar con esa resistencia, le dio esta vez un zarpazo que casi le arranca el brazo sano, dejándolo completamente a merced como comida para la criatura. El mordisco, esta vez sin oposición, comenzó y la sangre brotaba a chorros debido a la presión de los dientes en su cuerpo.

Una onda de energía blanca golpeó la cara del Sabueso, que gruñó de dolor. Pero ni siquiera se pudo recuperar a tiempo antes de la siguiente acometida, esta vez un hacha gigante se clavó tras agrietar la capa de protección que ofrecía su pelaje endurecido, de manera que el gruñido se intensificó por tener el torso casi atravesado.

- ¡Vamos, Elisabeth! ¡Ve a por él, yo me encargo del lobo este!

Elisabeth se acercó a Valruk mientras que otra onda de energía concentrada pasaba cerca de ella y empujaba a la criatura hasta afuera de la cabaña, tras destrozar lo que quedaba de pared en aquella parte. Entonces, la chica comprobó aterrorizada las heridas de Valruk, que perdían muchísima sangre, entre espasmos que producía demostrando que aún vivía, ¿pero por cuánto tiempo más?

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La trampa funcionó a la perfección. En cuanto los Evo Raiders se aproximaron, el puente estalló y quedó en llamas. Si lo hubiese hecho demasiado temprano, la banda hubiese tenido un margen mayor para buscar un sendero secundario y si lo hubiese hecho demasiado tarde, habrían pasado aunque sólo fuese una patrulla, poniendo en peligro al grupo.

Samuel, satisfecho, retrocedió hasta el extremo norte del puente y fue justo cuando escuchó un disparo que resonó a lo lejos, más fuerte que el constante ruido silbante del viento por el temporal. Antes de que se pudiera preocupar por algo que le habría podido ocurrir al grupo, escuchó algo desde el otro lado del puente, a su espalda. Los coches de los Evo Raiders se alejaban para buscar una ruta secundaria para acceder a la parte industrial de TrestCo, pero unos segundos después las lenguas abrasadoras del fuego en el puente se movieron y apartaron. Encima del hueco que había dejado en la madera del puente pasó con un salto un chico que tras aterrizar se apoyó su puño derecho en el suelo y el fuego empezó a rodearle. Tras eso, alzó la mirada y la clavó en Samuel. Su pelo blanquecino y su tez morena no le delataba más que el hecho de que pudiese manejar el fuego con tanta soltura, quizás hasta mejor de como lo hacia su hermana Lysa.

- Xelsius...

- Samuel, me has tenido que obligar de nuevo a esto. Joder... -. Al igual que en la vez anterior, el chico parecía malhumorado y realmente molesto. Samuel sabía muy bien por todo lo que estaba pasando.

- Tienes que darte cuenta, Xelsius...

Pero no pudo siquiera terminar la frase a tiempo. Tuvo que coger el agua de la nieve derretida cerca del puente debido al calor del fuego y controlarla para formar un escudo que bloqueó la llamarada que le arrojó el chico de 3ºB. Tanto el fuego como parte del agua se fundieron en una columna de vapor que le sirvió a Xelsius para aparecer inmediatamente después de su ataque a distancia e intentar propinar un puñetazo. El cuerpo a cuerpo no era el punto fuerte de Samuel y en eso su rival le llevaba una gran ventaja. Intentó recular pero no fue lo suficientemente rápido, recibiendo aunque no de lleno el golpe a la altura del abdomen, con la suficiente fuerza como para desplazarle unos pocos metros y derribarle al perder el equilibrio.

- ¡Ya no hay vuelta atrás, Von Einzbern! -. Le escuchó gritar mientras se incorporaba.

- Eso es mentira...

Esta vez el fuego surgió del suelo, de debajo de la nieve, en forma de una columna ignea. Afortunadamente para Samuel, pudo esquivarlo a tiempo y tan solo le rozó en una pierna, pero aunque el dolor era intenso no le impidió poder caminar bien. Avanzó y usó el agua de la zona nevada, que cada vez era más abundante. Anuló con ello las constantes replicas de Xelsius de lanzarle más y más bolas de fuego y se puso casi a distancia de cuerpo a cuerpo, como con el golpe de antes. Esta vez, usó el poder elemental del fuego, con el fin de poder sorprender a su rival en su propio campo. De esta forma, no podría contraatacarle para evaporar el agua, como hizo la última vez cuando trató de ahogarlo.

- ¡Puedes volver!

Pero la llamarada desapareció del puño de Samuel y el golpe perdió toda su ofensiva, pues fue contrarrestado con el puñetazo doble de Xelsius a la vez que emanaba lenguas de fuego en espiral, que le destrozó la parte frontal de la camisa y le dejó, esta vez, algo mareado mientras se recuperaba.

- ¿Intentas usar el fuego contra mi? Yo te vi en el Festival Deportivo. No es tu punto fuerte, Samuel. En un combate entre maestros del mismo elemento, este obedecerá al que lo controle mejor.

- Luna lo sabe, Xelsius -. Mencionó Samuel con calma mientras apoyaba su mano en la rodilla para incorporarse, aunque esfuerzo. Esas palabras sirvieron para apartar a un lado la terrible verdad que se le presentaba al delegado de 3ºA en el combate, donde no podría usar el fuego, pues vio que Xelsius reaccionaba cuando mencionó el nombre de la chica -. Me lo dijeron en la base de los Evo Raiders... Ella sabe lo que has hecho, pero debes saber tú otra cosa: no la estás protegiendo.

- ¿¡Qué dices!? -. Saltó con un arranque de ira.

- Ni los Evo Raiders ni Magrid van detrás de ella... ya no. Lo único que han hecho tus acciones ha sido que la apartes de nuestro lado, porque nosotros nos liberamos y ahora no sabemos dónde está.

- ¡Cállate!

Xelsius se convirtió en un horno de fuego, pues exhaló de él llamas en todas direcciones. No parecía tener como objetivo a Samuel, pues fue a usar su agua pero comprobó inmediatamente que no hizo falta. En lugar de eso bañó con un manto carmesí los árboles, que prendieron rápidamente a pesar de la humedad.

- Ya es... demasiado tarde.

- ¡No lo es! Puedes...

- ¡Silencio! -. Xelsius cerró los ojos y sacudió la cabeza, como si apartase una idea súbita que acababa de aparecer en su subconsciente.

La respuesta que dio a partir de ahí fue la de moldear el fuego para que este se abalanzase desde las ramas de los árboles como alargadas serpientes. Venían desde varios ángulos y eran demasiadas, así que la idea de una cúpula de agua a su alrededor era inviable por que acabaría evaporizada en cuestión de pocos segundos. Tuvo que ir alternando el uso de agua con varios movimientos, como una voltereta hacia un lado o rodar hacia el otro, para poder ir zafándose de los continuos ataques. Es verdad que con tanto calor que empezaba a hacer, cada vez tenía más agua a su disposición, pero cualquier intento de defensa estable o contraataque con dicho elemento era opacado por la cantidad de llamas ingente que empezaba a controlar Xelsius.

- Sin el fuego de tu lado, estás perdido. Es, de los elementos de los maestros elementales, el más fiable a la hora de un combate directo -. Explicaba mientras volvía a estar en su terreno dialéctico, ya que Samuel no podía replicar por los continuos jadeos debido al esfuerzo por defenderse -. Todo es debido a que el fuego es el único elemento que cuanto más largo se haga un combate, más dispones de él para usarlo, sin tener que crearlo mágicamente.

Dicho aquello, volvió a lanzar varias rondas más. Samuel intentó en aquella ocasión lanzar agua a los ojos de Xelsius para lastrar la punteria de sus ataques, seguido de un intento de huida para alejarse de la zona del incendio. No obstante, notó que algo le agarraba del tobillo pero al mismo tiempo le provocaba una oleada irritante de dolor. La mano de un elemental de fuego le había derribado y las alargadas lenguas de fuego desde los árboles parecidas a serpientes se arremolinaron para poder aplastar a Samuel. Este se intentó proteger con el escudo de agua pero no fue suficiente. Esta vez el resto de su indumentaria a la altura de su pecho quedó reducido por completo a cenizas, quedándose la camisa como si fuese una improvisada chaqueta en torno a las quemaduras de segundo y tercer grado que sufría en su pecho y abdomen

- ¿Has tenido suficiente? -. Preguntó Xelsius, algo más tranquilo y conforme, pero aún con ese malhumor presente.

Sin embargo, Samuel volvió a levantarse, una vez más. Miró hacia una dirección del bosque, el norte. Allí estaban el resto de su compañeros, a los que prometió proteger de cualquier ataque desde su retaguardia; también a los que prometió que volvería a ver sin sufrir males mayores, aunque eso ya no iba a ser del todo posible, por la situación de su torso; y por último, por quien estaba allí, con el resto del grupo.

Volvió a centrar la mirada en Xelsius y se quitó lo que le quedaba de camisa, alzando los puños posteriormente.

- Aguantaría todo el día.

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El tiroteo estaba siendo la escena de un desastre, pues habían perdido por completo la ventaja y tan sólo era cuestión de tiempo que fuesen derrotados.

- ¡Iros vosotros dos!

- ¡Pero... no podemos dejarte atrás!

- ¡Iros!

Al menos intentaría que los demás del equipo pudiesen escapar antes de ser capturados. Entonces, de entre las rocas donde estaban escondidos vieron que caía una granada, pero fue demasiado tarde. La ceguera provocó desconcierto y aturdimiento entre los alumnos de aquel grupo, y les dio a los Evo Raiders el tiempo suficiente para que terminasen la tarea en la que tenían desde hacía rato una gran ventaja numérica.

Con las esposas puestas y arrodillados, los Evo Raiders peinaron la zona para asegurarla y posteriomente se comunicaron a través de los walkie-talkies. Mientras tanto, sus compañeros aprovecharon para susurrar.

- ¿Cómo escapamos, Andrei?

- Shhh... -. Acalló él. Llevaba ya un rato estudiando la situación donde pudiese coger como escudo a alguno de la banda y así poder salir de aquel entuerto. Pero no había plan alguno que no tuviese su riesgo, y dada la situación en la que estaban, no se atrevía.

- Joder, han atacado la base -. Comentó con angustia uno de los Evo Raiders.

- ¿Qué cojones? ¿La principal?

- Sí... por el mismo que mató a los cuatro del jeep. Encima han escapado los presos...

- Me cago en la puta.

- Id adelantadoos vosotros -. Propuso uno de ellos -. Yo me encargo de los tres, los llevaré enseguida.

- Si, vamos rápido que quizás necesiten refuerzos.

Pero en cuanto se fueron los Evo Raiders y se quedó tan sólo uno de ellos, la situación se volvió más complicada aún. Andrei pensó que quizás aquella era su oportunidad pero lo que hizo aquel chico fue alejarse, sacar su arma y apuntarles directamente.

- Hatred llevaba razón... Hijos de puta.

- ¿Qué... ¿¡Qué haces!?

- Ojo por ojo... cabrones. No volveréis a matar.

- ¡No! ¡Nooooo...

Apretó el gatillo, disparando su arma con la que apuntó directamente a la cabeza de Andrei. Pero la bala se detuvo a pocos centímetros de la cabeza del grandullón. Aunque se podía ver alrededor del proyectil las ondas de aire debido a la energía cinética de haber sido disparada, se encontraba totalmente quieta. En lugar de eso, hizo un giro de ciento ochenta grados y, antes de que el Evo Raider pudiese reaccionar y empezar a correr, salió disparada con la misma fuerza que con la que salió del rifle, solo que en esta ocasión hacia su pierna, derribándole en el acto.

De entre la vegetación nevada surgió la mano alzada acompañada del resto del cuerpo de una chica que estaba con el ceño fruncido, muy enfadada.

- ¿Te atreves a disparar a matar a una persona indefensa, basura?

- ¡Delegada! -. Exclamó Andrei, con lágrimas en los ojos tras asumir lo que había estado a punto de pasar.

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Finalmente, el coche que estaba dando esquinazo a sus perseguidores fue alcanzado. Gracias a los controles que habían formado en los caminos principales, no pudo huir muy allá. Tras tomar senderos secundarios engorrosos y haber sido acorralado, Sohn se bajó, agarró a Stille para echársela a un hombro y salió corriendo lo más que pudo. Aprovechó el temporal y el bosque para perder de vista a la patrulla principal, pero también a pie fue alcanzado.

- ¡Ríndase! -. Le exigió uno de los reclutas de la guardia Lumi, mientras que otro informaba por walkie-talkie y los otros dos se iban cada uno a un flanco.

Sin embargo, Sohn lo que hizo fue dejar a Stille en el suelo y colocarse frente a ella, con la lanza alzada y en guardia.

- No sé qué para qué queréis a esta chica pero no os la podéis llevar.

- ¡Reducidle! -. Ordenó el mismo que había hablado.

A pesar de su superioridad en combate cuerpo a cuerpo, estaba en desventaja numéricamente. Tenía que recular muchas veces y no poder tener opción siquiera para contraatacar si quería que ninguno le pasase por al lado para ganarle la espalda y capturar a Stille. Recibió varios golpes de espada que resultaron en heridas superficiales, pues era claro que aquellos guardias no querían herirle de gravedad. Entonces arqueó una ceja y pensó en que quizás sí que podía ganar para salir de ahí antes de que llegasen los refuerzos. Ante el ataque del siguiente de ellos lo que hizo fue alzar la lanza y abandonar completamente la postura defensiva. Es más, se echó levemente hacia delante, exponiéndose por completo. El guardia se achantó porque si llegaba a continuar su intento ofensivo le habría atravesado el pecho a Sohn, y eso fue lo que aprovechó este para poder dejar fuera  de combate a uno de ellos.

- Apuntad a sus extremidades, joder -. Ordenó el de atrás, que esta vez también se sumó al combate.

Y así hicieron de manera inmediata. Se había volcado tanto al ataque para poder dejar inconsciente a uno de ellos que uno le clavó la espada en la parte posterior de la pierna, obligándole a clavar la rodilla en el suelo. No obstante, se revolvió a tiempo para darle un puñetazo y romperle la nariz, de manera que temporalmente dejó a otro de sus rivales también fuera de combate. Stille veía todo el combate apartada, cerca de un árbol, mientras que una de sus manos estaban apoyadas en el tronco de este. Por ahora su mirada preocupada indicaba que estaba asustada y no solo por ella.

- Se acabó, soldado Sohn... No, debería decir ya "ex-soldado" -. Le dijo aquel guardia que había dado las ordenes anteriores. Eran dos contra él y apenas podía volver a ponerse en pie.

Pero se sostuvo, apoyándose en su lanza, con todas las fuerzas que le quedaban.

- No me queda más remedio... -. Sonrió -. Vais a flipar con esto.

Su lanza empezó a iluminarse hasta el punto de ser un foco casi cegador. Entonces, con el único pie de apoyo que tenía sano, Sohn dio un pequeño salto hacia delante, hacia los guardias, que habían pasado a la defensiva.

- ¡Rolling...

- ¡Esa palabra es...

- ¿¡Qué!?

De la impresión de los guardias y su posterior intento de retroceder por lo que acaban de escuchar, habían caído de lleno en la trampa de Sohn. Cayendo desde el punto más alto del salto, Sohn preparó su lanza para el impacto.

- ...Sohn busteeeer!

Lo que debía ser el ataque de Jhin quedó resuelto como un ataque normal con la lanza con la que impactó con la madera del arma en ambos guardias a la vez. Ambos recibieron el golpe de lleno en la cabeza, ya que habían quedado tan impresionados que fue casi como golpear un dummy de entrenamiento inactivo. Tras eso, Sohn detuvo su conjuro de luz sobre la lanza y se acercó a Stille.

- ¿Estás... bien? -. Preguntó ella, aún preocupada y sin dejar de mirar la sangre que surgía de la pierna del chico.

- He estado mejor, pero ahora vámonos.

Cojeando, terminó de acercarse a ella y se internó aún más en el bosque. Pero Sohn no podía tan rápido como le gustaría, era casi más una carga para el propio plan de escape. En cuanto escuchó ruido desde atrás, le gritó a Stille:

- ¡Vete, vete lejos! ¡Ya sabes dónde ir, sigue el papel!

Pero la chica se apartó su pelo azul de la cara debido al viento y le miró. No quería dejarle allí, no quería que le capturasen por su culpa. Si hacía falta, ella...

- Vaya, vaya... Otra rata más que desierta y se salta las normas -. Mencionó el primero de la Guardia Lumi en aparecer, con un uniforme que indicaba que era alguien de rango superior. Tenía el pelo negro azulado, con un flequillo que cubría uno de sus ojos -. Cogedlos -. Ordenó a la docena de guardias que salieron de entre los árboles a ambos lados de él.

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El ascenso era sinuoso y complicado, además de agotador, pero después de todo lo que había caminado durante aquellos días, no era más que otro pequeño obstáculo para su objetivo. De nuevo, como había hecho desde que empezara a caminar, llevó a cabo esa tarea sin mirar atrás ni un sólo segundo. Lo hizo incluso cuando escuchó ruidos desde atrás, a lo lejos; lo hizo sin importar el qué. Miraba la tierra batida con la nieve de aquel sendero, veía sus propios pies pisarla y el como ahondaba en ellos. No iba con mucha rapidez, pero tampoco se detenía ni un sólo instante. Y en el punto más alto, aparte de la estructura con la que se encontró, una voz se le dirigió con amabilidad.

- Ha pasado tiempo, Liv. Bienvenida.

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